A medida que el confinamiento va quedando atrás podemos analizar con más detalle qué ha ocurrido, porque todo ha sido muy nuevo. ¿Todo? Bueno todo no, porque, por ejemplo, la falta de reconocimiento a lo que aportan los inmigrantes a nuestras sociedades no se ha modificado.
Los inmigrantes han sido uno de los pilares en los que se ha sustentado nuestra sociedad para resistir el confinamiento (que ha sido confortable para las personas de rentas medias o altas) en buena parte porque los inmigrantes han sido fundamentales para mantener muchas de las estructuras básicas de producción, distribución y venta, trabajando además en los puntos más peligrosos de todas las cadenas.
Muchos inmigrantes se han jugado el tipo para cubrir las necesidades básicas de todos, lo que nos han permitido salir adelante en el confinamiento.
Los temporeros de la fruta, por ejemplo, han seguido en las mismas extremas condiciones de siempre en un momento de hipocondría colectiva, durmiendo en las calles de Lleida, sin medidas higiénicas, desprotegidos contra el Covid-19 como ha señalado la plataforma Fruita amb Justicia Social. Solo se han habilitados pabellones para los temporeros enfermos de Covid-19
O los mataderos que han sido en numerosos países una auténtica ratonera para muchos inmigrantes: el vivir hacinados en las propias fábricas, trabajando a bajas temperaturas (lo que incrementa la peligrosidad del Covid 19) ha hecho estragos entre los trabajadores. Así, la Cadena Tyson, una de las principales procesadoras de carne en Estados Unidos, pasó en un solo mes de 1.600 empleados afectados a 7.000, según un análisis del Washington Post. Un reciente estudio de Food & Environment Reporting Network, organización sin ánimo de lucro, estimó que había por lo menos 17.000 contagiados.
O toda la cadena afectados en la plantas procesadoras de pollos del polígono industrial de Azambuja al norte del área metropolitana de Lisboa. O sin ir tan lejos en Huesca dos empresas cárnicas han llegado a tener a más del 25% de los trabajadores afectados.
Ya tenemos bastantes datos que nos confirman que el Covid-19 ha tenido un efecto mucho más letal en los grupos sociales con rentas bajas (como los inmigrantes). Es de destacar la afectación de la comunidad filipina en Londres o la de los afroamericanos en Estados Unidos. O la mucho mayor afectación en distritos como o Moratalaz en Madrid o Nou Barris en Barcelona, donde los datos de movilidad nos indican que era mucho más alta que en el resto de Madrid y Barcelona.
Los aplausos para el personal sanitario han sido muy merecidos, pero otra gente también se ha jugado la vida. Una vez más, como Ulises en la Odisea, los inmigrantes son los nadie.
Y no tardaremos en ver que pronto habrá quien encima les echará la culpa de la crisis.
*Artículo publicado en Diario Público: https://blogs.publico.es/joseba-achotegui/2020/06/01/por-la-regularizacion-ya-de-los-inmigrantes-que-se-han-jugado-el-tipo-por-todos-en-el-confinamiento/