Pobreza energética… que el árbol no nos impida ver el bosque

  • Guilermo Fernández Maíllo

    Guilermo Fernández Maíllo

    Sociólogo y trabajador social del Equipo de Estudios de Cáritas Española y del Comité Técnico de la Fundación FOESSA .

27.03.2015

Debate principal: ¿A quién enriquece la pobreza energética?

Desde hace tiempo escuchamos voces de personas y organizaciones que ponen sobre la mesa las consecuencias de la pobreza desde diferentes puntos de vista. Bien focalizando la atención sobre alguna de las consecuencias de la misma, bien sobre características que la definen en un espacio de tiempo.

Se ponen sobre la mesa datos de “pobreza infantil”, “trabajadores pobres”, “la pobreza de los mayores”… expresiones que enfatizan la pobreza en función de un colectivo; “feminización de la pobreza”, “el factor étnico de la pobreza”…, por ejemplo, dan peso en su descripción a algún componente sociodemográfico; otras se relacionan con las necesidades de las personas, “privación material”, “pobreza educativa”, “pobreza en la salud”, y entre estas, una de las últimas (más allá de cuando se definió) en incorporarse al acervo común ha sido la de la “pobreza energética”.

Este concepto ha comenzado a registrarse en el espacio de los medios de comunicación con cierta intensidad. En un primer momento como reflejo de la dificultad de muchos hogares de hacer frente al pago de suministros energéticos para satisfacer necesidades de climatización adecuada de la casa o acceso a determinados servicios. El 21,5% de los hogares españoles no puede mantener la casa a una temperatura adecuada, o el 49,8% ha tenido que reducir los gastos de teléfono, televisión o internet. Se incidía sobre el gasto y la necesidad de renta para satisfacerlo, primera consecuencia.

Posteriormente se comenzó a hablar de que si había un gasto es porque alguien facilitaba el servicio y habría un beneficio. Se comienza a hablar sobre los costes de la energía, los beneficios de las empresas del sector, la privatización (venta o gestión) de la distribución de determinados suministros, la necesidad de bonos sociales, etc. El 13,2% de los hogares españoles ha recibido algún aviso de corte de luz, agua o teléfono. Se pone la vista sobre el precio.
Por último, y con mucha menos intensidad, se encuentra el tema de la calidad de nuestras viviendas y los elementos de eficiencia energética. El 9,6 % de los hogares españoles padece de humedades, suciedades u olores, el 1,6% presenta déficits graves en la construcción o el 0,7% vive en infraviviendas. Se pone la vista en la calidad de las viviendas y en un espacio alternativo al sector de la construcción, pinchada ya la burbuja inmobiliaria. Es más, es un concepto que al relacionar a las personas con el acceso, forma de uso, protección del medio ambiente y con las fuentes de energía podría a ayudar a tender puentes entre el mundo de la ecología y el de la pobreza. Algo que desde un punto de vista planetario está bastante claro, pero no es tan evidente que sea así entre la opinión pública de nuestro país, por solo poner un ejemplo.

Precisar nuestra visión en estos aspectos concretos, como la pobreza energética, nos ayuda a comprender una de las características de la pobreza y la exclusión: su heterogeneidad. La pobreza es poliédrica, tiene muchas caras, y los enfoques con adjetivo nos muestran cada una de esas caras… pero generalmente de forma individual, haciendo que una cara sea tan grande que no nos facilite ver las otras. Y esta es una de las desventajas de los enfoques basados en adjetivar la pobreza. Nos muestran con gran claridad la relación entre factores concretos y la pobreza, pero tienden a invisibilizar, con mayor o menor intensidad otros elementos, generalmente no de forma premeditada… aunque a veces sí.

Por ejemplo, parece claro que un hogar que no puede hacer frente al pago de los suministros energéticos tiene otras muchas dificultades para mantener unos niveles de vida dignos. Haber recibido un aviso por impago no tiene que significar necesariamente lo mismo, y desde luego vivir en un hogar ineficiente, energéticamente hablando, puede ser perfectamente compatible con una renta elevada… o no. En la medida que hacemos el fenómeno más complejo más difícil es establecer relaciones causales directas. La combinación de un problema de renta, precio de la energía y eficiencia energética se encuentra mediatizado por otros elementos. Por ejemplo por prioridades de consumo, tamaño del hogar, zona geográfica de residencia y un largo etcétera.

Otra de las características de la pobreza, que las adjetivaciones pueden o no contemplar, es su carácter dinámico y procesual. La pobreza no es estática, evoluciona. En un doble sentido. Por un lado en la medida en que las personas no se encuentran siempre en una misma situación. Por ejemplo desde el final de la crisis de1993 hasta el 2007 las posibilidades de movilidad social ascendente han sido reales y eso significaba que no siempre eran las mismas personas las que necesariamente estaban en el espacio de la exclusión social, aunque este no bajara del 16% en el pico del crecimiento económico. Sin embargo una de las consecuencias de la actual crisis es que esos procesos de movilidad social han transformado su dirección, dado que los ascendentes se han cortado, sobre todo en las partes bajas de la distribución de la renta y las descendentes se han multiplicado. Pero por otro es procesual, las personas y familias eligen estrategias y toman decisiones para poder afrontar el día a día. Esas decisiones pueden llevarlas a recorrer determinados procesos de deterioro que hacen muy complejo volver atrás. Las estrategias para la supervivencia, en el espacio de la exclusión, te llegan a hacer perder la posibilidad de un proyecto vital. En el sentido dinámico la pobreza energética no parece uno de los elementos clave, frente a la educación o la evolución del factor trabajo por ejemplo. En relación al proceso sí parece que las restricciones en este sentido generarían unas menores posibilidades de acceso a la satisfacción de necesidades. Piénsese por ejemplo en la falta de acceder a Internet, en relación a tener más o menos información; o en la decisión de limitar unos mínimos de bienestar en términos de temperatura en una casa, los impactos que esto tendrá en términos de salud en el medio y largo plazo.

Pero hay una tercera característica, que las adjetivaciones de la pobreza ocultan totalmente, que es su multidimensionalidad. La pobreza y la exclusión social podemos observarla en al menos siete dimensiones: en el empleo, en el consumo, en la política, en la educación, en la vivienda, en la salud, en el conflicto social y en el aislamiento social. Y no solo es importante observar en términos individuales y de hogares la “cantidad” y “calidad” de las mismas sino la interacción entre ellas. No es lo mismo tener trabajo y tener un problema de salud o no tenerlo. No es lo mismo no poder acceder a comer decentemente todos los días si tienes familia que te apoye o no. No es lo mismo educarte en un barrio donde el conflicto social es latente que en otro sitio donde la convivencia sea un objetivo vecinal. No es lo mismo tener una calefacción adecuada si vives en un clima frío o en uno cálido.

Y en esta multidimensionalidad no es lo mismo poner solo la mirada en lo individual, que fijarnos en aquellos aspectos estructurales que definen cada una de estas dimensiones y las relaciones que existen entre las mismas. A través de este enfoque podremos encontrar respuestas a preguntas como: ¿por qué solo por la vía del empleo no seremos capaces de evitar la pobreza y la exclusión social? ¿Por qué las reformas de los estados de bienestar están perjudicando a amplias capas de la población? ¿Por qué la familia en España está siendo una de las claves del mantenimiento de la cohesión social?

Abordar la pobreza energética nos va a permitir mejorar nuestra mirada multidimensional, pero no es “la mirada”. Es necesaria tenerla en cuenta, pero no nos debe hacer perder el foco que debemos tener sobre la pobreza y la exclusión que es mucho más amplio y complejo, allí donde en definitiva nos jugamos, no solo su comprensión sino las propuestas de solución.
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Los datos que aparecen en este artículo pertenecen a la Encuesta sobre Integración y Necesidades Sociales de la Fundación FOESSA

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Héctor Alonsio

    Periodista y editor de actualidadhumanitaria.com

    Pobreza energética es un concepto hasta hace poco desconocido en nuestro país. Los años de bonanza trajeron a nuestros hogares bombas de calor y aparatos de aire acondicionado para producir aire caliente en invierno y frío en verano, cocinas vitrocerámicas, calefacción por gas natural... Eran años de bonanza y derroche. Sin embargo por culpa de la crisis económica que sufrimos ahora muchas familias en nuestro país -el 10 por ciento- no puedan hacer frente al coste de energía para calentar sus hogares, ducharse con agua caliente o incluso cocinar. Son diez millones de pobres energéticos. Desde 2007 la factura del suministro...
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  • Ramón Górriz

    Presidente Fundación 1 de Mayo

    Las cifras que se han puesto de manifiesto en este debate muestran con claridad la gravedad y extensión de esta pobreza energética en nuestro país, así como la urgencia de las medidas para hacer frente a la misma, lo que exige una mayor presencia de este problema en el debate político y social. Si bien coincidimos con lo ya señalado en el sentido de que la pobreza energética es sólo una de las caras del empobrecimiento que afecta de forma creciente a amplios colectivos, como consecuencia de las políticas aplicadas para hacer frente a la crisis por los dos últimos...
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  • Laia Ortiz

    Portavoz de ICV y candidata de Barcelona en Comú

    Hemos entrado en primavera y seguro que esto también es un motivo de alivio para el Gobierno, ya que le facilita pasar página y continuar ignorando un problema social que afecta a la salud y a las condiciones de vida de millones de personas como es la pobreza energética. Por eso es oportuno que desde los medios de comunicación y movimientos sociales no pasemos página. El debate debe continuar para evitar que el próximo invierno nada haya cambiado. De hecho, la pobreza energética es la expresión del fracaso absoluto de la regulación eléctrica y gasística en nuestro país. El claro...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    En mi primera aportación al Debate saqué a colación la vinculación existente entre los recursos humanos y la libertad efectiva de las personas. Es por ello me ha causado gran satisfacción leer, en el escrito de Victoria Pellicer, la propuesta de situar «en el centro de la definición [de pobreza energética] las personas y la falta de libertad a la que se enfrentan para poder llevar a cabo la vida que valoran». Très bien!, como dicen los franceses. Así pues hemos pasado del problema de la pobreza energética a esa otra cuestión, filosófica y abstracta, de la libertad humana. Pero...
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  • Victoria Pellicer

    Activista de Ingeniería Sin Fronteras, Plataforma por un Nuevo Modelo Energético y cooperativa de energía verde Som Energia

    La pobreza energética es un término que recientemente hemos empezado a introducir en nuestro léxico, aunque se trate, como dice el informe de la Asociación de Ciencias Ambientales, de una “nueva etiqueta para una vieja realidad”. La pobreza energética es un término que recientemente hemos empezado a introducir en nuestro léxico, aunque se trate, como dice el informe de la Asociación de Ciencias Ambientales, de una “nueva etiqueta para una vieja realidad”. La urgencia por visibilizar la problemática de la pobreza energética en la coyuntura de la actual crisis española hizo que, en la mayoría de los casos, los discursos...
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  • Cecilia Aguilar

    Miembro de ECOoo

    Me gustaría comenzar esta aportación recordando que el sistema energético, entendido como la cadena energética, es un sistema injusto a lo largo de todas sus fases, desde la producción, la transformación y la distribución, hasta el consumo y los residuos que se generan. El modelo energético actual está demostrando ser causa de grandes problemas a escala global, tanto como sustento de un modelo económico que nos está abocando a una grave crisis ecológica, como elemento que provoca conflictos geoestratégicos, abusos de derechos humanos y aplastamiento de resistencias ciudadanas. La pobreza energética es una más de las consecuencias que evidencia este...
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  • Guilermo Fernández Maíllo

    Sociólogo y trabajador social del Equipo de Estudios de Cáritas Española y del Comité Técnico de la Fundación FOESSA .

    Desde hace tiempo escuchamos voces de personas y organizaciones que ponen sobre la mesa las consecuencias de la pobreza desde diferentes puntos de vista. Bien focalizando la atención sobre alguna de las consecuencias de la misma, bien sobre características que la definen en un espacio de tiempo. Se ponen sobre la mesa datos de “pobreza infantil”, “trabajadores pobres”, “la pobreza de los mayores”… expresiones que enfatizan la pobreza en función de un colectivo; “feminización de la pobreza”, “el factor étnico de la pobreza”…, por ejemplo, dan peso en su descripción a algún componente sociodemográfico; otras se relacionan con...
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  • Marta García París

    Coordinadora de Proyectos de Ecoserveis

    Un debate interesante que permite poner encima de la mesa la realidad de esta nueva prioridad social. En un año de campañas y elecciones, los ciudadanos, los candidatos y partidos tenemos el reto de reivindicar, definir y defender una realidad más justa. Mucho hablamos y teorizamos sobre la pobreza energética, un problema que afecta, cada día, a más familias y para el que debemos exigir, exigirnos encontrar cuanto antes, la forma de dar respuesta a los millones de hogares que no pueden mantener su casa a una temperatura de confort. Argumentando la primera de las preguntas que plantea Rodrigo como...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    La visión que tenemos de la realidad y la forma de actuar en ella dependen en gran medida de nuestros conceptos e instrumentos de medición, que por cierto no son neutrales al estar construidos sobre determinadas premisas morales y cognitivas. Y esto ocurre también con la forma que tenemos de medir el bienestar de las personas. Viene a cuento lo dicho porque si queremos introducir en el debate intelectual y en la agenda política las nuevas formas de pobreza, habremos de ser radicales –en el sentido de tomar las cosas por su raíz- y empezar por cuestionar la forma tradicional...
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  • Florent Marcellesi

    Coportavoz de Verdes Equo y ex-eurodiputado de Los Verdes/ALE

    Los datos ofrecidos en la ponencia de partida son demoledores, la realidad de la pobreza energética nos pesa por su dureza y, sobre todo, porque somos plenamente conscientes de que es evitable. La pobreza energética es el espejo de una sociedad donde la desigualdad y el paro se han disparado, y el modelo energético fósil nos lleva a un callejón sin salida a nivel social y ecológico. Mientras, impera la cultura del despilfarro, el analfabetismo energético y la política del gobierno sirve a los intereses de un oligopolio energético cuya ilimitada ambición nos empuja al colapso. El imparable aumento de...
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  • […] Sigue leyendo en Público.es. […]
  • José Luis Velasco

    Miembro del Observatorio Crítico de la Energía

    “La pobreza energética es posible que no sea la más acuciante” dijo en cierta ocasión el presidente de la patronal de las grandes empresas eléctricas. Es cierto, como indica la ponencia inicial, que la pobreza energética no es sino un síntoma de un problema más amplio: la pobreza creada por las políticas realizadas por los Gobiernos, en España y en otros países, sistemáticamente en beneficio de unos pocos y en perjuicio de los ciudadanos. ¿Cuál es entonces la utilidad de usar un término como “pobreza energética” para denotarlo? ¿Por qué centrarse en un síntoma y no en su origen?...
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  • Elias G.

    Profesor

    Hay una opción más ecológica que la de ayudar a la gente a consumir más energía: ayudarle a mejorar el aislamiento térmico de sus viviendas.
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Cuando hablamos de la pobreza nos referimos a una situación de privación, de carencia de los recursos necesarios para satisfacer determinadas necesidades humanas. De ahí surgen varias preguntas: esta privación, ¿obedece a causas naturales (escasez) o sociales? es decir, ¿a una distribución desigual de los recursos?; estos recursos, ¿son sólo materiales o también humanos?, y ¿puede ser otro ser humano un recurso para mí?; por último, ¿de qué necesidades estamos hablando? En su estupenda Ponencia, Rodrigo Moretón ha contemplado a la energía como un recurso necesario para satisfacer ciertas necesidades humanas, consideradas como básicas. Ello nos remite a la...
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  • Cote Romero

    Coordinadora de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético y Coordinadora de Ecooo

    Considero oportuno el momento de abrir un espacio de información, reflexión y debate “público” sobre la pobreza energética, cuestión ésta que, a pesar de ser objeto de estudio desde hace más de cuarenta años y tener carta de naturaleza propia, en nuestro país ha pasado prácticamente desapercibida tanto para las instituciones como para la sociedad en su conjunto. En un año pluri-electoral y antes de la celebración de la primera cita de comicios, es conveniente poner encima de la mesa la realidad de la pobreza energética, a fin de poder influir en los programas de los partidos políticos y que...
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  • José Vicente Barcia

    Periodista, Jefe de Gabinete de la Alcaldía de Cádiz y coautor del libro 'Voces del cambio'

    El hecho más esencial para que una persona sea constitutiva de derechos es su propia existencia. Por tanto, el grado máximo de violencia estructural sería aquel cuya trágica consecuencia diera al traste con vidas que podrían seguir su rumbo y desarrollo si las decisiones políticas fueran diferentes. Este es el caso de la pobreza energética en España. La verdad global de la pobreza energética vista desde la crueldad insoslayable de los datos, 7.500 personas mueren todos los años en el Estado español por esta razón, sólo es desbordada por el caleidoscopio vivencial y singular de cada uno de esos dramas....
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