En Lleida se ha inaugurado una impactante exposición de obras de arte, que forman parte de la colección del empresario y periodista Tatxo Benet, y tienen todas el lamentable nexo común de haber sido censuradas.
Estas obras son modernas, pertenecen a artistas de muy diversos países, recogen creaciones de modalidades muy variadas: pinturas, esculturas, instalaciones, grabados, fotografías, audiovisuales… han formado parte de exposiciones en museos y galerías de gran prestigio en todo el mundo… Y todas tienen en común haber sido censuradas. Censuras que se han dado con excusas de todo tipo: políticas, religiosas, culturales…
Como si fuera un grito a favor de la libre expresión de la creación artística, esta exposición impresiona y sobrecoge.
Deletrix, Joan Fontcuberta, 2006-2013
La civilización occidental y cristiana, León Ferrari, 2018
La civilización occidental y cristiana, León Ferrari, 2018
Al fondo, Freedom fries: naturaleza muerta, Yoshua Okón, 2014 y adelante Statue of a girl of peace, Kim Eun-sung i Kim Seu-kyung, 2019
McJesus, Jani Leinonen, 2015
Con flores a María I, Charo Corrales, 2018
Always Franco, Eugenio Merino, 2012
Al fondo Filippo Strozzi in LEGO, Ai Weiwei, 2016 y adelante Not dressed for conquering, Inés Doujak, 2010.
Not dressed for conquering, Inés Doujak, 2010
Cajita de fósforos, Colectivo Mujeres Públicas, 2005
Shark, David Černý, 2005, con la figura de Sadam Husein
Presos políticos en la España contemporánea, Santiago Sierra, 2017
Lídia Penelo amplía la información en este artículo:
La concejal del distrito Moncloa-Aravaca (PP) se ha estrenado con ruido. Más bien con estrépito, con el escándalo que constituye prohibir la actuación de dos cantantes: Luis y Pedro Pastor, prevista en las fiestas del distrito municipal que gobierna. Mucho hablar de Constitución: «Nosotros, los constitucionalistas” para cargarse derechos fundamentales, como los recogidos en el art. 20:
1. Se reconocen y protegen los derechos: a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción. b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.
Luis pastor es un veterano, querido y respetado cantautor que había sido contratado por el anterior equipo municipal para actuar en las fiestas de Aravaca. El vídeo que encabeza estas líneas, grabado durante la presentación del libro Saramago. Un retrato apasionado (Clave Intelectual, 2011) en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en noviembre de 2011, refleja con claridad su pensamiento.
Pedro Pastor Guerra, su hijo, ha seguido el camino de Luis y recoge en las letras de sus canciones sus ideas de compromiso social.
Parece que al PP no le gusta la poesía, ni la libertad de expresión, ni de pensamiento. Y como si la ciudad fuera suya, prohíbe de forma caciquil la libertad artística y musical.
Pero la decisión de Sordo se le ha vuelto en contra. No sólo porque numerosas asociaciones vecinales se han manifestado en contra de esta prohibición. También porque el grupo musical que quería contratar, Los Fesser ha renunciado a hacerlo. Una decisión que les honra. Y han emitido este comunicado:
Y efectivamente, así lo dice:
"Si la música es ruido Que estallen los oídos Que lo escuchen ahí arriba Asesinos del arte Los músicos no irán a ninguna parte".
El equipo de Espacio crítico expresamos desde aquí nuestra solidaridad con Luis y Pedro Pastor y nuestra admiración y respeto hacia Los Fesser, un grupo pequeño pero con una dignidad muy grande.
Está en el ADN de la derecha, y es algo que es consustancial a su filosofía política, su pensamiento, su concepción de la sociedad y de la vida, e incluso me atrevería a decir que está hasta en lo más profundo de sus vísceras: la intolerancia, la incapacidad de asumir ni entender la posición del contrario y, sumado a ello, el odio a ese contrario. La derecha en el estado español, y muy especialmente en Madrid, soporta, aguanta, tiene que aplicarse aquello del “ajo, agua y resina”, frente a la existencia de un Madrid abierto al resto del estado y al resto del mundo, demócrata, consciente de la necesidad de progresar, evolucionar y volver a ser una capital referente en la defensa de los derechos humanos, comunidad de acogida de los refugiados y migrantes, multicultural y ecológica, que sea un modelo de ciudad donde la diversidad, la pluralidad y la libertad, a través de la cultura, se conviertan en sus señas más claras de identidad.
Pero a la derecha en Madrid, ese panorama les
produce una pestilente mezcla de odio, desprecio e indignación. Envalentonados
y ensoberbecidos –aunque atrapados en una trampa letal- por el soufflé de Monasterio, Abascal y el
resto de energúmenos de la caverna ultra, envenenados por un resentimiento
invencible contra quienes en 2015, por un instrumento como el voto popular
llegaron al consistorio madrileño, ahora emborrachados de odio y sed de
venganza, atacan con la saña propia de quienes no tienen ni programa, ni
proyecto ni afán de crear un Madrid mejor, sino solamente odio y resentimiento
revanchista. No lo podían soportar. Era escandaloso que “su” Madrid, la finca
privada de los señoritos, fuese gobernada por esa plebe de rojos y rastas, de
peludos y rapperos, de gays y lesbianas, que se atrevió a mandarles a la
oposición.
Por culpa en gran parte de la incapacidad
demostrada en los últimos meses previos a las elecciones en el ayuntamiento de
Madrid, actitudes personalistas no exentas de una incomprensible arrogancia y
operaciones políticas planeadas al margen de la transparencia y la lealtad
exigible a quienes llegaron al ayuntamiento con la promesa de recuperar esa
transparencia, el Madrid que se nos prometía–otra
cosaha sido el resultado final-como una aspiración de cambio, libertad y
progreso no revalidó una mayoría suficiente como para continuar en el
consistorio. A consecuencia de esta situación, esas derechas perfectamente
fotografiadas en la esperpéntica reunión de Colón, ahora que vuelven a mandar
en su finca, ya no ocultan su sed de sangre.
En los últimos días hemos asistido a uno de los
primeros y más significativos episodios del inicio de la caza de brujas, que
tal y como sucedió por parte del grupo de presión del senador McCarthy en la
América de los años 50, dirige su punto de mira hacia aquello que son
conscientes que es más peligroso para sus inconfesables intereses: la cultura.
La cultura entendida en primer lugar como un espacio de libertad, diversidad y
debate, que crea masa crítica, que desentumece el pensamiento y que se
constituye como un sector social no plegado a discursos preestablecidos sino
que al contrario, pone en cuestión en muchas oportunidades la verdad “oficial”.
Una vez más, un músico valiente, comprometido y
que podrá gustar más o menos, pero que nunca ha dejado de expresar en sus
letras un mensaje crítico y sincero con aquello que en esta sociedad debe ser
criticado, ha vuelto a ser el objetivo elegido por la derecha madrileña. Cesar
Strawberry, líder de Def Con Dos, quien fue acusado de “enaltecimiento del
terrorismo” y procesado en la Audiencia Nacional, la institución que tomó el
relevo en los años de la transición del antiguo Tribunal de Orden Público
franquista, ha visto como una vez más la censura cercena no solamente su
derecho a la libertad de expresión, sino el derecho de todos los madrileños y
madrileñas, y más concretamente el de los vecinos y vecinas de mi barrio, Tetuán,
a disfrutar de la actuación de su ya legendario grupo, Def Con Dos.
Haciendo una vez más gala de esa mentalidad
dictatorial, arbitraria y liberticida que como dije en el encabezamiento de
este artículo, está en lo más intrínseco de la derecha española, el
Ayuntamiento de Madrid ha decidido prohibir la actuación en las fiestas del
barrio de Tetuán a Def Con Dos. En un twit emitido por la concejala del
distrito, Blanca Pinedo Texidor, se dice textualmente: “Hemos cancelado el concierto de Def con Dos de mañana en el Parque
Rodríguez Sahagún. Consideramos que no es digno de una institución que
representa a los madrileños promover la actuación de un grupo cuyo cantante ha
sido condenado por enaltecimiento del terrorismo”.
La concejala, manifestando o bien de un
sectarismo propio de mentalidades muy alejadas de una concepción democrática de
la vida y de la sociedad, o bien de una ignorancia palmaria que la incapacita
abiertamente como cargo público, obvia el hecho público, notorio y demostrado
de que Cesar Strawberry, en la causa abierta bajo esa acusación hace cuatro
años, ha sido dos veces absuelto de tales supuestos delitos, y que ante los
sucesivos recursos presentados, existe ahora mismo un recurso de amparo
interpuesto por su defensa ante el tribunal constitucional que está pendiente
de resolver. Por lo tanto, si esta concejala tuviera alguna noción mínima de
los principios generales del derecho, o si alguno de sus asesores lo tuviera,
sabrían que Cesar Strawberry NO ESTÁ CONDENADO EN SENTENCIA FIRME Y DEFINITIVA
POR DELITO ALGUNO DE “ENALTECIMIENTO DEL TERRORISMO”. Su argumentación, por ende,
se viene completamente abajo dado que no existe ninguna base jurídica para
prohibir esa actuación apoyándose en una condena que aún debe ser examinada por
el Tribunal Constitucional e incluso si se diera el caso, por el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos.
Pero el problema fundamental no es ni siquiera
de carácter técnico-jurídico. Es un ataque directo y abierto a la libertad de
expresión, ataque del que existen numerosos precedentes siempre protagonizados
por los partidos de la foto de Colón. Ataque que en este caso, se basa en dos
factores perfectamente claros e identificables: uno, en el contexto de unas
tormentosas negociaciones entre la derecha salvaje, la derecha oportunista y la
derecha condenada por los tribunales como organización criminal para repartirse
la tarta del poder en el ayuntamiento y la comunidad de Madrid, sumar puntos
por parte de los chicos del “valor seguro” ante los chantajistas del soufflé para que aflojen un poco la
tenaza en la que les han metido. Dicho de otra forma, complacerles en su afán
por reinstaurar la censura franquista con una actuación que sin duda, complace
a los votantes de la caverna. Dos, hacer una demostración de sus intenciones,
una demostración de poder. Decir bien alto y dejar bien a las claras que la
finca es suya de nuevo, y que van a ejercer de dueños y señores de ella.
Hace algunos años, publiqué un libro de
investigación y reportajes, La Caza de
Brujas acerca de la censura y la persecución política y judicial que se
organizó desde los medios de comunicación de la derecha, sus firmas más
reconocidas en el entorno ultra –Alfonso Rojo, Ussía, Losantos, etc.- el
Partido Popular y el gobierno Aznar contra los grupos y artistas más relevantes
del rock vasco, al calor de la inefable “guerra contra el terrorismo”
auspiciada desde la administración Bush en 2001-2002, que sirvió como la coartada
perfecta para iniciar una campaña inquisitorial contra todo discurso disidente
de la “verdad oficial” y que se centró en un estilo musical con un fuerte
componente reivindicativo y contestatario como el rock en el estado español, y
más específicamente en los grupos de rock vascos con un mensaje más duro contra
la represión que las y los jóvenes vascos sufrían desde los años 80 y la
implantación del tristemente célebre Plan ZEN del ministro Barrionuevo.
En ese libro, argumenté, expliqué y mostré como al final los tribunales de justicia absolvieron a los principales acusados de supuestos delitos de apología del terrorismo –SoziedadAlkoholika, Su Ta Gar, BerriTxarrak- en tanto en cuanto nunca se aportó por parte de la acusación ni de la fiscalía una sola prueba que estuviera dotada de la suficiente apoyatura jurídica para sustentar una acusación así, dándose además el escandaloso y bochornoso caso de que cuando un grupo ultraderechista intentó hacer estallar un artefacto explosivo en una actuación de Fermín Muguruza en Barcelona, los responsables de este atentado terrorista en grado de tentativa nunca pisaron la Audiencia Nacional. En cambio, Fermín Muguruza sí tuvo que comparecer ante esta instancia judicial denunciado por alguien como el alto cargo de la guardia civil Rodríguez Galindo, quien por su condición de miembro de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) y participación en actividades de terrorismo de Estado, en 2000 fue condenado a 71 años de prisión por secuestro y asesinato y a la pérdida de empleo y grado en su carrera dentro de la Benemérita.
Una vez más, y obviamente coincidiendo con el
regreso de la derecha a Madrid, en este caso además apoyada y amedrentada por
los ultras herederos de Blas Piñar, por desgracia lo narrado en ese libro, que
debería formar parte del pasado, de un pasado negro por supuesto, pero pasado
al fin y a la postre, vuelve a ser actualidad.
Un último apunte sobre la hipocresía que rodea todo este lamentable asunto, más allá de la constatación de que Madrid vuelve a las tinieblas y de que la lucha contra la censura, la represión y la arbitrariedad va a ser muy cruda: recordemos, en información facilitada por Público, como el rappero Brecho KV, administrador de Komando Vikálvaro, un grupo de rap de la localidad madrileña, ha sido “sancionado administrativamente” por lucir públicamente una pegatina en la que se leía la frase “Almeida Carapolla, seremos tu peor pesadilla”, ejemplo muy significativo de las intenciones de este nuevo consistorio. Ante esta ofensiva ultra, será muy necesaria una implicación y un compromiso lo más intenso posible con la defensa de la libertad de expresión y la solidaridad con los represaliados, cosa que en el mundo del rock, y así hay que decirlo porque es verdad, apenas se vio cuando se desató la caza de brujas contra Soziedad Alkóholika o Su Ta Gar, en donde muchos músicos, periodistas y seguidores del rock supuestamente “reivindicativos”, bien por miedo o por oportunismo, adoptaron posturas difícilmente justificables.
Termino esta reflexión con el twit de César
Strawberry sobre lo sucedido, y que me parece que es la más acertada conclusión
a todo lo expuesto. “Tenemos un partido
en la alcaldía condenado por corrupción. A ver si lo suspendéis también”.