La obra reunida de María Luisa Elío

L. Lucía

Una voz desde el exilio

Cuarenta años de dictadura franquista prohibieron, escondieron e invisibilizaron las obras creadas por mujeres y hombres que tuvieron que salir de España por oponerse al golpe de Estado contra la República. De esta manera fueron condenados al olvido numerosos libros, muchos de los cuales todavía hoy no conocemos. Son los libros que no se sometieron al pensamiento único, monocolor, al que obligaba la dictadura.

Afortunadamente, desde hace unos años hay editoriales que están trabajando por recuperar la memoria colectiva y rescatar una obra cultural que merece ser conocida. Una de estas editoriales es Renacimiento, que recientemente ha publicado en un solo tomo, con prólogo de Soledad Fox Maura, las obras Tiempo de llorar, Voz de nadie, Cuaderno de Apuntes y el guion cinematográfico En el balcón vacío, obras literarias de María Luisa Elío, una de las voces más significativas del exilio español en México.

María Luisa Elío nació en Pamplona en 1926 y falleció en Ciudad de México en 2009. Hija de un abogado, en 1936 tuvo que abandonar España junto con su familia, tras el golpe de Estado de Franco, y exiliarse primero en Francia y posteriormente en México. Escritora y actriz, ella y su marido, el poeta, cineasta y publicista Jomí Garcia Ascot, se rodearon en México de las personalidades intelectuales más conocidas de la época: Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Ramón Xirau, Emilio García Riera, Alejo Carpentier, Susana Noriega, Fina García Marruz…, y Gabriel García Márquez, que les dedicó a ella y a su marido Cien años de soledad.

Su exilio, el abandono obligado de su hogar siendo una niña, son los temas que marcaron su vida y están presentes en toda su obra. También el dolor y el sufrimiento que vivió de cerca en su madre enferma. “No quiero contar nada de eso, en verdad no quiero, no contaré nada. Pero aunque no lo cuente yo sé que lo sé. Sé que sé, ¿cómo puedo hacer para no saber que sé? Dios mío, si hubiera podido no saber, si pudiera morirme sin saber que he sabido”, confiesa en Voz de nadie.

En 1970 regresó a Pamplona con su hijo (pequeño). Y ese regreso, tema principal de la mayor parte de su obra, es lo que la lleva a explorar el abandono, la profunda herida provocada por el destierro, la búsqueda de esa niña que se vio obligada a dejarlo todo para viajar a una tierra desconocida. El reencuentro con un pasado que ya no existe le llevan a exclamar: “Me habían quitado el pasado, ahora me quitaban el recuerdo del pasado, del que yo hacía el presente, y sin tener ninguno de los dos me era imposible pensar en el futuro. ¿Cómo puede haber un futuro sin pasado ni presente? No había nada. Había que comenzar una historia sin historia; con una presencia, que era mi hijo, y con una ausencia total, que era yo.” Sus recuerdos transmiten desgarro y emotividad, son un relato extensible a todas esas personas que vivieron el trauma de la guerra y se vieron obligadas a exiliarse. Unas con más contactos y medios (como en el caso de María Luisa y su familia), otras con mucha menos suerte ya que carecían de todo. “En España habíamos pasado frío, hambre y miedo; lo que más recuerdo es el frío, no sé por qué […] como si el frío fuera la guerra”, confiesa.

El recuerdo de un preso “rojo” que mantiene vívido desde niña le lleva a visitar la prisión donde estaba encarcelado para descubrir que ya no existía y que “su” preso había sido fusilado y enterrado en una fosa común. “Cogí una pequeña margarita y la puse sobre lo que era, sin duda alguna, la fosa común de tierra non sancta” en la que se supone estaba enterrado.

Tiempo de llorar y Cuaderno de apuntes habían sido publicadas con anterioridad en México, y en 2002 la editorial Turner publicó ambas obras en un solo volumen. El guion cinematográfico En el balcón vacío (1961) es la primera vez que es publicado, aunque sí fue estrenada la película, que fue dirigida por su entonces marido en la que María Luisa Elío interviene como guionista y actriz, y es la primera película realizada en México por el exilio español.

Ahora, estos tres textos, junto con Voz de nadie, forman parte de este volumen dentro de la biblioteca de grandes escritoras del siglo XX de la editorial Renacimiento.