A los grandes sellos editoriales les salen grietas

Lourdes Lucía

Entrevista a Emilio Sánchez Mediavilla

Emilio Sánchez Mediavilla es uno de los fundadores de Libros del K.O, una editorial creada por tres amigos hace ahora ocho años. Su punto de partida es el periodismo y en su catálogo se pueden encontrar desde clásicos como Josep Plá o Julio Camba a periodistas actuales como Enric González o Ramón Lobo.

Su línea editorial se basa en la publicación de libros, crónicas periodísticas que cuentan historias reales y que les han llevado a tener algún serio disgusto como fue el secuestro de Fariña (Nacho Carretero), pero también grandes éxitos como este mismo título o el reciente El director de David Jiménez.

1.  El sociólogo Pierre Bourdieu  alertaba hace 20 años de las concentraciones editoriales en grandes grupos que en la actualidad están llegando a controlar hasta el 80% de la producción editorial, la distribución y la prensa cultural,  conduciendo el campo literario hacia su valor más comercial. Para una editorial pequeña, competir en esta situación es una tarea complicada, pues es cierto que la labor de una empresa editorial es saber dar salida a la creación literaria, pero también tiene que obtener los recursos suficientes para poder seguir existiendo. Es una tarea nada fácil en estos tiempos en los que también están cambiando los hábitos de ocio a una velocidad de vértigo. ¿Cómo se os ocurrió crear una editorial?

Han pasado casi diez años desde la primera vez que Álvaro y yo empezamos a hablar de montar una editorial, y la verdad es que sigo sin tener muy claro de dónde surgió la idea. Ninguno de los dos, ni del resto de amigos que luego se unieron, teníamos la más mínima experiencia en el mundo editorial. Personalmente, yo siempre había fantaseado con montar una revista, y tal vez eso sea Libros del K.O.: una revista por otros medios.

A pesar de la concentración editorial, a los sellos grandes les siguen saliendo grietas: me gusta pensar que las editoriales pequeñas (no me convence el apellido independiente, es un eufemismo irreal) cada vez somos más capaces de meter la cuchara en su pastel, pero tampoco conviene hacerse ilusiones.

Aunque la concentración empresarial, en cualquier sector, siempre es inquietante, ni yo mismo me creo la división simplista entre grandes malas y heroicas pequeñas buenas. Ni tampoco creo que lo comercial tenga que ser obligatoriamente un concepto negativo. Un editor debe aspirar siempre a que sus libros tengan la máxima difusión posible; otra cosa es que no estés dispuesto a hacer según qué cosas para conseguirlo. Pero todos los editores queremos vender más. En cualquier editorial, grande o pequeña, son los best sellers los que te permiten luego publicar títulos más arriesgados y minoritarios.  

Y sí, como lector no le veo ninguna ventaja a la concentración editorial, pero yo, como editor pequeño, también estoy obligado a mirar para dentro y reconocer que las pequeñas nadamos en una precariedad que luego extendemos al resto de nuestros colaboradores. Muchas editoriales pequeñas están funcionando con la misma lógica que los sellos más grandes: inundar el mercado de novedades a un ritmo delirante.

De izquierda a derecha: Álvaro Llorca, Alberto Sáez y Emilio Sánchez Mediavilla, fundadores de Libros del K.O.

2. El secuestro de Fariña os supuso muchos perjuicios pero también os dio publicidad, levantó una oleada de solidaridad entre libreros, lectores, intelectuales. ¿Cómo valoras este respaldo? ¿Se echa de menos más colaboración y menos competencia en el mundo del libro?

La reacción de los medios y del sector fue fabulosa, recibimos muchísimo apoyo desde el primer momento. El gremio de libreros de Madrid estuvo muy activo desde el primer día y nos apoyaron con campañas tan originales como Finding Fariña (una herramienta con la que se podía leer el libro a través de El Quijote). Su apoyo directo y decidido hizo mucho más ruidoso el silencio del Gremio de Editores, al cual pertenecemos. Seguimos esperando algún mensaje.

Creo que sí existe simpatía y complicidad entre las editoriales pequeñas, pero seguramente, salvo excepciones (Contexto, por ejemplo), no hayamos sido capaces de transformar esa amistad en una plataforma con capacidad de cambio. En la feria del libro nos saludamos, nos tomamos unas cervezas, compartimos miserias, pero luego todos volvemos a nuestras cuevas a seguir peleando cada uno por nuestro lado. A modo de excusa, creo que la inseguridad y la precariedad del sector nos paraliza: estamos demasiado preocupados en sobrevivir como para crear asociaciones o plataformas conjuntas. Y es un error.

3. Hablemos de El director, vuestro último éxito. ¿Cómo os llegó el libro? ¿Fue un encargo o fue el propio autor quien os lo entregó?

Fue el propio David Jiménez el que se puso en contacto con nosotros. Ya había escrito el libro y ya tenía ofertas de otras editoriales, por eso me hace especial ilusión que eligiera al K.O. David rechazó ofertas mucho más jugosas y se arriesgó con nosotros. Fue valiente (además de por el contenido del libro) porque una cosa es hablar con simpatía de las pequeñas y otra, llegado el momento, rechazar a una editorial grande por un sello como Libros del K.O.

4. Circula una viñeta en la que se dice: “Libertad de prensa: dícese de aquello que practican muchos periodistas cuando los despiden”. Según cuenta Jiménez, hay periodistas, los que ocupan los puestos más altos, que han aceptado prebendas para decir los que sus amos quieren. Pero en la situación actual de total precariedad que sufren la mayor parte de los profesionales de la prensa, ¿hasta qué punto se es libre para informar con imparcialidad, objetividad e independencia?

Obviamente, un libro como El Director no lo puede escribir un periodista veinteañero ochocentista. Porque no puede inmolarse tan joven y porque tampoco hubiese tenido acceso a las esferas de poder que narra David en su libro. La precariedad limita la libertad, pero no solo en prensa, sino en cualquier oficio, el editorial incluido.

5. Hay quien plantea que El director es una especie de venganza de David Jiménez por haber sido despedido, pero tengo entendido que se negó a firmar la cláusula de confidencialidad, que le hubiera proporcionado mucho dinero, precisamente para poder ser libre y contar lo que dice en este libro. ¿Es así?

No conozco todos los detalles del acuerdo de David con El Mundo. Lo que sí cuenta él es que en ese documento se incluyó una cláusula que recogía su “libertad de expresión constitucionalmente reconocida”. En esas palabras se ampara para poder escribir el libro.

David recibió dinero del periódico porque se trató de un despido improcedente después de 20 años de trabajo. Algunos críticos, supuestamente de izquierdas, han usado la indemnización como arma para desprestigiar el libro porque, claro, todos sabemos que una indemnización no es un derecho laboral, sino un regalo de la empresa ante la que solo cabe agachar la cabeza y callarse la boca.

 Es un error leer el libro como una venganza. Hay algunos puñales, pero el libro trasciende la “historia de redacción”: su gran valor es cómo describe el ataque del poder político y económico a la prensa. Quienes se quedan en la primera lectura (cotilleo de redacción) y obvian la segunda (denuncia de la corrupción con casos concretos y nombres y apellidos), están teniendo un ataque de corporativismo. Si un exdirector de banco escribiera unas memorias de este tipo, ¿cuántos de esos periodistas le recriminarían la “deslealtad”?

6. Entre los autores de vuestro catálogo hay 52 hombres y 11 mujeres. Es decir, sólo un 21% son autoras femeninas. ¿No hay mujeres periodistas o no son suficientemente buenas para Libros del K.O.?

Sí, claro que hay muchísimas mujeres periodistas, con talento de sobra para publicar en la editorial que quieran. Esos números que das están descompensados por la colección hooligans ilustrados (más de 20 títulos) en los que todos los autores son hombres. Bueno, eran: el 27 de mayo Lucía Taboada y Marta San Miguel se convertirán en las primeras Hooligans Ilustradas. Pero sí, en nuestros inicios hace ocho años había un claro reflejo machista del que no éramos conscientes. Nuestras amigas nos lo decían y nuestra primera reacción era ofendernos: “¿pero qué decís?”. Y respondíamos con excusas: “¿qué le vamos a hacer si no nos llegan apenas propuestas de autoras?”. Nuestra mirada ha cambiado completamente y en los últimos años el reparto de voces en nuestro catálogo es muchísimo más variado.

7. El deporte ocupa un lugar importante en vuestras colecciones. En España hay millones de personas que oyen a través de la radio los programas deportivos, especialmente los dedicados al fútbol. En estos programas hay una inducción constante al juego y a la apuesta, fomentando la ludopatía, uno de los grandes males actuales de nuestra sociedad que está afectando sobre todo a la gente más desfavorecida, y en especial a mucha gente joven. ¿Os habéis planteado tratar este tema en algún momento?

Sí, es un tema que ha salido en varias conversaciones. Pero, como ocurre con todos nuestros libros, a este tema hay que buscarle un enfoque, una estructura, un tono, una trama, que lo haga interesante en formato libro.  

Muchas gracias y mucha suerte