¿Intelectuales? Ciudadanos que opinan

  • José Antonio Pérez Tapias

    José Antonio Pérez Tapias

    Miembro del Comité Federal del PSOE y profesor decano de Filosofía en la UGR

08.05.2016

Debate principal: Medios, intelectuales y política

La palabra ‘intelectual’ tiene todavía su aura. Creo, sin embargo, que su uso la ha llevado a un punto en que puede resultar que tenga sólo eso, algo de aura, pero nada más. Es decir, se ha convertido, en gran medida, en un significante vacío, como esas palabras que justo por su vaciedad semántica juegan un papel determinado, de mucho rendimiento, en el discurso político, como bien destacó Ernesto Laclau, por ejemplo, o como han subrayado otros muchos, en la crítica de la cultura en clave psicoanalítica, de la mano, en especial, de Lacan.

Habrá que reconocer que al término ‘intelectual’ quizá sea eso –tratarlo como significante vacío- lo mejor que puede pasarle, pues aún es peor ver cómo queda atrapado a cada paso entre connotaciones tan antagónicas que apenas permiten defender su uso apoyándose en la analogía entre sus diferentes significados, de tan equívocos como se presentan. Si la palabra sirve para referirse, por ejemplo, a quien desde el mundo académico interviene en el debate público tratando de crear opinión y, a la vez, para denotar a quienes desde sus posiciones de expertos apuntalan públicamente las decisiones de quien ejerce el poder, nos encontramos con una enorme dificultad para un uso suficientemente claro del concepto en nuestras prácticas discursivas. ¿Quiénes son los intelectuales? ¿Cuál son las características, supuestamente comunes a todos ellos, de la función que desempeñan?

Una mirada histórica a los intelectuales

Si la realidad actual no nos da suficientes elementos de clarificación en torno a la figura del intelectual –repárese de camino en lo poco que se habla de las intelectuales-, el recurso a la historia siempre puede ayudar. Con su apoyo se puede aclarar la cuestión observando que la palabra en cuestión no se ha aplicado a cualesquiera estudiosos, eruditos, artistas o, en general, personas pertenecientes por razón de su profesión al llamado mundo de la cultura. La figura del intelectual está vinculada al surgimiento de un espacio público, el cual gira en torno a lo político, pero que no se agota en las puras estructuras de poder y sus instituciones, sino que incluye un ámbito de debate generado desde la sociedad civil que constituye la esfera de la opinión pública. Es decir, la figura del intelectual apareció en la modernidad burguesa, de la mano de la configuración del Estado como entramado institucional de un poder desacralizado, paulatinamente en trance de democratización, a la vez que desde una sociedad secularizada capaz de dar de sí el pluralismo como valor.

Las referencias históricas pronto convergen sobre determinadas personalidades que desempeñaron en su contexto tales funciones que contribuyeron decisivamente a perfilar los rasgos con que posteriormente serían reconocidos los intelectuales. Puede decirse que Voltaire es, a ese respecto, un personaje clave, el cual abre un ciclo que, a la luz de ciertos criterios, puede decirse que a la postre se cierra con Sartre.

La combinación de análisis social, reflexión sobre los acontecimientos políticos y crítica del poder pasa a ser seña de identidad de quienes en ese periplo se reconocen como intelectuales. Es verdad que esa conjugación tampoco se ha dado igualmente en todos los países donde cuajaba la modernidad y se abría paso la democracia. Hay quienes insisten, por ello, en considerar la figura del intelectual especialmente arraigada en la cultura francesa. La obra de Alain Minc sobre Una historia política de los intelectuales parte y se desarrolla desde esa premisa, la cual fácilmente puede tildarse de chauvinista. No obstante, cierto es, por una parte, que dicha figura no se presenta con la misma pujanza en el ámbito anglosajón y, por otra, que el enaltecimiento de la figura del Herr Professor alemán no le facilitó bajar a la arena del debate político en la esfera pública. El antecedente de Marx y otros, batallando en la prensa de la época, quedaba lejos y muy marcado por su alineamiento político.

Son conocidas las dificultades presentes en la realidad política –y cultural- de España para que la figura del intelectual se prodigara. Desde la escasa tradición democrática hasta el peso sociológico de una Iglesia nacional-católica, pasando por la debilidad de la Ilustración hispana, son muchos los factores coaligados para que sólo figuras muy señaladas emergieran y resistieran el paso del tiempo como intelectuales así reconocidos, destacando referencias indiscutibles como Unamuno u Ortega.

Es en la resistencia democrática a la dictadura franquista donde la figura del intelectual, ubicado en la izquierda por su posición crítica respecto al régimen, empezó a descollar de nuevo: desde Aranguren, García Calvo o Sánchez Ferlosio, la nómina, por fortuna, fue aumentando. Con la transición de la dictadura a la democracia, a medida que el espacio público se ensanchaba democráticamente, la presencia, en los medios de comunicación, especialmente la prensa escrita, de personas reconocidas como intelectuales fue en aumento. No hace falta proceder en este momento a la elaboración de un listado, que por lo demás fácilmente tenemos en mente, de esa intelectualidad que ha desplegado su quehacer público en el recorrido de lo que actualmente llamamos el régimen del 78, entendiendo por tal el sistema –político y social- surgido a partir de la Constitución refrendada ese año por la ciudadanía española.

Cuando el régimen del 78 ha tocado techo, y la actual situación política española así lo atestigua, demandando un salto democrático que aún no acaba de perfilarse en cuanto a cómo darlo como sociedad que ha de poner al día sus estructuras y reglas –necesidad de proceso constituyente incluida-, se replantea la tarea de los intelectuales al hilo de cierto relevo generacional que parece ineludible. En cierto modo, dada la estrecha vinculación entre los intelectuales de la transición democrática y las estructuras de ella resultantes, hasta el punto de perder fuerza de impugnación para aparecer desarrollando tareas de apuntalamiento, ocurre como si, salvadas muchas distancias, se aplicara a la generación anterior de intelectuales aquello a lo que aludía el famoso título de Julien Benda en 1927: La traición de los intelectuales –muy significativamente el título de la obra en su original francés es La trahison des clercs-. El relevo, desde esa perspectiva, se propugna por algo más que por el sucederse biológico de las generaciones, sobre lo cual hasta el mismo Ortega tendría mucho que decir desde su teoría al respecto.

De una figura periclitada a una función democrática

Lo principal, sin embargo, no radica en cómo una generación sucede a otra en el desempeño de las funciones atribuidas a quienes se arrogan, se presentan o son reconocidos como intelectuales. Lo más importante tiene que ver con la cuestión crucial acerca de si la realidad permite que se mantenga, o no, la figura del intelectual tal como se ha dado en el pasado, también en nuestro pasado reciente.

Diría, permitiéndome la redundancia, que la figura del intelectual tiene raíces en el marcado intelectualismo de nuestra tradición cultural hasta el punto de deberse en el fondo a la concepción platónica del filósofo en su relación con la política, el cual si no es rey, debe al menos, desde su conocimiento de la verdad, iluminar al gobernante y guiar a los ciudadanos, tratando de llevarlos más allá del mero intercambio de opiniones.

Es decir, la figura del intelectual, aun haciendo un meritorio ejercicio de crítica, contaba con el plus de cierto lugar privilegiado que le era reconocido para emitir su juicio sobre la realidad misma. Diríamos, desde Kant, que tal función, en todo caso, se justificaba como ejercicio público de la razón en un contexto de realidades democráticas insuficientes y de una sociedad aún muy verde en cuanto a su proceso de ilustración. Pero en la medida en que una sociedad avanza hacia una democracia más madura y, entre otras cosas, alfabetizada y bien informada, puede dar de sí una ciudadanía más ilustrada, entonces empieza a perder su razón de ser ese intelectual que, con buenos motivos en su contexto, no dejaba de desempeñar su tarea desde una posición de privilegio (epistémico, al menos), haciendo valer su capital simbólico –Bourdieu dixit– y no librándose muchas veces de modos paternalistas.

Necesario es, por tanto, ya que miramos muy atrás, no tener una fijación tan fuerte al modelo platónico para acogerse a una devoción más cultivada al estilo socrático de un involucrarse en el debate de la polis sin descalificaciones del mundo de las opiniones –el ámbito de la doxa- porque es a partir de ahí, en una especie de mayéutica democrática, desde donde los mismos ciudadanos han de extraer sus verdades compartidas.

¿Cómo resolver una cuestión como la que se nos plantea al hilo de unos intelectuales que no cumplen su función como antes, y no ya sólo porque pudiera darse cierta “traición” –dejémosla en integración conformista en lo que se denomina el sistema-, sino porque las condiciones mismas del ejercicio de la reflexión y crítica públicas del intelectual han cambiado? Todos tenemos presentes los cambios supuestos por la revolución informacional, por todo lo que implican Internet, las redes sociales y esa nueva ágora con la que se amplía el espacio público en ese “tercer entorno” del que hablaba, por ejemplo, el filósofo Javier Echeverría. Las condiciones de acceso, la insoslayable horizontalidad impuesta en las comunicaciones –a pesar de los grupos de poder que siguen actuando en la globalización informática y telemática-, las nuevas formas de vivir el tiempo y el espacio, la alteración de los medios de comunicación, los nuevos modos de producir conocimiento y de difundirlo socialmente en la cultura digital…, todo eso lleva a aplicar a los presuntos intelectuales aquello que afirmaba Habermas respecto a la filosofía tras la muerte de Hegel: pasó la época de los “grandes maestros”. Pasó la época de los intelectuales, reconocidos así, como tales. Pero con eso no queda dicho todo: permanece la necesidad de seguir acometiendo las tareas de la función intelectual como función de la que una democracia no puede prescindir.

¿Dónde estriba lo nuevo que debe subrayarse al respecto –no hay que eludir un punto de vista normativo-? En una sociedad democrática madura todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho y el deber –dicho republicanamente- de intervenir en la formación de la opinión pública y de la voluntad colectiva. Si lo segundo es lo que tiene lugar por los cauces institucionalizados para una participación explícita y efectiva en lo que toca al poder político, con el ejercicio del voto como práctica especialmente relevante, lo primero tiene que ver con la participación ciudadana en lo que afecta al poder comunicativo de una sociedad de ciudadanos y ciudadanas –no sólo usuarios, consumidores o clientes- libres e iguales. Eso no quiere decir que no se reconozca la autoridad de quienes con buenos argumentos intervienen ya criticando, ya proponiendo, ya las dos cosas a la vez, en el debate público, por los medios de comunicación tradicionales o por otras vías más innovadoras.

Mas el caso es que nadie tiene un plus ontológico, ni un privilegiado lugar epistémico, ni una desigual posición política para erigirse en intelectuales de oficio, constituyendo además colectivamente un gremio de mandarines. No debe consentirse algo así como una especie aparte de intelectuales con status en algún respecto superior. La universal vocación política que como ciudadanos tenemos y nos reconocemos en democracia exige un replanteamiento radical de la misma función intelectual.

El intelectual, es decir, la persona que desde su acreditada especialización en el ámbito académico o en el mundo de la cultura, interviene en la conformación de la opinión pública, como resultante del intercambio de argumentos entretejiendo la opinión de todos en quehacer colectivo de autoesclarecimiento de la ciudadanía, mas llevando a tal tarea la fuerza de unos razones catapultadas al espacio público desde el buen hacer profesional, no deja de ser en todo momento un ciudadano o ciudadana que opina.

A su solvencia se añade, por fuerza, su falibilidad, de forma que su autoridad no se sostendrá sobre otro poder que la fuerza de los argumentos. En democracia, quien como experto interviene en el debate público, no por ello ha de tener privilegio político alguno. Y quien así interviene, poniendo su saber al servicio de la crítica y la propuesta tras una “opinión pública razonada”, como escribe Jürgen Habermas, ¿lo hace desde una posición más allá de toda ideología? No; pero sí desde una posición en la que no se debe trampear ideológicamente. Las cartas bocarriba. Como sigue diciendo de manera muy pertinente el filósofo de la democracia deliberativa, los intelectuales –esto es, los ciudadanos que ejercen públicamente la función intelectual como función democrática abierta a todos- entran en debate con las armas que permite la libertad de expresión, pero hay una que no deben permitirse: ser cínicos. En ello radica la mayor fuerza frente a una cultura dominada por el capitalismo cínico en el que estamos inmersos.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Ricardo Romero y Arantxa Tirado

    Autores del libro 'Clase obrera: crónica de una desaparición forzada'

    'CTXT' y Espacio Público nos invitan a debatir sobre la brecha existente entre la vieja y la nueva intelectualidad, la que ha hegemonizado la vida cultural y mediática durante las cuatro últimas décadas, frente a la que pugna por hacerse un hueco desde las redes sociales pero carece de la legitimidad y el prestigio que otorga el sistema a quienes llevan años siendo los fieles guardianes de las esencias de la Transición. Se presenta el debate como una brecha generacional pero hay un tema transversal que compete a ambas generaciones y que nadie quiere poner sobre la mesa: la brecha...
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  • María Eugenia Rodríguez Palop

    Eurodiputada de Unidas Podemos. Titular de filosofía del Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid.

    Hay pocas cosas tan difíciles como identificar a un intelectual: identificar a los intelectuales como grupo de manera concluyente, definir su mayor o menor complacencia con el poder, halagarles o criticarles, cuando ni su calificación ni su clasificación nos resultan claras. ¿Cuáles son las dinámicas, roles y funciones propias de los intelectuales? ¿De qué factores dependemos para localizarlos, contextualizarlos y juzgarlos? Decía Gramsci que la pregunta frente al intelectual no era la de ser o no ser, porque no se es un intelectual, sino que se ejerce esa función en una estructura social o en un proceso histórico. Las disquisiciones...
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  • Miguel Mora

    Director de CTXT

    Decía Albert Camus que un país suele valer lo que vale su prensa. Por suerte para él, que tanto amaba España, no pudo ver la evolución de nuestros medios y talentos periodísticos. De la República de Pla, Ortega, Colombine, Camba, Gómez de la Serna y Chaves Nogales hemos pasado en menos de 100 años al reino de Inda, Marhuenda, Losantos, Buruaga, San Sebastián, Los Manolos, Ferreras y Pastor. Como los dramas completos no existen, salvo en Grecia, todavía quedan periodistas, firmas y rostros -incluso en televisión- capaces de contar las cosas con libertad, claridad y valentía, y de tomar la...
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  • Beatriz Gimeno

    Investigadora feminista y diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid

    No he sido capaz de recordar el nombre de un intelectual español de prestigio claro que esté vivo o que no sea muy mayor. Me refiero a un intelectual influyente, cuya obra sea respetada dentro y fuera de España, dentro y fuera de la Academia y por los medios de comunicación y cuya producción intelectual esté más allá de cualquier duda acerca de su calidad. Tuvimos esa clase de intelectuales, pero la gloria nos duró poco. Supongo que tiene que ver con nuestra historia. En la modernidad, España pasó de ser un país pobre e inculto, de dueños y...
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  • Marina Subirats

    Socióloga, política y filósofa

    Habiendo sido profesionalmente profesora universitaria e investigadora, pero habiendo también estado, por azares biográficos, durante diez años en cargos de responsabilidad política, le he dado bastantes vueltas al tema de las diferencias y discrepancias entre ambas posiciones públicas. Recuerdo que, al comenzar a ejercer un cargo político, tenía la impresión física de usar una parte de mi cerebro distinta de la habitual, y de dejar la de profesora en barbecho. ¿No usan el cerebro los políticos? Por supuesto que sí, pero no de la misma manera. En tanto que, como intelectual, mi método de trabajo era informarme, leer, pensar, estructurar...
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  • Marià de Delàs

    Periodista

    El periodismo vive contaminado por intereses ajenos al oficio de informar. Eso es así desde siempre. Al igual que tantas otras actividades socialmente necesarias, para existir necesita sortear a todos aquellos actores públicos y privados que lo intoxican, lo degradan, lo inutilizan, lo paralizan. Con demasiada frecuencia se ignora esa realidad, a pesar de que de un tiempo a esta parte el ambiente se ha enrarecido mucho más. La información tóxica es dañina, claro está, pero eso no impide que se consuma compulsivamente a toneladas, como si nada ocurriera. Medios de comunicación, enfermos y sanos, sobreviven en la inestabilidad,...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Me ha gustado mucho su intervención, pues no se anda con vaguedades y es lúcida y pormenorizada. Sin embargo no termino de ver claro dos afirmaciones suyas que quizás convenga aclarar. Por un lado, sostiene Ud. que «Son malos tiempos para la crítica porque se prohíbe y reprime...»; pero, por otra parte, también afirma lo que parece ser su contrario, es decir: «Hoy... las opiniones críticas y las conductas asociadas con la transgresión resultan algo normal, que ni revelan algo oculto, ni provocan o alteran». Sólo se me ocurre una explicación para esta aparente contradicción: que hoy se viva en...
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  • Daniel Innerarity

    Catedrático de Filosofía política e investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco

    A nadie se le oculta que la conciencia crítica pasa actualmente por un mal momento. Son malos tiempos para la crítica porque se prohíbe y reprime, pero también porque muchas veces no se ha hecho bien, con escasa observación y demasiada seguridad. El peor enemigo de la crítica es la crítica misma mal realizada y concebida con poco sentido crítico. El descrédito de la tradicional figura de los intelectuales ha contribuido decisivamente a que disminuya el ejercicio de la crítica razonada. Pero también corren malos tiempos para la crítica, como para toda forma de negatividad teórica o práctica —transgresión, revolución,...
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  • Jesús Pichel Martín

    Profesor de Filosofía

    En los grandes diarios siguen apareciendo grandes firmas de intelectuales que escrutan, analizan y valoran la realidad perspicazmente. Prestigiosos escritores, profesores, sociólogos, filósofos o economistas siguen formando la nómina de intelectuales, pero lo cierto es que la influencia sobre la opinión de los ciudadanos, que siempre fue tarea del intelectual en los medios, desde hace tiempo no la ejercen los intelectuales, sino quienes más presencia tienen en los medios más masivos de información y, por ello mismo, las cabezas y las cabeceras que les dan esa presencia. Es posible que aún haya intelectuales, pero es seguro que ya no...
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  • Ramón J. Soria

    Sociólogo y antropólogo experto en alimentación

    La España vacía nos ha removido a todos. La entrevista en CTXT de Raúl Gay excitará a los que aún no se han acercado a ese territorio tan vasto de nuestro mapa geográfico o de nuestra identidad más íntima. Anticipo que el libro de Sergio del Molino es un texto germinal, su semilla ha echado raíz en nuestro corazón porque la tierra ya estaba preparada y regada, porque muchos pensábamos igual aunque no nos atrevíamos a nombrar ese espacio tan nuestro y también tan olvidado. Lo políticamente correcto era añorar la Movida alaskeña y hacer un cover de Antonio Vega....
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Cuando estalló el escándalo de la estafa financiera de las ‘preferentes’, el economista José Carlos Díez se encargó de difundir en la Cadena Ser la “mot d’ordre” -la consigna- que convenía a los banqueros y al poder: los jubilados habían sido víctimas de su propia codicia, y ellos solos eran los responsables de lo que había ocurrido. Adiviné al instante que este sujeto más pronto que tarde ocuparía un lugar destacado entre los ‘intelectuales’ oficiales, y no me equivoqué: enseguida encontró una tribuna privilegiada en el nuevo periódico de la banca española: El País, del grupo Prisa. Cuento esto para...
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  • Ignacio Muro Benayas

    Director Fundación Espacio Público

    Del debate patrocinado por Público y CTXT me interesa especialmente el papel de los medios como intelectual colectivo articulador de un flujo ordenado de mensajes que configuran, día a día, la agenda informativa y, mes a mes, año a año, la fabricación de los consensos sociales. Considero que lo esencial hoy es el relato de la actual crisis social vinculándola a la de los modelos informativos. Las redes sociales y los nuevos medios digitales han introducido competencia para definir los temas y enfoques dominantes en la agenda y alteran relativamente la construcción de los consensos, esos lugares comunes desde...
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  • Jorge Gaupp, Ana Luengo y Isabelle Touton

    Estudiante de doctorado en estudios culturales, profesora de estudios culturales y de español en San Francisco State University y profesora la Universidad Bordeaux Montaigne

    El debate que está teniendo lugar en CTXT y Público comenzó con el quién: quién ha accedido al espacio público en las últimas décadas y quién no. Pero luego ha ido mutando hacia el cómo hablar en este espacio, y creemos que esa es la cuestión clave. No apostaríamos toda la mejora de la función intelectual a la renovación de voces o de firmas. Dentro de la discusión, vemos el miedo de Pereda a que dentro de unos años haya unos nuevos “cerdos”, acomodados a un nuevo poder. Hay quienes dirán que el acomodamiento autoritario es un proceso inevitable, una...
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  • Javier Segura

    Profesor de Historia

    Toda profesión brinda un servicio social al que la ciudadanía tiene derecho y, por tanto, no puede concebirse sin una ética del bien común. La labor profesional del personal docente, por ejemplo, está directamente vinculada al derecho a la educación del alumnado, la del personal sanitario, al derecho a la salud de la población, y así, sucesivamente. Sería grotesco pensar que los derechos a la educación y a la salud limitan la libertad de los profesionales de la educación o de la sanidad cuando, en realidad, constituyen su razón de ser. De la misma manera, la razón de ser de la...
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  • Víctor Alonso Rocafort

    Miembro del Colectivo Novecento

    Es preciso descorrer el manto de indignidad que sobrevuela la vida política activa. Para ello es necesario hacer otra política, saber valorar aquella otra que va más allá de los parlamentos. Y a la vez desmontar el prejuicio contra quienes toman partido públicamente. En primer lugar, no existe el ser objetivo y aséptico, el científico con el que soñaba Max Weber, aquel experto por encima del bien y del mal. Quien así se defina seguramente mienta, quizá sin saberlo, o sea un marciano. Tomamos partido a cada paso, en las presencias que se nombran, en las ausencias que se callan....
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    En mi anterior intervención llamaba yo la atención del riesgo de considerar la ‘intelectualidad’ en abstracto, es decir sin atender a las relaciones sociales y la estructura social. Ahora quiero insistir en lo mismo pero prestando atención a las instituciones educativas, que son las encargadas, en gran medida, de desarrollar nuestras capacidades intelectivas, artísticas y morales. Sin duda este tema, por su complejidad y relevancia, podría ser objeto de un Debate en exclusiva. Pero me parece interesante avanzar aquí algunas ideas al respecto, aunque sólo sea para mostrar que ha sido objeto de atención por parte de todos aquellos...
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  • Rosa Pereda

    Escritora y crítica cultural

    Todavía me acuerdo del último artículo de Julián Marías en 'El País', de lo que pasó con él, y de sus razones fundadas para cambiarse al 'ABC'. Y también, del trato injustísimo que este intelectual insobornable ha recibido de mi generación -que es la de sus hijos-, salvo excepciones, como Jean-Claude del Agua, discípulo amado de Tuñón de Lara en Pau, y que fue responsable de que en la facultad (de Deusto) leyera yo a Ortega y al propio Marías Sr. Yo creo que aquello, lo de El País, que sólo contaré bajo tortura (nada más empezar: la tortura, digo,...
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  • Emmanuel Rodríguez

    Sociólogo e historiador

    Tras el 15-M, el reto actual y futuro consiste en construir algo que quizás no exista desde los tiempos de la República, un debate de ideas rico y plural. ¿Se puede sentir morriña por esa figura intelectual cuyas obras y opiniones son reconocidas como de importancia pública, tan relevantes que resultan imprescindibles? Se puede, y de forma muy legítima, si aquello a lo que nos referimos corresponde con debates de cierta altura sobre distintas materias: política, crítica cultural, economía. No obstante, si la nostalgia es el anhelo de un pasado que nunca existió, esta parece ser el afecto adecuado para...
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  • Carlos Fernández Liria

    Profesor de Filosofía en la UCM

    Cuando se habla de 'régimen del 78' muchos intelectuales mediáticos se rasgan las vestiduras, como si se tratara de una fórmula populista y demagógica propia de una impresentable extrema izquierda marginal y exagerada. Con tanto aspaviento lo que se ha logrado durante estos últimos cuarenta años es hurtar un necesario debate sobre la libertad de expresión y su papel en el orden constitucional. Se escamotea el hecho indudable de que nuestra supuesta democracia parlamentaria ha venido acompañada de una dictadura mediática estremecedora. Es verdad que ha habido excepciones, pero también las hubo, todo hay que decirlo, durante...
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  • Ignacio Sánchez-Cuenca

    Profesor de Ciencias Políticas de la Carlos III y consejero editorial de CTXT

    Hace un par de semanas, José Antonio Zarzalejos escribió un artículo en el que criticaba mi libro 'La desfachatez intelectual'. En dicha crítica deslizaba afirmaciones inexactas que eran irrelevantes para la cuestión que se ventilaba y que además deformaban algunos datos sobre quien esto escribe. Llamé la atención sobre todo ello en un artículo en el que evité cualquier referencia personal y traté de centrar el debate en otros asuntos, pero veo que no ha servido de nada. En dicho artículo invitaba a Zarzalejos a debatir sustantivamente sobre los asuntos en los que no estamos de acuerdo, como las...
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  • Noelia Adánez

    Miembro del Colectivo Contratiempo y Teatro del Barrio

    Con su artículo 'Una madre poco ejemplar', Elvira Lindo -según su propia afirmación- no pretende presentar su maternidad o la de las mujeres de su generación como ejemplo. Más bien aspira a señalar que caen en un error las mujeres que hacen de la maternidad (no sabemos si por un tiempo o indefinidamente) la principal actividad en sus vidas. Lo que -según comenta Elvira Lindo- es la “teoría en boga”. Tal y como lo expresa puede parecer que las mujeres nos hemos entregado, ciegamente y en masa, a esta “teoría en boga”, que nos hace renunciar a cualquier otra forma...
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  • Víctor Sampedro Blanco

    Catedrático de Comunicación Política

    Al inicio del 15-M, Fernando Savater tachó de "hatajo de mastuerzos" a quienes protestaban ante el Parlament de Catalunya. Los altercados, inducidos por la policía, acabaron con el desalojo violento de los manifestantes. Cinco años más tarde reproduzco la carta que publiqué en mi blog. Sánchez-Cuenca ha criticado recientemente a Savater por moralizar el debate sobre ETA, sin atender a los datos y debates rigurosos; e impidiendo así avanzar soluciones a la cuestión nacionalista. El texto que ahora recupero extiende esta crítica con varias tesis. (1) La excepcionalidad – en el panorama internacional - de unos intelectuales caracterizados...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Según José Antonio Pérez Tapias, sí. Yo, en cambio, tengo mis dudas, y pasaré a explicar brevemente por qué. Lo haré en términos afectuosos, pues considero además a Tapias como una de las personas con la mente mejor amueblada del socialismo español, y también de las más dignas. Si apelamos a ‘los clásicos’, como Antonio Gramsci, pareciera que Tapias lleva razón. Pues Gramsci asumió que «no existe el no intelectual», y que, por lo tanto, todos somos en alguna medida ‘intelectuales’. ¿Qué sentido tendría entonces hablar de un grupo de ‘intelectuales’? Creo que la respuesta se puede encontrar a partir de...
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  • Jaime Pastor

    Politólogo y editor de Viento Sur

    “Quienes ejercemos profesionalmente la función de ‘intelectuales’ queremos expresar nuestra admiración a este movimiento”. Así empezaba un escrito dirigido a Nuit debout por Tariq Alí, Elsa Dorlin, Razmig Keucheyan, Frederic Lordon, Leo Panitch y Wolfgang Streek, entre otras personas relevantes, publicado en 'Le Monde' el pasado 3 de mayo. En el mismo artículo reconocían que ese nuevo actor “no tiene ninguna necesidad de intelectuales para reflexionar. La producción de ideas es inmanente al movimiento, cada uno de cuyos miembros es un intelectual y el conjunto un intelectual colectivo”. Pienso que actitudes como ésta deberían ser las que correspondería promover por...
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  • Sebastiaan

    Profesor de Estudios Hispánicos

    Hace poco más de un año entrevisté a Jordi Gracia, catedrático de Literatura en la Universidad de Barcelona y opinador de 'El País'. Quise invitarle a una reflexión sobre el poder que ese papel de intelectual público representaba. “El acceso a las páginas de opinión de 'El País'” le decía, “te confiere una autoridad, un poder social, un privilegio diferente que los del profesor de literatura colaborador en un suplemento cultural. También supone una responsabilidad diferente que, a su vez, te hace más vulnerable en la medida en que te expone a una crítica o cuestionamiento diferente. ¿Cómo asumes...
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  • Jesús Pichel Martín

    Profesor de Filosofía

    Sobre el papel y la influencia de los intelectuales en los últimos cuarenta años, creo que deben diferenciarse al menos dos ámbitos: por una parte, su función como referentes ideológicos en los órganos directivos de los partidos políticos y de sus fundaciones, y, en general, en cualquier organización que haya pretendido ser un grupo de presión (un 'think-tank'); y, por otra, la función de los intelectuales como formadores de opinión pública en los medios de comunicación. En el primer sentido, es constatable la influencia de los referentes ideológicos del SPD en aquel PSOE del último cuarto del siglo XX, del...
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  • Ignacio Sánchez-Cuenca

    Profesor de Ciencias Políticas de la Carlos III y consejero editorial de CTXT

    Aunque tenga profundas diferencias ideológicas con José Antonio Zarzalejos, siempre he seguido con interés sus opiniones políticas. No he podido estar más en desacuerdo con la posición que adoptó como director de ABC, tanto en el fondo como en las formas utilizadas, a propósito de asuntos como el proceso de paz con ETA y el nacionalismo catalán, pero leí sus argumentos con atención y respeto, aprendí de ellos y me sirvieron para refinar los míos. Considero que voces como las suyas son fundamentales para que tengamos una esfera pública plural. Por eso mismo me ha causado tanta decepción un...
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  • Ramón J. Soria

    Sociólogo y antropólogo experto en alimentación

    Es un hecho, la mayoría de los españoles apenas cocina, se ha olvidado de la dieta mediterránea y los precocinados o la comida rápida va ocupando cada vez más espacio en la nevera, y los pequeños armarios-despensa de los minipisos que fabricó como churros, pero a precio de caviar, la burbuja inmobiliaria. Cada vez comemos peor y somos más ignorantes sobre las cosas del comer aunque sigamos con interés los cabreos de Chicote, le riamos los chistes malos a Arguiñano y nos espantemos con el repug-reality de Masterchef. Pero los intelectuales españoles desde siempre han comido caliente tres veces al...
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  • José Antonio Pérez Tapias

    Miembro del Comité Federal del PSOE y profesor decano de Filosofía en la UGR

    La palabra 'intelectual' tiene todavía su aura. Creo, sin embargo, que su uso la ha llevado a un punto en que puede resultar que tenga sólo eso, algo de aura, pero nada más. Es decir, se ha convertido, en gran medida, en un significante vacío, como esas palabras que justo por su vaciedad semántica juegan un papel determinado, de mucho rendimiento, en el discurso político, como bien destacó Ernesto Laclau, por ejemplo, o como han subrayado otros muchos, en la crítica de la cultura en clave psicoanalítica, de la mano, en especial, de Lacan. Habrá que reconocer que al término...
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  • Piter

    Parado

    Aunque los temas de la Transición y de la Constitución sean, desde mi punto de vista, temas que únicamente nos sirven para contextualizar el debate que nos ocupa, la importancia de dichos temas así como los comentarios realizados por Bonifacio de la Cuadra y por Miguel Pasquau Liaño me han llevado a redactar esta réplica. Matizar, antes de iniciar la réplica, que coincido con bastantes de los aspectos enumerados por Miguel Pascuau y bastante menos con lo expuesto por Bonifacio de la Cuadra. Quizás sea cierto que la Constitución que tenemos sea la mejor posible para el contexto de la época,...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Una de las últimas travesuras dialécticas del ocurrente Juan Luis Cebrián ha sido descalificar ‘in toto’ al fenómeno de Internet, diciendo que “la Red está llena de mentiras, calumnias, insultos y estupideces”, a la que contrapone el ejemplo de medios de comunicación como El País, “de independencia y calidad probada” (El País, 28/09/2015). Es cierto que no todo lo que circula en Internet es trigo limpio, pero lo mismo se puede decir de la prensa escrita y de la televisión. Además, el periódico El País ya no es ejemplo de nada: ni de independencia, al ser propiedad de accionistas-banqueros,...
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  • Santiago Alba Rico

    Filósofo y escritor

    A la hora de abordar este asunto a uno le gustaría ocultarse bajo un pseudónimo y ello por dos motivos. El primero tiene que ver con el hecho de que, si vamos a hablar de intelectuales, es seguro que nos disponemos a lanzar alguna piedra y un pseudónimo permitiría no tanto esconder la mano como garantizar honestamente que el destino del proyectil es también uno mismo. A los intelectuales no nos gusta que nos incluyan en una clase o en un grupo y cuando hablamos de 'los intelectuales' -como cuando las clases medias hablan de 'la gente'- es para...
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  • Leo Moscoso

    Sociólogo y politólogo

    “Ahora uno publica en un periódico y nadie se queja” – declaraba Santos Juliá (según refiere el diario El País del 15 de octubre de 1999) en la lección inaugural de la Facultad de Periodismo de Sevilla. O no. La entrevista del hispanista Sebastiaan Faber al historiador Pablo Sánchez León publicada por su periódico parece desmentir esta idea: no sólo mereció una amonestación por parte de la periodista Soledad Gallego-Díaz, sino que ha dado lugar a una airada e irónica réplica de uno de los aludidos. Tal vez lo primero que habría que decir es que era una entrevista,...
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  • Asunción Bernárdez Rodal

    Profesora Titular en la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM

    A los medios de comunicación les gusta el espectáculo, les agrada que cualquier tema se convierta en diversión pública, a base de producir comentarios maniqueos sobre la realidad. También lo hace con las llamadas hard news, las noticias sobre la economía, la política, los conflictos bélicos, el terrorismo y un largo etcétera de informaciones que en teoría hay que tratar en la vida pública de forma seria.La paradoja es que parece que así ocurre. Si nos ponemos frente al televisor a ver un debate político, nos encontraremos que muchas de las personas que intervienen están allí porque son capaces...
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  • Escupir al cielo

    04/05/2016

    Rosa Pereda

    Escritora y crítica cultural

    Lo jodido de ser mayor –aparte el calendario que te acerca la muerte- es que no puedes hacer ninguna reflexión que no esté cargada de memoria. Es decir, que no puedes pensar el futuro, en el que sabes que no estarás, ni el presente, en el que eres consciente de que pintas poco, sin referirte a un pasado que, con mucha suerte, te justifica. Y que tampoco es cómodo. Con suerte, si no te han doblado, te han quebrado. En ese caso, sobre todo en ese caso, el pasado se ha convertido en el lugar de la frustración. Porque...
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  • Miguel Pasquau Liaño

    Jurista y escritor

    No sé si en 1978 España habría podido darse una Constitución distinta, pero sí estoy seguro de que la que se aprobó es mucho mejor que lo que después se hizo de ella como consecuencia de un bipartidismo de intereses endogámicos que en algún momento comenzó a competir 'a la baja' con más interés en controlar la democracia que en desplegarla. Con cuánto agrado leí Democracia de papel, un ensayo de Bonifacio de la Cuadra en el que defiende esa tesis con el valor añadido de quien fue testigo directo de los necesarios equilibrios que se forjaron y del...
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  • Bonifacio de la Cuadra

    Periodista

    A punto de repetirse la convocatoria de las últimas elecciones generales -las del 20 de diciembre de 2015-, de resultados políticos fallidos, en cuanto que los elegidos por la ciudadanía no han sido capaces de alumbrar un Gobierno, merece la pena recordar los tiempos iniciáticos de nuestra democracia, en los que los representantes políticos alcanzaron acuerdos sustancialmente más difíciles, en condiciones muchísimo más precarias. Curiosamente, el reciente fracaso de la formación de un Gobierno y la investidura de su presidente ha sido perpetrado por personalidades de alta gama académica y politológica, junto a veteranos en la función pública y en...
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  • Piter

    Parado

    Sí, como en la biblia, ídolos con “cabezas de oro” y pies de barro. Y entrecomillo lo de “cabezas de oro” por el simple motivo de que en el país de los ciegos, el/la tuerto es el/la rey/na. En un país donde el nivel cultural es de una mediocridad supina, cualquiera que sea medio leídx se transforma en intelectual. Triste pero cierto, causado por la herencia del franquismo que liquidó cualquier atisbo de intelectualidad y de pensamiento crítico u original. El país que ha mamado del “Muera la inteligencia” y que, consecuentemente, ha asumido el circo (en sentido romano)...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Nunca he sentido la vocación de querer ser un intelectual, ni creo que reúna las capacidades ni los méritos para llegar a serlo. No obstante voy a atreverme a reflexionar en voz alta sobre qué entiendo yo que es, o debería ser, un intelectual. A mi parecer, debería reunir las siguientes particularidades: En primer lugar debe poseer unos vastos conocimientos, que le permitan moverse con relativa soltura por un abanico amplio de temas y sin necesidad de recurrir, para opinar, a sus fichas (como una vez le ocurrió al historiador Antonio Elorza). En España hay buenos politólogos, economistas, literatos, etc.,...
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  • Ignacio Sánchez-Cuenca

    Profesor de Ciencias Políticas de la Carlos III y consejero editorial de CTXT

    La crisis económica que golpeó a España a partir de 2008 no fue muy distinta de la que vivieron muchos otros países europeos. La principal característica diferencial es que en España la burbuja inmobiliaria había adquirido dimensiones colosales y el país se había endeudado fuertemente con el exterior. A lomos del crecimiento y el dinero barato, las grandes empresas se expandieron internacionalmente adquiriendo enormes deudas. Y aunque en menor medida, los hogares también se endeudaron con la compra de vivienda. La crisis dejó a España en una posición muy delicada. Al fuerte endeudamiento externo se sumaron las limitaciones impuestas en...
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