Conversación con Andy Robinson

arobinson@lavanguardia.es

Nació en Liverpool, se licenció en la London School of Economics, comenzó su carrera periodística en Sabadell, hoy es corresponsal de La Vanguardia y ha recorrido el continente latinoamericano con Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano bajo el brazo. Fruto de esos viajes por gran parte de los territorios que visitó el escritor uruguayo son el conjunto de sus crónicas y reportajes personales recogidos en el libro Oro, petróleo y aguacates (Arpa, 2020), que nos ofrecen un mosaico muy lúcido de la América Latina del siglo XXI, cincuenta años después de que Eduardo Galeano dijera aquello de “Somos pobres porque es rico el suelo que pisamos”. Se llama Andy Robinson y hoy tenemos la suerte en Espacio Público de poder conversar con él.

EP: En tu libro trazas un retrato extraordinario de la realidad, de lo que de verdad está pasando en América Latina. Hablas de un continente muy rico en recursos, tanto en minerales como en fauna y flora: petróleo, oro, coltán, niobio, diamantes, soja, quinoa, carne…pero que eso precisamente es lo que le ha creado una gran dependencia y que a pesar de que haya habido gobiernos progresistas no se ha implementado en la región una economía propia. ¿Qué piensas que ha cambiado desde aquellas “venas abiertas” que apuntaba Galeano?

AR: Mucho ha cambiado desde que Eduardo Galeano escribiera las Venas abiertas hace exactamente 50 años. Entonces, en casi toda la región gobernaban cruentas dictaduras militares que liquidaron físicamente a la izquierda. Ahora con el lawfare solo se ha intentado liquidar jurídicamente la izquierda metiendo a todos en la cárcel… en algo hemos avanzado… (bromeo un poco pero no tanto).

En el libro se trata de resaltar algunas cosas que no han cambiado, concretamente la dependencia de muchos países de la exportación de materias primas, bien sean minerales como hierro oro o coltán, bien sean alimentos como soja o la carne vacuna. Esto no sólo tiene un impacto medioambiental y social muy preocupante conforme se deforesta cientos de miles de hectáreas en la Amazonia desplazando a muchos campesinos, sino también es un obstáculo para el desarrollo económico. Y comento en el libro como el fin del súper ciclo de precios de materias primas hace 5 o 6 años tuvo un impacto muy nefasto para los gobiernos progresistas en el poder y lo sigue teniendo para un país como Venezuela.

Y también en esa comparación histórica entre los momentos que describe Galeano y lo que está ocurriendo ahora, trato de comentar algunos indicios preocupantes de que tal vez está volviendo el golpe de Estado como vehículo de recuperación del poder de las elites locales y sus aliados en Washington o Madrid, aunque sea un golpe de Estado blando como en Brasil. Trato de describir en capítulos sobre el hierro y el petróleo en Brasil cómo la politización de la justicia y una investigación anticorrupción con blancos preseleccionados facilitó un golpe blando contra Lula y Dilma; y en un capítulo sobre el litio el golpe de Estado más clásico el año pasado contra Evo Morales.

No estoy diciendo que estas rupturas con la democracia estén directamente relacionadas con esas materias primas. Trato de rechazar teorías de conspiración reduccionistas como lo que decía Álvaro García Linares del litio y el golpe en Bolivia. Pero al igual que en los tiempos que describe Galeano hay relaciones entre esa nueva política más dura de la derecha y la estrategia geopolítica de Estados Unidos, de controlar los depósitos de recursos críticos en tiempos de competencia global y una suerte de nueva Guerra fría respecto a China, que recuerda en algún sentido a la incidencia de la Guerra fría modelo original en América Latina.  

EP: Nos hablas de la explotación de los mineros y de las mafias que operan en la región; “el oro era un activo financiero y cada vez más líquido, idóneo para blanquear los ingresos ilícitos de las McMafias”. El oro se saca de América Latina, pero se refina en Suiza, “cuyas cuatro refinerías procesaban el 50% del oro producido a escala global”. Es una constante de esta globalización. ¿Es posible entender el empobrecimiento de los países del Sur sin tener en cuenta el enriquecimiento de los países “desarrollados”?

AR: Esa relación entre los países del norte global y América Latina es precisamente lo que Galeano describe, cuando habla de esas paradojas de que la riqueza del subsuelo y de la naturaleza de América Latina, es la causa de su pobreza y subdesarrollo ya que lo convierte en objeto de relaciones de explotación con los países coloniales. Y trato de actualizar un poco esta idea y comentar, que en muchos casos las venas abiertas son las del ecosistema y que existen multinacionales dentro de América Latina, como la minera Vale en Brasil que son tan responsables por la hemorragia como las de fuera.

Dicho eso, sigue habiendo una relación perversa entre los países ricos del norte y América Latina. Y en el capítulo sobre el oro comento eso en un viaje desde Colombia y Centroamérica hasta Utah. En Estados Unidos se trata de explicar por qué la fiebre de extracción tras la crisis financiera de 2008, que se mantiene ahora con precios disparatados y nuevos records de 2000 dólares por onza troy durante esta pandemia provoca caóticas y destructivas actividades mineras en América Latina.

Porque el oro es una inversión refugio en tiempos de miedo y pánico como los que estamos viviendo (un comerciante en lingotes de oro en Inglaterra comparó la demanda con la del papel higiénico…) y cuando sube el precio más multinacionales canadienses, estadounidenses, sudafricanas, europeas abren nuevas minas en América Latina a la vez que cientos de miles de mineros ilegales barequeros en Colombia, garimpeiros en Brasil invaden las reservas indígenas en la Amazonia con las consecuencias catastróficas que estamos viendo en estos momentos en el territorio de los yanomami en el norte de la Amazonía brasileña, invadido por hasta 20.000 garimpeiros. Esto es el resultado de un precio elevado del oro y de los guiños de Bolsonaro.

Es decir, que porque por mucho que nos indignemos en los países ricos por la ilegalidad de esos pequeños mineros de oro, el responsable de verdad es un sistema en el cual la pobreza de estos garimpeiros coincide con una clase inversora que se refugia en el oro en tiempos de crisis y de la industria de ostentación también, joyería, relojes etc. Existen muchos intermediarios en el negocio del oro, desde los grupos de crimen organizado en Colombia, y otros países, que se llevan su comisión o blanquean dinero mediante la compra de oro hasta las refinerías de oro en Suiza y, por supuesto, las grandes multinacionales mineras como Barrick que fichó a José María Aznar como consejero. El oro tiene relaciones extrañas con la extrema derecha que comento un poco en el libro. Y, por supuesto, el responsable ante todo es un sistema que mantiene a tanta gente en América Latina en la pobreza más absoluta, que se ve forzada a recurrir al garimpo en Brasil.

EP: Hablando de Colombia dices que “A la cabeza de las multinacio­nales estaban las canadienses, cuya complicidad con gobier­nos corruptos en América Latina y hasta con grupos violen­tos de paramilitares y narcotraficantes desmentía la fama de Canadá de ser el país más social y medioambientalmente res­ponsable de las Américas. La Bolsa de Toronto ya era la principal fuente de capi­tal de las multinacionales mineras”. 

Le monde diplomatique publicó un interesante artículo en el que se decía que el 75% de las compañías mineras del mundo eligen Canadá para registrarse y el 60% de estas compañías que cotizan en Bolsa se inscriben en el Toronto Stock Exchange (TSX). Todo esto se debe a que Canadá, y más concretamente Toronto, es un paraíso fiscal y judicial para las compañías mineras. ¿No crees que si hubiera una Justicia Fiscal Global se evitarían muchas de estas explotaciones tan injustas?

AR: Canadá desde luego es responsable de crear un entorno financiero y bursátil que permite que las empresas llamadas junior de exploración minera puedan lanzarse asumiendo enormes riesgos en busca de depósitos de oro, plata, etcétera. Y trato de contar en el libro cómo existen indicios en México y Colombia de colaboración entre las multinacionales mineras canadienses y el crimen organizado. En cuanto a justicia fiscal global, ojalá fuera posible. Las iniciativas globales son deseables, pero mi experiencia es que las iniciativas multilaterales para prevenir la evasión fiscal y los delitos financieros se eternizan sin ser implementadas. Habría que esperar que los movimientos ciudadanos y medioambientales dentro de Canadá puedan resolver el problema.

EP: Uno de los temas más importantes de la minería, del extractivismo, es el impacto tan negativo sobre la Madre Tierra. ¿Cuáles son los casos, los desastres ecológicos que más te han impresionado?

AR: Creo que el desastre más impactante que he visto es la materia del capítulo dos sobre el hierro, es decir la catástrofe provocada en el río Doce en Minas Gerais, en Brasil, por el colapso de un dique de contención en una mina de hierro de la multinacional minera Vale y su socio BHP Billiton. Se puede ver un poco lo que vi, leyendo ese capítulo. Uno de los cronistas más interesantes sobre ese desastre es Ailton Krenak, un filósofo indígena cuyo librito Ideas para posponer el fin del mundo, merece mucho la pena. Los krenak viven en la orilla del río Doce, el segundo rio de Brasil después del Amazonas y su entorno medioambiental y medio de subsistencia (pescado) ha sido aniquilado. 

La reivindicación que hace Ailton de una visión panteísta en la que la naturaleza no es independiente de los seres humanos sino parte de ellos, creo que es muy importante para que podamos afrontar el reto del colapso medioambiental y el cambio climático. Él comenta en relación con el desastre de contaminación provocado por el colapso del dique de contención de la mina, que los krenak llaman “Watu” al río Doce que quiere decir “abuelo».  Es decir, que como dice Ailton “el río es una persona, no es un recurso, como dicen los economistas”. En el pasado tal vez la izquierda habría calificado ese tipo de reflexión como místico, supersticioso. El proyecto de modernización, en mucho casos ha sido basado en una relación antagónica con la naturaleza. Incluso el desarrollismo de izquierdas a veces plantea la naturaleza como algo externo que debe ser “conquistado” para el proyecto de desarrollo nacional; y esto es algo que tenemos que replantear aprendiendo de las ideas de filósofos indígenas como Ailton Krenak, que por cierto habla de Galeano en su librito, y de Davi Kopenawa, autor del libro El cielo cayó.  

Andy Robinson

EP: Otra de las terribles consecuencias que mencionas, hablando por ejemplo del niobio en Brasil, son los efectos tan perversos que esta actividad tienen sobre las poblaciones indígenas. ¿Se ha hecho algo por respetar la vida, la cultura de estos pueblos?

AR: Bueno, la Constitución brasileña de 1988 protege en teoría muchos territorios indígenas y la cultura de los pueblos originarios. Evidentemente Bolsonaro está poniendo en peligro esa protección, pero el Estado de derecho brasileño funciona hasta cierto punto y los tribunales y el Congreso le han parado los pies al presidente en varias ocasiones. El problema es que la deforestación y los atropellos contra los indígenas son ilegales, fuera de la ley. Esto ocurría antes de Bolsonaro, aunque el discurso de la ultraderecha en Brasil está autorizando de alguna manera las actividades extractivas ilegales sin cambiar la legislación y esto es una amenaza para los indígenas.

Pero los indígenas en América Latina tienen una capacidad para organizarse y protestar que se ha visto en repetidas ocasiones a lo largo de los siglos y cada vez más en las últimas décadas, sobre todo en los países andinos. En el libro comento lo que se puede aprender de las organizaciones quechua y aimara y su democracia asamblearia, en defensa del medio ambiente del altiplano. En Brasil muchas mujeres indígenas se presentaron a las elecciones municipales. Joenia Wapcihana, de la etnia wapichana y doctora en derecho por la universidad de Roraima ya es diputada por ese Estado donde, tal y como se comenta en el capítulo tres, Bolsonaro quiere abrir la minería del niobio, cobalto, bauxita, oro, etc. Así que hay una resistencia indígena importante. 

EP: Un caso especial es el de Venezuela, un país riquísimo en materias primas, pero con una población que está sufriendo una terrible situación económica. ¿Qué crees que se debería hacer para implementar una economía propia, no dependiente, en el país?

AR: Creo que se debería haber utilizado los ingresos petroleros durante los años de bonanza para diversificar la economía. Chávez lo intentó pero el 98 por 100 de las divisas generadas en Venezuela provienen del petróleo. Y ahora con el embargo estadounidense se está pagando el precio. El embargo es una auténtica vergüenza; supone un castigo colectivo a todos los venezolanos porque Venezuela no puede comprar bienes esenciales, alimentos, fármacos, etcétera, si no genera ingresos por las exportaciones de petróleo. De modo que el gobierno de España tiene que presionar urgentemente para que se vaya levantando ese embargo y dejar de apoyar las sanciones. Es terrible como la utilización de Venezuela en la política interna tanto en Estados Unidos como España está agravando una crisis humanitaria.  

EP: En toda la región operan multinacionales, muchas europeas, que se acogen a cláusulas legales establecidas en los Tratados de Comercio e Inversión que les favorecen prácticamente en todo. ¿Crees que es posible establecer algún tipo de tratado comercial distinto al que impera hoy en el mundo globalizado?

AR: Creo que lo mejor sería que América Latina buscara tratados comerciales regionales para fomentar su propio desarrollo. No me fiaría mucho de tratados comerciales diseñados por corporaciones multinacionales, ni tan siquiera por los países del norte global. China ofrece algo más, pero también sería mejor negociar con China desde una plataforma regional en vez de que cada país busque su propio acuerdo bilateral. 

EP: Impresionan los casos que cuentas de turistas que invaden por miles territorios hasta ahora casi nunca visitados. Es el caso del El Salar de Uyuni en Bolivia, por ejemplo. Dañan el entorno natural pero por otra parte “crean riqueza”. ¿Es es esto pan para hoy y hambre para mañana?

AR: Leí una entrevista con José Mansilla en la cual dijo que el turismo es como una mina, extractivista. Y creo que hay algo de verdad en eso. Cuando estuve en el Salar de Uyuni y en Machu Picchu la sensación que tuve fue que el patrimonio cultural y la naturaleza se convierten en mercancías y “experiencias”, lo cual hace mucho daño. Comento en el capitulo sobre el litio cómo turistas viajan decenas de miles de kilómetros para hacerse un selfie en el Salar. Y se comenta también en el capítulo de la patata cómo los servicios de tren públicos en el los andes peruanos se han privatizado para convertirse en experiencias retro gestionadas por la marca de lujo LVMH. Es difícil porque para países en busca de modelo de desarrollo menos dañinos el turismo siempre se plantea como una opción buena. Pero sabemos en España el daño que el turismo puede hacer a la cultura. Es interesante que la editorial en Nueva York, de una versión del libro en inglés que va a salir este año, haya agrupado los capítulos de forma distinta, y en una categoría de “ocupación” incluye no solo los golpes de Estado en Honduras y Bolivia sino el capítulo sobre la patata “por una suerte de golpe por canales más insidioso de cultura y comercialización” que también abarca el turismo de “experiencia”. 

EP: La segunda parte de tu libro está dedicada a alimentos: quinoa, aguacates, alimentos que los países desarrollados desean por sus propiedades saludables. Estas comidas que habían sido consideradas de pobres, de repente se han convertido en preciados tesoros alimenticios, cuyos precios han experimentado unas subidas vertiginosas ¿Qué ha supuesto la exportación de estos productos para las poblaciones de esos países?

Curiosamente, el aguacate puede ser el monocultivo que más recuerda a las venas abiertas de Galeano, y sobre todo ese capítulo sobre el rey azúcar y las plantaciones azucareras en Brasil. En el sentido de que un capricho de una clase consumidora en los países ricos acaba causando estragos en América Latina. Por supuesto lo ocurrido con el azúcar fue mucho peor. Pero el cultivo del aguacate en Michoacán en México está agotando todos los acuíferos. Todo porque se puso de moda en EEUU comer guacamole con el perrito caliente, mientras ves el partido del superbowl etc. Y que el aguacate se convierta en un súper alimento. La quinua es otra historia pero con algo en común. Un producto que fue promovido por Evo y por la FAO para ayudar a la economía campesina de autoconsumo, pero que al incorporarse al mercado internacional de precios volátiles, fuera del control de los productores, y al mercado de consumo de alimentos sanos, antigluten etc., acabó cayendo en el ciclo boom busto que siempre caracteriza las comodities, solo que esta vez los perjudicados son campesinos quechua en el altiplano andino.

EP: Un caso especial es el de la soja, cuyo cultivo se ha cuadruplicado, ocupando enormes extensiones de tierra. ¿De qué forma está afectando este cultivo a la tierra, a los cultivos tradicionales?

AR: la soja es neo natura (lo dijo Susan Hecht) y realmente es terrible ver lo que hace al ecosistema. Acabo de escribir un tema para La Vanguardia sobre la soja brasileña importada en España que procede de zonas deforestadas de la amazonia y el cerrado brasileño. Más que en el caso de China cuy soja procede del sur de Brasil ya deforestado hace un siglo o más. La soja se usa para hacer piensos para cerdos, pollos y pavos, así que la comida navideña se celebra gracias la deforestación de la Amazonía.

EP: China se ha convertido en uno de los principales agentes exteriores en toda América Latina?¿Qué influencia crees que tendrá en el futuro?

AR: Creo que China va a invertir mucho en América Latina y tendrá cada vez más influencia. Y probablemente veremos un enfrentamiento muy fuerte con EEUU que, aun con Biden, querrá recuperar su esfera de influencia en América Latina con el fin de garantizar suministros de minerales críticos para la transición energética y la industria tecnológica (y militar). Así que esto va a ser un frente importante de la nueva guerra fría.

EP: Estados Unidos ha tenido tradicionalmente un papel dominador en toda América Latina. ¿Crees que la derrota de Trump y la victoria de Biden puede cambiar en algo la política estadounidense en el continente latinoamericano?

AR: Creo que Biden será igual de intervencionista en América Latina pero de forma más sutil. Mas del deepstate, la national endowment, la CIA. Y menos tuits.

EP: Por último, en Chile se han producido en los dos últimos años importantes movilizaciones democráticas populares. Bolivia ha visto el regreso del MAS, el partido de Evo Morales, que fue víctima de un golpe de Estado… ¿Son indicios de nuevos cambios?

AR: Creo que el péndulo se desplaza otra vez hacia la izquierda. En Chile sobre todo. Estuve en Chile en verano del 2019 y fue alucinante como casi toda la ciudadanía se hubiera dado cuenta colectivamente de la mentira del modelo neoliberal tan elogiado en el FMI. Debiera servir de modelo en España. Y tal vez Andrés Arauz ganara en Ecuador. Hablo bastante de Gustavo Petro en el libro y creo que puede haber una elección presidencial muy importante en Colombia en el 2022 con la posibilidad de una victoria de la izquierda y Petro por primera vez en la historia. Ahora bien, las condiciones económicas esta vez van a ser mucho más complicadas que con la ola rojiza a principios de siglo.