Conversación con la editora Carmen Moreno
“Editamos sueños” es el lema con el que se inicia la web de la editorial Cazador de ratas. Su fundadora, Carmen Moreno, ha tocado infinidad de teclas en el mundo de la cultura: gestora cultural desde 2004, ha sido editora de contenidos para la Fundación Giner de los Ríos, asesora técnica de cultura para el Ministerio de Igualdad, co-directora de la colección de bolsillo de la Diputación de Cádiz, guionista del programa de televisión Cifras y Letras, correctora en diversas editoriales, profesora de creación literaria para la Junta de Andalucía y otras instituciones, entre otras muchas cosas. Los premios literarios tampoco le han sido ajenos: ha ganado el Premio Nacional de Relato Corto Fernando Quiñones, el Premio Andalucía Joven en la modalidad de arte, el Premio Nacional de Relato Corto Pilar Paz Pasamar, y el Premio Internacional de Poesía Francisco de Quevedo, entre otros. Ha publicado una veintena de libros y varias antologías. Además, con su proyecto Sin habitación propia está realizando talleres por la igualdad y la diversidad en diferentes institutos de España.
Defensora de los derechos de las mujeres y del colectivo LGBTIQ+, recientemente, su trayectoria, junto a las de Inmaculada Pavía y Lola Salguero, ha sido reconocida por el Ayuntamiento de Cádiz durante la semana del Orgullo LGBTIQ+ en el homenaje “Para no perder la memoria”.
Espacio Público tiene hoy la oportunidad de conversar con ella.
La primera pregunta es fruto de la curiosidad: ¿Por qué el nombre de Cazador de ratas para una editorial?
Es un homenaje a una de esas mujeres a las que la historia les debe aún mucho, Marina Tsvietaieva. La mejor poeta, junto a Ajmátova, de Rusia en el siglo XX. Mujer que sufrió la represión más bestial que puede sufrir una mujer: ver cómo torturan a sus hijos hasta la muerte y lento.
Hija del creador del Hermitage, mujer culta, muy culta, esposa de un militar del Ejército Blanco, activista por el feminismo, por la igualdad, por la libertad de pensamiento.
En “La sociedad del espectáculo” Guy Debord dice que en el capitalismo todo se ha convertido en representación, en un espectáculo. Hoy los concursos culturales tienen muy poco de cultura y mucho de espectáculo. Tú has sido guionista de Cifras y Letras, un concurso cultural de TVE ya desaparecido. Con la excepción de Saber y ganar, los demás concursos son una pasarela de gente famosa o una sucesión de situaciones en las que las personas que concursan son puestas en ridículo para mayor diversión de la audiencia. ¿Estás al tanto de estos programas televisivos? ¿Qué te parecen este tipo de concursos?
No veo ninguno, no me interesan. Todo quedó al descubierto en Quiz Show. Ni te cuento esos en los que se ponen en ridículo a quienes van a concursar como si fueran simplemente un elemento más del atrezzo. No estoy en contra de la telebasura, es más soy muy defensora de algunos de ellos porque creo que alienarse un rato al día está muy bien, pero no me gusta que me tomen por idiota. Creo que tan telebasura son esos programas como el Sálvame, con la diferencia de que este último no engaña a nadie. Sabes qué vas a ver. Es uno de los programas que defiendo como método de entrar en estado comatoso después de trabajar dieciséis horas al día.
Tienes una amplísima experiencia en el mundo editorial. Prácticamente has pasado por todas las fases: autora, correctora, editora, crítica literaria. En la web de la editorial el lema es muy claro: “Editamos sueños”. ¿Es posible hoy día? ¿Cómo ves hoy el panorama para una editorial pequeña e independiente?
Es posible editar sueños. Otra cosa es la rentabilidad. Los sueños no siempre son rentables económicamente. Yo trabajo como autónoma no solo en mi editorial sino para otras editoriales y particulares. Mi editorial exige ocho horas al día, siete días a la semana, pero no me permite tener un sueldo. Ni siquiera me permite pagar autónomos, así que tengo que trabajar otras ocho horas para poder darle de comer a mi hija.
¿Podría tirar la toalla y opositar? Claro que sí, pero no quiero porque eso es lo que nos han querido vender: “confórmate”, “no te rebeles”, “sigue las reglas y todo irá bien”… Quiero que mi hija entienda que en la vida no todo es fácil, casi nada lo es de hecho, pero que no tiene que conformarse. Será más difícil, vale, pero puede ser lo que quiera.
Un vistazo a tu bibliografía nos indica que has escrito poesía, ensayo, literatura infantil, novela, también el cómic… ¿con cuál de estos géneros te encuentras más cómoda?
Con la novela. Hubo un tiempo en el que no podía escribir nada que no fuera poesía. El síndrome del impostor pega demasiado fuerte en las mujeres todavía. Ahora hace años que no escribo poesía y tampoco la leía. Dejó de interesarme porque me daban mucha perece quienes se hacían llamar “POETAS”. Dios, Gloria Fuertes nunca lo fue. Ella fue una poeta, de esas que se escriben en minúsculas y se leen con lágrimas en los ojos y escarcha en los dedos.
Ahora estoy terminando un libro de poemas que se llama Elia, como mi hija, y estoy con otro a cuatro manos con Ana Tapia, grandísima escritora almeriense. Un poemario LGBTI+, pero sigo con las novelas e investigando para otro ensayo sobre dos mujeres absolutamente únicas.
El informe “Ditrendia: Mobile en España y en Mundo 2020” dice que los españoles pasan 5 horas y 14 minutos al día utilizando Internet. Y que esta cifra aumenta hasta seis horas en el caso de los jóvenes de entre 18 y 24 años. ¿Crees que esto afecta a la lectura?
Cuanto menos lees y más consumes opiniones precocinadas (muy normales en internet), más fácil de manipular eres. Quien quiera que saque sus conclusiones.
Tu labor en defensa de los derechos de las mujeres y de las personas LGBTIQ+ te ha llevado a poner en marcha el proyecto “Sin habitación propia”. ¿Puedes explicarnos en qué consiste este proyecto?
Sin habitación propia es un libro que reivindica a dieciséis poetas mujeres (odio la palabra “poetisa”, cuestión de gustos lingüísticos). De ahí surgió con Diputación de Cádiz una exposición itinerante para dar a conocer a estas mujeres. Lo que jamás pensé es que institutos de toda Andalucía, pero, sobre todo de Cádiz, se hicieran eco y me llamaran para dar conferencias sobre el papel de la mujer en la educación y sobre estas mujeres en particular.
La juventud piensa que las mujeres estamos en el aula desde siempre, pero hay que recordarles que no es así y que los derechos que tenemos fueron conquistados hace muy poco y están en peligro una vez más. Hay que contarles la historia con espíritu crítico. No existe una sola historia, hay hechos concretos que son objetivos, la guerra civil estalló en 1936, pero la historia cambiará depende de quién la cuente. En cambio, eso es irrefutable.
Hay que ver las cosas desde varias perspectivas, analizarlas y, solo entonces, tomar una decisión. Todo lo demás se llama manipulación.