Solidaridad desde la soledad: elogio de los aplausos

  • Luís Miguel Sáenz

    Luís Miguel Sáenz

    Coeditor de la revista Trasversales, colabora con un colectivo social de lucha contra la pobreza y la exclusión de Madrid.

22.04.2020

Debate principal: ¿Qué nos estamos jugando en esta crisis?

1. Creo que ante la pandemia global el distanciamiento físico es necesario. No asumo las restricciones de movimientos y encuentros por obediencia sino por convencimiento de que son necesarias. Estar en contra de todo lo que diga o haga un gobierno es tan equivocado como pensar que algún gobierno puede representarnos. Ahora bien, aislarnos físicamente no es recluirnos en la «vida privada» mientras unos pocos deciden todo. Las clases populares conocemos mejor lo que ocurre que los que viven en palacios, mansiones y urbanizaciones de lujo. Tenemos que ser sujetos activos. Ya lo hacen quienes siguen trabajando en condiciones muy difíciles para proteger nuestras vidas, pero la forma de agradecérselo es actuar también en los ámbitos que podamos.

2. ¿Podemos hacer algo en el aislamiento, sin reunirnos, «asamblearnos», manifestarnos? Sí, se puede. Somos capaces de crear e inventar para construir solidaridad desde la soledad, comunión social en el distanciamiento. Lo hicieron en Mercedes Benz Vitoria o Konecta TBO Madrid defendiendo su derecho a protegerse; las y los trabajadores de hospitales o residencias que nos explican las condiciones en que están trabajando y en las que nos están cuidando, no para que les pongamos en un santoral sino para que exijamos que se cambien; las redes vecinales creadas en los barrios para llevar la «compra» o medicinas a quienes no pueden salir de casa, y las redes de apoyo mutuo que aún siguen compartiendo y distribuyendo alimentos ante la inacción de las instituciones y el cierre de la atención presencial en casi todos los servicios sociales. Lo hacen los colectivos sociales que mantienen su actividad y presionan a favor de una renta básica de cuarentena, de la suspensión del pago de alquileres para quienes no puedan pagar y de un plan de choque social de emergencia, lo que va dando frutos -y es peligroso no darse cuenta- aunque con retraso respecto a la presión social y a las propias necesidades a satisfacer, y también es peligroso pensar o decir que «nadie se quedará atrás» porque se están quedando atrás cientos de miles, millones de personas.

3. También está ahí la acción más masiva: los aplausos de las ocho. Momento de fuga del aislamiento, momento parcial y corto pero tenaz, que evita que la distancia física se convierta en distancia «moral» y nos da aire para una soledad solidaria. Le doy una importancia extraordinaria. Es el cimiento para que «el pueblo de abajo» nos reconozcamos cada día en nosotr@s mismas y no en las comparecencias gubernamentales diarias o, menos aún, en el detestable comportamiento de los actuales dirigentes del PP y de los de Vox.

Es el cimiento para que podamos reencontrarnos cuando acabe la pandemia, para que podamos organizarnos y asociarnos y afrontar las muy malas consecuencias sociales que va a tener todo esto, para que entendamos mejor quienes somos y por qué en estos momentos en que tanto se habla de «todos unidos» resulta que, aunque la pandemia es una amenaza para toda la especie humana y hay muertes y contagios en toda la escala social, los riesgos sufridos y las condiciones del aislamiento no son iguales sino que dependen del lugar que ocupamos en la jerarquía y la estructura social. No digo que sea seguro que sobre ese cimiento seamos capaces de construir algo, ni que sea fácil, sólo que es una oportunidad que podremos aprovechar o desaprovechar.

4. Vivo en un pequeño callejón de una zona popular de Madrid, fronteriza con zona rica. Allí vivimos personas en vulnerabilidad social (bastantes), jubiladas (como yo), trabajadoras y trabajadores de profesiones muy diversas (en construcción o metal, hostelería, profesorado, cajeras, etc.) así como autónomos de oficios diversos y comerciantes de barrio. Un popurrí de «clases populares». Hay un porcentaje alto de población de origen inmigrante, sobre todo latina. Nuestra sección electoral vota mayoritariamente «izquierda», dándose el raro hecho de que en ella la «izquierda» obtuvo más votos en las últimas elecciones (la bis) que en las anteriores, a causa de que Más Madrid obtuvo más votos que los perdidos por UP, con un PSOE manteniéndose. Vox no creció, perdió algunos votos, lo que también fue anómalo.

La historia de los últimos cinco o seis años en nuestra calle es complicada. Durante unos 3 años hubo graves tensiones intervecinales, no llegaron a tener expresiones violentas aunque algunas amenazas, acosos e insultos hubo. Llegados a ese punto, se formó un grupo de trabajo por la convivencia, con resultado positivo tras un par de años de actividad constructiva. Los conflictos más extremos han desaparecido desde hace más de dos años y la situación se normalizó bastante. Sin embargo, las viejas heridas no estaban cicatrizadas, la inquietud seguía presente y se mantenían desconfianzas.

El aplauso de las ocho se ha convertido en una de las experiencias más emotivas por las que he pasado. Cada vez salimos más y más vecinas y vecinos. Los aplausos, acompañados desde un par de pisos por el Resistiré del Dúo Dinámico, son cada vez más intensos. No importa el origen, las viejas desconfianzas se van disolviendo. Durante bastantes días apenas nos veíamos a bulto, pero con el cambio de hora nos vemos las caras y hemos empezado a saludarnos con quienes están en el edificio de enfrente o al lado, a despedirnos al terminar, a decirnos «cuidaros». Con alguna de las personas con las que me saludo desde lejos tengo que haberme cruzado montones de veces en la calle, sin saludarnos ni reconocernos, no volverá a pasar. Creo que el día del reencuentro, del fin del aislamiento, si bajamos a esa misma hora a la calle a aplaudirnos, puede ser muy emocionante y marcar un nuevo tiempo. ¿Podría ser el abrazo, al menos simbólico, de las ocho?

5. Algunas de las personas que me son cercanas dicen que sobrevaloro los aplausos, que estuvieron bien pero que han sido recuperados por el sistema, quitándoles su carácter popular y crítico, sometiéndolos al «Ahora debemos dejar de lado nuestras diferencias» que nos soltó Felipe de Borbón, heredero de Juan Carlos de Borbón, el que regaló a una amistad suya 65 millones de euros de turbio origen (más que los ingresos brutos anuales totales de más de 5.000 trabajadores a salario mínimo y, según dicen, más que lo que habrían costado 4.000 respiradores para UCI, aunque no tengo información directa del precio de éstos en el mercado).

En su crítica al mensaje real y al intento de recuperación de los aplausos desde las élites y el sistema tienen razón mis amistades, y con ellas digo «Salud y República» aunque mi horizonte es libertario y sin Estado. Qué más quisiéramos que se dejasen de lado las diferencias; qué más quisiéramos que fueran iguales todas las personas contagiadas a las que se les dice que se aíslen en su propio domicilio durante un tiempo con la correcta indicación técnico-sanitaria de que «Las condiciones de la vivienda deben permitir el aislamiento del paciente en una estancia bien ventilada y, si es posible, la disponibilidad de un baño propio» (Procedimiento de actuación frente a casos de infección por el nuevo coronavirus, Ministerio de Sanidad). Iguales, simplemente, en cuanto a poder cumplir esa instrucción.

La realidad es que muchísimas personas no han podido ni podrán tener estancia propia y contagiarán a sus familiares salvo que se les facilite un alojamiento provisional en el que poder aislarse (ay, ya no nos mofamos tanto de las «arcas de Noé» chinas). La realidad es que no son las clases populares las que nos empeñamos en diferenciarnos, es el sistema social, la clase que nos asigna, lo que nos diferencia. Si Felipe de Borbón visita protocolariamente muy brevemente un hospital de campaña, lo que es una pérdida de tiempo para mucha gente que tiene que recibirle, lo hace con una mascarilla, pero el personal sanitario de primera fila nos ha dicho ya muchas veces que con frecuencia carecen de ellas y tienen que inventarse «sucedáneos» muy poco seguros, y a una vecina mía ni le dieron mascarillas -por no tenerlas- cuando le dijeron que en el hospital no podía seguir su madre, con casi 90 años y con Covid 19, y tuvo que llevársela a su casa, pese a que su madre requiere ayuda directa y contacto físico para poder moverse y la vivienda no está acondicionada para dos estancias. Ellos, ricos y poderosos, esas familias que pueden regalar millones de euros a quienes no los necesitan, dicen «dejemos de lado las diferencias», pero nosotras y nosotros queremos y necesitamos, de momento, que las diferencias sociales se reduzcan, que se reconozcan, no que se ignoren. No pedimos mucho, queremos que toda la población afectada disponga de las condiciones necesarias para hacer el aislamiento en las condiciones que el Ministerio de Sanidad dice que tiene que hacerse. Qué poco parece y qué revolucionario es, más que pedir la «nacionalización» de la banca.

Pero se equivocan mis amistades citadas al no darse cuenta de que la operación de recuperación de los aplausos es una operación fallida. Los aplausos no han sido recuperados. Los elogios de la «alta sociedad» a los aplausos valen tanto como la perorata «tenemos una Sanidad excelente» en boca de quienes, como los sucesivos gobiernos de la Comunidad de Madrid, se han dedicado a desmantelarla. Ellos no controlan ese movimiento. Le temen. Y hacen bien porque es un movimiento de reafirmación popular, de identificación con quienes son nuestra vanguardia social hoy, las trabajadoras y trabajadores de la Sanidad en primer lugar, pero no sólo. Es nuestra movilización. El significado espontáneo del aplauso es solidaridad, defensa de la sanidad pública, justicia social para enfrentar al virus y salir de la pandemia.

6. Por esa misma razón me parece muy peligrosa, por la confusión y división que puede crear, la manía de defender tales o cuales consignas o reivindicaciones «calcando» la iniciativa de los aplausos, propagando una y otra vez convocatorias similares a diversas horas, o tratando de «desbordar» los aplausos con consignas explícitas. Los aplausos funcionan bien y unen. Cada cual puede poner en su ventana o balcón carteles o pancartas con el lema que quiera. Pero para luchas específicas, por tal o cual medida urgente, que las estamos dando y que son necesarias, deberíamos esforzarnos, y se hace, en seguir inventando, creando otras maneras de actuar, ampliar el abanico, no convertir los aplausos o caceroladas a tal o cual hora en una panacea válida para todo.

7. Me parece que estas tendencias a considerar que los aplausos han sido «asimilados» por el sistema o a «desbordarlos» dan prioridad en el momento actual a la «diferenciación» respecto a la derecha, o a las élites, o a las instituciones o a lo que sea. En cierto modo, se repiten discursos «antiderecha» o «antisistema» iguales a otros que ya había cuando no había pandemia. Pero la pandemia es un acontecimiento que afecta decisivamente a nuestras vidas y a lo social y no puede ser una «excusa» para seguir con lo de siempre, por justo que fuera y sea, necesariamente ella y sus consecuencias serán, por bastante tiempo, el eje en torno al que se recompondrán luchas, alianzas, propuestas, fuerzas, etc.

En mi opinión lo prioritario ahora no es la diferenciación sino la identificación entre las clases populares por serlo, y el sólo hecho de avanzar en ella comporta una diferenciación embrionaria respecto a las élites. Desde hace tiempo pienso que el gran peligro «moral» que afrontan las clases populares en las condiciones de incertidumbre sobre el destino del régimen de dominación vigente en España no es su «integración» por el sistema sino la liquidación de los vínculos internos a las clases populares, hasta el punto de que, perdida la esperanza en poder hacer frente a las élites y al sistema del que emergen, se desaten desconfianzas y choques abiertos entre franjas de la clase trabajadora y de sectores populares. Eso no sólo es un riesgo teórico, ya antes de la pandemia había propensiones hacia ello, en tensión con propensiones hacia la solidaridad. Ahora también están presentes esas tendencias, la solidaria, expresada en los aplausos y otras actividades y comportamientos, y la de fragmentación popular. Pero los aplausos de las ocho son la forma de expresión hoy más potente, por extendida y asequible, de la tendencia hacia la solidaridad y el reencuentro. Sólo por detrás, claro, del combate por la vida que lleva a el cabo personal sanitario que, en muchos casos, lleva años con contratos por días y otras formas de precariedad.

Lo que ocurre en estos días y lo que ocurra en los meses siguientes al fin del régimen de aislamiento puede resultar decisivo para que unas u otras propensiones ganen fuerza frente a las otras. Y eso es lo decisivo ahora, sin retórica política, sin preocupaciones electoralistas, sobre la base de los programas mínimos de emergencia que se están expresando a partir de los problemas sociales más urgentes, desde la exigencia de equipos de protección para las trabajadoras y trabajadores del sistema sanitario y otros servicios esenciales hasta una renta básica de emergencia imprescindible para la población que ha perdido hasta la posibilidad de obtener ingresos y que no está contemplada en las medidas sociales tomadas hasta ahora por el gobierno PSOE-UP. Fomentando la organización y la asociación popular, sin capitular a un sistema del que estamos viendo de nuevo una de sus caras más horribles pero también sin «revolucionarismos» académicos que parecen olvidar que inevitablemente las respuestas a esta pandemia mientras dure y el inicio de la resistencia a sus consecuencias sociales van a tener lugar dentro del capitalismo y que nuestras reivindicaciones más urgentes se expresarán, guste o no, en ese marco, no por medio de propuestas imposibles de llevar a cabo mientras las clases populares no alcancemos un nivel de organización, asociación y apoyo mutuo muy superior al actual. En la vida real lo que se confrontan no son «programas» o modelos sociales académicos, sino fuerzas sociales.

Lo que está ocurriendo es una tragedia, es muerte, enfermedad, pobreza y desempleo. Sería mucho mejor que no hubiese ocurrido. Pero ha ocurrido y nos da, a través de acciones que unen y de reivindicaciones urgentes y creíbles, la oportunidad de mejorar las condiciones para estrechar lazos entre la gente común. Hay que ir más lejos, pero sobre esa base de comunión social, sin despreciarla. Si en mi calle salen a aplaudir vecinos que votaron al PP, ¡mejor aún! Lo que hoy domina en los aplausos es la solidaridad y la empatía ante un riesgo común; me he dado cuenta de que, cada vez más, al aplaudir no sólo aplaudimos a quienes sostienen el sistema sanitario o a las cajeras del super, sino que ya aplaudimos también a nuestras vecinas y vecinos, de hecho, desde que nos vemos las caras, hacemos el movimiento físico de girarnos hacia tal o cual ventana para transmitir nuestro aplauso.

8. Ese vínculo «moral», como humanidad y como clases populares, es tanto la base para luchar por lo inmediato como para ir más allá, pero no como «desbordamiento» de una acción espontánea inducido por grupos supuestamente «concienciados» y que se dedican a decir cosas como «ahora mucho aplauso a la Sanidad pero bien que votaste al PP», frase propia de quienes prefieren tener razón frente al mundo a que crezca el mundo que comparte tus razones y que, no lo olvidemos, puede enseñarnos otras razones que no habíamos tenido en cuenta.

Ese ir «más allá» debe ser un avance colectivo, creando caminos, hoy a partir de sumar fuerzas en torno a los programas mínimos de emergencia sanitaria y social, mañana avanzando en el asociacionismo popular y solidario, el sindicalismo social y laboral, pasado mañana explorando cómo salir de este capitalismo que no responde a las necesidades humanas porque su lógica es la acumulación indefinida del capital aunque eso lleve a la insostenibilidad ambiental o a obstruir el desarrollo cada vez más necesario de sistemas sanitarios territoriales dignos articulados en un sistema sanitario mundial, y uno europeo podía ser un primer paso, en el que cuando estalle una pandemia y se necesiten miles y miles de ventiladores la consecuencia no sea la subida brutal de su precio y la especulación sino la distribución de los que hay según las necesidades y la suma de fuerzas para construir más, o la colaboración para encontrar vacunas en vez de pelear por la patente.

El capitalismo es presentado como una forma «natural», pero no lo es, es más propio de lo humano combatir colaborativamente un riesgo común que buscar el negocio de pocos a costa de la muerte de muchas personas. Lo que ocurre es que «lo humano» está distorsionado por las jerarquías, por las dominaciones y por las desigualdades; en nuestro mundo, podríamos decir que distorsionado por el patriarcado y por el capitalismo.

Ignoro cómo funcionaría una sociedad humana así, desjerarquizada. Lo decidirán quienes la construyan, si llega. La llamaría sin complejos socialismo o comunismo, si no fuese porque esos nombres han sido usados para cometer todo tipo de infamias, para sostener el inhumano orden existente o para poner en pie experimentos brutalmente totalitarios y estatalistas que no han sido mejores que lo que decían iban a sustituir. En todo caso, un mundo libertario, igualitario y solidario. No lo veré, lo sé, pero, junto a lo inmediato de las luchas sociales por mejorar las cosas y crear asociación, ese horizonte me inspira mucho más que las fórmulas «revolucionaristas» que tratan de conseguir dentro del capitalismo cosas imposibles en el capitalismo.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Gabriel Flores

    Economista

    El coronavirus acabó atropellando al mundo y lo dejó maltrecho. La pandemia y el confinamiento han trastocado en los dos últimos meses nuestras vidas y todos nuestros planes. Hemos tenido que acomodarnos a una nueva, incómoda y, en muchos casos, terrible situación. La catástrofe humanitaria ha supuesto hasta ahora, según los datos a 19 de mayo de 2020 del Coronavirus Resource Center (John Hopskin University), más de 300 mil muertos y cerca de 5 millones de personas contagiadas en todo el mundo. Un macabro recuento provisional de víctimas que nadie sabe cuándo acabará ni qué techo alcanzará. Una...
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  • Gonzalo Andrés García Fernández

    Historiador. Investigador en el Instituto Universitario de Estudios Latinoamericanos (IELAT) de la Universidad de Alcalá

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  • Jaume Bosch

    Abogado. Exdiputado en el Parlamento catalán. Autor del libro “La nostra policia”. Miembro del Consejo Nacional de Catalunya en Comú

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  • Oderto Rodríguez Abelarde

    Profesor de Teorías Políticas en la Universidad de Camagüey Cuba. Máster en Ciencias Políticas y profesor auxiliar

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  • La bolsa o la vida

    15/05/2020

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  • Anibal Garzón

    Sociólogo, docente y analista internacional

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  • Javier Madrazo Lavín

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  • Pilar Garrido

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  • Héctor Maravall

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  • Marga Ferré

    Presidenta de la FEC (Fundación Europa de los Ciudadanos) y miembro de la red europea de pensamiento crítico Transform!

    “El Estado es todo el complejo de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente no sólo justifica y mantiene su dominio, sino también logra obtener el consenso activo de los gobernados”. A. Gramsci Cuando hace eones me afilié a PCE, lo primero que hice fue meterme diez días en una escuela de formación que por aquel entonces dirigía Manuel Monereo. Éramos jóvenes, un poco impetuosos y con muchas ganas de debatir y entre la variedad de alumnos que allí encontré, había un grupo que habían conformado una tendencia interna a la que dieron el glorioso nombre de...
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  • Iván González Sarro

    Investigador del Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos (IELAT) - Universidad de Alcalá (UAH)

    A medida que pasa el tiempo se van dibujando con mayor nitidez todas las aristas de este fenómeno epidémico poliédrico que es la COVID-19, tan intenso localmente y de dimensión mundial, y sus repercusiones. Entre estos impactos previsibles parece vislumbrarse sin duda un aumento de la desigualdad, una desigualdad que se está haciendo ya más visible en la propia forma de afrontar la lucha contra la pandemia. La respuesta de los Estados para intentar contenerla difiere de un país a otro y entre regiones. No es lo mismo disponer de un sistema público de salud universal, como el caso...
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  • Mikel Arriaga Landeta

    Sociólogo. Miembro de la Asociación Batera ibiliz

    África subsahariana, la población más joven y de crecimiento más rápido en el mundo. Si se diera un descenso de la tasa de fecundidad, la tasa de población activa sería mayor aumentando el ingreso familiar. El que pudiera darse un salto así requeriría, además de empleo, una juventud sana y formada. Gobiernos y tutores neo-coloniales deberían invertir en salud y en capacitación desde la infancia, aunque sólo fuera porque la educación, la salud, los derechos sexuales y reproductivos y la igualdad entre géneros facilitarían la inclusión productiva de las personas jóvenes. Sahel, de nivel de vida muy bajo, empleo...
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  • Roberto Uriarte Torrealday

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    Aunque la del “capitán a posteriori” ha sido una de las metáforas más exitosas de esta crisis, lo cierto es que los debates sobre los eventuales escenarios postcrisis nos sacan también ese otro “capitán a priori” que todos llevamos dentro. Optimistas irredentos aprecian señales evidentes de que nada volverá a ser igual. De que la crisis es ante todo un momento de oportunidad. Un momento que deja al desnudo las impudicias del sistema-mercado y refuerza la necesidad del vínculo comunitario y la demanda de intervención pública. Para algunos. incluso, esta será la crisis definitiva de un capitalismo que ya...
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  • Giuseppe Quaresima

    Economista

    La pandemia está golpeando duramente y con una intensidad sin precedentes la economía mundial. Los primeros datos oficiales de China, Francia, la Unión Europea o los Estados Unidos, por ejemplo, así como los primeros estudios de las instituciones internacionales de referencia, dibujan un escenario nefasto y una profunda crisis económica y social solo comparables a la Gran Recesión y a las dos Guerras Mundiales. No obstante, en esta crisis global no todos los países están sufriendo por igual: hay algunos que presentan ya unos mayores efectos sobre el crecimiento, la producción, el empleo y las cuentas públicas. Así como...
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  • Lluís Camprubí

    Profesor de Organización de la Salud Pública (UPF, Máster Salud Pública). Focalizado en la perspectiva europea

    Esta emergencia sanitaria ha puesto brutalmente de manifiesto a escala europea y global tanto la densidad de los vínculos como la interdependencia. En el plano económico muchos economistas, como por ejemplo Lídia Brun, están insistiendo estos días en la necesidad de mancomunar respuestas, en buscar soluciones de reconstrucción que requieren la escala europea y global. Plantean que no es sólo una cuestión de “solidaridad”, o de apelaciones morales, sino que también es una cuestión de interés común y compartido. Aunque los impactos sanitarios y económicos puedan tener en un momento determinado intensidades diferentes, las evoluciones temporales no son sincrónicas...
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  • Adolfo Telmo Pérez

    Médico de Atención Primaria

    De golpe, nos encontramos con las consultas vacías, no había pacientes, delante teníamos un enorme listado de personas a las que teníamos que llamar por teléfono. En Galicia se habían cerrado los Centros de Salud (CS) y con esa decisión de las autoridades sanitarias nos trasmitían que la Atención Primaria (AP) era prescindible, pensáramos lo que pensáramos los médicos y las médicas de AP y todas las asociaciones médicas. Nada más lejos de la realidad, los profesionales han entendido que el cierre de los CS no significa el cierre de la AP. Hasta ahora hemos atendido a casi un...
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  • Carlos Berzosa

    Catedrático emérito de la Universidad Complutense. Presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).

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  • Ana Almirón Mengibar

    Feminista y Activista Pro Derechos Humanos. Miembro de la Red LIESS-UPO (Laboratorio Iberoamericano Estudios Sociohistóricos de las Sexualidades)

    Como activistas pro derechos humanos, andábamos más que atareadas los meses de enero y febrero tratando de dar respuesta a la situación de las personas refugiadas en los CIES, con los campamentos de Lesbos acaparando nuestra atención y nuestras acciones de solidaridad y denuncia de la vulneración de derechos humanos. Y más que atareadas también como activistas feministas, en la organización de la huelga, acciones y manifestación del 8M de este año. Pero ya por aquellas fechas, las noticias que habían ido llegando de China y luego de Italia, sobre el número de personas infectadas por el coronavirus y...
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  • Pedro Pérez Herrero

    IELAT-UAH

    A mediados de abril de 2020 todos los medios de comunicación hablan de la pandemia generada por el COVID-19. TV, radio y prensa dedican horas y páginas a este tema. Se narra en tiempo real cómo evoluciona el número de contagiados, los curados y los muertos. Se indica la edad el género de los fallecidos y si tenían enfermedades previas. Los jefes de Estado y los presidentes ofrecen mensajes oficiales con tono grave y caras serias indicando el número de muertos y recordando la necesidad de quedarse en casa para reducir el número de los contagios. Se publican fotos...
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  • María Eugenia Rodríguez Palop

    Eurodiputada de Unidas Podemos. Titular de filosofía del Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid.

    Frente a la incertidumbre, lo lógico es tener miedo, pero es fundamental no caer en paranoias que nos arrastren a unos diagnósticos equivocados y a pronósticos que profundicen nuestros errores. Presento aquí, muy brevemente, cinco tensiones de las que tenemos que salir dignamente. 1. La falsa dicotomía entre libertad y seguridad no puede sustituirse ahora por la también falsa dicotomía entre derecho a la intimidad (protección de datos) y derecho a la salud o seguridad sanitaria. Ya hemos asumido que cedemos datos, muchas veces sin saberlo, y el riesgo ahora es cederlos voluntariamente para que grandes corporaciones como Google o Amazon,...
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  • Sisenando García-Tenorio Ronda

    Jubilado

    Decía Walter Benjamin que el capitalismo no era solo, como afirmaba Weber, una secularización de la fe protestante, sino esencialmente un fenómeno religioso que se desarrolla como parásito a partir del cristianismo, como religión de la modernidad. Ahora, cansado de intentar destruir el Estado como vector coadyuvante de las clases pobres, el capitalismo opta por comprarlo y ponerlo a su servicio con todas sus herramientas disponibles. La competencia puede generar progreso, pero sin regulaciones por parte del Estado no se da en igualdad de condiciones. Samuelson se fue por el desagüe de la irracionalidad. Bajo el mantra del (neo)liberalismo...
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  • Luís Miguel Sáenz

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  • Acuerdos necesarios

    21/04/2020

    Javier Aristu

    Coordina la revista digital de reflexión social Pasos a la Izquierda y el blog de opinión En Campo Abierto

    Nadie es capaz de predecir lo que va a ocurrir tras esta pandemia, cuando seamos ya capaces de, al menos, controlarla o mantenerla a raya. Ni economistas, sociólogos, politólogos ni cualquier otro científico social son capaces de pronosticar cómo vamos a vivir y cómo nos vamos a relacionar en un próximo futuro. Aunque parece bastante claro que algo o mucho va a cambiar, no sabemos a qué nivel ni en qué proporción puesto que la hondura con que está penetrando este fenómeno pandémico en los entresijos de nuestro modelo civilizatorio son incalculables e inapreciables todavía. Simplemente, nos estamos acercando...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Doctorando en Comunicación e Interculturalidad en la Universidad de Valencia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía. Licenciado en Geografía e Historia.

    Centraré mi breve intervención en un tema que está suscitando mucha atención: el de la respuesta que las instituciones políticas de la Unión Europea están dando a la brutal crisis sanitaria, económica y social que estamos viviendo, y de cómo evolucionará esta respuesta. Los historiadores y los economistas, a la hora de hacer predicciones, se basan en un principio sencillo pero útil: el pasado es el mejor predictor del futuro. En efecto, la forma en que la Unión Europea afrontó el problema de la deuda europea (en el año 2010) y la crisis de los refugiados (en 2015) hacía prever...
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  • “El Servicio Nacional de Salud durará mientras existan personas dispuestas a defenderlo”, Aneurin Bevan (Ministro de Salud británico, creador del SNS), 1946. La política neoliberal fue aplicada con toda su crudeza contra la sanidad pública en nuestro país. Durante los años de la crisis, se deterioraron los servicios, se desprestigió la sanidad pública. Es cierto que nuestra sanidad tenía unos “riesgos visibles”: financiación raquítica, copagos, recortes, exclusiones, privatización, atención primaria marginada… pero también operaban contra ella los llamados “riesgos ocultos”, el mercado, el neoliberalismo, los corporativismos y unas situaciones laborales muy deterioradas. La conjunción de unos y otros complicó de una manera evidente el futuro de nuestra sanidad pública. Un informe de la OCDE, sobre nuestro Sistema Nacional de Salud, señalaba que nuestro gasto sanitario total disminuyó entre 2010-2018 una décima parte en porcentaje del PIB, mientras que el promedio de los países de la OCDE aumentó en similar cuantía. Fueron los años en los que se fue cronificando una distribución desigual (que sigue en la actualidad) de la financiación sanitaria entre las CCAA. Según el informe del año 2018 elaborado por la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), el gasto por habitante y año era de 1.164...
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  • José Vicente Barcia

    Periodista, Jefe de Gabinete de la Alcaldía de Cádiz y coautor del libro 'Voces del cambio'

    Reivindico el derecho a apoyar el grueso de las medidas de compensación social que está llevando adelante el Gobierno en la actual crisis sanitaria, social, económica y ecológica, pero lo hago con espíritu crítico, sin asumir los chantajes que provienen de una parte significativa de mi propio cuerpo social. Lo hago, además, teniendo en cuenta razones de urgencia, pero sin negar la necesidad de desarrollar razones e ideas que nos posibiliten superar el actual modelo. La anormalidad como palanca de cambio Observo contrariado cómo en infinidad de voces se consolida un posicionamiento de apoyo acrítico al Gobierno. Este apoyo se...
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  • Marià de Delàs

    Periodista

    La derecha utiliza, “todos los recursos, trampas y demagogia a su alcance”, señala Orencio Osuna en el arranque de estas reflexiones. No hay duda. De hecho, los sectores alérgicos a la democracia están en campaña desde el momento en que empezó la crisis del coronavirus. Su agresividad en redes sociales ha ido en aumento. En los medios tradicionales, escritos y audiovisuales, que controlan casi al cien por cien, no hay día en el cual no se despachen con mensajes deshumanizados, en contra de cualquier medida de protección de la ciudadanía más vulnerable, la más castigada, la que ha padecido...
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  • Antonio Navarro

    Sindicalista y activista social

    En el momento de escribir este artículo la reclusión continúa, no sabemos cuándo y de qué manera finalizará la crisis de Salud global. Quienes visitamos las redes sociales, hemos asistido a un festival de bulos y mensajes enviados por rabiosos energúmenos con una notable ausencia de sensatez. Debe ser una reacción psicosomática al confinamiento. Muchas personas de buena fe, presentan un cuadro clínico en el que la impotencia y la ira anulan su objetividad. Hagamos un breve recuento cronológico, el pasado 7 de enero se constituyó el primer gobierno de coalición desde el restablecimiento de la democracia; dos meses...
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  • Lorena Fréitez Mendoza

    Psicóloga Social y Analista Política. Doctoranda en Ciencias Políticas y de la Administración (UCM). Activista de movimientos sociales en Venezuela.

    Occidente mira con nerviosismo cómo la eficiencia del modelo asiático para vencer al coronavirus puede producir cambios en los sentidos comunes liberales de sus democracias. Desde distintos análisis parece derivarse una conclusión: el miedo creará las condiciones subjetivas para el despliegue de un estado policial de máxima vigilancia y control sobre la ciudadanía. Sin embargo, las condiciones que pudieran otorgar liderazgo político al modelo asiático no solo derivan de la aparición de una pandemia y su eficiente gestión. La democracia liberal tiene décadas en proceso de desgaste, toda vez que se ha retirado del liderazgo de las soluciones a los...
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  • Vivimos circunstancias que podríamos calificar de incertidumbre irreductible. Robert Skidelsky, historiador y biógrafo de Keynes, basándose en las interpretaciones de este último, distingue entre incertidumbre epistemológica, según la cual cabe esperar que con una mayor cantidad de información se reduzca la incertidumbre a riesgo calculable, e incertidumbre ontológica, que es aquella que no puede ser eliminada. En palabras de Skidelsky: “El futuro no está ahí fuera esperando que lo conozcamos, sino que nosotros mismos estamos influyendo en la creación de ese futuro”. El futuro depende de la acción humana y de circunstancias imprevistas que puedan surgir. Transponiendo las ideas al momento actual, por ejemplo, un nuevo brote del virus en otoño podría echar por tierra muchas de las estrategias en las que ahora pensamos para recobrar la vida y la economía del país. Es una oportuna lección en un momento en el que nos sentimos tan inclinados a hacer predicciones que pretenden ser convincentes sobre el futuro, o nos dejamos llevar por sesgos de retrospectiva al hacer críticas del tipo “si se hubiera hecho tal o cual cosa en el momento X no estaríamos ahora en la situación Y”. Reflexión a la que a menudo se añade, para empeorar las...
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  • Miguel Guillén

    Politólogo

    Me parece muy pertinente este debate que se propone desde Espacio Público a raíz de la crisis del coronavirus, y desde aquí quiero saludar la iniciativa. La pregunta que se plantea es sencilla, pero de muy difícil abordaje: "¿Qué nos estamos jugando en esta crisis?". Voy a intentar esbozar algunas ideas que me rondan la cabeza desde hace algunos días, y reconozco que la primera intervención de Orencio Osuna me va a facilitar mucho escribir estas modestas notas. Tal y como explica Osuna en su escrito, "la catástrofe va a afectar a muchos de los modelos y valores sobre los...
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  • Salud y libertad

    05/04/2020

    Gloria Elizo

    Vicepresidenta Tercera del Congreso y Secretaria Anticorrupción de Podemos

    A veces la realidad se vuelve inasumible. La situación actual es seria, imprevisible y carece de precedentes. Como un túnel que atravesamos por primera vez, la incertidumbre profundiza la zozobra en nuestra situación. Miles de personas se despiden a distancia de sus fallecidos, otras se preguntan por el estado de sus enfermos y se extiende por la sociedad el miedo sobre los resultados sociales de esta crisis sanitaria. Una realidad que en términos humanos solo puede clasificarse como catastrófica, propia de un desastre natural sin antecedentes que nos llega reducido a frías cifras, cómo si se pudiera anestesiar así...
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  • Fernando Ruiz-Goseascoechea

    Periodista

    Cuenta Yuval Noah Harari, en su artículo del pasado día 20 en el Financial Times, The World after coronavirus, que la tormenta pasará, la mayoría sobreviviremos, pero en un mundo que será diferente; y añade un pequeño detalle: muchas de las medidas de emergencia seguirán vigentes. Explica Hararai que con el coronavirus se plantea la posibilidad, absolutamente viable, de que cada ciudadano use un brazalete biométrico que transmita continuamente su temperatura y pulso. Los algoritmos revelarían quién está enfermo, y en cuestión de días se detendría la epidemia. Y ante esta magnífica noticia viene el razonamiento inquietante: Sería ilusorio pensar...
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  • Pedro Chaves

    Politólogo, investigador especializado en la UE

    Hubo un momento, al principio de toda esta situación, en que nuestros whatsapps se llenaron de memes divertidos sobre el coronavirus, nos reíamos un poco de lo que estaba pasando en otros sitios: ¿quién demonios conocía Wuhan, ciudad China en la provincia de Hubei? Después de algunas semanas algo más, básicamente cifras y cosas así. Cuando lo ignoramos todo las cifras reconfortan, nos dan la sensación de que controlamos algo: 11 millones de habitantes y la provincia casi 57 millones. Todos ellos y ellas, a partir de determinado momento, confinados en casita, paralización casi total de la actividad productiva,...
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