¡Europa, despierta! En busca de un futuro en un mundo sin brújula

Paco Cantero

Coordinador de ATTAC Madrid

Macron y Von der Leyen, el pasado 17 de febrero en París. DPA vía Europa Press

El crepúsculo de un orden y el alba de lo desconocido

En un mundo marcado por crisis económicas, tensiones geopolíticas y emergencias climáticas, el debate sobre la sostenibilidad del capitalismo ha cobrado fuerza. Estamos en un periodo de transición, no solo hacia otro modelo, sino a otro sistema aún indefinido, pero con total seguridad, influenciado por la tecnología, la inteligencia artificial y la conquista del espacio. Hoy, este modelo iniciado en 1945 se desmorona. No es solo el fin de una era: es el colapso de las reglas que creíamos inmutables. La inteligencia artificial redefine el poder, la lucha por recursos como el litio y las tierras raras sustituye a las guerras por petróleo, y dos visiones antagónicas (soberanistas y globalistas) libran una batalla silenciosa por el alma del siglo XXI.

Europa, sin embargo, navega este vendaval como un barco sin timón. Mientras Washington y Pekín compiten por la supremacía tecnológica, y Moscú teje alianzas en África y Asia, la Unión Europea se debate entre la irrelevancia y la división interna. Este artículo no es un lamento, sino una brújula que propone una hoja de ruta audaz para evitar que el continente que inventó la democracia moderna se convierta en un museo de sueños rotos.

I 1945-2025: Del sueño liberal al laberinto de incertidumbres

El orden de postguerra se sustentó en una premisa simple: la interdependencia económica evitaría nuevos conflictos. Funcionó… hasta que dejó de hacerlo. Cuatro grietas han fracturado sus cimientos:

1. El ascenso de China: En 2001, cuando ingresó en la OMC, su PIB era el 4% del global; hoy supera el 18%. Controla más del 69% de la producción de tierras raras (esenciales para paneles solares y misiles) y el 80% de las baterías de litio. Su proyecto Made in China 2025 busca dominar diez sectores estratégicos, desde la robótica hasta la biotecnología.

2. La revolución digital: Los datos son el nuevo petróleo. Empresas como Google o Alibaba tienen más influencia que muchos Estados, y algoritmos de IA deciden desde préstamos bancarios hasta estrategias militares.

Es importante saber que el 90% de los avances en IA provienen de EE.UU. y China. Europa invierte 20.000 millones anuales en el sector, frente a los 130.000 millones de Washington y Pekín.

3. La acumulación de capital: A partir de la década de 1980, con el auge del neoliberalismo, se aceleró un proceso de concentración de riqueza en manos de élites corporativas y financieras, facilitado por la desregulación, la evasión fiscal sistémica y la financiarización de la economía. Este fenómeno no solo amplió brechas sociales, sino que distorsionó los mecanismos democráticos, el poder político se volvió crecientemente sensible a los intereses de lobbies y conglomerados, marginando las demandas ciudadanas.

4. La crisis climática: Vemos como cada año, grandes incendios, a la vez que importantes inundaciones se producen en todo el planeta, o la sequía provoca hambre y desplazamientos como la que afectó al Cuerno de África, que forzó el desplazamiento de 40 millones de personas.

Esto es solo el prólogo.

Pero hay una cuarta grieta, más profunda: el enfrentamiento entre dos poderes económicos y políticos irreconciliables:

II Soberanistas vs. Globalistas: Una guerra fría económica

El auge de los soberanistas: Cuando las fronteras regresan

Los soberanistas no son un partido político, ni tienen ideología, son una corriente capitalista libertaria que atraviesa continentes apoyándose y financiando a las extremas derechas de cada país para alcanzar el poder político. Su bandera es el rechazo a la globalización, a la que culpan de la desindustrialización, la migración masiva y la pérdida de identidad. Su estrategia se basa en tres pilares:

Proteccionismo económico: Subsidios a industrias nacionales, aranceles a importaciones, y control estatal de sectores estratégicos.

Alianzas con líderes autoritarios: Desde Viktor Orbán en Hungría, Erdogan en Turquía o Putin en Rusia. También mantienen una estrecha alianza con la derecha religiosa.

Narrativa del miedo: “Ellos contra nosotros”, Ellos son las élites globalistas, los migrantes, las instituciones supranacionales. Nosotros es la nación, la tradición, la seguridad.

Recientemente han llegado al poder en EE.UU. y su próximo objetivo es Europa.

Los globalistas: Un imperio en retirada

Los globalistas representan el establishment que gobernó el mundo desde el Congreso de Viena (1815). Su poder se basa en tres pilares:

Control financiero: Bancos Centrales, Fondos de Inversión (BlackRock gestiona más de 10 billones de dólares, cifra muy superior al PIB de Alemania y Japón juntos) y las guaridas fiscales.

Influencia política: En partidos políticos tradicionales (Demócratas y Republicanos en EE.UU., PPE y Socialdemócratas en Europa, Conservadores y Laboristas en el Reino Unido) y control de medios de comunicación.

Narrativa del progreso: Libre comercio, apertura de fronteras, y fe en que la tecnología resolverá los problemas ambientales.

Pero su modelo se agrieta:

  • La crisis de 2008 reveló su dependencia de la especulación. Lehman Brothers quebró con activos tóxicos valorados en más de 600.000 millones de dólares.
  • La pandemia expuso la fragilidad de las cadenas de suministro globales: Europa dependía de India para el 90% de sus fármacos genéricos.
  • Su obsesión por controlar el Heartland (la teoría geopolítica de Mackinder que identifica Eurasia como clave para dominar el mundo) los lleva a intentar dividir el territorio ruso y cambiar su sistema político. De ahí, la actual guerra de Ucrania.

Respecto a este último punto, estamos viviendo una situación de tensión bélica con informaciones sobre la amenaza que supone Rusia a Ucrania y a Europa, ante lo cual, merece una profunda reflexión y surgen unas preguntas:

  • ¿De verdad, Rusia con una extensión de algo más de 17 millones de km2 y un problema demográfico al tener solo 143,8 millones de habitantes, supone una amenaza? ¿Qué va a querer de Europa?
  • ¿Por qué el Gobierno de Gran Bretaña, con Boris Johnson a la cabeza, se opuso a las negociaciones de paz que iban a entablar Rusia y Ucrania en Estambul, poco después del principio de la guerra, en unas condiciones mucho más favorables para Ucrania de las que pueda obtener ahora? ¿A cambio de qué se suspendió entonces las negociaciones?

Un aspecto que ha llamado la atención de analistas económicos es el papel estratégico que podrían desempeñar los recursos naturales de Ucrania, en particular sus reservas de tierras raras, en el contexto del conflicto actual. Según estimaciones, cerca del 50% de estos recursos se ubican en territorios actualmente bajo control ruso. Algunos observadores señalan que la incertidumbre sobre el acceso a estos minerales puede generar una volatilidad significativa en mercados financieros vinculados, incluyendo derivados de futuros cuyos valores hoy día se calcula que ascienden a una cifra alrededor de 2.000 billones de dólares, ya que dependen de la estabilidad en la región.

En este escenario, un eventual acuerdo entre Rusia y EEUU podría alterar abruptamente las proyecciones económicas asociadas a estos activos, ya que podrían desencadenar repercusiones en mercados globales, e incluso reactivar tensiones sistémicas comparables, o superiores, a las experimentadas durante la crisis financiera de 2008. Este riesgo subraya la importancia de abordar el conflicto con enfoques equilibrados que prioricen tanto la estabilidad geopolítica como la transparencia en los mecanismos financieros internacionales.

Dentro del ámbito globalista, no son pocos quienes hoy parecen inclinarse más hacia una Tercera Guerra Mundial que hacia un posible cataclismo financiero que generaría un acercamiento entre Trump y Putin. Es probable que actúen bajo el influjo de un síndrome de Masada, aunque con una crucial diferencia: el precio en vidas lo pagan otros.

En definitiva. los globalistas, que prometieron un mundo sin fronteras, hoy son percibidos como una élite desconectada de la realidad. En Francia, Emmanuel Macron, arquetipo del globalista tecnócrata, está perdiendo apoyo entre los franceses, y en Alemania, en sus últimas elecciones, el partido socialdemócrata (SPD) apenas sobrepasa el 16% de los votos.

III Europa: El sueño de una potencia… el riesgo de una periferia

Europa vive una paradoja: es una potencia económica (tercer PIB mundial) pero un enano geopolítico. Seis crisis la estrangulan:

1. Dependencia estratégica:

El 85% de los semiconductores vienen de Taiwán y Corea del Sur. Cuando TSMC paró su producción en 2021 por una sequía, las fábricas de automóviles europeas cerraron durante semanas.

El 40% del gas lo importa de Argelia y EE.UU. a precios cuatro veces superiores a los de 2020.

2. División política

El sistema de votación por unanimidad en el Consejo Europeo hace que cualquier país pueda bloquear decisiones que se tomen.

Francia y Alemania, en su momento motores de la UE, chocan en temas clave: París aboga por una Europa “soberana”; Berlín teme alejar a Washington

3. Crisis demográfica

La UE necesitará 70 millones de migrantes para 2050, pero partidos como Alternativa para Alemania (AfD) demonizan la inmigración

4. Dependencia en Defensa

El debilitamiento del paraguas defensivo estadounidense no se resuelve con incrementos improvisados en presupuestos militares, sino con una planificación estratégica rigurosa. Europa debe realizar un análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas, Oportunidades).

Solo tras este diagnóstico podrá definirse un gasto eficiente, orientado a convertir la defensa en un motor de innovación tecnológica que revitalice la economía europea, sin replicar el militarismo cortoplacista.

5. Guerra de Ucrania

La ayuda europea a Ucrania debe trascender el enfoque reactivo centrado en el envío de armamento. Si bien es imperativo evitar una derrota catastrófica, es hora de priorizar un plan Marshall para la reconstrucción postbélica.

Este enfoque no solo mitigaría el sufrimiento humano, sino que sentaría las bases para una Ucrania funcional, clave en la seguridad futura de Europa.

6. Debilitamiento del Estado de Bienestar y la Democracia

En un contexto de auge de extremismos y desglobalización, Europa no puede permitir que la inversión en defensa eclipse su compromiso con el Estado de Bienestar y la calidad democrática.

La credibilidad de Europa reside en demostrar que seguridad no es solo artillería, sino también cohesión social.

El mayor riesgo: Quedar atrapada entre el nuevo orden tripolar (EE.UU., China, Rusia) mientras que políticamente esté controlada por los globalistas.

IV Reformas para evitar el colapso

1. Federalismo asimétrico: Unidad sin uniformidad

Europa no necesita un superestado homogéneo, pero sí mecanismos ágiles para decidir. La unanimidad en las decisiones del Consejo es un suicidio colectivo. Propuestas:

Mayorías cualificadas en política exterior, defensa, fiscalidad y seguridad, exceptuando la entrada en una guerra.

Parlamento Europeo con iniciativa legislativa: Hoy solo puede modificar propuestas de la Comisión.

Presupuesto ambicioso: Aumentar del 1% al 3% del PIB comunitario, financiado con impuestos europeos (tasa a transacciones financieras, carbono en fronteras, etc.) para financiar estructuras estratégicas.

Reforma del Banco Central Europeo: Democratizando su gestión y permitiendo financiar proyectos estratégicos como la transición verde, sin depender solo de la inflación.

2. Green New Deal: Ecología o extinción

La transición verde no es solo una obligación moral: es una oportunidad económica. Propuestas:

Inversión pública: 500.000 millones anuales hasta 2030 en renovables, redes inteligentes y trenes de alta velocidad.

Leyes audaces: Prohibir vuelos de menos de 500 km (el 30% de las rutas europeas) y coches de combustión en 2030.

3. Autonomía estratégica: De las palabras a los hechos

Ejército europeo: Integrar los 27 ejércitos bajo un único estado Mayor Europeo: Hoy, la UE tiene 1,3 millones de soldados (más que Rusia), pero 18 sistemas de armas incompatibles. Unificar compras ahorraría alrededor de 40.000 millones al año.

Autonomía industrial y tecnológica: Reducir la dependencia de China y EE.UU. en sectores críticos como semiconductores, fármacos, energía, etc.

Control de los Fondos de Inversión: Poner límites a la participación en el accionariado de las empresas europeas evitando posiciones de dominio, sobre todo en los sectores estratégicos.

Diplomacia realista: Revisar las relaciones diplomáticas con Rusia, ya que dispone de los recursos necesarios para el desarrollo económico que Europa no tiene.

4. Justicia social: El antídoto contra el extremismo

La desigualdad alimenta a los soberanistas. En España, el 27,4% de los jóvenes vive en pobreza; en Francia, el 10% más ricos posee el 50% de la riqueza. Soluciones:

Tasa Tobin ampliada: 0,2% a transacciones financieras (se recaudaría entre 80.000 y 120.000 millones anuales)

Impuesto mínimo del 25% a las Corporaciones multinacionales: En 2022, Amazón pagó solo el 0,8% en impuestos en Europa.

Armonizar impuestos a las grandes fortunas y las herencias, eliminando las guaridas fiscales de Europa.

Protección social reforzada: Sistemas públicos de salud, educación y vivienda accesible para todos, financiados y gestionados con fondos públicos.

Conclusión: La última llamada de Europa

En 1950, Robert Schuman declaró: “Europa no se hará de una vez, sino mediante logros concretos”. Hoy, esos logros deben ser audaces. Las reformas propuestas no son utopías: son el precio de la supervivencia.

El futuro no está escrito. En un escenario, Europa será un archipiélago de países envejecidos, peleando por migajas en un mundo tripolar y siendo espectadora de su propio declive. En otro, será una potencia verde, tecnológica y social, capaz de dialogar de igual a igual con Washington, Pekín y Moscú.

El camino a seguir:

Unidad: Quienes defendemos valores progresistas y humanistas debemos priorizar la unidad estratégica, superando diferencias internas. El avance de la extrema derecha, promotora de divisiones y retrocesos sociales, exige cohesión en la defensa de derechos, justicia y democracia. Juntos, en la diversidad, somos un contrapeso necesario.

Innovación: Invertir en IA ética, regulando su uso y prohibiendo la vigilancia masiva.

Formación ciudadana: Para fomentar el pensamiento crítico, el conocimiento de los procesos democráticos y la importancia de la participación ciudadana.

Coraje: Líderes que prioricen el largo plazo sobre el ciclo electoral.