La izquierda no debería apostar por la destrucción de la Unión Europea. Contestando a Francisco Louça

  • Javier Doz

    Javier Doz

    Miembro del Comité Económico y Social Europeo por CCOO

El segundo artículo de Francisco Louça, después del inicial que promovió este debate, lleva por título “Actuar en Europa con los pies en el suelo”. En él, su autor realiza una breves glosas de la mayoría de los artículos que lo precedieron para llegar a una inicial conclusión de que todas las personas que hemos participado en el debate compartimos que “la izquierda debe desarrollarse fuera de esas instituciones o de esa política”, en referencia a las instituciones de la UE y a la política que éstas han aplicado en los últimos tiempos (o desde su creación).

Comparto la crítica de las políticas, pero no pienso que la izquierda deba abandonar las instituciones europeas, porque, aunque cimente sus prácticas en la movilización social, cualquier transformación política y social, incluida la de las propias instituciones, requiere, en sociedades democráticas y desde perspectivas políticas democráticas, participar en las instituciones tras recibir el voto de los ciudadanos.

Pero tengo otras discrepancias, tal vez más importantes, con Louça, que dedica el comentario más amplio, y el único frontalmente crítico, de su glosario a pretender descalificar mi desacuerdo con la tesis principal de su artículo afirmando que “esa forma de discutir es, simplemente, una prueba de sectarismo, que se define por no querer debatir”, recurso bien fácil para no molestarse en argumentar contra mis afirmaciones. Pues bien, como mi pretensión era y es debatir con argumentos, voy a procurar desarrollar más algunos de ellos.

La salida del euro y de la UE no es la solución frente a la crisis y su mala gestión

Me parece claro -si no que me desmienta el profesor Louça- que, a pesar de utilizar en sus artículos una calculada ambigüedad, está proponiendo la extinción de la Unión Europea o, al menos, el abandono de la misma por el grupo de países fuertemente endeudados, y no sólo su salida del euro, o sólo el fin de la eurozona. En todo caso, salirse del euro del modo en que lo pinta en una más que sucinta explicación, equivale necesariamente a salirse de la UE.

Dice Francisco Louça en la conclusión principal de su primer artículo, dicha junto con otras cinco menos relevantes: “La sexta conclusión es que para reestructurar las deudas es preciso abandonar el euro e imponer y reconvertir la deuda en la nueva moneda nacional, devaluada para promover la sustitución de importaciones y mejorar los saldos comerciales y, sobre todo, permitiendo así la emisión monetaria y, por tanto, dejar de depender de la financiación a través de los mercados financieros, recuperando un banco central nacional.” Y no se dice más, en los dos artículos, sobre el camino para salirse del euro y de la UE y sobre las consecuencias económicas, sociales y políticas de dicha opción. Y sobre el hecho de que la opción sea compartida por toda la pujante extrema derecha nacionalista europea, no manifiesta aparentemente ninguna preocupación dado que no le merece ni la más mínima alusión en sus dos artículos.

Sorprende que un profesor de economía del nivel de Francisco Louça reduzca la transición económica posterior a la desaparición de la zona euro –o al abandono del mismo por un grupo de países- como un aparentemente fácil camino, hecho a base de devaluación competitiva de las nuevas monedas, reconversión a ellas de las deudas en euros, financiación por los nuevos bancos centrales nacionales mediante la impresión de moneda y política de sustitución de importaciones. Sorprende también que no dedique ni una sola línea al artículo de Gabriel Flores –“Salir del euro no es un punto de encuentro ni puede ser un punto de partida”-, a mi juicio uno de los mejores de este serial de Espacio Público. Me remito a lo que dice Flores sobre las consecuencias de la salida del euro sobre la deuda externa nominada en euros y el volumen del servicio de la deuda, el régimen cambiario flexible y el impacto de las devaluaciones en las balanzas comerciales para rebatir la supuesta bondad de las recetas de Louça.

Es más, en mi opinión, si varios países se salen del euro para dedicarse a competir entre ellos y con lo que quedara de la zona euro en base a la devaluación de sus monedas nacionales recuperadas y a políticas de sustitución de importaciones, lo que significaría es que deberían salirse de la UE, por ser incompatibles estas prácticas con las normas del Mercado Único, y, además, producirían una guerra comercial europea, antesala de una nueva recesión. Y eso sin añadir las consecuencias de las limitaciones que las naciones centrales europeas, que tal vez quisieran mantener el euro, establecerían para el comercio con los Estados salidos de la zona euro, si estos hubieran huido supuestamente por las bravas. ¿O, tal vez, Francisco Louça está pensando en buenos acuerdos de libre comercio con lo que quedara de la zona euro y de la UE, tras negociaciones a varias bandas después de invocar el artículo 50, como en el caso del Brexit? ¿Piensa el profesor Louça que se podrían conseguir dichos buenos acuerdos al tiempo que se promueve una política de devaluaciones competitivas de las nuevas monedas nacionales, en las que ya se denominarían –así de fácil- los títulos de la vieja deuda en euros? ¿O es que, tal vez, no importase alcanzar dichos acuerdos porque mediante la política de sustitución de importaciones se favorecería hasta tal punto a las industrias nacionales de los Estados de Sur de Europa, que estos podrían superar el problema de ni siquiera tener acuerdos de libre comercio con los países que hoy acogen entre un 70% y un 80%, nada menos, de sus exportaciones? ¿O no sería necesario negociar tales acuerdos porque la implosión de la UE se daría al completo? ¿Cuales serían las consecuencias de esto último para todos?

En este último supuesto, con todos los Estados europeos implicados en este tipo de políticas y en un marco internacional dominado por el nuevo nacionalismo económico y proteccionismo comercial de Donald Trump, la probabilidad de una nueva recesión mundial inducida desde la política sería elevadísima.

La propuesta contenida en la “sexta conclusión”, que no es aventurado calificar como de “nacionalismo económico de izquierdas”, me parece pues equivocada y peligrosa en términos estrictamente económicos. A pesar de la endeblez de su justificación, que contrasta con la solidez argumental con la que aborda la crítica de las políticas de austeridad y devaluación interna y otros aspectos analíticos de la situación económica europea, el profesor Louça no la repara en su segundo artículo, en el que no añade nada más a las diez escasas líneas que dedicaba a su desarrollo en el primer artículo.

Esto no le impide despachar sumariamente las críticas que realicé a su propuesta diciendo: “…Javier Doz, va más allá al garantizar que «propiciar la destrucción de la UE, por mucho que nos disguste en su rostro actual, sería el suicidio de la izquierda y, tal vez, de la humanidad”. No es fácil discutir con alguien que considera «el suicidio de la izquierda y, tal vez, de la humanidad» como la consecuencia apocalíptica de cuestionar la UE, a pesar de su “rostro actual””. Y como no es fácil, ni lo intenta.

Los riesgos políticos de la destrucción de la UE. Nacionalismos e internacionalismo.

Hablar de “suicidio de la humanidad” es, por supuesto, un subrayado hiperbólico. Ni siquiera pereció tras las dos hecatombes mundiales del Siglo XX. Lo único que podría “suicidar a la humanidad”, en un sentido estricto, sería una tercera guerra mundial con un uso masivo de armas nucleares. Y, desde luego, no pienso que esta hipótesis sea hoy un riesgo probable, aunque su probabilidad sea un poco mayor con Trump en la Presidencia de los EE UU. Pero si imagino un escenario “post-desintegración de la UE”, con Estados nación gobernados por partidos nacionalistas enfrentados por guerras comerciales y rivalidades basadas en la pugna de las identidades nacionales renacidas, en un contexto internacional con grandes dosis de nacionalismo económico y autoritarismo político, todas las alarmas se encienden en mi cerebro. No deberíamos olvidar las consecuencias que tuvo la destrucción de una entidad supranacional europea, Yugoeslavia, a principios de los 90. Cuando a finales de los 80 comenzaron a crecer y actuar las corrientes nacionalistas en las principales repúblicas que integraban la Federación yugoeslava, nadie, ni los más apasionados y sectarios nacionalistas serbios o croatas, imaginaban que la cosa pudiera terminar en un rosario de guerras que costaron 200.000 muertos y el primer genocidio en suelo europeo después de la 2ª Guerra Mundial, en Srebrenica y otros lugares. Era impensable, pero ocurrió.

No se trata de hacer concursos de internacionalismo con nadie como irónicamente me achaca Francisco Louça en su respuesta. Simplemente, no me parece, en este momento histórico, el mejor modo de desarrollar los valores y los objetivos del internacionalismo solidario -para mí consustanciales con los de la izquierda política- el hacerlo desde una vuelta al Estado nación, a partir de la desintegración de la UE, y defendiendo un programa económico basado en el proteccionismo comercial. Y no porque sea imposible impulsar la solidaridad internacional a partir de las convicciones, sin duda internacionalistas, de Louça y de los que piensan como él, sino porque en el escenario político que preconizan –Estados nación fuertes sin la UE- el poder político estaría en manos de la derecha, los nacionalistas y la extrema derecha. Y ello me parece claro por varias razones que paso a desarrollar brevemente

En primer lugar, porque un escenario de inestabilidad política, crisis económica y reafirmación de los valores nacionales –y no otro sería el producido por la desintegración de la UE o una ruptura más importante que la del Brexit- es el escenario ideal para el triunfo de los nacionalismos autoritarios y la extrema derecha. En segundo lugar, lo anterior se refuerza porque la propuesta política de Louça, como bien subraya Gabriel Flores, impide establecer las bases de una unidad amplia de la izquierda política y social, en torno a un programa que pudiera disputar la hegemonía política a la derecha y la extrema derecha, en los Estados nación europeos y en el conjunto de la UE. Y la unidad de la izquierda es una condición necesaria, aunque no suficiente, para conseguir dicha hegemonía, como nos muestra cualquier análisis histórico y cualquier análisis político rigurosos de la Europa de hoy. Por el contrario, el profesor y político Louça, nos dice que lo esencial es el combate de la izquierda contra la derecha y el centro, centro en el que sitúa a los partidos socialdemócratas. La verdad es que no entiendo cómo se compadece esta posición con el papel del Bloco de Esquerda como impulsor del acuerdo parlamentario de la izquierda portuguesa que permite gobernar al Partido Socialista.

¿Qué concepto de Estado nación es el de la izquierda?

Lo que sí me parece más que discutible, desde una óptica internacionalista y de izquierdas, es la concepción étnico-lingüística e historicista del Estado que refleja la siguiente afirmación del segundo artículo de Louça: “No hay democracia internacional, con legitimidad identitaria y con reconocimiento popular; puede haber formas de cooperación que son democráticas, pero, al no tener una identidad de «pueblo europeo» —pues no hay una lengua común, o una comunidad organizada con una historia común—, entonces no hay ni puede haber una «democracia europea»”. Mala base ideológica para una concepción de la izquierda del Estado, en el Siglo XXI. Me confieso mucho más cercano a la concepción del Estado que se deriva del concepto de “patriotismo constitucional” de Jürgen Habermas, y considero que es mucho más progresista su idea de comunidad política de derechos y deberes garantizados por la ley a la ciudadanía que la que sólo se basa en una “legitimidad identitaria” –expresión, confieso, que me repele- de lengua común o historia común pasada. La definición de Louça de Estado nación difícilmente puede servir a sociedades abiertas a las migraciones y a su integración y a la construcción de proyectos/historia de futuro sobre la base de valores y derechos garantizados por la ley, y menos aún para construir estructuras políticas supranacionales democráticas -regionales y globales- imprescindibles para dominar los procesos tecnológicos, económicos, culturales y políticos mundiales al servicio de la inmensa mayoría de sus poblaciones y lograr una efectiva globalización de los derechos. Pero ya sabemos que a Francisco Louça no le interesa que existan esas estructuras porque sólo las ve como instrumentos de dominación del capital.

Reconozco que me produce un profundo desasosiego el que se puedan extraer conclusiones tan divergentes de valoraciones que compartimos. Dos ejemplos daré. El de mis coincidencias plenas con Louça a la hora de tachar el Acuerdo UE-Turquía sobre migrantes y refugiados como el “Acuerdo de la vergüenza” y de afirmar que “El mayor fracaso en la historia de las izquierdas europeas en el Siglo XXI fue Grecia”. Pero el “Acuerdo de la vergüenza”, no lo olvidemos por favor, fue fruto de la exitosa rebelión de algunos Estados nación del centro y el este de Europa, sometidos a los nacionalismos, frente a las propuestas iniciales de la Comisión Europea y de una Ángela Merkel –sólo en este caso generosa- a las que consiguieron vencer.

Y mi reflexión sobre la derrota de Grecia me lleva a decir que sólo hubiera sido posible derrotar las políticas de austeridad, que se cebaron particularmente en el país heleno, desde una huelga general europea (o más de una). Participé activamente en el proceso de convocatoria de la jornada de movilización sindical europea del 14 de noviembre de 2012 (la de mayor dimensión, con 5 huelgas generales y acciones en 28 países). La coordinación entre CCOO y la UGT española con la CGTP portuguesa fueron decisivas para lograr un determinado nivel de articulación de las movilizaciones nacionales con una perspectiva europea –dicha capacidad de articulación es el elemento esencial a perseguir en las luchas políticas y sociales europeas o supranacionales-. Pues bien, no se llegó a más, en ese y en otros momentos de las luchas sindicales europeas durante la crisis, porque la mayoría de los sindicatos del centro y el norte de Europa siguen considerando, como hace Francisco Louça, que sólo es en el ámbito de los Estados nación donde hay que preservar y promover los derechos de los trabajadores, y como les ha ido mejor que a los del sur en una perspectiva histórica y en la actualidad, prefieren no arriesgarse a luchar junto con ellos. Sólo unos pocos sindicalistas más lúcidos consideran que si los del sur de Europa pierden derechos, los del centro y el norte acabarán perdiéndolos también. Centrarse, casi en exclusiva, en la acción política y social en el ámbito de los Estados nación, como pretende Louça, conduce, en el mejor de los casos, a reproducir estos hábitos nada internacionalistas.

Estrategia alternativa y unidad de la izquierda

El gran fracaso de la izquierda europea en el Siglo XXI, cuyo símbolo puede ser Grecia, es el de su incapacidad para construir una estrategia alternativa frente a la crisis. En lugar de centrarse en superar esta situación, conjugando las visiones nacionales con las europeas, las izquierdas europeas se dedican a otra cosa. En palabras de Gabriel Flores: “Las izquierdas europeas, por su parte, mantienen su desunión e ideologizan sus diferencias, profundizándolas. Mientras la socialdemocracia retrocede y sueña con la posibilidad de mantener un resultado electoral que le permita reeditar las grandes coaliciones con la derecha, las fuerzas políticas situadas a su izquierda se atrincheran y remarcan sus diferencias con la socialdemocracia. Parecen complacidas con el logro de un espacio electoral confortable que les permite reafirmar un análisis catastrofista al tiempo que pierden la oportunidad de impulsar los cambios que hacen falta para que las instituciones nacionales y europeas respondan a los intereses de la mayoría social”. Y propone otra actitud, otro rumbo, para la izquierda europea: “Hay que construir amplias alianzas políticas y sociales que disputen la hegemonía a la derecha y atraigan a la mayoría de las fuerzas progresistas y de izquierdas a la tarea de conseguir un cambio sustentado en la cooperación entre los socios, la defensa de la cohesión económica, social y territorial y la subordinación de la economía a los intereses de la mayoría social.

La unidad europea sigue siendo el instrumento más adecuado para influir en la imprescindible tarea de embridar la mundialización económica y sus potenciales efectos negativos y lograr un reparto más equitativo de las ventajas y los costes que conlleva”

En mi primer artículo esbozaba algunas líneas programáticas y de acción en la línea de promover una refundación política de la UE (democrática y social) en el marco de la acción política mundialista por la globalización de los derechos y la democratización de las instituciones políticas multilaterales. El camino es arduo y será largo. Pero sinceramente no veo otro. Y se construye, por supuesto, a partir de las prácticas políticas y sociales realizadas en los Estados nación, y aún en los ámbitos subestatales, pero con una perspectiva transnacional, internacionalista y solidaria.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • camelias31

    Secretario de Comunicación de Alternativa Republicana

    Es hora de abrir los ojos: esta crisis no es sólo una crisis financiera. Es sobre todo una crisis económica y de gobernanza, que refleja la ausencia de una política económica a nivel de la UE y la falta de regulación del mercado. La verdadera respuesta a todos estos problemas será, ante todo, política: nuevo orden Económico Mundial y una Europa federal. Somos europeístas, pero no es aceptable la deriva neoliberal que impone injustas e insostenibles restricciones sociales a los Estados. No creemos en la existencia de una moneda única sin una política económica y fiscal única y avalada por...
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  • Nacho Alvarez

    Profesor de Economía, UAM, y Responsable de Economía de Podemos

    El debate político europeo está hoy marcado por dos preguntas ineludibles: ¿Qué significa terminar con el neoliberalismo en Europa? ¿Qué estrategia política permite caminar en esa dirección cuando uno forma parte de la Eurozona? Recordemos que Europa y los países occidentales ya terminaron una vez con el liberalismo. La primera globalización (1870s-1920s) entró en crisis con la I Guerra Mundial, y fue definitivamente desarmada con la Gran Depresión de 1929. Las políticas económicas keynesianas, vinculadas al ascenso de la socialdemocracia y a las conquistas del movimiento sindical, pusieron un punto y aparte en la tendencia a la mercantilización de las...
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  • Carlos Berzosa

    Catedrático emérito de la Universidad Complutense. Presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).

    La Unión Europea (UE) ha puesto de manifiesto su incapacidad para afrontar las dos grandes crisis que han conmocionado a la economía y a la política: La Gran Recesión y la grave situación de los refugiados. Esto pone de manifiesto la debilidad institucional y los cimientos nada sólidos con los que se ha tratado de construir la unión monetaria. El fracaso tan evidente pone en cuestión el proyecto europeo de integración. La UE no hace honor a su nombre pues se encuentra desunida ante las respuestas que se han dado con los refugiados, al tiempo que se agranda la...
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  • Eddy Sánchez

    Profesor de Ciencias Políticas de la UCM y Director de la Fundación de Investigaciones Marxistas

    A seis décadas de la firma del Tratado de Roma y a pocas semanas del primer aniversario del Brexit, la sensación de implosión de la UE se generaliza. Todo hace pensar que el proyecto actual de la UE deriva hacia una especie de Europa bajo hegemonía alemana, debilitada por la crisis del euro e incapaz de reformarse desde dentro, donde las demandas de soberanía de los Estados miembros crecen. La hipótesis de la que parte el presente artículo se sitúa precisamente en el punto en el que la crisis de la UE parece irreversible, mientras el horizonte del regreso...
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  • Javier Doz

    Miembro del Comité Económico y Social Europeo por CCOO

    El segundo artículo de Francisco Louça, después del inicial que promovió este debate, lleva por título “Actuar en Europa con los pies en el suelo”. En él, su autor realiza una breves glosas de la mayoría de los artículos que lo precedieron para llegar a una inicial conclusión de que todas las personas que hemos participado en el debate compartimos que “la izquierda debe desarrollarse fuera de esas instituciones o de esa política”, en referencia a las instituciones de la UE y a la política que éstas han aplicado en los últimos tiempos (o desde su creación). Comparto la...
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  • Jesús Pichel Martín

    Profesor de Filosofía

    Durante los últimos cien años (más intensamente durante los últimos setenta y aún más en los últimos veinticinco años) Europa ha ido perdiendo su papel económico, cultural, tecno-científico y geo-estratégico; y, lo que es aún más grave, está perdiendo su propia identidad política y social, heredera de más de veinticinco siglos de historia. Parece que el mundo eurocéntrico ha dejado de existir definitivamente. Los Estados Unidos de América se convirtieron en la primera potencia económica mundial al terminar la Gran Guerra y, a pesar de la crisis de los años 30, consolidaron su poder al término de la Segunda Guerra Mundial....
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  • Isidor Boix

    Ex Secretario de Negociación Colectiva y Acción Sindical Internacional de FITEQA-CCOO.

    Me ha sorprendido la nueva aportación al debate de Francisco Louça respondiendo a las intervenciones producidas a partir de la suya inicial. Sorpresa y desacuerdo por el método, por el tono y por su contenido. Me parece un mal método referirse a las diversas aportaciones recogiendo de muchas de ellas sólo un párrafo, o una frase, y, a partir de ello, sin intentar entender su sentido, polemizar con adjetivos como “prueba de sectarismo”. En esta segunda entrega Louça desarrolla su planteamiento contrario a las diversas opciones de “más Europa” centrándolo en su apuesta por los “Estados nación”. Por mi parte...
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  • El desastre europeo

    04/04/2017

    Fernando Luengo

    Profesor de economía aplicada de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del círculo de Podemos Chamberí

    “La Europa de dos o más velocidades”. Consigna de moda en la siempre opaca y confusa jerga empleada en los documentos comunitarios. Aunque la expresión no es nueva en la gramática de la Unión Europea (UE) –ha justificado, por ejemplo, la decisión de crear la Unión Económica y Monetaria (UEM)-, ha cobrado una renovada actualidad. Designa uno de los cinco escenarios contemplados en el Libro Blanco sobre el futuro de Europa; concretamente el tercero, denominado “Los que desean hacer más, hacen más”. La idea es, básicamente, la siguiente. Para sacar de su letargo el denominado “proyecto comunitario”, hay que...
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  • Daniel Albarracín Sánchez

    Consejero de la Cámara de Cuentas de Andalucía. Sociólogo y economista. Miembro de Anticapitalistas y del Consejo Asesor de Viento Sur.

    La Unión Europea lleva años en una fase de bloqueo para cualquier reforma de calado. Esta se mueve conjugando una tensión retórica tecnocrática y federalista, que procura de algún modo legitimar a la institución -sobre todo a la Comisión-, y una realidad palmaria intergubernamental que hace del revuelo ganancia de pescadores (Alemania), plasmada en la parálisis del Consejo. Al mismo tiempo, la Unión Europea, y el Eurogrupo en particular, juega el papel de espacio de concertación de las oligarquías europeas, que se amparan en sus orientaciones para justificar políticas de gobierno propicias a la austeridad social, el sostenimiento del...
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  • Leo Moscoso

    SPO-Consulting (director)

    1. La Crisis Política en Tiempos Duros. La lección de la crisis griega era ésta: o prevalecía la democracia a expensas de los intereses de la oligarquía financiera internacional, o bien, si eran esos intereses los que había que hacer respetar, entonces se hacía necesario el estado de excepción. De ahí el golpe propiciado por los Junker, Dijsselbloem, & Co. Puede que Syriza continúe al frente del ejecutivo en Grecia, pero no nos engañemos: Grecia está administrada desde el exterior y los extremistas que la tienen intervenida también tienen el poder y están en el gobierno de Europa. Los extremistas...
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  • Francisco Louça

    Político y economista

    El diario Público inició un debate sobre el tema ¿Se abren o se cierran oportunidades para el cambio en Europa?, al que fui invitado a participar, junto a sus lectores y lectoras. El debate, que ha sido abordado por varios ponentes desde diferentes puntos de vista, puede seguirse aquí, por lo que agradezco a todos los participantes las ideas o críticas que han planteado a partir de mi texto inicial. Se trata de un debate vivo, en el que se adivinan experiencias, trayectorias y conclusiones diferentes, pero que comparten una preocupación: ninguno de los textos aplaude la senda que ha...
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  • Juan Carlos Barba

    Economista

    A mi modo de ver Francisco Louça acierta en que está desapareciendo el espacio para las políticas de capitalismo con rostro humano en Europa. Sin embargo disiento de él en dos puntos: -No creo que Europa sea reformable. La UE es una superestructura creada por EEUU y se adaptó al cambio de rumbo surgido a raíz del Consenso de Washington y esa adaptación se manifiesta en las instituciones actuales y sobre todo en la Eurozona. Pretender que tales superestructuras se reformen con otras finalidades más sociales (entiendo que se sugiere algún tipo de socialdemocracia) no me parece plausible por cuanto...
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  • camelias31

    Secretario de Comunicación de Alternativa Republicana

    Frente a este desastre anunciado, nuestros líderes políticos sólo ofrecen soluciones tecnocráticas, sin darse cuenta de que lo que está en juego hoy no es tanto la salud financiera de cada país en concreto sino la capacidad política de Europa sobre el control de sus políticas fiscales y frente a la presión de los mercados financieros. Y soluciones aisladas tipo "brexit" no son la respuesta. Es hora de abrir los ojos: esta crisis no es sólo una crisis financiera. Es sobre todo una crisis económica y de gobierno, que refleja la ausencia de una política económica a nivel de...
    - Seguir leyendo
  • Gabriel Flores

    Economista

    El futuro de la Unión Europea y del euro está en duda. Y hay muchas razones para ello. La simple enumeración de los problemas a resolver muestra la importancia del desafío que afronta el proceso de unidad europea iniciado hace 60 años. Los excedentes de ahorro de los países con superávit en sus balanzas corrientes (Alemania y Holanda, fundamentalmente) no se prestan a los países del sur de la eurozona, cuya solvencia presupuestaria y bancaria está en entredicho. Mientras los países deficitarios han tenido que hacer tremendos esfuerzos de ajuste para equilibrar sus cuentas exteriores y corregir...
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  • Sabino Cuadra

    Abogado y miembro de la izquierda abertzale.

    Hace solo unos días una noticia apareció en todos los medios: “Bruselas pide expulsar a más de un millón de migrantes sin papeles”. No han pasado ni dos años desde que la UE aprobó una lista de cupos de refugiados a acoger por cada país –consciente y flagrantemente ignorados por todos ellos-, hasta plantear ahora una política de detención, internamiento y expulsión por cientos de miles. Es decir, “donde antes dije digo, ahora digo diego”. Se acabó lo que se daba. Las formaciones xenófobas europeas han aplaudido la medida. De la Europa que acogió a decenas de miles de...
    - Seguir leyendo
  • Javier Doz

    Miembro del Comité Económico y Social Europeo por CCOO

    ¿Tiene futuro la UE? ¿Tiene futuro la izquierda? Después de leer el texto de Francisco Louçā y, sobre todo, la principal de sus seis conclusiones mi respuesta a ambas preguntas sería “no”. Porque el artículo -con el que coincido, no obstante, en parte de sus diagnósticos y algunas de sus conclusiones- tiene un mensaje claro: la única solución frente al estado de cosas en la UE, agravado por las políticas de austeridad y devaluación interna, es salirse del euro y adentrarse en lo que sería una versión de izquierdas del nacionalismo económico (sustitución de importaciones para mejorar las balanzas...
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  • Jaime Pastor

    Politólogo y editor de Viento Sur

    El diagnóstico que nos ofrece Francisco Louça sobre el momento que atraviesa la Europa postBrexit es rotundo, pero no por ello menos realista: “la Unión Europea se destruye por dentro porque es divergencia y no es Unión”, “Europa está cambiando, sí, pero sus instituciones forman parte de esta deriva hacia la derecha”. Un panorama que amenaza con ir a peor porque “la pesadilla de una nueva crisis financiera está por llegar“ y la pregunta solo es “cuándo llegará” y cuánto contribuirá a la descomposición de la UE tras la salida del que era su segundo mayor Estado miembro y...
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  • Eppur si muove

    10/03/2017

    Ángel Requena

    Profesor de Matemáticas

    Ante la pregunta categórica que se me plantea en esta tribuna (“¿Se abren o se cierran las oportunidades de cambio en favor de mayor justicia social y mejores garantías democráticas?”) no queda menos que recurrir a la celebre frase que Galileo nunca pronunciara ante el Santo Oficio, porque pese a todo el movimiento es incesante. El pasado enero falleció Zygmunt Bauman, el filósofo político comprometido y lúcido analista que acuño el término de sociedad líquida. Bauman no generalizó la liquidez al propio análisis político pero, sin duda, la obsolescencia de las reflexiones de coyuntura es también una característica de...
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  • Joan Subirats

    Catedrático UAB y Coordinador de Doctorado en el Institut de Govern i Polítiques Públiques (IGOB-UAB)

    La integración europea generó, como sabemos, una notable asimetría entre las políticas que promovían la eficiencia del mercado (que siempre fueron el motor del proceso integrador) y las políticas que querían promover protección y equidad. A medida que el proceso de integración económica se aceleró y se quiso acompañar esa dinámica con mayores cuotas de integración social y política, surgieron graves inconvenientes. Por un lado, los estados de bienestar de cada estado miembro fueron sufriendo los efectos de los procesos de liberalización y de aumento de la competitividad, mientras que los esfuerzos para generalizar las políticas sociales chocaban con...
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  • El cambio en Europa

    10/03/2017

    Rosa Martínez

    Diputada de Unidos Podemos y coportavoz de EQUO

    Sin duda Europa está cambiando, lleva tiempo cambiando. Lo que hoy vivimos no es sino la aceleración y concreción de diferentes tendencias y fenómenos, que desde hace décadas (con diferencias cronológicas y de intensidad según los países) están transformando el orden y los elementos sobre los que se edificaron nuestras sociedades tras la Segunda Guerra Mundial: - Las altas tasas de crecimiento de económico de la posguerra que pusieron las bases del funcionamiento de nuestras economías y se tradujeron en una mejora sustancial del nivel de vida de las personas en Europa, ya no existen y posiblemente no volverán....
    - Seguir leyendo
  • José Luis Atienza

    Teniente alcalde de ICV de Viladecans

    José Luis Atienza y M.A Díaz La Unión Europea está en una crisis política sin precedentes. Es evidente que el Brexit ya ponía al proyecto europeo en inesperadas dificultades, pero sumado a la irrupción de Trump y al confuso panorama electoral de nuestros vecinos mediterráneos pone a Europa en una situación inédita desde el fin de la segunda guerra mundial. La Unión Europea está también en el centro del debate de la izquierda. Una parte de ella anuncia que ha llegado el momento de salir del euro y volver a las monedas nacionales, porque la moneda...
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  • Anibal Garzón

    Sociólogo, docente y analista internacional

    El 2016 ha sido un año que muchos analistas lo han calificado como el inicio del fin de la Unión Europea (UE) a causa de 3 importantes sucesos. El primero, la victoria electoral del BREXIT y la consecuencia de la dimisión del conservador europeísta, a la manera británica, David Cameron. El segundo evento, la derrota del Primer Ministro italiano Matteo Renzi en el referéndum constitucional y su posterior renuncia. Y el tercero, la cercana posible victoria de la ultraderecha euroescéptica del Partido de La Libertad (FPÖ) en la segunda vuelta de unas repetidas elecciones en Austria. Además, y como...
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  • Miguel Guillén

    Politólogo

    Se me pide desde Espacio Público que dedique unas líneas a reflexionar sobre una pregunta de muy difícil respuesta, pero que sin duda debemos formularnos: ¿se abren o se cierran las oportunidades de cambio en favor de mayor justicia social y mejores garantías democráticas? Se trata de una cuestión fundamental que necesariamente se tiene que abordar desde una perspectiva global, levantando la vista más allá de nuestras fronteras. Vivimos en un país situado en la periferia de Europa (a nivel geográfico y no solamente a este nivel), que forma parte de la Unión Europea y que en los últimos...
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  • Pere Vilanova

    Politólogo.

    Parece emerger una opinión difusa de que “estamos saliendo” de la crisis iniciada a finales de 2008. Incluso algunos expertos apuntan, a comienzos de 2017, que se ha salido de la crisis durante 2016. Habrá que ver si la tendencia se confirma. Pero algún hecho es de difícil refutación a escala europea e incluso transnacional. Admitiendo que se haya salido de la crisis, lo que es seguro es que ello no significa que “volveremos a estar como antes (de la crisis)”. En absoluto, pues con el tiempo veremos que hemos asistido a un reajuste estructural de proporciones históricas, a...
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  • Jesús Pichel Martín

    Profesor de Filosofía

    Durante los últimos cien años (más intensamente durante los últimos setenta y aún más en los últimos veinticinco años) Europa ha ido perdiendo su papel económico, cultural, tecno-científico y geo-estratégico; y, lo que es aún más grave, está perdiendo su propia identidad política y social, heredera de más de veinticinco siglos de historia. Parece que el mundo eurocéntrico ha dejado de existir definitivamente. Los Estados Unidos de América se convirtieron en la primera potencia económica mundial al terminar la Gran Guerra y, a pesar de la crisis de los años 30, consolidaron su poder al término de la Segunda Guerra Mundial. El desgaste de Europa durante...
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  • Andy Durgan

    Historiador

    Andy Durgan (historiador) y Mike González (escritor) El panorama mundial en las dos semanas posteriores a la inauguración de Trump, como señala Francisco Louçã, no se veía muy alentador. Pero precisamente por eso sería importante recordar que la historia no es un momento, sino un proceso. De no ser así, la sucesión de Brexit a Trump llevaría inexorablemente hacia una nueva edad de hierro bajo el dominio de un fascismo europeo renaciente. Nada es inevitable. La cuestión es cómo conseguir un cambio que responda a las esperanzas expresadas en las manifestaciones multitudinarias contra Trump a través del mundo. Por...
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  • Javier Madrazo Lavín

    Profesor. Ex Consejero Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco.

    Hablar de Europa en el año 2017 significa hablar de frustración, decepción e impotencia. Recuerdo la admiración que la izquierda española sentía en el franquismo y la transición por una Europa, que percibíamos como un espacio de libertad, igualdad, justicia social, derechos humanos y democracia. Cabría preguntarse ahora en qué nos equivocamos; qué hicimos mal entonces y cuál es el precio a pagar por los errores cometidos. Personalmente, lo tengo claro. Dejamos que el proceso de Unión Europea lo liderara la derecha más neoliberal y el socialiberalismo, doblegado por la presión de los poderes económicos y militares. Las élites tomaron...
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  • Maria Corrales Pons

    Periodista y miembro de Un País en Comú

    Para responder a la pregunta de si se está abriendo o cerrando la brecha histórica para la oportunidad de un cambio en sentido progresista, es fundamental, en primer lugar, situar, desde los enfoques teóricos de cada cuál, el porqué de su apertura. Desde mi perspectiva, una de las principales causas que hay que atender para comprender el desarrollo de la crisis y sus respuestas en nuestro contexto es el de la crisis orgánica del proyecto económico y político de la Unión Europea. Tal y como explica Gerardo Pisarello, a partir de la crisis económica de 2008 que pone...
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  • Julian Ariza

    Sindicalista

    Comparto la idea de que no hay motivos para el optimismo si nos asomamos al panorama político, económico y social que nos rodea, tanto a nivel internacional como dentro de nuestro país. Efectivamente, si pensamos, por ejemplo, en los dos acontecimientos más próximos y sobresalientes, el problema no sería sólo que los británicos apostaran por el Brexit y los estadounidenses le otorgaran el poder a un energúmeno. Lo peor es que la deriva por la que nos deslizamos hace años adquiere mayor gravedad con estos hechos. Me refiero a los retrocesos en materia de regulación frente a los desmanes...
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  • Rosa Cañadell

    Licenciada en Psicología. Profesora. Articulista. Co-fundadora del SIEC (Seminari Ítaca d’Educació Crítica).

    Las crisis son una oportunidad, se acostumbra a decir. La verdad es que las crisis (personales, psicológicas, políticas, económicas...), si se superan, acostumbran a abrir nuevas perspectivas, pero si no se superan, en vez de una oportunidad, pueden llevarnos a la ruina. España, Europa y, posiblemente, el mundo entero, está atravesando una de las mayores crisis después de la II guerra mundial. Crisis financiera, política, social y moral con todas sus consecuencias: aumento brutal de la desigualdad, del desempleo, de la explotación laboral, de la desprotección social, de la privatización de todos los servicios públicos, de la pobreza, de...
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  • Isidor Boix

    Ex Secretario de Negociación Colectiva y Acción Sindical Internacional de FITEQA-CCOO.

    Comparto prácticamente todas las consideraciones de Francisco Louça en su trabajo “Europa está cambiando” que encabeza este debate. También las de Rafael Poch en su “Adiós, Unión Europea” (http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2017/02/01/adios-union-europea-42041). Ambos pueden parecer demasiado pesimistas, apocalípticos casi, pero probablemente aciertan en su mensaje de crítica y alerta. Menos comparto las líneas de avance apuntadas cuando Louça propone “abandonar el euro”, con lo que supone de deconstrucción europea, y Poch ya entona el “adiós” a Europa. En ambos me falta una mayor reflexión sobre la necesaria iniciativa social para responder a los presentes desafíos. Es fácil coincidir con Francisco Louça cuando...
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  • Héctor Maravall

    Abogado de CCOO

    Las alternativas progresistas se alejan, pero no desaparecen No es fácil responder a la pregunta de si hoy estamos o no en mejores condiciones para impulsar y conseguir un cambio político y socioeconómico en España e incluso en la Unión Europea. Hay muchas razones para responder negativamente y también algunas para hacerlo en positivo. Todo ello partiendo de una primera constatación, el tablero político estatal e internacional se mueve a gran velocidad, surgiendo novedades no previstas, que dificultan cualquier proyección a medio plazo mínimamente fiable. El triunfo de Trump, el Brexit, la caída de Renzi y de Dilma Rousseff, la...
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