El camino es salir del sistema, no del euro
Con este título, Alberto Arregui, Jordi Escuer y yo mismo presentamos un documento en la Conferencia sobre Europa que tuvo lugar en el seno de Izquierda Unida. Nuestra tesis sitúa al dinero como una herramienta cuyo papel en la sociedad es determinado por el tipo de relaciones de propiedad y el grado de desarrollo de las fuerzas productivas. El euro ha estimulado el desarrollo económico en la medida en que ha facilitado el comercio entre las naciones integrantes de la moneda única, de la misma forma que la abolición de los peajes feudales permitió la conformación de mercados nacionales y abrió las puertas al surgimiento de la gran industria moderna. El euro puede acelerar la crisis tanto como antes aceleró el auge, pero no crea ni la una ni el otro. Las crisis, las desigualdades que existen entre las naciones de la UE y, sobre todo, entre las clases sociales, no nacen con la moneda única, sino que la han acompañado desde que se creó la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA) en los años cincuenta del pasado siglo, porque son inherentes al capitalismo.
Por eso, debemos tener claro que nuestros problemas no radican en la existencia de una moneda común europea ni, por tanto, la solución se encontrará en abandonarla. Culpar de la actual crisis al euro es tan absurdo como responsabilizar a las viviendas de la burbujas inmobiliaria. El dinero sólo es una herramienta al servicio de la sociedad, no es el euro la causa de las crisis y el empobrecimiento de la mayoría, sino el capitalismo. De hecho, la moneda única sería una baza fundamental en una Europa en la que la izquierda y la clase trabajadora tomase las riendas del poder.
Por supuesto, la solución al desempleo y el recorte de los derechos sociales no vendrá de la Unión Europea de Maastricht, la Comisión Europea o el BCE, ni de todo el entramado institucional que han construido las distintas burguesías europeas, pero tampoco del Banco de España o del aparato estatal producto de la Transición que se ha demostrado igual de incapaz de resolver los problemas que sufre la mayoría de una sociedad de la que cada vez está más alejado.
No pretendo simplificar la posición de quienes plantean la salida de las instituciones comunitarias ante la imposibilidad de conseguir que éstas actúen de forma no neutral a favor de los explotados. Simplemente indicar que si el Estado español abandonase el euro ¿nos permitiría recuperar la “soberanía económica”? Si por ello entendemos quién decide la política económica del Estado español, la única soberanía económica hasta la fecha la ha ejercido la burguesía española y el ejemplo más evidente lo vemos en los años ochenta, cuando el Banco de España tenía la capacidad de emitir moneda y el Gobierno podía decidir devaluaciones de ésta, y eso no evitó que la “reconversión” arrasara la industria. Ni las devaluaciones competitivas ni los aranceles aduaneros impidieron que el paro fuera crónico desde finales de los setenta.
CRISIS Y TEORÍA DE LA CRISIS
26/01/2014
Carlos Javier Bugallo Salomón
Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.
En primer lugar quiero felicitar a Público.es por el excelente debate que nos ofreció en circuito cerrado de TV, sobre el futuro de Euro. Un debate sobre este tema difícilmente lo veremos en otro medio de comunicación, y menos aún con la exquisita pluralidad e imparcialidad con el que se organizó y dirigió. Enhorabuena de nuevo.
Un motivo adicional por el que escribo estas palabras es para pronunciarme sobre un punto del debate, que fue muy controvertido. Me refiero a la cuestión de qué relación tiene, si es que la hay, la crisis económica actual y el Euro.
Como ya dije en mi respuesta al economista Fernando Luengo, la crisis económica no la ha provocado el Euro, pero sí es incontrovertible que éste último, al encorsetar gravemente la capacidad de maniobra de los Estados para hacerle frente a las crisis asimétricas, está impidiendo su rápida solución. Además, ha propiciado una crisis de la deuda que alimenta y agrava la misma depresión.
¿Cuáles fueron entonces las causas de la crisis? Para responder a esta pregunta, os ofrezco un nuevo documento donde hago una exposición de las teorías económicas de las crisis, que a mi entender es el capítulo más difícil de todo el pensamiento económico. Es un planteamiento general, una herramienta heurística, para una posterior indagación sobre la crisis concreta europea.
Espero que os sea útil o que, por lo menos, sirva para encauzar el debate.
PAÍS DÉBIL, ¿MONEDA FUERTE?
24/01/2014
Juanma Villatoro
Abogado - Mediador
Siempre fue un hecho jubiloso el ser partícipe de un grupo de miembros más poderosos que tú; más sabios, más hábiles, más valientes….., a ver «si algo se te pegaba», por aprendizaje, simple simpatía, adaptación o por mero efecto camaleónico. Se nos dijo que definitivamente toda la caspa hispánica se nos caía con la entrada en el euro, compartir una misma moneda con envidiadas economías como las de Alemania o Francia nos inflaba la autoestima; esta inflamación egóica acompañaba el mantra del «España va bien». Todos aceptábamos como el café diario pasaba en apenas 6 meses de 80-pelas a 1-euro-20, es decir, al doble; que nuestra prensa diaria pasara al eurito, y lo gratificante que era ver en nuestras nominillas los mil y pico euritos en una esquinita informativa.
¿Cuánto habría que pagar por tal privilegio? Lo empezamos pagando con la desmantelación de nuestra depauperada industria patria, aquella que olía a alcanfor autárquico y a agencia colocadora de estómagos agradecidos del régimen, los «hijos, sobrinos y yernos del cuerpo», las honorables familias incrustadas en el INI, SEPI… Y en esto que llegaron fondos: FEDER, de Cohesión, Estructurales….., y después el dinero fácil de los bancos alemanes, y todos nos pusimos a comprarles sus Mercedes, Audis, BMWs, Liebers, Boschs, Thyssens,….., el Plan Marshall intraeuropeo sirvió para lo que sirvió, para que los prestamistas vendieran sus productos y los prestatarios nos endeudáramos sintiéndonos como nuevos ricos.
Cuando toca devolver lo prestado, no queda más remedio que provocar una brutal devaluación interna en los derechos sociales y salarios de la Europa del Sur.
La cesión de soberanía monetaria no deja otro remedio, el Banco Central Europeo sólo ha optado por la flexibilidad cuantitativa para el bailout bancario; la ciudadanía si que puede hundirse en la pobreza, pero el sistema financiero es sagrado, too big to fail. Pero esta creación de dinero puede resultar fatal y constituir la última fase de la crisis que de todo seguir así puede acabar o en un default o en una hiperinflacción. Nada nuevo bajo el sol, son catástrofes conocidas, es la historia la que se nos olvidó.
EL EURO Y LA POLÍTICA MONETARIA
13/01/2014
Carlos Javier Bugallo Salomón
Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.
El nacimiento de la Unión Monetaria Europea no sólo ha dado lugar a una nueva moneda, el Euro, que ha sustituido a las antiguas monedas nacionales, sino también ha cambiado drásticamente el funcionamiento de la política monetaria. Asimismo se ha creado una institución nueva, el Eurosistema, que se encarga de conducir dicha política monetaria.
Pues bien, existe una abrumadora evidencia económica que permite inferir que el Eurosistema es una institución profundamente reaccionaria, además de particularmente ineficaz en el desempeño de su cometido.
En el documento que os adjunto demostraré la veracidad de lo que acabo de afirmar, y expondré motivos adicionales para decidir la salida de nuestro país del Euro. Para facilitar su comprensión, expongo antes qué es la política monetaria, lo cual es un asunto mucho más sencillo de lo que algunas personas suponen.
Lo que sí constituye para mí un misterio es cómo varias de las cosas que salen a la luz en este documento han pasado inadvertidas a muchos críticos de izquierda –tanto marxistas como no marxistas-, pues salvo en las revistas especializadas apenas han tenido ningún eco.
Ello me lleva a la siguiente consideración: sólo desde la humildad intelectual y la asunción del trabajo disciplinado y esforzado, podrá realizarse una crítica seria y contundente al neoliberalismo del que tanto nos quejamos.
RESPUESTA A FERNANDO LUENGO
08/01/2014
Carlos Javier Bugallo Salomón
Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.
Adjunto os remito en un pequeño documento mi respuesta al artículo del economista Fernando Luengo sobre el Euro, aparecido en Público.es el día 8 del presente mes.
Un saludo
RESPUESTA A MANUEL DANIEL
17/12/2013
Carlos Javier Bugallo Salomón
Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.
Efectivamente mi réplica al compañero de Izquierda Unida Carlos Mato era algo lapidaria, pues no quería extenderme en un asunto técnico inaccesible a los no iniciados. Sin embargo, en vista de tus observaciones, me veo obligado a explicarme con más detalle.
A principios del siglo XIX, cuando en Gran Bretaña se instauró el patrón-oro, se abrió un debate económico muy importante sobre la eficacia de la política monetaria y del sistema bancario, pues se vio claro entonces –como ahora con el Euro- que ese sistema monetario internacional supondría un corsé insuperable a toda política autónoma gubernamental de expansión del crédito y de la masa monetaria. Y fue David Ricardo, el líder de la Currency School, el que con mayor rigor defendió el patrón oro con base a unos argumentos similares a los que mi buen compañero Carlos Mato a utilizado para defender el Euro.
Estos argumentos han sido de nuevo defendidos por la moderna escuela monetaria de Milton Friedman; argumentos que se basan en dos postulados: 1) el dinero es sólo una ‘instrumento’ que permite superar las incomodidades del trueque y facilita los intercambios, y 2) la política monetaria es neutral en el largo plazo, por lo que es irrelevante su uso para estimular el crecimiento económico.
El segundo postulado fue criticado ya en la época de Ricardo por la Banking School, y luego por keynesianos y neokeynesianos. En cuanto a Marx, se adhirió en esa controversia a la Banking School en su crítica al segundo postulado, añadiendo además algo de su propia cosecha en cuanto al primero: que el dinero, en cuanto ‘capital-dinerario’ no es una ‘cosa’ sino una relación social, lo mismo que el ‘capital-comercial’ y el ‘industrial’.
Así pues hay algo de déjà vu en este debate, y pienso que sería bueno que tengamos en cuenta a la historia para no repetirla de nuevo. Espero haber aclarado las interrogantes que te he provocado con mi anterior intervención.
RESPUESTA A PIERRE LAURENT –Y APELACIÓN A IZQUIERNA UNIDA-
12/12/2013
Carlos Javier Bugallo Salomón
Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.
Indignación y rabia es lo que siento tras leer el artículo aparecido en Público.es (12/12/2012) de Pierre Laurent, Presidente del Partido de la Izquierda Europea (PIE).
Esta persona ha despachado de un plumazo los argumentos de quienes defendemos la salida del euro, desde posiciones intelectuales y éticas progresistas, equiparándonos con las soluciones ‘nacionalistas, populistas y de extrema derecha’.
Tanta arrogancia soez, que recurre al viejo y mezquino truco de las falacias ad populum, debe ser desautorizado inmediatamente por el órgano competente de mi partido, Izquierda Unida, como miembro que es del Partido de la Izquierda Europea.
Cualquier persona medianamente educada e inteligente sabe que es indecoroso debatir políticamente utilizando estratagemas tan mezquinas.
CLARIFICAR POSTURAS
10/12/2013
Carlos Javier Bugallo Salomón
Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.
Si algo ha quedado claro en el presente debate sobre el Euro, es que partidarios y detractores de seguir en la Eurozona compartimos una misma visión: la Unión Monetaria Europea (UME), en su configuración actual, es antisocial e insostenible. Las discrepancias surgen a la hora de proponer soluciones al problema.
Frente a los que creemos que lo mejor que podemos hacer es abandonar la Eurozona, están quienes piensan que el reto es luchar por transformar la UME en algo distinto a como ha sido hasta ahora, a través de la unión de las fuerzas de la izquierda europea.
El problema de este último argumento, y que a mí particularmente me deja insatisfecho, es que no aporta ninguna prueba de que existan los medios políticos y jurídicos para cambiar los Tratados que rigen la UME. ¿Es la izquierda europea lo suficientemente fuerte para acometer este cambio? ¿Permite la regla de la unanimidad alterar los Tratados sin el consentimiento de alguno de los 17 países que integran la UME?
Me gustaría que quienes apuestan por seguir en la UME contestaran a estas últimas preguntas de forma razonada y fundamentada, pues con ello conseguirían sin duda convencerme de sus propuestas. Mientras tanto, invocar el miedo a la salida de la UME no es en sí mismo una propuesta inteligente. Como dijo el presidente Franklin D. Roosevelt: «Lo único que debemos temer es el temor mismo.»
respuesta al compañero Carlos Javier Bugallo Salomón
04/12/2013
madaguilar
economista
En su más reciente comentario, quien se presenta como miembro de ATTAC y de IU, se limita a presentar dos puntos:
1. Afirma que decir que el dinero es una herramienta equivale a decir que el dinero es neutral.
2. Afirma que «Los debates actuales sobre política monetaria, tanto entre postkeynesianos como marxistas, cuestionan radicalmente esta interpretación».
Sólo por el título de la intervención se puede apreciar que se trata de una crítica a la postura mantenida por Carlos Sánchez Mato más arriba, ya que no existe ningún argumento ni desarrollo adicional. Solamente se presentan las 2 afirmaciones, sin más, y sin siquiera intentar respaldarlas con datos, argumentos o referencias.
Empezando por la segunda de esas afirmaciones, debemos descartarla inmediatamente por cuanto no sabemos si «los actuales debates» se refiere a que el dinero sea neutral, que sea una herramienta, o que ambas cosas sean equivalentes. Pero es que, aunque lo supiéramos, y a falta de traer aquí los desarrollos y avances proporcionados por «los actuales debates» nos quedamos como estábamos, porque aquí nadie admitirá que se le cierre la boca sólo por mantener alguna postura que estén cuestionando radicalmente «tanto postkeynesianos como marxistas» (aunque fuera cierto).
Y en cuanto a la primera afirmación, es un error dolorosamente evidente, toda vez que en el mismo párrafo en que Carlos Sánchez Mato (en una intervención sencillamente magnífica) mantiene que el dinero es «una herramienta», dice también que «El euro ha estimulado el desarrollo económico en la medida en que ha facilitado el comercio entre las naciones integrantes de la moneda única (…) El euro puede acelerar la crisis tanto como antes aceleró el auge, pero no crea ni la una ni el otro».
Como se ve, el dinero está muy lejos de ser neutral.
Tanto como de ser culpable.
Las anteriores intervenciones no pretendían más que fijar el problema […]
27/11/2013
carlossmato
Economista
Las anteriores intervenciones no pretendían más que fijar el problema en su justo término, siempre según mi discutible opinión y utilizando el menor número de simplificaciones posibles dado el poco espacio del que disponemos.
El sistema capitalista tiene un grave problema de crecimiento que se ha visto agudizado en las dos últimas décadas. Ha sido incapaz de encontrar otra vía diferente a la de ir saltando de burbuja en burbuja y buscar en el plano financiero una respuesta insuficiente al problema de crecimiento. Ese proceso financiero es especialmente visible en la actualidad en el sobre-endeudamiento, es decir, de un falso crecimiento apoyado en la deuda. Cuando se analiza el resultado podemos ver que, con el fruto de ese endeudamiento, los agentes económicos no pueden hacer frente a los préstamos contraídos. Simplificando, ese es el verdadero problema: no parece que el sistema capitalista encuentre vías «sanas y sostenibles» en el tiempo que sorteen el obstáculo. Las políticas monetarias ejecutadas desde otro tipo de óptica a la adoptada en la actualidad, pueden tener resultados muy positivos en términos de equidad y redistribución de la riqueza. Por ejemplo, una salida inflacionaria con elevadas tasas de crecimiento de precios diluiría la deuda y perjudicaría a los acreedores frente a los deudores. La combinación de estas políticas con quitas, daría paso a nuevos escenarios de crecimiento (por la destrucción previa de capacidad que conllevaría) pero no resuelve la raíz del problema de la insuficiencia del crecimiento ni de la incapacidad de seguir apostando por un modelo depredador del entorno, aunque pueda dar nuevas etapas de «falsa apariencia de prosperidad». En resumen, no considero que no haya alternativas monetarias a las políticas actuales, pero no pueden solucionar las contradicciones del capitalismo. En todo caso, la actuación monetaria debería tener en cuenta, además de los deseos de todos nosotros, la correlación de fuerzas existentes. Concretamente, una política monetaria realizada por un Estado español fuera de la unión monetaria europea y gestionada por el PP o el PSOE seguiría sirviendo los mismos intereses que la que actualmente plantea la Comisión Europea.
En todo caso, las estrategias de salida de la crisis mediante la devaluación salarial y luchar «a brazo partido» con los trabajadores de otros países no es un escenario que pueda defender yo a mis años… Si hay que luchar, prefiero que sea contra las élites…
Como decíamos más arriba, nos parece difícil lograr una reforma […]
26/11/2013
Ricardo Molero y Juan Barredo
Investigadores
Como decíamos más arriba, nos parece difícil lograr una reforma de los mecanismos de integración al interior de la actual UE de una dimensión como la que planteamos. Muy probablemente, un proceso de este tipo tendría que impulsarse al exterior de ella y no sólo entre los países de la periferia europea, sino también vinculándose con otras economías cercanas geográfica o económicamente con las que, de hecho, existe una mayor complementariedad productiva.
Sólo en un marco de integración como el descrito es posible alterar, al menos parcialmente, la lógica del proceso de acumulación y plantear una alternativa transformadora viable al actual proceso de ajuste estructural permanente. Obviamente, impulsar su puesta en marcha sería prácticamente imposible bajo la actual correlación de fuerzas económicas, sociales y políticas. No obstante, una mecha como la que supondría una posible declaración del impago de la deuda de uno o varios países y la probable expulsión de la UE que acarrearía, no sólo podría poner las condiciones, sino que quizás obligaría a pensar la manera de darle forma.
Nuestro texto de base:
http://www.economiacritica.net/wp-content/uploads/2013/07/economiacritica.net-Euro_no_euro_s_y_viceversa_Una_propuesta1.pdf
Creemos necesario empezar recordando lo que ya alguno de vosotros […]
26/11/2013
Ricardo Molero y Juan Barredo
Investigadores
Creemos necesario empezar recordando lo que ya alguno de vosotros ha señalado: la necesidad de la acción política inmediata para dar respuestas a lo que hoy urge. Creemos además que es un paso necesario para comenzar a plantear cambios institucionales más profundos. Coincidimos con gran parte de vuestros análisis en los que recordabais los enormes costes y riesgos (sociales, políticos y económicos) tanto de quedarse como de salirse del Euro.
Por un lado, interpretamos, en la línea de lo que apunta Albarracín, el euro como la forma que toma la dinámica del capital (y su forma actual de financiarización) en la Unión Europea. Por eso la necesidad de plantearse cambios que vayan más allá de la simple cuestión de la Unión Monetaria. Sin embargo, nos parece difícil creer en la posibilidad de que una movilización política y social al interior de la UE pudiese impulsar una reforma interna de la unión económica y monetaria que alterase suficientemente su perverso funcionamiento actual.
No obstante, tampoco creemos que una salida unilateral del euro pueda poner las condiciones necesarias para superar la actual crisis de la deuda al mismo tiempo que se transforma la estructura de la economía, en este caso la española. A pesar de la recuperación de la política cambiaria y monetaria, las restricciones impuestas por el mercado mundial persistirían, en primer lugar, porque, como planteaba Eduardo Garzón, la competitividad comercial no es una cuestión únicamente de precios, por lo que difícilmente sería posible alterar de manera estructural el signo de la balanza comercial con una simple devaluación; y, en segundo lugar, porque las dependencias productiva y financiera externas persistirían.
Nuestra apuesta sería la de impulsar un proceso de integración alternativo a partir de la aplicación de los fundamentos del plan Keynes. Un proyecto de este tipo, posibilitaría una forma de integración solidaria y complementaria, productiva, comercial y financiera. La inversión especulativa se vería trabada bajo este esquema y los reequilibrios comerciales recaerían no sólo sobre los países deficitarios sino también sobre la Alemania de turno, eludiendo la necesidad del ajuste, al mismo tiempo que se lleva a cabo un proceso de redistribución interna. Además, si se vinculase a la toma de control democrático de la economía (comenzando por el sector financiero y los sectores estratégicos) se haría también posible impulsar un proceso de reestructuración productiva sobre la base de la complementariedad entre países, tal y como desde hace años pretenden hacer los países de la ALBA.
RESPUESTA AL COMPAÑERO CARLOS MATO
21/11/2013
Carlos Javier Bugallo Salomón
Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.
Decir que el dinero es ‘sólo una herramienta’, y que a la larga su efecto sobre las variables reales es, por tanto, ‘neutral’, es repetir lo mismo que dijo el economista David Ricardo en el siglo XIX y que posteriormente repitió su alumno más aventajado, el sr. Milton Friedman.
Los debates actuales sobre política monetaria, tanto entre postkeynesianos como marxistas, cuestionan radicalmente esta interpretación.
Los costes políticos de sostener el euro para las izquierdas
19/11/2013
Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
No hay plena conciencia entre la mayoría de las izquierdas en nuestro país de que el establecimiento del euro respondió a un proyecto de debilitar, por todos los medios posibles, al mundo del trabajo y al modelo social que había convertido a Europa en un punto de referencia internacional para todas las fuerzas progresistas. Este proyecto ha sido altamente exitoso, como lo muestra que el mundo empresarial (tanto financiero como industrial) está consiguiendo aquello que tanto ha añorado: bajada de los salarios, aumento del desempleo, desmantelamiento del Estado de bienestar, privatización de las pensiones y servicios públicos… Todo ello bajo mandato de las instituciones que gobiernan el euro.
En el texto adjunto detallo un ejemplo reciente que evidencia esta instrumentalización. En él explico cómo en las normas de presupuesto interanual de la UE se especifica que toda transferencia (definida como “ayuda”) a entidades municipales, regionales o nacionales quedan condicionadas a que su gobierno se comprometa a acatar las políticas macroeconómicas neoliberales (sin relación con el proyecto financiado), dictadas y supervisadas por la Comisión Europea.
El gobierno alemán, con enorme influencia en la Comisión, es el máximo sostenedor de las políticas de austeridad hoy en la UE y en la Eurozona. Lamento decirle que usted, ciudadano español, no tiene voz ni posibilidad de cambiar esto, a no ser que se movilice para que España salga de este sistema que tiene al país estancado. Por cierto, parte de estos fondos vienen de su bolsillo, reciclados a través de la siempre presente Comisión Europea. Y me sabe mal informarle también que el Parlamento Europeo no pinta ni puede hacer nada en esto. Intentó hacer algo, pero no le dejaron y todo sigue como la Comisión decidió. ¿Lo entiende? Y mientras, se define como extremistas a quienes quieren salirse por considerar imposible el cambio dentro del euro.
El enorme descrédito de los partidos socialdemócratas, tanto en apoyo electoral (sobre todo entre las clases populares) como en número de militantes, se debe precisamente a su complicidad en establecer tal sistema de gobierno del euro. De nuevo, la evidencia que avala esta tesis es robusta. Está también claro que el hartazgo de las clases populares hacia la entidad política europea. Y es lógico que lo lideren aquellas fuerzas políticas que cuestionan más radicalmente la existencia del euro y de la UE. El crecimiento de los partidos de la ultraderecha a escala europea es un indicador de ello. Su éxito se basa en su radicalismo en contra de lo que llaman “las elites tecnócratas que roban el poder nacional” (acusación difícil desmentir), proponiendo la salida del euro y de la UE. En cierta manera, su éxito se debe al fracaso de las izquierdas en entender y responder al enfado de las clases populares hacia esta Europa, la Europa que de sueño democrático y social se ha convertido en pesadilla antisocial y antidemocrática. ¿Hasta cuándo tendremos que esperar a que las izquierdas entiendan que esta Europa no es cambiable y que otra Europa es posible?
La situación de la economía española compone un cuadro complejo […]
19/11/2013
Pedro Montes
La situación de la economía española compone un cuadro complejo que podría asimilarse al de una partida de ajedrez una vez hechos los movimientos de la apertura y entrados en el medio juego. Para los no entendidos, es difícil valorar la posición del juego y apostar por el desenlace más probable. Pero para quien comprenda con mayor profundidad las leyes del juego, hay situaciones complicadas que, sin embargo, determinan un vencedor, eso que se llama en el argot del ajedrez ventaja decisiva de las blancas o de las negras.
Sin pretender considerarme un experto más incisivo y penetrante que otros excelentes profesionales de la economía, he llegado a la conclusión de que el euro en su actual configuración, los 17 países que integran la unión monetaria europea, no es viable. Tarde o temprano y no sé bajo que fórmula o escenario, todo cambiará, y en particular nuestro país no podrá seguir perteneciendo al euro actual. Esta conclusión me lleva, desde hace algún tiempo, a dejar de polemizar con los que abiertamente defiende la pertenencia al euro a cualquier precio o con los que tienden a pensar que es un debate no cerrado y pendiente de llevarse a cabo en la sociedad española.
Imaginemos por un momento que todos los problemas y desequilibrios creados por la vinculación al euro desaparecen y que la economía española emprende, no se sabe cómo, una fase de crecimiento moderado y sostenido. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que la balanza por cuenta corriente incurrirse de nuevo el déficit agudo cuya financiación dependería de los mercados internacionales, conocedores y avisados del agudo endeudamiento en que están atrapados todos los sectores, públicos y privados, de nuestra economía? Dejo la pregunta ahí para dejar sentado la rémora insuperable de la deuda y para emplazar a los economistas preocupados por el futuro del país a que, siquiera como hipótesis, contemplen la posibilidad de que el euro se rompa o nuestro país no pueda o deba permanecer en la unión monetaria. Como una mera hipótesis a la que prestar atención.
Creo llegada la hora de que una parte importante de nuestros esfuerzos analíticos y propositivos se concentren en la elaboración de una alternativa que parta del dato crucial de la no pertenencia al euro. Mirado con ojos optimistas, significaría la construcción de una alternativa económica para nuestro país contando con la posibilidad de disponer de una política monetaria, una política cambiaria y una política fiscal propias. Los desastres que se han generado en los últimos tiempos ahí están, pero se trata de, en la desoladora situación económica y social española, procurar que los costes de abandonar el euro se minimicen y de trazar un camino para aliviar la penosa vida de millones de personas y para abrir a todos los ciudadanos una brecha a la esperanza.
¡Europa! para más de una generación de la clase trabajadora […]
19/11/2013
carlossmato
Economista
¡Europa! para más de una generación de la clase trabajadora en el Estado español, la palabra Europa, asociaba a su sonido ideas de progreso, de empleo, mejores condiciones de vida y libertades democráticas. Era lógico, mientras “el milagro alemán” se desarrollaba de la mano del plan Marshall, aquí sufríamos una cruel dictadura, al igual que en Grecia y Portugal. Largos trenes y pasos de fronteras han sido testigos de la emigración económica y el exilio político que daba una base material y psicológica al sueño del europeísmo.
Y nos ofrecieron esa Europa, superadora de dos “guerras mundiales”, vendiéndonosla con la envoltura de un proyecto de libertad, igualdad y fraternidad, un regalo envenenado, el de una Europa por y para los mercaderes.
Tan simplista era entonces hacer depender todo progreso económico y social de nuestra entrada en el Mercado Común Europeo, como hoy presentar a Bruselas como el origen de todos nuestros males.
Ojalá el problema fuera la moneda…
19/11/2013
carlossmato
Economista
El camino es salir del sistema, no del euro
Con este título, Alberto Arregui, Jordi Escuer y yo mismo presentamos un documento en la Conferencia sobre Europa que tuvo lugar en el seno de Izquierda Unida. Nuestra tesis sitúa al dinero como una herramienta cuyo papel en la sociedad es determinado por el tipo de relaciones de propiedad y el grado de desarrollo de las fuerzas productivas. El euro ha estimulado el desarrollo económico en la medida en que ha facilitado el comercio entre las naciones integrantes de la moneda única, de la misma forma que la abolición de los peajes feudales permitió la conformación de mercados nacionales y abrió las puertas al surgimiento de la gran industria moderna. El euro puede acelerar la crisis tanto como antes aceleró el auge, pero no crea ni la una ni el otro. Las crisis, las desigualdades que existen entre las naciones de la UE y, sobre todo, entre las clases sociales, no nacen con la moneda única, sino que la han acompañado desde que se creó la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA) en los años cincuenta del pasado siglo, porque son inherentes al capitalismo.
Por eso, debemos tener claro que nuestros problemas no radican en la existencia de una moneda común europea ni, por tanto, la solución se encontrará en abandonarla. Culpar de la actual crisis al euro es tan absurdo como responsabilizar a las viviendas de la burbujas inmobiliaria. El dinero sólo es una herramienta al servicio de la sociedad, no es el euro la causa de las crisis y el empobrecimiento de la mayoría, sino el capitalismo. De hecho, la moneda única sería una baza fundamental en una Europa en la que la izquierda y la clase trabajadora tomase las riendas del poder.
Por supuesto, la solución al desempleo y el recorte de los derechos sociales no vendrá de la Unión Europea de Maastricht, la Comisión Europea o el BCE, ni de todo el entramado institucional que han construido las distintas burguesías europeas, pero tampoco del Banco de España o del aparato estatal producto de la Transición que se ha demostrado igual de incapaz de resolver los problemas que sufre la mayoría de una sociedad de la que cada vez está más alejado.
No pretendo simplificar la posición de quienes plantean la salida de las instituciones comunitarias ante la imposibilidad de conseguir que éstas actúen de forma no neutral a favor de los explotados. Simplemente indicar que si el Estado español abandonase el euro ¿nos permitiría recuperar la “soberanía económica”? Si por ello entendemos quién decide la política económica del Estado español, la única soberanía económica hasta la fecha la ha ejercido la burguesía española y el ejemplo más evidente lo vemos en los años ochenta, cuando el Banco de España tenía la capacidad de emitir moneda y el Gobierno podía decidir devaluaciones de ésta, y eso no evitó que la “reconversión” arrasara la industria. Ni las devaluaciones competitivas ni los aranceles aduaneros impidieron que el paro fuera crónico desde finales de los setenta.
estrategias para ganar el futuro
18/11/2013
madaguilar
economista
Parto de la base de que este debate se plantea desde un punto de vista de izquierdas. Desde el capital no se plantea la ruptura del euro, que como se dice más arriba le resulta funcional. De manera que no ya los instrumentos y medidas, sino los objetivos y metas deben plantearse en función de los intereses de las mayorías trabajadoras.
Así, si la salida del euro permitiera mejorar las condiciones de vida y las perspectivas políticas de la clase trabajadora debería argumentarse y demostrarse. Y lo veo difícil porque personalmente creo que más bien es al contrario, pero el caso es que ni siquiera se intenta.
Por eso soy más escéptico que J.L. Gallego, a quien le basta que la salida del euro permita «atisbar siquiera la posibilidad de recuperar autonomía suficiente para la construcción de un modelo distinto, sobre bases anticapitalistas». Como ha explicado magníficamete A. Ramírez («Razones para un debate monetario: por qué el euro no es el problema ni salirse de él la solución», enlazado arriba en la sección “documentación”) lo que cuenta no es tener autonomía suficiente, sino qué se hace con ella. Sobre todo porque la salida del euro no nos iba a salir gratis a los trabajadores españoles («devaluación» significa «sufrimiento») y ese coste sólo podría compensarse a largo plazo, si es que la posición política de las mayorías sociales mejorara.
En la ponencia el más ambicioso objetivo posible (¿utópico?) al que debemos encaminar nuestros pasos, según las cuestiones-guía que se nos plantean, sería «restaurar el crecimiento económico». Pero eso no garantizaría una mejora para la mayoría de la población. Aparte de que coincido con la mayoría de las intervenciones, particularmente con la de E. Garzón, en que ese crecimiento es más que dudoso que se favoreciera con la ruptura del euro.
Pero, sobre todo, es que hoy estamos amenazados por «nuestras» «autónomas» instituciones con serios retrocesos en el estado social y democrático de derecho (por ejemplo, el nuevo código penal) cuyos únicos frenos (aparte del fundamental: la resistencia popular en huelgas, escraches, ocupaciones, etc.) proceden de las instituciones europeas, como el reciente revolcón a la Justicia española por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Con esto en mente la salida del euro no parece buena idea. Y ya se que el euro no son las instituciones europeas ni las instituciones europeas son el euro, pero tampoco se engañará nadie obviando que cuando se habla de rupturas con el euro, porque forma parte de la «Europa de los mercaderes», se está empujando a la ruptura con todo el diseño europeo, que con todo lo deficiente e indeseable que sea, no es peor que la «España de la servidumbre feudal» que nos están preparando.
3.000 caracteres dan para opinar, pero no para argumentar (aunque es mucho mejor que 140). En el documento anexo trato de hacerlo en la línea aquí apuntada.
La salida del euro como solución
18/11/2013
Alberto Montero Soler
Profesor Economía Universidad de Málaga
La salida del euro como solución
El planteamiento del ponente creo que coloca los términos de la discusión en el espacio adecuado, que no es sólo el económico sino, sobre todo, el político, a pesar de un esquematismo que, determinado por lo limitado del espacio, obviamente sacrifica una explicación minuciosa de la crisis como la que ofrecen, por ejemplo, Álvarez, Luengo y Uxó en su recomendable libro “Fracturas y crisis en Europa”.
La cuestión, en estos momentos, ya no es si el euro colapsará o no porque hemos podido comprobar que las autoridades europeas están dispuestas incluso a vulnerar normas legales que se han dado a sí mismas (los estatutos de independencia del BCE) para mantenerlo con vida.
Pero una cosa es mantener vivo y con respiración asistida al euro y que éste siga cumpliendo su función fundamental de cara a la mejor circulación de bienes, servicios y capitales al interior de la Eurozona -esto es, su función de medio de cambio común que impide cualquier estrategia de devaluación competitiva que pudiera beneficiar coyunturalmente a las economías con déficits por cuenta corriente-, y otra cosa es que en la agenda europea estén previstas las reformas institucionales que permitan recomponer Europa como el espacio que hacía de la generación de bienestar su signo de identidad frente al capitalismo liberal anglosajón.
Esto se pone de manifiesto cuando comprobamos cómo los avances institucionales previstos en la agenda europea quedan limitados tanto al refuerzo de los mecanismos financieros de supervivencia del euro como al incremento de la restricción sobre la capacidad de intervención fiscal de los Estados sobre sus economías, ya sea por la vía del endurecimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento como por la de la supervisión de los presupuestos de los Estados miembros antes de su aprobación en sede parlamentaria nacional.
Si, por un lado, damos por buena que esa es la línea directriz de la evolución a medio plazo de las reformas institucionales de la Eurozona, porque no hay nada en el horizonte que apunte a que sea otra pudiera ser la línea. Y si, por otro lado, damos también por buena la lectura de que nos enfrentamos a medio plazo a un contexto de capacidad de intervención menguante de los Estados sobre la actividad económica en los países periféricos, la resultante se convierte en una ratonera. Y ello porque los márgenes de maniobra estatales para reducir no sólo los desequilibrios existentes sino, sobre todo, los factores desequilibrantes que han generado esta división entre centro y periferia son cada vez menores, ya sean factores de naturaleza específicamente europea como aquellos derivados de la dinámica global del capitalismo.
(El resto de la intervención puedes leerla en el archivo adjunto que aparece en la columna de la izquierda bajo mi nombre).
En mi intervención anterior del pasado día 14 me limité […]
18/11/2013
Carlos Javier Bugallo Salomón
Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.
En mi intervención anterior del pasado día 14 me limité a hacer una exposición del por qué creía que el Sistema Monetario Europeo, en su configuración actual, no es viable y recomendaba su impugnación teórica, que debía conducir a nuestro país a su abandono. Porque de lo que se trataba no era de enjuiciar al sistema capitalista –eso es tema de otro debate-, sino de exponer si el sistema referido suponía una forma progresiva o regresiva con respecto a la situación previa que teníamos antes de la implantación del euro.
En suma, lo que hice fue seguir el consejo de mi admirado Henri Lefebvre: “Ir a la cosa. Nada de ejemplos externos, nada de digresiones, analogías inútiles; por lo tanto, análisis objetivo.”
Diagnóstico equivocado
18/11/2013
fluengoe
Profesor de la UCM
Diagnóstico equivocado
Diagnóstico que no comparto: el origen de la crisis radica en un diseño institucional de la Unión Económica y Monetaria insuficiente y deficiente (aunque desde luego han existido insuficiencias y deficiencias en él).
Pero vayamos a la cuestión clave: ¿Defectos en las instituciones que debían gestionar la moneda única? Digamos, más bien, que esas instituciones han servido, de ahí su funcionalidad, al enriquecimiento de las elites económicas, han abierto mercados a las grandes corporaciones, han debilitado la capacidad de intervención y de control de los Estados nacionales y han consolidado un modelo de crecimiento dominado por la deuda, situando como eje medular de todo el proceso económico a los capitales financieros.
¿Dónde queda en este diagnóstico la problemática de fondo que está en el origen de la crisis económica?: La desigualdad en la distribución del ingreso, el triunfo de las lógicas y los comportamientos financieros que han impregnado el conjunto de la economía o las disparidades productivas presentes y crecientes en el espacio comunitario. Estos planos, que tienen que ver con la dinámica de acumulación y distribución del excedente capitalista, quedan relegados, o abiertamente ignorados, en las interpretaciones que ponen el foco en la arquitectura institucional de la zona euro. ¿Se supone acaso que estos y otros factores determinantes de la implosión financiera tienen su origen en los “vicios” institucionales de la moneda única? ¿O quizás que su solución depende de la adopción de criterios de buen gobierno? Mi respuesta a ambos interrogantes es negativa.
En la agenda política de la troika y de los gobiernos europeos está una profunda reforma institucional de la zona euro, en un escenario donde los grupos dominantes apuestan de manera rotunda e inequívoca por el mantenimiento de la moneda única, donde sus intereses están mejor representados. Una agenda alternativa pasa, en mi opinión, por abrir el foco del debate, ahora situado en un espacio confuso donde parecería que más gobernanza y más crecimiento son las claves para salir de la crisis económica. Por supuesto, es necesaria una refundación institucional de la Unión Europea, pero esa propuesta de otra Europa está desnortada si no se integra en una reflexión más amplia, capaz de integrar las piezas centrales de una política económica que supere los círculos viciosos que atrapan a la actual y que apunte inequívocamente a la creación de empleo, la modernización y sostenibilidad de los tejidos productivos, la cohesión social y la desactivación de la capacidad especulativa de los mercados financieros.
El Euro y el BCE son instrumentos clave de articulación […]
18/11/2013
Jorge Fonseca
Profesor Universidad Complutense
El Euro y el BCE son instrumentos clave de articulación asimétrica del espacio económico europeo, que fuerzan políticas sociales regresivas en España y los países periféricos. La burbuja financiera alimentada por privatizaciones y construcción retrasó el ajuste, pero las imposiciones de la UE y un euro sobrevalorado, han desarticulado las estructuras productivas de los países periféricos. Entre 2002 y 2010 el BCE revalorizó 80% el euro, haciendo no competitiva la producción interna(desplazada por productos importados), destruyendo fuentes de empleo en la periferia, provocando paro y déficits comerciales externos. Por el contrario, dio creciente superávit a Alemania gracias a que la competitividad ganada en China por sus empresas, deslocalizadas, les permite desplazar la producción de los demás países europeos. La leve depreciación (20%) del euro provocada por recortes que hunden la demanda, corrige los déficits comerciales y favorece el pago de deuda pública, multiplicada por tres debido a estatización de deuda privada. Deuda y euro, vía recortes salariales y sociales, desarticulan ahora la estructura social existente. Esto convierte la relación de los países de la eurozona con el Euro y con la propia UE en crucial.
A pesar de que mantuve siempre una actitud crítica, en 2010, apuntaba que debíamos sopesar las consecuencias de salir del euro, ilustrando el dilema con una metáfora: al igual que si nos subieran por la fuerza a un avión para llevarnos a Guantánamo no nos arrojaríamos en vuelo sin paracaídas, deberíamos ponderar los riesgos de salirnos del euro en medio de la crisis bajo la misma élite dominante subordinada a las grandes transnacionales, bajo la batuta alemana. En realidad en España esta élite no se plantea “bajarse del avión” del euro, a pesar que se encuentra en llamas, y los “pilotos” (Alemania, BCE, CE) nos empujan a elegir entre “recorte permanente” y fuerte devaluación salarial para revalorizar el euro y elevar la tasa de ganancia, o arrojarnos del avión sin paracaídas (salir del euro en condiciones adversas).
Por ello debemos revisar nuestra estrategia. Partiendo del rechazo a inmolarnos con recortes que nos condenan por décadas a la pobreza planteamos el trilema iguiente:
a) tomar el control del “avión”, la UE, para modificarla sustancialmente (improbable, visto el predominio de derecha y ultraderecha);
b) formar con otras fuerzas de países periféricos un bloque de izquierda capaz de imponer una solución de compromiso sobre el papel del BCE y devaluar el euro, fiscalidad progresiva, política social y aceptación inevitable de una fuerte quita de la deuda;
c) formar un bloque social en España dispuesta a salir del euro, modificar la política económica, suspender el pago de la deuda, auditarla y exigir renegociación y quita a la vez que buscamos acuerdos con países y bloques que rechacen políticas neoliberales (europeos fuera del euro, Mercosur). No se trata por tanto de teoría económica sino de política, teniendo en mente la relación que existen entre la mayoría social necesaria y la capacidad real que tenemos de conseguirla.
Euro-social y Euro-metal.
18/11/2013
Tmasd
Creativo
Desde la vida real se pone en practica, en episodios localizados, la moneda social. Esa parte de la economía es la de la supervivencia, plano en el que los individuos se contemplan entre ellos, con un valor de decencia.
A la superficie de ámbito privado, donde el valor es el metálico. Se debería acotar exclusivamente, a todas las transacciones puramente especulativas.
Con lo cual tendríamos un aspecto económico social básico, para la vivienda, la sanidad y la cultura. Paralelamente, al aspecto de la economía competitiva progresiva y… Lógicamente, sustentable en la historia.
Sobre el sistema euro, las malas preguntas y las respuestas complejas.
17/11/2013
Daniel Albarracín Sánchez
Consejero de la Cámara de Cuentas de Andalucía. Sociólogo y economista. Miembro de Anticapitalistas y del Consejo Asesor de Viento Sur.
El escenario para la eurozona más factible, ante los profundos desequilibrios del sistema euro, es el de un colapso financiero por “fascículos”. Caben escenarios diversos, entre la que no sería descartable una expulsión de determinados países que incumplan sus objetivos de devolución de deuda. Pero eso no sucederá antes de exprimir sus posibilidades de pago hasta lo máximo posible. Cualquier ruptura es más probable que suceda tras alguna conmoción sociopolítica que determine lo inasumible de seguir pagando las deudas.
La mitigación de las políticas de austeridad no es suficiente para superar la crisis. Es previsible que en los próximos tiempos se alternen políticas duras con otras aliviadas, sobre todo con la perspectiva de hacer socialmente digerible una tendencia depresiva. Debemos fijarnos en los fundamentales. Nos referimos a las tasas de rentabilidad, la disponibilidad y creación de nuevos mercados y productos, los potenciales recorridos de la tecnología, la redistribución de la renta. Atendiendo a estas dimensiones no hay razón alguna para vaticinar una superación de esta crisis que se acaba de inaugurar.
La tasa de beneficio se restaura mucho menos de lo que sería necesario, a costa de generar mayores recesiones (se busca una política que combina aumentos de beneficios para unas pocas empresas, en el marco de una destrucción amplia del capital). Para lograr una restauración suficiente para el capital las tensiones sociales y las políticas de endurecimiento tienen que llegar mucho más lejos, comprometiendo cualquier esquema de democracias formales.
El sistema euro es la forma en que los esquemas de financiarización cobraron forma en la UE, el más sofisticado que se ha institucionalizado a escala mundial. Sin duda, tiene problemas internos muy graves, generando tensiones añadidas por la propia arquitectura del sistema euro. En el contexto de políticas de austeridad consagradas en Tratados, de políticas ultraexpansivas que sólo benefician al núcleo bancario privado, y ante la ausencia de bases públicas y políticas redistribuidoras en el marco de la UE, la implantación del euro sólo podía traducirse en mayor devaluación fiscal y salarial. Genera crisis con perfil propio de gran alcance. Pero aún incluso resolviendo este esquema anterior, la crisis capitalista seguiría. Siendo necesario, no es suficiente combatir las políticas austeritarias.
La cuestión monetaria es relevante, pero no la única cuestión. Es preciso observar las interrelaciones que mantiene esta dimensión con otras bases económicas y políticas.
El sistema euro ha añadido problemas añadidos gravísimos en materia financiera, desigualdades norte-sur, y austeridad procíclica. Pero sería una equivocación importante reducir la política económica a dar consejos sobre salir o permanecer en el euro. Ahora, cuestionar la deudocracia y el austeritarismo implicarán rupturas que comprometerán el sistema euro. La alternativa: una estrategia internacionalista desde los países del sur.
Desde la moderación de este debate queremos agradecer las aportaciones […]
16/11/2013
agora-economica-01
Desde la moderación de este debate queremos agradecer las aportaciones que han sido enviadas. José Antonio Nieto (UCM) apuesta por una “natural” aunque peligrosa continuidad del escenario presente, “moderada evolución cambiante que lleva a la continuidad”, a falta de acontecimientos sociales de gran magnitud. Este es para José Antonio un escenario que habría que añadir a los planteados inicialmente. Carlos Javier Bugallo (doctorando) también apuesta por una salida, debido a que las condiciones de mantenimiento del euro (presupuesto fiscal europeo) ni se dan ni se darán en un futuro próximo, apuntando tres líneas de trabajo necesarias para estudiar el impacto de la salida. Jordi Angusto (economista crítico) por su parte alude en cierta medida al 8º escenario que planteaba Nieto, un régimen de «malestar» europeo consolidado a base de las políticas de la excedentaria Alemania. Finalmente, Eduardo Garzón (Consejo Científico de ATTAC) hace una crítica al planteamiento inicial de Alberto Alonso, al tomar éste un enfoque de la competitividad centrado exclusivamente en los precios, apuntando a necesidad de un análisis alternativo que incluya otros factores como la densidad tecnológica o la deslocalización.
El objetivo de este Ágora es que sea un lugar de debate en torno a la ponencia de Alberto Alonso (UCM). En ella el autor plantea una serie de preguntas que creemos cruciales al abordar la tarea de pensar en el euro y sus alternativas. La aportación de José Antonio Nieto alude a un 8º escenario, el de la “moderada evolución cambiante que lleva a la continuidad”, ¿qué consecuencias institucionales, políticas y sociales tendría este escenario? Si la moneda única es un corsé excesivo para exportar y las finanzas públicas están constreñidas en un marco fiscal de recortes, ¿el euro no es un régimen que necesariamente necesita reducciones salariales masivas?
Alberto afirma que una salida del euro de los países del sur, implicaría una devaluación pero ¿qué países se podrían beneficiar más de ella? Eduardo Garzón abre el debate en este sentido. Los países con una exportación especializada en industrias tecnológicamente menos avanzadas afrontan una demanda de sus importaciones más elástica que aquellos con industrias más avanzadas ¿Qué consecuencias tendría este hecho para los escenarios de salida?
Por último, existen razones como las desigualdades sociales o el papel de la financiarización que a las que algunos autores hacen referencia ¿qué papel juegan ahora y qué papel jugarían en un escenario con monedas nacionales?
Animamos a colectivos, docentes, investigadores, movimientos, y activistas a participar en este debate tan importante en la construcción de alternativas.
Los moderadores
No sólo existe la competitividad vía precio
16/11/2013
Eduardo Garzon
Economista del Consejo Científico de Attac España
Aquí se está suponiendo que la competitividad de las economías nacionales viene explicada exclusivamente por los diferenciales de precios entre países. Además, dentro de este enfoque y a partir de la exposición se deduce que en esos precios de exportación no influyen ni la productividad ni otros costes de producción distintos del salario. Sin embargo, multitud de estudios de una y otra orientación han puesto de manifiesto que la competitividad de los países no sólo depende del crecimiento de los salarios.
De esta forma, los enfoques denominados “estructurales” suman a los factores recogidos por el enfoque tradicional de competitividad-precio las características de la estructura económica en la que las empresas se desenvuelven. En otras palabras, se añaden a los elementos relacionados con el precio una serie de condicionantes no vinculados con el precio que en última instancia responden al conjunto de innovaciones y conductas tecnológicas de los agentes que operan en el mismo sistema nacional de innovación. La densidad tecnológica de los productos exportables importa mucho, pues aquellos que gozan de un elevado valor tecnológico tienen un impacto positivo sobre la estructura productiva, al necesitar insumos y entregar bienes intermedios y de capital de mayor calidad. Por otro lado, las manufacturas de mayor intensidad tecnológica logran su cuota de mercado gracias a su especificidad (estrategia de diferenciación del producto), y no gracias a sus precios competitivos. Como consecuencia, una economía en la que sean predominantes manufacturas de alta calidad y tecnología (como Alemania) tendrá facilidades para materializar sus exportaciones.
Además, existen otros factores explicativos del comportamiento exportador de una economía. Entre ellos se encuentran todas las estrategias empresariales encaminadas a lograr mejoras competitivas, las consecuencias derivadas de la globalización y de la desmembración geográfica de los procesos productivos, de las políticas adoptadas por los gobiernos, de los avances técnicos en el mundo de las finanzas, del azar (conflictos bélicos, inventos genuinos, adelantos súbitos en tecnologías básicas, acontecimientos políticos en otros países…), etc.
Teniendo en cuenta todo ello, resulta muy aventurado sostener que la economía alemana es más competitiva que las economías del Sur sólo porque sus tasas de inflación hayan sido inferiores a las del Sur. Del mismo modo, debemos poner en tela de juicio la afirmación de que sólo porque las economías del Sur realicen un proceso de devaluación interna vayan a alcanzar importantes niveles de competitividad. Por lo tanto, el diagnóstico de partida (las tasas de inflación diferentes han provocado una pérdida de competitividad en unos respecto de otros) podría resultar incompleto e inexacto, así como varios de los escenarios que se describen en los que se habla de recuperar o perder competitividad mediante estrategias de revaluación o devaluación salarial.
Aunque cualquier escenario es difícil de contemplar, sea con o […]
15/11/2013
witelchus69
parado
Aunque cualquier escenario es difícil de contemplar, sea con o sin el euro, el problema persitirá, debido a las desigualdades y la falta de alternativas económicas y laborales.
Durante 16 años estuve en la fabricación de piezas, y en ese periodo se fue multiplicando año a año la productividad, una veces por sistemas nuevos de fabricación u otros, fácil explicable, 21 trabajadores en taller sobre 8 que quedamos a última hora teniendo un crecimiento en la productividad del 2.000 %, con crecimientos así no se puede absorber toda la masa laboral que queda en desempleo.
Entonces el problema no radica en la productividad de las cosas sino mas bien en la imposibilidad de dar trabajo.
La tecnología hace que cada dáa seamos mas prescindibles las personas, ya que la maquinaria actual tiene cotas de productividad ilimitadas.
Cuando nos hablan de la crisis, y de la falta de exportación, tenemos todos claro que con iguales salarios es imposible crecer, pero tampoco con salarios altos, es la pescadilla que se muerde la cola.
Con el sistema neoliberal actual puede llegar a darse el caso de un pronto estallido de la burbuja especulativa y del sistema actual, llamado sistema capitalista; él solo se va a comer sus propios recursos debioo a la propia codicia que inspira.
Si todos queremos basar nuestra economía en la salida del euro, sabemos de las consecuencias, pero quizás habría que optar por un cambio estratégico en la Unión Europea.
Hay y existen fórmulas, pero si todas las basamos en el valor económico, nunca servirán.
Cuando se dice que no se van a poder pagar las pensiones, parece paradójico que se diga como si el dinero fuera comida, y estuviéramos en plena sequía. El dinero no se puede poner por encima del hombre.
Habría que buscar cauces no monetarios para la consecución de unos mínimos para una sociedad mas justa y equilibrada.
Nos dicen que hay que ser exportadores, pero quién va a comprar esos productos cuando a todos nos están limitando la capacidad de consumir.
También hay que cambiar este sistema basado en el consumismo puro y duro, que a no largo plazo nos va a devorar, pues creer que la crisis ha terminado es ilusorio; está empezando. Este es el cuento del cántaro que va a la fuente.
Tenemos la obligacion de ser críticos con la Europa creada, en la que los diferentes países la utilizamos solo en el sentido de sacar todo lo que se pueda a ella sin pensar en los demás. De ahí viene gran parte de nuestra crisis.
Hay que reformular y reinscribir los dictados de economía, sobre todo, al solo valorar el valor económico y no social.
La ecología, el cuidado que nuestro entorno, y otras actitudes llevadas al ámbito económico podrían dar fruto a un cambio.
El problema no es la debilidad del euro, sino su fortaleza
15/11/2013
Jordi Angusto
Economista Crítico
El ministro alemán Schäuble declaraba recientemente que nadie podía seguir criticando sus recetas económicas, puesto que España e incluso Grecia habían conseguido unos primeros superávits exteriores que garantizaban el pago de su deuda externa y minimizaban el riesgo de ruptura del euro.
Por desgracia es muy posible que sea cierto, es decir, que en toda Europa se haya implementado el modelo económico con el que Alemania entraba en la moneda única, basado en una disminución continuada de la participación salarial en la renta nacional y una demanda interna insuficiente, compensada con exportaciones.
El problema hoy ya no es que se rompa el euro, sino haber pasado del Estado del bienestar al del malestar; una especie de economía de guerra, donde la población autóctona debe sacrificarse y pasar penurias para producir cacharros que se exportarán y se venderán a crédito a terceros países, aquellos que, como nosotros, caigan en la trampa del déficit y la deuda externa y que, como nosotros, verán mermado su bienestar futuro y su independencia.
El mayor riesgo de la política de austeridad no era, pues, que saltara el euro por los aires, sino que consolidara un modelo económico de desigualdad social estructural y encima reconvirtiera Europa, de nuevo, en una potencia colonial.
La justificación alemana es la amenaza asiática. Y sí, ciertamente China también sostiene un superávit exterior colosal a pesar de su baja renta per cápita, pero también lo es que va reduciendo la pobreza de su población, mientras que en Europa aumenta, y que se ha comprometido a fomentar la demanda interna y a no depender tanto de las exportaciones.
Unas promesas que ha alentado Estados Unidos, incapaz de reducir su déficit, mientras que China mantuviera alto el cambio del dólar mediante sus compras. Y cuando aparecía la calma por el lado chino, Europa emerge con su superávit y su falta de demanda interna, y, por tanto, exportando la contracción económica por todo el mundo e iniciando una nueva aventura colonial.
Y en el corazón de Europa nuevamente un gobierno alemán castigando duramente a la mayor parte de su población y, acto seguido, a la de todo el mundo. Pero no lo entienden, dicen que no entienden las quejas estadounidenses y las de la periferia europea; qué culpa tienen de que les compren tanto como les compran. ¿Inercia de tantos años obligados a tener superávits para pagar sus deudas de guerra?
La semana pasada incluso el comisario europeo, Olli Rehn, ha reconocido que hay ciertos desequilibrios en la economía alemana que habría que corregir. Las quejas estadounidenses, sumadas a las europeas ¿cambiarán el rumbo de Alemania? Bastaría con un significativo aumento salarial y una mayor imposición al capital para que aumentara su demanda interna y, con ella, la demanda global; para que nuestro necesario superávit para pagar unas deudas impropias no requiriera la implantación definitiva de un “Estado del malestar” que puede acabar como el rosario de la aurora.
EL EURO, UN ENGAÑO
15/11/2013
marapeco
JUBILADO
Desde mi posición de ciudadanito de a pie, el euro respecto a la peseta me ha causado una cierta situación de indefensión. A los capitales y grandes empresas es posible que les haya beneficiado en sus exportaciones/importaciones, pero al común de los españoles maldita la gracia que nos ha hecho que un café que costaba, antes de la entrada del euro, 100 pesetas, pase ahora a costar 1,20 euros (199,8 pesetas); un paquete de tabaco negro 50 pesetas, ahora 5,20 euros (865,8 pesetas); y no hablemos de las nóminas de sueldos y pensiones… Y así, suma y sigue. Esta es la realidad que vivimos en nuestro día a día; ya sé que teóricos económicos tendrán múltiples razones para defender la validez y necesidad del euro, pero yo les pediría que salieran a la calle y contrastaran la realidad que nos toca vivir con el malhadado euro. La solución a este dislate que la pongan ellos, que para eso mandan sobre nosotros y nuestras vidas.
Algunas reflexiones sobre el futuro de la eurozona (Síntesis)
14/11/2013
Jorge Aragón
Director de Gaceta Sindical: Reflexión y Debate Comisiones Obreras (CCOO)
La ruptura del euro no parece probable por los costes tanto económicos como políticos y sociales que implicaría para los distintos países, tanto de la periferia como del centro europeo integrados en la unión monetaria, pero también para otros países miembros de la UE que no lo están.
La ruptura de la zona euro supondría una importante devaluación de las nuevas monedas que no tendrían por qué mejorar sus balanzas exteriores; aumentarían las exportaciones pero con menor valor unitario y se podrían reducir las importaciones pero dependiendo de su elasticidad (escasa, como en el caso de los productos energéticos o la dependencia tecnológica). Paralelamente, es más que probable que los países devaluados entraran en default por la imposibilidad de pagar una deuda exterior nominada en euros, lo que agravaría su volumen y su coste, y sufrir una fuerte restricción del crédito para su refinanciación.
Los costes para los países que no se salieran de la zona euro serían también notables. Tanto por los efectos de la quita y mora de la deuda en las economías de los países acreedores como por los efectos sobre el comercio y los flujos económicos. El futuro del euro es también el futuro del Mercado Único.
No es probable, pero es posible la salida de algunos países de la zona euro –sea por la vía de la expulsión, por decisión nacional o por una combinación de los cuatro primeros escenarios que plantea Luis Alberto- si se mantienen obcecadamente las políticas de recortes y de falsa austeridad y se condena a los países deudores a continuar en la senda del desempleo y la degradación social. Un escenario políticamente desastroso, pero la historia tiene “cisnes negros” como las dos guerras mundiales.
El escenario más probable es una mezcla de los escenarios 5, 6 y 7. Que se corrijan algunas de las deficiencias de la zona euro mediante el desarrollo de una cierta “Unión fiscal restrictiva” en la que sigan predominante las orientaciones conservadoras (Pacto fiscal, etc.) que se avance en la unión bancaria y el BCE continúe su política de garante en última instancia de las deudas públicas, y se aprobaran relativamente mayores transferencias entre países, o en algunos aspectos de armonización fiscal y de la arquitectura político-institucional. Es el camino de “política de parches” que parece estarse siguiendo hasta ahora.
Pero es un camino no exento de contradicciones y tensiones sociales y políticas, que pueden dar paso a un nuevo escenario (no contemplado en el documento) marcado por el impulso de políticas dirigidas a una “Unión fiscal y política integradora”, con mayor unificación fiscal, mayor presupuesto y más amplias políticas comunitarias dirigidas al crecimiento sostenible y con mayor incidencia en el ámbito social y, por tanto, con mayores transferencia entre países y, necesariamente con una profunda democratización de las instituciones europeas. Algunos dirán que utópica, pero creo que políticamente imprescindible.
Después de haber estado estudiando el asunto durante un año […]
14/11/2013
Carlos Javier Bugallo Salomón
Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.
Después de haber estado estudiando el asunto durante un año completo, mi opinión es que hay que apostar por la salida de España de la Unión Monetaria Europea. Sin ocultar las ventajas que comporta este acuerdo monetario, no debe dejarse de advertir sobre la descompensación con que ha sido construida. Junto a un poderoso Eurosistema con plenos poderes monetarios, orientado exclusivamente hacia la estabilidad de precios y el equilibrio monetario, se echa en falta un no menos poderoso instrumento presupuestario común, capaz de contribuir al diseño de una política económica europea armónica, que ayude a compensar las crisis asimétricas y las disparidades nacionales y regionales en el ámbito de las variables económicas reales.
Si la izquierda no se planta y somete a la Unión Monetaria Europea a una crítica intelectual progresista, impugnando su necesidad y planteando la salida del Sistema Monetario Europeo (que no es lo mismo que la salida de la Unión Europea), será la extrema derecha quien ocupe su lugar pero sobre una base ideológica chauvinista e intolerante, incompatible con la civilización moderna. El ejemplo griego y chipriota lo tenemos ante nuestros ojos.
La salida del Euro no es una respuesta de máximos a esta crisis, pero sí una salida realista, que sabe de las dificultades que encontraremos en el camino pero también de las numerosas adhesiones que recibirá de una población que asiste con enorme rabia y estupor a lo que le está pasando, y a la que también se le miente sistemáticamente sobre las posibilidades reales de recuperación económica dentro de la Eurozona. Pues sin políticas macroeconómicas de estímulo y una demanda interna en caída permanente, ¿quién espera la recuperación?
Sin embargo la salida de Euro no nos saldría gratis y las consecuencias serán dramáticas. No hay vuelta posible a la situación previa al establecimiento del Euro. Como ha dicho Miguel Riera, la salida del Euro representa “convulsión e incertidumbre, pero también esperanza.”
De aceptarse la propuesta de salir del Euro, mi opinión es que se debería crear un Grupo
de Trabajo con las siguientes tareas:
1. La identificación de los riesgos, con el objetivo de averiguar cuáles son las exposiciones al riesgo más importantes a los que nos enfrentaríamos.
2. La evaluación de los riesgos, con el objetivo de cuantificar los costes asociados con los riesgos que se han identificado en el primer paso.
3. La selección de las medidas necesarias para minimizar los costes previstos.
SALIR DEL EURO Después de haber estado estudiando el asunto durante […]
14/11/2013
Carlos Javier Bugallo Salomón
Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.
SALIR DEL EURO
Después de haber estado estudiando el asunto durante un año completo, mi opinión es que hay que apostar por la salida de España de la Unión Monetaria Europea. Sin ocultar las ventajas que comporta este acuerdo monetario, debemos tener en cuenta la descompensación con que ha sido construida. Junto a un poderoso Eurosistema, con plenos poderes monetarios, orientado exclusivamente hacia la estabilidad de precios y el equilibrio monetario, se echa en falta un no menos poderoso instrumento presupuestario común, capaz de contribuir al diseño de una política económica europea armónica, que ayude a compensar las crisis asimétricas y las disparidades nacionales y regionales en el ámbito de las variables económicas reales.
Si la izquierda no se planta y somete a la Unión Monetaria Europea a una crítica intelectual progresista, impugnando su necesidad y planteando la salida del Sistema Monetario Europeo (que no es lo mismo que la salida de la Unión Europea), será la extrema derecha quien ocupe su lugar pero sobre una base ideológica chauvinista e intolerante, incompatible con la civilización moderna. El ejemplo griego y chipriota lo tenemos ante nuestros ojos.
La salida del euro no es una respuesta de máximos a esta crisis, pero sí una salida realista, que sabe de las dificultades que encontraremos en el camino pero también de las numerosas adhesiones que recibirá de una población que asiste con enorme rabia y estupor a lo que le está pasando, y a la que también se le miente sistemáticamente sobre las posibilidades reales de recuperación económica dentro de la Eurozona. Sin políticas macroeconómicas de estímulo y una demanda interna en caída permanente, ¿quién espera la recuperación?
Sin embargo, la salida de euro no nos saldría gratis y las consecuencias serán dramáticas. No hay vuelta posible a la situación previa al establecimiento del euro. Como ha dicho Miguel Riera, la salida del euro representa “convulsión e incertidumbre, pero también esperanza.”
De aceptarse la propuesta de salir del Euro, mi opinión es que se debería crear un Grupo de Trabajo con las siguientes tareas:
1. La identificación de los riesgos, con el objetivo de averiguar cuáles son las exposiciones al riesgo más importantes a los que nos enfrentaríamos.
2. La evaluación de los riesgos, con el objetivo de cuantificar los costes asociados con los riesgos que se han identificado en el primer paso.
3. La selección de las medidas necesarias para minimizar los costes previstos.
El euro debe seguir.
14/11/2013
ftrabison
Agente de Seguros. Consultor de PYMES
Con el titulo de mi intervención creo que ya lo digo todo. El euro debe seguir porque una sola razón: la marcha atrás es inviable económica, política y socialmente.
Las tremendas tensiones económicas que se producirían entre los países miembros, para pactar las nuevas condiciones del juego económico y político europeo, derivarían en tensiones sociales difíciles de mantener. Surgirían nuevos partidos políticos de corte nacionalista y los anti-europeos existentes encontrarían su argumento definitivo para decir «os lo dije» y «teníamos razón» a diestro y siniestro. EE.UU, UK, Japón y Rusia entrarían con fuerza a intentar forjar nuevas alianzas económicas y, en pocos años, volveríamos a la Europa del Tratado de París. Por lo tanto la disolución del euro, aunque fuera una solución, debe descartarse por la imposibilidad social y política de llevarla a cabo.
Todo lo contrario, el futuro del euro, pasa por lo que muchos dicen últimamente: «mas Europa». Esta simple pero contundente afirmación es la que debe reinar en las políticas de los estadistas pro-Europa (si los hay). Transformar definitivamente la UE en un enorme espacio con políticas comunes fiscales, bancarias, agrícolas (mas PAC todavía), de política exterior, de defensa, de comercio, industriales, sociales, y convencer a la ciudadanía que es mejor juntos que separados y, lo mas importante, todos a la vez. Voy más allá; cada país debería renunciar a parte de su soberanía en caso de incumplimiento con el resto de socios.
Esta labor es fundamentalmente política y pasa por encontrar a unos estadistas valientes que sepan anteponer esta idea de futuro ante las políticas locales y cortoplacistas para conseguir los resultados que esperan en las elecciones de cada país miembro.
Alemania debería aceptar su papel de motor y por lo tanto financiador del resto de países. Los países del Sur deben seguir con las reformas en curso para corregir sus deficit. Y se necesita una política industrial común para hacer frente al resto de zonas del globo y convertir a toda Europa en un serio competidor de los EE.UU. y Asia. La salida de un país de la UME no se puede permitir. Si algún miembro presentara las condiciones para la salida y sus poderes políticos no supieran o no quisieran impedir la salida, la UE debería tomar el control de dicho país (renuncia de parte de la soberanía) e iniciar las medidas necesarias hasta corregir los desajustes y devolver el país miembro a la senda.
Hago toda esta disertación anterior porque es evidente que ahora mismo la UE no está unida y cada miembro piensa mas en lo suyo que en lo de todos. Por lo tanto plantear posibles escenarios de salida o entrada del EURO, su continuidad, las posibles salidas a los deficit creados es imposible sin crear las condiciones previas. Y, de momento, es Alemania la que debe tomar el timón, hacer de tripas corazón y permitir la llamada transfer union a la vez que se crea la nueva Europa, reformando el Tratado y convertir el sueño europeo en realidad.
Algunas reflexiones sobre el futuro del euro
13/11/2013
Jorge Aragón
Director de Gaceta Sindical: Reflexión y Debate Comisiones Obreras (CCOO)
Algunas reflexiones sobre el futuro del euro
Jorge Aragón
Director de Gaceta Sindical: Reflexión y Debate
Comisiones Obreras (CCOO)
Es importante desarrollar los análisis desde una perspectiva histórica, porque el proyecto de construcción europea tiene sus orígenes en el compromiso de “pacificación” de las relaciones entre los países centrales de Europa tras la I y II Guerra Mundial. En sus sucesivas etapas de Acuerdos de libre comercio, Unión Aduanera y Mercado Único (todavía con significativas deficiencias) ha primado una cooperación económica basada en la unificación de los mercados, dejando en un lejano segundo plano la creación de una Unión Política. La decisión de crear el euro es un paso más en esta orientación y arrastra todas sus contradicciones pero obliga a reflexionar sobre las implicaciones del futuro del euro en estrecha relación con sus efectos sobre el Mercado Único y en el posible desarrollo futuro de una Unión Política
La actual crisis europea se está produciendo en un escenario muy distinto al de etapas anteriores, el de la llamada globalización de la que –sin posibilidad de entrar en más precisiones- merecería destacar algunas características: La transnacionalización de los procesos productivos y de las cadenas de valor más allá de los mercados domésticos, y con ello la hegemonía de las empresas transnacionales; y la intensa expansión de los mercados financieros y la creciente autonomía respecto a la actividad productiva (financiarización de la economía). ¿La ruptura o fragmentación de la zona euro mejoraría la capacidad de intervención y regulación en la economía, limitando el poder de las empresas transnacionales? Creo que iría en la dirección contraria.
La ruptura del euro no parece probable por los costes que implicaría para los distintos países, tanto de la periferia como del centro europeo integrados en el euro, pero también para otros países miembros de la UE que no lo están. Pero la historía esta llena de “cisnes negros”.
El escenario más probable es que se corrijan algunas de las deficiencias de la zona euro mediante el desarrollo de una cierta “Unión fiscal restrictiva” en la que sigan predominante las orientaciones conservadoras (Pacto fiscal, etc.) pero se avance en la unión bancaria, en relativamente mayores transferencias entre países, en algunos aspectos de armonización fiscal y de la arquitectura político-institucional. Es el camino de “política de parches” que parece estarse siguiendo hasta ahora. Pero es un camino no exento de contradicciones y tensiones sociales y políticas, que pueden dar paso a un nuevo escenario marcado por el impulso de políticas dirigidas a una “Unión fiscal integradora”, con mayor unificación fiscal, mayor presupuesto y más amplias políticas comunitarias dirigidas al crecimiento sostenible y con mayor incidencia en el ámbito social y, por tanto, con mayores transferencia entre países y, necesariamente con una profunda democratización de las instituciones europeas.
En definitiva, creo que una ruptura de la unión monetaria no es deseable, no solo económica sino políticamente.
¿Y si el €uro desapareciese?
13/11/2013
Miguel
Profesor de Tecnología y escritor
Muchos economistas nos dicen que perder la protección que el euro ofrece, supondría el desastre absoluto para los paises de la eurozona. Los políticos, siempre más dados a discursos grandilocuentes y vacíos de sentido, contestarán que la caida del euro significaría el fin de Europa (…)
Supongamos pues, que paulatinamente los países de la zona euro fueran abandonándola (creo que es lo más factible). ¿De verdad sería un desastre para ellos?
Esos países recuperarían el poder de decisión sobre su financiacion, sobre sus deudas y sobre su política monetaria. La política financiera iba a ser un problema para los paises más pobres. (…) A los gobernantes de estos paises ahora les resulta muy fácil recibir dinero de la U.E. solo tienen que arrodillarse ante los dictados de la troika. Para contrarrestar este problema contarían de nuevo con la capacidad de devaluar su moneda o inyectar capital al mercado interior. También podrían decidir qué hacer con su deuda. Es decir, a quién, cuándo y cómo pagar esa deuda. Probablemente priorizarían a los acreedores internos. (…) A los paises ricos solo les quedaría el consuelo de poder acusar de insolidaridad al moroso, pero éstas son las cosas que tiene el capitalismo. Cuando inviertes puedes ganar o perder.
Es evidente que no sería cómodo salir del euro, principalmente para los políticos que tendrían que comenzar a tomar decisiones propias y no limitarse a obedecer las decisiones de otros.
¿Tendrán razón los políticos y Europa, o al menos la Unión Europea, dejará de existir sin el euro? Si tuviesen razón eso significaría que el euro es el único sustento de la Unión Europea.
Desde que se fundó la CECA (el embrión de la U.E.) se tomó como nexo de unión la economía, la economía real. (…) Pero el problema es que la economía real dejó paso, con el euro, a la economía virtual. (Las primas de riesgo, los mercados de futuros y otras perversiones similares han conseguido centrar las decisiones del eurogrupo (…)
Sí, el fin del euro, parece que sería el fin de la Unión Europea tal y como está concevida, pero esto, más que un punto final podría ser un punto y aparte. Europa está acostumbrada a reconstruirse de sus cenizas. (…) deberíamos potenciar factores que nos puedan unir más sólida y solidariamente. A saber;
La defensa del medio ambiente (…), implantar una verdadera política exterior europea, (…), ser un referente también cultural, (…)
Por último Europa debería considerar el estado del bienestar su gran logro y no su gran problema. Debería intentar exportarlo en vez de demolerlo para importar la explotación laboral, la privatización de los servicios públicos y las desigualdades sociales.
Si el euro se hunde, se hundirá la Unión Europea, sí, pero eso puede servir para refundarla. Si queremos claro. Si no, para sentirnos europeos, siempre nos quedarán la Champions League y el festival de Eurovisión.
No es fácil sustraerse a la sensación de que hemos […]
13/11/2013
Juan Luis Gallego
Miembro del equipo fundador de la revista Números Rojos.
No es fácil sustraerse a la sensación de que hemos caído en la trampa. De que el pensamiento único dominante no admite alternativas, solo matices. Como si se tratara de una cuestión técnica más que política, de engranajes y ajustes mecánicos más que de sistema. El cuestionamiento del euro parece, por fin, un intento de dar un paso más allá, por cuanto permite al menos poner en cuestión la existencia de un gigante, quizás con pies de barro, que ese pensamiento ‘oficial’ presentaba como intocable. Ahora bien, ¿es el planteamiento correcto el que trata de adivinar la respuesta en términos de déficit presupuestario o balance comercial? ¿En términos de inflación o flujo de capitales? Quizás la dicotomía Norte-Sur parezca más acertada o, por llevarla al punto que me interesa en este somero análisis, la que aborda el debate, simplemente, en términos de ricos y pobres.
Es decir, ¿interesa el mantenimiento de una estructura cuyos cimientos, pilares, revestimientos, incluso canalizaciones y mobiliario, han sido ideados y luego moldeados para la defensa, quizás en un principio enmascarada, ahora indisimulada, de los intereses de una clase dominante y privilegiada, pero minoritaria, en perjuicio no ya del bienestar, sino de la supervivencia incluso de los no tan afortunados? ¿Tiene sentido la apuesta por la continuidad de un sistema tan ajeno a los intereses ciudadanos? ¿De qué sirve la política si no está al servicio de las personas? Y no nos dejemos engañar: la economía no es un ente abstracto con vida propia; es también, y sobre todo, política.
Ni soy capaz ni creo necesario para mi argumento base tratar de vaticinar las consecuencias de una ruptura del euro o, por qué no, de la salida unilateral de uno o varios países. Me basta con atisbar siquiera la posibilidad de recuperar autonomía suficiente para la construcción de un modelo distinto, sobre bases anticapitalistas, para arriesgarme a afirmar que el reto merecería la pena.
Propuestas para una discusión sobre el futuro de la eurozona. (Síntesis)
07/11/2013
José Antonio Nieto
Profesor titular de Economía Aplicada, UCM
La historia de la integración europea, cargada de excesivo pragmatismo, y el hecho de que el euro siga siendo funcional para la reproducción del capital –no sólo en la Eurozona (v.gr., City londinense)–, aconsejan incluir un 8º escenario más centrado en la continuidad del euro como pieza integrada en el contexto evolutivo de la UE. Ese 8º escenario implica que las cosas sigan evolucionando como hasta ahora, no por voluntad propia sino por incapacidad para actuar con rapidez y contundencia hacia la consolidación y saneamiento del euro, y de su encaje en la economía mundial como mecanismo que favorece la actividad de las grandes empresas y del sector financiero.
La UE podría continuar con sus políticas de ajuste, pero tendría que corregirlas para no hundir los niveles de renta de la mayoría de la población. Esas políticas mezclan componentes diversos: movilidad de factores, devaluaciones internas, reformas estructurales, mecanismos de cooperación…, pero su sostenibilidad exige reforzar aspectos institucionales, entre ellos el presupuesto de la UE. Si no se afronta ese reto, aunque sea con lentas reformas parciales, lo que está en peligro no es el euro sino la propia UE y su legitimidad ante los ciudadanos. La pregunta sería entonces ¿puede y debe tener continuidad la UE, con o sin su emblemática unión monetaria?
A esa dificultad de la UE para asentar su proyecto económico y monetario, dando la espalda a la ciudadanía, se suma una complicación especial: reducir los niveles de paro y de endeudamiento, especialmente en algunos países. Como no es fácil que la política económica de la UE soporte mucho tiempo la actual situación, el 8º escenario tendría que evolucionar con cierta rapidez. Otro análisis consiste en preguntarse en qué medida, cómo y con qué instrumentos se pueden afrontar los problemas de paro y déficits en el sur de Europa: ¿tal vez combinando reformas fiscales y condonaciones de deuda? Formular una pregunta como esa va más allá del marco de referencia de la UE y del vigente orden mundial, pero hay que hacerla.
Predecir es difícil. Dependemos de tantos factores que, salvo las sorpresas históricas en forma de revoluciones, lo más sencillo es pensar en una “moderada evolución cambiante que lleva a la continuidad”: hasta que en algún momento alguien diga que ya no se puede más y revienten la situación. Mientras, no debe excluirse la continuidad, una natural continuidad, dado que las instituciones, como el euro, intentan adaptarse y seguir defendiendo sus intereses. Todo eso no depende sólo de Europa.
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