El equipo de Espacio Crítico queremos dedicar un obligado recuerdo a Laura Almerich Santacreu, rendirle este pequeño homenaje unos días después de que nos haya dejado. Valgan estas líneas para recordar a esta música catalana, que desde hace 50 años (1969) trabajó con Lluís Llach, con quien tuvo una relación de amistad muy estrecha, tanto que el cantante le dedicó dos canciones: “Laura”, que forma parte del álbum Campanades a morts de 1977 y “Rosas blancas” en Rar varios años después (1994), en colaboración con el poeta Miguel Martí i Pol.
Nacida en 1940, Laura Almerich tocaba la guitarra clásica, su instrumento favorito. Pero también tocaba el acordeón, el teclado, el piano, la marimba y la zanfona. En 1967 participó en la grabación del primer elepé de María del Mar Bonet. Y así comenzó su vinculación con la nova cançó.
Y para recordar a Laura, mujer y música, recogemos estas palabras de uno de sus admiradores:
La “rialla” dels seus dits. No podia triar Lluís Llach millor paraula per fer entendre com Laura compartia amb infinitat de persones “la nostra angoixa per l’avui” i “la nostra joia pel demà”.
(La “sonrisa” de sus dedos. Imposible que Lluís Llach encontrara mejor palabra para hacer entender de qué manera Laura compartía con infinidad de personas “nuestra angustia por el hoy” y “nuestra alegría por el mañana”).