El 5 de abril de 1992 Alberto Fujimori ejecutó un golpe de estado en Perú. Las instituciones democráticas fueron secuestradas facilitando la privatización de las empresas públicas. La oposición fue duramente reprimida violando los más elementales derechos humanos. La corrupción y el narcotráfico se expandieron en las entrañas de las precarias instituciones.

33 años después, el fujimorismo sigue presente de la mano de Dina Boluarte. Aunque Boluarte no disolvió el Congreso, su gobierno ha sido acusado de adoptar medidas autoritarias y de limitar la democracia.

Hay varios paralelismos entre el autogolpe de Fujimori en 1992 y las acciones de Dina Boluarte en su gobierno.

En cuanto a las violaciones de derechos humanos, en ambos casos, se han denunciado abusos graves por parte de las fuerzas del orden, incluyendo ejecuciones extrajudiciales y represión violenta de protestas.

Por otro lado, está la estigmatización de opositores. Tanto Fujimori como Boluarte han sido señalados por deslegitimar las protestas y acusar falsamente de “terrorista” a los y las manifestantes.

En cuanto a los estados de emergencia. Fujimori justificó sus acciones bajo el argumento de combatir el “terrorismo”. Boluarte, por su parte, ha impuesto estados de emergencia para controlar las protestas, lo que ha generado críticas por el uso excesivo de la fuerza.

En tiempos de Fujimori se generalizó el soborno a periodistas, empresarios y políticos. Los pagos se grababan en videos que después se convirtieron en pruebas fehacientes. La corrupción se generalizó aprovechando la golosa tarta de la privatización de empresas públicas.

Con Dina Boluarte la corrupción se mantiene. Las coimas se impulsan desde las distintas bancadas de partidos políticos instalados en el Congreso.

Aprueban leyes en favor del crimen organizado

Dina Boluarte, con el apoyo del fujimorismo, ha aprobado la Ley 32108 y la Ley 31990, que, según analistas, debilitaría la persecución penal de casos de corrupción protagonizados por partidos políticos y beneficiaría indirectamente al crimen organizado.

El fujimorismo ha sido señalado en varias ocasiones por posibles vínculos con el crimen organizado en Perú.

Además, investigaciones periodísticas han relacionado al fujimorismo con casos de lavado de dinero y narcotráfico, como el caso de Joaquín Ramírez, exsecretario general del partido.

Algunas figuras del fujimorismo han sido señaladas por presuntos vínculos con el crimen organizado.

Óscar Medelius, excongresista fujimorista, fue abogado de Gerson Aldair Gálvez Calle, alias «Caracol», líder de la banda criminal «Barrio King».

El pasado 10 de febrero, en el distrito limeño de Carabayllo, Medelius -que planificó y organizó la masiva falsificación de firmas que permitió la reelección de Fujimori en el año 2000 y cobró 70 mil dólares mensuales del asesor de Fujimori, Vladimiro Montesinos- recibió 20 balazos.

El experto en terrorismo, narcotráfico y crimen organizado, Jaime Antezana Rivera, señaló que la presencia de Medelius en Carabayllo no era fortuita. Según explicó, este distrito podría estar relacionado con el accionar de un grupo conocido como “Los injertos del norte”, liderado por un individuo apodado “El Monstruo”. Antezana sugirió que las disputas por terrenos y el tráfico de tierras podrían estar detrás del asesinato, aunque no se descartan otros posibles móviles.

En los últimos años el ex congresista del fujimorismo se interesó en los negocios de la construcción y minería.

Otro caso es el de Luis Calle Quirós. Este empresario, que aportó a la campaña de Keiko Fujimori en 2011, fue señalado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos como líder de una organización dedicada al lavado de dinero proveniente del narcotráfico.

Pero el caso más sonado ha sido el protagonizado por Kenji Fujimori, hijo de Alberto Fujimori, hermano de Keiko, lideresa del partido fujimorista Fuerza Popular. En 2013 se encontraron más de 100 kilos de cocaína en los almacenes de la empresa Limasa, de la cual Kenji Fujimori era accionista aunque había renunciado a la empresa en 2011.

Las relaciones del fujimorismo con VOX

Por último. Las relaciones con la ultraderecha internacional. El acercamiento de Alberto Fujimori y Dina Boluarte a sectores de la ultraderecha internacional tiene matices distintos, pero ambos han sido señalados por adoptar posturas conservadoras en ciertos aspectos.

El fujimorismo, liderado por Keiko Fujimori, ha establecido vínculos con el partido ultraderechista Vox de Santiago Abascal. Estas conexiones se han fortalecido a través de reuniones y colaboraciones como las organizadas por la Fundación Disenso, el think tank de Vox.

Keiko Fujimori, líder del fujimorismo, ha sido la figura más destacada en establecer relaciones con militantes de Vox. En septiembre de 2021 se reunió en Lima con líderes de Vox, donde discutieron temas como la lucha “contra el comunismo y la defensa de la democracia”.

Por otro lado, el poder judicial en Perú ha sido señalado en ocasiones por decisiones que parecen favorecer al fujimorismo. Por ejemplo, el Tribunal Constitucional anuló el juicio por el caso «Cócteles» (cenas organizadas para recibir aportes irregulares de diversas empresas), beneficiando a Keiko Fujimori y otros miembros de Fuerza Popular.

En Perú, se han documentado casos de corrupción dentro del sistema judicial que han beneficiado indirectamente a organizaciones criminales. Esto incluye jueces o fiscales que han sido cooptados por redes delictivas, ya sea mediante sobornos o intimidación, lo que debilita la capacidad del sistema para actuar con independencia y eficacia.

En su alianza con el fujimorismo, el régimen de Dina Boluarte deja hacer o facilita la impunidad. Todo esto en un país que, con datos de 2023, tiene 1 millón 922 mil personas en condiciones de extrema pobreza.

Un 31,4% de la población peruana se encuentra en riesgo de caer en situación de pobreza.

La práctica fujimorista de Dina Boluarte muestra una aprobación de alrededor del 3%, una cifra que representa un registro negativo en su mandato, según encuestas como las de Datum publicadas en diciembre de 2024.

La corrupción, el aumento de las desigualdades y el aumento de la actividad del crimen organizado han puesto a Dina Boluarte, aliada del fujimorismo, en la picota. La desaprobación alcanza niveles muy altos, superando el 90% a nivel nacional.

Gustavo Gutiérrez (Lima, 8 de junio de 1928-22 de octubre de 2024), filósofo y teólogo peruano, es el inspirador de la Teología de la Liberación, una de las corrientes más influyentes en el siglo XX.

El padre Gutiérrez, premio Príncipe de Asturias 2003 de Comunicación y Humanidades, es una figura clave en la conciliación de la fe cristiana y el compromiso con la justicia social. Desde la situación de los y las empobrecidas -en un contexto de capitalismo dependiente y violencia institucionalizada- le nace la conciencia clara de que la pobreza y sus causas son inaceptables.

La Teología de la Liberación, que parte de una crítica a la herencia colonial, remueve los cimientos de la sociedad consumista e individualista que ha generado el modelo neoliberal, la neocolonización, lo cual incomoda a los poderosos. Explica la Teoría de la Dependencia para entender mejor las desigualdades que existen a escala mundial. Critica a los nuevos faraones, césares y Herodes. La riqueza, el mercado, la seguridad nacional, el Estado, la fuerza militar y ese cristianismo occidental que avala a los poderosos.

Sus inicios

Recordemos que la Teología de la Liberación surge en América Latina en las décadas de 1960-70, en un contexto de marcada desigualdad económica y social.

La región enfrentaba altos niveles de pobreza y explotación, con gran parte de la riqueza concentrada en manos de élites y controlada por multinacionales extranjeras, especialmente en sectores como minería y agricultura. Políticamente, muchos países estaban gobernados por dictaduras militares respaldadas por Estados Unidos en el marco de la “guerra fría”, con el objetivo de frenar el avance del comunismo.

Las dictaduras reprimieron los movimientos populares y luchas sociales, creando un clima de violencia y opresión. Religiosamente, la Iglesia Católica, bajo el liderazgo de Juan Pablo II y el cardenal Ratzinger, buscaba una restauración doctrinal conservadora frente a las interpretaciones progresistas y comprometidas socialmente del Concilio Vaticano II. Este ambiente crítico impulsó a teólogos como Gustavo Gutiérrez a desarrollar una teología que respondiera a las necesidades de lxs empobrecidxs, articulando la fe cristiana con la lucha por la justicia social y la liberación.

Para Gustavo Gutiérrez la pobreza no es una fatalidad sino una injusticia. «La pobreza es para la Biblia un estado escandaloso que atenta contra la dignidad humana y, por consiguiente, contrario a la voluntad de Dios».

Por otro lado, la Teología de la Liberación reivindica la experiencia de las Comunidades Eclesiales de Base como fermento de esa construcción colectiva, comunitaria, dispuesta a la acción social. Su trabajo ha sido fundamental para conectar la fe con la lucha por la justicia social y los derechos humanos. Aunque no lo cite directamente, en el pensamiento del filósofo Karl Jasper, Gustavo Gutiérrez ha sido “uno de los hombres decisivos de la humanidad”.

En las Comunidades Eclesiales de Base, que son los nudos de imbricación con el pueblo, aprendemos y desarrollamos el valor de la madre tierra que nos regala la planta símbolo de esperanza, resistencia, belleza y alegría. Nos ejercita en las luchas comunitarias frente a la deforestación, las guerras, el individualismo, el odio al extranjerx, al empobrecidx, al expolio de los pueblos, a las necropolíticas de fronteras, a los genocidios como Gaza.

Pero también nos sumerge en el humanismo más activo. Acuerpándonos, acompañándonos, sonriendo y amándonos. La sensibilidad a flor de piel.

La Teología de la Liberación sigue vigente

Para Gutiérrez, esta corriente propone una nueva lectura del Evangelio, que sigue la estela del Concilio Vaticano II realizado entre 1962 y 1965, así como la Conferencia Episcopal celebrada en Medellín en 1968.

En los últimos 50 años, la Teología de la Liberación ha evolucionado para abordar nuevas formas de opresión y realidades enriqueciéndose con las aportaciones de la teología feminista, denunciando las prácticas sexistas y el patriarcado tanto en la sociedad como en la Iglesia, y defendiendo los derechos y la dignidad de las mujeres. También ha asumido una dimensión ecológica, inspirada por él ecocidio y el clamor por la «liberación de la tierra», promoviendo una espiritualidad de cuidado y sostenibilidad. La lucha de los pueblos originarios ha ganado la centralidad, integrando sus cosmovisiones y resistencias frente al extractivismo y la pérdida de territorios.

Por otro lado, la Teología de la Liberación se ha enfocado en los derechos de las personas migrantes y refugiadxs, enfatizando la hospitalidad y justicia frente a las políticas de exclusión y las nuevas formas de esclavitud y colonización.

La Teología de la Liberación se ha diversificado abordando la interseccionalidad de las opresiones y la decolonialidad, profundizando en el diálogo interreligioso y adaptándose a los desafíos globales como la inteligencia artificial, la globalización y las desigualdades tecnológicas, manteniendo su compromiso con lxs más vulnerables.

Una corriente teológica que no solo interpreta el mundo, sino que apuesta por transformarlo, porque como señaló Gustavo Gutiérrez: A Dios, en primer lugar, se le contempla al mismo tiempo que se pone en práctica su voluntad, su Reino, solamente después se le piensa (…) Contemplar y practicar es en conjunto un acto primero, hacer teología es un acto segundo (1986).

La Teología de la Liberación es una propuesta de vida, abierta, que facilita el diálogo en confianza con cualquier otra propuesta, fuera esta mundana, como el existencialismo, el marxismo, el liberalismo, o fuera religiosa.

Michael Löwy, sociólogo y filósofo marxista franco-brasileño, sostiene que «el cristianismo de liberación ha sembrado una semilla en el caldo de cultivo de la cultura política y religiosa latinoamericana, que seguirá creciendo y floreciendo en las próximas décadas, y que aún depara muchas sorpresas». En su rechazo de un statu quo inaceptable y en su militancia paciente y reflexiva al lado de lxs oprimidxs, la Teología de la Liberación tiene aún una importante contribución que hacer” no solo en los sures, sino también desde el clamor de las periferias del Norte global.

Mientras haya empobrecidxs habrá Teología de la Liberación, hasta que todas las vidas importen.    


Diversos colectivos de base están organizando un homenaje al filósofo y teólogo, Gustavo Gutiérrez, uno de los precursores de la Teología de la Liberación. Una de las corrientes más influyentes en el siglo XX y en plena vigencia. Se hará una aproximación a los principales vectores de esta corriente teológica: que lxs empobrecidxs sean gestores de su propio destino, su imbricación con los referentes culturales y políticos de los pueblos originarios y su denuncia de la injusticia social.
Se retransmitirá y se conectará con distintos lugares de Abya Yala, entre ellos con el Instituto Bartolomé de las Casas, uno de los símbolos de resistencia y nueva generatividad de la Teología de la Liberación hoy.

Gustavo Gutiérrez: memoria y liberación
Día: Sábado 25 de enero
Hora: 17.00 (hora península ibérica)
Lugar: San Carlos Borromeo.
c/Peironcely 2. Cercanías: Asamblea/Entrevías

Secuestran el cadáver y se apropian de las cenizas. Responsable: la dictadura en Perú.

El pasado 11 de diciembre, a los 73 años, Miguel Rincón Rincón murió en prisión debido a una enfermedad terminal y sin recibir la atención médica necesaria.

Miguel Rincón, ex-militante del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), llevaba preso 29 años en la Base Naval del Callao, una prisión militar sin condiciones adecuadas para presos civiles.

Desde hace varios meses, Miguel Rincón presentó problemas de salud graves que necesitaban atención hospitalaria oportuna y continua. Sin embargo, las instituciones del Estado fueron negligentes y limitaron sistemáticamente su derecho a la atención en salud, incumpliendo además su deber de cuidado con una persona interna.

Desde que se notificó su deceso, la familia solicitó respeto al derecho a despedirse de su familiar y poder darle una sepultura digna. Sin embargo, la familia pasó tres días en la puerta de la morgue del Callao, sin recibir respuesta.

Al tercer día, la Fiscalía de la Nación de Perú se pronunció para negarles todo: no se les permitirá darle sepultura, tampoco presenciar la cremación ni guardar las cenizas de su familiar fallecido. La dictadura alega el cumplimiento de la Ley 31352 que otorga al Estado la potestad de disponer del cuerpo, cremarlo, y que las cenizas “sean dispersas en tiempo y lugar reservados”. Es decir, el Estado peruano ha legalizado la desaparición forzada y procederá de esta forma con el cuerpo de Miguel Rincón, violando así sus derechos fundamentales.

La Ley 31352 –promulgada y firmada por el presidente Pedro Castillo actualmente en prisión- atenta contra los derechos fundamentales de las familias de las personas condenadas, dándoles un trato discriminatorio y humillante que no se justifica en sus fundamentos.

Alberto Fujimori, responsable de graves violaciones a los derechos humanos y acusado de ejecuciones extrajudiciales durante el asalto a la embajada de Japón tomada por el MRTA, falleció rodeado de sus familiares y recibió sepultura casi con honores de Estado.

Rincón, independientemente que estemos de acuerdo o no con sus métodos, combatió las desigualdades.

Fujimori a través de sus políticas económicas defendió las desigualdades privatizando empresas públicas en complicidad con José María Aznar, quien nos llevó a la guerra con Irak.

Ambos, Fujimori y Aznar, han manifestado su desprecio por la vida y la condición humana.

La actual dictadura -que tiene a más de 70 personas asesinadas por ejercer su libertad de expresión en las calles- ha demostrado fehacientemente su inhumanidad. Dina Boluarte desprecia a las víctimas de la represión. La comunidad internacional, y el gobierno de Pedro Sánchez, calla o mira a otro lado.

El pasado 11 de diciembre, el ministro de Educación de Perú, Morgan Niccolo Quero Gaime, dijo lo siguiente: “Los derechos humanos son para las personas, no para las ratas”.

El desprecio de la condición humana no tiene precio ni horizonte con Dina Boluarte como cabeza visible de una dictadura que ha demostrado su menosprecio por la vida.