Conversación con Marta Pazos, directora de escena
El próximo domingo, 10 de noviembre, se estrena en Santiago de Compostela la ópera A Amnesia de Clío, una producción de Voadora en coproducción con el Consorcio de Santiago–Real Filharmonía de Galicia, el Centro Dramático Galego y Amigos de la Ópera de Santiago, y que ha contado con la colaboración de diversas instituciones gallegas.
Una Beca Leonardo a Investigadores y Creadores Culturales 2017 ha hecho posible la realización de esta ópera. Compuesta por Fernando Buide, con libreto de Fernando Epelde y bajo la dirección musical de Paul Daniel, la dirección escénica está a cargo de Marta Pazos, con la que conversamos en Espacio Crítico.
Espacio Crítico (EC): No es fácil estrenar una ópera nueva, contemporánea, y menos una obra que tiene un marcado acento feminista. ¿Cómo lo habéis hecho posible? Prácticamente todo el equipo sois de Galicia ¿te has sentido como en casa?
Marta Pazos (MP): Hay mucho talento en Galicia. Sí, me he sentido como en casa. Lo decía el productor en la presentación: siento orgullo de que hayamos podido levantar un castillo como este aquí, una ópera de este tipo, enorme. Una ópera contemporánea es muy difícil de escribir, de estrenar, de poner en pie. Es importante apoyar este tipo de proyectos porque, claro que es fantástico poner en pie Aidas y Toscas, Cármenes y Otelo, etcétera, eso es muy necesario, pero es muy importante estrenar óperas nuevas que se representarán en el futuro. Y hacer así historia.
EC: La ópera se estrena el 10 de noviembre en Santiago, el mismo día de las elecciones. ¿No puede perjudicaros esta coincidencia?
MP: En absoluto. Ya tenemos el auditorio completo. Las entradas se agotaron en cuanto se pusieron a la venta. El Auditorio tiene un aforo para más de mil espectadores. Nosotros ya teníamos la fecha mucho antes de que se convocaran las elecciones. Pero a mí me parece una de esas coincidencias fabulosas, que una obra que habla de arte y política se estrene el mismo día que se celebran estas elecciones tan importantes.
EC: Clío es la musa de la historia y de la poesía épica. Fernando Buide explica que la trama arranca de una serie de personajes reales a partir de los cuales se construye una especie de distopía. El personaje femenino está inspirado en diferentes mujeres fuertes del siglo XX, que se convierten de alguna manera en Clío.
MP: Así es, pero tengo que matizar que la idea de la ópera es de Fernando Epelde, él es el autor de la historia.
EC: Me comentaste este verano, la última vez que nos vimos, y también lo he leído en varias entrevistas tanto en prensa escrita como en la radio que habéis pensado en Cicciolina como personaje principal. ¿Es así?
MP: No, no es exactamente así. Esa fue la primera idea, pero por diversas circunstancias que no vienen al caso la hemos cambiado. El libreto es maravilloso, la composición es fantástica. Y está mal que yo lo diga, pero la puesta en escena es muy buena. Y hemos preferido que en este escenario Clío sea un personaje que es el compendio de muchas mujeres. Nos fuimos al germen y hemos reflejado en Clío a muchas mujeres que han sido irreverentes y han ocupado espacios que no les pertenecían. Mujeres a nivel mundial; tal como es ahora Clío, el personaje principal, la musa convertida en genio, la obra queda mucho más completa. La acción comienza en 2019 y anuncia un futuro distópico. Esta ópera ha sido una aventura vital, hemos aprendido mucho en todo el proceso de creación en el que llevamos años trabajando.
EC: También son sorprendentes los personajes antagonistas de Clío: George Bush hijo, Angela Merkel, la sargento estadounidense Leslie Zimmermann, que se convierten también en personajes casi de ficción. Pueden parecer personajes grotescos ¿Tiene algo de bufo esta ópera?
MP: Para mí no es nada bufa, en absoluto. Es un libreto muy cinematográfico, en mi opinión tiene más que ver con ese tipo de cine de intriga, de alta política, un poco shakespeariano, por qué no decirlo, de intrigas de palacio. Cicciolina era la guinda del pastel pero era un peso muy grande en el proyecto. Ahora es como si se hubiera retirado un velo. Ahora todo gira en torno a Clío, este personaje que es el reflejo de muchas mujeres. Creo que así queda más universalizado.
EC: ¿No te asusta el peligro de una empresa tan arriesgada?
MP: No me asusta en absoluto. Generalmente no tengo miedo cuando me meto en un proyecto. Si no no me metería en nada, no haría nada. Siempre tengo curiosidad y veo lo que puedo aprender. También llevo la escenografía. Para mí ha sido un trabajo muy complejo.
EC: ¿Cuánto tiempo lleváis trabajando en este proyecto?
MP: Dos años.
EC: ¿Hay una atmósfera de sexualidad en esta ópera?
MP: La sexualidad está latente: juegos de poder en el arte y la política. Y esto tiene que ver en mi opinión con el sexo. Hay mucho de seducción. Todo el mundo de la política es seducción, captación. En el trabajo con los solistas ha habido una labor en la que yo les he pedido que suban la temperatura del horno. Para mí, por ejemplo, esto ocurre con el trabajo de Sebastià Peris, el barítono; él hace el papel de un personaje deleznable pero hay que sacarle su parte magnética, su parte sensual. Tiene que haber algo de eso para reflejar el sexappeal de la política, y lo mismo pasa en el arte. Aquí es donde se ve reflejada toda la historia de las musas, cómo aparecen, cómo están colocadas, desnudas, en los museos.
EC: ¿Y Clío?
MP: El personaje de Clío es una mujer de 66 años. Me encanta que tenga esa edad. La soprano, Raquel Lojendio, es muchísimo más joven, pero hemos trabajado esa sensualidad desde un lugar en el que ya ha pasado de todo. Hemos construido un personaje muy magnético. Ella está soberbia porque además hemos tenido la suerte de trabajar como se hacía hace muchos años, cuando sabías para qué soprano ibas a componer. La partitura está compuesta para Raquel. El movimiento de escena está hecho para ella, conociendo yo sus características y virtudes. Por ejemplo, ella tiene formación de ballet clásico y le hemos hecho una escena de puntas. No sé qué soprano interpretará este papel en el futuro pero en esta ópera el traje ha quedado brillante porque está hecho para ella, a su medida. Lo mismo ocurre con Marina Pardo (Leslie Zimerman), que es un personaje real. Es una soldado que aparece en un mural pintado por G. Bush y aparece en internet contando su experiencia en la guerra de Iraq. Cuando ella vuelve, se ve desde una perspectiva femenina todo ese legado que nos recuerda a los soldados volviendo de Vietnam. Una mujer que era madre, que se fue a Iraq y cómo vuelve; toda esa historia posterior de los veteranos. Marina Pardo hace una recreación de la historia de esa veterana, que es un personaje real, y en una puesta en escena que también es pictórica. Yo soy muy técnica como directora, hago un control corporal muy limpio. Tiene que trabajar muchísimo la contención, la emoción. La clave para mí es también el trabajo de la coreógrafa Rut Balbís con la que yo he trabajado muchos años y ha hecho un trabajo muy bueno con ellos. No hay ni un solo movimiento gratuito, todo está medido, es como un cuadro. No es lo mismo que pongas la mano así o así. No hay puntada sin hilo. Es un trabajo de orfebrería.
EC: ¿Qué parte tiene el azar en el éxito de esta aventura-empresa?
MP: En mi vida artística lo tiene todo. Yo soy una persona que me siento muy conectada desde niña con las señales, con el azar. He aprendido a lo largo de los años a darle valor a las señales, a escucharlas. Trabajo no solo desde la racionalidad de la cabeza, sino todo lo contrario, cada vez voy desterrando más esto y conectándome con lo invisible. Lo utilizo en la escena. Por eso toda la casuística, el azar, las casualidades, las cosas mágicas también, que tienen un peso muy importante en mi obra. No sigo los cauces al uso. Pienso que la revolución también viene por ahí. Hay muchas cosas que se relacionan más con el universo femenino, y que muchas veces están relegadas a un ocultismo. Para mí la intuición es un ingrediente básico. Empecé en el año 99, llevo 20 años dirigiendo. Ahora trabajo desde la tranquilidad de que mi intuición tiene una validez. Ahora sé que las cosas que pasan, pasan por algo, por eso no tengo miedo, no me asusto.
De repente apareció la oportunidad de contratar a dos bailarines gemelos; eso era lo que necesitaba la puesta en escena. Una puesta en escena que habla todo el tiempo de dos mundos, de un paralelismo que es como un díptico de los cuadros que dialogan; esa es la puesta en escena. Y cuando aparece dos bailarines gemelos yo no me sorprendo, yo celebro. Y eso tiene que ver con mi propia situación dentro de este mundo. También observo el contexto: Clío es una musa artística y entra en el mundo de la política. Yo soy una directora que viene de la vanguardia española y se mete a dirigir ópera en un mundo, el de la lírica, en un contexto donde las estadísticas dicen que hay mucho trabajo por hacer, en un ámbito donde las Temporadas de Igualdad sí que tienen una gran labor por delante. Las directoras de ópera en España se pueden contar con los dedos de las manos.
EC: vais a Santiago, A Coruña y Ourense, después de Galicia, ¿tenéis pensado ir a más sitios?
MP: Sí, pero no lo voy a decir todavía.
Pues muchas gracias y te deseo mucha mierda, como decís en el teatro y la ópera.