Alianza «más allá del crecimiento»

Nerea Morán y Fernando Prats

Arquitectos, miembros del Foro Transiciones y coautores de Ciudades en movimiento y BIORREGIONES; de la globalización imposible a las redes territoriales ecosostenibles

Imagen de andreas160578 en Pixabay.

 POLICRISIS[i] Y NUEVOS PARADIGMAS TERRITORIALES

 Vivir bien sin sobrepasar los límites ecológicos requiere transiciones fundamentales en los sistemas de producción y consumo (…) y necesitará cambios profundos en las instituciones, las prácticas, los estilos de vida y el pensamiento predominante (Agencia Europea de Medioambiente. SOER 2015).

Afrontamos un cambio de ciclo histórico. Una crisis de los paradigmas civilizatorios dominantes que afectando a múltiples temáticas -desde los Derechos Humanos a la democracia, la desigualdad, la economía o la convivencia en paz- está estructuralmente condicionada por la creciente desestabilización de los ecosistemas que mantienen la vida actual amenazando la existencia de los seres que habitamos la Tierra.

Medio siglo después de que se produjeran importantes advertencias sobre la insostenibilidad de las lógicas socioeconómicas vigentes[ii], la prevalencia de las tesis que desprecian la relación termodinámica de la economía con el universo físico, junto al interés de los principales poderes institucionales y económicos por priorizar la acumulación de capital y el consumo indiscriminado están desbordando los límites biofísicos del planeta. Así lo confirman las investigaciones del Instituto Postdam de la Universidad de Estocolmo; en la figura 1, se muestra la rapidez del desbordamiento de dichos límites y si en 2019, tres de ellos (de 7) ya habían sobrepasado los valores críticos, en 2023 ya son seis (de 9) los que lo hacen.

Figura 1. LA EVOLUCIÓN DE LOS LÍMITES BIOFÍSICOS ENTRE 2009 Y 2023.
Universidad de Estocolmo.

Las fragilidades del sistema de ciudades mundializado

Realmente, sorprende que la intensidad del debate sobre el alcance de las transformaciones generales o en el campo de la energía/clima, la economía o la desigualdad, no se acompañe de discusiones similares con relación a su proyección territorial. Esa correlación existe y se refleja en la fuerte expansión de las conurbaciones y las grandes metrópolis que, impulsadas por la revolución industrial y las lógicas de acumulación de capital, constituyen los nodos territoriales clave de la civilización actual.

Abordar esa discusión, requiere tomar en consideración algunas de las fragilidades estructurales de un sistema urbano que se ha ido configurando en torno a las grandes metrópolis con planteamientos cada día más alejados del mundo natural:

Desterritorialización y resiliencia limitada. Se trata de un sistema piramidal, artificial y desterritorializado, estructurado a partir de un centenar de ciudades globales[iii], que ha ido perdiendo los lazos cooperativos con sus hinterlands, estableciendo relaciones de dependencia y dominación sobre territorios lejanos, aumentando su vinculación con logísticas de larga distancia muy vulnerables a costa de reducir sus stocks de resistencia frente a las crisis y apostando por sistemas de gestión cibernéticos cada vez más complejos y frágiles.

Metabolismos urbanos insostenibles.  Las ciudades concentran el 50% de la población mundial(70% en Europa) y, con procesos metabólicos abiertos y huellas ecológicas que desbordan ampliamente sus biocapacidades, generan el 70%-80% del PIB, del consumo energético, de los materiales/residuos y de las emisiones de carbono y otros contaminantes. Todo ello convierte a los sistemas urbanos en los focos clave del aumento de la entropía en la biosfera, poniendo en cuestión la viabilidad de sus lógicas y fundamentos en un mundo desbordado.

La dimensión del desafío climático. Las ciudades, con sus extensas estructuras desnaturalizadas y con el efecto isla de calor, son tremendamente vulnerables a los eventos causados por el cambio climático, en forma de precipitaciones, temporales y temperaturas extremas, singularmente cuando se sitúan en el litoral. Más allá de las pérdidas materiales causadas por estos eventos, debemos considerar el impacto en la salud de sus habitantes y la necesidad de adaptar los espacios y equipamientos públicos como refugios climáticos, buscando soluciones colectivas. Por otra parte, resulta imprescindible que las metrópolis con mayor huella de carbono se descarbonicen rápidamente para evitar escenarios climáticos insostenibles.

Se trata de un esfuerzo descomunal que en la UE[iv] (objetivo 0 emisiones antes de 2050) implica rehabilitaciones energéticas de entidad en más del 75% de las viviendas existentes y la activa implicación de millones de actores en complejos procesos que no tienen precedente en la historia moderna de nuestras ciudades. Hoy, a falta de una visión institucional amplia sobre la extraordinaria dimensión social del cambio energético, faltan iniciativas de información e incorporación de la ciudadanía al proceso, por lo que es previsible que se produzcan conflictos sociales de entidad en torno a este tema.

Lógicas socioeconómicas que promueven la desigualdad y el conflicto. Más allá de configurarse como escenarios clave de la crisis democrática, las grandes ciudades se han convertido en espacios privilegiados para la acumulación de capital y la cultura del consumo. De hecho, la especulación inmobiliaria junto a la privatización de bienes y servicios relacionados con la reproducción social (vivienda, sanidad, educación, espacio público, etc.) se está traduciendo en el aumento de la desigualdad, segregación y precarización de sectores significativos de la población[v]. En un marco de creciente malestar y conflicto, la incidencia laboral, social y cultural inducida por la expansión de la inteligencia artificial en manos de las grandes tecnológicas, tendrá una indudable influencia sobre la proyección de la crisis civilizatoria en el medio urbano.

En un marco de policrisis global y de crecientes contradicciones territoriales, cabe imaginar que, a falta de transformaciones profundas que hoy no se perciben, las crisis generales y locales se multipliquen, poniendo en cuestión los relatos que imaginan el futuro de las ciudades como espacios satisfactorios de vida, bienestar y convivencia.

Nuevos paradigmas y redes territoriales ecosostenibles

Enfrentar los procesos de desestabilización en los que estamos inmersos, requeriría alumbrar y desplegar nuevos paradigmas civilizatorios centrados en preservar la vida (en su sentido más amplio) y posibilitar existencias dignas a todas las personas y comunidades.

Ese gran objetivo, requeriría interpretar las transiciones ecosociales como procesos capaces de compatibilizar en pocas décadas la recuperación de los límites biofísicos (áreas en rojo en la Figura 1) con la preservación de vidas humanas saludables y dignas. Tal planteamiento ha sido esquematizado por K. Raworth(2012) en la Figura 2, donde se delimita un “espacio seguro y justo para la humanidad” comprendido entre un “suelo social” (proyectado por 11 indicadores clave de la Agenda 2030) y un “techo” ambiental (limitado por los 9 límites de la biosfera identificados por el Instituto Postdam).

Figura 2. UN ESPACIO SEGURO Y JUSTO PARA LA HUMANIDAD. K. Raworth.

En BIORREGIONES; de la globalización imposible a las redes territoriales ecosostenibles(2023), coordinado por el Foro Transiciones, se apuntan posibles vías para avanzar en esa integración sostenible entre vida natural, existencia humana y territorio. Lógicamente, dada la envergadura del tema, se trata de una reflexión inicial que adapta las aportaciones de precursores como P. Geddes, E. Howard, L. Mundford o A. Magnaghi, a las extraordinarias condiciones planteadas por la policrisis y el cambio de ciclo histórico.

En ese marco, el concepto biorregional se entiende como una construcción social a partir de espacios geográficos y humanos reconocibles, con la suficiente complejidad para abordar la territorialización de la economía, la cultura y la política y para compatibilizar de forma sostenible las relaciones ciudad-campo-naturaleza, ofreciendo un soporte de vida digno y justo a sus habitantes. El metabolismo biorregional debe optimizar sus recursos endógenos e impulsar procesos de adaptación y circularidad para afrontar de forma resiliente y sostenible las emergencias energéticas, climáticas y alimentarias propias de las transiciones ecosociales.

No se trata de un modelo cerrado, en cada ámbito concreto se pueden generar redes y relaciones territoriales específicos, a partir de los recursos, tecnologías, conocimientos y comunidades existentes, asumiendo que algunos territorios se encuentran en una situación deficitaria de cara a satisfacer las necesidades de su población en proximidad, y de revertir la degradación de sus recursos y la insostenibilidad de sus metabolismos.

La configuración biorregional se vislumbra como procesos abiertos, flexibles y contradictorios con carácter de anticipación o de adaptación defensiva frente a los procesos de desestabilización general. Planteamos tres consideraciones al respecto: 1) la propuesta, alejada de planteamientos autárquicos, se concibe como una red de cooperación interregional compatible con la existencia de instituciones de otros rangos; 2) la plasmación de tales redes podría iniciarse en España como procesos de transición a partir de las actuales Comunidades Autónomas; y 3) inicialmente, más allá de propiciar el debate social en torno al relato bioregional, sería prioritario reformular las políticas regionales clave, establecer alianzas transregionales para optimizar la complementariedad de sus potencialidades[vi]e  impulsar redes cooperativas intrarregionales con contenido ecosocial (por ejemplo, comunidades energéticas, recuperación de redes hídricas privatizadas, cooperación en la cadena alimentaria, etc.).

En la citada publicación sobre las biorregiones, además de algunas referencias europeas a cargo de A. Matarán y D. Fanfani, se describen un par de aproximaciones al tema en España. La primera con el título Madrid ciudad región (N. Morán), trata sobre las posibilidades abiertas por la reterritorialización regional a partir de una estrategia biofísica y agrícola que, partiendo del valor potencial de trazas preexistentes, podría llegar a multiplicar por 7 (hasta el 35%) la capacidad de autoabastecimiento alimentario de la Región. La segunda, Aproximación a Álava Central como biorregión (F. Prats y J. Orive), utiliza el “donut” de Raworth para realizar el diagnóstico sobre el grave desbordamiento biofísico de la zona, así como posibles agendas de cambio que permitirían recuperar escenarios de sostenibilidad ecosocial en dicho territorio.

En todo caso, conviene insistir en que la posible configuración de los nuevos paradigmas generales y territoriales solo se producirá como una construcción social alumbrada por las prácticas sociopolíticas vinculadas a los procesos de transición. Y, observando las movilizaciones sociales que están surgiendo en nuestro país “desde abajo”, resulta interesante destacar las que se están produciendo en Canarias y Baleares (y en otras partes del litoral) denunciando las consecuencias finales de modelos de desarrollo depredadores que acaban arruinando la vida de sus poblaciones. De hecho, las denuncias sociales articulan una diversidad de temas que van desde el desbordamiento de los límites turísticos y biofísicos, la vulnerabilidad de la dependencia exterior o el desigual reparto de la riqueza, hasta los bajos salarios, las precarias condiciones de trabajo y de vida o la imposibilidad de acceder a una vivienda a precios asequibles. En el fondo, bien podría interpretarse que lo que subyace en las protestas sociales de estos archipiélagos es la reclamación de nuevas alternativas sistémicas capaces de interpretar las claves de una nueva época.

Notas:

[i] Término utilizado por E. Morin en los años 70 para referirse a un futuro determinado por la concatenación de crisis multitemáticas interrelacionadas que configura una nueva etapa histórica.

[ii] Más allá de otros precursores, cabe referirse a las aportaciones de J. Lovelock y la Hipótesis de Gaia de 1969 (publicado en 1979), de N. Georgesku Rohen en La ley de la Entropía y el proceso económico en 1971, de Los límites del crecimiento del MIT y el Club de Roma en 1972 y la celebración de la Cumbre de Estocolmo en 1972. Todas ellas, contribuyeron a renovar, con escaso éxito, la interpretación de la economía, su relación con la biosfera y su dependencia de las leyes de la Naturaleza, advirtiendo cómo las lógicas vigentes tendían a provocar una crisis ecosocial de alcance global.

[iii] El concepto de “ciudades globales”, popularizado por la socióloga Saskia Sassen en 1984, se refiere al centenar de metrópolis que actúan como catalizadoras socioeconómicas y desde las que se dirige la economía global.

[iv] Directiva (UE) 2024/1275 del Parlamento Europeo y del Consejo de 24 de abril de 2024 relativa a la eficiencia energética de los edificios.

[v] R. Florida, investigador en las universidades de Toronto y Nueva York, tras analizar la reciente evolución social de las principales ciudades en EEUU y la UE, publicó en 2018 The new urban crisisdonde expresa cómo en las ciudades con más éxito en el marco de un capitalismo internacional extraordinariamente competitivo se están produciendo los mayores aumentos de las desigualdades, la precariedad y las amenazas a la paz social, con la consiguiente expansión del “malestar urbano” y el descrédito de las instituciones.

[vi] Los trabajos del Observatorio Bio/Ebro en torno a la posible creación de la Biorregión Cantábrico-Mediterránea (2021) apuntan las ventajas que se podrían obtener en campos como la huella ecológica, la energía, la descarbonización y los materiales, a través de la cooperación entre las 8 CCAA constituyentes.