Salir del euro no es un punto de encuentro ni puede ser un punto de partida

  • Gabriel Flores

    Gabriel Flores

    Economista

El futuro de la Unión Europea y del euro está en duda. Y hay muchas razones para ello. La simple enumeración de los problemas a resolver muestra la importancia del desafío que afronta el proceso de unidad europea iniciado hace 60 años.

Los excedentes de ahorro de los países con superávit en sus balanzas corrientes (Alemania y Holanda, fundamentalmente) no se prestan a los países del sur de la eurozona, cuya solvencia presupuestaria y bancaria está en entredicho. Mientras los países deficitarios han tenido que hacer tremendos esfuerzos de ajuste para equilibrar sus cuentas exteriores y corregir modestamente los desequilibrios de sus cuentas públicas, los países excedentarios no han hecho ni quieren hacer nada para disminuir sus superávits por cuenta corriente. La unión monetaria aumentó la heterogeneidad de estructuras y especializaciones productivas entre los socios, pero sigue sin contar con mecanismos capaces de frenar o compensar esa heterogeneidad creciente ni de velar por el cumplimiento del principio comunitario de cohesión económica, social y territorial. Y a esos problemas estructurales e institucionales que consolidan un crecimiento débil y una Europa fragmentada se une el auge de unos partidos de extrema derecha, favorables a la salida del euro y a revertir la marcha de la unidad europea, que reclaman la recuperación y el reforzamiento de la soberanía nacional y de las fronteras frente a la inmigración y las importaciones.

Ese es el contexto en el que se produce este debate sobre las posibilidades de cambiar el rumbo de Europa que se abrió con la ponencia inicial de Francisco Louçã, ¿Se abren o se cierran oportunidades para el cambio en Europa?

Desde el estallido de la crisis en 2008 y la imposición a partir de 2010 de duros planes de ajuste por parte de las instituciones comunitarias, la Unión Europea está cambiando a peor como consecuencia de dos factores íntimamente relacionados: primero, la estrategia de austeridad y devaluación salarial con la que se ha intentado superar la crisis sin conseguirlo; y, segundo, consecuencia del fracaso de la izquierda para construir una estrategia alternativa, el avance de la extrema derecha neoproteccionista y xenófoba que en cada nuevo pulso electoral multiplica sus apoyos en los países centrales de la eurozona. Lo vimos en Austria, en las elecciones presidenciales del pasado mes de diciembre. Acabamos de verlo en Holanda. Lo veremos a finales de abril y primeros de mayo en Francia. Es posible, si se convocan nuevas elecciones, que lo comprobemos poco después en Italia. Y tendremos la prueba final en septiembre, en Alemania, donde el nuevo triunfo de Merkel no podrá difuminar el avance electoral de la extrema derecha ni, mucho más importante, su influencia en la derechización de los dos grandes partidos conservadores y en parte de la socialdemocracia.

Las consecuencias de ese avance de la extrema derecha son evidentes: han pateado los tableros políticos nacionales, que sufren profundas convulsiones, y están rediseñando el futuro de la UE y las alianzas que sustituirán a las grandes coaliciones que hasta ahora han gobernado y marcado el rumbo en Europa.
Mientras la derecha tradicional conserva en buena parte de los países europeos un espacio electoral que le permite seguir siendo el eje de cualquier coalición de gobierno viable, sus aliados socialdemócratas decaen hasta el punto de ser prescindibles en la tarea de mantener la estrategia política diseñada y aplicada por las grandes coaliciones para afrontar la crisis. Los escenarios políticos nacionales que emergen se caracterizan por su abigarramiento, tanto a derechas como a izquierdas, y por la mayor capacidad de la extrema derecha para marcar el paso de cualquier posible acción de gobierno en aspectos centrales de las políticas nacionales y, tanto o más importante, en el nuevo diseño institucional de la UE y la eurozona que se tendrá que llevar a cabo después de las elecciones federales en Alemania de septiembre.

Las izquierdas europeas, por su parte, mantienen su desunión e ideologizan sus diferencias, profundizándolas. Mientras la socialdemocracia retrocede y sueña con la posibilidad de mantener un resultado electoral que le permita reeditar las grandes coaliciones con la derecha, las fuerzas políticas situadas a su izquierda se atrincheran y remarcan sus diferencias con la socialdemocracia. Parecen complacidas con el logro de un espacio electoral confortable que les permite reafirmar un análisis catastrofista al tiempo que pierden la oportunidad de impulsar los cambios que hacen falta para que las instituciones nacionales y europeas respondan a los intereses de la mayoría social. Aceptan como un designio inexorable su incapacidad para promover acuerdos con otros partidos de izquierdas y progresistas que también podrían estar por la labor de dejar en minoría las injustas políticas de austeridad y revertir las decisiones políticas que deterioraron bienes públicos y derechos laborales y sociales. Quizás esperan que un golpe del destino, una gran movilización o una consigna diferenciadora les permita llegar al poder, al de verdad, y comenzar a cambiar las cosas.

Un convulso y muy complejo panorama político que Louçã vincula con las causas económicas que, en su opinión, han provocado el proceso de desintegración de las sociedades europeas, convertidas en poco más que “protectorados bajo la política de austeridad”. Una eurozona dirigida por la derecha neoliberal en alianza con buena parte de la socialdemocracia no puede afrontar la crisis financiera y económica, porque no está dispuesta a utilizar otros instrumentos que no sean la austeridad fiscal, la devaluación salarial y el aumento del empleo precario. Y con esos instrumentos, en eso es fácil coincidir con el análisis de Louçã, las divergencias y la heterogeneidad estructural de la eurozona, tanto en lo que se refiere a sus especializaciones productivas como en los resultados de los ajustes asimétricos y depresivos que siguen vigentes, están aseguradas. Y se agrandan, porque la fragmentación que sufre una eurozona cada día más heterogénea es, a medio plazo, difícilmente compatible con la existencia de una moneda común.

La breve referencia que hace el texto de Louçã a la muy interesante experiencia de unidad de las izquierdas portuguesas y de las políticas que lleva a cabo el actual Gobierno encabezado por el primer ministro socialista Antonio Costa, no le sirve a Louçã, que conoce esa experiencia de primer mano, para extraer una conclusión política relevante: la necesidad de que las fuerzas progresistas y de izquierdas europeas apoyen sus logros y promuevan parecidos procesos de unidad del conjunto de fuerzas progresistas en torno a programas semejantes que, sin plantearse saltos en el vacío que podrían provocar enormes costes y riesgos, intenten no someterse a los esquemas de equilibrio presupuestario y devaluación salarial que han impuesto las instituciones europeas y, no menos importante, protejan efectivamente a la mayoría social de los recortes y de la austeridad.

En realidad, después del análisis de la situación económica y de las causas de los graves problemas actuales de muy diverso tipo que sufren la UE y, especialmente, los países más endeudados de la eurozona, ¿qué plantea Louçã como eje vertebrador de un cambio de izquierdas favorable a la mayoría social? Toda la argumentación concluye abruptamente en la necesidad de salir del euro. Una conclusión de enorme envergadura, poco o nada explicada, que forma parte de una lista de seis “conclusiones para la política”. De pronto, sin ningún tipo de transición, preparación o análisis de las posibilidades de que se lleve a cabo ni, al menos, una simple enumeración de los potenciales inconvenientes que puede provocar, se ofrece la salida del euro como única solución para los países de la eurozona con mayor nivel de endeudamiento. Así, se puede leer en el texto que “para reestructurar las deudas es preciso abandonar el euro e imponer y reconvertir la deuda en la nueva moneda nacional devaluada para promover la sustitución de importaciones y mejorar los saldos comerciales”. Así de simple, sin más detalles ni advertencias. Posición a favor de la salida del euro que, por si hubiera dudas, se vuelve a repetir unas líneas más abajo, asociada a “la nacionalización de los bancos” y a la recuperación de la legitimidad democrática de los estados-nación, “que son el único sostén de la democracia”.
Intentaré señalar a partir de aquí, con la brevedad que exige la contestación a una ponencia inicial también breve, las dificultades de tamaña empresa, los inconvenientes que sufrirían los países que la llevaran a cabo y la imposibilidad de que ese objetivo de salir del euro pueda convertirse en un punto de encuentro del conjunto de fuerzas progresistas y de izquierdas que no comulgan o rechazan abiertamente las políticas de recorte, austeridad y devaluación salarial impuestas hasta la fecha. Porque salir del euro es un objetivo tan difícil de alcanzar como de que, una vez alcanzado, pueda generar el círculo virtuoso que supone Louçã a una moneda nacional devaluada capaz de promover la sustitución de importaciones y, por esta vía, garantizar un mayor crecimiento y el pleno empleo. Y eso, sin contar con las posibles consecuencias políticas dañinas de esa salida del euro; especialmente, la paralización y posible desaparición de la UE o, más probablemente, su reconversión en un club restringido de países ricos ajenos a toda propuesta de cohesión y cooperación con la mayoría de sus antiguos socios.

Convendría comenzar indicando los temas que sería necesario tener en cuenta para llegar a cualquier tipo de conclusión sobre las ventajas e inconvenientes que se derivarían de la propuesta de salir del euro. Propuesta que, en el texto que nos ofrece Louçã, parece sustentarse exclusivamente en una simple enumeración de los problemas que ocasiona mantenerse en la eurozona en una situación de hegemonía de la derecha y sus políticas de austeridad. Como si dicha hegemonía fuera una cadena perpetua y no un territorio en disputa.

En primer lugar, examinaré los importantes costes que provocarían una salida unilateral o no negociada del euro para los países del sur fuertemente endeudados. Porque de eso se trata, a ellos se refiere o se dirige Louçã.

En segundo lugar, plantearé algunas reservas a esa idea de aparente sentido común que supone que una moneda nacional devaluada, vinculada a un régimen de cambios flexible, permitiría mejorar de forma automática la balanza comercial y la situación económica de un país.

En tercer lugar, mencionaré algunos cambios en la naturaleza de los intercambios comerciales internacionales que exigen un análisis pormenorizado de las ventajas comparativas y del tipo de bienes en los que está especializado cada país para poder afirmar que una devaluación o depreciación de la tasa de cambio pueden ser una objetivo deseable y una medida adecuada para impulsar el crecimiento y el empleo.

Y en cuarto y último lugar, apuntaré un par de objeciones políticas que deberían ser tenidas más en cuenta por los partidarios de la salida del euro. Porque para plantear tal alternativa parecería imprescindible considerar o tener en cuenta cuestiones tan importantes como la opinión de la mayoría social, el debate de ideas y propuestas que se está produciendo en buena parte de los países de la UE y en el que tan activamente está participando la extrema derecha o la incertidumbre y el miedo que provoca en una parte significativa de la ciudadanía una salida del euro que conllevaría salir de la UE.

Primero. Los costes de la salida del euro. Los agentes económicos públicos y privados fuertemente endeudados del país que adoptara la decisión de salir de la eurozona tendrían que bregar con un aumento automático de su deuda externa nominada en euros, que aumentaría en la misma proporción que se devaluara la nueva moneda nacional. Al tiempo, se produciría un aumento considerable de las tasas de interés y, por tanto, de los costes financieros que deberían pagar los deudores. Las consecuencias de esos impactos serían el fuerte alza del servicio de la deuda, más dificultades para atender los pagos a los acreedores y crisis de solvencia de los agentes más endeudados. Téngase en cuenta, como ejemplo, que la deuda exterior bruta de las administraciones públicas, empresas no bancarias y hogares suma en el caso español nada menos que un 250% del PIB.

Segundo. Las consecuencias de un régimen cambiario flexible. Los problemas de la salida del euro no terminarían en el alza, probablemente inasumible, de la deuda y los costes financieros. Habría que considerar a continuación, los previsibles efectos del régimen cambiario flexible que afectaría a la nueva moneda nacional. Desde hace algunos años, las tasas de cambio de cualquier divisa están más influidas por los flujos internacionales de capitales que por la situación de la balanza por cuenta corriente. Así, el euro, a pesar de su relevancia internacional y de contar con un relativamente importante excedente exterior, se deprecia frente al dólar en los últimos años. Tal fenómeno implica que las divisas de los pequeños o medianos países están sometidas a movimientos desestabilizadores de flujos de capital cada vez más grandes como consecuencia de políticas monetarias expansivas que han multiplicado por 6 la base monetaria mundial en los últimos 15 años.

Tercero. Los efectos de la devaluación sobre la balanza comercial. Para afirmar que una devaluación tiene efectos positivos sobre el comercio exterior y el crecimiento habría que realizar un análisis más fino o sofisticado de, al menos, tres variables: la elasticidad-precio del comercio exterior, la capacidad de la oferta productiva doméstica para responder al aumento de la demanda y la naturaleza de los bienes importados.

Efectivamente, solo en la medida que las importaciones y exportaciones fueran suficientemente sensibles a las variaciones de los precios se podría lograr que el aumento de las exportaciones, como consecuencia de la devaluación, compense el aumento del precio de las importaciones. Si no fuera así y la elasticidad-precio del comercio exterior fuera débil, la balanza comercial apenas mejoraría o, incluso, podría empeorar. Algo similar podría decirse de la capacidad no utilizada del aparato productivo o de la existencia de fuerza de trabajo no empleada, porque si la oferta productiva doméstica no puede responder con celeridad y eficacia al aumento de la demanda interna se originaría un aumento en valor de las importaciones que acabaría estrangulando el crecimiento. Por último, habría que examinar la naturaleza de los bienes importados. En la medida que los bienes comprados en el exterior sean productos energéticos, bienes de inversión que incorporan elevados niveles tecnológicos o servicios sofisticados a las empresas, la devaluación supondría empobrecimiento tecnológico, mayores desequilibrios de la balanza comercial e inflación importada. Lo mismo ocurre cuando la producción manufacturera doméstica forma parte de largas cadenas de valor (consecuencia de dividir los procesos de producción de los diferentes componentes y piezas del producto en múltiples localizaciones) que exigen importaciones para aumentar la producción y las exportaciones. El sector de automoción en España sería el más claro ejemplo de la débil capacidad de sustituir las importaciones por producción doméstica. En todo caso, hay que reconocer que resulta muy difícil cuantificar el resultado final del doble impacto sobre exportaciones e importaciones de una devaluación, pero también que en ningún caso hay que dar por hecho esa relación causal, tan simple como errónea, entre devaluación y mejora de la balanza comercial.

Cuarto. La opinión de la mayoría social. Un punto clave que es obligado considerar cuando se trata de proponer algo tan tajante y repleto de riesgos e incertidumbres como la salida del euro y la UE es conocer la opinión de la mayoría social del país sobre esa opción, cómo interpreta lo que ofrece y lo que quita, no solo en términos económicos, la pertenencia a la eurozona y a la UE y cómo percibe las posibilidades de otras opciones, como la de cambiar el rumbo, reformar las instituciones comunitarias y aplicar políticas que favorezcan y protejan a la ciudadanía. Piénsese, por ejemplo, en el caso extremo de Grecia y el encarnizamiento con el que las instituciones europeas han tratado al pueblo griego con el único propósito de hacer evidente su voluntad de derrotar una propuesta económica alternativa que pudiera tomar vuelo en otros países del sur de la eurozona. Pues bien, varios sondeos de opinión realizados el pasado mes de febrero y la primera quincena de marzo señalan que el deterioro de los apoyos a Syriza apenas beneficia a las fuerzas situadas a su izquierda que propugnan la salida de la eurozona (sumando los apoyos a los comunistas del KKE y a Unidad Popular, que seguiría fuera del Parlamento al no alcanzar el mínimo 3%, rondarían el 10% de los votos); sólo la derecha de Nueva Democracia, que sigue comprometida con la permanencia en la eurozona y las políticas de austeridad, gana apoyos de forma significativa y se sitúa por encima de la mayoría absoluta de escaños. Y algo similar acaba de ocurrir en Holanda, donde el derrumbe de los socialdemócratas (PvdA) no ha supuesto un mayor espacio electoral para el conjunto de la izquierda, sino una ganancia neta para las derechas. Y ocurrirá próximamente en Francia o Alemania, por hablar solo de los países en los que la escasa relevancia electoral de las fuerzas políticas de izquierdas que propugnan la salida del euro será fácil de comprobar a corto plazo.

En resumen y para terminar, convendría reconocer que la salida del euro no es una buena solución ni, menos aún, una opción exenta de problemas y costes. No supone beneficios claros ni implica costes menores a los de la permanencia, incluso en las condiciones actuales.

La desaparición del euro tendría unos costes enormes para todos los países que forman parte de la eurozona. Costes económicos, comerciales y financieros; también, costes políticos asociados al fracaso de un proyecto de unidad tan ambicioso. Por eso es tan difícil que la implosión de la eurozona se produzca, incluso considerando la posibilidad de que su desaparición se haga de forma ordenada y pactada entre los socios o que el avance de la extrema derecha continúe.
En mi opinión, no hay argumentos bastantes para plantear la salida del euro. Frente a los altos costes, riesgos e incertidumbres que conlleva la opción de salir del euro y de la UE sería más adecuado realizar una reflexión ponderada de los cambios que es necesario promover para que la permanencia en la eurozona ofrezca oportunidades de desarrollo y bienestar a todos los socios y a las mayorías sociales. La hegemonía conservadora y las políticas de austeridad no son un dato inmutable de la realidad.

Hay que apurar las posibilidades de trabajar a favor de un cambio de rumbo político que rompa con las políticas de austeridad impuestas por las instituciones europeas y el bloque de poder que domina esas instituciones. Hay que construir amplias alianzas políticas y sociales que disputen la hegemonía a la derecha y atraigan a la mayoría de las fuerzas progresistas y de izquierdas a la tarea de conseguir un cambio sustentado en la cooperación entre los socios, la defensa de la cohesión económica, social y territorial y la subordinación de la economía a los intereses de la mayoría social.

La unidad europea sigue siendo el instrumento más adecuado para influir en la imprescindible tarea de embridar la mundialización económica y sus potenciales efectos negativos y lograr un reparto más equitativo de las ventajas y los costes que conlleva. Pero Europa necesita también, para llegar a ser un instrumento útil capaz de ofrecer certidumbre, bienestar y seguridad a todos los socios de la UE y a la ciudadanía europea, un cambio sustancial de políticas y de rumbo que se concrete en reformas precisas y viables de las instituciones europeas y de la estrategia de salida de la crisis seguida hasta ahora.
El mundo que conocíamos hasta ahora está en profunda mutación, sometido a graves tensiones que han comenzado a poner en cuestión lo mejor del acervo cultural europeo. Si se consigue levantar una alternativa progresista que derrote a la extrema derecha y deje en minoría la estrategia de austeridad impuesta hasta ahora, la UE puede convertirse en el mejor refugio para proteger a los Estados miembros y a la ciudadanía europea de los impactos y sacudidas que provoca un escenario mundial plagado de conflictos y tensiones.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • camelias31

    Secretario de Comunicación de Alternativa Republicana

    Es hora de abrir los ojos: esta crisis no es sólo una crisis financiera. Es sobre todo una crisis económica y de gobernanza, que refleja la ausencia de una política económica a nivel de la UE y la falta de regulación del mercado. La verdadera respuesta a todos estos problemas será, ante todo, política: nuevo orden Económico Mundial y una Europa federal. Somos europeístas, pero no es aceptable la deriva neoliberal que impone injustas e insostenibles restricciones sociales a los Estados. No creemos en la existencia de una moneda única sin una política económica y fiscal única y avalada por...
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  • Nacho Alvarez

    Profesor de Economía, UAM, y Responsable de Economía de Podemos

    El debate político europeo está hoy marcado por dos preguntas ineludibles: ¿Qué significa terminar con el neoliberalismo en Europa? ¿Qué estrategia política permite caminar en esa dirección cuando uno forma parte de la Eurozona? Recordemos que Europa y los países occidentales ya terminaron una vez con el liberalismo. La primera globalización (1870s-1920s) entró en crisis con la I Guerra Mundial, y fue definitivamente desarmada con la Gran Depresión de 1929. Las políticas económicas keynesianas, vinculadas al ascenso de la socialdemocracia y a las conquistas del movimiento sindical, pusieron un punto y aparte en la tendencia a la mercantilización de las...
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  • Carlos Berzosa

    Catedrático emérito de la Universidad Complutense. Presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).

    La Unión Europea (UE) ha puesto de manifiesto su incapacidad para afrontar las dos grandes crisis que han conmocionado a la economía y a la política: La Gran Recesión y la grave situación de los refugiados. Esto pone de manifiesto la debilidad institucional y los cimientos nada sólidos con los que se ha tratado de construir la unión monetaria. El fracaso tan evidente pone en cuestión el proyecto europeo de integración. La UE no hace honor a su nombre pues se encuentra desunida ante las respuestas que se han dado con los refugiados, al tiempo que se agranda la...
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  • Eddy Sánchez

    Profesor de Ciencias Políticas de la UCM y Director de la Fundación de Investigaciones Marxistas

    A seis décadas de la firma del Tratado de Roma y a pocas semanas del primer aniversario del Brexit, la sensación de implosión de la UE se generaliza. Todo hace pensar que el proyecto actual de la UE deriva hacia una especie de Europa bajo hegemonía alemana, debilitada por la crisis del euro e incapaz de reformarse desde dentro, donde las demandas de soberanía de los Estados miembros crecen. La hipótesis de la que parte el presente artículo se sitúa precisamente en el punto en el que la crisis de la UE parece irreversible, mientras el horizonte del regreso...
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  • Javier Doz

    Miembro del Comité Económico y Social Europeo por CCOO

    El segundo artículo de Francisco Louça, después del inicial que promovió este debate, lleva por título “Actuar en Europa con los pies en el suelo”. En él, su autor realiza una breves glosas de la mayoría de los artículos que lo precedieron para llegar a una inicial conclusión de que todas las personas que hemos participado en el debate compartimos que “la izquierda debe desarrollarse fuera de esas instituciones o de esa política”, en referencia a las instituciones de la UE y a la política que éstas han aplicado en los últimos tiempos (o desde su creación). Comparto la...
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  • Jesús Pichel Martín

    Profesor de Filosofía

    Durante los últimos cien años (más intensamente durante los últimos setenta y aún más en los últimos veinticinco años) Europa ha ido perdiendo su papel económico, cultural, tecno-científico y geo-estratégico; y, lo que es aún más grave, está perdiendo su propia identidad política y social, heredera de más de veinticinco siglos de historia. Parece que el mundo eurocéntrico ha dejado de existir definitivamente. Los Estados Unidos de América se convirtieron en la primera potencia económica mundial al terminar la Gran Guerra y, a pesar de la crisis de los años 30, consolidaron su poder al término de la Segunda Guerra Mundial....
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  • Isidor Boix

    Ex Secretario de Negociación Colectiva y Acción Sindical Internacional de FITEQA-CCOO.

    Me ha sorprendido la nueva aportación al debate de Francisco Louça respondiendo a las intervenciones producidas a partir de la suya inicial. Sorpresa y desacuerdo por el método, por el tono y por su contenido. Me parece un mal método referirse a las diversas aportaciones recogiendo de muchas de ellas sólo un párrafo, o una frase, y, a partir de ello, sin intentar entender su sentido, polemizar con adjetivos como “prueba de sectarismo”. En esta segunda entrega Louça desarrolla su planteamiento contrario a las diversas opciones de “más Europa” centrándolo en su apuesta por los “Estados nación”. Por mi parte...
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  • El desastre europeo

    04/04/2017

    Fernando Luengo

    Profesor de economía aplicada de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del círculo de Podemos Chamberí

    “La Europa de dos o más velocidades”. Consigna de moda en la siempre opaca y confusa jerga empleada en los documentos comunitarios. Aunque la expresión no es nueva en la gramática de la Unión Europea (UE) –ha justificado, por ejemplo, la decisión de crear la Unión Económica y Monetaria (UEM)-, ha cobrado una renovada actualidad. Designa uno de los cinco escenarios contemplados en el Libro Blanco sobre el futuro de Europa; concretamente el tercero, denominado “Los que desean hacer más, hacen más”. La idea es, básicamente, la siguiente. Para sacar de su letargo el denominado “proyecto comunitario”, hay que...
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  • Daniel Albarracín Sánchez

    Consejero de la Cámara de Cuentas de Andalucía. Sociólogo y economista. Miembro de Anticapitalistas y del Consejo Asesor de Viento Sur.

    La Unión Europea lleva años en una fase de bloqueo para cualquier reforma de calado. Esta se mueve conjugando una tensión retórica tecnocrática y federalista, que procura de algún modo legitimar a la institución -sobre todo a la Comisión-, y una realidad palmaria intergubernamental que hace del revuelo ganancia de pescadores (Alemania), plasmada en la parálisis del Consejo. Al mismo tiempo, la Unión Europea, y el Eurogrupo en particular, juega el papel de espacio de concertación de las oligarquías europeas, que se amparan en sus orientaciones para justificar políticas de gobierno propicias a la austeridad social, el sostenimiento del...
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  • Leo Moscoso

    SPO-Consulting (director)

    1. La Crisis Política en Tiempos Duros. La lección de la crisis griega era ésta: o prevalecía la democracia a expensas de los intereses de la oligarquía financiera internacional, o bien, si eran esos intereses los que había que hacer respetar, entonces se hacía necesario el estado de excepción. De ahí el golpe propiciado por los Junker, Dijsselbloem, & Co. Puede que Syriza continúe al frente del ejecutivo en Grecia, pero no nos engañemos: Grecia está administrada desde el exterior y los extremistas que la tienen intervenida también tienen el poder y están en el gobierno de Europa. Los extremistas...
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  • Francisco Louça

    Político y economista

    El diario Público inició un debate sobre el tema ¿Se abren o se cierran oportunidades para el cambio en Europa?, al que fui invitado a participar, junto a sus lectores y lectoras. El debate, que ha sido abordado por varios ponentes desde diferentes puntos de vista, puede seguirse aquí, por lo que agradezco a todos los participantes las ideas o críticas que han planteado a partir de mi texto inicial. Se trata de un debate vivo, en el que se adivinan experiencias, trayectorias y conclusiones diferentes, pero que comparten una preocupación: ninguno de los textos aplaude la senda que ha...
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  • Juan Carlos Barba

    Economista

    A mi modo de ver Francisco Louça acierta en que está desapareciendo el espacio para las políticas de capitalismo con rostro humano en Europa. Sin embargo disiento de él en dos puntos: -No creo que Europa sea reformable. La UE es una superestructura creada por EEUU y se adaptó al cambio de rumbo surgido a raíz del Consenso de Washington y esa adaptación se manifiesta en las instituciones actuales y sobre todo en la Eurozona. Pretender que tales superestructuras se reformen con otras finalidades más sociales (entiendo que se sugiere algún tipo de socialdemocracia) no me parece plausible por cuanto...
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  • camelias31

    Secretario de Comunicación de Alternativa Republicana

    Frente a este desastre anunciado, nuestros líderes políticos sólo ofrecen soluciones tecnocráticas, sin darse cuenta de que lo que está en juego hoy no es tanto la salud financiera de cada país en concreto sino la capacidad política de Europa sobre el control de sus políticas fiscales y frente a la presión de los mercados financieros. Y soluciones aisladas tipo "brexit" no son la respuesta. Es hora de abrir los ojos: esta crisis no es sólo una crisis financiera. Es sobre todo una crisis económica y de gobierno, que refleja la ausencia de una política económica a nivel de...
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  • Gabriel Flores

    Economista

    El futuro de la Unión Europea y del euro está en duda. Y hay muchas razones para ello. La simple enumeración de los problemas a resolver muestra la importancia del desafío que afronta el proceso de unidad europea iniciado hace 60 años. Los excedentes de ahorro de los países con superávit en sus balanzas corrientes (Alemania y Holanda, fundamentalmente) no se prestan a los países del sur de la eurozona, cuya solvencia presupuestaria y bancaria está en entredicho. Mientras los países deficitarios han tenido que hacer tremendos esfuerzos de ajuste para equilibrar sus cuentas exteriores y corregir...
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  • Sabino Cuadra

    Abogado y miembro de la izquierda abertzale.

    Hace solo unos días una noticia apareció en todos los medios: “Bruselas pide expulsar a más de un millón de migrantes sin papeles”. No han pasado ni dos años desde que la UE aprobó una lista de cupos de refugiados a acoger por cada país –consciente y flagrantemente ignorados por todos ellos-, hasta plantear ahora una política de detención, internamiento y expulsión por cientos de miles. Es decir, “donde antes dije digo, ahora digo diego”. Se acabó lo que se daba. Las formaciones xenófobas europeas han aplaudido la medida. De la Europa que acogió a decenas de miles de...
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  • Javier Doz

    Miembro del Comité Económico y Social Europeo por CCOO

    ¿Tiene futuro la UE? ¿Tiene futuro la izquierda? Después de leer el texto de Francisco Louçā y, sobre todo, la principal de sus seis conclusiones mi respuesta a ambas preguntas sería “no”. Porque el artículo -con el que coincido, no obstante, en parte de sus diagnósticos y algunas de sus conclusiones- tiene un mensaje claro: la única solución frente al estado de cosas en la UE, agravado por las políticas de austeridad y devaluación interna, es salirse del euro y adentrarse en lo que sería una versión de izquierdas del nacionalismo económico (sustitución de importaciones para mejorar las balanzas...
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  • Jaime Pastor

    Politólogo y editor de Viento Sur

    El diagnóstico que nos ofrece Francisco Louça sobre el momento que atraviesa la Europa postBrexit es rotundo, pero no por ello menos realista: “la Unión Europea se destruye por dentro porque es divergencia y no es Unión”, “Europa está cambiando, sí, pero sus instituciones forman parte de esta deriva hacia la derecha”. Un panorama que amenaza con ir a peor porque “la pesadilla de una nueva crisis financiera está por llegar“ y la pregunta solo es “cuándo llegará” y cuánto contribuirá a la descomposición de la UE tras la salida del que era su segundo mayor Estado miembro y...
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  • Eppur si muove

    10/03/2017

    Ángel Requena

    Profesor de Matemáticas

    Ante la pregunta categórica que se me plantea en esta tribuna (“¿Se abren o se cierran las oportunidades de cambio en favor de mayor justicia social y mejores garantías democráticas?”) no queda menos que recurrir a la celebre frase que Galileo nunca pronunciara ante el Santo Oficio, porque pese a todo el movimiento es incesante. El pasado enero falleció Zygmunt Bauman, el filósofo político comprometido y lúcido analista que acuño el término de sociedad líquida. Bauman no generalizó la liquidez al propio análisis político pero, sin duda, la obsolescencia de las reflexiones de coyuntura es también una característica de...
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  • Joan Subirats

    Catedrático UAB y Coordinador de Doctorado en el Institut de Govern i Polítiques Públiques (IGOB-UAB)

    La integración europea generó, como sabemos, una notable asimetría entre las políticas que promovían la eficiencia del mercado (que siempre fueron el motor del proceso integrador) y las políticas que querían promover protección y equidad. A medida que el proceso de integración económica se aceleró y se quiso acompañar esa dinámica con mayores cuotas de integración social y política, surgieron graves inconvenientes. Por un lado, los estados de bienestar de cada estado miembro fueron sufriendo los efectos de los procesos de liberalización y de aumento de la competitividad, mientras que los esfuerzos para generalizar las políticas sociales chocaban con...
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  • El cambio en Europa

    10/03/2017

    Rosa Martínez

    Diputada de Unidos Podemos y coportavoz de EQUO

    Sin duda Europa está cambiando, lleva tiempo cambiando. Lo que hoy vivimos no es sino la aceleración y concreción de diferentes tendencias y fenómenos, que desde hace décadas (con diferencias cronológicas y de intensidad según los países) están transformando el orden y los elementos sobre los que se edificaron nuestras sociedades tras la Segunda Guerra Mundial: - Las altas tasas de crecimiento de económico de la posguerra que pusieron las bases del funcionamiento de nuestras economías y se tradujeron en una mejora sustancial del nivel de vida de las personas en Europa, ya no existen y posiblemente no volverán....
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  • José Luis Atienza

    Teniente alcalde de ICV de Viladecans

    José Luis Atienza y M.A Díaz La Unión Europea está en una crisis política sin precedentes. Es evidente que el Brexit ya ponía al proyecto europeo en inesperadas dificultades, pero sumado a la irrupción de Trump y al confuso panorama electoral de nuestros vecinos mediterráneos pone a Europa en una situación inédita desde el fin de la segunda guerra mundial. La Unión Europea está también en el centro del debate de la izquierda. Una parte de ella anuncia que ha llegado el momento de salir del euro y volver a las monedas nacionales, porque la moneda...
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  • Anibal Garzón

    Sociólogo, docente y analista internacional

    El 2016 ha sido un año que muchos analistas lo han calificado como el inicio del fin de la Unión Europea (UE) a causa de 3 importantes sucesos. El primero, la victoria electoral del BREXIT y la consecuencia de la dimisión del conservador europeísta, a la manera británica, David Cameron. El segundo evento, la derrota del Primer Ministro italiano Matteo Renzi en el referéndum constitucional y su posterior renuncia. Y el tercero, la cercana posible victoria de la ultraderecha euroescéptica del Partido de La Libertad (FPÖ) en la segunda vuelta de unas repetidas elecciones en Austria. Además, y como...
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  • Miguel Guillén

    Politólogo

    Se me pide desde Espacio Público que dedique unas líneas a reflexionar sobre una pregunta de muy difícil respuesta, pero que sin duda debemos formularnos: ¿se abren o se cierran las oportunidades de cambio en favor de mayor justicia social y mejores garantías democráticas? Se trata de una cuestión fundamental que necesariamente se tiene que abordar desde una perspectiva global, levantando la vista más allá de nuestras fronteras. Vivimos en un país situado en la periferia de Europa (a nivel geográfico y no solamente a este nivel), que forma parte de la Unión Europea y que en los últimos...
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  • Pere Vilanova

    Politólogo.

    Parece emerger una opinión difusa de que “estamos saliendo” de la crisis iniciada a finales de 2008. Incluso algunos expertos apuntan, a comienzos de 2017, que se ha salido de la crisis durante 2016. Habrá que ver si la tendencia se confirma. Pero algún hecho es de difícil refutación a escala europea e incluso transnacional. Admitiendo que se haya salido de la crisis, lo que es seguro es que ello no significa que “volveremos a estar como antes (de la crisis)”. En absoluto, pues con el tiempo veremos que hemos asistido a un reajuste estructural de proporciones históricas, a...
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  • Jesús Pichel Martín

    Profesor de Filosofía

    Durante los últimos cien años (más intensamente durante los últimos setenta y aún más en los últimos veinticinco años) Europa ha ido perdiendo su papel económico, cultural, tecno-científico y geo-estratégico; y, lo que es aún más grave, está perdiendo su propia identidad política y social, heredera de más de veinticinco siglos de historia. Parece que el mundo eurocéntrico ha dejado de existir definitivamente. Los Estados Unidos de América se convirtieron en la primera potencia económica mundial al terminar la Gran Guerra y, a pesar de la crisis de los años 30, consolidaron su poder al término de la Segunda Guerra Mundial. El desgaste de Europa durante...
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  • Andy Durgan

    Historiador

    Andy Durgan (historiador) y Mike González (escritor) El panorama mundial en las dos semanas posteriores a la inauguración de Trump, como señala Francisco Louçã, no se veía muy alentador. Pero precisamente por eso sería importante recordar que la historia no es un momento, sino un proceso. De no ser así, la sucesión de Brexit a Trump llevaría inexorablemente hacia una nueva edad de hierro bajo el dominio de un fascismo europeo renaciente. Nada es inevitable. La cuestión es cómo conseguir un cambio que responda a las esperanzas expresadas en las manifestaciones multitudinarias contra Trump a través del mundo. Por...
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  • Javier Madrazo Lavín

    Ex-Consejero de Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco (2001-2009)

    Hablar de Europa en el año 2017 significa hablar de frustración, decepción e impotencia. Recuerdo la admiración que la izquierda española sentía en el franquismo y la transición por una Europa, que percibíamos como un espacio de libertad, igualdad, justicia social, derechos humanos y democracia. Cabría preguntarse ahora en qué nos equivocamos; qué hicimos mal entonces y cuál es el precio a pagar por los errores cometidos. Personalmente, lo tengo claro. Dejamos que el proceso de Unión Europea lo liderara la derecha más neoliberal y el socialiberalismo, doblegado por la presión de los poderes económicos y militares. Las élites tomaron...
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  • Maria Corrales Pons

    Periodista y miembro de Un País en Comú

    Para responder a la pregunta de si se está abriendo o cerrando la brecha histórica para la oportunidad de un cambio en sentido progresista, es fundamental, en primer lugar, situar, desde los enfoques teóricos de cada cuál, el porqué de su apertura. Desde mi perspectiva, una de las principales causas que hay que atender para comprender el desarrollo de la crisis y sus respuestas en nuestro contexto es el de la crisis orgánica del proyecto económico y político de la Unión Europea. Tal y como explica Gerardo Pisarello, a partir de la crisis económica de 2008 que pone...
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  • Julian Ariza

    Sindicalista

    Comparto la idea de que no hay motivos para el optimismo si nos asomamos al panorama político, económico y social que nos rodea, tanto a nivel internacional como dentro de nuestro país. Efectivamente, si pensamos, por ejemplo, en los dos acontecimientos más próximos y sobresalientes, el problema no sería sólo que los británicos apostaran por el Brexit y los estadounidenses le otorgaran el poder a un energúmeno. Lo peor es que la deriva por la que nos deslizamos hace años adquiere mayor gravedad con estos hechos. Me refiero a los retrocesos en materia de regulación frente a los desmanes...
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  • Rosa Cañadell

    Licenciada en Psicología. Profesora. Articulista. Co-fundadora del SIEC (Seminari Ítaca d’Educació Crítica).

    Las crisis son una oportunidad, se acostumbra a decir. La verdad es que las crisis (personales, psicológicas, políticas, económicas...), si se superan, acostumbran a abrir nuevas perspectivas, pero si no se superan, en vez de una oportunidad, pueden llevarnos a la ruina. España, Europa y, posiblemente, el mundo entero, está atravesando una de las mayores crisis después de la II guerra mundial. Crisis financiera, política, social y moral con todas sus consecuencias: aumento brutal de la desigualdad, del desempleo, de la explotación laboral, de la desprotección social, de la privatización de todos los servicios públicos, de la pobreza, de...
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  • Isidor Boix

    Ex Secretario de Negociación Colectiva y Acción Sindical Internacional de FITEQA-CCOO.

    Comparto prácticamente todas las consideraciones de Francisco Louça en su trabajo “Europa está cambiando” que encabeza este debate. También las de Rafael Poch en su “Adiós, Unión Europea” (http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2017/02/01/adios-union-europea-42041). Ambos pueden parecer demasiado pesimistas, apocalípticos casi, pero probablemente aciertan en su mensaje de crítica y alerta. Menos comparto las líneas de avance apuntadas cuando Louça propone “abandonar el euro”, con lo que supone de deconstrucción europea, y Poch ya entona el “adiós” a Europa. En ambos me falta una mayor reflexión sobre la necesaria iniciativa social para responder a los presentes desafíos. Es fácil coincidir con Francisco Louça cuando...
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  • Héctor Maravall

    Abogado de CCOO

    Las alternativas progresistas se alejan, pero no desaparecen No es fácil responder a la pregunta de si hoy estamos o no en mejores condiciones para impulsar y conseguir un cambio político y socioeconómico en España e incluso en la Unión Europea. Hay muchas razones para responder negativamente y también algunas para hacerlo en positivo. Todo ello partiendo de una primera constatación, el tablero político estatal e internacional se mueve a gran velocidad, surgiendo novedades no previstas, que dificultan cualquier proyección a medio plazo mínimamente fiable. El triunfo de Trump, el Brexit, la caída de Renzi y de Dilma Rousseff, la...
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