Madrid, baluarte de nuestra guerra de independencia – 7-XI -1936 ——- 7 – XI – 1937

Antonio Machado

En 1937, el Servicio Español de Información de la Segunda República, estando en Rocafort (Valencia) a su salida de Madrid, encargó a Antonio Machado un opúsculo sobre la defensa de Madrid. Se publicó ese año con fotografías de Joaquín Cortés y Ramón Llanes.

Ediciones del Azar ha rescatado este facsímil, que contiene un importante valor cultural, histórico y sentimental.

Agradecemos a Ediciones del Azar su amabilidad al permitirnos la reproducción de estos fragmentos.

MADRID, BALUARTE DE NUESTRA GUERRA DE INDEPENDENCIA

7-XI -1936  ——-  7 – XI – 1937

ANTONIO MACHADO

I

¡Madrid, Madrid ¡qué bien tu nombre suena,
rompeolas de todas las Españas!
La tierra se desgarra, el cielo truena,
tú sonríes con plomo en las entrañas.

Madrid, 7 de  Noviembre de 1936

VII

Madrid, el frívolo Madrid, nos reservaba la sorpresa de revelarnos, a tono con las circunstancias más trágicas de la vida española, toda la castiza grandeza de su pueblo. En los rostros madrileños, durante unos días de seriedad, vimos a España entera en su mejor retrato. Madrid, frunciendo el ceño oportunamente, había eliminado al señorito y ya podía sonreír otra vez.

El enemigo  –los traidores de dentro y los invasores de fuera– se iba poco a poco aproximando a Madrid. La aviación enemiga multiplicaba sus asesinatos monstruosos de los inermes y los inofensivos: de enfermos, de ancianos, de mujeres, de niños. El cielo otoñal madrileño, con sus nubes de plata y sus lluvias ligeras, tan alegre antaño, tan hospitalario y acogedor cuando nos anunciaba los días del renacer de la vida ciudadana, la vuelta de los escolares a sus estudios, la reapertura de sus centros de solaz y cultura, era ahora una constante invitación a la blasfemia, a una blasfemia que los combatientes no proferían. Madrid había recobrado su sonrisa a pesar de todo, expresiva ahora de una ironía mucho más honda. Madrid había llegado a una plena conciencia de su grandeza y de su soledad, quiero decir que Madrid se sentía a solas con España, con lo más hondo y perdurable de su raza, con ese ímpitu español que no mienta a la patria, porque es la patria misma, y que, cuando otros la invocan para traicionarla y venderla, acude a defenderla y a comprarla con la propia sangre.

Valencia, 7 de Noviembre de 1937