Se plantea Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988) en varios momentos de su libro qué es exactamente lo que está escribiendo. Si es un libro de memorias, una pieza de ficción, de autoficción o un ensayo con pinceladas biográficas. Lo cierto es que todas estas etiquetas valdrían para definir Cambiar de idea. Pero no serían nada más que eso, etiquetas. Puede que lo mejor fuera definir su libro sencillamente como una novela. Porque si por algo se define este género literario es por la hibridación. Desde su origen, lo novelesco ha consistido en mezclar elementos distintos entre sí en un mismo recipiente. Y esto es precisamente lo que mejor hace Aixa de la Cruz en su novela: mezclar. Mezclar ideas, planos narrativos y datos biográficos que, puestos en contexto, dibujan una evolución vital animada por un proceso de aprendizaje no muy distinto al que muchas personas están experimentando en la actualidad.
A punto de cumplir los treinta, Aixa revisa su infancia, su adolescencia y la etapa de los veintitantos y lo que descubre es que su trayectoria vital está llena de contradicciones, momentos en los que pensó que obraba bien y en realidad hacía mal, etapas en las que dejó que los prejuicios adquiridos marcaran su manera de ser y actuar, ya fuera de manera inconsciente o fomentando la equidistancia.
Así, a medida que va avanzando el autoanálisis, atravesado de anécdotas expuestas con el grado de dosificación justo para que el lector desee seguir leyendo (algo que ocurre en general con todo el libro, que es imposible no leer de una sentada), se preocupa por mantenerse coherente. Años después se dará cuenta de que esto es imposible. De que falló en muchas cosas que creyó hacer bien. De que podría haber actuado mejor en varias ocasiones y que sus repetidas negativas a ser etiquetada como feminista solo hacían que postergar lo inevitable.
Si algo se aprende leyendo Cambiar de idea es que en la actualidad ser feminista es la única toma de posición empática y solidaria frente al problema de la violencia machista. Y este es el objetivo del proceso de aprendizaje al que me refería más arriba y que muchas personas están llevando a cabo en los últimos años a raíz del surgimiento despreciable de las manadas (de Sanfermines, de Manresa, de Gran Canaria…). Sucesos que sacuden nuestra mentalidad y nos hacen cambiar de idea, desenmascarando un sistema en el que muchos participan sin necesidad de cometer ningún crimen. Es esta capa trasparente y pegajosa de la sociedad patriarcal (la que atenúa las violaciones, la que dice que la víctima disfrutaba o que se lo buscaba por su forma de coquetear o vestir) la que impone los prejuicios de los que Aixa se va liberando a medida que avanza el libro. Así es como llega a decir que el tema de su novela es la culpa. Y el final es la exposición de una redención, de una conversión en algo mejor.
Es aquí donde se habría podido probar otro enfoque. El tema de la novela no tendría por qué haber sido la culpa. Lo podría haber sido el aprendizaje como, de hecho, lo es en varios tramos del libro. Los/as jóvenes (y me incluyo) tendemos a ser muy morales (en lo político, en lo familiar) y a medida que pasan los años se aprende a ser flexible, a entender que no todo es definitivo (o eso dicen). Algo así también se da en el libro. La escritora aprende a no juzgarse con tanta dureza, a corregir su conducta y su forma de pensar sin necesidad de flagelarse. Es un aprendizaje de la empatía con los demás y hasta con uno mismo. Porque esto sí que es algo que no cambia y se repite en varios momentos del libro: la predisposición a la empatía.
Así que este libro que no se sabe muy bien a qué género pertenece acaba siendo un instrumento de conocimiento de uno mismo y de la sociedad. En nosotros como individuos descubrimos la huella de la educación y de la sociedad en la que vivimos. Cambiarse uno mismo es cambiar también la sociedad a través, sobre todo, de la forma en que podemos acabar potencialmente educando a otros.
Hay una idea (página 85) que muestra el núcleo de la novela: no hay manera de enfrentarse a lo nuevo sin compararlo con lo conocido. Para llegar a cambiar de mentalidad, hay que confrontar la antigua mentalidad. Y en esto consiste cambiar de idea.
Acaba el libro con unas reflexiones acerca de la violación que el lector deberá descubrir por sí mismo y que ponen el broche de oro a una novela luminosa en lo narrativo y valiosa en las ideas que expone. Cambiar de idea es el último de una serie de grandes títulos publicados en el marco del ambicioso y novedoso proyecto de la editorial Caballo de Troya. Desde el 2014, cada año un editor invitado añade nuevas piezas al catálogo con el objetivo de promocionar nuevas voces en castellano. A Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez debemos el placer de poder disfrutar del último libro de Aixa de la Cruz.