Ante un panorama político y social incierto que padecemos en la actualidad, el próximo 2 de abril, supongo que por fin se pondrá en marcha el Proyecto Sumar, con Yolanda Díaz al frente de este ambicioso proyecto progresista de participación ciudadana integrado por distintas formaciones políticas.
Esta iniciativa es, no sólo largamente esperada, sino que, posiblemente, el proyecto de futuro más ambicioso, desde un punto de vista democrático y humanista, planteado en este país como forma de recuperar y ensalzar el concepto de Soberanía Popular; por medio de una idea de democracia popular en contraposición a la fracasada democracia liberal procedimental, que ha encadenado, durante estas últimas décadas, un sin fin de crisis financieras, políticas y sociales, incrementando la desigualdad, eliminando servicios y derechos sociales hacia la supresión de la Justicia Social alterando el principio de convivencia.
El deseado éxito del Proyecto Sumar requiere una verdadera unidad de las distintas fuerzas progresistas, dejando de lado egos personales y con el firme propósito de avanzar en un plan común con la mayor celeridad posible, debido al actual panorama político incierto con el riesgo de padecer un gobierno futuro entre PP y Vox como ya ocurre en Andalucía, Castilla León y Madrid.
En absoluto se trata de apelar al voto del miedo, más bien todo lo contrario, recuperar el voto de la esperanza de la revolución social permanente en busca de la recuperación de los derechos y servicios públicos básicos para la ciudadanía con la consiguiente mejora de la Seguridad Jurídica para un mejor desarrollo social y económico.
Para la consecución del éxito de este Proyecto y sus propósitos, se requiere destacar una serie de puntos que considero fundamentales y que se deben profundizar con la mayor rapidez y seriedad posible para la credibilidad de un programa social para todas y todos:
– Impulso y Desarrollo del Sistema de Educación Pública bajo el principio de «educar en derechos humanos, igualdad y respeto de género, interculturalidad y en la lucha contra la pobreza». Para esto debemos reforzar la figura de las educadoras y educadores social y económicamente. Además, es imprescindible planificar de forma eficiente la educación pública en el mundo rural muy desfavorecido en la actualidad.
La educación pública es la piedra angular para una verdadera cohesión social y la forma más eficiente de luchar contra la desigualdad social, por consiguiente el modo de conseguir una sociedad más empática y humanista basada en el respeto común a través del conocimiento y el pensamiento crítico.
– Leyes que refuercen la Sanidad Pública Universal con una financiación adecuada para su desarrollo y sostenibilidad, así como su implantación dentro de todo el territorio incidiendo, de nuevo, especialmente en las zonas rurales para que a nadie se le niegue la asistencia médica pública.
– Nueva Ley sobre la Función Pública que dote de eficiencia y prestigio a los funcionarios públicos como ejecutores del desarrollo de las políticas sociales más importantes en la lucha contra la desigualdad social. Para impulsar este punto abogo por la creación de una carrera universitaria, media y superior, de Gestión de los Servicios y Recursos Públicos para una mayor profesionalización en la gestión administrativa en sectores públicos estratégicos (hospitales, centros educativos,…etc).
– Potenciar un verdadero parque de vivienda pública.
– Desarrollo legislativo que bloquee e impida la privatización de los servicios y derechos públicos esenciales.
Lo expuesto hasta el momento es una humilde y sencilla pincelada básica como base por la lucha de igualdad de género, lucha contra el bullying escolar o cualquier otra discriminación, por el cuidado y protección de nuestros mayores, por el desarrollo y prevención de la ley de garantía integral de la libertad sexual, por la protección a la salud mental… En definitiva, devolver la soberanía y condición de ciudadanos a las personas en contraposición al concepto de súbdito como principio de sociedad gregaria que hemos padecido durante estas últimas décadas y que, en la actualidad, buscan mantener las élites y privilegiados sociales, económicos y eclesiásticos.
Recuperar la condición de ciudadanos significa, a mi modo de ver, promover la participación dentro del espacio público; centros educativos, centros de salud, asociaciones vecinales…como definición de DEMOCRACIA de John Rawls «el ejercicio de la Razón Pública» para ser partícipes de una sociedad más participativa, solidaria y humanista, siempre en busca de una mayor Igualdad, Respeto y Justicia Social.
Necesitamos que en la formación de este nuevo proyecto Sumar se ejerzan los principios de diálogo, debate y consenso con la mayor participación ciudadana posible, desde una perspectiva positiva, para la consecución de nuevos avances sociales con prosperidad, con un desarrollo económico justo y sostenible.
Considero que nos queda poco tiempo, pero que no es tarde para unificar nuestras fuerzas e ideas, que el mensaje debe de llegar hasta el último rincón de la ciudadanía para contrarrestar bulos y sofismas vertidos por la derecha y sus élites privilegiadas, así como evitar el grave problema de la abstención; pero no sólo movilizar el voto, sino concienciar e incentivar a la ciudadanía en la participación pública… en el espacio de todas y todos.