La actual crisis económica ha disparado las cifras de desempleo en Europa, convirtiendo el paro en el principal problema económico y social del momento: en España hemos pasado de 1,8 a 6,1 millones de desempleados entre 2007 y 2013, mientras que en la UE se ha pasado de 16,8 a 26,7 millones durante estos años. La reducción del desempleo debiera ser por tanto el referente que guíe el conjunto de la política económica.
El gobierno español, al igual que las instituciones de Bruselas, defienden su política de recortes del gasto público y de reducción de los salarios como la condición necesaria para que nuestras economías capten financiación externa, ganen competitividad y se produzca con ello la recuperación del crecimiento económico. Se fía la salida de la crisis por tanto al supuesto papel estabilizador que el “saneamiento” del sector público tendrá sobre la inversión privada, así como al motor de las exportaciones.
Sin embargo, comprobamos cómo esta política resulta un autentico fracaso en términos de creación de empleo y de recuperación económica. Los recortes del gasto público no están propiciando una reducción paralela del déficit de las administraciones, ni una recuperación de la inversión privada, en la medida en que los gobiernos han ignorado el papel del multiplicador fiscal: la reducción de las partidas del presupuesto impacta negativamente –y en mayor medida de lo esperado– en la actividad económica, lo que se traduce no sólo en un menor crecimiento económico sino también en una intensa caída de la recaudación y en nuevos gastos (desempleo, ayudas sociales, etc.). En este contexto, la inversión privada se reduce y, con ello, retroalimenta la propia contracción de la demanda agregada.
Por otro lado, los recortes salariales en las empresas no se han traducido en una mejora de las exportaciones capaz de compensar el efecto recesivo que dichos recortes tienen sobre el consumo privado. Es más, cuando estas políticas de “devaluación interna” se aplican de forma simultánea por el conjunto de los socios de la UE, como es el caso, los efectos depresivos se amplifican, en la medida en que el crecimiento de las exportaciones se ve limitado por la política de los vecinos.
Ante este fracaso resulta imprescindible propiciar un giro radical en la política económica. No obstante, una nueva política económica que tome la creación de empleo como referente fundamental debe tener en cuenta que la crisis que vivimos es sistémica y que, además de los aspectos económicos, otras dos cuestiones deben ser consideradas: la dramática situación ecológica que atravesamos y la crisis del actual modelo reproductivo. Necesitamos crear empleo urgentemente y necesitamos hacerlo sin que ello entrañe un incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero –que amenazan con hacer inviable la vida en el planeta como consecuencia del calentamiento global–. Y, además, necesitamos también que –desde una perspectiva de género– la nueva política de empleo camine en la dirección de propiciar un reparto efectivo del trabajo familiar.
Señalamos tres posibles pilares en torno a los que hacer pivotar esta nueva política económica: una nueva política fiscal, una nueva política laboral y de rentas y, por último, una nueva estrategia respecto al problema del sobreendeudamiento.
En primer lugar, y tal y como reza el conocido proverbio, para salir del hoyo lo primero es dejar de cavar. Es imprescindible poner fin a la estrategia de austeridad sine die de Bruselas. Los recortes del gasto público deben dar paso a una política de intensa expansión del presupuesto dedicado a servicios públicos. No sólo para reconstruir un “escudo social” que blinde las principales necesidades de la mayoría de la población frente a los efectos de la crisis, sino también porque en un contexto de recesión de balances como el actual, en el que buena parte de los actores privados permanecen constreñidos por el peso de la deuda y por tanto sin capacidad para invertir o consumir, el sector público es el único que puede actuar como motor económico.
La expansión del gasto público debiera centrarse en determinados ámbitos que faciliten la recuperación del empleo y el crecimiento de la renta de los hogares, sin ocasionar con ello un incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Resultarían así prioritarios los servicios de atención a la dependencia, la sanidad, la educación o la rehabilitación inmobiliaria, todos ellos intensivos en fuerza de trabajo y de limitado consumo energético. Es más, el propio sector público debiera ser quien impulsase la transición energética necesaria para avanzar hacia una economía sostenible, asegurando tanto las inversiones necesarias para ello como la correspondiente “transición justa” para los trabajadores de los sectores más contaminantes. Además, la financiación de tales políticas debiera producirse fundamentalmente con cargo a una intensa reforma fiscal –que grave más a quien más tiene y que persiga el elevado fraude fiscal de las rentas más elevadas– coordinada a nivel europeo.
El segundo pilar de una política económica verdaderamente encaminada a crear empleo debiera pasar por una reducción generalizada de la jornada laboral, para hacer frente al desafío del desempleo sin comprometer con ello la sostenibilidad del planeta. Así, el reparto del empleo ya no haría necesaria la consecución de elevados ritmos de crecimiento y consumo material para ocupar a la población desempleada. Valga como ejemplo, a pesar de todas las limitaciones que el proyecto presentó, el caso francés: la reducción de la jornada laboral a 35 horas legislada por el gobierno de Jospin supuso la creación de más de un millón de empleos netos durante el bienio 2000-2001 en Francia.
Es más, una política de reparto del empleo, al reducir la jornada laboral diaria, sería la base para el avance en el reparto del trabajo doméstico. Un avance efectivo en la igualdad de género exigiría no obstante inversiones públicas adicionales, posibles en un contexto de nueva fiscalidad como el señalado: permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles, así como la universalización de la educación infantil desde los cero años.
En paralelo a la reducción de la jornada laboral, una nueva política de rentas debiera impulsarse. Esta política de rentas tiene que partir del hecho de que en las décadas anteriores hemos asistido a un deterioro del peso de los salarios en el PIB que es necesario contrarrestar, si no queremos que crecientes volúmenes de liquidez alimenten continuamente burbujas inmobiliarias, bursátiles y financieras. Para ello deberían articularse incrementos en los salarios reales superiores al crecimiento de la productividad. Resulta por tanto necesario derogar las últimas reformas laborales, que han quebrado la capacidad de negociación sindical. De hecho, el crecimiento salarial debe coordinarse a nivel europeo, facilitándose incrementos más intensos en las economías del centro para contribuir así a limitar los desequilibrios de balanza de pagos e impulsar la recuperación de la periferia. Esta estrategia de “recuperación liderada por los salarios” vendría a reforzar la política expansiva del gasto público anteriormente mencionada.
Por último, el tercer pilar de la política económica que aquí proponemos pasa por retirar la losa económica que pesa en este momento sobre buena parte de los hogares, acometiendo quitas de las deudas privadas mediante una reducción significativa en el valor facial de las hipotecas. Políticas similares se pusieron en marcha en EE.UU. durante la década de 1930, o en Islandia en el contexto de la crisis actual, y en ambos casos las quitas colaboraron a una recuperación progresiva de la renta disponible de los hogares y, con ello, a la dinamización de la actividad económica.
El saneamiento de las entidades bancarias que una medida de estas características podría conllevar debiera hacerse con cargo a gerentes, accionistas y acreedores, y no con cargo al erario como ha sucedido hasta la fecha en nuestra economía. En cualquier caso, las ayudas públicas que pudiesen hacer falta tras este saneamiento deberían acompañarse de la correspondiente toma de control accionarial de las instituciones financieras por parte del Estado.
El cambio de orientación en la política económica aquí defendido –necesario para que la salida de la crisis se pueda producir en beneficio de la mayoría social– tiene una virtud de la que carece la estrategia actual de Bruselas: mientras que esta última presenta un carácter competitivo que devalúa su implementación, la que nosotros proponemos es de naturaleza netamente cooperativa, de forma que cuantos más países la implementen tanto mejor funcionará. Así, mientras que las “devaluaciones internas” impulsadas por la Troika al aplicarse simultáneamente en varios países refuerzan los efectos depresivos a escala continental, una recuperación liderada por los salarios resultaría tanto más beneficiosa para Europa cuantos más países la llevasen a cabo.
A pesar de ello, hoy por hoy es precisamente en el ámbito supranacional donde una estrategia alternativa como la que aquí se propone encuentra su mayor dificultad: el marco institucional del euro y el diseño de la Unión Económica y Monetaria asfixian la posibilidad de implementar una política económica alternativa. Por ello, para aplicar estas medidas es precisa una refundación integral del proyecto europeo que democratice sus instituciones, restituya la soberanía política y garantice la solidaridad interterritorial. De lo contrario, aquellos gobiernos que, en caso de producirse vuelcos electorales, quieran apostar por aplicar reformas que garanticen verdaderamente el progreso social, el empleo y la defensa de los derechos adquiridos, puede que se vean abocados –para bien o para mal– a la ruptura con la UE y a la salida del euro.
POR QUÉ ESPAÑA NO SALDRÁ DEL DESEMPLEO MASIVO
03/01/2014
Carlos Javier Bugallo Salomón
Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.
Adjunto os remito un pequeño documento donde respondo a las últimas noticas sobre el desempleo en España.
Un saludo.
LA SOCIEDAD DE LOS TRES TERCIOS ¿YA NOS HEMOS OLVIDADO?
03/01/2014
Juanma Villatoro
Abogado - Mediador
De todas las trampas del capitalismo, la más perniciosa e ignominiosa es la que nos impone a la conciencia moral individual y a la colectiva, el deber de ganarse el sustento presente con el esfuerzo y el futuro con la privación y el sacrificio.
Recuperando al mencionado Michal Kalecki, éste decía: <>.
El mantra del «sudor, el esfuerzo, el sacrificio..» sólo es ética para los otros; el capitalismo financiero ha sabido como hacer crecer la riqueza de lo inexistente, de lo falaz; el valor de la especulación representa hoy casi nueve veces el valor de lo real, el 90% de la riqueza mundial es financiera, sólo obra en los registros contables de lo ficticio. La economía real ya ni siquiera constituye el basamento material del souffle especulativo global, se ha convertido en una realidad residual de transacciones materiales dentro la Economía Mundial.
El crecimiento de la población, el crecimiento de la tecnología dio origen en la segunda mitad del siglo pasado a la Revolución Postindustrial en la que se gestó una sociedad de la Producción Infinita, las condiciones de vida, la sanidad y la salubridad, el ingenio y la medicina, hacían vislumbrar la SOCIEDAD DE LOS TRES TERCIOS: uno de productores, otro de ociosos y otro en el disfrute de un retiro subvencionado; no sólo no era preciso contar con toda la fuerza productiva sino que no era ni siquiera una aspiración. Ni siquiera era preciso el reparto equitativo, la riqueza rebozaría de cuenco glogal y alcanzaría a todos los seres humanos en menor o mayor medida, sobre todo en nuestro Occidente.
Ello era lo esperable como resultado de nuestro crecimiento humano: tecnológico, científico, económico y cultural. Pero, en esto que llegó LA REBELIÓN DE LA ÉLITES, el diseño inteligente hacia la demolición de lo público, el latrocinio de los puestos de mando de la economía, la globalización: la confusión entre lo real y lo ficticio, la importancia de la imagen y de lo imaginario, del valor fraudulento de mercado, del valor fiduciario de la moneda, la destrucción de los patrones tangibles, el dominio de lo intangible, el poder de la volatilidad, el apalancamiento, la capacidad de endeudarse frente al valor de los activos, la eclosión de los pasivos, el reino de la apariencia, el imperio de lo artificioso, los dominios de lo superficial, LA MENTIRA.
Todos lo compramos y ahora nadie lo puede vender.
La concentración del poder y de la riqueza es de proporciones universales, y sin embargo caminamos con la cabeza baja.
EL TRABAJO asalariado NO DIGNIFICA, LA DIGNIDAD ES NUESTRA ESENCIA HUMANA CONCRETADA EN LA LIBERTAD, EN NUESTRA CAPACIDAD CREADORA Y MODIFICADORA DEL MUNDO. La falacia capitalista de identificar Trabajo con la mera prestación asalariada es un acto supremo de fascismo, de sometimiento humano por la élite, de simplificación anti-natura que nos deshumaniza.
Ni es posible ni es deseable
02/01/2014
Ivan Rodriguez
Geólogo ambiental
No podemos arreglar el paro, por varias razones. La primera es que el planeta no podría soportar la extracción de recursos y el consumo energético que supondrían 3.500 millones de seres humanos trabajando a jornada completa con la enorme capacidad tecnológica actualmente disponible.
Tampoco es necesario: hace cincuenta años un 25% de la población producía en nuestro país los alimentos que hoy produce el 3%. ¿Alguien propone que vuelva toda esa población al campo con tractores y riego por goteo a producir diez veces los alimentos que necesitamos? ¿Sería razonable promover que comiéramos diez veces los alimentos que precisamos para que esos trabajadores no perdieran su trabajo?
Reconozcámoslo: los avances tecnológicos hacen innecesaria la fuerza laboral que antes se precisaba. La solución al paro no puede ser consumir más y más para crear demanda de productos y que la gente pueda trabajar en su fabricación. Tampoco el planeta puede soportar indefinidamente esta presión creciente.¿No resulta más razonable consumir lo preciso, repartiendo el trabajo que haga falta para generarlo? Claro que sí, eso es fácil de entender, pero ¿cómo se hace?
Recomiendo hojear el informe «21 horas» de la New Economic Foundation, que versa precisamente por el reparto del empleo: 21 horas a la semana es la cifra que resulta de dividir las horas trabajadas entre las personas en edad de trabajar (en el Reino Unido, pero aquí es más o menos igual)
Mientras pensamos el cómo repartir el empleo disponible, una vez alcanzada la mayoría social necesaria a favor de ello, podemos tomar un atajo: en realidad no existe el hoyo del paro, sino el de la pobreza y la precariedad. La necesidad del trabajo remunerado no es tal, como demuestran los millones de pensionistas existentes en nuestro país, los agraciados con la lotería o quienes viven de las rentas de sus ancestros.
Lo que las personas necesitan es simplemente que se cumplan los derechos humanos, que en su artículo 25 establecen el derecho a vivienda, alimentación y un nivel de vida digno. El nivel de la dignidad no lo pondremos donde los políticos lo sitúan para sí, sino sólo donde lo sitúan los acuerdos internacionales suscritos por nuestro país hace décadas: en el 60% de la renta media, unos 800€ mensuales.
Una vez garantizados esos ingresos a través de una renta básica universal (de las iguales), sufragada por una fiscalidad justa y eficiente (los números ya están hechos), podemos relajarnos con respecto al desempleo, ya que al menos éste no dará lugar a pobreza en nuestro país.
En todo caso, para quien le preocupe ese extremo, apuesto a que muchas personas trabajarán -aunque sea sin cobrar- en tareas de voluntariado (social, ambiental, comunitario), muchas familias con ambos miembros «activos» reducirán su estrés y su jornada laboral para dedicar más tiempo a cuidarse, y muchos artistas, políticos y profesionales liberales se lanzarán a la arena de su vocación confiados en la red que esa renta supondrá si fracasan.
¿POR QUÉ EL EURO?
05/12/2013
Carlos Javier Bugallo Salomón
Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.
En mi anterior intervención sobre ‘El Euro y el empleo’ mostré cómo la salida de la Unión Monetaria Europea (UME) era una condición necesaria –pero no suficiente- para emprender una política de pleno empleo en nuestro país.
Si esto es así, parece que queda flotando en el aire la siguiente pregunta: ¿Por qué se inició la construcción de la UME si se sabía –qué duda cabe- de los riesgos que ello implicaba? Para responderla, he creído oportuno añadir al debate el siguiente documento que adjunto, donde se exponen las fuerzas económicas y políticas que dieron origen a la aparición del Euro. Y al mismo tiempo, explico en qué consiste el sistema monetario internacional y cómo encaja en él la UME.
Cambios desde la modestia (y en pocas palabras, demasiado pocas)
01/12/2013
Romulo
Perito en lunas
La ponencia nos plantea los problemas clásicos de los pactos para controlar una parte del poder, y tres sugerencias de uso de ese pacto. Me gustaría hacer una pregunta, ¿pactar con la socialdemocracia ha dado poder a la izquierda alguna vez? Más concreto, ¿el pacto con la socialdemocracia daría poder a la izquierda esta vez?
La respuesta a ambas preguntas es no. No en el marco del Estado-nación, en el entorno económico globalizado y en un contexto de crisis capitalista. Crisis real, aparte de las ingenierías que se hacen para que sus efectos recaigan sobre los de casi siempre.
La ponencia está proponiendo una nueva política fiscal, una paralela política laboral y una estrategia sobre la deuda. A aplicar desde el Estado, con unos socios cuya política nunca ha ido por esos derroteros, y que se han vanagloriado de ello y han sido vanguardia de la liberalización y la desregulación, por no nombrar las NATOS y otras políticas de la II Internacional.
Pero es que sin políticas que impliquen a nuestro bloque económico al completo, el mayor mercado del mundo, no sería necesario ni que nos hiciera la competencia China o Bangladesh. Nos la iba a hacer Portugal, y otra nueva planta robotizada en Turín. ¿Pactar con el PSOE , o con el PSM, o con el PSC-L ? ¿Qué peso tiene el estado Español o el de la Comunidad de Madrid o la de Castilla y León para poner en marcha esas políticas, es suficiente contra el dumpin que nos pueda hacer Extremadura, Portugal o los socios preferentes de la UE? ¿Se podrían mantener esas políticas durante cuatro años, mientras el capital se refugia además donde le da la gana? ¿Para que además el costo político de la crisis se cargue a la izquierda que trate de hacer en el Estado lo que la propia naturaleza del Estado de Beneficencia no puede hacer?
Ya Habermas denunció en 1970 que la esfera económica había desviado al Estado su propio déficit de legitimidad, mientras el Estado es incapaz de cubrir las demandas que se le hacen porque el valor económico de esas demandas se va a los (Santos) Beneficios. Confiar en que desde el Estado Bienhechor se pueda sin más influir, desde poderes locales, sin realizar cambios a fondo en la manera de plantear la relación entre Economía y Estado, es más utópico que las fantasías del conde de Saint-Simon y de Robert Owen, de los que aún nos queda mucho que aprender.
Creo que estamos planteando erróneamente las tareas, porque lo que estamos pensando hacer desde el Estado sigue dejando que la economía y sus mecanismos sigan en manos del Capital. Renunciamos demasiado fácilmente a intervenir como agentes económicos y a apoyar desde el poder esas políticas, de modo que toda la actividad política transformadora sea homogénea, orgánica, que se vea claramente qué buscamos del Estado liberal, que no parezca lo que no debe ser.
Y volviendo a Owen tanto como a Marx, debemos cambiar tanto o más al margen del Estado. El ilustre leninista Arizmendiarrieta demostró que se puede mucho más de lo que creemos.
Hay que salir del paro pero también de la precariedad
29/11/2013
Adoración Guamán
Profesora de Derecho del Trabajo
Recuperando a Polanyi, es posible afirmar que durante los últimos treinta años, las relaciones de trabajo han sufrido, en el ámbito de los países donde se desarrolló el constitucionalismo social, una Gran Transformación. Los dos pilares de ésta serían el desempleo masivo, tema del que trata el texto inicial de esta conversación, y la precarización de las relaciones de trabajo. Si la lucha contra el desempleo ha sido el argumento (al menos en el papel) de las actuaciones normativas sobre el mercado de trabajo realizadas en las últimas décadas, con mayor o menor acierto, la cuestión de la precariedad ha recibido un tratamiento menos lineal. En efecto, la precarización de las relaciones de trabajo no ha sido comúnmente aceptada como un problema a solucionar sino, en abundantes ocasiones, incluso como una vía para solventar la extensión del desempleo.
No obstante, hemos llegado a un punto en el que no podemos disociar una cosa de la otra y por tanto no podemos tampoco distinguir la estrategia económica de la normativa en el ámbito laboral. No bastaría pues con una propuesta de norma que redujera la jornada, propuesta que compartimos absolutamente, ni con una reforma tendente a la corresponsabilidad para evitar la discriminación laboral, cosa más que necesaria, sino que es fundamental volver a utilizar la norma laboral como vía para evitar la competencia empresarial fundamentada en la rebaja de los costes laborales.
El derecho del trabajo no puede seguir utilizándose para extender la precariedad, en otras palabras, debe frenarse la dinámica de trasladar los riesgos y las responsabilidades a los trabajadores como vía para aumentar los beneficios empresariales. El trabajo precario, realizado tanto en la economía formal como en la informal, se caracteriza por las variables de incertidumbre e inseguridad en distintos grados y planos todos ellos interrelacionados: duración del trabajo, indeterminación del empresario, regularidad o irregularidad de la prestación laboral; insuficiencia de ingresos y de protección social e incluso dificultades para la afiliación a un sindicato y para el acceso al derecho de negociación colectiva. Todas estas situaciones que tienen como efecto la incertidumbre de las y los trabajadores acerca del acceso a los recursos que le permiten una vida digna, están extendiéndose (repetimos, por vía normativa y planificada) al conjunto de los trabajadores como «antídoto» afirmado contra el desempleo.
La posibilidad de recuperar el empleo en un mercado de trabajo de precarios es un futuro que se presenta cada vez más cercano, por ello es necesario articular propuestas que planteen modos de regulación de las relaciones de trabajo alternativas a las existentes, que puedan, al menos, poner freno a la precarización desbocada.
Algunas las propusimos aquí: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=173735
O la Democracia o la Esclavitud
29/11/2013
Juan de los Palotes
Mozo de recogida de basura
Hoy desayuné con el titular de un artículo, publicado en nuestro Público, que hizo que se me enfriara el café, porque me dediqué a él y me olvidé de todo. El titulo dice «Políticas alternativas para el retorno del pleno empleo en España». Sospecho que hoy se enfriaron muchos cafés, de los 6.000.000, pongamos que 1.000.000, tenían para un café caliente hoy, y para ojear Público, que se prendieron al título como a la vida, y a medida que leían, se les enfriaba además del café, la moral.
Quiero expresar mi más profundo desacuerdo político, con el planteo y sus conclusiones. Pretender solucionar el problema del empleo con una fórmula, desde un laboratorio, (reconozco y respeto su profesión), implica desconocer(y hasta faltarles el respeto) que estamos hablando de personas, en este caso 6.000.000 paradas y unos 10.000.000 precarizados que vivimos de nuestro trabajo en España y seguiremos haciéndolo, cada vez PEOR; según Rajoy, el Régimen Capitalista y la ausencia de alternativas políticas que pongan al hombre como protagonista. O MEJOR, si entendemos que debemos ayudar a «Implosionar de forma controlada el Capitalismo», reconociendo que no hay fórmulas mágicas, y por lo tanto, asumiendo la Democracia como dinámica, nos invitamos a distribuir la riqueza que creamos todos, mediante una Renta Básica Universal, que !nada más lejos que un subsidio!, nos ponga a todos en un mismo punto de partida, para mejorando nuestras condiciones de vida, mejorar las de nuestros vecinos
El pasado es nuestro mayor problema
27/11/2013
Rafael Timoteo
Gestor Cultural
España es un Estado parcialmente fallido. Nos hemos acostumbrado, a lo largo de las décadas y siglos, a que las clases sociales y los poderes fácticos son normales, casi les hemos dado carta de naturaleza en nuestro carácter como Ciudadanía. Aquí se discute mucho lo Público pero se tragan sapos y culebras por miedo a lo «Privado». Aquí se critica y grita mucho pero se reclama poco y, desgraciadamente, bastante mal. A la postre somos un pueblo realmente dócil de tanta leña como nos han dado.
Nos hemos acostumbrado a que nuestro mercado laboral sea escaso, ralo en cuanto a su diversidad, dependiente de cualquier ventolera que pase por encima de nuestras cabezas y más quebradizo que un yunque de yeso.
Nos hemos acostumbrado a que en los períodos de bonanzas haya dos millones de parados y que eso es normal, que es un «paro estructural».
Hemos hecho nuestras reformas económicas bombardeadas desde dentro. La reforma agraria nunca prosperó. Las desamortizaciones sólo sirvieron para enriquecer aún más a las grandes fortunas porque los nuevos propietarios no tenían forma de hacer sólida su inversión ni recursos para subsistir, por tanto al final acababan agotados, sin recursos y endeudados. Consecuencia: mayor acumulación de riqueza para unos y más desigualdad para todo el resto.
La pasada «década de oro» (como algunos la llaman) hincó sus pies sobre dos formas especulativas de producción. Por un lado el ladrillo con su peor lacra.- la especulación urbanística. Por otro en el turismo que no deja de ser un sector especulativo en tanto funciona en torno al bienestar de los demás Estados y sus Ciudadanos. El turismo en realidad especula sobre la base de si podrán o no viajar esos ciudadanos al margen de que fue una herramienta más en la lacra del «ladrillazo» que vivimos hasta hace pocos años. Sumémosle que nuestro sistema educativo está en permanente deconstrucción para tener la bomba de relojería que caracteriza nuestro Mercado Laboral.
Tenemos miles de buenos empresarios pero a la par tenemos a miles de lobos disfrazados de empresarios. Son esos que ven en sus trabajadores una carga y no una herramienta laboral. Que ven en el trabajo de los demás problemas y no valores añadidos a su producción. Nuestro sistema de protección laboral es más buenista que bueno. Por ejemplo, pretendemos tener servicios de vigilancia e inspección laboral pero, aún existiendo, están poco dotados técnica y humanamente. Súmenle nuestra sempiterna lentitud de la justicia y tendrán las consecuencias que cada día observamos (tasas aparte).- explotación laboral por doquier sin remisión.
Seguramente saldremos de esta crisis pero rascados de los bolsillos, sin expectativas más allá del plato de sopa casi boba y sin verdaderos eslabones sólidos en la cadena productiva y económica del país. Seremos casi nada en I+D+i y continuaremos siendo tratados como los morenitos improductivos pero graciosos del Sur.
Y eso sin hablar de economía sumergida a la que mal entendemos como supervivencia.
Tecnología, reparto del empleo y estancamiento sostenible
26/11/2013
JJREGATOS
Trabajador Social. Secretario General del Sector de Administración Local de CCOO en Madrid
La ponencia inicial de Nacho Álvarez, plantea tres medidas o líneas de actuación que comparto, pero me gustaría aportar algunas ideas sueltas que nos permitieran actuaciones previas a los dos escenarios finales que describe: el cambio radical de toda la política europea o la salida de la Unión Europea.
A pesar nos lo oculten, el descenso del tiempo de trabajo y el aumento de la productividad es una constante que se da desde hace más de cien años. Simplificando mucho, es debido a dos aspectos fundamentales: uno la mejora de los métodos de organización del trabajo y por otro lado el avance tecnológico.
Pues bien, está claro que la mejora de la productividad solo ha repercutido en beneficio del capital, no en los de los salarios y volumen de empleo. Es urgente adoptar medidas que limiten este desequilibrio con límites legales que obliguen al mantenimiento o aumento del empleo y salarios en empresas que mejoran su productividad.
Respecto a la tecnología, hemos vivido en los últimos 20 años un retroceso importante entre la utilización de la tecnología y la mejora real en la organización y eficiencia del trabajo. Nos han invadido los tecnócratas en la esfera pública y privada, donde las aplicaciones informáticas se han extendido de forma exponencial en el campo del control de datos, yo lo llamo “alimentar a la bestia”. Gastando ingentes horas de trabajo para registrar datos de todo el proceso productivo, cuya utilidad queda relegada a unos supuestos controles y posteriores. Muchísimos avances se aplican con gran eficacia y éxito, pero creo que actuamos empresarialmente como “nuevos ricos”.
Medidas encaminadas a facilitar la inversión en nuevas tecnologías vinculadas a la mejora de la productividad, con dos condiciones sin destrucción de empleo ni bajada de salarios. Mejoraríamos nuestra capacidad de estar en el mercado, sin sacrificar el empleo. Para ello debemos legislar sobre los parámetros y precio para conceder crédito a las empresas, incluyendo la relación mejora tecnológica y menos horas de mano de obra sin merma de empleo y salarios.
Mucha gente ya habla del decrecimiento sostenible, yo prefiero habrar de estancamiento sostenible. El pleno empleo no lo podemos supeditar al crecimiento económico que devora el planeta, nuestros recursos y trunca la solidaridad intergeneracional. Por ello, los Presupuestos Generales del Estado no deben hacerse en función del crecimiento del PIB previsto, sino en función de los nuevos objetivos de distribución de los gastos y de los ingresos.
Queda el tema de la financiación y la deuda, para lo que la ponencia inicial ya ha contestado. Ante la falsa idea de la fuga de capitales. Si el dinero de la City londinense o de Wall Street invertía en la Venezuela de Chaves o en la Libia de Gadafi, porque no van a querer seguir invirtiendo en un país moderno, con estado de derecho consolidado, europeo, con democracia representativa formal y con una tasa impositiva para las empresas y capital mas baja de la UE.
El paro ha vuelto para quedarse.
24/11/2013
Axland
Diseñador gráfico
En primer lugar me gustaría apuntar que la vertiente ecológica de cualquier estudio económico debería ser norma, totalmente desvinculada de sesgos ideológicos. El coste medioambiental debería cuantificarse sin excepción ya que no resulta lógico ignorarlo en un contexto de problemas crecientes para la población y su sustento, que es el planeta.
Dicho esto me gustaría retomar el término ludismo, referido a la resistencia a la progresiva desvinculación entre productividad y fuerza de trabajo. Niño Becerra apuntaba que la productividad en los muelles de Londres ha aumentado un 2.000% en cien años, lo que da una idea del profundo impacto que la tecnología está repercutiendo en la sociedad y muy especialmente en el mundo laboral.
Mi impresión es que resulta del todo inútil pretender alcanzar niveles de empleo y remuneraciones decentes con las reglas actuales. No se trata tan solo del dumping laboral de naciones menos desarrolladas, todo el circuito económico se está refinando, eliminando los puestos superfluos o poco rentables. Visto así no me cabe duda de que el pleno empleo no solamente no se alcanzará, si no que las condiciones de vida para las personas con rentas bajas tenderán, en general, a empeorar.
Lógicamente no se puede evitar comparar la situación actual con el periodo «dorado» de 1945-1970. Pero me parece que hay que enfocar la cuestión desde otros ángulos. Para empezar, mi primera pregunta sería si es posible plantear cambios a nivel local, nacional, o si bien va a ser necesario plantearse esos cambios a nivel global. En todo caso aparentemente no hay solución al paro y el estado deberá considerar si subsidia permanentemente a sus ciudadanos, lo que Attac y otros han llamado renta básica de subsitencia, o se desentiende por completo. Cuando digo subsidio permanente me refiero a personas concretas, es decir, me parece que medidas como estas no se podrían prolongar indefinidamente en el tiempo sin llevar pareja una política demográfica atrevida. El decrecimiento que algunos proponen no ha de venir por la reducción de la actividad, cosa que me parece poco realista, si no por el número de habitantes.
En fin, sé que he enumerado de manera muy somera aspectos que merecen ser tratado aparte, pero creo que es importante presentarlos por que están íntimamente ligados.
Trabajar por una «Implosión controlada del Capitalismo».
22/11/2013
Juan de los Palotes
Mozo de recogida de basura
Al no estar planteado en la ponencia, debemos inferir que la pregunta refiere a la posibilidad de procurar un puesto de trabajo para todos en este Sistema. Mi respuesta es Sí, es posible sí y vamos hacia ello, claro que en condiciones de esclavitud.
Cuando digo en este Sistema, no me refiero solo a la política del gobierno de España, sino al modelo imperante en Europa, América y el resto del llamado mundo Capitalista, Occidental y Cristiano (la parte que queda afuera, ya están en ello, son esclavos y nos están esperando).
Y, acepte el ponente mi mayor consideración y respeto, pero las 3 patas que propuso para el diseño de una política de creación de empleo, amén de no figurar (ni remotamente), en la agenda del gobierno español (ppsoe), no afectan en lo más mínimo el devenir inexorable de retroceso a condiciones de trabajo pre-capitalistas.
Hasta que «Implosione el Sistema», y después, la dinámica debe ser Democratizar la Economía, toda. Y entre otros item, en el empleo, democratizar más. Desde un punto de vista macro, reconocer el valor del Consumo, como motor de la economía y derogar de un plumazo el IVA, ello solo cuesta una readecuación impositiva y modificaría al alza inmediatamente la creación de empleo genuino.
Saliendo brevemente del problema del empleo, España necesita urgentemente, por una cuestión de salud mental, política y económica, DESPRIVATIZAR, sectores estratégicos de la Economía, para corregir, asuntos de monopolios privados y corrupción generalizada. También por ahí, (Diputaciones y ayuntamientos) por la vía de la Desprivatización, eliminando actores prescindibles, empresarios que solo están para recoger plusvalías generadas por el trabajo (y cuanta más mejor).
Esto debe ir acompañado de medidas políticas que devuelvan al trabajador la propiedad de su puesto, eliminando las Empresas de Trabajo Temporal así como dificultando a base de penalizaciones la contratación a tiempo parcial, para restituir la estabilidad real del trabajador en su puesto.
NO ES POSIBLE
21/11/2013
josegomez
Político y activista
NO ES POSIBLE.
No es posible, como históricamente está demostrado que el sistema de producción capitalista tenga en sus ideario el pleno empleo, es más, todo lo contrario. Si partimos de esta premisa, las preguntas obvias serían ¿es el socialismo la alternativa?a la cual habría que añadir ¿es plausible un sistema
socialista de producción en este mundo globalizado?y sobre todo, ¿como se
implementaría?.
Para llevarlo acabo, está claro, habría que conseguir el poder, evidentemente
por medios democráticos (ganando las elecciones) y para lo cual tenemos que generar una alternativa creíble y factible. La ciudadanía está cansada de oír, leer, estudiar, planes económicos por parte de la digamos izquierda alternativa u oposición, sin concreción práctica, es hora de hacer unos presu-
puestos alternativos totalmente desarrollados, que puedan generar la confianza necesaria para un cambio electoral radical y duradero.
Estos presupuestos tendrían una proyección quinquenal para su factible
desarrollo, con un plan de empleo público y privado, basado en:
a) Proyectos de obras pública, por ejemplo, el desarrollo del ferrocarril de transporte de mercancías eje mediterráneo.
b) Construcción naval, tanto civil como militar.
c) Investigación fabricación y desarrollo de una industria motociclista, tenemos una muy buena industria pequeña y auxiliar de base.
A esto habría que añadir un plan agrícola-ganadero que genere, empleo e
investigación y desarrollo de nuevas tecnologías productivas.
Nacionalización de algunas industrias, que por su mala gestión están infra-
valoradas y explotadas, por ejemplo, Pescanova, y la minería del carbón,
está se tendría que reconvertir.
Solo son una muestra de las posibilidades existentes, pero lo que si está claro, es que son las bases generales para poder generar un cambio de ciclo.
Es hora YA de cifras y datos, datos y cifras, solo con escritos y deseos la
ciudadanía no nos creerá, y tienen razón, hay hacer unos PRESUPUESTOS
ALTENATIVOS, saludos.
EL EURO Y EL EMPLEO
21/11/2013
Carlos Javier Bugallo Salomón
Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.
La tesis principal del documento que adjunto es que existe una incompatibilidad manifiesta entre, por una parte, lo expuesto en el Tratado de Lisboa (2007), donde se afirma que la Unión Europea tiene entre sus objetivos alcanzar una situación de ‘pleno empleo’ y de cohesión económica, social y territorial, y, por otra parte, los objetivos económicos de la Unión Monetaria Europea, un exquisito club que se ha impuesto a sí mismo el ambicioso objetivo de desbancar a Estados Unidos como hegemón económico mundial. Creemos que esto era lo que quería dar a entender el Premio Nobel de Economía Franco Modigliani, cuando afirmó que “Europa tenía que elegir entre el honor y el empleo”.
Nos parece evidente que una condición necesaria para lograr el pleno empleo en nuestro país pasa por la salida de la Unión Monetaria Europea. Esta es una condición necesaria pero no suficiente: el pleno empleo requiere, además, que todos los instrumentos de la política económica se pongan a su servicio.
Sin embargo el objetivo del pleno empleo, en el siglo XXI, no puede ser el mismo que se trató de lograr al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Debe ser cualitativamente distinto, recogiendo al menos las siguientes aspiraciones:
1) no ser unilateral, en el sentido de que su logro no se haga a costa de desencadenar desequilibrios monetarios, financieros, comerciales o medioambientales insostenibles a medio y largo plazo; por tanto, la política de pleno empleo debe ser vigilante e imaginativa.
2) No ha de ser autoritaria, es decir impuesta de arriba abajo por los poderes públicos, sino negociada y consensuada con los agentes sociales.
3) No ha de ser un fin en sí mismo, sino un medio de promover el desarrollo personal y la igualdad entre los grupos sociales y los sexos, sea cual el territorio al que pertenezcan.
Errores repetidos
20/11/2013
witelchus69
parado
Muchas las voces que hablando de economia, introducen la palabra ecologia y creo de manera muy acertada.
Las bases economicas actuales se rigen bajo el aspecto de mayor productividad, sin mirar los avances tecnologicos, que hacen que cada día el hombre sea menos necesario en materia laboral.
Los errores del pasado son los mismos y sus mismos agentes los que quieren hacer el cambio para levantar la economia actual, cuando ya esta mas que visto que sus recetas no funcionan ni funcionaran.
Hay recetas SI, varias y abundantes, ejemplos…
Tenemos un crecimiento urbanistico brutal con ciudades, cuyo costo de mantenimiento es exagerado.
Todos conocemos el caso de urbanizaciones vacias, que los gastos municipales tienen que cubrir.
No se puede permitir la construccion sin mas, ya hace bastante tiempo que decia que de seguir asi se alicataria el pais por completo.
Remodelacion total de las ciudades para hacerlas utiles, economicas y comprometidas con el medio ambiente, que tambien es una materia a explotar.
Ver nuestro litoral da verguenza al permitir sin mas esa expeculacion, que hace que nuestras costas hayan perdido todo el valor ecologico, medioambiental y economico, provocando una huida de turistas a entornos mas economicos y sobre todo mas naturales y bellos, ante el destrozo de los nuestros.
Tenemos una economia agricola que solo busca productos que se puedan exportar hundiendo asi la agricultura de muchos pueblos de nuestro pais, y perdiendo calidad en nuestros productos.
Los que venimos de los pueblos tenemos todavia en la boca el sabor de los productos sin tanta quimica ni manipulacion genetica como los actuales.
Tambien es necesaria una reforma fiscal, ya que no es normal que todo el peso de los impuestos recaiga en los mismos, mientras las clases pudientes se fijan en paraisos fiscales para el nulo pago de impuestos mientras vacian nuestras arcas.
Armonizacion de legislaciones europeas en todas las materias laborales etc, asi como la eliminacion de puestos a dedo que cargan de perdidas nuestras haciendas y no permiten utilizar en otros recursos mas necesarios.
Pero lo mas importante es no basar las politicas de empleo en la mayor produccion de bienes, y en su posterior exportacion.
Es urgente el cambio de modelo economico mundial, que solo prima el beneficio, todo no es cuadrar cuentas, el hambre no puede ser cuestion de dinero.
Son tantas las materias que tocar para hacer un cambio de extrategia y conseguir el pleno empleo, que habria que crear mesas de trabajo, con personas que realmente esten comprometidas con un cambio en la mentalidad, y no sucunvieran a las ideas tan caducas del capitalismo neoliberal.
La batalla política por el pleno empleo
20/11/2013
Juan Torres López
Economista
Hace ahora justamente 70 años un economista polaco muy importante, Michal Kalecki, publicó un artículo que me parece que tiene una gran actualidad en nuestro tiempo.
Kalecki partía de reconocer cuando lo escribía que una mayoría considerable de los economistas opinaba que, aun en un sistema capitalista, el pleno empleo puede alcanzarse mediante un programa de gastos del gobierno, siempre que haya un plan suficiente para emplear toda la fuerza de trabajo existente y siempre que puedan obtenerse dotaciones adecuadas de las materias primas extranjeras necesarias a cambio de exportaciones.
Se aceptaba, decía el economista polaco, que si el gobierno realiza inversión pública (por ejemplo, si construye escuelas, hospitales y carreteras) o subsidia el consumo masivo y si además este gasto se financia con préstamos y no con impuestos, la demanda efectiva de bienes y servicios puede aumentarse hasta un punto en que se logre el pleno empleo.
A la objeción (que todavía se sigue planteando) de que eso podría crear inflación, Kalecki respondía con total seguridad: la demanda efectiva creada por el gobierno actúa como cualquier otro aumento de la demanda, por tanto, si hay oferta abundante de mano de obra, planta y materias primas, el aumento de la demanda se satisface con otro de la producción. Lo que significa que si la intervención gubernamental trata de lograr el pleno empleo pero no llega a aumentar la demanda efectiva más allá del nivel del pleno empleo, no hay por qué temer a la inflación.