La alternativa a la austeridad no es la expansión del gasto público

  • Gabriel Flores

    Gabriel Flores

    Economista

15.06.2016

Debate principal: ¿Hacia dónde nos conduce la austeridad?

El debate que propone y acoge Espacio Público sobre la austeridad tiene componentes muy diferentes que no son fáciles de deslindar ni pueden ser abordados en todos sus aspectos en aportaciones que deben ser razonablemente breves.

Creo, no obstante, que en aras de una mayor claridad en el debate convendría entrar en las diferencias que existen entre los que hemos planteado nuestra oposición al marco ideológico y a los contenidos de la estrategia de austeridad y devaluación salarial impuesta a partir de mayo de 2010 y que han sufrido con especial virulencia los países del sur de la Eurozona.

Diferencias de carácter general a las que hace referencia alguno de los intervinientes en este debate, que reclama algo más que propuestas socialdemócratas para salir de la austeridad. O diferencias más concretas, como pretendo hacer en este nuevo comentario. Porque en la mayoría de las aportaciones que se han realizado se han expuesto muchas críticas de muy diferente naturaleza a las políticas de austeridad, al gran fracaso cosechado en la consecución de las metas que justificaban sus propuestas de recortes en el gasto público y presión sobre los costes laborales y a sus negativos impactos económicos, sociales o productivos, pero hemos dibujado de forma demasiado impresionista las diferencias que pudieran existir entre las alternativas o vías de solución que proponemos.

Me detendré en esta ocasión en un aspecto de esa estrategia alternativa aún por construir que me parece de especial importancia. Parece evidente que no hay nada más opuesto a los duros recortes del gasto presupuestario que se han aplicado en España y el resto de los países periféricos de la Eurozona que la expansión del gasto público, pero no siempre las alternativas se basan en lo contrario de lo que se critica. El problema es algo más arduo y la solución, un poco más sutil o menos burda.

La alternativa a las políticas de austeridad, tanto por razones económicas como políticas, no puede sostenerse exclusiva ni principalmente en la defensa de un mayor gasto público. Hay que entrar en los detalles de ese incremento del gasto público que se pretende y en los detalles de su justificación e inserción en una panoplia de medidas económicas más extensa, tanto en los objetivos que se pretenden, en un sentido similar al que propone Braña (cómo abordar al tiempo los desafíos e impactos del cambio demográfico, la nueva revolución tecnológica y el cambio climático), como en las medidas concretas a aplicar y su articulación temporal.

Y entrando brevemente en esos detalles, no es lo mismo el gasto público corriente que la inversión pública encaminada a modernizar estructuras y especializaciones productivas que elevan el crecimiento potencial y favorecen el aumento de la productividad global de los factores. Y convendría precisar a continuación que resulta obligado seguir un rumbo orientado a lograr un necesario proceso de consolidación fiscal. Un rumbo que no presupone ni exige nuevos recortes del presupuesto público; por el contrario, es perfectamente compatible con una mayor y creciente aproximación al peso que tienen los presupuestos de las Administraciones Públicas en el PIB de nuestros socios de la Eurozona. Siempre, claro está, que esa aproximación vaya en paralelo con una convergencia en el peso de los ingresos fiscales y, tanto o más importante, un mayor control del fraude y la elusión fiscal y una buena selección y gestión en los objetivos que se pretenden con la aplicación de esos mayores ingresos tributarios.

En el terreno de la teoría o la política económica soy bastante escéptico sobre las bondades que pudiera tener para el crecimiento de la economía española un incremento del gasto público. Más bien me inclino a pensar que lo que se pudiera ganar en crecimiento a muy corto plazo, se perdería en un plazo no demasiado grande en estabilidad macroeconómica, tanto en lo que se refiere a las cuentas públicas como a las cuentas exteriores. Los desequilibrios que muestran los niveles de deuda pública y deuda externa neta respecto al PIB son ya demasiado altos (en ambos casos, alrededor del 100% del PIB) y solo pueden ser gestionados, hasta que una reforma institucional bien diseñada no acabe con el carácter incompleto e incoherente de las instituciones de la Eurozona, gracias a una política monetaria ultraexpansiva del BCE que permite minimizar la prima de riesgo a costa de incrementar la dependencia de la precaria estabilidad de la economía española de su Quantitative Easing (QE) y, al tiempo, generar problemas financieros de gran intensidad en un futuro impreciso, pero que podría estar relativamente próximo.

Por otro lado no es la falta de crecimiento el gran problema de la economía española desde hace un año y medio. Ni, previsiblemente, en este año 2016. En 2017 y más allá hay tal carga de incertidumbre y tantos factores de riesgo que resulta aventurado pronosticar el curso de la economía española o europea, aunque la mayoría de las previsiones apuntan a una continuidad, con ligera desaceleración del actual ritmo de crecimiento del PIB en los próximos años en el caso de la economía española.

Desde finales de 2014 hasta ahora, la economía española crece por encima de su potencial y de la media de la Eurozona. Casi el doble que las otras tres grandes economías que comparten el euro. En tales circunstancias parece extraño presentar como determinante una debilidad de la demanda interna que no se corresponde con la realidad (según datos del INE del primer trimestre de 2016, el consumo de los hogares creció un 3,7% en tasa interanual, por encima del 3,4% del PIB, y encadena nueve trimestres seguidos al alza) ni está teniendo efectos restrictivos en el último año sobre la inversión productiva o la productividad del trabajo. Tampoco afecta a la senda de recuperación de las tasas de beneficios de las empresas que, en proporción al PIB, llevan años ganando posiciones y ya han alcanzan niveles superiores a los que muestran Alemania y la mayoría de los Estados miembros de la Eurozona.

No están, por tanto, en ningunos de esos factores (débil crecimiento del producto, escasa productividad o insuficientes beneficios empresariales) los problemas principales de nuestra economía. Sino más bien, en un modelo de crecimiento que se sostiene en la presión permanente sobre los costes laborales y en una especialización productiva basada en la competitividad vía costes y precios que solo marginalmente genera y requiere empleos decentes con salarios dignos. Y que mantiene unas tasas de paro e inactividad exageradamente altas que afectan especialmente a los extremos de la población en edad de trabajar, a las mujeres y a los colectivos con menores niveles de estudio y cualificación laboral.

Es necesario, por consiguiente, impulsar la inversión pública y favorecer la inversión privada productiva con el objetivo de modernizar estructuras y especializaciones productivas que puedan generar y sostener empleos decentes con salarios dignos. No hay otra vía ni políticas monetarias o de sostén de la demanda interna que puedan solucionar espontáneamente los problemas estructurales de la oferta productiva. Naturalmente, esas medidas modernizadoras requieren aumentar los fondos y la financiación de carácter público, pero su justificación social y los problemas que se pretenden solucionar por esta vía son muy distintos de los que van asociados a un indiscriminado aumento del gasto público para generar más crecimiento.

Por otro lado, la atención de un nuevo poder político de carácter progresista debe centrarse en paliar la auténtica emergencia social que vive una parte sustancial de la ciudadanía, que se puede cuantificar en cerca de un 30% de la población total o 13,5 millones de personas que rozan la pobreza y la exclusión social, cuando no viven ya en tales situaciones. Las políticas de austeridad y devaluación salarial aplicadas en los últimos 6 años tienen por objetivo y han logrado romper los instrumentos que canalizaban parte del crecimiento hacia las rentas salariales y las transferencias públicas que sostienen las condiciones de vida de la mayoría social. Y ahora se trata de revertir esa pérdida de rentas, empleos, derechos y bienes públicos y reconstruir los canales que permiten que el crecimiento del producto y de las rentas del capital no se haga a costa del empleo decente, las rentas salariales y el Estado de bienestar.

Naturalmente, la reversión de esos recortes que han beneficiado especialmente a las grandes rentas y patrimonios y a un reducido sector de asalariados vinculados a actividades abiertas a la competencia internacional y de alto valor añadido requiere más presupuestos públicos, pero la justificación social y los objetivos, al igual que cuando nos referíamos en el párrafo anterior de la inversión pública, no se encuentran en las bondades de aumentar el gasto público ni en su justificación teórica a través del multiplicador fiscal o el carácter expansivo del gasto público. En este asunto del rescate ciudadano no estamos hablando esencialmente de eficiencia económica, sino de justicia social y de los dos pilares o principios éticos, solidaridad y cohesión, que la sustentan.

Antes mencionaba la importancia en esta discusión de los detalles y de la atención a los detalles. Pero el problema no reside exclusivamente en los detalles. Tras el 26-J, podemos entrar en una nueva situación de ruptura con el ciclo de austeridad que ha dominado las decisiones de política económica en nuestro país en los últimos 6 años. Y ese cambio o nueva situación debería estar marcado por la devolución de derechos, rentas, empleos y bienes públicos perdidos que solo serán posibles si existe un acuerdo y concesiones mutuas entre PSOE y Unidos Podemos.

Sería conveniente que no obstaculizáramos en demasía las escasas, aunque no insignificantes, posibilidades de ese cambio de ciclo, con una excesiva carga o densidad teórica o ideológica. Los problemas técnicos y políticos y los obstáculos de todo tipo que deberá afrontar, en su caso, tal acuerdo ya son de suficiente envergadura. Se trata de hacer compatibles el mantenimiento del objetivo de consolidación fiscal (que no supone reducción del gasto público de protección social ni de la inversión pública) con la aplicación de medidas que favorecen a la mayoría social sin ahogar el crecimiento ni la modernización productiva. En Portugal podemos encontrar un buen ejemplo de cómo un Gobierno de unidad de las izquierdas lo ha conseguido. Está en nuestras manos aprender de las buenas prácticas que se han llevado a cabo en nuestro entorno y favorecerlas.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Marx distinguía (en sus ‘Teorías de la Plusvalía’) dos tipos de economistas: por un lado, las personas serias y rigurosas, es decir los buenos profesionales; por otro lado, «los retóricos de largos discursos» y «los vulgarizadores». Entre los primeros yo sitúo a Gabriel Flores, economista al que leo siempre con mucho interés; y entre los segundos, a Luis Garicano por hacer esa defensa a ultranza del liberalismo económico que ninguno de los economistas clásicos, empezando por Adam Smith, se atrevió nunca a realizar. Entrando en materia, me gustaría puntualizar y también ampliar algunas de las ideas vertidas por Gabriel Flores...
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  • Gabriel Flores

    Economista

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  • Iván H. Ayala

    Investigador del ICEI y miembro de EconoNuestra

    La presente crisis ha tenido consecuencias económicas y sociales sin precedentes en Europa, con casos dramáticos como el de Grecia donde incluso el impacto ha sido peor que el de la Gran Depresión de 1929. En particular los efectos han sido en cada uno de los países netamente diferentes, con unas consecuencias sociales claramente diferenciadas entre el centro y las periferias. Por poner un ejemplo, el incremento del desempleo ha sido mucho más acusado en estas últimas regiones que en los países centrales –o que en la Eurozona-. La política económica de gestión de la crisis en la Eurozona ha...
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  • Jesús Pichel Martín

    Profesor de Filosofía

    La socialdemocracia fue el resultado de un pacto entre la burguesía capitalista industrial y el movimiento obrero tras la Gran Guerra y la Revolución de 1917. Los partidos y sindicatos obreros renunciaban a la revolución y aceptaban la propiedad privada de los medios de producción y la democracia liberal a cambio del reconocimiento de derechos sociales; la burguesía aceptaba contribuir al sostenimiento de la protección social a cambio de paz laboral. Fue en la Constitución de Weimar de 1919 donde por primera vez aparecen esos derechos como principios constitucionales. Esa fue la base teórica de la socialdemocracia. El neoliberalismo actual...
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  • Francisco Javier Braña Pino

    Investigador asociado en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI)

    Al leer las contribuciones a este debate lo primero que se me vino a la cabeza son las tres frases citadas de 'Alicia a través del espejo', de Lewis Carroll: -“Cuando yo uso una palabra –insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso– quiere decir lo que yo quiero que diga. Ni más ni menos. -La cuestión –insistió Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes. -La cuestión –zanjó Humpty Dumpty– es saber quién es el que manda…, eso es todo.” Y está claro quién manda y lo que significa hoy la palabra...
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  • Jorge Uxó

    Profesor de Economía

    Toda estrategia de política económica empieza por establecer un orden de prioridades en los objetivos que se quieren alcanzar, para después seleccionar aquellos instrumentos que mejor pueden contribuir a alcanzarlos. En un país con un 21% de desempleo y una elevada precariedad laboral, con un 28% de la población en situaciones de pobreza o de riesgo de exclusión social, y con un modelo productivo que no ha resuelto los problemas que le llevaron a la crisis (baja productividad, dependencia energética, especialización en sectores de bajo valor añadido), estas prioridades deberían estar claras. Si por algo debemos empezar es por reducir...
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  • Gabriel Flores

    Economista

    ¿Tendremos austeridad durante mucho más tiempo? ¿Predominarán las fuerzas que intentan mantenerla a toda costa o las que pretenden humanizarla? ¿Hacia dónde nos conduce? Debo reconocer que no sabría responder a esas preguntas, pero creo que tiene algún interés intentar respuestas precavidas y provisionales que contribuyan a señalar los complejos problemas que afronta la Unión Europea (UE) y lo que se juega la ciudadanía europea y española en este viaje. La austeridad imperante en la Eurozona desde 2010 está cargada de ideología. Y por ello resulta tan difícil para sus partidarios (y para algunos de sus detractores) confrontar lo que...
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  • Bruno Estrada

    Economista, adjunto al Secretario General de CCOO

    Creo que lo más interesante del debate que estamos teniendo en Espacio Público sobre las políticas de austeridad y devaluación salarial imperantes en la zona euro es analizar el horizonte político al que nos conducen. En este sentido, Joaquín Estefanía hace una oportuna cita a Mark Blyth: “la razón de su existencia (de la socialdemocracia) es hacer algo más que simplemente permitir un paraíso para el acreedor en Europa”. Los reiterados y contrastados errores de esta política económica están condenando a una parte importante de los ciudadanos europeos al desempleo, a un profundo deterioro de sus condiciones de trabajo o...
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  • José Molina Temboury

    Economista y miembro de Economistas Frente a la Crisis

    Un título chocante sabiendo del sufrimiento que la política de austeridad impuesta por la Troika viene causando en grandes porciones de la población de los países que la aplican, incluido España. Pero bajo un sistema que impulsa una desigualdad extrema, creciente y sin límite, caben argumentos tan desquiciados como el propio sistema. Y en este caso no lo es tanto. Basta con preguntarse: ¿un éxito para quién? A los economistas que hace largo tiempo pasamos por la facultad nos enseñaron que el debate debiera ser científico, en el sentido de que si a alguien se le ocurre que una política...
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  • mrisquez

    Miembro de EconoNuestra y de Economistas sin Fronteras

    La austeridad, entendida ésta como el proyecto político-económico que las élites han articulado como estrategia para la gestión de la crisis en Europa, ¿ha sido un fracaso? Y si es así, ¿para quién? Si partimos del hecho de que las políticas económicas implementadas a lo largo de los últimos años tenían como objetivo trazar un escenario de salida de la crisis basado en un crecimiento sostenido y en una corrección de los factores estructurales que se encuentran en el origen de la crisis, obviamente se trata de un fracaso. Sin embargo, más que de una errónea gestión de la crisis,...
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  • Jesús Pichel Martín

    Profesor de Filosofía

    Al menos desde las obras de Nietzsche, sabemos que el lenguaje no es neutral: esconde valores y prejuicios, ideología y estrategias de dominación, sentimientos y resentimientos. Cuando un lenguaje logra imponerse, configura la realidad de una determinada forma, de manera que bien puede decirse que el verbo -la palabra- se hace carne. Y el neoliberalismo ha ganado sin duda la partida del lenguaje construyendo términos y expresiones que han saltado de los manuales de economía a los medios y de los medios a la calle hasta ser interiorizados por todos, como si fueran mantras. La lista es interminable. Se habla...
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  • Mónica Melle Hernández

    Profesora de Economía Financiera, miembro de Economistas Frente a la Crisis y Secretaria General de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas

    A principios de mayo de 2010 se unieron varios factores económicos muy negativos: se había desencadenado la crisis de las deudas soberanas en la UE. Grecia estaba al borde de la quiebra y había peligro de contagio a otras naciones. Y ello se solapaba sobre la crisis financiera de las 'subprimes', afectando gravemente al sistema financiero global. Y coincidieron además factores políticos relevantes: la UE estaba gobernada por una mayoría conservadora, que aprovechaba la situación para imponer su ideología neoliberal. Bajo el argumento de la consolidación fiscal se imponía en los Estados miembros, como vía para prevenir situaciones de insolvencia, una...
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  • Ramon Gorriz y Manuel Lago

    Secretario de Acción Sindical y economista del Gabinete Técnico Confederal de CCOO

    El negacionismo también está presente en el análisis económico porque por difícil que resulte asimilarlo, hay quien niega los recortes en el gasto público en España. Utilizando torticeramente las dificultades para controlar el déficit y el imparable crecimiento de la deuda, los negacionistas niegan lo evidente: que en 2014 nos gastamos 31.000 millones menos que en 2009 pero, como se han destinado 25.000 millones más a pensiones, 18.000 millones más al pago de intereses de la deuda y 5.000 millones más en gasto energético, en el resto de partidas el gasto se ha reducido en 77.000 millones. Hace unas...
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  • Carles Manera

    Economistas Frente a la Crisis sobre las políticas de austeridad

    Las políticas de austeridad están fracasando. La afirmación, vehemente, viene avalada por múltiples datos, procedentes de entidades públicas y privadas, que conducen a una conclusión nítida: la situación económica y social ha empeorado, con la aplicación de los recetarios que emanan desde Bruselas y Berlín. Los sacrificios que se exigen a la ciudadanía europea del sur son ingentes. Y difíciles de cumplir, sin erosionar servicios públicos esenciales. La obstinación en mantener las mismas fórmulas que llevan al fracaso constituye la hoja de ruta de los gobernantes europeos. Las cifras del Reino Unido, Francia, Italia, España y la misma Alemania,...
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  • Nalonso

    Profesora en la URJC y miembro de EconoNuestra

    Sin duda, la ortodoxia liberal es, y ha sido, absolutamente eficaz en la creación de una terminología eufemística y aséptica para denominar medidas, situaciones o políticas que suponen de una u otra forma el empeoramiento de las condiciones de vida y empleo de muchas personas y el enriquecimiento de otras. Claros ejemplos los tenemos en los términos, ya de uso común, como flexibilización, desregulación, liberalización, consolidación fiscal, moderación salarial, reformas estructurales y, por supuesto, austeridad y austeridad expansiva… En el caso concreto del término austeridad, las connotaciones positivas de rigor y moderación frente al despilfarro han enmascarado reducciones del gasto...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    En el pasado Debate sobre las Migraciones, varios intervinientes apuntaron que las últimas decisiones de las autoridades europeas con respecto a los refugiados políticos en particular, y los inmigrantes en general, permiten fechar con precisión la muerte de Europa en el 20 de marzo del corriente año. Sin ánimo de polemizar, me gustaría decir algunas cosas sobre cuándo creo yo que la idea de una Europa solidaria y humanista se fue al traste - si la izquierda no le pone remedio. En mi opinión ello ocurrió unos pocos años atrás, cuando estalló la crisis de la deuda soberana en Europa....
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