La memoria es corta y es frecuente que se olviden cosas que son realmente importantes para la mayoría de la población. Para ir contra corriente de esta amnesia, hoy queremos recordar que el Foro Social Mundial celebrado en Monreal (Canadá) en junio de 2016 acordó designar el 3 de abril como Día Mundial de Abolición de los Paraísos Fiscales. La fecha no fue caprichosa; efectivamente, el 3 de abril de ese mismo año un consorcio de aproximadamente 400 periodistas hizo públicos los llamados “Papeles de Panamá”. Estos “Papeles” fueron el resultado de una ardua investigación periodística lanzada por este Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, que durante 9 meses analizó millones de documentos provenientes del bufete de abogados Mossack Fonseca ubicado en Panamá.
La publicación del resultado de esta investigación, que se hizo simultáneamente en 109 medios de comunicación de 76 países, provocó una auténtica conmoción mundial. Y no hay que extrañarse, el propio Consorcio informó de que según la investigación entre las personas implicadas había jefes de Estado, primeros ministros, conocidos políticos, grandes empresarios, deportistas, actores y actrices… Indicó también que aparecían más de 200.000 sociedades, fundaciones y fondos de inversión con sede en 21 países considerados paraísos fiscales.
Por supuesto, no aparecía dinero procedente de los salarios de la mayoría de la gente que vive (o sobrevive como puede) de su trabajo, tampoco provenía de pymes ni de gente con ahorros pequeños. No, estos “paraísos” no están pensados para la gente común, para la mayoría de la población.
Empecemos por aclarar lo que son estos mal llamados “paraísos” fiscales, porque como veremos enseguida son más bien guaridas. Son países o Estados donde los inversores extranjeros pagan impuestos a tipos muy, muy bajos, o bien directamente nulos. Estos lugares permiten eludir los impuestos en los países de origen o donde está radicada la actividad de la gente millonaria o de grandes empresas, sociedades y fondos de inversión.
Estas guaridas están concebidas para ser secretas y opacas. Este es un requisito imprescindible porque una sociedad, o quien tiene una cuenta en una guarida fiscal, es sin lugar a dudas alguien que se oculta porque no quiere contribuir –pagando los impuestos que debería– a las necesarias inversiones para el bienestar social, alguien que prefiere actuar sin ninguna transparencia porque tiene algo que esconder. Los “paraísos” fiscales son un elemento imprescindible del actual sistema económico y también una guarida necesaria para los capitales procedentes de la corrupción o de otras actividades delictivas. ¿Dónde se puede esconder mejor el dinero procedente del crimen o la corrupción? Y sin la complicidad de bancos y bufetes especializados en ingeniería financiera y en crear sociedades instrumentales no sería fácil operar en ellos.
Para que estos “paraísos” se llamen como lo que son: guaridas, el movimiento Attac y la Plataforma por la Justicia Fiscal lanzaron el año pasado una campaña para que la RAE cambiara la expresión paraíso fiscal por la de guarida fiscal. Varios miles de personas firmaron esta petición y unos meses después, el DRAE recogía (tímidamente) la expresión refugio fiscal que remite a la definición paraíso fiscal, que sigue siendo la principal.
Las consecuencias de las guaridas fiscales son evidentes: la evasión de impuestos a través de estos escondrijos disminuye gravemente la recaudación pública dificultando obtener los ingresos necesarios para la inversión en servicios esenciales: Sanidad, Educación, Vivienda, Igualdad, Medio Ambiente, Dependencia… todos los servicios públicos necesarios para el bienestar social.
La opacidad con la que operan hace muy difícil saber las cifras exactas que se mueven en este entramado de evasión fiscal, el economista Zucman en su libro “La riqueza oculta de las naciones” (Pasado & Presente, 2014) calculaba que el 8% de la riqueza financiera del mundo -unos 7.600 billones de dólares- está oculta en sitios como Suiza, las islas Bermudas, las islas Caimán, Singapur y Luxemburgo. Y representa más riqueza que la poseída por la mitad más pobre de los 7.400 millones de personas del mundo.
Ocho años después de los Papeles de Panamá, se ha puesto una vez más de manifiesto el cinismo y la hipocresía dominantes, y así, el informe Evasión fiscal global 2024, un ambicioso trabajo elaborado por el Observatorio Fiscal de la UE descifra la evolución de estas grandes lacras de la globalización que son la evasión y elusión fiscales, con una atención especial a los mega millonarios, a los que propone gravar con una tasa específica. También considera que cerca de un 25% de los activos financieros se han transformado en bienes inmuebles. Y si bien no es ilegal poseer propiedades en el extranjero, hay muchos casos en los que se emplean para fines ilegales, como lavar dinero o eludir sanciones internacionales.
Las principales guaridas fiscales del mundo, según la Red por la Justicia Fiscal, son las Islas Vírgenes Británicas, las Islas Caimán, Bermudas, los Países Bajos, Suiza, Luxemburgo, Hong Kong, Jersey, Singapur y los Emiratos Árabes Unidos.
Recientemente, en octubre de 2023, los ministros de finanzas europeos revisaron la lista de paraísos fiscales de la UE. Esta actualización supuso la incorporación de Antigua y Barbuda, Belice y Seychelles a la lista negra, mientras que se eliminaron las Islas Vírgenes Británicas, Costa Rica y las Islas Marshall, una decisión que ha sido muy cuestionada y que para Gabriel Zucman: “La lista de paraísos fiscales de la Unión Europea es un chiste”.
Lo que está claro es que las guaridas fiscales incrementan la desigualdad y la injusticia y que es necesario lograr de verdad la Justica Fiscal Global. ¿Se puede? Evidentemente, sí que se puede, hace falta voluntad política para hacerlo. El economista francés René Passet decía hace unos años “Acabar con los paraísos fiscales es facilísimo, hace falta querer. Un juez amigo, Jean de Maillard, tiene la solución: dejar de reconocer los actos jurídicos firmados en esos países”. Y pedía que la economía se someta a la política.
Medidas como no reconocer los actos jurídicos creados en estos paraísos, la exigencia de responsabilidades penales; la creación de una agencia fiscal internacional para combatir los paraísos; exigir la armonización fiscal de la UE; establecer un Impuesto a las Transacciones financieras, combatir el gran fraude fiscal, reforzar y proporcionar los medios necesarios a los inspectores y técnicos de Hacienda, son una muestra de las cosas que se pueden hacer.