Uno de los problemas más importantes que tiene el turismo desde un punto de vista medioambiental es el de los desplazamientos de los viajeros, que ahora mayoritariamente se producen en avión o en automóvil.
Durante los años 2017 a 2022 el 92% de las llegadas de turistas extranjeros fueron a través de aeropuertos, el 5% por carretera, el 3% por ferry y sólo el 0,08% por tren. Sin embargo, la aviación emite 285 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro frente a 104 gramos el automóvil, 68 el autobús y 14 el tren.
En 2024 llegaron a España 94 millones de turistas, de los cuáles 78 millones lo hicieron a la península. De ellos una parte viajan desde América o Asia y no tienen otra opción que el avión, pero muchos también vienen de Francia (12 millones), Portugal (3 millones), Alemania (10 millones) o Reino Unido (17 millones) y cantidades importantes provienen también de Italia, Bélgica, Países Bajos, etc.
Para muchos de estos turistas el ferrocarril podría ser una alternativa razonable en tiempo, precio o comodidad si se propiciaran más conexiones internacionales que comunicaran con Europa por los Pirineos y con Portugal. Ahora existe sólo una conexión directa entre Madrid, Barcelona, Marsella y Lyon que en 18 meses han utilizado unos 300.000 viajeros, y que se ha incrementado un 55% en el último año, lo que demuestra el interés de los turistas por utilizar el ferrocarril cuando disponen de ese servicio.
Para los trayectos nacionales internos y para las conexiones internacionales deberían además ponerse en marcha servicios de trenes nocturnos con la finalidad de sustituir al avión en trayectos de más de 500 km. Los trenes nocturnos permiten ahorrar gasto en alojamiento y es una excelente opción que ya se está poniendo en marcha con creciente éxito en muchos países europeos.
Una encuesta realizada por Yougov para Europe on Rail pone de manifiesto que un alto porcentaje de ciudadanos (69%) de Alemania, Polonia, Francia, Países bajos y España estaría dispuesto a utilizar trenes nocturnos y que el 73% piensan que viajar en tren en la misma ruta debería ser más barato que el avión. Según un estudio de la CE podría haber una potencial demanda para al menos 15 nuevas rutas de trenes nocturnos en Europa.
España no debería quedarse atrás de esta dinámica europea para descarbonizar el transporte y el turismo y necesitaría coordinar con otros operadores ferroviarios europeos la puesta en marcha de varias líneas nocturnas. En ese sentido la portuguesa Comboios ya ha solicitado a ADIF licencia de circulación para establecer un servicio nocturno Lisboa-Madrid. Al menos habría que plantearse la ruta Lisboa-Madrid a través de Fuentes de Oñoro con Hendaya para conectar con Francia y Lisboa-Madrid a través de Badajoz por Elvas con Barcelona.
En circulaciones internas, al menos habría que poner en marcha las conexiones nocturnas de Barcelona con Coruña y Ferrol, Barcelona con Granada, Madrid con Coruña y Ferrol y Barcelona con Sevilla. Las tarifas de estos servicios deberían ser baratas para competir con la aviación, que tiene elevados beneficios fiscales y ayudas públicas, como las subvenciones de muchas CCAA a los vuelos desde sus aeropuertos o la exención fiscal del queroseno.
Para los viajes turísticos internos, que actualmente se producen en automóvil (85%) o en avión (7,8%) y sólo el 6,6% en ferrocarril, la mejora de los servicios ferroviarios debería ser una prioridad. RENFE ha incorporado el último año más de 1,4 millones de clientes en sus servicios de alta velocidad y larga distancia. Esto se traduce en una programación de 24.000 trenes y de casi 8,5 millones de plazas disponibles. El principal motivo de estos desplazamientos es el turístico y además de reforzar estos servicios, habría que estudia la manera de ofertar paquetes de movilidad por ferrocarril a turistas que vienen en vuelos intercontinentales.
Ayudaría a la incorporación de los turistas al ferrocarril convertir a las estaciones de tren en nudos de intermodalidad, conectando estas no sólo a los servicios de cercanías, sino también a los autobuses urbanos y de largo recorrido, al metro y tranvías y a otros modos alternativos de movilidad sostenible como bicis y vehículos eléctricos, carsharing, etc.
En esta perspectiva de integrar diversas opciones de transporte para uso y comodidad de los viajeros sería importante que llegara a buen fin la intención de implantar el billete único para transporte público que el Gobierno está estudiando.
Así pues, existen muchas opciones para dar un salto a otra movilidad turística, basada en los servicios ferroviarios, que reduzca las emisiones de carbono y sea cómoda y accesible para los usuarios. Sólo hace falta que el Gobierno, y otras administraciones concernidas, se pongan manos a la obra con medidas audaces y continuadas. El esfuerzo va a merecer la pena.