Mosab Abu Toha es un poeta, ensayista y periodista palestino. Su ópera prima, Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído: poemas desde Gaza (ediciones del oriente y del mediterráneo, 2024; en inglés Things You May Find Hidden in My Ear, City Lights, 2022), obtuvo el Premio del Libro Americano 2022, el Premio del Libro de Palestina 2022, el Premio de Poesía Derek Walcott 2022, y fue nombrado finalista del Premio Nacional del Círculo de la Crítica en Poesía. Forest of Noise [Bosque de ruido] (Knopf, 2024), su segundo libro, fue publicado en octubre.

Esta entrevista se llevó a cabo el 1 de diciembre, después de que Abu Toha terminara su gira por Francia y España, donde estuvo en Madrid y Barcelona.

Gracias por hablar conmigo hoy mientras te preparas para una nueva gira de conferencias por varias ciudades de los EE. UU. Para mí fue un gran privilegio y una profunda alegría recibirte en la Ciudad de Cibeles y dialogar hoy sobre Palestina, Gaza y tu poesía.

Empecemos con la poesía si te parece. Una de las cosas que más me inspira de tu obra es cómo el poder lírico y elegíaco de tu poesía también se nutre de su relación con la historia. Pienso en poemas como «Qué es hogar», «Mi abuelo y el hogar» o «La metralla busca la risa» de Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído, y «Cuaderno de Gaza 2021-2023» o «De rodillas» de Bosque de ruido. ¿Qué relación hay entre tu poesía y la historia de Palestina?

Muchas gracias por el tiempo que pasamos juntos, aunque fue muy poco. Espero que la próxima vez tengamos más tiempo; me gustaría hacer un recorrido por Madrid, una visita de verdad porque tuve, ya sabes, un tiempo muy limitado en la ciudad. Tuve entrevistas con los periódicos y el evento, así que la próxima vez espero poder hacer una visita adecuada.

Como poeta palestino, no puedo separar mi poética de la historia en la que nací. No creo que nadie pueda separar su propia vida de las circunstancias en las que nace. En mi caso, nací de padres que nacieron en campos de refugiados, y cuyos padres también fueron refugiados desde 1948. Así que toda mi poesía es sobre nuestro destierro y nuestra patria, nuestra tragedia como personas que han experimentado el trauma y la muerte y la pérdida ininterrumpidamente. No recuerdo un solo día sin amenaza de muerte en Gaza, donde nací en 1992. No recuerdo un año en el que no haya perdido algo; cuando no fui capaz de hacer algo; cuando me privaron de mis derechos humanos básicos, de viajar, de encontrarme con amigos y familiares de afuera o incluso cercanos, quiero decir. Es imposible no pensar en la historia de Palestina.

Somos personas conscientes y somos también conscientes de la historia de esta catastrófica ocupación que empezó incluso mucho antes de 1948, durante el Mandato Británico con la promesa que hizo Arthur James Balfour en 1917 a los sionistas de darles la tierra de Palestina para crear su propia patria en la patria de un pueblo que ya existía desde hacía siglos. Y que tenían sus vidas, su vida cultural, su vida social, su vida económica— teníamos muchas ciudades que exportaban productos al mundo exterior. Pero sabemos que el momento presente que estamos viviendo es el resultado de esta historia, de estos años que fueron testigos de la entrega de nuestra patria a extranjeros, a personas que nos son foráneas. Todavía estamos sufriendo las secuelas de toda esta historia.

 ¿Qué se siente al volver a Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído en Francia y en España para presentar las traducciones al francés y al español del mismo?

Creo que ha sido una experiencia muy importante para mí ver cómo la gente reacciona a mi poesía en inglés y también en español y francés. Me di cuenta de que la recepción de mi poesía en otros idiomas es igual que en inglés. Y esto significa que la poesía en sí misma es un lenguaje, independientemente del idioma en el que esté escrita. Y también me encantó escuchar mis poemas recitados en un idioma diferente que no entiendo, ya que solo hablo inglés y árabe. Sí, fue importante ver cómo se perciben los poemas en otra lengua, pero también me puso de relieve que la poesía en sí misma es un lenguaje que se puede sentir independientemente del idioma que estemos usando para traducirla.

¿Hay escritores del mundo iberoamericano que hayan entrado en tu lista de lecturas?

Lorca, por ejemplo, y Pablo Neruda.

Pablo Neruda respondió a Walt Whitman, algo que has hecho en tu obra, cuando respondes a voces como la de Whitman, la de Allen Ginsberg, la de Audrey Lorde…

… También Edward Said, Adorno …

 … Entonces, cuando respondes a estos escritores canónicos de la literatura angloamericana y mundial, ¿qué estás haciendo? Pienso que es un momento importante en tu obra.

Sí, como ser humano estoy en conversación, en contacto con esas personas que vivieron décadas antes. Tengo un poema inédito que escribí hace años que se llama «Una respuesta desde Gaza al soneto 18». Estoy en conversación con estos autores. Soy un artista que vive en una época distinta y en un lugar diferente y hago las cosas de otro modo porque he vivido una vida diferente.

El tipo de generación que Ginsberg describió es distinto a mi propia generación. Mi generación nunca ha podido salir de Gaza. Han perdido a muchos familiares. Han vivido en tiendas de campaña. Han pasado semanas y meses buscando agua, comida, pañales y medicinas para sus hijos, o para sus madres, o sus familiares enfermos.

¿Dirías que esta conversación es un correctivo del Sur Global, especialmente en ese poema a Ginsberg, donde reescribes el conocido verso de Aullido, «Vi las mejores mentes de mi generación»?

Sí, creo que vivimos en diferentes partes del mundo, el tipo de cosas con las que estamos luchando… Hay ironía.

Das una lectura irónica a ese texto. De algún modo, estás empoderando a los lectores para que realmente cuestionen las premisas… Despiertas la duda de que tal vez Ginsberg no vio lo suficiente.

No solo él, sino también las personas que lo leen. Sé que Ginsberg es alguien que viajó por diferentes partes del mundo, pero sin incluir Gaza. Él vivía en su propio mundo, pero yo he vivido en su mundo y también en mi propio mundo. Desgraciadamente, su mundo —no él en particular— sino su mundo, que es Occidente, hablando de América, es responsable del tipo de mundo en el que estoy viviendo. Quiero decir, en Gaza, en Palestina. No influí en su generación. No traje nada malo a su país.

No me refiero sólo a mi generación, sino también la generación de mi padre, la generación de mi abuelo y también la generación de mi bisabuelo, que también murió en un campo de refugiados.

Has sugerido que la poesía es su propio idioma. ¿Cómo contrarresta la narrativa hegemónica difundida por los principales medios de comunicación y otros actores? ¿Cómo resiste la poesía?

Creo que la poesía revela la narrativa hegemónica que se pronuncia diariamente por parte de las entidades políticas, los países, los gobiernos, las personas racistas… La poesía expone la verdad sobre lo que está sucediendo después de que se construyen tales narrativas. La poesía revela que conoces la verdad de lo que significa estar en el poder. Aquí hablo del poder militar y del poder político. Así que destapa la atrocidad, lo que hay detrás de estas narrativas hegemónicas que destruyen no solo a las personas sino también el lugar, la geografía de las personas, y las desplazan e incluso borran todo lo que les pertenecía. La poesía muestra que lo que la gente en el poder dice tiene como consecuencia la destrucción de tierras y personas.

La poesía pone de relieve lo que está sucediendo, porque los medios simplemente no están haciendo su trabajo, no solo porque muchos medios son parciales, sino también porque Israel está impidiendo que los periodistas vayan a Gaza y cubran lo que está sucediendo. Así que la poesía está haciendo esto para mí.

Has señalado que hay continuidades importantes entre Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído y Bosque de ruido. ¿Qué continuidades y diferencias importantes hay?

Creo que los poemas de Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído tratan sobre lo que  sucedía en Gaza y siguió sucediendo incluso después de que se publicara el libro; mientras que los poemas de Bosque de ruido tratan sobre algunas de las cosas nuevas que Israel cometió después del 7 de octubre, por ejemplo: la destrucción, no solo de casas sino también de barrios enteros, el bombardeo masivo de las ciudades, el enterramiento de familias bajo los escombros durante meses, el hecho de que tantos cadáveres fueran devorados por perros y gatos hambrientos.

Nunca vi estas cosas cuando estaba escribiendo Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído y nunca he vivido un asalto militar de estas dimensiones (el más largo que viví fue en 2014, que duró unos 51 días), pero con este estamos hablando de 423 días, sin cesar. Hambruna. Cortar la luz, el agua, el combustible, las medicinas, perder a tantos miembros de mi familia, perder a algunos de mis alumnos, el bombardeo de la escuela donde enseñaba, el bombardeo de mi casa y todo lo que tenía. Este es el tipo de diferencias… como mi experiencia al ser secuestrado por el ejército israelí.

En resumidas cuentas, lo que recogen los poemas de Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído volvió a suceder en 2022, 2023 y ahora en 2024 a mayor escala.

Para enlazar esto con lo que dijiste sobre el presente continuo de la historia palestina y la tragedia y catástrofe de Palestina…

Sí… Me refiero al hecho de que escribo un poema y sé que no es un poema sobre algo que sucedió, sino sobre algo que sucederá una y otra vez… así que esto es lo que hace que mis poemas y los poemas de otros autores palestinos sean diferentes de otra poesía. No digo que seamos las únicas personas que realmente estamos experimentando aquello sobre lo que escribimos, quiero decir que no estamos escribiendo sobre algo que sucedió y que terminó. Escribí un poema sobre una niña y su padre, y sé que hay muchas otras niñas, padres, niños y madres asesinados de la misma manera, y sé que volverá a suceder.

Hace un año y dos semanas, la FDI te secuestró cuando te dirigías al paso de Rafah mientras tú y tu familia intentabais salir de Gaza. Lo describes en un artículo en The New Yorker y en el poema «De rodillas» de Bosque de ruido. Este evento traumático subraya cómo Israel ha atacado en Gaza a otros intelectuales y escritores, médicos, abogados…

El objetivo de cualquier ocupación es hacer la vida lo más miserable posible, y esto se puede hacer mediante el asesinato de médicos, periodistas, escritores y profesores universitarios con su familia. Esto es un crimen en sí mismo. Me refiero al hecho de que nosotros en Gaza, nosotros en Palestina, ya no tendremos a nadie como esta persona que fue asesinada. Imagina cuánto tiempo le tomó a esta persona ser quien es, ya sea un médico, un cirujano, un profesor universitario, un poeta, un artista o un ingeniero. Imagina cuánto tiempo le llevó estudiar y adquirir más y más experiencia, convertirse en un experto en su campo. Imagina cuánto tiempo nos llevará reemplazarlo. Esto es un doble crimen de guerra. No solo porque mataste a alguien, sino porque privaste a su comunidad, a su gente, de lo que podía ofrecerles, ya sabes, antes de que lo mataran, antes de que el genocidio llegara a su fin. Así que este es un hecho devastador del que todo el mundo debería ser testigo.

Entre las grandes pérdidas que el mundo llora contigo está la de tu profesor y amigo poeta Refaat Alareer, cuya obra completa, Si debo morir: poesía y prosa, llevabas contigo cuando llegaste a Madrid. ¿Podrías hablarnos un poco sobre cómo te influyen su amistad y su trabajo?

Creo que la influencia de Refaat ha tocado a todos los que lo conocieron o incluso a personas que nunca lo conocieron, porque Refaat no solo fue un artista de la palabra, sino también un profesor de literatura comparada y escritura creativa. Así que fue mentor de muchos escritores jóvenes. No mío directamente, pero su presencia, sus palabras, su propia escritura influyeron en mí y en todos los que llegaron a conocerlo o a leer su trabajo. Nos dejó un mensaje muy, muy fuerte, su poema más famoso «Si debo morir». Él nos hizo… sabes… luchar por seguir con vida porque hay mucho que hacer. Y para ello debemos mantenernos vivos.

Mosab Abu Toha y Karim Hauser durante el acto de presentación de ‘Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído’ en Casa Árabe. Fotografía de Agustín Martín Francés

«Si tengo que morir, tú debes vivir para contar mi historia». La historia que Refaat nos sigue pidiendo que contemos no es solo su historia personal, porque lo personal en Palestina es lo colectivo. La historia de Refaat, que perdió a su hermano Hamad en 2014, que perdió su casa, que con su esposa perdieron alrededor de 100 parientes —y estoy seguro de que muchos más fueron asesinados después del 7 de octubre— es la historia de la pérdida, es la historia del desplazamiento. Es la historia de la educación, no solo de la educación de su pueblo, sino de la gente que vive fuera, que nunca ha podido ser testigo en Gaza.

Lo que estábamos intentando como escritores era proyectar las historias hacia afuera y también atraer a la gente a nuestra historia: traer la gente a Gaza, traer la gente a Palestina, traer la gente a Yaffa, la ciudad de mis abuelos.

¿Cómo consideras tu obra en relación con otros escritores palestinos, tanto los conocidos como Mahmoud Darwish y Fadwa Tuqan, o voces más contemporáneas, como Dareen Tatour y Dalia Taha, o Samer Abu Hawwash y Marwan Makhoul?

Creo que mi trabajo complementa el trabajo de otros escritores, desde Mahmoud Darwish e incluso antes hasta las voces contemporáneas, como, también podemos agregar aquí a Refaat Alareer. Cada experiencia palestina es distinta, aunque sea similar, pero también en muchos aspectos es distinta de otras experiencias. Mahmoud Darwish, que nació pocos años antes de la Nakba, que vivió en el exilio durante muchos años de su vida y que murió en Palestina (murió en Estados Unidos, pero vivía en Ramala, en Cisjordania). También está Fadwa Tuqan, que vivía en Cisjordania. Tenemos a Dareen Tatour, que vive en Reineh, una ciudad árabe de Galilea que desde 1948 forma parte del Estado de Israel, y luego a gente como Samer, que vive en el exilio. Hay tantas historias diferentes, a pesar de que somos el mismo pueblo palestino, vivimos en Palestina, pero vivimos en diferentes partes de Palestina, en circunstancias diferentes. Incluso la experiencia de Refaat es diferente de la mía: Refaat perdió a un hermano, yo no perdí a un hermano y espero no perder a ninguno. Fui secuestrado por las fuerzas israelíes; Refaat no lo fue.

Sus historias son diferentes a la mía, pero seguimos hablando de la misma ocupación, estamos hablando del mismo asesino, del mismo opresor. Y estamos hablando de las mismas personas que están siendo oprimidas. Y estamos hablando de diferentes fases de la ocupación, ya sea la ocupación militar, ya sea los puestos de control, ya sea la invasión militar, ya sea el asedio, ya sea la vida en el exilio y no poder regresar a tu patria. Nosotros, como poetas y escritores palestinos, describimos el mismo paisaje desde distintos puntos de vista. Tenemos diferentes experiencias al respecto. Nunca he estado en otras partes de Palestina. Mahmoud Darwish tuvo que vivir en el exilio durante años. Y muchos de estos escritores nunca han podido ir a Gaza debido al asedio y la ocupación.

En estos momentos, Israel sigue llevando a cabo una destrucción en Gaza que, como ha dictaminado la CIJ, es un crimen de guerra y de lesa humanidad, especialmente en el norte de Gaza, donde has perdido a treinta y un familiares —el más reciente, tu tío Said Abu Toha—, y tu familia inmediata y la familia de tu esposa siguen en situación de peligro. ¿Cómo crees que la esfera mediática internacional está respondiendo a esta emergencia y a la aplicación por parte de Israel de lo que se ha denominado «el plan del general»?

Creo que el mundo le ha fallado al pueblo palestino al seguir apoyando a Israel incondicionalmente, pero también al abandonar al pueblo palestino frente a ese Estado bárbaro. Imagina cuánto le cuesta al mundo enviar un camión de medicinas o un camión de alimentos o un camión de mantas a la población de Gaza que se enfrenta a este invierno, un invierno muy duro, en tiendas de campaña. Y es muy, muy lamentable ver que Estados Unidos, cada vez que los medios de comunicación preguntan al Departamento de Estado sobre el «plan del general», responde: «Hablamos con nuestros socios israelíes, y dijeron que no, que no están llevando a cabo este plan». Eso fue hace dos meses. Y ahora estamos viendo lo que está pasando, y lo están haciendo, y no tenemos ninguna respuesta de esta Administración. Por lo tanto, no solo son cómplices, sino que son socios del genocidio. Y los medios de comunicación que guardan silencio sobre estas cosas también son socios del genocidio.

Percy Shelley dijo que «los poetas son los legisladores no reconocidos del mundo» y cualquier lector encontrará que esto es especialmente cierto en tu obra, testimonio del genocidio que está ocurriendo en Gaza mientras hablamos. ¿Qué significa, en tu opinión, que la poesía atestigüe? ¿Cómo puede un lector atestiguar?

Creo que el poeta, en mi caso, es el que experimenta de primera o segunda mano las atrocidades que él y su pueblo están viviendo. Porque viví en Gaza toda mi vida y me fui en diciembre del año pasado, lo que significa que no viví ni experimenté lo que estaba sucediendo después del 2 de diciembre. Ha pasado un año para mí desde que estuve en Gaza; mañana es el aniversario. Pero esto no significa que yo, como poeta, como alguien que experimentó tantas cosas, no pueda describir los sentimientos de lo que significa vivir algo que vi o leí. Tengo la habilidad, tengo la capacidad de escribir sobre cosas que les pasaban a mis padres o a mis abuelos, o a mis hermanos y sus hijos, o a mis primos. Así que soy testigo, no solo porque viví esto, sino porque lo viví antes, y sé lo que significa vivirlo una y otra vez.

Y los lectores pueden atestiguar como seres humanos. Porque creo que parte de nuestra humanidad es nuestra capacidad de empatizar con las personas. Ese es el reto. Sé que la gente en Occidente, quiero decir, el 90% o tal vez el 95% —no sé cuántos— el 90% de la gente nunca ha vivido la guerra, y esto no es algo malo, es algo bueno, y espero que este sea nuestro destino también. Pero creo que es responsabilidad de la gente de Occidente, cuyos gobiernos contribuyen al genocidio de mi pueblo y a la ocupación de mi país, dar testimonio siguiendo nuestros medios de comunicación, siguiendo nuestras historias, leyendo nuestro trabajo, amplificando nuestras voces. No es suficiente atestiguar, sino que también es importante atraer a otras personas para que atestigüen contigo. La empatía en términos de que la gente se dé cuenta de que ellos pudieron ser los que nacieron en Gaza, los que nacieron en Palestina, los que nacieron en Siria, o el Líbano, o Yemen, o Libia o en Ucrania también.

El modo elegíaco en tu obra no solo lamenta la pérdida, sino que también recuerda. ¿Dirías que tu énfasis en la memoria abre una puerta inesperada hacia el futuro más allá del horror inconcebible del presente?

Cuando hablamos de pérdida, hablamos de la pérdida del pasado y del presente, y no solemos hablar de la pérdida del futuro, de los recuerdos que pudimos tener con las personas que perdimos o los lugares que perdimos. Así que el duelo por la pérdida no trata solo de recordar tus experiencias pasadas, tus momentos pasados con lo perdido, ya sean personas o cosas o lugares, sino también el duelo por la pérdida del tipo de vida que hubieras tenido con estas personas o cosas. Y también la pérdida de la noción del tiempo. Tras 14 meses qué tipo de recuerdos podríamos tener. La gente de Gaza solo puede preocuparse por el próximo minuto, los próximos dos minutos, el tipo de noticias de última hora que van a recibir.

Como poeta, creo que durante 435 días no hemos podido crear un solo grato recuerdo. No tenemos ningún control sobre lo que vamos a hacer en los siguientes minutos. No podemos proteger los recuerdos que teníamos porque Israel está destruyendo personas, casas y lugares, y no podemos crear recuerdos que nos encantaría tener con personas que podemos perder en cualquier momento. Pero creo que el papel de la poesía es tratar de crear los recuerdos que podríamos tener y honrar la memoria de las personas que ya no están con nosotros.

Notas:

Joselyn Michelle Almeida es autora de Condiciones para el vuelo (2019) y Los ejes del astro (2024) y traductora de Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído: poemas desde Gaza del poeta palestino Mosab Abu Toha, así como ensayos sobre literatura árabe traducida y libros sobre literatura anglo-hispánica. Es miembro del consejo editorial de la Revista Banipal de literatura árabe moderna y de la asociación de investigadores científicos National Council of Independent Scholars. Contacto: @jma9.bsky.social

Espacio Público damos las gracias a Agustín Martín Francés por la cesión de las fotografías que ilustran este artículo.

Mosab Abu Toha

Abu Toha, poeta, ensayista, periodista, fundador y director de la Biblioteca Edward Said de Gaza, fue secuestrado y torturado en noviembre de 2023 durante la invasión israelí de Gaza, cuando se dirigía con su mujer y sus tres hijos al paso de Rafah. El clamor internacional de sus colegas y lectores lograron su liberación. En la actualidad reside en El Cairo. A su salida de Gaza pudo rescatar un único libro, este poemario, que fue finalista del National Book Critics Circle Award y ganó el American Book Award, y que hace unos días ha sido publicado en España por ediciones del oriente y el mediterráneo con presentación y traducción de Joselyn Michelle Almeida.

La horca de Gaza lo ensoga todo

El libro finaliza con una entrevista realizada por el escritor, poeta y profesor Ammiel Alcalay, en la que Mosab Abu Toha habla de su familia, su infancia, su vida en campamentos de refugiados, “Nunca me di cuenta de que había nacido en un campo de refugiados porque ese era mi mundo”, dice para hablar enseguida –desde que era muy niño–, de los bombardeos, las muertes, el dolor, la tristeza. Cuando descubre la poesía, algo “que siempre ha formado parte de nuestro currículo en Palestina”, confiesa su admiración por Mahmud Darwish, que es también “un poeta universal”, y su descubrimiento de Edward Said, que le llevó a crear la biblioteca que lleva su nombre. A los 26 años viaja a Estados Unidos donde entre 2019-2020, fue poeta y académico invitado por el Departamento de Literatura Comparada en la Universidad de Harvard. También fue bibliotecario residente y visitante en la Biblioteca Houghton y columnista de Arrowsmith Press, para posteriormente regresar a Palestina.

Los poemas de Abu Toha, que recogen los asedios que ha sufrido Gaza desde 2001 hasta 2021, impactan con fuerza en los sentimientos de quienes los leen. En ellos hace un recorrido por la historia de Palestina desde la Nakba de 1948, una historia  que se ha transmitido generación a generación, en la que son constantes el sufrimiento y el dolor de un pueblo sometido a vivir bajo la dominación y la violencia de Israel, el país ocupante. Pero un pueblo también cuya ternura, rabia, firmeza y perseverancia (sumud) golpean con fuerza y se convierten en un canto a la vida, un golpe que va directamente al corazón y no te deja indiferente.

¿QUÉ ES HOGAR?
Qué es hogar:
Es la sombra de los árboles cuando iba a la escuela antes de que los arrancaran de raíz.
Es la fotografía en blanco y negro de la boda de mis abuelos antes de derrumbarse
las paredes.
Es la alfombra de oración de mi tío donde dormitaban decenas de hormigas en invierno antes de que fuera saqueada para colocarla en un museo.
Es el horno que mi madre usaba para hornear el pan y asar el pollo antes de que una bomba calcinara nuestra casa.
Es el café donde miraba partidos de fútbol y jugaba—
Mi hijo me detiene: ¿Puede una palabra de cuatro letras encerrar todo esto?
Uno de los poemas de Mosab Abu Toha.

Este libro es también, y sobre todo, una maravillosa colección de poemas sobre la vida, el amor, la pérdida y todas las cosas que nos rodean. Leyendo estos poemas se puede ver, oler, podríamos decir que tocar Gaza, sus gentes, sus vidas, su sufrimiento, su valentía y su increíble resistencia.

En estos momentos en que Gaza está siendo víctima de un auténtico genocidio por parte de Israel, con la complicidad de Estados Unidos y/o la indiferencia de la mayoría de los países capitalistas occidentales, leer este libro no deja de ser un acto de necesaria solidaridad y empatía con el pueblo palestino.

UNA ROSA RESISTE
No te sorprendas
Si ves una rosa que resiste
entre las ruinas de una casa
Así es como sobrevivimos.

Agradecemos a ediciones del oriente y el mediterráneo su autorización para la reproducción de todas las fotografías que aparecen en este artículo.

Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído. Poemas desde Gaza
Mosab Abu Toha
Traducción (del original en inglés) y Presentación de Joselyn Michelle Almeida
160 páginas.
Ediciones del oriente y el mediterráneo (junio de 2024).

Hace ya casi 8 meses que se incrementa la represión en esta olla a presión que es actualmente Alemania. Con una extrema derecha desacomplejada en crecimiento, y a la puerta de unas elecciones europeas, a los políticos, los medios, la policía y una buena parte de la sociedad alemana, les parece ofender más la gente que grita “Free Palestine” en medio de un genocidio televisado, que gente de fiesta en una isla de turismo de alto standing cante “Extranjeros fuera, Alemania para los alemanes” mientras hacen con una mano el saludo nazi, y con la otra el ridículo bigotito de Hitler. Incidente que subieron a las redes los propios participantes, y que, aunque se ha creado polémica en torno a él, también han surgido más videos antiguos e imitadores que cantan lo mismo por todo el país, sintiéndose impunes para decir consignas claramente racistas y subirlo a sus redes.

La estrategia del gobierno y de los medios de comunicación tanto públicos como privados, no solo es informar mal, poco o nada, sino señalar cada vez con más frecuencia a activistas, relacionando el movimiento pro-Palestina con el antisemitismo violento, y el terrorismo yihadista. Se multiplican los reportajes en prensa escrita y televisión en los que se señala a los activistas con nombres y apellidos, y si pueden, con las cuentas de RR.SS. y lugares de trabajo.

De hecho, no solo atacan a los activistas, sino a todo aquel que muestre solidaridad con la solidaridad con Palestina.

Hace unas semanas los estudiantes de la mal llamada Universidad Libre de Berlín quisieron acampar en la misma siguiendo la estela de estudiantes en el mundo, y el ejemplo de la acampada, en la que muchos de ellos habían participado frente al Parlamento alemán. La presidencia de la universidad mandó inmediatamente a la policía. Camiones de policía antidisturbios cerraron el acceso a esa parte del campus, separando a los estudiantes acampados de la gente que fue a apoyar, incluido los muchos estudiantes y profesores que salían de la primera hora de clase. Cerraron la cafetería, desde la que se podía ver la actuación policial, y mandaron a los profesores o a su casa o a su despacho. A continuación, la policía desalojó y detuvo con extrema violencia y sin provocación previa a los estudiantes, a los que la presidencia quiere abrir expediente y ex-matricular. Que esto se dé en la misma universidad, que aunque ahora honra a Rudi Dutschke, en su momento lo demonizó, usando muchos de los mismos argumentos que usa ahora para atacar a sus estudiantes, solo demuestra que la historia se repite para desesperación de muchos.

La misma noche del desalojo de la acampada, horrorizados por el ataque a los estudiantes más de mil de docentes de varias universidades firmaron una carta de apoyo a los mismos, no en sí por su causa, detener el genocidio y todo vínculo económico y académico de la universidad con Israel, así como reconocer el pasado colonialista de este país, sino preocupados por la deriva represiva ya que dentro de su labor está proteger a sus alumnos. Los firmantes fueron condenados públicamente por la ministra federal de Educación e Investigación, Bettina Stark-Watzinger, del Partido Democrático Libre, que calificó la declaración de «chocante» y les acusó de «trivializar la violencia».  Un par de días después Bild, el periódico más vendido en Alemania, un diario de derechas racista y amarillista publicó el nombre y lugar de trabajo de todos los docentes y la foto de algunos en su portada, entre ellas la de una profesora palestina que ha perdido familiares en Gaza.

Frente a esta brutalidad policial el sindicato de estudiantes se posicionó a favor de la actuación de la policía, pidiendo algunas “restricciones”. Según informa Der Spiegel «Las reivindicaciones pro-palestinas se complementan una y otra vez con desinformación propagandística. Prevalece una actitud activamente antiisraelí, caracterizada por una retórica antisemita generalizada», afirma Debora Eller, experta de fzs en antifascismo, antirracismo y emancipación. Por ejemplo, el sufrimiento de la población de la Franja de Gaza también está siendo instrumentalizado para la «incitación antisemita» durante las protestas universitarias. Lo que demuestra que ni la gente joven de este país es inmune al pensamiento único impuesto por las instituciones.

El resto de la sociedad de nuevo se dividió, la clase política en general quiere seguir llevando a cabo las ex-matriculaciones por motivos políticos, lo que pone en peligro el permiso de residencia de miles de estudiantes en este país. Pero desde entonces las acampadas se están repitiendo en decenas de campus alemanes entre los que se encuentran los de las universidades de Frankfurt, Colonia, Bonn, y Múnich entre otras, algunas ya desalojadas, otras siguen, aunque ninguna ha conseguido que su universidad deje de colaborar con Israel.

En una rueda de prensa convocada por el gobierno el pasado martes 21 de mayo para tratar el tema de las protestas estudiantiles, Michael Wildt, un reputado erudito del Holocausto que aparecía como uno de los firmantes de la carta abierta en el reportaje de Bild, quien pide debate en vez de policía, afirmó: «Cualquiera que ahora exija principalmente medidas represivas está allanando el camino para una concepción autoritaria del Estado». Clemens Arzt, profesor de la Escuela de Economía y Derecho de Berlín, advirtió contra la restricción del derecho a la libertad de reunión, y dijo que no veía justificación legal para el desalojo del campamento de la Universidad Libre.

Los estudiantes de Berlín, sin perder el ritmo, ocuparon la semana pasada un edificio de la Universidad Humbold, que se pasó a llamar Instituto Javalia. La dirección se prestó a negociaciones, y tras 30 horas ocupando, le prometió a la gente que se encontraba en el edificio que no habría repercusiones si salían.  Ante esta falta de “contundencia” por parte de la presidenta de la universidad, Julia von Blumenthal, la senadora socialdemócrata (SPD) por Berlín, Ina Czyborra, y el alcalde de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Kai Wegner exigieron que la policía desalojara el edificio. «Nuestras universidades son lugares de conocimiento y discurso crítico, y no espacios sin ley para antisemitas y simpatizantes del terror», tuiteó Wegner. Con efectivos antidisturbios enviados de otros estados federales, la presencia policial por las 150 personas que se encontraban dentro del edificio, y las otras 150 que estábamos fuera era cómicamente excesiva. Manzanas del centro de Berlín fueron cortadas por hileras de camiones de la policía. Avisados de que dentro del edificio se encontraba al menos un periodista acreditado, un abogado y personal sanitario para atender a los heridos, se ve claramente en los videos, que, al más puro estilo de Israel, la policía empezó a ir a por la prensa, la sanidad y la legalidad, siendo estas personas de las primeras detenidas.

Ese día hubo sangre, incluida la del periodista Ignacio Rosaslanda del Berliner Zeitung, que un video grabado por él mismo, se puede ver como la policía le ataca, Rosaslanda afirma que la policía le denegó atención médica durante horas. Hay que decir, que contamos solo con los testimonios de los estudiantes detenidos, ya que la policía convenientemente apagó sus cámaras durante el desalojo.

Las autoridades de Berlín también han cerrado centros de día Alia y Phantalisa, dirigidos especialmente a chicas adolescentes migrantes y lgtbia+, dejando a todas las trabajadoras en la calle, porque algunas de ellas han mostrado solidaridad con palestina en manifestaciones y en las redes. En las cartas de despido se menciona darles likes a posts solidarios con Palestina y compartir en las historias de Instagram con la frase “From the river to the sea”. Y todo apunta a que tienen a más centros y sus trabajadoras en sus puntos de mira.

La demonización de estudiantes, trabajadoras sociales, profesoras y todo aquel que se salga de la línea establecida de Israel como razón de estado es constante y cada vez más violenta. La policía rara vez deja a una manifestación llegar al final de su recorrido sin arrestos y últimamente sangre. Lo que retroalimenta a la prensa que clasifica las manifestaciones como desquiciados antisemitas violentos.

Esto está creando un monstruo de dos cabezas: Una la liberación de la culpa por el holocausto del pueblo alemán, porque ahora los nuevos genocidas nazis son los palestinos, y el problema del antisemitismo es importado, algo extremadamente peligroso en un país donde un político de Alternativa por Alemania, Maximilian Krah, recientemente afirmó que no todos en las SS eran culpables. Y otra la xenofobia en general, islamofobia en concreto, y especialmente contra los palestinos están siendo no solo toleradas por el estado, sino alentadas, con una mayor parte de alemanes que ahora mismo encuentran el islam una de las principales amenazas de este país. Es por ello por lo que la violencia en las calles contra personas judías y árabes está en peligroso aumento, pero al contrario de lo que azuzan los medios de comunicación, los perpetradores son alemanes blancos, tanto civiles como policías, y no los extranjeros.

Tras siete meses de protestas contra el genocidio patrocinado, alentado y defendido por Alemania ya no sorprende la brutalidad policial cuando trata con activistas pro-Palestina. Hace dos semanas Alemania saltó a las portadas por la prohibición y disolución retrasmitida en vivo del Congreso de Palestina. El viernes 26 de abril del 2024 cientos de policías realizaron arrestos masivos y muy violentos a la gente que estaba acampada frente al Reichstag para pedir el fin del genocidio en Gaza y que Alemania deje de colaborar en el mismo. Acorralaron y arrestaron también a la gente que fue a intentar parar el desalojo.

Según fuentes policiales sólo ese día se efectuaron 161 arrestos y se iniciaron 41 investigaciones criminales. Esta acampada completamente pacífica se asentó hace dos semanas, el día que Nicaragua demandó a Alemania en la Corte Internacional de Justicia en la Haya por su complicidad con el genocidio en Gaza. Durante estas semanas ha habido actividades, charlas y conciertos. También detenciones diarias y normas que la policía se sacaba en el momento de la manga como tener que mover todas las tiendas a diario, prohibir todo idioma que no sea el alemán o el inglés (después de protestas permitieron el árabe unas horas mientras había un traductor para que pudieran rezar), de hecho, en nombre de la lucha contra el antisemitismo, no solo se prohibió el gaélico, idioma oficial de la UE, sino también el hebreo. Otras prohibiciones incluyen un sofá, el camarada sofá (recomiendo seguir su Instagram), mesas, sillas, colgar cosas de los árboles y los triángulos rojos (así que la gente empezó a pintar círculos rojos).

Al no poder doblegar la moral de los acampados con los arrestos y absurdas normas, y viniendo el principio de la temporada turística de verano, que atrae a cientos de turistas diariamente a la explanada frente al parlamento donde estaban instalados, la policía dio una orden inmediata de desalojo, porque se habían producido actos prohibidos, léase hablar en idiomas comunitarios o decir ‘del rio al mar’, y porque hay que proteger el césped de la explanada. Como escribe Philip Roth en Operación Shylock: “Es demasiado ridículo para que nos lo tomemos en serio, y demasiado serio para que sea ridículo”.

Y es que las detenciones arbitrarias y prohibiciones son constantes en las manifestaciones y actos de apoyo al pueblo palestino. En este país se han dado arrestos por llevar kufiyas, gritar “Viva Palestina”, llevar pegatinas con un puño, llamar a la policía nazi o antisemita cuando estos se están riendo de la kippa con motivo de sandia que llevaba una compañera judía, a la que este mismo policía arrestó por la fuerza al siguiente segundo, video que se ha viralizado, también se han arrestado a menores por llevar unas canicas con las que estaban jugando, por mapas fechados de la palestina del 1947 hasta el día de hoy, a activistas judías por llevar la estrella de David con los colores de la bandera de palestina, o llevar una pancarta que pone Judíos contra el genocidio. Todo en nombre de la lucha contra el antisemitismo. Hay que mencionar que lo que tienen en común estos arrestos mencionados es que las personas detenidas son judías alemanas o de origen migrante, la mayoría palestino, ya que Alemania es casa de la mayor comunidad palestina fuera de Oriente medio. Lo que señala esto son dos cosas, el profundo racismo y antisemitismo arraigado en la policía alemana y la poca presencia de alemanes blancos en las manifestaciones y actos.

El silencio, y por tanto complicidad de una enorme parte de la sociedad alemana será objeto de estudio en las décadas que vienen, ya que, por ejemplo, a diferencia de los campamentos que están surgiendo en los campus de EEUU, Francia, Australia e incluso tímidamente en España y la creciente solidaridad de estudiantes y profesores, aquí excepto honrosas y valientes excepciones, las y los estudiantes callan, y una buena parte del profesorado y dirección de las universidades, incluida la ahora mal llamada, Universidad Libre de Berlín abogan por la expulsión de estudiantes por motivos políticos (léase sólo por solidaridad con Palestina). Esta misma universidad ya mandó a policías antidisturbios en diciembre para disolver por la fuerza una asamblea pro-palestina, y presentó cargos contra algunos de sus estudiantes. Pero en vez de un clamor general en defensa de la libre expresión y el derecho de reunión en las sacrosantas universidades públicas, la prensa y sociedad alemana se dividió entre la condena de estos estudiantes a los que sin pruebas tachaban de peligrosos antisemitas (varios de los estudiantes eran de hecho judíos) o bien se calló y miró para otro lado.

Es en ese caldo de cultivo de apatía, constante criminalización, excusas y, no nos engañemos, apoyo absoluto de una gran parte de la sociedad, incluso algunos que se consideran de izquierdas, es dónde el estado alemán está saltándose limites democráticos y cayendo en el autoritarismo en todo lo respectivo al movimiento por la liberación de Palestina. Pero aquí, ahora mismo, parece que no importa, de hecho, es bienvenido por demasiados, ya que se está enmarcando como la lucha contra el terrorismo yihadista y el antisemitismo, ahora mismo el pensamiento crítico, en general, brilla por su ausencia. Aunque buena parte de la sociedad piense que Israel está yendo demasiado lejos, a pocos les parece importar que hoy en día en Alemania no haya pleno derecho de expresión y de reunión cuando se critican estas mismas acciones genocidas, simplemente porque no están de acuerdo con lo dicho en las manifestaciones pro-Palestina, que muchos interpretan en términos de blanco y negro, o Palestina o Israel, ya que hace décadas que el contexto político e histórico está siendo o bien prohibido o directamente reescrito en favor de Israel.

El absurdo llega a límites dantescos cuando los antideutsche (o antialemanes, movimiento, en teoría, de izquierdas antifascista, que se opone al establecimiento del estado alemán por sus crímenes en la segunda guerra mundial, cuyo lema es “Nunca más Alemania”) llenan las calles de pegatinas con la bandera de Israel junto a la antifascista, como si Netanyahu y su gobierno no fuesen de extrema derecha, y las redes quejándose del odio contra Alemania, de videos de la acampada antes mencionada, donde se gritaba “Fuck You Germany” (“Qué te jodan Alemania”). Al parecer solo ellos pueden quejarse de un país que es cómplice activo del genocidio en Gaza, genocidio en el que muchos de los manifestantes han perdido a decenas si no centenas de familiares y amigos, y que está reprimiendo por la fuerza manifestaciones y pasándose por el arco del triunfo el derecho de reunión y de libre expresión de aquellos que le incomodan.

Luz Gómez nos ofrece un libro en que recoge la voz de tres poetas palestinos del Interior, escrito así con mayúscula, porque esa mayúscula hace referencia a un importante número de mujeres y hombres palestinos que viven en un territorio particular, ese territorio que, tras la Nakba —la catástrofe que da lugar a la primera expulsión de los palestinos de su tierra y la creación del Estado de Israel— quedó dentro de las fronteras del nuevo Estado.

Lo que queda de Palestina es ese otro territorio que, con el paso de los años y la feroz política colonialista del nuevo Estado, ha ido menguando hasta convertirse en un conjunto de bantustanes inconexos, divididos y separados por muros, vallas y vías de comunicación vedadas a los nativos de esa tierra ocupada. Palestina es también los campos de refugiados, creados con carácter provisional allá por 1948, pero que perduran 76 años después en países limítrofes: Líbano, Jordania, Siria… Y la diáspora palestina por todos los rincones del planeta. Ese conjunto de territorios conforman Palestina.

Volvamos al Interior y a esos casi apátridas, los palestinos del 48. Las voces de Rashid Hussein (1936-1977), Samid al-Qasim (1939 – 2014) y Taha Muhammad Ali (1931-2011) despertaron en esa población palestina apátrida en su propia tierra la conciencia de su identidad y la exigencia de igualdad y reparación. Con el tiempo, las voces de estos poetas dieron cuenta también del fracaso de los sueños y cantaron la lucha común por Palestina.

Cuenta Luz Gómez que «en febrero de 1977 una multitud acompañó los restos mortales del poeta Rashid Hussein al cementerio de Musmus, una aldea de la planicie central de Palestina, donde había nacido en 1936. Se cuenta que a la entrada del pueblo la familia, campesinos, había puesto una pancarta que decía: “Rashid Hussein os da la bienvenida”, una frase que retrata al poeta: visionario, directo, entregado, vivo».

El poeta había muerto en el incendio de su apartamento en Nueva York, donde vivía exiliado (a pesar de ser «ciudadano israelí», Israel no le permitió regresar nunca a Israel, después de que se fuera en 1965). Y continúa la autora: «Entre los que llevaron a hombros el ataúd se contaba otro gran poeta del Interior, Samih al-Qasim, al que Rashid Hussein había escrito desde el exilio una carta con los siguientes versos:

"Nos encontraremos
en la herida de una bandera
en una barca cuyos remos perfilan
la línea del amanecer".

Samih al-Qasim es la segunda voz de esta antología, había nacido en la alta Galilea en el seno de una familia drusa, minoría musulmana que Israel trató de atraerse en su política de división de los palestinos. A diferencia de los demás palestinos del Interior, los drusos están obligados a cumplir el servicio militar israelí. Samih al-Qasim, uno de los  primeros drusos que se negó, lo cual le costó la cárcel en una base militar.

La tercera voz poética de este libro es la de Taha Muhammad, que no formó parte de la llamada «poesía palestina de resistencia». Su voz se escuchó en un contexto muy distinto al de Rashid y Samih, cuyos poemas, en los años 50 y 60 del pasado siglo, se recitaban en «festivales y plazas y se transmitían de boca en boca por Galilea y el Triángulo», en palabras de la autora. Su primer libro se publicó en 1983.

Sin embargo, también él fue testigo y víctima de la Nakba. Ilan Pappé en La limpieza étnica de Palestina:

El escritor Taha Muhammad Ali era un joven de diecisiete años cuando los soldados israelíes entraron en la aldea de Mi’ar el 20 de junio de 1948. Había nacido en la cercana Saffuriya, pero buena parte de su poesía y su prosa actual, como ciudadano israelí, se inspira en los traumáticos hechos de los que fue testigo en Mi’ar. Ese día de junio, al atardecer, vio a las tropas israelíes acercarse disparando de forma indiscriminada a los campesinos que todavía se encontraban trabajando en los campos. Cuando los soldados se cansaron de matar a los aldeanos, empezaron a destruir las casas. Los supervivientes regresaron luego a Mi’ar a continuar viviendo allí hasta mediados de julio, cuando las tropas israelíes volvieron a ocupar la aldea y los expulsaron para siempre. En el ataque del 20 de junio murieron cuarenta personas.

Con su familia se refugió durante unos meses en el Líbano huyendo de las matanzas, regresó después y se instaló en Nazaret, donde transcurrió el resto de su vida, regentando una tienda de recuerdos que se convirtió en lugar de reunión de la intelectualidad del Interior.

A pesar de las dificultades y la escasez de medios, la vida cultural palestina no desapareció gracias a estos jóvenes, que hicieron de la lengua árabe un vehículo de expresión nacional.

Cuando en 1958 se fundó la primera editorial en árabe, la Arab Book Company, la censura se sumó a las restricciones existentes. El poema «Kafr Qasim»* de Samih al-Qasim se publicó censurado, una cruces sustituían sus ocho últimos versos:

Ni un monumento… ni una flor… ni una inscripción.
Ni una casa de la poesía que honre a las víctimas… ni un tupido velo.
Ni un jirón de camisa teñido de la sangre
de nuestros hermanos inocentes.
Ni una lápida con los nombres grabados.
Nada de nada… ¡Vergüenza!
Solo fantasmas que vagan sin descanso
en busca de sus tumbas en los escombros de Kafr Qasim.
+ + + + + + + +

«En la década de los sesenta, Israel todavía temía más a los poetas que a los shaheeds, (“mártires”)», en palabras del historiador israelí Shlomo Sand, citado por la autora. En estos días en que una nueva nakba se abate sobre el pueblo palestino de Gaza, Israel no teme a nadie, actúa con total impunidad, con el silencio cómplice de las naciones que alentaron la creación del Estado de Israel, haciendo suya la falacia de que Palestina era una tierra sin pueblo, y por tanto, podía convertirse en un regalo para un maltratado pueblo sin tierra. Pero la poesía no enmudece, y desde las ruinas de la destruida Gaza sigue escuchándose la poesía…

Luz Gómez
Palestina/48. Poemas del Interior
Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, abril 2024

El 5 de Abril de 2024, la misma mañana en la que Alemania votó No en la resolución de la ONU para el cese del envío de armas a Israel, un grupo de asociaciones de abogados de Berlín presentaron una acción legal de urgencia interpuesta contra el estado alemán por su complicidad con el genocidio en Gaza al haber seguido mandando armas a Israel tras las medidas preventivas ordenadas por el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya. Las entidades y asociaciones  European Legal Support Center (ELSC), Palestine Institute for Public Diplomacy (PIPD), Law for Palestine, que se han unido bajo la iniciativa Justice and Accountability for Palestine y en colaboración con Forensis quieren con esta acción lograr que el gobierno alemán pare de inmediato el envió de armas a Israel.

Como se muestra en el informe presentado ayer por Forensis, Alemania en los últimos 20 años ha mandado armas a Israel por valor de miles de millones y en los últimos dos años facilitó a Israel el 47% de las armas convencionales, lo que sitúa a Alemania como el segundo país proveedor de armas del estado sionista, tras EE.UU.

Durante la rueda de prensa de presentación de la querella en Berlín, se encontraban presentes varios medios internacionales, pero sólo uno alemán, Junge Welt, uno de los pocos periódicos críticos con Israel y con la actuación de su gobierno. Durante la ronda de entrevistas, a través de una video llamada, una periodista de la cadena pública ZDF entrevistó a la abogada Nadija Samour con preguntas como: “¿Qué pasa con Hamas y el derecho internacional?”, “¿Tiene Israel derecho a defenderse?” “¿Usted se considera abogada o activista?”. Tras 6 meses de genocidio y crímenes de guerra, la prensa alemana, pública y privada, sigue las directrices marcadas por Israel y centra la atención en Hamas y el 7 de octubre, y por tanto en la supuesta legitimidad de Israel a la autodefensa, y no encuentra importante acudir a la presentación de una acción legal contra su gobierno por su complicidad en el presente genocidio.

Alemania se enfrenta esta semana también en la Corte Internacional de Justicia de la Haya a una demanda interpuesta por Nicaragua por haber seguido exportando armas a Israel y haber cesado la financiación de UNRWA, tras la medidas provisionales dictadas por este mismo tribunal en el caso de Sudáfrica contra Israel por posible genocidio. Nicaragua argumenta que Alemania, con estas acciones, está fallando en la prevención del genocidio, tal y como está obligada a hacer al ser firmante de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. Esta demanda tampoco ha tenido demasiada repercusión en los medios del país.

Al mismo tiempo asociaciones que luchan por el pueblo palestino en este país, como Comité Palestino Unido Nacional (Vereinigtes Palästinensisches Nationalkomitee), Voces Judías por la Paz en Oriente Medio (Judische Stimme), Fuerza de los/las trabajadores/as (Arbeiter:innenmacht), Izquierda Revolucionaria (Revolutionäre Linke), Diem 25 y BDS están organizando para el fin de semana del 12 al 14 de Abril el Congreso de Palestina en Berlín, donde acusarán al gobierno alemán por su complicidad en el exterminio y apartheid cometidos contra el pueblo palestino.  Entre los ponentes están activistas de la causa palestina tan destacados como Ghassan Abu Sittah, Noura Erakat o Yanis Varoufakis.

Este congreso en este país está siendo atacado por la clase política y la mayoría de los medios de comunicación, al que califican como “Antisemitas del mundo quieren reunirse en Berlín”. Mientras la clase política busca como efectuar su prohibición, la prensa alemana publica los nombres, direcciones y puestos de trabajo de algunos de los ponentes, que ahora están recibiendo amenazas y la policía criminal efectúa registros y confiscaciones de aparatos electrónicos en las casas de dichos ponentes. En una actuación no ocurrida en 75 años, la caja de ahorros Sparkasse, donde tiene su cuenta Judische Stimme, organización que recogía el dinero de las entradas al congreso, ha bloqueado la cuenta de la ONG judía y solicitado una lista de los nombres y la dirección de todos los miembros. En vez de un clamor popular de todas las personas y medios que supuestamente luchan contra el antisemitismo en este país, ha habido silencio y por tanto aceptación.

Tras la congelación de los fondos, se planeó para el viernes 5 de abril un evento en Berlín para recaudar dinero para el congreso con un panel de discusión sobre la represión en el estado alemán de la solidaridad con Palestina, el lugar donde se iba a celebrar, donde a menudo se dan encuentros políticos y artísticos, recibió una llamada de la policía, que alegado “problemas de seguridad”, sugirió enfáticamente que no se celebrara el evento. No vieron apropiado quizás hacer su trabajo y proteger el evento, optaron por presionar para cancelarlo, ante esta situación los organizadores y trabajadores del lugar se vieron obligados a suspenderlo.  Este evento se va a celebrar ahora el domingo en un centro completamente privado y por tanto inmune a la represión (económica) estatal.

Los organizadores/as del Congreso de Palestina ante esta terrible situación han hecho un llamamiento internacional de apoyo y piden a todos los grupos y personas del movimiento de solidaridad con palestina que se manifiesten el día 14 de abril frente embajadas y consulados alemanes para mostrar a este país que se está quedando solo en su apoyo al régimen sionista. Más información aquí. También hacen saber que el congreso será retrasmitido. Puede buscarse información en esa misma web.

El gobierno y la mayoría de la sociedad alemana están quedando en evidencia en su defensa sin fisuras de Israel. Cada vez más voces críticas mundiales están prestando atención a los graves sucesos que están pasando en Alemania. El próximo viernes 14 de abril habrá concentraciones en diversos lugares frente a sedes diplomáticas alemanas. Es el momento de que la sociedad española, que ha mostrado un alto grado de solidaridad con Palestina y que de nuevo saldrá a la calle el domingo 21 contra el genocidio en Gaza, se una a esas voces.

 

Las asociaciones Justice and Accountability for Palestine, PIPD (Palestine Institute for Public Diplomacy) y ELSC (European Legal Support Center) han anunciado en Berlín el pasado 23 de febrero que han formalizado una denuncia contra el gobierno alemán por permitir y ayudar el genocidio en Gaza. Las asociaciones alemanas que por la causa Palestina están adoptando acciones legales contra el gobierno federal por su justificación, apoyo e incluso, en ciertos casos, incitación a los crímenes de guerra que está llevando a cabo el gobierno sionista de Israel y su ejército. Los políticos denunciados como cómplices de Israel incluyen al canciller socialdemócrata Olaf Schloz del SPD y la ministra de exteriores Annalena Baerbock y el ministro de economía Robert Habeck, ambos de Die Grünen (Los Verdes). Este hecho es muy importante pues en el principal estado de la Unión Europea se ha estado silenciando, reprimiendo y criminalizando la solidaridad con el pueblo palestino conculcando libertades y derechos básicos en una democracia.

Partiendo de la sentencia preliminar de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en el juicio promovido por Sudáfrica contra Israel del 26 de enero 2024 en la que se afirma que Israel puede estar cometiendo un genocidio contra el pueblo palestino en Gaza, y en la que se ordenaba parar todas las acciones que pudiesen llevar al exterminio de la población civil, juicio en el que el único país que se posicionó a favor de Israel fue Alemania, estas asociaciones denuncian que:

  1. Alemania sigue autorizando la exportación de armas a Israel. Afirman que “las armas exportadas por Alemania representan el 28 por ciento de las importaciones militares de Israel”. De hecho, el apoyo monetario/armamentístico a Israel se ha multiplicado en Alemania por 10 desde el 7 de octubre 2023.
  2. El apoyo político a las actuaciones de Israel se plasma tanto en declaraciones como acciones por parte de altos cargos políticos.
  3. El cese del pago de las ayudas a UNRWA, se traduce en un apoyo implícito al uso de la hambruna como arma de guerra.

Las asociaciones presentan la denuncia en nombre de una ciudadana palestina-alemana que ha relatado el asesinato a tiros por las Fuerzas Armadas israelíes de sus familiares mientras protegían con las manos en alto su casa en Gaza. También han anunciado que este es el principio de una serie de denuncias y llaman los familiares de asesinados en Gaza que residan en Alemania a unirse a estas denuncias.

Por otro lado, la asociación Palestina Spricht está llevando a cabo otras acciones legales paralelas, denunciando a personas públicas por incitar al genocidio en Alemania, entre ellos Tobias Huch, un expolítico alemán de bajo nivel reconvertido en periodista y “activista”, que escribió para el Judische Allgemeine el ahora cambiado y recortado artículo “Las personas en Gaza (antes titulado “Los civiles en Gaza no son inocentes”) donde afirmaba entre otras cosas “Si hay algo así como responsabilidad colectiva de un delito, esto se puede aplicar a la población de Gaza. Esta es la cruda realidad”. Esta asociación también ha anunciado que esta es la primera de las múltiples denuncias que se van a llevar a cabo, y hace un llamamiento público a otras personas para que se unan y denuncien a todo aquel que haya incitado al genocidio.

Teniendo en cuenta la historia que Alemania tiene, podríamos preguntarnos ¿por qué los políticos y periodistas alemanes incitan de nuevo al genocidio públicamente? En síntesis, la respuesta la podemos encontrar en que uno de los mitos fundacionales de República Federal de Alemania (RFA) -desde sus inicios tras la guerra, reforzado después tras la reunificación con la extinta República Democrática de Alemania- es que la existencia misma del estado de Israel es una “Razón de Estado”. Ello implica que la supervivencia del estado sionista está inexorablemente conectada con la de la propia Alemania.

En un intento de expurgar lo que nunca podrá ser ni perdonado ni olvidado -el Holocausto cometido por el régimen nazi y sus aliados contra el pueblo judío- Alemania defiende y protege a Israel nacional e internacionalmente hasta sus últimas consecuencias alegando el derecho del pueblo judío a tener un “etno-estado” cueste lo que cueste. Premisa sionista que una importante parte de la comunidad judía internacional y alemana no comparte. Es por ello por lo que en estos últimos meses el estado alemán y la mayor parte de los medios de comunicación actúan como el agente proxi de Israel en Europa, ilegalizando y reprimiendo a la comunidad Palestina y toda forma de solidaridad con el pueblo palestino dentro de Alemania, repitiendo y amplificando todas y cada una de las excusas, mentiras y propaganda que Israel usa para justificar su continuado y persistente expolio, ocupación y colonización de Palestina, dónde el sionismo lleva a cabo una política militarista de tierra quemada, apartheid y genocidio contra el pueblo palestino.

Por fin, múltiples y unitarias manifestaciones

El sábado, 20 de enero, recorrió el Paseo del Prado una ola de solidaridad, de denuncia y de espanto, bajo el lema “Paremos el genocidio en Palestina”. Miles de personas mostraron el dolor y la rabia por la injusticia que sienten por la terrible violencia, por la masacre del pueblo palestino en Gaza.

La destrucción de las ciudades y los pueblos, de sus casas, escuelas y Hospitales, la terrible muerte diaria de cientos y cientos de niños y niñas, ancianos, mujeres, hombres que son enterrados envueltos en un sudario blanco abrazados por sus familias, niñas abandonadas que lloran su soledad por las calles…bajo las bombas, los disparos. Lo vemos cada día, en casa, en silencio, queriendo gritar contra un genocidio que ya ha provocado más de 26.000 muertos en estos meses. Y más de 6.700 enterrados por las ruinas. No es una guerra, es un genocidio.

Sevilla, Málaga, Granada, Gijón …fueron también otras de las ciudades en las que miles de personas acudieron a sus calles por esta convocatoria unitaria.

En Madrid se necesitaba esta manifestación unitaria y fuerte como ya se habían desarrollado en otras ciudades. Porque parece inhumano ver el espanto, sentir la indignación y no gritar y exigir que acabe. Volver a ver vagones de metro abarrotados como también lo estaban sus pasillos y salidas nos empujaban a la calle colectiva y airada. Nos reconocíamos.

Y también la poesía se duele: Una palabra para decir la muerte sin ahogarnos

Como también se han reconocido y encontrado voces de denuncia desde la poesía en 44 ciudades, en 10 países, a través de más de 1000 poetas que respondieron a la convocatoria Poesía por Palestina. Versos contra el genocidio realizada por el Colectivo de poetas de apoyo a Palestina.

Las ciudades que participaron fueron Alicante, Bilbao, Córdoba, Gijón, Logroño, Murcia, Santander, Tenerife, Toledo, Valladolid, Zaragoza entre otras; También se sumaron desde colectivos poéticos de Bélgica, Suiza, Argentina, Colombia, Chile, México, Perú, Uruguay, Venezuela.

El formato del encuentro, en espacios cerrados o abiertos, se concebía como un maratón de poetas desde las 10 de la mañana hasta las 22, doce horas de lecturas.

¿Quién y cómo organizó estos actos? La amistad, la militancia poética de un pequeño grupo lanza al agua una pequeña china y las ondas se van ampliando con el paso de los días y las palabras. Julio Mas Alcaraz, poeta, cineasta y productor, junto con el poeta y editor Paco Moral y Victor Gómez, poeta y miembro de una asociación de ayuda a los refugiados en Valencia, juntos, son ese primer círculo del que surge la idea. Ninguno es ajeno a actividades de promoción de la poesía. Paco ha organizado muchos actos públicos de lecturas poéticas a favor de los refugiados, contra la violencia a las mujeres… Por esta razón, sus contactos son “infinitos”. Alberto García Teresa, indispensable también en actos de poesía crítica, difundió desde este primer momento la idea y se unió al grupo. Todos ellos con sentido colectivo de organización y difusión. Enviaron un correo, un mensaje y la generosidad de los poetas para participar y colaborar se extendió por cada ciudad, creciendo como bola de nieve.

En Madrid, no quiero dejar de señalar a Belén García Nieto, Javier Gil, Jesús Bonilla y tantas otras, imposible nombrar a tantas personas que han realizado esas tareas en las que se echan horas y horas: han encontrado un local, el CSO La Ferroviaria, han definido la organización en todos sus detalles, tantos poetas en cada hora, cinco minutos cada uno. Han recogido las posibilidades de cada poeta según su disposición de tiempo y han preparado las listas y el orden. Y han puesto en marcha aquella intendencia que hace posible el éxito de los actos.

Más de 100 poetas han leído poemas, propios o no, en Madrid; muchos han dado voz a poetas palestinos. A lo largo del día han acudido a la escucha y acompañado a los versos más de 600 personas. Desde poetas muy reconocidos, otras con diferentes premios, aquellas voces que comienzan, las que mantienen un trabajo y unas ediciones constantes hasta aquellas que luchan para iniciar un proyecto editorial conseguir sacar adelante sus publicaciones. Todas juntas. El mismo grito, el mismo dolor, la misma ira,

La nana escrita por Carlos Piera y leída por Javier Gil Qué guapa en la cuna mi niña adorada/ para que la muerte cuando venga a verte te encuentre acostada/ cierra los ojitos vida de mi vida/ para que la muerte cuando venga a verte te encuentra dormida … duérmete rubí, a ver si la muerte, cuando venga a verte se me lleve a mí.

O los versos del más joven entre los poetas, Mario Obrero Es tiempo de guardar a todos en la memoria para que quienes no fueran de nadie sean también nuestros para expresar el dolor.

La voz de Rosana Acquaroni Gaza/fruto mortificado/ oigo a todos tus hijos/ látigos quebrantados/ en el nudo apretado de la noche. Carmen Crespo balbucea el dolor Algo que era/ algo como un alambre/ o una piedra/ o el recordatorio del padre muerto/ la premonición de quien no tiene nombre.

Las palabras de Antonio Crespo Massieu terminan revelando lo imposible de decir Habría que pedir/ que tal vez el viejo Dios del silencio/ dejara por fin la escena/ y como herencia nos restituyera/ una gramática del espanto/ y nos diera/ entre la emoción y el grito/ también entendimiento y palabra. / Una palabra para decir la muerte/ sin ahogarnos.

La intensidad de las últimas palabras leídas por Juan Carlos Mestre emocionaron hasta el dolor de las lágrimas, porque recogían nuestro grito silencioso:

Son los tanques frente a lo único verdadero, la vida, el valor absoluto, es la ruina moral de los actos de fuerza, la disimetría del conflicto, la violencia irrestricta contra la modesta condición de las víctimas. Llámalo como quieras, pero entiéndelo de una vez para siempre, no hay escuela en los cementerios, escrito está, escrito estuvo y escrito sigue en las Tablas: No matarás, no matarás, no matarás.

Una caja de resistencia

Organizaron una Caja de Resistencia, una Hucha, colocada en la pequeña barra de bar situada en el local. La gente colaboraba con dinero, con poemarios que se vendían en la entrada y cuya recaudación iba también a la hucha. 1.600 euros en una tarde y, sabiendo que la mayoría de poetas no son gente “de posibles”, era una cantidad apreciable.

Aquí entraba la colaboración con UNRWA Palestina, Agencia independiente de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina, financiada por contribuciones voluntarias que funciona desde hace 70 años. Ayuda a 5 millones de refugiados. Y en estos momentos atiende en los campamentos de Gaza a 1,4 millones de personas. Incluyendo las inmediaciones de los campamentos ayudan a 1,8 millones de personas. Han sido asesinados más de 152 trabajadores de UNRWA desde el 8 de octubre. Solo 6 de sus 22 centros de salud funcionan como consecuencia de los bombardeos.

Para colaborar con esta Caja de Resistencia se puede ingresar en la cuenta corriente de la Asociación colaboradora desde hace muchos años con UNRWA desde Valencia:

Valéncia és refugi
ES48 2100 3662 6422 0011 3462
Titular: Valéncia és Refugi. 
Concepto: Ayuda a Palestina

Para que este grito que nos estremece a todos se haga por fin realidad: NO MATARÁS, NO MATARÁS, NO MATARÁS