Se incrementa más aún la represión en Alemania del movimiento de solidaridad con Palestina

Roser Gari Pérez

@rosergariperez

Foto de Rami Gzon en Unsplash

Hace ya casi 8 meses que se incrementa la represión en esta olla a presión que es actualmente Alemania. Con una extrema derecha desacomplejada en crecimiento, y a la puerta de unas elecciones europeas, a los políticos, los medios, la policía y una buena parte de la sociedad alemana, les parece ofender más la gente que grita “Free Palestine” en medio de un genocidio televisado, que gente de fiesta en una isla de turismo de alto standing cante “Extranjeros fuera, Alemania para los alemanes” mientras hacen con una mano el saludo nazi, y con la otra el ridículo bigotito de Hitler. Incidente que subieron a las redes los propios participantes, y que, aunque se ha creado polémica en torno a él, también han surgido más videos antiguos e imitadores que cantan lo mismo por todo el país, sintiéndose impunes para decir consignas claramente racistas y subirlo a sus redes.

La estrategia del gobierno y de los medios de comunicación tanto públicos como privados, no solo es informar mal, poco o nada, sino señalar cada vez con más frecuencia a activistas, relacionando el movimiento pro-Palestina con el antisemitismo violento, y el terrorismo yihadista. Se multiplican los reportajes en prensa escrita y televisión en los que se señala a los activistas con nombres y apellidos, y si pueden, con las cuentas de RR.SS. y lugares de trabajo.

De hecho, no solo atacan a los activistas, sino a todo aquel que muestre solidaridad con la solidaridad con Palestina.

Hace unas semanas los estudiantes de la mal llamada Universidad Libre de Berlín quisieron acampar en la misma siguiendo la estela de estudiantes en el mundo, y el ejemplo de la acampada, en la que muchos de ellos habían participado frente al Parlamento alemán. La presidencia de la universidad mandó inmediatamente a la policía. Camiones de policía antidisturbios cerraron el acceso a esa parte del campus, separando a los estudiantes acampados de la gente que fue a apoyar, incluido los muchos estudiantes y profesores que salían de la primera hora de clase. Cerraron la cafetería, desde la que se podía ver la actuación policial, y mandaron a los profesores o a su casa o a su despacho. A continuación, la policía desalojó y detuvo con extrema violencia y sin provocación previa a los estudiantes, a los que la presidencia quiere abrir expediente y ex-matricular. Que esto se dé en la misma universidad, que aunque ahora honra a Rudi Dutschke, en su momento lo demonizó, usando muchos de los mismos argumentos que usa ahora para atacar a sus estudiantes, solo demuestra que la historia se repite para desesperación de muchos.

La misma noche del desalojo de la acampada, horrorizados por el ataque a los estudiantes más de mil de docentes de varias universidades firmaron una carta de apoyo a los mismos, no en sí por su causa, detener el genocidio y todo vínculo económico y académico de la universidad con Israel, así como reconocer el pasado colonialista de este país, sino preocupados por la deriva represiva ya que dentro de su labor está proteger a sus alumnos. Los firmantes fueron condenados públicamente por la ministra federal de Educación e Investigación, Bettina Stark-Watzinger, del Partido Democrático Libre, que calificó la declaración de «chocante» y les acusó de «trivializar la violencia».  Un par de días después Bild, el periódico más vendido en Alemania, un diario de derechas racista y amarillista publicó el nombre y lugar de trabajo de todos los docentes y la foto de algunos en su portada, entre ellas la de una profesora palestina que ha perdido familiares en Gaza.

Frente a esta brutalidad policial el sindicato de estudiantes se posicionó a favor de la actuación de la policía, pidiendo algunas “restricciones”. Según informa Der Spiegel «Las reivindicaciones pro-palestinas se complementan una y otra vez con desinformación propagandística. Prevalece una actitud activamente antiisraelí, caracterizada por una retórica antisemita generalizada», afirma Debora Eller, experta de fzs en antifascismo, antirracismo y emancipación. Por ejemplo, el sufrimiento de la población de la Franja de Gaza también está siendo instrumentalizado para la «incitación antisemita» durante las protestas universitarias. Lo que demuestra que ni la gente joven de este país es inmune al pensamiento único impuesto por las instituciones.

El resto de la sociedad de nuevo se dividió, la clase política en general quiere seguir llevando a cabo las ex-matriculaciones por motivos políticos, lo que pone en peligro el permiso de residencia de miles de estudiantes en este país. Pero desde entonces las acampadas se están repitiendo en decenas de campus alemanes entre los que se encuentran los de las universidades de Frankfurt, Colonia, Bonn, y Múnich entre otras, algunas ya desalojadas, otras siguen, aunque ninguna ha conseguido que su universidad deje de colaborar con Israel.

En una rueda de prensa convocada por el gobierno el pasado martes 21 de mayo para tratar el tema de las protestas estudiantiles, Michael Wildt, un reputado erudito del Holocausto que aparecía como uno de los firmantes de la carta abierta en el reportaje de Bild, quien pide debate en vez de policía, afirmó: «Cualquiera que ahora exija principalmente medidas represivas está allanando el camino para una concepción autoritaria del Estado». Clemens Arzt, profesor de la Escuela de Economía y Derecho de Berlín, advirtió contra la restricción del derecho a la libertad de reunión, y dijo que no veía justificación legal para el desalojo del campamento de la Universidad Libre.

Los estudiantes de Berlín, sin perder el ritmo, ocuparon la semana pasada un edificio de la Universidad Humbold, que se pasó a llamar Instituto Javalia. La dirección se prestó a negociaciones, y tras 30 horas ocupando, le prometió a la gente que se encontraba en el edificio que no habría repercusiones si salían.  Ante esta falta de “contundencia” por parte de la presidenta de la universidad, Julia von Blumenthal, la senadora socialdemócrata (SPD) por Berlín, Ina Czyborra, y el alcalde de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Kai Wegner exigieron que la policía desalojara el edificio. «Nuestras universidades son lugares de conocimiento y discurso crítico, y no espacios sin ley para antisemitas y simpatizantes del terror», tuiteó Wegner. Con efectivos antidisturbios enviados de otros estados federales, la presencia policial por las 150 personas que se encontraban dentro del edificio, y las otras 150 que estábamos fuera era cómicamente excesiva. Manzanas del centro de Berlín fueron cortadas por hileras de camiones de la policía. Avisados de que dentro del edificio se encontraba al menos un periodista acreditado, un abogado y personal sanitario para atender a los heridos, se ve claramente en los videos, que, al más puro estilo de Israel, la policía empezó a ir a por la prensa, la sanidad y la legalidad, siendo estas personas de las primeras detenidas.

Ese día hubo sangre, incluida la del periodista Ignacio Rosaslanda del Berliner Zeitung, que un video grabado por él mismo, se puede ver como la policía le ataca, Rosaslanda afirma que la policía le denegó atención médica durante horas. Hay que decir, que contamos solo con los testimonios de los estudiantes detenidos, ya que la policía convenientemente apagó sus cámaras durante el desalojo.

Las autoridades de Berlín también han cerrado centros de día Alia y Phantalisa, dirigidos especialmente a chicas adolescentes migrantes y lgtbia+, dejando a todas las trabajadoras en la calle, porque algunas de ellas han mostrado solidaridad con palestina en manifestaciones y en las redes. En las cartas de despido se menciona darles likes a posts solidarios con Palestina y compartir en las historias de Instagram con la frase “From the river to the sea”. Y todo apunta a que tienen a más centros y sus trabajadoras en sus puntos de mira.

La demonización de estudiantes, trabajadoras sociales, profesoras y todo aquel que se salga de la línea establecida de Israel como razón de estado es constante y cada vez más violenta. La policía rara vez deja a una manifestación llegar al final de su recorrido sin arrestos y últimamente sangre. Lo que retroalimenta a la prensa que clasifica las manifestaciones como desquiciados antisemitas violentos.

Esto está creando un monstruo de dos cabezas: Una la liberación de la culpa por el holocausto del pueblo alemán, porque ahora los nuevos genocidas nazis son los palestinos, y el problema del antisemitismo es importado, algo extremadamente peligroso en un país donde un político de Alternativa por Alemania, Maximilian Krah, recientemente afirmó que no todos en las SS eran culpables. Y otra la xenofobia en general, islamofobia en concreto, y especialmente contra los palestinos están siendo no solo toleradas por el estado, sino alentadas, con una mayor parte de alemanes que ahora mismo encuentran el islam una de las principales amenazas de este país. Es por ello por lo que la violencia en las calles contra personas judías y árabes está en peligroso aumento, pero al contrario de lo que azuzan los medios de comunicación, los perpetradores son alemanes blancos, tanto civiles como policías, y no los extranjeros.