¿Y si el tenis no es lo más importante?
Cuando Naomi Osaka (Osaka, 1997) encendió el pebetero olímpico en Tokio no se imaginaba hasta qué punto su influencia en esta cita deportiva iba a ir mucho más allá de ese momento simbólico o de la medalla que pudiese conseguir. Los Juegos de la era postcovid se han hecho eco de diversos debates sociales que están en la calle (comunidad LGTB+, indumentaria cosificadora de las deportistas, la imposibilidad de conciliar para las madres…) pero quizás el que más ha resonado es cómo se ha ninguneado históricamente la salud mental en el deporte de élite, asunto del que Osaka viene hablando con naturalidad desde que se convirtió en la número 1 del tenis mundial.
Antes de tomar el pebetero, la tenista japonesa había escrito un artículo para la revista TIME con el clarificador título It’s OK not to be OK, en el que explica cómo se siente en un caduco sistema deportivo que te obliga a elegir entre ser persona y atleta. Cuando el pebetero ardía nadie se esperaba que Simone Biles, la aclamada gimnasta perfecta, se acabaría retirando de varios ejercicios por problemas de ansiedad. Muchos/as deportistas la apoyaron públicamente mientras que el tenista Novak Djokovic la cuestionó definiendo la presión como “el privilegio” de estar “en la cima”. Curiosa reflexión de alguien que no gestiona su ira cuando pierde.
Netflix acaba de estrenar Naomi Osaka, una miniserie documental que sigue a la tenista en ese complicado proceso que es convertirse en una estrella del deporte. El documental vale la pena por varias razones. En primer lugar, escapa al típico producto para endiosar al/a la deportista en cuestión quedándose en un discurso sobre el sacrificio y el medallero. Lejos de ello, la directora Garret Bradley apuesta por cómo es Osaka como persona y en consecuencia cómo y por qué actúa. La cámara voyeur de Bradley y las grabaciones caseras de la protagonista nos permiten adentrarnos en una intimidad en la que el tenis se ubica en la justa medida que Osaka considera. Sobre esto, un momento significativo: su hermana le regala un retrato hecho por ella y lo coloca en el lugar ocupado por su imponente trofeo de campeona mundial.
El cinéma vérité de Bradley evidencia que su elección como directora no fue azarosa ya que venía de ganar (primera mujer negra) el Festival de Sundance 2020 con Time, documental que muestra cómo viven Rob G. Rich y sus hijos la condena de 60 años del padre de familia a través de un relato íntimo y poético que despliega también con la tenista japonesa. Osaka confió en alguien que supiese captar las raíces familiares que la han llevado a un valiente compromiso político poco habitual en el deporte de élite. Desde no jugar un partido para unirse a la protesta del movimiento Black Lives Matter a retirarse de Roland Garros por no sentirse bien en las ruedas de prensa… Porque ante todo es una persona.
Ilustración: @lafemme_agitee