El Tribunal Supremo condenó a siete políticas y políticos catalanes y a dos dirigentes de entidades cívicas, a penas de entre 9 y 13 años de cárcel, por haber impulsado la celebración en Catalunya del referéndum de autodeterminación el 1 de octubre de 2017, en el que participaron 2,3 millones de personas.

El Gobierno español les ha concedido indultos parciales, después de que hayan permanecido entre rejas durante más de tres años y medio, dos de ellos en prisión preventiva.

Durante este tiempo de privación de libertad esas políticas y políticos, elegidos democráticamente, junto a dirigentes de las asociaciones con más afiliados de la sociedad civil catalana (Òmnium Cultural y ANC), han recibido cartas de apoyo de miles de personas. Cartas a la prisión: ventanas entre muros es un documental que recoge una parte de esa correspondencia enviada a las cárceles.

Los autores del documental ponen así de manifiesto “la anomalía democrática que representa en la Europa del siglo XXI” la vulneración de los derechos humanos elementales por parte del poder ejecutivo y judicial español.

En plena “era digital”, de comunicaciones telemáticas inmediatas, la correspondencia en papel de carta, con sobre y sello, ha resultado esencial, porque se convirtió en el principal medio de apertura en las cárceles de ventanas abiertas al mundo, explican autores y productores en un escrito de presentación de su trabajo.

Cartas confidenciales y autorizadas de ciudadanas y ciudadanos anónimos y otras de personajes de relevancia internacional, escritos de presas y presos, y cartas de exiliadas y exiliados, sirven como hilo conductor del documental. Manuscritos redactados en tono íntimo y textos más formales que propician la reflexión sobre “lo que ocurre en Catalunya y sobre la ruptura emocional provocada por la sentencia entre nuevas generaciones, que se ha traducido en centenares de nuevas detenciones de personas que manifiestan en calles y plazas su voluntad de exigir el fin de la represión”.

Los autores del documental se trasladaron además a diferentes lugares de Occitania, Países Bajos, Portugal, España y Catalunya para entrevistar a eurodiputados, activistas y a un abogado especializado en Derechos Humanos, para intentar entender no solo los motivos de la represión sino también los de las miradas hacia otra parte y los silencios frente a los atentados contra las libertades.

‘Cartas a la prisión: ventanas entre muros’ se exhibe en Madrid este jueves 1 de julio, en la Fundación Anselmo Lorenzo (C/ Peñuelas 21).

Montse Bassa, diputada y hermana de una de las condenadas, Dolors Bassa, y Neus Ràfols, directora del documental, se hacen cargo de la presentación del trabajo.

Independentistas y federalistas catalanes admiten que la mesa de dialogo con el Gobierno español tardará en llegar

Joan Tardà (ERC), Mireia Vehí (CUP), Laura Borràs (JxCat), Jaume Asens (En común Podamos) y Ferran Pedret (PSC) participaron en el debate en línea «Diálogo sobre Catalunya» organizado por la Fundación ‘Espacio Público’.

La importancia social del referéndum del 1 de octubre, la denuncia de la represión política y judicial durando -y después- de su celebración y la reivindicación del derecho a decidir han sido algunos de los puntos tratados entre políticos que participaron en el debate organizado por la ‘Fundación Espacio Público’ Diálogo sobre Catalunya.

Dirigentes de diferentes formaciones políticas catalanas debatieron sobre las oportunidades y obstáculos que existen en la búsqueda de soluciones al conflicto entre las instituciones catalanas y el Estado español. Ahora bien, en lo que coincidieron de una forma u otra fue en que la mesa de diálogo con el Gobierno exigirá tiempo, y en que a pesar de que en principio tendría que haberse reunido el pasado mes de septiembre, tardará al llegar.

Mientras que la portavoz de la CUP en el Congreso de los Diputados, Mireia Vehí, y la portavoz de Junts per Catalunya en el Congreso, Laura Borràs, pusieron en cuestión la viabilidad actual de la mesa de diálogo, el diputado del PSC en el Parlament de Catalunya, Ferran Pedret, el ex-diputado de ERC, Joan Tardà, y el diputado de En comú Podem, Jaume Asens, defendieron su necesidad actual, cada cual con sus matices.

El referéndum: un punto de inflexión

A pesar de las discrepancias claras sobre la validez del referéndum del 1 de octubre, entre los cinco participantes del debate, hubo consenso en torno a una cuestión: fue un punto de inflexión para el independentismo y en la historia política del Estado español. Borràs insistió en la validez política de la votación masiva, mientras que Pedret, Asens y Tardà destacaron sobre todo su valor histórico y social. «Pasará a la historia como un hecho muy singular en la historia de los derechos sociales y como ejemplo de autoorganización popular. Tengo la impresión de que con el paso del tiempo adquirirá mayor relevancia«, aseveró Tardà. Asens, por su parte, calificó el 1-O como «un momento de empoderamiento social que sentó las bases de algo muy grande«, pero también dijo que se cerró mal con el 27 de octubre, con la DUI.  El diputado señaló tres etapas en la historia reciente de Catalunya: la del Estatut, la del Procé, y la actual, en la cual él apuesta por la recuperación de «los consensos internos de país» y consideró que «un punto de referencia clave será la mesa de diálogo».

Mireia Vehí reclamó una mirada hacia el futuro, más que quedarse en el pasado, y preguntarse por lo que se ha hecho mal para poder avanzar. Puso en entredicho la eficacia de la mesa de diálogo, porque considera que el actual Gobierno español del  PSOE y Unidas Podemos no muestra predisposición para llegar a pactos con el independentismo y para acordar la celebración de un referéndum de autodeterminación. «La mesa de diálogo no aporta propuestas políticas concretas», afirmo. Hasta ahora, según ella, solo ha traído una foto, elecciones anticipadas y la inhabilitación del presidente de la Generalitat.

Laura Borràs reivindicó la validez del referéndum del 1 de octubre y el mandato que dejó. «El reto actual es poder acabar lo que no culminó», ha afirmó.

Y en en cuanto a la mesa de diálogo dijo que se trata de una ‘mesa fake’, porque existe una negativa a poder hablar del derecho a la autodeterminación. Frente quien pide que se acuda a esta mesa sin posiciones maximalistas, la portavoz de JxCat ha preguntó: «Maximalismo es atender a lo que pide la ciudadanía?» y ha recordo que el 80% de la Sociedad catalana reclama un referéndum pactado.

Los límites de la mesa de dialogo

Ante esas afirmaciones, y siempre en tono moderado y en un clima tranquilo, propio del añorado ‘oasis catalán’, Asens respondió que no cree que la mesa de diálogo sea un fake, habida cuenta de la pelea que hubo entre JxCat y ERC para ver quién la lideraba. «Es evidente que el conflicto no se resolverá en una o dos reuniones: es un conflicto que viene de lejos y va por largo«, reconoció. Además, Asens pidió que se «flexibilicen las posiciones», y apuntó que en la mesa de diálogo no ha de haber “líneas rojas ni tabúes».

En un tono algo más contundente, Pedret matizó que los socialistas no tienen «una idea del diálogo con un sector del independentismo en el que solo se pueda hablar sobre objetivos máximos». El portavoz del PSC en el Parlament de Catalunya  caracterizó las votaciones del 1 de octubre no como un referéndum sino como una gran movilización, como «el momento culminante de acumulación de fuerzas de los independentistas» y calificó el operativo policial como un «absoluto desastre», pero «nos hemos de situar en el presente», pidió.

La mesa de diálogo y la correlación de fuerzas

Siguiendo el hilo del debate, Vehí aseguró que desde el independentismo siempre se ha buscado el diálogo, pero que se han echado en falta «unos tiempos, unas formas, unos objetivos, algún tipo de mediador». Lamentó que UP no tenga más influencia en la mesa de diálogo y, ante la afirmación de Pedret según la cual «lo más importante es sentarse a hablar e intentar desescalar el conflicto político que también existe en la sociedad catalana», Vehí hizo un punto y aparte. «Esto no es Irlanda del Norte, aquí la gente solo pide votar y que se acabe con la persecución política». «Aquí la gente de forma organizada y pacífica reclama un referéndum, derecho a la autodeterminación y amnistía«, señaló.

Por su parte, Asens aseguró que a Unidas Podemos también les gustaría una mesa de diálogo con otra composición, pero dijo que la correlación de fuerzas actual es la que es y que intentan actuar de acuerdo con la misma. «Estamos condenados a entendernos», ha aseguró, pero contestó a Vehí diciendo que la solución al conflicto entre el Estado y Catalunya no es fácil. «Es un problema complejo y de siglos”. Es muy fácil en el plano teórico, pero cuando las hipótesis se ponen en marcha a veces pueden tener efectos contrarios, argumentó.

La necesidad de superar el 50%

Una de las ideas que más enfatizó Tardà en sus intervenciones fue la de la necesidad de encontrar una solución que incluya a las dos mitades de los catalanes: los que son independentistas o soberanistas y la otra mitad que no lo son. «Hace falta que exista un acuerdo y se tienen que ver integradas sus aspiraciones en la fórmula a través de un referéndum. Hace falta metabolizar una solución democrática, cívica y pacífica», insistió.

Asens aseguró que, si no se ha llegado a acuerdos antes ha estado también por «la falta de valentía histórica del PSOE», aunque excluyó al PSC de esta responsabilidad. «Lo más importante en política es avanzar», recalcó. Ante la buena sintonía que se apreciaba entre ERC, Comuns y PSC, Borràs ironizó y puso en cuestión la apuesta de federalista expresada por Pedret. Señaló que “el federalismo es una propuesta oportunista que aparece siempre que se acercan unas elecciones y después desaparece».

La intervención del poder judicial

Ana Pardo de Vera no quiso dar por concluido el debate sin pedir valoraciones sobre el papel del poder judicial en el conflicto, sobre los encarcelamientos, las inhabilitaciones y los miles de personas represaliadas. ¿Puede cambiar la estrategia del poder judicial?

Laura Borràs criticó la ausencia de separación de poderes en el Estado español y señaló que los presos políticos ya llevan más tiempo privados de libertad bajo gobiernos del PSOE que con el PP.

Mireia Vehí denunció que la judicatura le está “echando un pulso al Gobierno», que la Fiscalía sigue el criterio del Ejecutivo y que la represión sigue. Reclamó una ley de amnistía, se refirió a Podemos como «aliados» que «tendrían que presionar» y dijo que esperan su voto a favor para que se pueda tramitar tal ley.

Durante el debate se invocó reiteradamente a la necesidad de atenerse al «principio de realidad» y la diputada de la CUP afirmó que de acuerdo con este criterio habría que entender que los pactos no son posibles sin limpieza de las instancias judiciales.

Joan Tardà reiteró que la negociación con el Estado no será fácil, que exigirá tiempo, movilizaciones y posiblemente acciones de desobediencia.

«El Estado profundo dinamita» el diálogo, según el ex-diputado republicano. La represión se mantendrá, ha pronosticado, porque hay instituciones que se han apuntado al «cuánto peor mejor».

Jaume Asens reiteró su defensa de la reforma del código penal y de los indultos, como vías de solución a los problemas creados por el poder judicial y, en contra de quien reclama amnistía dijo que «no se puede fiar a todo a escenarios improbables«. El diputado de los Comunes aseguró que, «hasta que no llegue el escenario utópico que es la amnistía«, lo que hace falta es conseguir la libertad de los presos y la desjudicialización de la política. Aseguró que «la Fiscalía no es correa de transmisión del Gobierno», pero aun así, refiriéndose a los altos estamentos del poder judicial, recordó a quienes ha que los jueces son el último bastión para evitar avances.

Ferran Pedret aseguró que en el Estado español hay separación de poderes y que «no existe una estrategia de las instituciones judiciales». El diputado del PSC reconoció sin embargo que hay quién juega al «cuánto peor mejor», pero afirmo que esta actitud también la ha visto en algún independentista.

“La novela recorre la periferia. Quiero demostrar que en los polígonos pasan cosas”

Conversación de la autora con Queralt C. Cerezuela

La periodista y escritora Anna Ballbona (Montmeló, Vallès Oriental, 1980) acaba de ganar el 5º Premio Llibres Anagrama de novela, de literatura en catalán, con No soc aquí. La entrevistamos cuando apenas se había anunciado la concesión del galardón.

No soc aquí es una historia sobre los lenguajes familiares, aquellos automatismos de los cuales bebemos cada día y que nos construyen y nos destruyen a partes iguales como seres humanos. Se trata de una novela construida a partir de la voz de Mila y sus circunstancias personales concretas. Una vida que se muestra a partir de unos lenguajes familiares aprendidos. «Un artefacto literario que funciona de una manera exacta y perfecta», destacó el jurado del premio Anagrama.

El escenario puede ser cualquiera: un pueblo a media hora de Barcelona, encajonado entre la autopista y los polígonos industriales. «Ahora que espera una criatura, Mila intenta entenderlos motivos de la extrañeza que la ha acompañado desde siempre, un estar y no estar, una cierta perplejidad ante los mismos orígenes», se puede leer en el resumen de la novela, que también trata sobre la distancia social y la necesidad de aceptar y entender los lugares de origen. A partir de una mirada irónica, Ballbona construye y deconstruye una Mila en momento de revisión. La escritora y periodista se dio a conocer con Joyce i les gallines (Anagrama) y también ha cultivado la poesía.

¿De dónde surge No soc aqui? Dice que la acción podría tener lugar en su Montmeló natal, pero eso no ocurre. Y tampoco es una autoficción. 

La novela versa sobre la extrañeza en relación a la herencia familiar; la extrañeza de alguien hacia el mundo del que procede y de los propios orígenes. El personaje principal anda con esta extrañeza, que le acompaña en todo momento. La cuestión de la extrañeza y qué hacemos con aquello que nos han legado ha sido una de mis obsesiones desde siempre. La idea de esta novela surgió en 2014, cuando participé en una estancia en una residencia de escritores en Estados Unidos. Allí pude conversar con diferentes autores, dramaturgos y traductores sobre el tema de la familia; me di cuenta que todo el mundo hacía lo que podía, con aquellos legados familiares, aquellas herencias que nos quedan. Cada persona las gestiona como puede. Me di cuenta de que quería y que tenía que escribir sobre esta cuestión y que era importante confrontar el mundo de Mila, un mundo hecho de mundos que rechinan y de unas maneras de hacer muy anteriores en el tiempo, con otras extrañezas.

¿Por qué dice que en la novela ha intentado salir de los estereotipos de los extrarradios?

Es importante recalcar que los barrios, los polígonos y los pueblos de No soc aquí no tienen nombre, no están ubicados en ningún lugar en concreto. Quiero que el lector se fije en aquello que le estoy describiendo y que no llegue a esta periferia con una idea preconcebida. Quiero demostrar que en los polígonos, que existen de muchos tipos, pasan cosas y que forman parte del entramado urbano.

Mila, la protagonista de la novela, es la primera universitaria de su familia. ¿Tiene la voluntad de abordar el elemento de clase en el libro?

Sí, el desclasamiento es un elemento importante de la novela, que se ve sobre todo en la segunda mitad del libro, cuando Mila va a la universidad y hace un Erasmus en París. Es cuando ella se da cuenta del desclasamiento y de la distancia social que existe entre aquellas personas que vienen de familias universitarias y ella misma. Es cuando toma conciencia de la distancia social y como esto la ha condicionado a lo largo de su vida. Sin embargo, Mila también intenta encontrar el valor y la fuerza del mundo del que viene, un mundo modesto y pequeño. La novela es un viaje para darse cuenta de la fuerza que tienen aquellos orígenes y de las cosas buenas que le han dado.

¿Cómo ha hecho para huir del mundo de los clichés, de esta periferia a menudo maltratada a base de estereotipos?

El mundo particular de Mila hace que no te aproximes con clichés, puesto que todo su bagaje familiar ya escapa del cliché. Además, se recorre la periferia a partir de su mirada, con lo cual los espacios quedan naturalizados. Mila explica la memoria personal e íntima que guarda del polígono y de otros espacios. Esto es importante, porque el lector hace suyo el espacio a través de las vivencias de la protagonista.

En el libro utiliza mucho la ironía. ¿Qué imagen transmite del mundo rural?

Pienso que la ironía pertenece a una manera de mirar de la cual no siempre soy consciente. Hay cosas que no he escrito de manera irónica, pero se han interpretado como tales. En el libro realizo una mirada muy poco romántica del mundo rural porque lo he conocido de cerca. Mi protagonista ha conocido un mundo rural indómito y sin manías; un mundo pragmático e incluso retrógrado. No se idealiza, pero quiere huir del lugar común, romper con él y lo he intentado hacer desde el respeto y el viaje de la protagonista.

Hace cuatro años quedó finalista del Premio Anagrama y finalmente esta vez ha ganado el galardón Premio Llibres. ¿Era importante para usted ganarlo?

Este premio es importante, sí. Hace cuatro años, el hecho de ser finalista me permitió publicar mi primera novela. Es un premio con cinco años y un jurado potente detrás. Con una casa -una editorial- que me da mucha confianza. También estoy contenta de que la novela se haya leído como yo pretendía que se leyera, que esto a veces no pasa.

Una parte del libro lo ha escrito en l’Acadèmia de les Bones Lletres, gracias a la Beca Montserrat Roig. ¿De qué manera ha influido esto en el proceso de creación de la novela?

Ha sido fundamental poderme encerrar durante un tiempo a escribir, estar conectada con aquello que quería decir. En esta novela en concreto, hay muchas cuestiones de lengua, por lo tanto necesitaba tener en todo momento toda la novela en la cabeza. Esto te lo permite un encierro como ese.

Nota: esta entrevista ha sido publicada previamente en Públic.

Todo a punto para la 37.ª edición de la Setmana del Llibre en Català

Una iniciativa para fomentar la lectura y potenciar el contacto entre lectores, autores, editores y libreros.

La Setmana del Llibre en Català ha encontrado la fórmula que le funciona. Después de muchas tentativas, durante la últimas ediciones el punto de encuentro entre lectores, autores, libreros y editores solo crece y suma propuestas. La Setmana del Llibre en Català, que este año llega a su 37.ª edición, se celebrará del 6 al 15 de septiembre en la avenida de la Catedral de Barcelona con unas dimensiones que superan las del año pasado. “La Setmana no tiene nada que ver con Sant Jordi, es una fiesta del libro que fomenta la proximidad y ofrece el mayor número de libros en catalán de la historia”, puntualiza Joan Sala, presidente de la Comisión Organizadora de La Setmana.

Los organizadores quieren mostrar la riqueza y diversidad de la edición en catalán y su potencia industrial, por ello en un solo espacio, en 1.750 metros cuadrados y durante 10 días, se concentra la oferta de libros y de publicaciones en catalán más grande de la historia y al alcance de todo el mundo. Serán un total de 219 expositores repartidos en 62 módulos; un 7,5% más de expositores, en relación a la edición de 2018. 

“Los dos últimos años ha funcionado bastante bien para no tener que hacer cambios. Uno de los grandes trabajos es la creación de nuevos lectores tanto jóvenes como adultos. Mucha gente cree que la producción de libros en catalán es minoritaria y es un sector muy fuerte; siempre destaco que en catalán se encuentra de todo, ensayo, libro ilustrado, cómic, ciencia ficción… Además, tenemos la suerte de contar con muy buenos traductores y una hornada de nuevos autores. Las editoriales hacen buen trabajo descubriendo autores, y todo esto hace que tengamos una gran diversidad y que todo el mundo encuentre su libro”, explica Joan Sala.

Fomentar la lectura

Hacer que pequeños y mayores lean más y aprecien los libros es uno de los objetivos de la Setmana del Llibre en Català. Y el contacto directo entre autores, lectores, editores y libreros ayuda. “Por lo que se refiere a los niños tuvimos un éxito espectacular con la biblioteca personal. La idea es muy buena y funciona. Y en el caso de los adultos, funciona la posibilidad de ver a los autores o intercambiar impresiones con editores y libreros”, argumenta Sala.

Uno de los atractivos de la feria es acceder a los libros de fondo, a menudo desplazados por el alud de novedades que pueblan las librerías; además de decenas de actividades de todo tipo para pequeños y mayores como presentaciones, recitales, itinerarios literarios, charlas, cuentacuentos… A la hora de presentar las novedades literarias La Setmana cuenta con una radio propia en la que participarán Guillem Terribas, Albert Sánchez Piñol, Rosa Ribas o Joan Daniel Bezsonof entre otros autores.

Este año, el invitado especial de la feria es David Lagercrantz, el escritor escogido para continuar la serie Millennium escrita por Stieg Larsson. Lagercrantz se ha ocupado de la cuarta entrega, El que no et mata et fa mésforty de la quinta, La noia que va viureduesvegades.

Premio especial para Cavall Fort

Otra de las funciones de la feria es reconocer la tarea de autores, libreros y editores, y el premio especial de esta próxima edición lo ha merecido la revista Cavall Fort. La revista nació en diciembre de 1961 con el objetivo de ofrecer un medio para que los niños pudieran aprender a leer y escribir en catalán. Esta preocupación marcó el formato y el contenido de la revista: desde la decisión de incluir páginas de cómic para estimular el interés del lector, hasta la elección del modelo de lengua. Para poder llevar hacia adelante la revista, sus creadores buscaron el apoyo de los obispados de Vic, Girona y Solsona, que dieron cobertura legal en una época en la que el impulso de una publicación en catalán era un desafío al régimen franquista.

Pero un dato importante de La Setmana del Llibre en Català que acostumbra a pasar desapercibido para los lectores es la compra y venta de derechos. Por tercer año, el Making Catalan Literature for International Publishers and Agents se celebrará dentro del marco de La Setmana gracias a la colaboración con el Institut Ramon Llull. El Institut dedicará un módulo a la venta, en exclusiva, de libros de autores catalanes traducidos a otras lenguas. “Esto el público no lo ve pero son más de 400 reuniones y esto es fundamental para impulsar los libros en catalán. De este modo La Setmana combina las características del festival literario con la feria y la correspondiente compra venta de derechos”, destaca Joan Sala.

La desobediencia al lado de la rebeldía han sido los instrumentos más utilizados a lo largo de la historia de la humanidad para combatir injusticias y falta de libertades. Pero mientras la rebelión no siempre es pacífica la desobediencia siempre lo es, como lo demuestra la larga lista de gentes que la han practicado a lo largo de la historia, desde Sócrates que tomó la cicuta antes que renegar de sus creencias ante el Senado de Atenas; Thomas More que escogió su conciencia antes que obedecer al rey y murió en el patíbulo; o Thoreau, Gandhi, Rosa Parks, Luther King y tantos otros, como nuestros insumisos a la conscripción que aceptaron ir a la cárcel antes que renunciar a sus ideas. O en nuestra cosmogonía, una mujer, Eva, desobedeció a Dios robando una manzana o Prometeo robo el fuego a los dioses.

La educación reglada nos convierte en ciudadanos sumisos a la ley y el orden social establecido. Pero en cambio, poco se nos educa en la crítica y en la desobediencia a las injusticias. Esto viene a cuento porque todos somos conscientes de que no vivimos en una sociedad plenamente democrática, sino que la sociedad está llena de lagunas y espacios donde la democracia es imperfecta, ostensiblemente mejorable o ausente. Por ejemplo, ahí está el mal trato que se da a los inmigrantes en los CIES (Centros de Internación de Emigrantes), o el de los/las encarcelados/as en prisiones y tantas otras cuestiones que tienen que ver con la protección social de los más necesitados.

Como ninguna democracia es perfecta, sino al contrario, todas son perfectibles, es lógico que haya ciudadanía que se oponga a ellas y trabaje para cambiar situaciones injustas y, en ocasiones, se enfrente a la ley para intentar que la democracia se amplíe y llegue a esos espacios donde no existe. Y aquí es donde aparece la desobediencia, que de la mano de la objeción de conciencia se opone a aquellas leyes injustas con el ánimo de mejorarlas. Y es por este motivo que en la mayoría de las democracias avanzadas la objeción de conciencia está recogida en el ordenamiento jurídico y convierte la desobediencia es un acto legítimo.

Pero la desobediencia para cargarse de razón y consistencia moral tiene unas reglas que en la modernidad provienen de David Henry Thoreau y Gandhi, y que han sido sostenidas sólidamente desde la filosofía política por John Rwals, Norberto Bobbio y Jürgen Habermas. De entre ellos, Rawls, es quién mejor ha descrito la desobediencia como una de las garantías del estado de derecho con la definición más reconocida como un acto público, no violento, consciente y político, contrario a la ley cometido con el propósito de ocasionar un cambio en la ley o en los programas de gobierno.

Acto público, porque nunca puede ser clandestino ni esconderse ante la ley pues perdería el reconocimiento de ejemplaridad que persigue; no violento, porque si se empleara la violencia perdería fuerza moral ante la sociedad y debería ser perseguido por el mal cometido; consciente, porque debe ejercerse en conciencia y con plenas facultades; político, porque se ejerce para cambiar un programa de gobierno; contrario a la ley, porque pretende cambiar un ordenamiento jurídico en aquellos casos que suponen una clara vulneración de derechos fundamentales y de manera especial aquellos que atentan contra la libertad de expresión y reunión.

Regla general de la desobediencia que Rawls ha desarrollado junto a otros requisitos:

  • concebirla como un último recurso una vez se han agotado todas las vías legales para que la reivindicación que se solicita no es atendida por la administración del estado;
  • que en un estado de derecho no puede ser total contra todo el ordenamiento jurídico, esto solo tendría justificación en una dictadura;
  • que sólo puede ir dirigida contra aquella ley u ordenamiento que vulnera un derecho;
  • que se trata de un acto individual, porque, aunque se pueda hacer de forma colectiva, las consecuencias de la desobediencia se deben asumir de forma individual dado que la ley recae sobre el sujeto que la ha infringido;
  • que la desobediencia debe darse siempre dentro de un marco de respeto al estado de derecho, porque, aunque se viole la ley, la fidelidad a la ley queda expresada por la naturaleza pública y no violenta del acto, y, en especial, por la voluntad de aceptar las consecuencias legales de la propia conducta.

Esto último, es puesto en primer plano por Gandhi, Luther King y sus seguidores, pues se deben asumir las consecuencias legales que se deriven del acto de desobediencia. Pues, aunque se rechaza la ley se está dispuesto a asumirla, así como las sanciones que se desprendan. Y como se supone que están cargadas de razón, se volverán contra el ordenamiento jurídico del estado que las promulga y servirán de ejemplo moral para toda la población.

Pues el objetor quiere dar muestras de ejemplaridad ante la sociedad y presentarse como un buen ciudadano, y por este motivo se muestra dispuesto a aceptar las consecuencias de su acto. Así lo hicieron aquellos que han servido de ejemplo, el primero, Thoreau, que nos dejó como testimonio un documento transcendental, Desobediencia civil, y después sus seguidores, León Tolstoi, Bertrand Russell, Gandhi, Luther King y tantos otros y otras que aceptaron ir a la cárcel para poner de relieve que se estaba cometiendo una injusticia contra ellos.

En el Estado español lo hicieron los objetores e insumisos al servicio militar obligatorio que desobedecieron la ley de formas diversas, unos no presentándose en los cuarteles, otros negándose a vestir ropa militar y ser adiestrados en el uso de armas para hacer la guerra, y algunos, incluso, desertando dentro de los cuarteles o en las ONG donde prestaban el servicio militar substitutorio. Y muchos de ellos fueron condenados y encarcelados, y algunos fueron inhabilitados para ejercer como funcionarios públicos. Un movimiento de objeción al servicio militar que tomo tales proporciones que obligó a cambiar la ley, primero reconociendo la objeción de conciencia al servicio militar, después, aboliendo la conscripción. Que después ha tenido continuidad en los que hacen objeción fiscal al gasto militar.

En ese sentido, la desobediencia es una herramienta política de enorme fuerza, pues si es ejercida de manera mayoritaria por la población, ningún estado puede hacer frente a un movimiento de esa envergadura. Ese fue el argumento principal del pensamiento de Gandhi que consiguió liberar la India de la dominación del imperio británico, la fuerza de la noviolencia y sus herramientas, la desobediencia y la no cooperación. La misma desobediencia que animó al movimiento por los derechos civiles de la comunidad negra de Estados Unidos encabezada por Luther King; el de las sufragistas de Reino Unido que luchaban para obtener el voto para las mujeres y tantas otras gentes anónimas que a lo largo de la historia la han practicado.

El conflicto político en Catalunya

En Catalunya, la desobediencia civil ha sido objeto de atención por parte de los seguidores de la independencia ante la negativa del Gobierno central a admitir un referéndum que permitiera a la ciudadanía catalana pronunciarse sobre la autodeterminación. Aunque finalmente no fuera ejercida como tal, pues la consulta que finalmente se llevó a cabo el 1 de octubre de 2017 por parte del Govern de la Generalitat con el apoyo de entidades sociales, no fue presentada como un acto de desobediencia, sino como un acto democrático para ejercer el derecho a votar. Una decisión, que ponía por delante la conciencia de los convocantes frente a una decisión judicial que la prohibía. Este desafío implicaba un alto riesgo para funcionarios y gobernantes que ocupaban puestos de responsabilidad en la administración de Catalunya, pues incumplir el ordenamiento jurídico del estado representaba que podían ser llevados ante los tribunales, pues, aunque no lo declaraban, se trataba de un acto de desobediencia a la ley y los tribunales.

Así, resulta paradójico que los políticos que ejercieron funciones ejecutivas o legislativas en los meses de septiembre y octubre de 2017, fechas en que se produjeron los hechos por los que se los enjuicia, los encausados apelen a la democracia para defender sus actos, aduciendo que estaban refrendados por un programa electoral que defendía un referéndum de autodeterminación y unos votos de la ciudadanía que los aupó a las instituciones. Pero en cambio niegan admitir que desobedecieron la ley.

Una apelación a la democracia contradictoria, pues estos políticos aprobaban disposiciones contrarias a la ley, la misma ley que les permitía ocupar cargos de responsabilidad en las instituciones autonómicas.

Es evidente que la no asunción de la desobediencia es debida al temor de ser sancionados o inhabilitados para ejercer funciones públicas y esconden sus acciones bajo la excusa de que obedecen el mandato popular que los había elevado al cargo que ocupaban.

Desde luego que la distancia entre Luther King, Gandhi y los insumisos de conciencia al servicio militar está muy lejos de la de estos gobernantes catalanes, pues aquellos no dudaron que ante la injusticia que denunciaban, estaban dispuestos a ir a la cárcel. Mientras que estos políticos recurren a artilugios verbales sobre la democracia para amagar el desacato a la ley porque temen ser inhabilitados.

Debería estar claro que, el funcionario público que debe el cargo que ocupa al ordenamiento jurídico que le permite ejercerlo, en caso de objetar y desobedecer la ley, debería dimitir y abandonar su cargo y sí no lo hace, aceptar las sanciones que se deriven. Lo mismo, y con mayor enjundia lo deben admitir los políticos con responsabilidad de gobierno. Pues éstos deben su cargo precisamente a la ley que les permite ejercer esa función.

Para acabar y volviendo al terreno de la teoría de la desobediencia. En un estado democrático, aunque existan limitaciones en cuanto a derechos, la desobediencia no se puede dirigir contra todo el ordenamiento jurídico, esto sólo tiene justificación en un estado autocrático y dictatorial, que no es el caso del Estado español, y sólo se puede dirigir contra aquella ley que se considera injusta porque vulnera un derecho. Esa es la enorme dificultad de los partidarios de la independencia de Catalunya.

Esta dificultad es patente en Catalunya, pues se ha hablado mucho de iniciar campañas de desobediencia, y, propuestas las ha habido, pero no ha cuajado ninguna. Las entidades sociales y los partidos políticos que quieren la independencia no han lanzado ninguna propuesta en ese sentido. Aunque, cierto es, que la CUP, defiende la desobediencia como estrategia política y alguna de sus miembros con cargo público la ha ejercido (Montserrat Venturós, alcaldesa de Berga, se negó a descolgar del balcón del Ayuntamiento una bandera independentista y fue inhabilitada seis meses por un juez).

Como ya se ha indicado, la desobediencia no puede ser practicada contra toda la Constitución, sino sólo ante aquel ordenamiento que se considera injusto. Ante el enorme conflicto que se vive en Catalunya, no existe otro camino, a nuestro parecer, que el de su transformación por medio del dialogo entre todos los actores implicados. Así, se impone un receso y empezar a buscar las condiciones que hagan posible el dialogo.

moderado por:

  • Orencio Osuna

    Director de la Fundación Espacio Público

Conclusión del debate

El debate organizado por Espacio Público a partir de una ponencia inicial del profesor Vicenç Navarro, ha contado con un total de 106 aportaciones -más numerosos archivos con documentos adjuntos- escritas por responsables políticos, historiadores, economistas, constitucionalistas,sociólogos y numerosos lectores del diario Público. Todos estas intervenciones así como el debate que se realizó en streaming en Público TV, podrán ser consultados en adelante en los Dossieres de Espacio Público.

La gran pluralidad de perspectivas políticas e ideolólogicas, la diversidad de disciplinas académicas, la complejidad de las cuestiones implicadas en la reivindicación del derecho a decidir, o la propia variedad de procedencias territoriales de las intervenciones que ha suscitado el debate, muestran a las claras la trascendencia política del asunto a discusión que hemos propuesto, así como la heterogeneidad de sus numerosas implicaciones. También hay que destacar que, aunque la polémica suscita una gran pasión intelectual, politica y emocional en todos los rincones de la sociedad catalana y española, existe entre la izquierda y los intervinientes una gran capacidad de respeto, diálogo y civismo democrático. Talante del que carece, por cierto, la derecha uniformadora y excluyente que se se rasga las vestiduras ante el sacrílegio del separatismo e invoca como razón suprema la sagrada e inviolable unidad de la España Una , Grande y Libre o que se aferra a una Constitución inamovible e irreformable, per secula seculorum.

Hemos abordado en este foro de discusión durante estos últimos meses uno de los debates de más trascendencia que para su presente y futuro tienen ante si los ciudadanos catalanes, pero también para el conjunto de los ciudadanos españoles. Tanto si el derecho a decidir, que reclama la mayoría de la sociedad catalana, desembocase en la creación de un estado independiente de incierto destino, como en un estado federal o confederal que reconozca efectivamente la plurinacionalidad del estado español, o ,incluso, en una reacción autoritaria recentralizadora -como la que propugnan sectores de la derecha española más uniformadora-, la vastedad del impacto de cualquiera de estas salidas abriría un nuevo tiempo para la totalidad de la sociedad española.

Un asunto, en definitiva, de capital importancia que debería afrontarse sin dramatismo ni histerismos, sin apelaciones al choque entre patriotismos viejos o posmodernos, con comprensión mutua de los intereses y opciones colectivos en presencia y, sobre todo, y por encima de todo, con espíritu de ciudadanos libres y democráticos. En la convicción de que en la sociedad española de hoy- asaltada, golpeada y saqueada por poderes fuera del control de la soberanía popular- el único método legítimo para organizar la convivencia es de la práctica de la democracia y el respeto a la voluntad libre y democrática de los ciudadanos.

Somos conscientes que estamos ante los primeros momentos de una dinámica política que fluye hacia importantes acontecimientos en los próximos meses-quizás años- y que tendrán momentos decisivos, como la próxima Diada del 11 de Septiembre, la consulta convocada por el gobierno de la Generalitat el 9 de Noviembre o, incluso, posibles reformas de la Constitución del 78, y que, en consecuencia, no podemos cerrar este foro de discusión definitivamente.

Espacio Público abrirá en el mes de septiembre una nueva fase de este debate conectado al calendario del proceso abierto en Catalunya, pero también relacionándolo con el nuevo ciclo político que supone la abdicación de Juan Carlos I, la sucesión de Felipe VI y las propuestas de cambios profundos que exige una gran parte de la sociedad española.

Moderador.
Orencio Osuna

Ponencia inicial

Catalunya y el derecho a decidir

Catalunya y el derecho a decidir

  • Vicenç Navarro

    Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra

En contra de lo que ha estado enfatizando la sabiduría convencional definida por el establishment español (la estructura de poder político y mediático que define los parámetros de lo que debe creerse en el país), la Transición de la dictadura a la democracia no fue un proceso modélico, fruto de un consenso entre iguales, entre los herederos de los vencedores (las derechas, ultraderechas en el abanico político europeo) y los herederos de los vencidos (las izquierdas y otras fuerzas democráticas) de lo que se llama en España la Guerra Civil. En la versión oficial de la Transición, esta se presenta como una ruptura con el anterior Estado dictatorial, habiéndose establecido, como resultado de tal Transición, un Estado democrático homologable a cualquier democracia existente en la Europa occidental. Y la Constitución de este nuevo Estado se presenta como el resultado de aquel consenso entre iguales, estableciendo el marco jurídico donde la democracia española se ha ido desarrollando.

Esta versión de la Transición es profundamente errónea y no se corresponde con los hechos ocurridos en aquel periodo. Lejos de ser ejemplar, aquel proceso estuvo dominado por las mismas fuerzas que controlaban el Estado dictatorial, y que lideraron y dirigieron aquel cambio. Las fuerzas conservadoras controlaban todas las ramas y aparatos del Estado, así como la gran mayoría de medios de información del país, mientras que las izquierdas acababan de salir de la clandestinidad. No fue un pacto entre iguales ni tampoco fue una ruptura con el Estado anterior. En realidad fue una abertura de aquel Estado para incorporar a las izquierdas en un nivel subalterno, sometidas a una ley electoral que claramente las desfavorecía. Presentar la Constitución como un producto consensuado entre iguales, sin admitir que estuviera condicionada por las fuerzas que dominaban la Transición, es una frivolidad propagandística promovida primordialmente por las derechas y, en ocasiones, por aquellos sectores de las izquierdas gobernantes que se adaptaron rápidamente a aquel Estado.

Las consecuencias de aquel proceso inmodélico: la limitadísima democracia, el escaso bienestar social y el no reconocimiento del derecho a decidir

Las consecuencias de aquel dominio conservador son enormes. Una de ellas es la limitadísima capacidad de decisión de la ciudadanía en los quehaceres de la gobernanza del país. Democracia en España quiere decir votar cada cuatro años (dentro de un sistema electoral poco representativo) a partidos políticos que carecen de democracia interna, gobernados por élites que se eternizan, con escasa transparencia y que, por su opacidad, son fácilmente coaptables por parte de intereses financieros y económicos. La Transición inmodélica favoreció esta visión de la democracia, que reduce la política al “politiqueo entre sus dirigentes”. Formas de democracia directa, tales como referéndums (ni consultivos siquiera), son difíciles cuando no imposibles de realizar.

Esta limitadísima democracia, dentro de un Estado heredado del anterior con escasa renovación, explica varios hechos. Uno, es el enorme subdesarrollo del Estado del Bienestar en España. Treinta y cinco años después de iniciarse la democracia, España continúa teniendo uno de los gastos públicos y uno de los gastos públicos sociales más bajos de la UE-15 (el grupo de países de semejante nivel de desarrollo económico al español). He escrito extensamente sobre este tema (ver Bienestar insuficiente, democracia incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país, 2002). Esta subfinanciación se está incluso acentuando más como consecuencia de las políticas de austeridad (lo que quiere decir de recortes del gasto público), orientadas a privatizar los servicios públicos del Estado del Bienestar. Desde 2008, los gobiernos españoles, argumentando erróneamente que no hay otra alternativa, están debilitando y/o desmontando el Estado del Bienestar. Utilizan para justificar este desmantelamiento el argumento que el Estado español ha perdido soberanía y tiene que seguir la normativa dictada por la Troika, a fin de poder mantenerse en el euro. He escrito extensamente mostrando la falta de evidencia que apoye estos argumentos. En realidad, tanto la banca como la gran patronal están consiguiendo lo que siempre desearon: el debilitamiento del mundo del trabajo, la privatización del Estado del Bienestar y la reducción de los salarios. Las políticas públicas realizadas por los gobiernos centrales y la mayoría de los gobiernos autonómicos han sido responsables de tales hechos.

El tema nacional tampoco se ha resuelto

Otra consecuencia del dominio de los herederos de los vencedores de la Guerra Civil en el proceso de transición fue la incorporación a la Constitución de la visión de España que tenían sus antepasados, que se definieron a sí mismos como los “nacionales”. Esta visión negaba la plurinacionalidad de España, oponiéndose a reconocer las distintas naciones que constituyen el país, imponiendo un Estado uninacional centrado en el establishment político y mediático existente en Madrid. En realidad, el Estado de las Autonomías (el “café para todos”) era la manera de negar esta plurinacionalidad, permitiendo una descentralización administrativa en un marco normativo claramente centralizado. Un indicador de esta centralización es el sistema radial de transporte. Lleva un poco más de dos horas ir en tren de Barcelona a Madrid, pero algo más de seis horas para ir de Barcelona a Bilbao, que es la misma distancia. Esta visión uninacional de España está escrita en la Constitución, la cual asigna al Ejército (sucesor del que había llevado a cabo un golpe militar contra un Estado democrático) la misión de defender la unidad de España (una cláusula única entre las constituciones en Europa), estando bajo la dirección del Monarca, jefe de Estado y jefe de las Fuerzas Armadas. Estas fueron unas cláusulas que el Monarca y el Ejército impusieron, como han admitido protagonistas de aquella Transición.

Esta negación del carácter plurinacional ha sido una constante en el periodo democrático. Y su último ejemplo son los “cepillazos” y
“vetos” al último Estatuto, iniciado por el gobierno tripartito en Catalunya presidido por Maragall (y más tarde por Montilla), que habían intentado redefinir España, sustituyendo la visión de España heredera del golpe militar por una España plural y pluricéntrica. El fracaso de este proyecto fue lo que no dejó otra alternativa a Catalunya que conseguir la movilización popular exigiendo el reconocimiento de Catalunya como una nación soberana, con pleno derecho a decidir su futuro, considerando la independencia como una alternativa entre otras. La gran mayoría de la población catalana (el 75% según las últimas encuestas) está de acuerdo con que se realice un referéndum sobre el futuro que la población desea para Catalunya.

Democracia significa el derecho a decidir

Los dos polos opuestos del nacionalismo –el españolista, que es el nacionalismo más extremo, dominante y asfixiante, y el catalanista- quieren presentar este derecho a decidir como equivalente a la petición de secesión de Catalunya del Estado español. Esta interpretación interesada no corresponde a la realidad. El número de personas que desean ejercer el derecho a decidir es mayor que el que desea la separación de Catalunya del Estado español. Catalunya podría ser un Estado soberano dentro de un Estado federal español. En realidad, históricamente la gran mayoría de fuerzas políticas de las izquierdas, tanto catalanas como españolas, han deseado esta forma de Estado federal, dentro del cual cada nación pueda decidir su futuro. Los “nacionales” fascistas llamaban “separatistas” a los catalanes –como el President Companys– que deseaban un Estado catalán dentro de una federación española. No eran anti España (como se los acusa), sino que eran voces que pedían una redefinición de lo que era España y su Estado.

Es importante subrayar que incluso los partidos políticos de izquierdas españoles pidieron durante la clandestinidad el derecho a decidir (se llamaba autodeterminación) de las distintas naciones (tan recientemente como en el Congreso de Octubre de 1974 de Suresnes, el PSOE subrayaba que “la definitiva solución del problema de las nacionalidades y regiones que integran el Estado español parte indefectiblemente del pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación de las mismas, que comporta la facultad de que cada nacionalidad y región pueda determinar libremente las relaciones que va a mantener con el resto de los pueblos que integran el Estado español” (Resolución sobre nacionalidades y regiones). Y más tarde, en el 27 Congreso del PSOE en diciembre de 1976, se aprobó que “el Partido Socialista propugnará el ejercicio libre del derecho a la autodeterminación por la totalidad de las nacionalidades y regionalidades que compondrán en pie de igualdad el Estado federal que preconizamos… La Constitución garantizará el derecho de autodeterminación”, manteniendo que “el análisis histórico nos dice que en la actual coyuntura la lucha por la liberación de las nacionalidades… no es opuesta, sino complementaria con el internacionalismo de la clase trabajadora”). Fue durante la Transición que las izquierdas españolas abandonaron este compromiso, aceptando la condición impuesta por la Monarquía y por el Ejército, convirtiéndose en las grandes valedoras de aquella Constitución.

Los cambios en Catalunya (y en España)

El nacionalismo españolista es profundamente excluyente y define como antiespañoles a aquellos que tienen otra visión de España. Su rigidez e intolerancia explica el gran incremento de independentistas como rechazo a este nacionalismo españolista. Y este rechazo incluye a amplios sectores de la población catalana que se siente española, y también de izquierdas. Desean separarse del Estado español sin ser independentistas, pues no creen que este Estado español se pueda convertir en un Estado democrático plurinacional, con mayor democracia representativa, enriquecida con formas de democracia directa, con plena diversidad de ideologías en los medios y cuyas políticas públicas tengan mayor sensibilidad social. En realidad, este Estado español tampoco es percibido como representativo por parte de la mayoría de la ciudadanía española, que está de acuerdo con el lema del movimiento 15-M “no nos representan”. Es urgente y necesario que se establezcan alianzas a los dos lados del Ebro para facilitar el rechazo a este Estado.

El problema que se presenta en Catalunya no es si se permitirá o no la consulta. Este no es el problema mayor, por extraño que ello parezca. De una manera u otra, si la mayoría de la población en Catalunya lo desea, la consulta se realizará, ya sea legal o ilegalmente. El problema es la Transición hacia la otra Catalunya deseada por la mayoría de la población, sea esta independiente o no. Lo que está claro es que la mayoría de la población catalana quiere otra Catalunya. Pero cómo llegar a ella es un punto esencial. En España ya existe el ejemplo de que las fuerzas políticas que dominaron la Transición, dominaron también el producto resultado de esta Transición. Pues lo mismo podría ocurrir en Catalunya. El rechazo al Estado español, que es distinto al rechazo a España (un sentimiento este muy minoritario en Catalunya) no es suficiente para garantizar una Catalunya más justa, más solidaria y más democrática. Y ahí está el auténtico reto. Fuerzas conservadoras y neoliberales que, aliadas con sus homólogas en el Estado español, han aprobado las reformas que han acentuado el deterioro tan notable de la Catalunya social, continúan teniendo gran influencia política y mediática en Catalunya, controlando los medios públicos de la Generalitat, instrumentalizándolos abusivamente. Mucho se ha hablado de esta instrumentalización por parte de las fuerzas independentistas. Pero el abuso ha sido igual de intenso en la promoción del neoliberalismo. El programa “Lliçons d’Economia” de TV3 promueve las teorías del economista ultraliberal de la casa (que predeciblemente es independentista), que quiere desmantelar el Estado del Bienestar y privatizar los servicios públicos y las pensiones en Catalunya, medidas que dañarían enormemente a las clases populares de Catalunya. Mientras, las izquierdas son sistemáticamente excluidas de estos medios. Últimamente están apareciendo movimientos político-sociales –como el Procés Constituent– que se están expandiendo por toda Catalunya y que están movilizando a la población para presentar otra alternativa, estimulando que los partidos de izquierdas hagan un frente común, alternativo, exigiendo una Catalunya popular.

Esta agitación en Catalunya es paralela a la gran agitación social contra el Estado español, un Estado que se ve instrumentalizado por los poderes financieros y económicos, que utilizan Europa para conseguir sus objetivos. De ahí el enorme valor de los movimientos iniciados por el 15-M, que cuestionan la sabiduría convencional que nos ha llevado a una situación claramente desfavorable para las clases populares. Ello explica el enorme descrédito del Estado y su pérdida de legitimidad. Este establishment se aferra a la Constitución (tal como vimos hacer a Felipe González en Salvados) como el instrumento legal que le permite salvaguardar sus intereses, confundiendo ley con legitimidad. Las clases populares están indignadas y no perciben a las instituciones políticas como sensibles a sus demandas y reivindicaciones. De ahí la gran urgencia e importancia de movimientos político-sociales que presionen para forzar una segunda Transición, que permita el paso de una democracia sumamente limitada, a una democracia auténticamente participativa y representativa que hoy no existe en España.