La bolsa o la vida

Francisco Altemir

“¡Cuán gritan esos malditos ¡” “Don Juan Tenorio por José Zorrilla

Hubo silencio y también grandes voces que enrarecían los sentidos solo con el ruido atroz de sus gestos vacuos” Alberto Corazón

Rosa María Artal es un lujo del periodismo español actual. Por esa razón L´Associació de Dones Periodistes de Catalunya le acaba de conceder un premio a su trayectoria periodística que ha recogido personalmente.

Rosa se distingue por la defensa que hace en sus escritos de la dignidad de todos, sobre todo de los más desvalidos. Graham Greene decía en una de sus novelas algo parecido a “nadie conoce mejor la religión que el pecador”. De igual forma pienso que solamente el que ha recibido algún tipo de humillación en su vida (como yo) puede sentir en el hondón del alma la humillación que sienten otros. De otra forma no me explico la sensibilidad patente en todas sus obras.

Cito, también de memoria, un refrán francés que creo que utilizaba Pierre Benoit: “Mi padre ha vendido el arado y se ha comprado un tambor” Con la edad y la jubilación muchos afortunados conquistan la libertad perdida por la cuenta de resultados o los índices de audiencia. Rosa María la ha conquistado sobradamente.

De igual forma Rosa es un lujo en una profesión que dice “presencialidad” por presencia; “a través de” en lugar de: “por medio de”, o “mediante”; “de cara a mañana” por simplemente “para mañana”, y lo que es peor confundir CONFRONTAR (comparar dos cosas poniéndolas una frente de otra) con  ENFRENTAR. Las ideas se sopesan, se comparan, se confrontan mediante un diálogo tranquilo y sosegado. Pobre Cervantes, todo el mundo habla del Quijote pero pocos son los que lo han leído o, como decía un compañero (ya difunto): “En el Vaticano todo el mundo habla de Dios pero nadie cree en Él”

Se dice que los suramericanos hablan mejor español que los españoles porque no quieren ser colonizados por USA. Cosa que, desgraciadamente, no ocurre en España. Ahora sabemos hablar inglés a costa de ser colonizados e inclinarnos servilmente ante el “Poder”.

“La Bolsa o la Vida” (Roca editorial, 2021) es una crónica mundial de un año sacudido por una pandemia universal, dedicando una atención especial a lo ocurrido en España. Es un libro memorable que utilizarán los historiadores dentro de muchos años para escribir sobre la España actual, su intrahistoria y sus “mandamases”.  

Es un libro imprescindible para leerlo y releerlo viendo cómo actúa la “internacional del odio” denunciada por Juan José Tamayo en todo el planeta: Brasil, EE UU y también aquí que se expande por radios, televisiones, redes sociales.

Con la Constitución pasa lo mismo que con el Quijote, todo el mundo habla de ella pero casi nadie la ha leído, como expone reiteradamente Rosa María. Supuestamente según el art 14 todos somos iguales ante la Ley, en la práctica somos esencialmente desiguales, como se le ha escapado a alguien que no ha hablado al “diktat” del argumentario diario. Caso especial es el de la Iglesia Católica (pero poco cristiana) que, ignorando el Evangelio que proclama la igualdad absoluta de todos, el Nazareno lo repite continuamente, le riñe a Pedro por eso, porque tenía una mollera muy dura. Es una pena pero ésta no es la Iglesia con que soñaba. Se ha convertido en una estructura piramidal y jerárquica en la que cada escalón trata de ocultar sus vergüenzas al siguiente. Acaparadora de poder (Sacro Imperio Romano Germánico) que tantas muertes ha producido (cruzadas, guerras de religión europeas y siguen. En España tiene unos privilegios (leyes privadas) no reconocidas en la Constitución pero existentes “de facto”: exenciones de impuestos, inmatriculación de propiedades como La Mezquita de Córdoba, la giralda de Sevilla y centenares de propiedades propiedad de las comunidades rurales desde tiempo inmemorial. “No se puede servir a dos señores” dijo el Nazareno y la Archidiócesis de Madrid echa a ancianos de sus residencias, a inquilinos de sus viviendas… porque avispados administradores se aprovecharon de la dejadez y soberbia de obispos más atentos a sus ropajes, mantos y capirotes que al bien del “rebaño”. El Cardenal-Arzobispo de Madrid no ha dignado acercarse a la Cañada Real Galiana en la que cientos de niños inocentes, junto con miles de adultos viven en situación deplorable, anta la mirada inmisericorde de los sucesivos gobiernos del PP en la Comunidad de Madrid que mantienen esta situación ANTICONSTITUCIONAL desde hace decenas de años. “Deles Dios mal galardón” como dijo un poeta.

No faltan las alusiones a ruido de espadones que quieren imponer su poder. No llegan a situaciones como cuenta Baroja que, en el XIX, llegaron a batirse en la antecámara de la Reina para disfrutar de ella, anhelante de sexo.

En tanto siguen los insultos, descalificaciones, risas en el Congreso, Senado, Asamblea o Ayuntamiento, convertidos en auténticos “patios de monipodio”

Y la mierda de la corrupción desborda todo lo imaginable. No existe depuradora capaz de absorber tanta desvergüenza.

En tanto en Beirut estalla un depósito de municiones. En Siberia aparecen cráteres inmensos emanando metano y vayamos a saber qué virus congelados vagan descontrolados por la atmósfera.

No importa, Bolsonaro y Trump siguen con sus papeles de matones de poca monta, el segundo parece que llega a organizar un asalto al Capitolio. Pero ha prometido continuar.

Filomena nos coge en Madrid con “el culo al aire” se arma la de Dios es Cristo pero al final con el tiempo y la abnegación de los humildes servidores públicos, parece que el problema se ha resuelto. Hasta la próxima.

Pero la pandemia sigue su marcha triunfal ante la inoperancia de políticos, autonómicos (suya es la ley, la competencia, los servicios, pero no la inteligencia, la visión, la empatía…) Ayuso sigue con sus “ingeniosidades” sin gracia retrechera ni salero, tiene una mala sombra que se la pisa. Pero continúa jaleada por sus conmilitones.

Se empieza a vacunar. Los listillos de siempre se aprovechan y lo hacen incumpliendo el orden. Hace un par de horas me han puesto la primera dosis, dentro de poco cumpliré 86.

Las televisiones hacen su agosto.  A falta de procacidades en playas exóticas la pandemia da mucho que hablar. Al Ministro de Sanidad se las dan por la derecha, a Simón también. Aparecen “todólogos” por doquier. Cualquier botarate puede sembrar la inquietud.

El libro es imprescindible. Es tan increíble lo que ha pasado, sigue pasando y pasará que Rosa María Artal tendrá que continuar.

Confieso que a algunos les puede deprimir su lectura. A mí me ha pasado. Se me han revuelto las entretelas del alma. Pero será necesario releerlo dentro de unos años, Porque es increíble que exista tanta cerrazón en la derecha española. Si está claro: o nos salvamos todos o nos vamos todos a pique sin la orquesta del Titanic. Los que no resucitarán serán los ancianos fallecidos de las residencias, víctimas de la dejadez e incuria.

Termino dando las gracias a Rosa María, porque sus ojos claros siguen viendo los que otros no ven, porque sigue teniendo conectados todos los lóbulos cerebrales que le permiten, no solo ver la realidad como es, sino prever las consecuencias.  La roña y el ruido no lograrán vencer su valentía, su tozudez de baturra así como la ilusión que pone en todo lo que emprende.