En conversación con Mosab Abu Toha

Joselyn Michelle Almeida

Escritora y traductora

Mosab Abu Toha y Karim Hauser durante el acto de presentación de 'Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído' en Casa Árabe. Fotografía de Agustín Martín Francés

Mosab Abu Toha es un poeta, ensayista y periodista palestino. Su ópera prima, Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído: poemas desde Gaza (ediciones del oriente y del mediterráneo, 2024; en inglés Things You May Find Hidden in My Ear, City Lights, 2022), obtuvo el Premio del Libro Americano 2022, el Premio del Libro de Palestina 2022, el Premio de Poesía Derek Walcott 2022, y fue nombrado finalista del Premio Nacional del Círculo de la Crítica en Poesía. Forest of Noise [Bosque de ruido] (Knopf, 2024), su segundo libro, fue publicado en octubre.

Esta entrevista se llevó a cabo el 1 de diciembre, después de que Abu Toha terminara su gira por Francia y España, donde estuvo en Madrid y Barcelona.

Gracias por hablar conmigo hoy mientras te preparas para una nueva gira de conferencias por varias ciudades de los EE. UU. Para mí fue un gran privilegio y una profunda alegría recibirte en la Ciudad de Cibeles y dialogar hoy sobre Palestina, Gaza y tu poesía.

Empecemos con la poesía si te parece. Una de las cosas que más me inspira de tu obra es cómo el poder lírico y elegíaco de tu poesía también se nutre de su relación con la historia. Pienso en poemas como «Qué es hogar», «Mi abuelo y el hogar» o «La metralla busca la risa» de Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído, y «Cuaderno de Gaza 2021-2023» o «De rodillas» de Bosque de ruido. ¿Qué relación hay entre tu poesía y la historia de Palestina?

Muchas gracias por el tiempo que pasamos juntos, aunque fue muy poco. Espero que la próxima vez tengamos más tiempo; me gustaría hacer un recorrido por Madrid, una visita de verdad porque tuve, ya sabes, un tiempo muy limitado en la ciudad. Tuve entrevistas con los periódicos y el evento, así que la próxima vez espero poder hacer una visita adecuada.

Como poeta palestino, no puedo separar mi poética de la historia en la que nací. No creo que nadie pueda separar su propia vida de las circunstancias en las que nace. En mi caso, nací de padres que nacieron en campos de refugiados, y cuyos padres también fueron refugiados desde 1948. Así que toda mi poesía es sobre nuestro destierro y nuestra patria, nuestra tragedia como personas que han experimentado el trauma y la muerte y la pérdida ininterrumpidamente. No recuerdo un solo día sin amenaza de muerte en Gaza, donde nací en 1992. No recuerdo un año en el que no haya perdido algo; cuando no fui capaz de hacer algo; cuando me privaron de mis derechos humanos básicos, de viajar, de encontrarme con amigos y familiares de afuera o incluso cercanos, quiero decir. Es imposible no pensar en la historia de Palestina.

Somos personas conscientes y somos también conscientes de la historia de esta catastrófica ocupación que empezó incluso mucho antes de 1948, durante el Mandato Británico con la promesa que hizo Arthur James Balfour en 1917 a los sionistas de darles la tierra de Palestina para crear su propia patria en la patria de un pueblo que ya existía desde hacía siglos. Y que tenían sus vidas, su vida cultural, su vida social, su vida económica— teníamos muchas ciudades que exportaban productos al mundo exterior. Pero sabemos que el momento presente que estamos viviendo es el resultado de esta historia, de estos años que fueron testigos de la entrega de nuestra patria a extranjeros, a personas que nos son foráneas. Todavía estamos sufriendo las secuelas de toda esta historia.

 ¿Qué se siente al volver a Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído en Francia y en España para presentar las traducciones al francés y al español del mismo?

Creo que ha sido una experiencia muy importante para mí ver cómo la gente reacciona a mi poesía en inglés y también en español y francés. Me di cuenta de que la recepción de mi poesía en otros idiomas es igual que en inglés. Y esto significa que la poesía en sí misma es un lenguaje, independientemente del idioma en el que esté escrita. Y también me encantó escuchar mis poemas recitados en un idioma diferente que no entiendo, ya que solo hablo inglés y árabe. Sí, fue importante ver cómo se perciben los poemas en otra lengua, pero también me puso de relieve que la poesía en sí misma es un lenguaje que se puede sentir independientemente del idioma que estemos usando para traducirla.

¿Hay escritores del mundo iberoamericano que hayan entrado en tu lista de lecturas?

Lorca, por ejemplo, y Pablo Neruda.

Pablo Neruda respondió a Walt Whitman, algo que has hecho en tu obra, cuando respondes a voces como la de Whitman, la de Allen Ginsberg, la de Audrey Lorde…

… También Edward Said, Adorno …

 … Entonces, cuando respondes a estos escritores canónicos de la literatura angloamericana y mundial, ¿qué estás haciendo? Pienso que es un momento importante en tu obra.

Sí, como ser humano estoy en conversación, en contacto con esas personas que vivieron décadas antes. Tengo un poema inédito que escribí hace años que se llama «Una respuesta desde Gaza al soneto 18». Estoy en conversación con estos autores. Soy un artista que vive en una época distinta y en un lugar diferente y hago las cosas de otro modo porque he vivido una vida diferente.

El tipo de generación que Ginsberg describió es distinto a mi propia generación. Mi generación nunca ha podido salir de Gaza. Han perdido a muchos familiares. Han vivido en tiendas de campaña. Han pasado semanas y meses buscando agua, comida, pañales y medicinas para sus hijos, o para sus madres, o sus familiares enfermos.

¿Dirías que esta conversación es un correctivo del Sur Global, especialmente en ese poema a Ginsberg, donde reescribes el conocido verso de Aullido, «Vi las mejores mentes de mi generación»?

Sí, creo que vivimos en diferentes partes del mundo, el tipo de cosas con las que estamos luchando… Hay ironía.

Das una lectura irónica a ese texto. De algún modo, estás empoderando a los lectores para que realmente cuestionen las premisas… Despiertas la duda de que tal vez Ginsberg no vio lo suficiente.

No solo él, sino también las personas que lo leen. Sé que Ginsberg es alguien que viajó por diferentes partes del mundo, pero sin incluir Gaza. Él vivía en su propio mundo, pero yo he vivido en su mundo y también en mi propio mundo. Desgraciadamente, su mundo —no él en particular— sino su mundo, que es Occidente, hablando de América, es responsable del tipo de mundo en el que estoy viviendo. Quiero decir, en Gaza, en Palestina. No influí en su generación. No traje nada malo a su país.

No me refiero sólo a mi generación, sino también la generación de mi padre, la generación de mi abuelo y también la generación de mi bisabuelo, que también murió en un campo de refugiados.

Has sugerido que la poesía es su propio idioma. ¿Cómo contrarresta la narrativa hegemónica difundida por los principales medios de comunicación y otros actores? ¿Cómo resiste la poesía?

Creo que la poesía revela la narrativa hegemónica que se pronuncia diariamente por parte de las entidades políticas, los países, los gobiernos, las personas racistas… La poesía expone la verdad sobre lo que está sucediendo después de que se construyen tales narrativas. La poesía revela que conoces la verdad de lo que significa estar en el poder. Aquí hablo del poder militar y del poder político. Así que destapa la atrocidad, lo que hay detrás de estas narrativas hegemónicas que destruyen no solo a las personas sino también el lugar, la geografía de las personas, y las desplazan e incluso borran todo lo que les pertenecía. La poesía muestra que lo que la gente en el poder dice tiene como consecuencia la destrucción de tierras y personas.

La poesía pone de relieve lo que está sucediendo, porque los medios simplemente no están haciendo su trabajo, no solo porque muchos medios son parciales, sino también porque Israel está impidiendo que los periodistas vayan a Gaza y cubran lo que está sucediendo. Así que la poesía está haciendo esto para mí.

Has señalado que hay continuidades importantes entre Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído y Bosque de ruido. ¿Qué continuidades y diferencias importantes hay?

Creo que los poemas de Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído tratan sobre lo que  sucedía en Gaza y siguió sucediendo incluso después de que se publicara el libro; mientras que los poemas de Bosque de ruido tratan sobre algunas de las cosas nuevas que Israel cometió después del 7 de octubre, por ejemplo: la destrucción, no solo de casas sino también de barrios enteros, el bombardeo masivo de las ciudades, el enterramiento de familias bajo los escombros durante meses, el hecho de que tantos cadáveres fueran devorados por perros y gatos hambrientos.

Nunca vi estas cosas cuando estaba escribiendo Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído y nunca he vivido un asalto militar de estas dimensiones (el más largo que viví fue en 2014, que duró unos 51 días), pero con este estamos hablando de 423 días, sin cesar. Hambruna. Cortar la luz, el agua, el combustible, las medicinas, perder a tantos miembros de mi familia, perder a algunos de mis alumnos, el bombardeo de la escuela donde enseñaba, el bombardeo de mi casa y todo lo que tenía. Este es el tipo de diferencias… como mi experiencia al ser secuestrado por el ejército israelí.

En resumidas cuentas, lo que recogen los poemas de Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído volvió a suceder en 2022, 2023 y ahora en 2024 a mayor escala.

Para enlazar esto con lo que dijiste sobre el presente continuo de la historia palestina y la tragedia y catástrofe de Palestina…

Sí… Me refiero al hecho de que escribo un poema y sé que no es un poema sobre algo que sucedió, sino sobre algo que sucederá una y otra vez… así que esto es lo que hace que mis poemas y los poemas de otros autores palestinos sean diferentes de otra poesía. No digo que seamos las únicas personas que realmente estamos experimentando aquello sobre lo que escribimos, quiero decir que no estamos escribiendo sobre algo que sucedió y que terminó. Escribí un poema sobre una niña y su padre, y sé que hay muchas otras niñas, padres, niños y madres asesinados de la misma manera, y sé que volverá a suceder.

Hace un año y dos semanas, la FDI te secuestró cuando te dirigías al paso de Rafah mientras tú y tu familia intentabais salir de Gaza. Lo describes en un artículo en The New Yorker y en el poema «De rodillas» de Bosque de ruido. Este evento traumático subraya cómo Israel ha atacado en Gaza a otros intelectuales y escritores, médicos, abogados…

El objetivo de cualquier ocupación es hacer la vida lo más miserable posible, y esto se puede hacer mediante el asesinato de médicos, periodistas, escritores y profesores universitarios con su familia. Esto es un crimen en sí mismo. Me refiero al hecho de que nosotros en Gaza, nosotros en Palestina, ya no tendremos a nadie como esta persona que fue asesinada. Imagina cuánto tiempo le tomó a esta persona ser quien es, ya sea un médico, un cirujano, un profesor universitario, un poeta, un artista o un ingeniero. Imagina cuánto tiempo le llevó estudiar y adquirir más y más experiencia, convertirse en un experto en su campo. Imagina cuánto tiempo nos llevará reemplazarlo. Esto es un doble crimen de guerra. No solo porque mataste a alguien, sino porque privaste a su comunidad, a su gente, de lo que podía ofrecerles, ya sabes, antes de que lo mataran, antes de que el genocidio llegara a su fin. Así que este es un hecho devastador del que todo el mundo debería ser testigo.

Entre las grandes pérdidas que el mundo llora contigo está la de tu profesor y amigo poeta Refaat Alareer, cuya obra completa, Si debo morir: poesía y prosa, llevabas contigo cuando llegaste a Madrid. ¿Podrías hablarnos un poco sobre cómo te influyen su amistad y su trabajo?

Creo que la influencia de Refaat ha tocado a todos los que lo conocieron o incluso a personas que nunca lo conocieron, porque Refaat no solo fue un artista de la palabra, sino también un profesor de literatura comparada y escritura creativa. Así que fue mentor de muchos escritores jóvenes. No mío directamente, pero su presencia, sus palabras, su propia escritura influyeron en mí y en todos los que llegaron a conocerlo o a leer su trabajo. Nos dejó un mensaje muy, muy fuerte, su poema más famoso «Si debo morir». Él nos hizo… sabes… luchar por seguir con vida porque hay mucho que hacer. Y para ello debemos mantenernos vivos.

Mosab Abu Toha y Karim Hauser durante el acto de presentación de ‘Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído’ en Casa Árabe. Fotografía de Agustín Martín Francés

«Si tengo que morir, tú debes vivir para contar mi historia». La historia que Refaat nos sigue pidiendo que contemos no es solo su historia personal, porque lo personal en Palestina es lo colectivo. La historia de Refaat, que perdió a su hermano Hamad en 2014, que perdió su casa, que con su esposa perdieron alrededor de 100 parientes —y estoy seguro de que muchos más fueron asesinados después del 7 de octubre— es la historia de la pérdida, es la historia del desplazamiento. Es la historia de la educación, no solo de la educación de su pueblo, sino de la gente que vive fuera, que nunca ha podido ser testigo en Gaza.

Lo que estábamos intentando como escritores era proyectar las historias hacia afuera y también atraer a la gente a nuestra historia: traer la gente a Gaza, traer la gente a Palestina, traer la gente a Yaffa, la ciudad de mis abuelos.

¿Cómo consideras tu obra en relación con otros escritores palestinos, tanto los conocidos como Mahmoud Darwish y Fadwa Tuqan, o voces más contemporáneas, como Dareen Tatour y Dalia Taha, o Samer Abu Hawwash y Marwan Makhoul?

Creo que mi trabajo complementa el trabajo de otros escritores, desde Mahmoud Darwish e incluso antes hasta las voces contemporáneas, como, también podemos agregar aquí a Refaat Alareer. Cada experiencia palestina es distinta, aunque sea similar, pero también en muchos aspectos es distinta de otras experiencias. Mahmoud Darwish, que nació pocos años antes de la Nakba, que vivió en el exilio durante muchos años de su vida y que murió en Palestina (murió en Estados Unidos, pero vivía en Ramala, en Cisjordania). También está Fadwa Tuqan, que vivía en Cisjordania. Tenemos a Dareen Tatour, que vive en Reineh, una ciudad árabe de Galilea que desde 1948 forma parte del Estado de Israel, y luego a gente como Samer, que vive en el exilio. Hay tantas historias diferentes, a pesar de que somos el mismo pueblo palestino, vivimos en Palestina, pero vivimos en diferentes partes de Palestina, en circunstancias diferentes. Incluso la experiencia de Refaat es diferente de la mía: Refaat perdió a un hermano, yo no perdí a un hermano y espero no perder a ninguno. Fui secuestrado por las fuerzas israelíes; Refaat no lo fue.

Sus historias son diferentes a la mía, pero seguimos hablando de la misma ocupación, estamos hablando del mismo asesino, del mismo opresor. Y estamos hablando de las mismas personas que están siendo oprimidas. Y estamos hablando de diferentes fases de la ocupación, ya sea la ocupación militar, ya sea los puestos de control, ya sea la invasión militar, ya sea el asedio, ya sea la vida en el exilio y no poder regresar a tu patria. Nosotros, como poetas y escritores palestinos, describimos el mismo paisaje desde distintos puntos de vista. Tenemos diferentes experiencias al respecto. Nunca he estado en otras partes de Palestina. Mahmoud Darwish tuvo que vivir en el exilio durante años. Y muchos de estos escritores nunca han podido ir a Gaza debido al asedio y la ocupación.

En estos momentos, Israel sigue llevando a cabo una destrucción en Gaza que, como ha dictaminado la CIJ, es un crimen de guerra y de lesa humanidad, especialmente en el norte de Gaza, donde has perdido a treinta y un familiares —el más reciente, tu tío Said Abu Toha—, y tu familia inmediata y la familia de tu esposa siguen en situación de peligro. ¿Cómo crees que la esfera mediática internacional está respondiendo a esta emergencia y a la aplicación por parte de Israel de lo que se ha denominado «el plan del general»?

Creo que el mundo le ha fallado al pueblo palestino al seguir apoyando a Israel incondicionalmente, pero también al abandonar al pueblo palestino frente a ese Estado bárbaro. Imagina cuánto le cuesta al mundo enviar un camión de medicinas o un camión de alimentos o un camión de mantas a la población de Gaza que se enfrenta a este invierno, un invierno muy duro, en tiendas de campaña. Y es muy, muy lamentable ver que Estados Unidos, cada vez que los medios de comunicación preguntan al Departamento de Estado sobre el «plan del general», responde: «Hablamos con nuestros socios israelíes, y dijeron que no, que no están llevando a cabo este plan». Eso fue hace dos meses. Y ahora estamos viendo lo que está pasando, y lo están haciendo, y no tenemos ninguna respuesta de esta Administración. Por lo tanto, no solo son cómplices, sino que son socios del genocidio. Y los medios de comunicación que guardan silencio sobre estas cosas también son socios del genocidio.

Percy Shelley dijo que «los poetas son los legisladores no reconocidos del mundo» y cualquier lector encontrará que esto es especialmente cierto en tu obra, testimonio del genocidio que está ocurriendo en Gaza mientras hablamos. ¿Qué significa, en tu opinión, que la poesía atestigüe? ¿Cómo puede un lector atestiguar?

Creo que el poeta, en mi caso, es el que experimenta de primera o segunda mano las atrocidades que él y su pueblo están viviendo. Porque viví en Gaza toda mi vida y me fui en diciembre del año pasado, lo que significa que no viví ni experimenté lo que estaba sucediendo después del 2 de diciembre. Ha pasado un año para mí desde que estuve en Gaza; mañana es el aniversario. Pero esto no significa que yo, como poeta, como alguien que experimentó tantas cosas, no pueda describir los sentimientos de lo que significa vivir algo que vi o leí. Tengo la habilidad, tengo la capacidad de escribir sobre cosas que les pasaban a mis padres o a mis abuelos, o a mis hermanos y sus hijos, o a mis primos. Así que soy testigo, no solo porque viví esto, sino porque lo viví antes, y sé lo que significa vivirlo una y otra vez.

Y los lectores pueden atestiguar como seres humanos. Porque creo que parte de nuestra humanidad es nuestra capacidad de empatizar con las personas. Ese es el reto. Sé que la gente en Occidente, quiero decir, el 90% o tal vez el 95% —no sé cuántos— el 90% de la gente nunca ha vivido la guerra, y esto no es algo malo, es algo bueno, y espero que este sea nuestro destino también. Pero creo que es responsabilidad de la gente de Occidente, cuyos gobiernos contribuyen al genocidio de mi pueblo y a la ocupación de mi país, dar testimonio siguiendo nuestros medios de comunicación, siguiendo nuestras historias, leyendo nuestro trabajo, amplificando nuestras voces. No es suficiente atestiguar, sino que también es importante atraer a otras personas para que atestigüen contigo. La empatía en términos de que la gente se dé cuenta de que ellos pudieron ser los que nacieron en Gaza, los que nacieron en Palestina, los que nacieron en Siria, o el Líbano, o Yemen, o Libia o en Ucrania también.

El modo elegíaco en tu obra no solo lamenta la pérdida, sino que también recuerda. ¿Dirías que tu énfasis en la memoria abre una puerta inesperada hacia el futuro más allá del horror inconcebible del presente?

Cuando hablamos de pérdida, hablamos de la pérdida del pasado y del presente, y no solemos hablar de la pérdida del futuro, de los recuerdos que pudimos tener con las personas que perdimos o los lugares que perdimos. Así que el duelo por la pérdida no trata solo de recordar tus experiencias pasadas, tus momentos pasados con lo perdido, ya sean personas o cosas o lugares, sino también el duelo por la pérdida del tipo de vida que hubieras tenido con estas personas o cosas. Y también la pérdida de la noción del tiempo. Tras 14 meses qué tipo de recuerdos podríamos tener. La gente de Gaza solo puede preocuparse por el próximo minuto, los próximos dos minutos, el tipo de noticias de última hora que van a recibir.

Como poeta, creo que durante 435 días no hemos podido crear un solo grato recuerdo. No tenemos ningún control sobre lo que vamos a hacer en los siguientes minutos. No podemos proteger los recuerdos que teníamos porque Israel está destruyendo personas, casas y lugares, y no podemos crear recuerdos que nos encantaría tener con personas que podemos perder en cualquier momento. Pero creo que el papel de la poesía es tratar de crear los recuerdos que podríamos tener y honrar la memoria de las personas que ya no están con nosotros.

Notas:

Joselyn Michelle Almeida es autora de Condiciones para el vuelo (2019) y Los ejes del astro (2024) y traductora de Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído: poemas desde Gaza del poeta palestino Mosab Abu Toha, así como ensayos sobre literatura árabe traducida y libros sobre literatura anglo-hispánica. Es miembro del consejo editorial de la Revista Banipal de literatura árabe moderna y de la asociación de investigadores científicos National Council of Independent Scholars. Contacto: @jma9.bsky.social

Espacio Público damos las gracias a Agustín Martín Francés por la cesión de las fotografías que ilustran este artículo.