Nota de la redacción:
Los tres partidos que gobiernan el Ayuntamiento de Madrid: PP, C’s y Vox, han decidido de forma unilateral y sin proporcionar la menor información, sin hablar con el Consejo rector o los trabajadores de M21RADIO, cerrar la señal de esta emisora. No es buena noticia la desaparición de un medio de comunicación, y se mire por donde se mire representa un nuevo atentado a la libertad de expresión.
Creada en 2016 de la mano de Ahora Madrid, formación que gobernó el Ayuntamiento de Madrid desde 2015 hasta 2019, esta emisora ha tenido un “carácter eminentemente formativo, social y cultural”, como han dicho El Sindicato de Periodistas de Madrid (SPM) y la Federación de Sindicatos de Periodistas (FESP) en su declaración de condena a este cierre.
Las personas que han trabajado en esta emisora, así como un gran número de profesionales del periodismo han denunciado y criticado también la desaparición de este medio.
Desde Espacio crítico nos sumamos a estas condenas y lamentamos que se haya dado un paso atrás en la salvaguardia del derecho constitucional a la información.
Dos personas que han trabajado en esta emisora, con recorridos y experiencias muy distintas, denuncian también este cierre y, desde sus vivencias personales comentan su paso por la emisora. Ayer publicamos el artículo de Mariano Muniesa, especialista en música rock que trabajó dos años en M21, y a continuación publicamos el de Jacobo Rivero, que fue coordinador-director de Madrid Destino y uno de los fundadores de esta emisora.
Equipo Espacio Crítico
——————————————————–
En una serie de programas que realizó el maestro Antonio Benamargo dedicado a Camarón para la radio municipal de Madrid M21, el flamencólogo José Manuel Gamboa señalaba sobre los inicios del genial cantante de San Fernando: “La juventud nunca ha tenido buena prensa”. Algo así ocurre cuando se habla sobre el proyecto de la Emisora Escuela M21 y la situación actual en la que el Ayuntamiento de PP y Ciudadanos, con el apoyo de Vox, han clausurado el proyecto en un auténtico ejercicio de ‘apagón informativo’ más propio de una dictadura que de una democracia.
En el verano de 2015, poco después de que Manuela Carmena fuera elegida alcaldesa de Madrid, el Ayuntamiento planteó la recuperación de la emisora de radio municipal, un proyecto que se había iniciado tímidamente en 1987, pero que a partir de la década de los noventa había tomado cuerpo como Onda IMEFE para prácticamente desaparecer en 2005. Ocurría que en 2015 el Ayuntamiento mantenía la frecuencia en el 88.6 de la FM y algunas instalaciones, más bien precarias, en un centro de formación de empleo del distrito de Barajas.
La lógica sobre la que reconstruyó la radio municipal era la de crear una escuela de radio que se vertebrara alrededor de la información cultural y de servicio público de la ciudad. Una suerte de escuela de formación con prácticas reales que estuviera apoyada por programas en directo y dinámica de radio profesional. Con ese objetivo se fueron tejiendo alianzas en diferentes direcciones. Por un lado con escuelas de radio y universidades, por otro con entidades de la ciudad que pudieran estar interesadas en participar y por último con la contratación de una estructura fija y permanente –que sirviera tanto para la emisión profesional como para la formación– a la que se sumasen colaboraciones en programas semanales para estructurar un relato cultural lo más completo posible.
Estructuralmente la radio se constituyó como una colaboración entre tres organismos municipales: la Agencia para el Empleo (propietaria de la frecuencia y encargada de una parte de la formación radiofónica), el Área de Portavoz (para la información de servicio público) y Madrid Destino (para la información cultural y las contrataciones de personal). Se realizó entonces un diseño de necesidades en relación a los contenidos y se apuntó la necesidad de cubrir de manera estable la información municipal, la formación radiofónica educativa, la estructura técnica, el trabajo con las redes sociales y dos turnos de magazine radiofónico diario –uno de mañana y otro de tarde–, con una dirección provisional que coordinara el trabajo entre las tres entidades y que además desarrollase las bases para un concurso público que determinara a través de un proyecto la dirección artística de M21.
Los puestos estructurales salieron a concurso y determinaron la estructura de plantilla estable de M21 –se pedían experiencia mínima de diez años en radio y se valoraba sus conocimientos en formación–, a la que se sumaron tres puestos de la Agencia para el Empleo para coordinar los procesos formativos y un asesor técnico del Ayuntamiento para la implementación de los nuevos estudios y necesidades dotacionales.
A partir de ahí se pensó en las necesidades de colaboraciones para que la radio tuviera desde el primer momento peso y personalidad, también para que cumpliera el objetivo de ser una referencia en la agenda cultural de la ciudad de Madrid. La idea sobre la que pensé la primera parrilla, en mi condición de coordinador e impulsor del proyecto, era la de abarcar la mayor cantidad de géneros y relatos culturales de la ciudad. De esta manera se buscaron programas que tuvieran que ver artes escénicas, cine, libros, poesía, danza, deporte, derechos humanos, cómics e ilustración, música… Sobre esta última se proyectó que hubiera programas que hablasen de flamenco, rock, pop, jazz, blues, hip hop… y también sobre la cultura musical en un sentido amplio.
En los primeros meses se recibieron más de mil propuestas. Hubo cantidad de solicitudes de programas y un ingente número de reuniones de todo tipo. Desde individualidades a entidades, asociaciones, grupos culturales, etcétera. Finalmente estructuramos la parrilla con alrededor de sesenta programas externos. Se quedaron fuera muchísimas propuestas, algunas excelentes pero que por distintos motivos no encajaron. Colaboraciones que más allá de los programas fijos y diarios de la estructura de M21 pudieran dar coherencia y peso a una parrilla diaria y continuada en radio. Había nombres históricos de la radio junto con gente joven que acababa de empezar, una mezcla que sumada a las personas que venían a trabajar por programas de inserción laboral y estudiantes en prácticas construyeron en la redacción una atmósfera electrizante.
En paralelo, a partir de la que sería ya la emisión estable de contenidos en febrero de 2017 se sacó una revista mensual ilustrada, a modo de radio leída, que coordinaba, en lo referido a los encargos y selección de dibujos, Enrique Flores: M21 Magazine. En la publicación había una sección ilustrada dedicada a los programas de radio (“La radio por dentro”) y dos páginas dedicadas al desarrollo de la escuela donde las personas que venían a trabajar o hacer prácticas pudieran expresar su opinión sobre la experiencia. El único requisito que tenían era “no hacer la pelota”. Este formato de revista de la radio se mantendría hasta la incorporación en septiembre de 2018 de las nuevas directoras de la emisora, ganadoras de un concurso público al que se presentaron quince proyectos, Ángeles Oliva y Toña Medina.
Es importante señalar que los programas sobre los que se configuró la primera parrilla fueron seleccionados de manera temporal. Nunca fue el ánimo crear una radio fija y a perpetuidad con la misma parrilla desde el primer día hasta la jubilación de cada una de las emisiones. Siempre se señaló que para las colaboraciones M21 era una “radio de paso, no de permanencia”. Básicamente porque el pilar fundamental era la formación radiofónica, como había sido Onda IMEFE y como nos parecía tenía sentido ser una emisora escuela. En la formación se incluía el hacer radio de verdad, emitiendo en directo, junto con personas con experiencia. En ese sentido lo que sí fue una premisa es que esos programas tuvieran una remuneración decente dentro del atomizado mundo que vivimos del periodismo.
Ángeles Oliva y Toña Medina lograron la plaza de directoras con un proyecto titulado “La radio que soñé. Una radio poliedro, aspersor, plaza”. Fueron elegidas por un jurado plural con extensa experiencia en radio. Fue el más completo de un grupo en el que también hubo otras propuestas interesantes, pero que fue seleccionado por la importancia que daban a la formación, la construcción de un mapa sonoro de la ciudad y la creación de una atmósfera radiofónica propia e identificable. En la medida de que ellas eran las que tenían que diseñar la nueva etapa plantearon cambios en la estructura de prioridades de gasto y voluntad de cambios en la parrilla lógicos. Así las cosas decidieron no renovar algunos programas de la primera etapa. Una lógica sobre la que no está de más recordar que siempre se pensó M21. Obviamente a alguna gente no le sentó bien y otra se adaptó para ir hacia nuevos proyectos.
En cualquier caso, la situación actual es de cierre cautelar. No hay apenas información sobre el futuro de la Emisora Escuela M21 y desde el Ayuntamiento de Almeida lo único que llegan son insultos, datos falsos y acusaciones absurdas. Es muchísima la gente que ha pasado en este tiempo por M21, mucha la que se ha acercado con una ilusión tremenda, mucha la que ha entrado por primera vez en el Palacio de Cibeles y ha roto la distancia enorme entre institución y ciudadanía. Son muchos los sonidos y los relatos y sin duda hubo fallos, como no podía ser de otra manera, pero lo que está claro es que M21 fue y es un proyecto de ciudad con voluntad de expresarse desde la independencia, la pluralidad y la libertad. Tres conceptos que por lo visto molestan, como ocurría con la juventud y el desparpajo de Camarón.