La democracia será feminista o no será

  • Isabel Serra y Rebeca Moreno

    Isabel Serra y Rebeca Moreno

    Isabel Serra, estudiante y feminista de Podemos. Rebeca Moreno, docente y activista social

21.11.2014

Debate principal: ¿Ha llegado la democracia a la vida privada?

Existe un amplio consenso social sobre la gravedad de los casos de violencia machista. De forma general la igualdad «como principio o idea es aceptada sin fisuras», como recalca Soledad Murillo. El asesinato de una media de sesenta mujeres al año en este país es percibido socialmente como un problema de primer orden que aparece en las portadas de la sección de nacional de todos los medios de comunicación: condenamos los hechos, guardamos minutos de silencio y vemos carteles en el metro invitándonos a la tolerancia cero. Es necesario señalar que a este fenómeno no siempre se le ha dado la importancia que le damos hoy. Ha sido el feminismo quien ha señalado el carácter estructural de la violencia machista y su función de control sobre todas las mujeres. Gracias a las feministas se ha emprendido la labor de visibilizarlo y y combatirlo al mismo tiempo. De hablar de los “crímenes pasionales” a nombrar las agresiones como violencia de género o machista hay un gran paso a nivel conceptual. La introducción en la agenda feminista internacional ha sido, sin duda, una victoria del feminismo. Ahora bien, los innegables avances se encuentran también frente a numerosas contradicciones
Desde el feminismo se han planteado numerosas críticas a la Ley Integral Contra la Violencia de Género por insuficiente tanto en sus planteamientos como en su financiación. Aún así, más allá de las deficiencias de la ley hay un problema anterior, se han hecho más esfuerzos punitivos que preventivos. Hasta ahora en el Estado Español los avances que se han hecho en materia de violencia machista son fundamentalmente legislativos y de carácter penalista, cuando probablemente se trata de una problemática que requeriría volcar enormes esfuerzos en el terreno de la prevención de la violencia desde la raíz. Esto ha sido criticado tanto desde el movimiento feminista como desde la judicatura. La jueza Manuela Carmena, por ejemplo, sostiene que “la sociedad actual está llegando a tener una saturación absoluta de leyes ”1. Es este terreno, como en cualquier otro, “para solucionar algo lo primero es ver cuáles son las causas del problema, y si no se analizan las causas no se pasa de esa fase previa porque si no podríamos incurrir en errores importantes». Por otra parte, una ley que no se dota de los mecanismos y la financiación suficiente para poder llevar a cabo su implantación, seguimiento y evaluación queda en papel mojado. Hacer leyes es muy barato, desplegar un programa efectivo (planes integrales realizados a partir de la evaluación de los anteriores) para la prevención de la violencia machista requiere un compromiso político fuerte y una dotación material considerable. Los planes, a diferencia de las leyes, “son mucho más elásticos, más participativos y permiten muchísimo mejor su evaluación”. La violencia machista es un fenómeno profundamente incardinado en nuestra sociedad, forma parte de nuestro proceso de socialización2 y es necesario combatirlo desde su raíz: combatiendo la ideología patriarcal en todos los niveles.

Es por eso que «el problema viene cuando la igualdad ha de traducirse en prácticas sociales concretas, en acciones”, como nos advierte Soledad Murillo. Más allá del compromiso genérico con la «igualdad», cuando tratamos de convertir ese principio en algo que produzca efectos sobre la realidad comienzan las resistencias. Que tenemos derecho a ser iguales en oportunidades es de sentido común, visibilizar los obstáculos que lo impiden es terreno de disputa. Si hablamos de la necesidad de erradicar la violencia machista necesitamos comprender en profundidad ese fenómeno y localizar las herramientas teóricas y políticas que necesitamos para combatirlo.

La R.A.E define el feminismo como el «movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres». Es una explicación sencilla, pero probablemente deje fuera una parte fundamental del problema. El feminismo, no está de más recordarlo, es un movimiento social, político y cultural que ha tenido por objeto la lucha contra el patriarcado. Para Marta Fontenla «El patriarcado puede definirse como un sistema de relaciones sociales sexo–políticas basadas en diferentes instituciones públicas y privadas y en la solidaridad interclases e intragénero instaurado por los varones, quienes como grupo social y en forma individual y colectiva, oprimen a las mujeres también en forma individual y colectiva y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia3».

Sólo partiendo de un marco conceptual riguroso podemos entender la violencia machista como lo que es: no es algo que ocurre entre dos personas, sino un conjunto de dispositivos que provocan que las mujeres sufran constantemente un violencia que es estructural. Se trata de una forma de control que el patriarcado ejerce sobre todas las mujeres y en muy diversos grados; forma parte del engranaje mismo de nuestras vidas, bien porque la sufrimos directamente, bien porque nos ronda la constante amenaza de poder sufrirla.

El feminismo nos ha enseñado que visibilizar las opresiones es el primer paso para combatirlas. Nos ha enseñado, también, que construir la igualdad sólo es posible a partir de la constatación de la desigualdad y la dominación de unos sobre otras. Para poner en marcha mecanismos que nos permitan tener vidas libres de cualquier violencia necesitamos explicar por qué es imposible tener las mismas oportunidades que los hombres en un contexto patriarcal.  Dicho de otra forma, necesitamos el feminismo, necesitamos, casi, estar orgullosas de ser feministas, porque sólo desde el feminismo podemos hacer un análisis completo de la realidad.  Más allá de luchar «por la igualdad» necesitamos reivindicar el legado feminista, las luchas que nos han traído hasta aquí y que nos llevarán a mejores lugares. El peligro (aunque también la potencia) de los significantes difusos radica en su ambigüedad. En nombre de la «igualdad» grupos neomachistas tratan de combatir la acción positiva (discriminación positiva), y de paso niegan la violencia machista como una realidad. Como  dice  Celia Amorós “en el feminismo conceptualizar siempre es  politizar. Por eso es tan importante conceptualizar y tratar de  conceptualizar bien4”.

De este modo, más allá del plano conceptual, pero en relación con el concepto de “feminismo”, luchar contra la violencia machista implica  mejorar las condiciones materiales de las mujeres. La  violencia machista no puede ser entendida como una circunstancia al margen de las condiciones sociales, políticas y económicas en las que vivimos. Es necesario, como dice Soledad Murillo «profundizar en la violencia como una relación que se deriva de una posición de inferioridad en una estructura que son los factores de la desigualdad». La igualdad jurídica no será efectiva sin igualdad económica. ¿Cómo se hace eso?, con gasto público, con educación, con profesionales instruídos en cuestiones de violencia de género, con protocolos destinados a las facultades de atención primaria que comprendan por qué una mujer tarda días en denunciar una agresión (o más bien por qué no suelen denunciar), con jueces que sean educados en materia de desigualdad de género. Se hace, también, replanteando la división sexual del trabajo y la discriminación laboral; construyendo un mundo en el que no seamos las mujeres quienes sufrimos en mayor grado la precariedad, quienes nos responsabilizamos del trabajo de cuidar a nuestros hijos, a nuestros maridos, a nuestras madres, a las personas dependientes. En este sentido, la aprobación de los presupuestos generales del Estado para el 20155 va en sentido contrario a las políticas que necesitamos: retrocediendo en progresividad, sin aumentar prácticamente la financiación al “Programa de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres” (que sólo alcanza el 55% respecto a 2009), o al programa “Actuaciones para la prevención integral de la violencia de género”(que sólo alcanza el 77% de lo que tenía en 2009), o sin un aumento significativo del el gasto en ayuda a la dependencia después del gran recorte desde el RD-Ley 20/2012.

Vivimos tiempos de grandes cambios en los que tenemos oportunidades que nunca pensábamos que estarían tan cerca. Se abren procesos constityentes y de deliberación en la ciudadanía, en los movimientos sociales y en todas las fuerzas políticas. De la interacción de estos actores, de las apuestas, de los aciertos y los errores, de las formas de hacer política y de relacionarnos, de si construimos movimientos capaces de empoderar a la ciudadanía y a las mujeres como parte de esta, y de las prioridades que nos marquemos dependerá la posibilidad de construir otra democracia, otro modelo social, económimo y politico y otra forma de vida. Una democracia sustentada en un concepto de ciudadanía inclusivo, que tenga como prioritario combatir los efectos que resultan de la estructura patriarcal (tanto en lo publico como en lo privado), y que sea entendida como el mutuo respeto del que nos habla Soledad Murillo, sólo será posible con el feminismo. Una democracia de ciudadanas y ciudadanos libres (libres de violencia y libres para desarrollar su proyecto de vida) es aquella que garatiza, interviniendo contra los obstáculos que la realidad patriarcal impone, las mismas oportunidades para todo el mundo. La democracia será feminista o no será.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Joanna G Grenzner

    Periodista. Experta en género y comunicación de organizaciones

    Mientras aumentan los asesinatos machistas, la Ley de Medidas Integrales contra la Violencia de Género cumple diez años de funcionamiento entre recortes presupuestarios y desmantelamiento de los recursos y dispositivos para prevenir y erradicar las violencias de género. Aunque insuficientes, las políticas y recursos que hoy corren serio peligro son fruto de décadas de trabajo, movilización e incidencia de las redes y organizaciones feministas, que vienen apoyando a las mujeres para salir de relaciones violentas desde la época en que no había protocolos o recursos de atención, y que ahora siguen amortiguando el impacto de las...
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  • Ángeles De la Concha

    Catedrática Filología Inglesa, UNED

    El análisis que hace Soledad es muy esclarecedor y pone de relieve las dificultades de todo tipo para poder resolver el problema de la violencia de género que sufren las mujeres. Lo suscribo punto por punto. Lo iría comentando porque no tiene desperdicio pero me parece mejor recomendar su lectura despacio porque habla por sí solo. Plantea con toral claridad y lucidez la problemática que hace tan difícil la empresa de acabar con esta violencia que sufren tantas mujeres y de la que se habla mucho pero contra la que se hace, de verdad, poco. Por aportar algún dato esperanzador,...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    En mi primera aportación al Debate di cuenta de cómo el sexismo se fundamenta en una concepción antropológica particular, de carácter naturalista o biologicista; concepción que es también utilizada por el racismo y el clasismo como recurso persuasivo de cara a legitimar otras tantas formas de dominación social. Pero no basta con explicar y denunciar tales expresiones de pensamiento alienante, pues la crítica negativa sólo sirve para erigir resistencias y es incapaz por sí sola de orientar un nuevo orden de cosas. Necesitamos por ello una concepción antropológica alternativa, un discurso propositivo que afirme una forma diferente de entender la...
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  • Mercedes Bengoechea

    Filóloga, Universidad Alcalá. Investigadora en Comunicación y Género

    Me parece magnífica la síntesis del recorrido de la ley contra la violencia de género que ha presentado Soledad Murillo. Déjenme que aborde el tema desde una perspectiva diferente a las de los comentarios anteriores, no con ánimo de disentir, sino, por el contrario y humildemente, en un intento de reforzar y complementar el caleidoscopio de visiones ofrecidas. Para ello partiré de una investigación que se realizó en 2008 en Escocia. El estudio, dirigido por Nancy Lombard, pretendía medir la percepción de distintos grados de violencia por parte de escolares de primaria de Escocia de entre 10 y 12 años(1)...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Me alegra mucho el vuelo que ha tomado la discusión sobre la violencia de género y el feminismo con este Debate promovido por Público.es, al que sin duda le ha prestado mucha fuerza el estupendo Documento programático elaborado por Vicenç Navaro y Juan Torres para Podemos, y al que esperamos le sigan más propuestas desde otras fuerzas de izquierda. Lo bueno de los debates es que no sólo nos permiten avanzar en la comprensión de los problemas sociales, sino también darnos cuenta de nuestras carencias e, incluso, de nuestros errores. Todos sin excepción somos reos de tales culpas. Desde esta...
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  • Julia Pérez

    Unión de Asociaciones Familiares. UNAL

    Compartimos el planteamiento de Soledad Murillo sobre la violencia de género como manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres, así como sus valoraciones sobre la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, sobre los cambios legislativos absolutamente lesivos para las víctimas y la degradación de la igualdad mediante el alejamiento de la coeducación y la privación de recursos. Nos gustaría detenernos en el asunto de la mediación, en el que somos una organización experta y pionera en España, para expresar con rotundidad que la mediación es incompatible con los casos...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Seguí el estupendo debate sobre la violencia de género retransmitido por Público.TV, y en él se planteó la disyuntiva de si este gravísimo problema respondía a causas subjetivas u objetivas. En mi opinión a ambas cosas, como ocurre con todo fenómeno social. Por un lado la violencia de género se sustenta en unas relaciones sociales de dominación objetivas, y que llevan impreso, en dosis variables, el marchamo de la discriminación, la segregación y la exclusión. Por otro lado estas relaciones sociales son resultado, y a la vez causa, de fenómenos cognitivos y emocionales que guían todo comportamiento humano. En relación con...
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  • Lidia Falcón

    Abogada, escritora y feminista

    La campaña continuada de promoción y elogios que el PSOE ha dedicado a publicitar la Ley Orgánica de Medidas Integrales de Violencia de Género –y el nombre ya no es inocente puesto que quien no sea entendido no puede descifrar a que tema se refiere- como el mejor instrumento para proteger a las mujeres maltratadas, ha logrado el efecto deseado: que se considere una legislación perfecta, primera en su género (este sí) y que podría ser perfectamente eficaz si el gobierno comandado por el Partido Popular y una serie de funcionarios machistas no la sabotearan. Esta argumentación se repite...
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  • Soledad Muruaga

    Presidenta de la Asociación Mujeres para la Salud. Socióloga., directora de AMS, activista feminista

    Como afirma Soledad Murillo, la falta de libertad y de autonomía de las mujeres, son la base de la existencia de la violencia de género que ejercen los hombres contra éstas. En nuestro país, los datos indican que un 20% de los hombres ejercen violencia contra sus parejas afectivas, mientras sólo un 2% de las mujeres lo hacen. Más del 90% de las víctimas son mujeres, y más del 90% de los agresores son hombres. Pero está comprobado que, antes de la violencia física, se producen una serie de comportamientos interactivos dentro de la pareja, que son muy difíciles de percibir...
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  • Relaciones de poder

    05/12/2014

    Francisco Abril

    Presidente de Homes Igualitaris y miembro de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AIHGE)

    La violencia de hombres contra mujeres es un problema internacional de salud pública y de derechos humanos. Un 35% de las mujeres del mundo entero han sido víctimas de violencia física y/o sexual, por parte de su pareja o de otros hombres que no son su pareja. Frecuentemente, la violencia de los hombres contra las mujeres comienza en la infancia y representa parte de la socialización masculina. Muchos muchachos son socializados a creer que las mujeres y niñas tienen obligaciones con ellos: cuidar de la casa, cuidar de los hijos/as, tener relaciones sexuales con ellos, aún cuando ellas no...
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  • Eulalia Lledó

    Filóloga, investigadora de los sesgos sexistas e ideológicos de la Lengüa

    La iluminadora ponencia previa de Soledad Murillo habla de una serie de elementos conformardores de la violencia machista que imprescindiblemente hay que tener en cuenta. Entre otros, afirmar que las relaciones personales, especialmente, las de pareja son relaciones de poder; que este tipo de violencia afecta al ámbito privado y al público; que es erróneo considerar que las mujeres son un colectivo o que sus problemas son inherentes al hecho de ser mujeres, así como la confusión entre derechos y necesidades. Incide en las dificultades para afrontar los procesos judiciales, entre ellas, la percepción de que la denuncia es...
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  • Miguel Lorente Acosta

    Médico, profesor universitario, Delegado del Gobierno para la Violencia de Género

    Antes de iniciar mis comentarios quiero felicitar a Soledad Murillo por el texto tan sugerente y estimulante que ha compartido. Me parece muy completo y amplio en el abordaje de las cuestiones planteadas, y centrado en elementos clave, tanto para entender la esencia de las medidas desarrolladas como para comprender las reacciones y críticas que se han levantado ante las iniciativas. Mi intervención podría iniciarla con otra pregunta planteada alrededor de la que nos traslada Soledad, ¿ha llegado el ejercicio democrático basado en el respeto mutuo a la idea de democracia que tenemos?, o lo que es lo mismo, ¿ha...
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  • Regina Bayo-Borrás

    Psicóloga Clínica. Psicoanalista - Presidenta Comisión de Psicoanálisis (Colegio Oficial de Psicología de Cataluña ) – Plan de Salud Mental ( Ayuntamiento de Barcelona)

    Quiero empezar esta aportación al debate de Público sobre la Violencia de Género manifestando gran sintonía con el documento elaborado por Soledad Murillo. De los diferentes vértices que aborda sobre este tema, yo me voy a centrar en los siguientes: 1.- En el que hace referencia a que “las interacciones sentimentales son extraordinariamente complejas.” Efectivamente, en esta complejidad extraordinaria es necesario no perder de vista algunos aspectos psicológicos que influyen en que se pueda dar “un esquema de subordinación y autoridad” entre los miembros de la pareja. Estos esquemas no sólo se producen...
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  • Isabel Serra y Rebeca Moreno

    Isabel Serra, estudiante y feminista de Podemos. Rebeca Moreno, docente y activista social

    Existe un amplio consenso social sobre la gravedad de los casos de violencia machista. De forma general la igualdad "como principio o idea es aceptada sin fisuras", como recalca Soledad Murillo. El asesinato de una media de sesenta mujeres al año en este país es percibido socialmente como un problema de primer orden que aparece en las portadas de la sección de nacional de todos los medios de comunicación: condenamos los hechos, guardamos minutos de silencio y vemos carteles en el metro invitándonos a la tolerancia cero. Es necesario señalar que a este fenómeno no siempre se le ha...
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  • Pilar Vicente

    Escultora. Agente de Igualdad por la UCLM. Agente de detección e intervención en Violencia de Género UCM.

    Cuando hablamos de que la violencia de género tiene una raíz social estamos hablando de cómo se construye nuestro yo más simbólico. El que nos lleva a hacer las elecciones trascendentales que irán marcando nuestra vida. Este constructo cultural genera una expectativa del estilo de que las mujeres vamos a cuidar de los hombres, en el aspecto más amplio de la palabra cuidado: te voy a escuchar, te voy a admirar, te voy a lavar y ordenar tu ropa, te voy a proveer de un “hogar digno” bajando y subiendo las persianas para que no se deteriore la tapicería...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Doctorando en Comunicación e Interculturalidad en la Universidad de Valencia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía. Licenciado en Geografía e Historia.

    Felicito a Público.es por su nuevo tema de Debate, tan de rabiosa actualidad e importancia como todos los anteriores. Dice acertadamente la profesora Soledad Murillo en su Ponencia que «la pareja también es un escenario de poder», que puede estar basado en la subordinación, la autoridad y la desigualdad. Estoy completamente de acuerdo. Desde este convencimiento, hace tiempo me embarqué en la aventura intelectual de investigar qué relaciones de similitud guardaba el sexismo con otras manifestaciones de dominio y de subordinación, como el racismo y el clasismo. Y la verdad es que quedé sorprendido al descubrir cuán semejantes son....
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