¿Son invisibles las mujeres para la medicina?

Lourdes Lucía

“Las mujeres han sido invisibles para la ciencia porque se ha considerado que sus problemas eran similares a los del hombre y que, por lo tanto, era posible extrapolar los datos de estos últimos”, dice Carme Valls Llobet en su libro Mujeres invisibles para la medicina, publicado por primera vez en 2006 y que ahora, catorce años después, ha tenido el acierto de volver a publicar la editorial Capitán Swing en una edición ampliada y actualizada.

Durante años, los ensayos clínicos se han realizado generalmente con hombres, quedando excluidas las mujeres, ya que se considera que los resultados de estos ensayos valen tanto para unos como para las otras, sin tener en cuenta las diferencias biológicas que existen entre mujeres y hombres. Esto ha llevado, por ejemplo, a que las dolencias de las mujeres sean tratadas con psicofármacos con una frecuencia mucho mayor que a los hombres. De hecho, el 85% de los psicofármacos se administran a mujeres, frente al 15% que se aplica a los hombres. No se tiene en cuenta que el origen de muchas enfermedades que padecen las mujeres está condicionado por factores biológicos, psicológicos, sociales y medioambientales.

“Para algunos libros de ginecología, como el del doctor Botella, que circulaba por la universidad española en la década de 1960, la mujer era frígida por naturaleza y no podía sentir ningún tipo de placer”.

De todo ello habla la doctora Valls en este libro, que comienza con un Prólogo de Anna Freixas y continúa hablando de Las agresiones a la salud de las mujeres (Primera parte): la salud mental, la adolescencia, la sexualidad, la maternidad y el envejecimiento. Embarazos, abusos, cuidados, menstruación, menopausia, la violencia estructural… son algunos de los factores que exigen que la salud de las mujeres no continúe siendo invisible para la medicina. La Parte II está dedicada especialmente a la invisibilidad de la salud de las mujeres. Y el paradigma de esta invisibilidad son las enfermedades cardiovasculares. Por ejemplo, durante décadas de investigación sobre prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades cardiovasculares, solo se ha incluido a hombres en estos estudios. Por ejemplo, el estudio de Murphy (1977), que no incluyó a ninguna mujer, o el posterior Physicians Heart Study de 1990, dedicado a demostrar que la aspirina puede prevenir los ataques cardiacos y que agrupó a veintidós mil varones (ninguna mujer). Hay más estudios similares, pero nunca se ha probado de una forma científica que los resultados de estas extrapolaciones sean igualmente aplicables a las mujeres, a las que se suele tratar con más ansiolíticos y antidepresivos que a los hombres. Por último, la Parte III abre un horizonte de optimismo al hablarnos de Salud para disfrutar sin dependencias, siempre que tengamos en cuenta que la historia de la devaluación de las mujeres comenzó con el inicio del patriarcado.

Una obra, en definitiva, muy recomendable para mujeres y hombres, ya que: “El ejercicio crítico de la medicina con una perspectiva de género va a ser esencia en la medicina del futuro, y muchos investigadores e investigadoras están trabajando para construir la ciencia de la diferencia. Todavía es un mosaico en construcción, pero su evidencia científica impregnará la asistencia primaria y la hospitalaria”. Toda una puerta a la esperanza.

Carme Valls es una política y médica española, especializada en endocrinología y medicina con perspectiva de género. Dirige el programa «Mujer, Salud y Calidad de Vida» en el Centro de Análisis y Programas Sanitarios (CAPS), del que es miembro desde 1983 y vicepresidenta. Ha sido presidenta de la Fundación Cataluña Siglo XXI y diputada en el Parlamento de Cataluña por el Partido de los Socialistas de Cataluña – Ciutadans pel Canvi. Fue pionera en España en plantear las diferencias en mortalidad y morbilidad entre mujeres y hombres en el terreno de la investigación, y miembro de un movimiento internacional de investigadores que en la década de 1990 impulsó la inclusión de mujeres en los ensayos clínicos y el rigor científico aplicado al estudio de los problemas más habituales en las mujeres. Autora de ocho libros de divulgación médica y miembro del consejo de redacción de la revista Mujeres y Salud, en 2018 recibió el Premio Buenas Prácticas de Comunicación No Sexista, de la Asociación de Mujeres Periodistas de Cataluña; y en 2019 la Medalla de la Universidad de Valencia.