La hegemonía europea en África parece tocar a su fin

La hegemonía del colonialismo europeo sobre África se aproxima a su fin: al menos los últimos movimientos sucedidos en una región clave como es el Sahel apuntan en esa dirección.

Así, Níger parecía un terreno seguro para Occidente y, sin embargo, hace un año se produjo allí, de modo para muchos totalmente inesperado, un golpe militar.

Francia vio amenazados de pronto sus intereses y no se contentó con aplicar sanciones a su antigua colonia, sino que solicitó una intervención militar de los países integrantes de la ECOWAS [1].

París no logró, sin embargo, su objetivo al oponerse al mismo dos de sus quince miembros, Malí y Burkina Faso, al ver que el golpe militar gozaba de fuerte apoyo en la población del país vecino.

La agrupación económica del África Occidental estaba en aquel momento presidida por Nigeria, pero, frente a la voluntad del Gobierno de Lagos, el Senado de este país se mostró también contrario a toda intervención militar.

Lo mismo hizo Argelia, que, pese a no pertenecer a ECOWAS, no autorizó a la Fuerza Aérea de su antigua metrópoli que sobrevolara su territorio y lanzó en cambio una iniciativa de paz.

El gobierno golpista de Níger emprendió entonces, con el apoyo de la mayoría de los ciudadanos, un nuevo rumbo anticolonial y, al igual que habían hecho antes Malí y Burkina Faso, expulsó del país a las tropas francesas.

Al mismo tiempo,  anunció la ruptura “con efecto inmediato” del acuerdo de cooperación militar con EEUU, país que operaba desde 2016 cerca de la ciudad de Agadez una de las mayores bases de drones del mundo.

Níger, Malí y Burkina Faso abandonaron entonces ECOWAS y fundaron en septiembre del año pasado la llamada Alianza de los Estados del Sahel.

Según esos gobiernos, ECOWAS había caído bajo la influencia de potencias externas al continente y “traicionado sus principios fundamentales y el panafricanismo” para convertirse en “una amenaza para los Estados miembros y sus pueblos”.

Fue  la respuesta de cuatro gobiernos rebeldes – el cuarto era el de Guinea, donde también se había producido en 2021 un golpe militar- a las sanciones económicas con que pretendían castigarlos la ECOWAS y sus aliados de Occidente.

Ese nuevo rumbo anticolonial se consolidó también en Senegal, donde resultó elegido el abogado y político “panafricanista” Bassirou Diomaye Faye, que había prometió luchar contra el “dominio económico francés” y eliminar el franco CFA para recuperar la soberanía monetaria.

La elección de Faye, pese a todos los intentos, detención incluida, de frustrar su candidatura, recordó a algunos los tiempos fundacionales del “panafricanismo” en los años sesenta con políticos como el maliense Modibo Keïta, el ghanés  Kwame Nkrumah o el tanzano Julius Nyerere, todos ellos impulsores de la Organización de la Unidad Africana.

En un último movimiento y en respuesta a ECOWAS, los líderes de Burkina Faso, Malí y Níger acaban de fundar formalmente en Niamey la llamada Confederación de la Alianza de Estados Africanos.

Es la señal más clara del alejamiento de África de un Occidente al que no perdonan, entre otras cosas, la  pasividad ante el genocidio de Gaza o sus presiones para que el mundo en desarrollo se sume al aislamiento de Rusia.

Todo ello ocurre además en un momento en el que, debido precisamente al conflicto con Moscú por la guerra de Ucrania, Europa parece necesitar aún más a África como fuente de materias primas y ve preocupada la creciente incursión de Rusia y de China en un continente que había sido hasta ahora su coto privado.

Notas:

[1] Comunidad Económica de Estados de África Occidental, creada en 1975 con el objetivo de promover la integración económica de la región.