Una socialdemocracia que ha perdido el norte

  • Bruno Estrada

    Bruno Estrada

    Economista, adjunto al Secretario General de CCOO

30.05.2016

Debate principal: ¿Hacia dónde nos conduce la austeridad?

Creo que lo más interesante del debate que estamos teniendo en Espacio Público sobre las políticas de austeridad y devaluación salarial imperantes en la zona euro es analizar el horizonte político al que nos conducen. En este sentido, Joaquín Estefanía hace una oportuna cita a Mark Blyth: “la razón de su existencia (de la socialdemocracia) es hacer algo más que simplemente permitir un paraíso para el acreedor en Europa”.

Los reiterados y contrastados errores de esta política económica están condenando a una parte importante de los ciudadanos europeos al desempleo, a un profundo deterioro de sus condiciones de trabajo o a la emigración, de forma similar a como sucedió en los años treinta del siglo pasado, aunque no en la misma magnitud.

Por eso, son de plena actualidad las palabras enunciadas en 1943, en su escrito Aspectos políticos del pleno empleo, por el gran economista polaco Michal Kalecki: “En la gran depresión de los años treinta las grandes empresas se opusieron sistemáticamente a los experimentos tendientes a aumentar el empleo mediante el gasto gubernamental en todos los países, a excepción de la Alemania nazi. Esto se vio claramente en los Estados Unidos (oposición al New Deal de Roosvelt), en Francia (el experimento Blum) y también en Alemania antes de Hitler.”

Es más, Stuart Holland en su libro Contra la hegemonía de la austeridad nos explica con todo detalle como el último canciller alemán antes de Hitler, Heinrich Brüning, respondió al Crack de 1929 restringiendo el crédito e impulsando la congelación salarial, lo que agravó la crisis y provocó un aumento espectacular del desempleo. Como consecuencia de ello en tres años el apoyo a Hitler se disparó, pasando del 4% en 1929 al 44% en 1933.

No obstante, hay algo que sí ha cambiado radicalmente entre el horizonte político de los años treinta y el de la actualidad. En esos años las fuerzas políticas de izquierda, y particularmente la socialdemocracia, tenían un discurso político alternativo que se puede resumir en la frase de Ernst Wigforss, uno de los principales ideólogos económicos del socialismo democrático y ministro de Economía de Suecia desde 1932 hasta 1949: “La austeridad nos lleva a la conclusión de que el trabajo es un lujo, de que el trabajo para todos los ciudadanos es algo que uno puede permitirse en sociedades ricas, pero que supera con mucho las fuerzas de un país pobre”.

La socialdemocracia sueca puso en marcha las políticas de pleno empleo, la construcción del Estado del Bienestar y apostó decididamente por la estabilidad macroeconómica, lo que ha permitido que ese pobre país de los años treinta sea, ochenta años después, uno de los más ricos e igualitarios del mundo. La capacidad de generar una ilusión colectiva con el objetivo de construir una sociedad más justa y más libre es lo que posibilitó que en 1945 el Partido Laborista ganara las elecciones a Churchill, que ese mismo año los partidos socialistas y socialdemócratas, que tenían una fuerte imbricación con los sindicatos, accedieran al gobierno en Dinamarca, Austria, Holanda, Bélgica, Noruega, en 1946 en Francia y en 1948 en Finlandia, ocupando un papel central en la escena política de esos países hasta los años noventa, y casi hegemónico en el caso de los nórdicos.

El problema en es que en la actualidad la mayor parte de los dirigentes de las organizaciones que se reclaman herederas de esa tradición política han perdido el norte, se han sometido, en las ideas y en la práctica, a la hegemonía cultural impuesta por los defensores de las políticas de austeridad y devaluación salarial, por quienes ponen por encima de la voluntad de los ciudadanos la de los acreedores.

En los años noventa la mayor parte de la socialdemocracia, con Tony Blair al frente, partiendo de la idea de que había que dar una respuesta no defensiva a la transición que se estaba produciendo en los países desarrollados del Atlántico Norte al pasar de ser sociedades industrializadas fordistas a sociedades post-industriales, relajó el compromiso de la socialdemocracia con la equidad social, llegando a declaraciones tan esperpénticas como las palabras de Ricardo Lago, expresidente socialista de Chile: “ A lo mejor ser socialista hoy es garantizar que usted puede llegar a ser Bill Gates porque tiene un sistema de educación que le permite desarrollar determinadas habilidades. En consecuencia, el conocimiento y la educación pasan a ser más importantes que los medios de producción de que hablaba Marx, o que la propiedad de la tierra, que establecía la diferencia entre ricos y pobres hace 300 años”.

La retórica de la Tercera Vía sobre la igualdad de oportunidades, un concepto que en su origen era liberal, ignora que no es posible una verdadera igualdad de oportunidades mientras subsistan profundas diferencias sociales, económicas y culturales entre quienes viven en barrios pobres, como por ejemplo, Nou Barris en Barcelona, Villaverde en Madrid o Los Pajaritos en Sevilla y aquellos que viven en Pedralbes, Serrano o Los Remedios, los barrios más burgueses de esas mismas ciudades. Un reciente estudio (movilidad intergeneracional en el muy largo plazo: Florencia 1427-2011) realizado por dos investigadores del Banco de Italia demuestra que las familias más ricas de la Florencia actual son las mismas familias que ya eran las más ricas hace seiscientos años.

El sometimiento ideológico de la Tercera Vía, que alcanzó su cénit en la conferencia de Nueva York de 1998 en la que participaron, junto a Tony Blair, Bill Clinton (el abanderado de desregulación financiera en EEUU) y el canciller alemán Gerhard Schröder (el padre de los minijobs), llevó a una parte muy importante de la socialdemocracia a un callejón sin salida. Esa hegemonía cultural del neoliberalismo supuso que la socialdemocracia olvidara un elemento básico de su agenda política: si no se establecen frenos colectivos y democráticos a los procesos de acumulación de capital privado y de concentración de poder político que ello conlleva, es imposible hacer frente a la mercantilización de cada vez más parcelas de la vida, a la creciente desigualdad, a la privatización de la política. Es imposible que en la prosperidad participen todos.

La Tercera Vía también llegó a la conclusión de que la globalización financiera forzaba a los Estados a seguir políticas económicas similares y se sometió acríticamente a la pérdida de soberanía democrática, ignorando dos cuestiones elementales de la democracia, que hasta entonces formaban parte del ADN socialdemócrata: 1) La democracia permite orientar la creación de capital, público y privado, hacia objetivos políticos y sociales en cuya determinación han participado todos los ciudadanos; 2) cuando un Parlamento emanado de la voluntad popular no puede desarrollar la política que han decidido los ciudadanos se pone en cuestión todo el andamiaje institucional de la democracia. Por eso la democracia ha sido un instrumento que moderniza las sociedades, frente a la religión y el capital, que son instrumentos de cooperación autoritaria.

La democracia es un instrumento de cooperación horizontal que permite que todos los ciudadanos tengan las mismas posibilidades de participar, esto es, de influir en las decisiones públicas. La socialdemocracia no puede compartir el menosprecio de las élites económicas a la democracia, como han hecho de forma reiterada varios de sus líderes más relevantes durante la última década.

Mientras la prosperidad económica fue la tónica generalizada en los países desarrollados las condiciones de vida de la mayor parte de los trabajadores no se vieron afectadas por esa sumisión. Fue la Gran Recesión de 2007 la que puso en evidencia la incapacidad analítica y propositiva de la socialdemocracia europea para garantizar la participación de todos en la prosperidad, para defender los derechos e intereses de quienes decía representar.

La crisis supuso un fuerte debilitamiento de la hegemonía cultural neoliberal en EEUU, el gasto público bajo el gobierno de Obama llegó a ascender al 42,3% del PIB como una forma inteligente y solidaria de enfrentarse a la crisis. Sin embargo, en Europa hemos asistido a la incapacidad de la socialdemocracia europea de enfrentarse a las políticas impulsadas por Angela Merkel y el ordoliberalismo alemán, cuando no las han apoyado con entusiasmo: como viene haciendo el socialista holandés Dijsselbloem, (presidente desde 2013 de la reunión de los ministros de Economía del euro, el tristemente famoso Eurogrupo); en las medidas de austeridad fiscal y devaluación salarial desarrolladas por el PSOE en España a partir de mayo de 2010; en la reciente reforma laboral aprobada por decreto por el primer ministro socialista de Francia Manuel Valls; en la regresiva modificación del Código del Trabajo en Italia impulsada por el primer ministro italiano, Mateo Renzi, que supedita los derechos laborales a la evolución económica de las empresas.

En la actualidad, el partido socialdemócrata austriaco (SPO) está debatiendo el gobernar a escala estatal con la formación ultranacionalista y xenófoba que ha estado a punto obtener la presidencia de Austria. Es más, ya en 2015 el SPO alcanzó un acuerdo de gobierno con el denostado FPO en el lander de Burgenland que supuso un profundo cambio de la política migratoria de la socialdemocracia austriaca.

Las consecuencias de aquellos polvos son estos lodos. En un escenario político donde la voluntad democrática es quebrantada, donde, como dice Blyth, quienes tradicionalmente se han reclamado defensores de “los de abajo” son incapaces de ofrecer una propuesta de política económica y social diferente de los que defienden los intereses de “los de arriba”, no resulta nada extraño que surjan otras formaciones políticas que ocupen su espacio. Es mucho más saludable, en términos democráticos, lo que está sucediendo en España en relación con la emergencia de Podemos, que se reclama la nueva socialdemocracia, que lo que está pasando en Alemania, Austria, Francia, Finlandia, Hungría o Grecia, donde los emergentes son partidos racistas y ultraderechistas.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Marx distinguía (en sus ‘Teorías de la Plusvalía’) dos tipos de economistas: por un lado, las personas serias y rigurosas, es decir los buenos profesionales; por otro lado, «los retóricos de largos discursos» y «los vulgarizadores». Entre los primeros yo sitúo a Gabriel Flores, economista al que leo siempre con mucho interés; y entre los segundos, a Luis Garicano por hacer esa defensa a ultranza del liberalismo económico que ninguno de los economistas clásicos, empezando por Adam Smith, se atrevió nunca a realizar. Entrando en materia, me gustaría puntualizar y también ampliar algunas de las ideas vertidas por Gabriel Flores...
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  • Gabriel Flores

    Economista

    El debate que propone y acoge Espacio Público sobre la austeridad tiene componentes muy diferentes que no son fáciles de deslindar ni pueden ser abordados en todos sus aspectos en aportaciones que deben ser razonablemente breves. Creo, no obstante, que en aras de una mayor claridad en el debate convendría entrar en las diferencias que existen entre los que hemos planteado nuestra oposición al marco ideológico y a los contenidos de la estrategia de austeridad y devaluación salarial impuesta a partir de mayo de 2010 y que han sufrido con especial virulencia los países del sur de la Eurozona. Diferencias...
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  • Iván H. Ayala

    Investigador del ICEI y miembro de EconoNuestra

    La presente crisis ha tenido consecuencias económicas y sociales sin precedentes en Europa, con casos dramáticos como el de Grecia donde incluso el impacto ha sido peor que el de la Gran Depresión de 1929. En particular los efectos han sido en cada uno de los países netamente diferentes, con unas consecuencias sociales claramente diferenciadas entre el centro y las periferias. Por poner un ejemplo, el incremento del desempleo ha sido mucho más acusado en estas últimas regiones que en los países centrales –o que en la Eurozona-. La política económica de gestión de la crisis en la Eurozona ha...
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  • Jesús Pichel Martín

    Profesor de Filosofía

    La socialdemocracia fue el resultado de un pacto entre la burguesía capitalista industrial y el movimiento obrero tras la Gran Guerra y la Revolución de 1917. Los partidos y sindicatos obreros renunciaban a la revolución y aceptaban la propiedad privada de los medios de producción y la democracia liberal a cambio del reconocimiento de derechos sociales; la burguesía aceptaba contribuir al sostenimiento de la protección social a cambio de paz laboral. Fue en la Constitución de Weimar de 1919 donde por primera vez aparecen esos derechos como principios constitucionales. Esa fue la base teórica de la socialdemocracia. El neoliberalismo actual...
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  • Francisco Javier Braña Pino

    Investigador asociado en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI)

    Al leer las contribuciones a este debate lo primero que se me vino a la cabeza son las tres frases citadas de 'Alicia a través del espejo', de Lewis Carroll: -“Cuando yo uso una palabra –insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso– quiere decir lo que yo quiero que diga. Ni más ni menos. -La cuestión –insistió Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes. -La cuestión –zanjó Humpty Dumpty– es saber quién es el que manda…, eso es todo.” Y está claro quién manda y lo que significa hoy la palabra...
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  • Jorge Uxó

    Profesor de Economía

    Toda estrategia de política económica empieza por establecer un orden de prioridades en los objetivos que se quieren alcanzar, para después seleccionar aquellos instrumentos que mejor pueden contribuir a alcanzarlos. En un país con un 21% de desempleo y una elevada precariedad laboral, con un 28% de la población en situaciones de pobreza o de riesgo de exclusión social, y con un modelo productivo que no ha resuelto los problemas que le llevaron a la crisis (baja productividad, dependencia energética, especialización en sectores de bajo valor añadido), estas prioridades deberían estar claras. Si por algo debemos empezar es por reducir...
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  • Gabriel Flores

    Economista

    ¿Tendremos austeridad durante mucho más tiempo? ¿Predominarán las fuerzas que intentan mantenerla a toda costa o las que pretenden humanizarla? ¿Hacia dónde nos conduce? Debo reconocer que no sabría responder a esas preguntas, pero creo que tiene algún interés intentar respuestas precavidas y provisionales que contribuyan a señalar los complejos problemas que afronta la Unión Europea (UE) y lo que se juega la ciudadanía europea y española en este viaje. La austeridad imperante en la Eurozona desde 2010 está cargada de ideología. Y por ello resulta tan difícil para sus partidarios (y para algunos de sus detractores) confrontar lo que...
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  • Bruno Estrada

    Economista, adjunto al Secretario General de CCOO

    Creo que lo más interesante del debate que estamos teniendo en Espacio Público sobre las políticas de austeridad y devaluación salarial imperantes en la zona euro es analizar el horizonte político al que nos conducen. En este sentido, Joaquín Estefanía hace una oportuna cita a Mark Blyth: “la razón de su existencia (de la socialdemocracia) es hacer algo más que simplemente permitir un paraíso para el acreedor en Europa”. Los reiterados y contrastados errores de esta política económica están condenando a una parte importante de los ciudadanos europeos al desempleo, a un profundo deterioro de sus condiciones de trabajo o...
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  • José Molina Temboury

    Economista y miembro de Economistas Frente a la Crisis

    Un título chocante sabiendo del sufrimiento que la política de austeridad impuesta por la Troika viene causando en grandes porciones de la población de los países que la aplican, incluido España. Pero bajo un sistema que impulsa una desigualdad extrema, creciente y sin límite, caben argumentos tan desquiciados como el propio sistema. Y en este caso no lo es tanto. Basta con preguntarse: ¿un éxito para quién? A los economistas que hace largo tiempo pasamos por la facultad nos enseñaron que el debate debiera ser científico, en el sentido de que si a alguien se le ocurre que una política...
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  • mrisquez

    Miembro de EconoNuestra y de Economistas sin Fronteras

    La austeridad, entendida ésta como el proyecto político-económico que las élites han articulado como estrategia para la gestión de la crisis en Europa, ¿ha sido un fracaso? Y si es así, ¿para quién? Si partimos del hecho de que las políticas económicas implementadas a lo largo de los últimos años tenían como objetivo trazar un escenario de salida de la crisis basado en un crecimiento sostenido y en una corrección de los factores estructurales que se encuentran en el origen de la crisis, obviamente se trata de un fracaso. Sin embargo, más que de una errónea gestión de la crisis,...
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  • Jesús Pichel Martín

    Profesor de Filosofía

    Al menos desde las obras de Nietzsche, sabemos que el lenguaje no es neutral: esconde valores y prejuicios, ideología y estrategias de dominación, sentimientos y resentimientos. Cuando un lenguaje logra imponerse, configura la realidad de una determinada forma, de manera que bien puede decirse que el verbo -la palabra- se hace carne. Y el neoliberalismo ha ganado sin duda la partida del lenguaje construyendo términos y expresiones que han saltado de los manuales de economía a los medios y de los medios a la calle hasta ser interiorizados por todos, como si fueran mantras. La lista es interminable. Se habla...
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  • Mónica Melle Hernández

    Profesora de Economía Financiera, miembro de Economistas Frente a la Crisis y Secretaria General de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas

    A principios de mayo de 2010 se unieron varios factores económicos muy negativos: se había desencadenado la crisis de las deudas soberanas en la UE. Grecia estaba al borde de la quiebra y había peligro de contagio a otras naciones. Y ello se solapaba sobre la crisis financiera de las 'subprimes', afectando gravemente al sistema financiero global. Y coincidieron además factores políticos relevantes: la UE estaba gobernada por una mayoría conservadora, que aprovechaba la situación para imponer su ideología neoliberal. Bajo el argumento de la consolidación fiscal se imponía en los Estados miembros, como vía para prevenir situaciones de insolvencia, una...
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  • Ramon Gorriz y Manuel Lago

    Secretario de Acción Sindical y economista del Gabinete Técnico Confederal de CCOO

    El negacionismo también está presente en el análisis económico porque por difícil que resulte asimilarlo, hay quien niega los recortes en el gasto público en España. Utilizando torticeramente las dificultades para controlar el déficit y el imparable crecimiento de la deuda, los negacionistas niegan lo evidente: que en 2014 nos gastamos 31.000 millones menos que en 2009 pero, como se han destinado 25.000 millones más a pensiones, 18.000 millones más al pago de intereses de la deuda y 5.000 millones más en gasto energético, en el resto de partidas el gasto se ha reducido en 77.000 millones. Hace unas...
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  • Carles Manera

    Economistas Frente a la Crisis sobre las políticas de austeridad

    Las políticas de austeridad están fracasando. La afirmación, vehemente, viene avalada por múltiples datos, procedentes de entidades públicas y privadas, que conducen a una conclusión nítida: la situación económica y social ha empeorado, con la aplicación de los recetarios que emanan desde Bruselas y Berlín. Los sacrificios que se exigen a la ciudadanía europea del sur son ingentes. Y difíciles de cumplir, sin erosionar servicios públicos esenciales. La obstinación en mantener las mismas fórmulas que llevan al fracaso constituye la hoja de ruta de los gobernantes europeos. Las cifras del Reino Unido, Francia, Italia, España y la misma Alemania,...
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  • Nalonso

    Profesora en la URJC y miembro de EconoNuestra

    Sin duda, la ortodoxia liberal es, y ha sido, absolutamente eficaz en la creación de una terminología eufemística y aséptica para denominar medidas, situaciones o políticas que suponen de una u otra forma el empeoramiento de las condiciones de vida y empleo de muchas personas y el enriquecimiento de otras. Claros ejemplos los tenemos en los términos, ya de uso común, como flexibilización, desregulación, liberalización, consolidación fiscal, moderación salarial, reformas estructurales y, por supuesto, austeridad y austeridad expansiva… En el caso concreto del término austeridad, las connotaciones positivas de rigor y moderación frente al despilfarro han enmascarado reducciones del gasto...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    En el pasado Debate sobre las Migraciones, varios intervinientes apuntaron que las últimas decisiones de las autoridades europeas con respecto a los refugiados políticos en particular, y los inmigrantes en general, permiten fechar con precisión la muerte de Europa en el 20 de marzo del corriente año. Sin ánimo de polemizar, me gustaría decir algunas cosas sobre cuándo creo yo que la idea de una Europa solidaria y humanista se fue al traste - si la izquierda no le pone remedio. En mi opinión ello ocurrió unos pocos años atrás, cuando estalló la crisis de la deuda soberana en Europa....
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