No lo tenía fácil Rosana Acquaroni para superar el magnífico poemario La casa grande. Premio Libro del Año del Gremio de Libreros de Madrid en 2019, logró atraparnos desde el primer verso… LLEVO ALOJADA EN EL CORAZÓN/una bala de plata./La misma que mi madre/no supo disparar. Un libro con tres ediciones y más de 1.000 ejemplares vendidos. Ahora regresa con la publicación del bello, comprometido y descarnado, 18 ciervas; un viaje emocional a través de la palabra poética que nos interpela con el trasfondo de las relaciones personales, el amor, el desamor, la dependencia afectiva, la libertad, la violencia, el perdón…
Un libro lleno de verdad, sin pliegues, sin fuegos de artificio.
La autora se desnuda y nosotros con ella, consiguiendo que, como señala Manuel Rico, director de la colección, el lector no salga indemne.
Hablamos con Rosana Acquaroni en la vorágine de la Feria del Libro de Madrid, con el horizonte de la lectura que realizará el próximo 28 de julio a 1.700 metros de altura, dentro de la segunda edición del festival Lo Sagrado, en plena naturaleza, en los parajes espirituales del Cerro de la Mesa de Navarrevisca.
¿Por qué el título de 18 ciervas?
Tal y como aparece recogido en la nota a pie de página que acompaña al poema nº 5 (pp. 32-33) el título hace referencia a las dieciocho ciervas que hay pintadas con la técnica del tamponado rojo en la cueva prehistórica de Covalanas, en Ramales de la Victoria, Cantabria, y que tuve oportunidad de visitar en el verano de 2018.
Aquella experiencia junto al hombre que amo fue una verdadera revelación. Sentí que el amor es regreso al origen, tal como luego se dice en ese mismo poema. Lo que empezó siendo deslumbramiento, experiencia vital y sensorial, se convirtió con el tiempo en veta poética. Además, supe enseguida que ese sería el título del poemario. La cierva se convierte en imagen dialógica, en voz interior que reverbera junto a la propia voz poética a lo largo del libro. Hay dieciocho poemas numerados que lo atraviesan, lo vertebran y le dan un vuelo simbólico al relato.
HAY ALGO EN TI/de mí/que ya ha tomado cuerpo… Encontramos tres partes diferenciadas en el libro, en las que emerge siempre un deseo de luminosidad, una reivindicación del amor a pesar de todo, de la violencia, del maltrato… y lo autobiográfico de nuevo como fuente de inspiración. ¿Por qué lo autobiográfico? ¿De donde surge esa necesidad?
No sé si calificarlo de necesidad, en sentido estricto. De hecho, no creo en una poesía encharcada de aquello que yo necesite decir. Busco una poesía que sea capaz de decirme y, sobre todo, de decirse a sí misma, para que el lector encuentre, en ese acopio, su propio sentido. Sin embargo, es cierto que La casa grande (2018) marca un antes y un después en mi escritura y que ese sustrato autobiográfico se mantiene claramente en 18 ciervas. Pero, insisto, los restos argumentales por los que el libro transita se han ido articulando a lo largo del proceso creativo nunca de manera deliberada.
Lo que empezó siendo un ars amandi, un libro de celebración del nuevo amor se fue convirtiendo en un libro mucho más complejo donde se abre también la grieta del desamor que lo precede. Una grieta que no busca la reparación sino la reflexión profunda a partir de lo vivido; acerca del perdón, de la culpa, del deterioro de una relación: Cómo el amor pudo llegar a ser disparo, dice uno de los poemas. No hay nada mejor que dar tiempo a los poemarios… Dejarlos reposar y que ellos mismos vayan trazando esa organicidad que necesitan más allá del poeta y sus circunstancias.
Han pasado cinco años desde que comenzaste a escribir 18 ciervas, ahora el libro ha empezado a caminar, a la espera de la opinión de los lectores ¿te sientes satisfecha con los resultados?
El libro encuentra su sentido esencial a partir de 2021. Y es en 2022 cuando se precipita el proceso de escritura y se convierte en obsesión necesaria y en voluntad de cierre. Tengo al mismo tiempo un sentimiento paradójico de plenitud y vacío que no me había pasado con libros anteriores, ni siquiera con La casa grande. Siento que 18 ciervas conjuga verdad y belleza, dos elementos fundamentales de la poesía que me interesa porque son los que consiguen la emoción en el lector que es, en definitiva, quien tiene la última palabra.
Vimos en la presentación en la Biblioteca Eugenio Trías a un público que llenaba la sala y gente sin poder entrar… ¿qué momento vive la poesía?
Estamos viviendo un momento complejo, en el que hay que estar muy atenta: por un lado, la poesía brota en las redes sociales con fuerza, casi, diría, de manera eruptiva, incluso virulenta; y esta nueva manera hipertextual, inmediata, discontinua y multimodal de leer en las redes sociales ha conseguido una apariencia de renacimiento. Pero no es poesía todo lo que navega en las redes. Hay cierta tendencia a la banalización que no le hace bien a la verdadera poesía.
Publicas 18 ciervas en una editorial, Bartleby, que cumple los 25 años. ¿Qué dirías de esta tu editorial?
Creo que solo es necesario navegar por su catálogo para entender la enorme labor que Bartleby lleva realizando desde sus inicios. Su arriesgada apuesta por las ediciones bilingües, por ejemplo. Su apuesta por poetas norteamericanas tan importantes como, por ejemplo, Sharon Olds, que no estaban apenas traducidas y que ahora son y siguen constituyendo un referente inspirador. Su compromiso con la poesía escrita por mujeres… y como dice su editor, Pepo Paz, “la radical apuesta por la pluralidad, la independencia editorial y la calidad de las propuestas poéticas”.
El próximo 28 de julio estarás presentando tu libro en Navarrevisca a 1.700 metros de altura, en un paraje natural donde subsisten peñas sacras y ruinas arqueológicas de templos de diferentes épocas, dentro del festival Lo Sagrado, ¿qué supone para ti presentar este libro en este contexto, teniendo en cuenta que, según señalaba Fanny Rubio, el ciervo es el animal místico por excelencia, símbolo también de lo espiritual? ¿Rescata la poesía lo sagrado?
Para mí será una de las citas más importantes que me regala este libro. Poder recitar en plena naturaleza, rodeada de un paisaje mágico, de piedras cargadas de resonancia y ritos ancestrales va a ser un verdadero lujo. Lo sagrado es el lugar de la poesía, su espacio natural. Por otra parte, la figura de la cierva está presente en múltiples iconografías tanto occidentales como orientales, así como en muchas literaturas: desde el antiguo testamento, San Juan de la Cruz, hasta llegar al luminoso poema de la cierva blanca de Jorge Luis Borges, pasando por la cultura grecolatina, celta, etc. Espero que toda esa carga vibre en Navarrevisca esta vez a través de 18 ciervas.
18 ciervas Rosana Acquaroni Bartleby Editores/2023