«Clara no debe ponérselo, porque, a fin de cuentas, él se lo ha pedido por favor»

  • Mercedes Bengoechea

    Mercedes Bengoechea

    Filóloga, Universidad Alcalá. Investigadora en Comunicación y Género

02.01.2015

Debate principal: ¿Ha llegado la democracia a la vida privada?

Me parece magnífica la síntesis del recorrido de la ley contra la violencia de género que ha presentado Soledad Murillo. Déjenme que aborde el tema desde una perspectiva diferente a las de los comentarios anteriores, no con ánimo de disentir, sino, por el contrario y humildemente, en un intento de reforzar y complementar el caleidoscopio de visiones ofrecidas.

Para ello partiré de una investigación que se realizó en 2008 en Escocia. El estudio, dirigido por Nancy Lombard, pretendía medir la percepción de distintos grados de violencia por parte de escolares de primaria de Escocia de entre 10 y 12 años(1) . Con ese fin se presentaban al alumnado diversos casos, a partir de los cuales se establecía un debate en clase. Uno de tales casos era el siguiente:

“Clara y Lucas llevan saliendo cuatro meses. A Clara le gusta mucho ponerse vaqueros con una chaleco rosa. Lucas le ha pedido a Clara que no se ponga el chaleco porque otros chicos la miran”.

Permítanme que mencione algunas de las intervenciones de las chicas en el debate:

• Puede que ella se lo ponga para que la miren; entonces es un poco “fresca”.
• A fin de cuentas, Lucas se lo ha pedido por favor.
• Pero sólo llevan saliendo cuatro meses.
• Lucas no tiene derecho a pedírselo porque aún no están casados.
• Lucas no debería pedirle eso, pero si Clara lo ama, no debe hacerle sufrir.
• Clara podría ponerse encima un jersey cuando salga con Lucas y luego quitárselo cuando salga
con sus amigas
• Podría ponérselo menos.
• Debería pensárselo, porque quizá él la deje.

A continuación figuran varios comentarios de los chicos:

• ¿Y por qué está Lucas celoso? Después de todo, es él quien sale con Clara, no los otros
chicos
• Lucas puede dar la impresión de imbécil si Clara está a su lado y los otros la miran.
• ¿Y por qué Lucas no les dice a los otros chicos que no la miren?
• Seguramente Lucas tiene miedo de que Clara vaya a dejarle.
• Si Clara disfruta con que los otros la miren, entonces Lucas tiene derecho a decirle que no
se lo ponga, porque, a fin de cuentas, es su novia.

Una lectura atenta de estas intervenciones nos indica que para los chicos y chicas del estudio, el control de la novia no se sitúa cognitivamente en el marco de abuso emocional, sino del amor. Por sus palabras, deducimos que aceptan como algo “natural” derechos de él y comportamientos inapropiados de ella. Es decir, aceptan el derecho de él al control de la novia; el derecho de él a la propiedad de la mirada sobre la novia; y la negación de la libertad de ella como sujeto autónomo: esto es lo normal cuando él la quiere.

Por otra parte, las intervenciones de los chicos refrendan algo que venimos diciendo desde hace tiempo: que el sexismo (sea o no violento físicamente, y Lucas aquí es sexista) juzga inexorables el sometimiento y la inferioridad femeninas, además de servir a los varones fundamentalmente para obtener experiencias de poder y control, reduciendo así la incertidumbre sobre su propia identidad.

Vemos también que, en general, las intervenciones de las niñas coinciden en dirigir el problema hacia ella. Las niñas ofrecen ideas que se centran casi en exclusiva en que Clara cambie de conducta. Para ellas, el abuso emocional –que no reconocen como tal– es un problema femenino y son las novias quienes deben cambiar o “negociar” su comportamiento. Unos pocos años antes de esta investigación, el Eurobarómetro de 2000 revelaba la percepción por parte de la mitad de la población europea de que las culpables de la violencia machista eran las propias víctimas. La paradoja es que también las propias víctimas se sienten responsables de la violencia contra las mujeres. De hecho, junto a la pederastia, son los únicos delitos en los que las víctimas se sienten culpables. Lo cual está en consonancia cabal con los comentarios vertidos por las chicas escocesas del estudio de Nancy Lombard.

Con toda probabilidad esa investigación daría los mismos resultados en cualquier escuela de España. Los estudios detectan que el acoso a sus parejas y la vigilancia a través de las nuevas tecnologías y los mensajes de móvil por parte de los adolescentes va en aumento. Los datos de un informe realizado por la Universidad Complutense y el Ministerio en 2011 eran aterradores (https://www.msssi.gob.es/ssi/violenciaGenero/publicaciones/colecciones) y,lamentablemente, desde entones ha crecido el número de adolescentes procesados por violencia de género. Contamos con un dato escalofriante: casi la mitad de las adolescentes de este país consideran una prueba de amor que su pareja la llame constantemente para controlar su tiempo, que no le permita llevar cierta ropa o salir con cierta gente, que se crea con derechos sobre ella.

¿Cómo es posible que, después de décadas de lucha contra la violencia de género, se mantenga esta percepción del amor unida a los derechos de ellos y las obligaciones de ellas? Podemos aventurar que, pese al acierto del planteamiento básico de la ley contra la violencia de género, hay un aspecto que la ley aborda solo de manera indirecta. Me refiero al entramado cultural, lo que Laura Freixas denominó tan acertadamente nuestra “cultura maltratadora” (http://www.lavanguardia.com/20141119/54419974481/una-cultura-maltratadora-laura-freixas.html).

La ley se centra en la protección de las víctimas que ya lo son y asume el origen indiscutible de la violencia –las relaciones de género en nuestra cultura. Para prevenirla, recomienda campañas de información e invertir en educación. Lo primero se ha llevado a cabo con relativa eficacia. Pese a las excepciones, creo sinceramente que los medios informativos en general han asumido su papel y respondido con responsabilidad histórica a la hora de informar sobre casos de violencia de género. Las políticas educativas, sin embargo, no han sido capaces de ofrecer alternativa a todo el entramado cultural responsable en último término de la violencia. Y es que, aunque existe condena expresa de la violencia física contra las mujeres, no se produce necesariamente una condena de las prácticas sociales, culturales y simbólicas que la sustentan.

Decimos a nuestros jóvenes que no está bien pegar a una chica; sin embargo, en su socialización informal videojuegos, videoclips, películas y series de televisión refuerzan reiterada, insistente y machaconamente la violencia contra las mujeres. Mientras, los medios de comunicación en el resto de sus noticias ensalzan las hazañas masculinas e ignoran las femeninas. La socialización formal, por su parte, mantiene unos contenidos educativos que han cambiado poco o nada: las mujeres permanecen ausentes del currículo (no hay pensadoras, filósofas, científicas, escritoras, pintoras, arquitectas o músicas en los contenidos educativos); la más importante institución religiosa del país continúa sin aceptar el ordenamiento femenino; la Norma lingüística censura expresiones como “niños y niñas” porque «en la palabra “niños” ya están incluidas las niñas, no hace falta mencionarlas expresamente»; las asignaturas con perspectiva de género son absolutamente minoritarias en las facultades y escuelas universitarias; y el canon filosófico-humanístico-literario ni ha variado ni se presenta críticamente. Por ejemplo, la prosa de García Márquez se exalta, presentando como excelso ejemplo estético un rito de dominación tan claro como Memoria de mis putas tristes, donde un anciano intenta, pero no logra, excitarse con una virgen de 12 años, consiguiendo finalmente una erección solo al ver a una criada de rodillas.

Me adelanto a quien pueda pensar que estoy proponiendo prohibir algún texto escolar. En absoluto. Sí propongo que se presenten críticamente. Los textos culturales nos explican a mujeres y hombres lo que somos, lo que podemos ser, lo que podemos imaginar, qué podemos hacer unos con otras y unas con otros y quién tiene poder para disponer sobre el cuerpo y la mente ajenas. Los textos nos hablan de quiénes somos en relación con los otros y las otras; también construyen nuestros deseos, nuestro placer y nuestra subjetividad. No me canso de afirmar que, si no reformulamos estos elementos culturales, analizándolos críticamente, reproduciremos la misma realidad insoportable.

La prevención continúa, pues, siendo la gran tarea a abordar por nuestra sociedad en su conjunto. Y la prevención debe ir unida al desmantelamiento de un entramado formado por artefactos culturales de muy diversa naturaleza, dado que los discursos culturales son el vehículo transmisor de la ideología de la superioridad masculina. Se empieza por dormir a las criaturitas con cuentos como La Bella Durmiente o Blanca Nieves, que mitifican la lujuria necrofílica de príncipes azules sobre mujeres inertes, a merced del varón que pase por allí, para continuar con toda una serie de narraciones, normas y discursos que van enseñando a chicas y a chicos a romper con la posible relación simétrica que pudiera establecerse entre unas y otros y a obtener placer de la anulación de la identidad femenina frente a la masculina en el amor. Ese amor asimétrico que servía de faro a las niñas escocesas del estudio y a cada una de nuestras adolescentes («si Clara le ama, no debe hacerle sufrir»).

No debe olvidarse que la violencia física es sólo el brote extremo de la sistematización de la inferioridad femenina, de su sumisión al hombre, la punta del iceberg de todo un proceso cultural de anulación femenina, en cuyo extremo figura la propia violencia física.

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(1) Nancy Lombard (2008) ‘It’s wrong for a boy to hit a girl because the girl might cry’: Investigating primary school children’s attitudes towards violence against women. In Karen Throsby and Flora Alexander (eds), Gender and Interpersonal Violence. Language, Action and Representation (Basingstone and New York: Palgrave Macmillan). 121-138.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Joanna G Grenzner

    Periodista. Experta en género y comunicación de organizaciones

    Mientras aumentan los asesinatos machistas, la Ley de Medidas Integrales contra la Violencia de Género cumple diez años de funcionamiento entre recortes presupuestarios y desmantelamiento de los recursos y dispositivos para prevenir y erradicar las violencias de género. Aunque insuficientes, las políticas y recursos que hoy corren serio peligro son fruto de décadas de trabajo, movilización e incidencia de las redes y organizaciones feministas, que vienen apoyando a las mujeres para salir de relaciones violentas desde la época en que no había protocolos o recursos de atención, y que ahora siguen amortiguando el impacto de las...
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  • Ángeles De la Concha

    Catedrática Filología Inglesa, UNED

    El análisis que hace Soledad es muy esclarecedor y pone de relieve las dificultades de todo tipo para poder resolver el problema de la violencia de género que sufren las mujeres. Lo suscribo punto por punto. Lo iría comentando porque no tiene desperdicio pero me parece mejor recomendar su lectura despacio porque habla por sí solo. Plantea con toral claridad y lucidez la problemática que hace tan difícil la empresa de acabar con esta violencia que sufren tantas mujeres y de la que se habla mucho pero contra la que se hace, de verdad, poco. Por aportar algún dato esperanzador,...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    En mi primera aportación al Debate di cuenta de cómo el sexismo se fundamenta en una concepción antropológica particular, de carácter naturalista o biologicista; concepción que es también utilizada por el racismo y el clasismo como recurso persuasivo de cara a legitimar otras tantas formas de dominación social. Pero no basta con explicar y denunciar tales expresiones de pensamiento alienante, pues la crítica negativa sólo sirve para erigir resistencias y es incapaz por sí sola de orientar un nuevo orden de cosas. Necesitamos por ello una concepción antropológica alternativa, un discurso propositivo que afirme una forma diferente de entender la...
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  • Mercedes Bengoechea

    Filóloga, Universidad Alcalá. Investigadora en Comunicación y Género

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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Me alegra mucho el vuelo que ha tomado la discusión sobre la violencia de género y el feminismo con este Debate promovido por Público.es, al que sin duda le ha prestado mucha fuerza el estupendo Documento programático elaborado por Vicenç Navaro y Juan Torres para Podemos, y al que esperamos le sigan más propuestas desde otras fuerzas de izquierda. Lo bueno de los debates es que no sólo nos permiten avanzar en la comprensión de los problemas sociales, sino también darnos cuenta de nuestras carencias e, incluso, de nuestros errores. Todos sin excepción somos reos de tales culpas. Desde esta...
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  • Julia Pérez

    Unión de Asociaciones Familiares. UNAL

    Compartimos el planteamiento de Soledad Murillo sobre la violencia de género como manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres, así como sus valoraciones sobre la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, sobre los cambios legislativos absolutamente lesivos para las víctimas y la degradación de la igualdad mediante el alejamiento de la coeducación y la privación de recursos. Nos gustaría detenernos en el asunto de la mediación, en el que somos una organización experta y pionera en España, para expresar con rotundidad que la mediación es incompatible con los casos...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Seguí el estupendo debate sobre la violencia de género retransmitido por Público.TV, y en él se planteó la disyuntiva de si este gravísimo problema respondía a causas subjetivas u objetivas. En mi opinión a ambas cosas, como ocurre con todo fenómeno social. Por un lado la violencia de género se sustenta en unas relaciones sociales de dominación objetivas, y que llevan impreso, en dosis variables, el marchamo de la discriminación, la segregación y la exclusión. Por otro lado estas relaciones sociales son resultado, y a la vez causa, de fenómenos cognitivos y emocionales que guían todo comportamiento humano. En relación con...
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  • Lidia Falcón

    Abogada, escritora y feminista

    La campaña continuada de promoción y elogios que el PSOE ha dedicado a publicitar la Ley Orgánica de Medidas Integrales de Violencia de Género –y el nombre ya no es inocente puesto que quien no sea entendido no puede descifrar a que tema se refiere- como el mejor instrumento para proteger a las mujeres maltratadas, ha logrado el efecto deseado: que se considere una legislación perfecta, primera en su género (este sí) y que podría ser perfectamente eficaz si el gobierno comandado por el Partido Popular y una serie de funcionarios machistas no la sabotearan. Esta argumentación se repite...
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  • Soledad Muruaga

    Presidenta de la Asociación Mujeres para la Salud. Socióloga., directora de AMS, activista feminista

    Como afirma Soledad Murillo, la falta de libertad y de autonomía de las mujeres, son la base de la existencia de la violencia de género que ejercen los hombres contra éstas. En nuestro país, los datos indican que un 20% de los hombres ejercen violencia contra sus parejas afectivas, mientras sólo un 2% de las mujeres lo hacen. Más del 90% de las víctimas son mujeres, y más del 90% de los agresores son hombres. Pero está comprobado que, antes de la violencia física, se producen una serie de comportamientos interactivos dentro de la pareja, que son muy difíciles de percibir...
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  • Relaciones de poder

    05/12/2014

    Francisco Abril

    Presidente de Homes Igualitaris y miembro de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AIHGE)

    La violencia de hombres contra mujeres es un problema internacional de salud pública y de derechos humanos. Un 35% de las mujeres del mundo entero han sido víctimas de violencia física y/o sexual, por parte de su pareja o de otros hombres que no son su pareja. Frecuentemente, la violencia de los hombres contra las mujeres comienza en la infancia y representa parte de la socialización masculina. Muchos muchachos son socializados a creer que las mujeres y niñas tienen obligaciones con ellos: cuidar de la casa, cuidar de los hijos/as, tener relaciones sexuales con ellos, aún cuando ellas no...
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  • Eulalia Lledó

    Filóloga, investigadora de los sesgos sexistas e ideológicos de la Lengüa

    La iluminadora ponencia previa de Soledad Murillo habla de una serie de elementos conformardores de la violencia machista que imprescindiblemente hay que tener en cuenta. Entre otros, afirmar que las relaciones personales, especialmente, las de pareja son relaciones de poder; que este tipo de violencia afecta al ámbito privado y al público; que es erróneo considerar que las mujeres son un colectivo o que sus problemas son inherentes al hecho de ser mujeres, así como la confusión entre derechos y necesidades. Incide en las dificultades para afrontar los procesos judiciales, entre ellas, la percepción de que la denuncia es...
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  • Miguel Lorente Acosta

    Médico, profesor universitario, Delegado del Gobierno para la Violencia de Género

    Antes de iniciar mis comentarios quiero felicitar a Soledad Murillo por el texto tan sugerente y estimulante que ha compartido. Me parece muy completo y amplio en el abordaje de las cuestiones planteadas, y centrado en elementos clave, tanto para entender la esencia de las medidas desarrolladas como para comprender las reacciones y críticas que se han levantado ante las iniciativas. Mi intervención podría iniciarla con otra pregunta planteada alrededor de la que nos traslada Soledad, ¿ha llegado el ejercicio democrático basado en el respeto mutuo a la idea de democracia que tenemos?, o lo que es lo mismo, ¿ha...
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  • Regina Bayo-Borrás

    Psicóloga Clínica. Psicoanalista - Presidenta Comisión de Psicoanálisis (Colegio Oficial de Psicología de Cataluña ) – Plan de Salud Mental ( Ayuntamiento de Barcelona)

    Quiero empezar esta aportación al debate de Público sobre la Violencia de Género manifestando gran sintonía con el documento elaborado por Soledad Murillo. De los diferentes vértices que aborda sobre este tema, yo me voy a centrar en los siguientes: 1.- En el que hace referencia a que “las interacciones sentimentales son extraordinariamente complejas.” Efectivamente, en esta complejidad extraordinaria es necesario no perder de vista algunos aspectos psicológicos que influyen en que se pueda dar “un esquema de subordinación y autoridad” entre los miembros de la pareja. Estos esquemas no sólo se producen...
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  • Isabel Serra y Rebeca Moreno

    Isabel Serra, estudiante y feminista de Podemos. Rebeca Moreno, docente y activista social

    Existe un amplio consenso social sobre la gravedad de los casos de violencia machista. De forma general la igualdad "como principio o idea es aceptada sin fisuras", como recalca Soledad Murillo. El asesinato de una media de sesenta mujeres al año en este país es percibido socialmente como un problema de primer orden que aparece en las portadas de la sección de nacional de todos los medios de comunicación: condenamos los hechos, guardamos minutos de silencio y vemos carteles en el metro invitándonos a la tolerancia cero. Es necesario señalar que a este fenómeno no siempre se le ha...
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  • Pilar Vicente

    Escultora. Agente de Igualdad por la UCLM. Agente de detección e intervención en Violencia de Género UCM.

    Cuando hablamos de que la violencia de género tiene una raíz social estamos hablando de cómo se construye nuestro yo más simbólico. El que nos lleva a hacer las elecciones trascendentales que irán marcando nuestra vida. Este constructo cultural genera una expectativa del estilo de que las mujeres vamos a cuidar de los hombres, en el aspecto más amplio de la palabra cuidado: te voy a escuchar, te voy a admirar, te voy a lavar y ordenar tu ropa, te voy a proveer de un “hogar digno” bajando y subiendo las persianas para que no se deteriore la tapicería...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Doctorando en Comunicación e Interculturalidad en la Universidad de Valencia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía. Licenciado en Geografía e Historia.

    Felicito a Público.es por su nuevo tema de Debate, tan de rabiosa actualidad e importancia como todos los anteriores. Dice acertadamente la profesora Soledad Murillo en su Ponencia que «la pareja también es un escenario de poder», que puede estar basado en la subordinación, la autoridad y la desigualdad. Estoy completamente de acuerdo. Desde este convencimiento, hace tiempo me embarqué en la aventura intelectual de investigar qué relaciones de similitud guardaba el sexismo con otras manifestaciones de dominio y de subordinación, como el racismo y el clasismo. Y la verdad es que quedé sorprendido al descubrir cuán semejantes son....
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