El largo camino oculto de la ley de la violencia

  • Lidia Falcón

    Lidia Falcón

    Abogada, escritora y feminista

15.12.2014

Debate principal: ¿Ha llegado la democracia a la vida privada?

La campaña continuada de promoción y elogios que el PSOE ha dedicado a publicitar la Ley Orgánica de Medidas Integrales de Violencia de Género –y el nombre ya no es inocente puesto que quien no sea entendido no puede descifrar a que tema se refiere- como el mejor instrumento para proteger a las mujeres maltratadas, ha logrado el efecto deseado: que se considere una legislación perfecta, primera en su género (este sí) y que podría ser perfectamente eficaz si el gobierno comandado por el Partido Popular y una serie de funcionarios machistas no la sabotearan.
Esta argumentación se repite desde hace tres años, sin que las organizaciones mujeres vinculadas al PSOE tengan la honradez de reconocer que después de que la Ley cumpla éste diez años la violencia no ha descendido un ápice desde su implementación. El resto de los partidos de izquierda sienten la más inalterable indiferencia por el tema. Y solamente sectores del Movimiento Feminista que no hemos sido nunca adeptas a la mencionada ley pedimos, insistentemente y sin ningún éxito, una reforma fundamental para hacerla realmente útil en la prevención y punición del delito.
En la defensa de la ley coinciden sospechosamente tanto el PSOE como el PP. El primero porque se atribuye el mérito de haberla redactado y de haberla consensuado con tanto éxito que consiguió hacerla aprobar por unanimidad de todos los partidos. El segundo porque teniendo poca o ninguna voluntad de luchar contra la masacre de las mujeres, ya le va bien una legislación incompleta, mal redactada y de objetivos ambiguos como esta.
Pero el currículum oculto de la norma, que va a tener el dudoso mérito de ser la más inútil de todas las que se han aprobado en el periodo democrático, es mucho más largo y complejo de lo que publicitan sus adeptas y supuestas autoras.
En 1983 regresé de EEUU con un proyecto de ley de violencia, inspirado entonces en la que regía en el Estado de Nueva York, con el propósito de hacerla aprobar en España. Diez años tardamos desde el Partido Feminista que llegara el proyecto a la mesa del Consejo de Ministros, porque los sucesivos gobiernos del PSOE, recién triunfante en las elecciones, ni siquiera quisieron mirarlo. Solo cuando Cristina Alberdi fue Ministra de Asuntos Sociales ella se atrevió a presentar el texto que habíamos elaborado, sin éxito tampoco porque los ilustres ministros socialistas consideraron que con aquellas normas se estaba perjudicando a los hombres. Y se acabó la legislatura.
A partir de ese momento, la indiferencia y el desinterés que por el tema habían mostrado las notables dirigentes del PSOE, se tornó en activismo e impaciencia para impulsar la aprobación de la ley, como uno de los motivos importantes con los que hacer oposición. El proyecto de ley que habíamos elaborado concienzudamente entre el Partido Feminista de Euskadi, el Partit Feminista de Catalunya, el Partit Feminista de Valencia y diversos colectivos feministas con los que nos reunimos y con las aportaciones de abogadas y fiscalas a las que pedimos su consejo, fue tratado por las diputadas del Grupo socialista con el desdén y la displicencia que utilizan contra nosotras. Fueron inútiles nuestros argumentos, el proyecto de ley que se presentó en la Cámara de Diputados adolecía ya de los defectos que padece la que se aprobó en 2004, cuando habiendo ganado las elecciones Rodríguez Zapatero, en un alarde de feminismo, la asumió y la defendió.
El resultado lo padecemos ahora. La ley aprobada posee una larga, farragosa y flatulenta Exposición de Motivos en la que se describe la llamada violencia de género que da lugar a que el artículo 1 considere que esa violencia es especial y única cuando la ejerce el hombre casado o ajuntado permanentemente con la víctima, por la actitud de preeminencia y opresión que, históricamente, los hombres han adoptado frente a las mujeres. El resultado ha sido que los jueces, con doctrina del Tribunal Supremo incluso, pueden pedirle –y de hecho lo hacen a menudo- a la denunciante que demuestre que el maltrato se ha producido por el desprecio que el marido siente contra ella. Tan difícil prueba de una actitud más que de una conducta, negada por supuesto por el maltratador, lleva a la absolución a la mayoría de los casos. Cómo la Ley no exige que la mujer tenga el asesoramiento legal desde el momento de la denuncia, sino que es el denunciado el que lo debe disfrutar, en la policía y en las declaraciones subsiguientes en los juzgados como a los juicios rápidos la víctima suele ir sola.
El resultado es que el 55% de las denuncias se archiva en el juzgado sin más trámite. Del 45% restante se condena al 70%, mediante una componenda entre el fiscal y el abogado del maltratador. Con lo que únicamente el 38% de los denunciados son condenados, y a penas que no exceden de 2 años, con lo que no se cumplen, sustituidas por una ficción llamada “trabajos en beneficio de la comunidad” que nadie sabe en qué consisten. En un estudio realizado por unas profesoras de la Universidad de Barcelona se sacó la conclusión de que una mujer maltratada solo tiene un 6% de posibilidades de ver a su verdugo en la cárcel.
Añadamos aquí el pecado capital de la Ley: Sólo ampara, como he dicho a la mujer que tenga un vínculo sentimental con el maltratador. Ninguna otra: madre, hermana, cuñada, suegra, hija, vecina, desconocida o prostituta es digna de ser tenida en cuenta para aplicarle los beneficios de la Ley.
En este año, que aún no acaba, 30 mujeres han sido asesinadas por sus hijos, una de ellas lo fue por el marido y el hijo, pero no entraron en el catálogo de víctimas de violencia de género porque la Ley no las incluye. Al ser la madre, y no tener ninguna relación sentimental con el asesino no merecen la protección legal.
Un tío estuvo acosando sexualmente a su sobrina de 13 años hasta que, ante su rechazo, la asesinó. Esa niña no es víctima de violencia de género al no ser ni la esposa ni la pareja estable del criminal.
Los niños asesinados por su padre, como los de José Bretón, las niñas Andrea, Amets y Sara, por mencionar únicamente los más recientes, cuyas madres pidieron repetidas veces protección judicial, sin obtenerla, no eran merecedores del amparo de la Ley, ya que no constituían la pareja del verdugo.
Decenas de mujeres prostituidas son asesinadas cada año por su proxeneta, chulo, macarra o cliente, sin que entren en la fúnebre lista de víctimas de violencia de género, porque ninguna relación sentimental las unía a su asesino.
Cientos de miles de mujeres, adolescentes y niñas son traficadas para la prostitución en España. Los cálculos conservadores dicen que 500.000 cada año entran por todas las fronteras para ser vendidas y esclavizadas en nuestro país y en el resto de Europa. Pero tales delitos no constituyen violencia de género, sino el más específico de trata con fines de explotación sexual, porque al parecer esas mujeres no pueden ser consideradas igual que las demás víctimas de violencia de género.
Una muchacha era víctima del acoso sexual de un vecino que la perseguía en la escalera, en el vestíbulo de la finca y en el ascensor. Después de denunciarlo, únicamente se le condenó a una multa en un juicio de faltas y siguió viviendo en el mismo rellano de la finca donde la joven lo veía cada día. No se dictó orden de alejamiento porque no era víctima de violencia de género.
UGT publica cada año un informe en el que afirma que el 75% de las trabajadoras sufre acoso sexual en el trabajo. Pero estas no son víctimas de violencia de género, por tanto no merecen protección especial.
Por supuesto la violencia económica, la laboral y la institucional no tienen cabida en el texto legal. Así, los jueces y fiscales, los policías y Guardias Civiles que no atienden las denuncias, que se niegan a tramitar los procesos, que archivan las causas de maltrato, que absuelven al acusado por falta de pruebas sin realizar una investigación profunda de la situación de la maltratada, no tienen ninguna responsabilidad en el asesinato de la víctima después de que esta haya acudido en repetidas ocasiones a solicitar el amparo judicial.
Cientos de policías no atienden las denuncias de maltrato interpuestas por las víctimas, a las que aconsejan que no inicien un proceso que destrozará a la familia, llevará a su marido a la cárcel y dejará a los hijos sin padre. Pero esos funcionarios no son responsables de causar violencia alguna a las que acuden en busca de amparo institucional.
Miles de honrados ciudadanos y ciudadanas escuchan desde su casa los golpes y gritos de alguna vecina que es brutalmente apaleada por su marido sin que intervengan para detener la agresión, ni aún telefoneen a la policía escudándose en el anonimato. Cuando la víctima es asesinada se atreven a declarar en la televisión que el crimen “se veía venir dadas las palizas que recibía la mujer”, sin que puedan ser denunciados por denegación de auxilio, delito que sí existe para quien no ayuda a un accidentado en carretera.
Porque ninguna de estas violencias está recogida en la que, con todo descaro, llaman “Ley Integral de Violencia de Género”. Y por tanto no pasan a engrosar el número de víctimas que conmemoramos cada 25 de noviembre.
Miles de esposas son despojadas de su casa y de toda ayuda económica y miles de madres están sufriendo la retirada de la custodia de sus hijos, en procesos de divorcio sentenciados por jueces y juezas machistas, a los que esa espúrea invención del SAP (Síndrome de Alienación Parental) ha convencido de la maldad intrínseca de las mujeres, después de que forenses, psicólogos y asistentes sociales hayan emitido dictámenes aprobando la conducta del marido y repudiado la de la esposa. Pero nadie puede acusar de violencia institucional a tales funcionarios de la Administración de Justicia, simplemente porque tal delito no existe en el articulado de la ley.
Cientos de miles de trabajadoras son despedidas por el empresario cuando quedan embarazadas, cuando no atienden los requerimientos sexuales de su jefe o de otro trabajador con influencia en la empresa o cuando interesa amortizar un puesto de trabajo, y millones de empleadas de todas las clases perciben hasta un 30 y 40% menos de sueldo que sus compañeros varones en el mismo puesto de trabajo. Pero tal discriminación no puede catalogarse como violencia de género.
Pero el defecto más grave que puede atribuirse a la dichosa Ley es que mantiene la exigencia de la carga de la prueba sobre la víctima, del mismo modo que la Ley de Trata con Fines de explotación sexual. Y con tales mimbres es imposible construir el cesto. La ONU ha declarado que “la violencia contra la mujer es el crimen encubierto más numeroso del mundo”. Y como tal, como crimen encubierto que se produce en la intimidad del domicilio común o del prostíbulo es el más difícil de probar. Mientras los sabihondos juristas de este país no cambien el mantra de la presunción de inocencia en estos delitos como han hecho con la ley laboral y, sorprendentemente, con la Ley de Igualdad, no será posible avanzar en la protección de las mujeres.
Al mismo tiempo las estadísticas son engañosas. El número de las que se dicen asesinadas es falso. Las que mueren después de meses de haber sufrido diversas heridas por la mano de su verdugo no se cuentan en esa macabra lista. Las que se suicidan en la desesperación de no encontrar salida a su angustiosa situación no se inscriben en la cuenta. Las que mueren por enfermedades producidas por el maltrato no existen como víctimas de violencia de “género”.
Por supuesto, a los imperativos legales se añaden las carencias económicas y estructurales. En una Administración de Justicia en la que muchos juzgados no tienen fotocopiadora, en los que se amontonan los expedientes en las estanterías, en el suelo, en el váter, en los pasillos, doblados por la humedad y corroídos por las ratas. Donde el agente judicial a veces no puede salir a entregar las citaciones porque no tiene dinero para el autobús. Donde faltan jueces, fiscales, oficiales, trabajadoras sociales, forenses y hasta policías. Donde, debido, a esta timorata distribución territorial de las competencias judiciales se han instalado SEIS sistemas informáticos diferentes en las diferentes Comunidades, que son incompatibles entre sí, es imposible pensar que se va a proteger a las mujeres maltratadas ni aún a administrar justicia.
En comisarías donde el minúsculo vestíbulo impide separar a la víctima del verdugo, donde el agente o el número de la Guardia Civil apenas saber escribir, ni en el ordenador ni a mano, y en unas instituciones donde apenas se dan cursos de preparación al tema, obviado el feminismo como un peligro, es imposible esperar protección para las más indefensas e ignorantes.
En tales condiciones, la realidad siempre es más tozuda que la ideología y los intereses partidarios y electorales, resulta imposible asegurar que la Ley de Violencia de Género es buena y que su recorrido en estos diez años, con 775 asesinadas, ha sido un éxito.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Joanna G Grenzner

    Periodista. Experta en género y comunicación de organizaciones

    Mientras aumentan los asesinatos machistas, la Ley de Medidas Integrales contra la Violencia de Género cumple diez años de funcionamiento entre recortes presupuestarios y desmantelamiento de los recursos y dispositivos para prevenir y erradicar las violencias de género. Aunque insuficientes, las políticas y recursos que hoy corren serio peligro son fruto de décadas de trabajo, movilización e incidencia de las redes y organizaciones feministas, que vienen apoyando a las mujeres para salir de relaciones violentas desde la época en que no había protocolos o recursos de atención, y que ahora siguen amortiguando el impacto de las...
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  • Ángeles De la Concha

    Catedrática Filología Inglesa, UNED

    El análisis que hace Soledad es muy esclarecedor y pone de relieve las dificultades de todo tipo para poder resolver el problema de la violencia de género que sufren las mujeres. Lo suscribo punto por punto. Lo iría comentando porque no tiene desperdicio pero me parece mejor recomendar su lectura despacio porque habla por sí solo. Plantea con toral claridad y lucidez la problemática que hace tan difícil la empresa de acabar con esta violencia que sufren tantas mujeres y de la que se habla mucho pero contra la que se hace, de verdad, poco. Por aportar algún dato esperanzador,...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    En mi primera aportación al Debate di cuenta de cómo el sexismo se fundamenta en una concepción antropológica particular, de carácter naturalista o biologicista; concepción que es también utilizada por el racismo y el clasismo como recurso persuasivo de cara a legitimar otras tantas formas de dominación social. Pero no basta con explicar y denunciar tales expresiones de pensamiento alienante, pues la crítica negativa sólo sirve para erigir resistencias y es incapaz por sí sola de orientar un nuevo orden de cosas. Necesitamos por ello una concepción antropológica alternativa, un discurso propositivo que afirme una forma diferente de entender la...
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  • Mercedes Bengoechea

    Filóloga, Universidad Alcalá. Investigadora en Comunicación y Género

    Me parece magnífica la síntesis del recorrido de la ley contra la violencia de género que ha presentado Soledad Murillo. Déjenme que aborde el tema desde una perspectiva diferente a las de los comentarios anteriores, no con ánimo de disentir, sino, por el contrario y humildemente, en un intento de reforzar y complementar el caleidoscopio de visiones ofrecidas. Para ello partiré de una investigación que se realizó en 2008 en Escocia. El estudio, dirigido por Nancy Lombard, pretendía medir la percepción de distintos grados de violencia por parte de escolares de primaria de Escocia de entre 10 y 12 años(1)...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Me alegra mucho el vuelo que ha tomado la discusión sobre la violencia de género y el feminismo con este Debate promovido por Público.es, al que sin duda le ha prestado mucha fuerza el estupendo Documento programático elaborado por Vicenç Navaro y Juan Torres para Podemos, y al que esperamos le sigan más propuestas desde otras fuerzas de izquierda. Lo bueno de los debates es que no sólo nos permiten avanzar en la comprensión de los problemas sociales, sino también darnos cuenta de nuestras carencias e, incluso, de nuestros errores. Todos sin excepción somos reos de tales culpas. Desde esta...
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  • Julia Pérez

    Unión de Asociaciones Familiares. UNAL

    Compartimos el planteamiento de Soledad Murillo sobre la violencia de género como manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres, así como sus valoraciones sobre la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, sobre los cambios legislativos absolutamente lesivos para las víctimas y la degradación de la igualdad mediante el alejamiento de la coeducación y la privación de recursos. Nos gustaría detenernos en el asunto de la mediación, en el que somos una organización experta y pionera en España, para expresar con rotundidad que la mediación es incompatible con los casos...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Seguí el estupendo debate sobre la violencia de género retransmitido por Público.TV, y en él se planteó la disyuntiva de si este gravísimo problema respondía a causas subjetivas u objetivas. En mi opinión a ambas cosas, como ocurre con todo fenómeno social. Por un lado la violencia de género se sustenta en unas relaciones sociales de dominación objetivas, y que llevan impreso, en dosis variables, el marchamo de la discriminación, la segregación y la exclusión. Por otro lado estas relaciones sociales son resultado, y a la vez causa, de fenómenos cognitivos y emocionales que guían todo comportamiento humano. En relación con...
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  • Lidia Falcón

    Abogada, escritora y feminista

    La campaña continuada de promoción y elogios que el PSOE ha dedicado a publicitar la Ley Orgánica de Medidas Integrales de Violencia de Género –y el nombre ya no es inocente puesto que quien no sea entendido no puede descifrar a que tema se refiere- como el mejor instrumento para proteger a las mujeres maltratadas, ha logrado el efecto deseado: que se considere una legislación perfecta, primera en su género (este sí) y que podría ser perfectamente eficaz si el gobierno comandado por el Partido Popular y una serie de funcionarios machistas no la sabotearan. Esta argumentación se repite...
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  • Soledad Muruaga

    Presidenta de la Asociación Mujeres para la Salud. Socióloga., directora de AMS, activista feminista

    Como afirma Soledad Murillo, la falta de libertad y de autonomía de las mujeres, son la base de la existencia de la violencia de género que ejercen los hombres contra éstas. En nuestro país, los datos indican que un 20% de los hombres ejercen violencia contra sus parejas afectivas, mientras sólo un 2% de las mujeres lo hacen. Más del 90% de las víctimas son mujeres, y más del 90% de los agresores son hombres. Pero está comprobado que, antes de la violencia física, se producen una serie de comportamientos interactivos dentro de la pareja, que son muy difíciles de percibir...
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  • Relaciones de poder

    05/12/2014

    Francisco Abril

    Presidente de Homes Igualitaris y miembro de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AIHGE)

    La violencia de hombres contra mujeres es un problema internacional de salud pública y de derechos humanos. Un 35% de las mujeres del mundo entero han sido víctimas de violencia física y/o sexual, por parte de su pareja o de otros hombres que no son su pareja. Frecuentemente, la violencia de los hombres contra las mujeres comienza en la infancia y representa parte de la socialización masculina. Muchos muchachos son socializados a creer que las mujeres y niñas tienen obligaciones con ellos: cuidar de la casa, cuidar de los hijos/as, tener relaciones sexuales con ellos, aún cuando ellas no...
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  • Eulalia Lledó

    Filóloga, investigadora de los sesgos sexistas e ideológicos de la Lengüa

    La iluminadora ponencia previa de Soledad Murillo habla de una serie de elementos conformardores de la violencia machista que imprescindiblemente hay que tener en cuenta. Entre otros, afirmar que las relaciones personales, especialmente, las de pareja son relaciones de poder; que este tipo de violencia afecta al ámbito privado y al público; que es erróneo considerar que las mujeres son un colectivo o que sus problemas son inherentes al hecho de ser mujeres, así como la confusión entre derechos y necesidades. Incide en las dificultades para afrontar los procesos judiciales, entre ellas, la percepción de que la denuncia es...
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  • Miguel Lorente Acosta

    Médico, profesor universitario, Delegado del Gobierno para la Violencia de Género

    Antes de iniciar mis comentarios quiero felicitar a Soledad Murillo por el texto tan sugerente y estimulante que ha compartido. Me parece muy completo y amplio en el abordaje de las cuestiones planteadas, y centrado en elementos clave, tanto para entender la esencia de las medidas desarrolladas como para comprender las reacciones y críticas que se han levantado ante las iniciativas. Mi intervención podría iniciarla con otra pregunta planteada alrededor de la que nos traslada Soledad, ¿ha llegado el ejercicio democrático basado en el respeto mutuo a la idea de democracia que tenemos?, o lo que es lo mismo, ¿ha...
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  • Regina Bayo-Borrás

    Psicóloga Clínica. Psicoanalista - Presidenta Comisión de Psicoanálisis (Colegio Oficial de Psicología de Cataluña ) – Plan de Salud Mental ( Ayuntamiento de Barcelona)

    Quiero empezar esta aportación al debate de Público sobre la Violencia de Género manifestando gran sintonía con el documento elaborado por Soledad Murillo. De los diferentes vértices que aborda sobre este tema, yo me voy a centrar en los siguientes: 1.- En el que hace referencia a que “las interacciones sentimentales son extraordinariamente complejas.” Efectivamente, en esta complejidad extraordinaria es necesario no perder de vista algunos aspectos psicológicos que influyen en que se pueda dar “un esquema de subordinación y autoridad” entre los miembros de la pareja. Estos esquemas no sólo se producen...
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  • Isabel Serra y Rebeca Moreno

    Isabel Serra, estudiante y feminista de Podemos. Rebeca Moreno, docente y activista social

    Existe un amplio consenso social sobre la gravedad de los casos de violencia machista. De forma general la igualdad "como principio o idea es aceptada sin fisuras", como recalca Soledad Murillo. El asesinato de una media de sesenta mujeres al año en este país es percibido socialmente como un problema de primer orden que aparece en las portadas de la sección de nacional de todos los medios de comunicación: condenamos los hechos, guardamos minutos de silencio y vemos carteles en el metro invitándonos a la tolerancia cero. Es necesario señalar que a este fenómeno no siempre se le ha...
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  • Pilar Vicente

    Escultora. Agente de Igualdad por la UCLM. Agente de detección e intervención en Violencia de Género UCM.

    Cuando hablamos de que la violencia de género tiene una raíz social estamos hablando de cómo se construye nuestro yo más simbólico. El que nos lleva a hacer las elecciones trascendentales que irán marcando nuestra vida. Este constructo cultural genera una expectativa del estilo de que las mujeres vamos a cuidar de los hombres, en el aspecto más amplio de la palabra cuidado: te voy a escuchar, te voy a admirar, te voy a lavar y ordenar tu ropa, te voy a proveer de un “hogar digno” bajando y subiendo las persianas para que no se deteriore la tapicería...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Doctorando en Comunicación e Interculturalidad en la Universidad de Valencia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía. Licenciado en Geografía e Historia.

    Felicito a Público.es por su nuevo tema de Debate, tan de rabiosa actualidad e importancia como todos los anteriores. Dice acertadamente la profesora Soledad Murillo en su Ponencia que «la pareja también es un escenario de poder», que puede estar basado en la subordinación, la autoridad y la desigualdad. Estoy completamente de acuerdo. Desde este convencimiento, hace tiempo me embarqué en la aventura intelectual de investigar qué relaciones de similitud guardaba el sexismo con otras manifestaciones de dominio y de subordinación, como el racismo y el clasismo. Y la verdad es que quedé sorprendido al descubrir cuán semejantes son....
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