Hace unos días, tan pronto como las circunstancias creadas por la pandemia del covid-19 lo han permitido, el Movimiento Laico y Progresista de Aragón (MLPA) ha celebrado en Zaragoza su 25 aniversario.
En el acto, muy concurrido y con una asistencia muy destacada de gente joven, fueron presentados dos libros: Nietas de la República de Jordi Serrano y Asaltar los suelos, en el que han participado varias de las personas que destacan lo más interesante de sus experiencias sobre su colaboración con el MLPA.
Instaurado en una única Comunidad Autónoma, la de Aragón, este movimiento reúne algunas características muy específicas entre las que destaca su defensa de la laicidad. Y aprovechando este 25 aniversario, la Fundación Espacio Público ha querido conversar con tres de sus protagonistas.José Luis Palacios, coordinador del MLPA y uno de sus impulsores nos dice: El MLPA es una confluencia de una decena de organizaciones que desde postulados laicos y progresistas pretende organizar a la población juvenil y sumarla al conjunto de luchas sociales que pugnan por un mundo mejor, contra un orden internacional que no podemos aceptar. Nace tras el cierre de las 150 Casas de Juventud de Aragón, una red de espacios juveniles autogestionados, impulsada por los ayuntamientos democráticos de izquierda. El PP llegó al poder municipal y autonómico en el noventa y cinco y se aprestó a acabar con esos escenarios de participación social. Su núcleo militante constituyó esta red que llamamos MLPA. Una red que agrupa a centenares de militantes capaces de concitar la participación de decenas de miles de jóvenes en las tres mil actividades que organizan cada año.
Quiero destacar el enorme potencial que tiene cualquier proceso de participación colectiva para el cambio social, con tal de que esté mínimamente bien enfocado. Lo vimos en el 15-M, o en cualquiera de las ‘mareas’ en defensa de los servicios públicos. Y lo vemos en esta pequeña gota de agua que es el Movimiento Laico y Progresista de Aragón en el río de movimientos sociales que existen en nuestro país: Las asociaciones del MLPA, con la enemiga de la derecha, han resistido durante veinticinco años: han agrupado a miles de jóvenes -en un trabajo de formación tildado de inocuo e incomprendido por buena parte de la izquierda-. Pero ese trabajo de base es el que ha permitido que nuestra organización incorporara esa energía juvenil al conjunto de las luchas que se han dado en este cuarto de siglo: la guerra de Irak, el trasvase del Ebro, las movilizaciones en defensa de los servicios públicos… Y mientras tanto, ante la ausencia de recursos para los movimientos asociativos, ha creado sus propios espacios: el Centro de Formación La Nave, con 150 plazas para la formación militante en régimen de estadía; y el Ateneo Laico Stanbrook.
Sí, somos solo una gota de agua en el río que pugna por el cambio social. Pero un río está compuesto de muchas gotas. Por eso la izquierda social, política y sindical no debió abandonar el trabajo con la gente; y deberá volver a la acción de base en los barrios y los centros de trabajo y enseñanza. Nosotras jugamos mucho con la idea de “asaltar los suelos” frente a el “asaltar los cielos” de Marx. Solo desde la autoorganización de la ciudadanía, en sus cosmos vitales, se acumulará suficiente energía para otros asaltos más aéreos, continúa diciendo.
Uno de los espacios que habéis construido es el Ateneo Laico Stanbrook. ¿Por qué este nombre? le preguntamos
El Stanbrook fue el penúltimo barco que salió del puerto de Alicante el 28 de marzo de 1939 con 2.638 personas a bordo. El coraje cívico del capitán Archibald Dickson salvó a esos republicanos y republicanas de la muerte o los campos de concentración franquistas. Nuestra organización siempre ha estado muy preocupada por la ruptura del hilo rojo que une a las distintas generaciones de militantes sociales. Nombrar a nuestro Ateneo con el nombre de uno de los barcos que salvaron la vida a miles de españoles era, aunque simbólicamente, reconstruir ese hilo y reafirmarnos en nuestros valores republicanos. Antonio Marco Botella, un esperantista de los años treinta, valenciano afincado en Zaragoza, fue uno de esos heroicos pasajeros. Intervino en el acto de inauguración del Ateneo. La emoción invadió a los jóvenes militantes que escucharon sus palabras, nos contesta
Y para finalizar, añade que los principales retos del para el futuro son que el MLPA tiene la capacidad para incorporar a su acción a mucha gente, de alcanzar un impacto social inusual en este tiempo de atonía. Pero ha perdido mucho músculo orgánico; dos años de pandemia han dificultado enormemente los procesos de formación de las personas que lo componen y dirigen. Recuperar la “organicidad” del pasado, fortaleciendo sus estructuras internas, es el reto inmediato. La apertura de los Ateneos Quanza y Sinaia, en Huesca y Teruel; o la reconexión con los movimientos sociales de izquierda, son nuestros objetivos en los dos próximos años.
Y además de hablar con un veterano activista con muchos años de experiencia , hemos querido conversar también con una mujer joven. Se trata de María Korkóstegi Sola, de 16 años, coordinadora de Fadea (federación de estudiantes) del MLPA en el IES Clara Campoamor de Zaragoza, que nos cuenta cómo entró en contacto con este movimiento:
Conocí el MLPA con trece años, estaba una noche en Torrellas, el pueblo de Zaragoza donde se ubica el Centro de Formación asociativa La Nave. Mi entorno familiar participó en la fundación de la red de entidades laicas. Decidí quedarme esa noche con los militantes de las asociaciones de medias que ese finde se reunían en La Nave. Allí conocí a varias personas que me dieron seguridad y me animaron incorporarme al movimiento, nos dice.
Me impulsó a participar en este movimiento laico sentir que los jóvenes tenemos una voz y podemos cambiar cosas. El feminismo no es solo cosa de adultos, sino que tiene que llegar a la juventud. La lucha contra el cambio climático, contra el racismo y la xenofobia, la integración e igualdad de todas las personas son los objetivos que mueven mi lucha.
La única manera de mejorar la vida de la gente joven en Aragón es organizándose para ello. Y para organizarse se necesita sentir partícipe de un grupo; en nuestras organizaciones eso se da de una manera natural. Es necesario crear proyectos y compartirlos con personas. Y sentirse orgulloso de ellos. Porque los cambios que se logran desde una organización no son solo hacia el exterior, sino que modifican a las propias organizaciones y a la vida de sus militantes, concluye.
Otro de los libros presentados en este acto es Nietas de la República de Jordi Serrano Blanquer, historiador y rector de la Universitat Progressista d’Estiu de Catalunya (UPEC) con el que también hemos tenido la oportunidad de conversar.
La falta de participación y asociacionismo durante la dictadura “pesa como una losa en las mentalidades colectivas”, dices en el libro. ¿Cómo se refleja eso en la democracia de hoy?
Vivimos en una democracia de muy baja intensidad, con los índices de participación asociativa más bajos de Europa. Algunos autores dicen que es porque España, Grecia y Portugal somos mediterráneos, ¿No será porque tuvimos los tres países dictaduras muy longevas? Además, los constituyentes tenían miedo a la participación y se ha conseguido ahogar todos los intentos de tener unos niveles de participación europeos. Había y hay miedo a los niveles de participación asociativa, política, juvenil y sindical de la II República. En este libro documento un gran ejemplo de lo que afirmo
Explicas con una gran profusión de datos a la gente joven que durante la II República “la participación popular fue extraordinaria, enorme”, aunque con poca participación de las mujeres que apenas participaban en la vida social. ¿Cómo ves hoy la participación de la juventud y especialmente de las mujeres en asuntos políticos y sociales?
Hubo un momento extraordinario e histórico de la participación de las mujeres en la vida colectiva y es cuando las chicas se hacen con la dirección de la Juventudes Socialistas Unificadas porque los chicos van al frente. Algunas incluso fueron al frente: las milicianas. Una revolución brutal. Esto está descrito en el libro de Teresa Pàmies “Cuando éramos capitanes”. Pàmies fue de la JSU y gran escritora casada con Gregorio López Raimundo el gran líder del PSUC nacido en Tauste.
Si nos trasladamos a la actualidad se ha dado un salto espectacular. La participación de las mujeres se da en todas partes, es una revolución exitosa e imparable. Estudian más, se preocupan más por lo colectivo, leen más, están más asociadas. Si hablamos de la juventud en general, creo que los adultos han sido muy poco autocríticos y se cabrean cuando los jóvenes quieren participar. Se ha visto como han intentado liquidar las expresiones políticas del 15M.
¿Qué significó para la participación juvenil la entrada de la izquierda en las instituciones a partir de 1979?
Veníamos de la brutal crisis de participación juvenil justamente en el momento que se llega a la democracia. Se le llamó el desencanto. En los jóvenes fue anterior y una auténtica carnicería, que se agravó con la llegada de la heroína que hizo estragos. Hay que recordar que del ciclo electoral las elecciones municipales fueron las últimas, dos años más tarde, precisamente por el recuerdo que tenía la derecha de las elecciones de 12 de abril de 1931 que el 14 trajeron la II República. Fue un momento de gran esperanza que llegó demasiado tarde y de gran desilusión después. Esperanza porque se estaba construyendo la democracia, pero las flamantes instituciones tenían nula experiencia y enseguida se sintieron amenazadas por la sociedad civil. Y así continuamos ahora. Las instituciones siguen viendo a los ciudadanos organizados con recelos. También la izquierda.
Las Casas de Juventud son las grandes protagonistas del libro. Dedicas muchas páginas a hablar de ellas y proporcionas muchos datos sobre su implantación en el territorio de la Comunidad Autónoma de Aragón. ¿Cómo explicarías muy brevemente lo que son?
Fue la mejor explosión de participación democrática de la juventud en España. Los que lo mirábamos desde fuera lo veíamos con emoción y asombro. La creación de 150 Casas de Juventud en Aragón fue un fenómeno asociativo y cultural que enlazaba con la tradición republicana (inespecífica) hasta en el último rincón de Aragón. Una parte del PSOE y del PCE-IU lo vio con recelo e intentó liquidarlo. Una gran manifestación en la Plaza del Pilar de 25.000 jóvenes en el año 1992 consiguió salvarlas. Ha sido seguramente la manifestación juvenil más importante de la historia de España hasta el 15M. Una parte del PSOE reaccionó y les ayudó. Pero la victoria del PP con Luisa Fernanda Rudi en el Ayuntamiento de Zaragoza y de Santiago Lanzuela en el Gobierno de Aragón, los dos del PP, empezaron a generar dudas.
La Federación de Casas de Juventud de Aragón se planteó juntamente con la Confederación Europea de Clubes de Jóvenes (ECYC) la construcción de una federación española. Gana las elecciones José María Aznar y ven como un peligro la extensión de las Casas al Reino de España. Y se las cargan, pero lo hacen de una manera feroz, brutal, para dar un escarmiento para que nadie más lo intente. Y así ha sido, excepto una aldea gala llamada Movimiento Laico y Progresista de Aragón. El resultado es que no hay sociedad civil de izquierdas en Aragón. Las izquierdas ya les iba bien. El resultado es que hay los partidos de izquierda se quedaron sin jóvenes, casi sin militantes. Una mala manera de hacer política, una manera suicida. Cuando se hace el relevo se hace fuera de las organizaciones políticas y esto genera problemas que pagamos hay. No ha habido una transmisión generosa de conocimientos de una generación a la siguiente.