Muchos se sorprenden todavía del fuerte avance de las derechas y las extremas derechas nacionalpopulistas en las últimas elecciones al Parlamento Europeo.
La perplejidad es, si cabe, mayor en la dirección de los partidos de izquierdas, que no acierta a entender las causas de esa debacle.
La mejor explicación la tiene la economista y dirigente política alemana Sahra Wagenknecht, fundadora de un nuevo partido que lleva su nombre y que fue para muchos la auténtica sorpresa de las europeas en su país.
Wagenknecht, esposa del ex dirigente socialdemócrata Oskar Lafontaine, que dejó ese partido por discrepancias con la Tercera Vía del canciller Gerhard Schroeder, es autora de un libro que es sobre todo un ajuste de cuentas con las nuevas izquierdas (1).
Hubo una época en la que los partidos de izquierda de Occidente –socialistas o socialdemócratas- aspiraban a representar los intereses de las clases trabajadoras y a garantizarles justicia y seguridad.
Aquella izquierda creía en la potencia transformadora del Estado, en su capacidad para corregir las desigualdades mediante la redistribución de la riqueza nacional.
El imaginario político de la nueva izquierda está, por el contrario, dominado por una tipología que Wagenknecht califica con un vocablo mitad inglés, mitad alemán, “lifestyle-Linke”, en referencia a la importancia que da al “estilo de vida” de sus militantes.
Es una izquierda que ya no pone en el centro de la acción política los problemas sociales o socioeconómicos, sino sobre todo los hábitos de consumo, la ecología y la defensa de las minorías sexuales: la famosa lista LGTBI+.
Una izquierda cosmopolita, que apoya decididamente la inmigración sin pararse muchas veces a pensar en las consecuencias que, traspasado cierto límite, pueda tener para la cohesión de la sociedad receptora.
Una izquierda que sus críticos de derechas llaman “globalista” y que, al mismo tiempo, es, como ocurre con la actual dirección de los Verdes alemanes, claramente atlantista.
Esa izquierda “light” defiende una sociedad abierta y tolerante. Y, sin embargo, sostiene Wagenknecht, es muchas veces inflexible en materia de derechos humanos y de medio ambiente.
Wagenknecht da en su libro un ejemplo de esto último cuando cuenta cómo en 2019, los jóvenes de Fridays for Future se manifestaron en la pequeña localidad de Lausitz (este de Alemania) para exigir el abandono de la minería del carbón.
Cuando los trabajadores y sus familiares, que temían quedarse sin su única fuente de ingresos, entonaron los viejos cánticos de los mineros, a aquellos jóvenes no se les ocurrió otra cosa que llamarlos “nazis del carbón”.
Al mismo tiempo, quienes hoy afirman en Alemania que el Gobierno del canciller de coalición del canciller socialdemócrata debería preocuparse del bienestar de la población, de los servicios públicos e infraestructuras del país antes que del rearme de Ucrania, se ven inmediatamente tachados por esa nueva izquierda de “reaccionarios” y “antieuropeos”.
Wagenknecht sitúa el origen de esa profunda transformación de la izquierda en la izquierda en la Tercera Vía de los Bill Clinton, Gerhard Schroeder y Tony Blair, quienes continuaron las reformas neoliberales acometidas en su día por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, limando sólo algunas de sus asperezas.
No parece entender esa nueva izquierda que si los trabajadores que antes votaban a los partidos socialdemócratas se inclinan hoy lo hacen muchas veces por las derechas populistas es porque sienten que el Estado no se preocupa de ellos, los ha abandonado.
Porque comprenden mejor que su clase social no está representada en esa nueva izquierda, que integran sobre todo jóvenes profesionales con títulos universitarios y que nada saben del mundo del trabajo.
Políticos que tienen lógicamente otros intereses y defienden valores que ya no son, como antes, la comunidad y la solidaridad sino el europeísmo, el cosmopolitismo y la competitividad. Y que parecen más preocupados por los derechos humanos en Afganistán o en cualquier autocracia que por los derechos sociales en su propio país.
Notas:
[1] “Die Selbstgerechten” (Los autoconvencidos) . Ed. Campus Verlag.