Las próximas elecciones andaluzas, que podrían ser en junio o en octubre, según le den las encuestas a Juanma Moreno Bonilla, no son unas elecciones autonómicas normales. Estas elecciones son las primeras del nuevo ciclo político lleno de incógnitas y en una situación internacional y nacional inestable. La inflación escala y la crisis energética se acentúa en el contexto de una guerra entre Rusia y Ucrania, que ha supuesto duras sanciones a Rusia, por ser el país agresor. Las consecuencias de esta guerra no van a ser inocuas en el Continente y, salvo que se haga una política social y económica decidida, va a golpear con dureza, especialmente a los más vulnerables.
Andalucía es la frontera sur de la UE, con un vecino conflictivo y por el que pasan desde tuberías con gas provenientes de Argelia (muy necesarias en la actual crisis energética provocada por la guerra de Ucrania y por el conflicto de Argelia y Marruecos) hasta una gran cantidad de mercancías. Es una frontera muy sensible a los cambios que se están produciendo de manera acelerada con el cambio climático, las llegadas de inmigración irregular, o los choques entre Argelia y Marruecos. La UE necesita una frontera Sur calmada, que evite choques innecesarios como los protagonizados por Salvini, cuando fue Ministro de Interior en Italia. Además, el PPE ve con malos ojos la entrada de los amigos de Órban, Putin, Salvini, Le Pen, etc., en el gobierno de Castilla y León, y verían con mucha alarma la entrada de estos en Andalucía. Por tanto, las elecciones tienen una importante dimensión europea.
Las elecciones andaluzas no son unas más debido al peso demográfico de nuestra Comunidad (ocho millones y medio de personas), por la cantidad de diputados que elige (61), además de por el peso simbólico de ser una Comunidad Autónoma que ha sido baluarte de la izquierda, y que vivió con sorpresa la llegada a la Junta de la derecha con la carambola que supuso el récord de abstención en la izquierda y máxima movilización de la derecha en 2018. Si el gobierno de coalición pretende continuar necesita un buen resultado en Andalucía (y como mínimo en Cataluña y/o Valencia). Si Yolanda Díaz quiere que su movimiento tenga futuro necesita de un buen resultado en Andalucía, como ella misma ha reconocido. Si Feijóo quiere ver desbrozado su camino a la Presidencia necesita retener la Junta para su partido. Por lo que podemos afirmar que estas elecciones son “la madre de todas las batallas”.
Si aterrizamos en el terreno nacional, tras la defenestración de Pablo Casado, ha asumido el poder en el PP el dirigente gallego Núñez Feijóo, con la promesa de lograr formar gobierno en un viaje “hacia Ítaca” (el centro político) pero que ha asumido la contradicción de que en Castilla y León la extrema derecha entre en las instituciones de manos del PP, que pone en entredicho “giro centrista”. Este giro queda desmentido ya que le han abierto el espacio a VOX, vuelve a utilizar “fake news” contra el gobierno de coalición, y sigue entrampados en la corrupción, tal y como se ha demostrado con el caso de las facturas del hermano de Ayuso. Si VOX es necesario para la gobernabilidad, en un contexto de hundimiento de CS, no nos cabe la menor duda de que estos entrarán en el gobierno de manos del “moderado” Moreno Bonilla.
Por otro lado, el gobierno de coalición navega en aguas turbulentas, con cierto desgaste, y con una de sus patas (UP) en una crisis existencial, a la espera de que Yolanda Díaz lance su proyecto. A pesar de todo, lo único estable en nuestro país en la actualidad es el Gobierno de coalición de izquierdas y progresista, y más ante la crisis del PP y sus problemas con su relación con VOX y con la corrupción.
Sin embargo, el crecimiento de la inflación, y las consecuencias de la guerra de Ucrania se sienten en Andalucía y proyectan un futuro incierto y generan ansiedad en la población. La recuperación podría descarrilar si no se toman medidas. El “futuro es un país extraño y amenazante”, parafraseando al maestro Fontana. Por consiguiente, existe la necesidad de ofrecer certidumbres, de construir un proyecto sólido, que no pretenda cambiarlo todo en pocos años, y que tenga una proyección de futuro. Si no acometemos la ardua tarea de ofrecer un proyecto transformador y realista no tendremos éxito frente a aquellos que lo único que defienden es volver al pasado.
¿Qué riesgos corremos en estas elecciones? Que la derecha se normalice en la Junta de Andalucía y siga con su labor de colapsar los servicios públicos, mientras favorece a las grandes empresas que se reparten espacios de negocio a costa del Estado del Bienestar. Nos jugamos que la extrema derecha continúe marcando la agenda al Presidente Juanma Moreno Bonilla, que pese a que se ha labrado una “imagen” de moderado, no deja de realizar políticas muy de derechas en nuestra Comunidad. Nos arriesgamos a que la extrema derecha gobierne nuestras instituciones democráticas, y logren cambiar la sociología de nuestra tierra e influyan en las políticas de la Junta, así como que los Fondos Europeos acaben en manos de cuatro empresas amigas del Presidente y de su Partido. Nos jugamos la democracia, nada más y nada menos.
Las políticas de la actual Junta son lesivas para los intereses de la mayoría social y pretenden revivir el modelo de los “pelotazos urbanísticos” de las décadas infaustas de inicios del 2000. Un ejemplo de ello ha sido tratar de amnistiar a los regantes que obtienen agua ilegal del Parque nacional de Doñana, que está en estado crítico por la falta de lluvias, el permitir la construcción de hoteles en parajes naturales, echar a 8000 sanitarios antes de la sexta ola, echar a 2500 docentes además del cierre continuado de aulas públicas, echar a 1000 trabajadores del INFOCA, realizar una reforma fiscal regresiva que beneficia a los que más tienen, etc. Un giro hacia el pasado que no tiene ninguna respuesta a los problemas del presente ni del futuro. Un repliegue hacia recetas fallidas que ya sabemos hacia donde nos llevan: al aumento de la desigualdad, a enriquecer a los que más tienen, a aumentar el cambio climático, aumentar la pobreza, y mantener en la precariedad a miles de andaluces y andaluzas.
El PSOE-A ha escogido a un candidato con poco fuelle en Andalucía para tratar de ganar la Junta. Juan Espadas es un político centrista, del aparato, con poco carisma y sin muchas ideas. Ha dado bandazos intentado realizar una “oposición útil” (no se sabe a qué) y casi acaba metido en la trampa presupuestaria que hábilmente le puso Moreno Bonilla. El PSOE-A está en un estado de apatía y tiene unas perspectivas mediocres. No podemos, salvo sorpresa de última hora, esperar grandes movimientos dentro del PSOE para revertir la situación. Siguen empeñados en querer “pescar” en el voto centrista que votaba a Ciudadanos, y que ahora se ha derechizado. Estrategia que tuvo escaso éxito en las campañas de Madrid y Castilla y León.
Teniendo en cuenta la situación del PSOE-A, nuestro espacio político, la izquierda alternativa, debe de dar un paso al frente. Salir de lugares comunes y avanzar hacia un diseño de candidatura que mire hacia el futuro, y que sea innovadora. No se trata sólo de sumar siglas, que son condición necesaria pero no suficiente, sino de sumar a personas provenientes de la sociedad civil, de los sindicatos de clase, de la Universidad, etc., que hagan más rica la candidatura y permita ampliar el espacio con vistas al futuro. Tenemos que reflexionar con la ciudadanía andaluza de izquierdas y progresista qué modelo de sociedad queremos construir para la próxima década que sea justa socialmente, ecologista, feminista, centrada en el mundo del Trabajo y federalista. Debemos ser “el Partido” del Estado del Bienestar, de la Transición Ecológica y la Justicia Social.
Debemos evitar el repliegue sobre nosotros mismos en momentos de incertidumbre. No podemos caer en buscar un candidato/a del apparátchik, sino a uno/a, que supere y amplíe el espacio político y logre movilizar parte del electorado que ve con perplejidad la situación actual de la izquierda. Las lecciones de Castilla y León son demoledoras, el espacio de la izquierda alternativa, sin un proyecto definido, sin sumar a más gente que la que hay, con falta de implantación territorial, y con liderazgos agotados, tienen un recorrido corto y una curva descendente. Hay que hacer lo contrario a lo que pregona Ignacio de Loyola, “en tiempos de crisis haz mudanza”. La fortuna nos ha dado una nueva oportunidad a la izquierda alternativa con la aparición en escena de Yolanda Díaz, y con su buen hacer en el Ministerio de Trabajo. Si sabemos aprovechar la oportunidad podremos virar el tablero político hacia la izquierda y construir un espacio político que nos permita llegar a la Junta de Andalucía en un gobierno de coalición progresista y de izquierdas, que encare los problemas heredados del pasado, como afrontar los grandes desafíos al que nos enfrentamos en el futuro, como la gestión de los Fondos Europeos o el cambio climático.
Tenemos esta oportunidad. No la desaprovechemos, si no: “la Historia nos juzgará y no nos absolverá”.
Notas:
*Pedro González de Molina Soler es ExSecretario de Educación y Formación de Podemos Canarias. Profesor de Geografía e Historia en el IES Vega de Mar (Málaga).