El plano del tesoro socialista

  • Gabriel Flores

    Gabriel Flores

    Economista

16.12.2016

Debate principal: El socialismo de este siglo

Algunas de las propuestas presentadas en este debate tienen por objetivo recuperar o refundar el proyecto socialista que se identifica con la corriente de la socialdemocracia europea, llenándolo de nuevos contenidos o reciclando experiencias interesantes de otros tiempos. Intentan sus autores resucitar una vieja y, mucho me temo, periclitada historia.

¿Es posible salvar la experiencia socialdemócrata? ¿Tiene sentido echar vino nuevo en odres viejos cuyo olor a caduco o viejuno repele a los jóvenes de entre 18 y 35 años y provoca mayores rechazos a medida que aumenta el nivel de estudios de las personas a las que intenta atraer?

Tiene sentido, evidentemente, para los partidarios de resucitar al PSOE. Es su tarea. De hecho, en eso está la Gestora de Susana Díaz, aunque con planes bastante confusos que pasan prioritariamente por deshacerse de sus rivales internos, no confrontar en demasía con el Gobierno de Rajoy y dirigir toda su capacidad de fuego contra Podemos, con la intención de capitalizar sus iniciativas parlamentarias o, cuando no pueda, bloquearlas. A eso se reduce su ofrecimiento de coser lo que está roto. PSOE y socialdemocracia no son exactamente la misma cosa; de hecho, si nos pusiéramos exquisitos, se podría decir que la socialdemocracia histórica y el actual PSOE tienen muy pocos puntos en común; si acaso, definen una trayectoria con muchos zigzags y claroscuros que van de la primera al segundo.

Pero también están en el empeño de rescatar el proyecto socialdemócrata e intentar impedir un mayor deterioro del PSOE diferentes corrientes de izquierdas y progresistas que consideran, con buen juicio, que un mayor deshilachamiento de las filas socialistas y su electorado solo conviene al PP y a su intención de perpetuar su hegemonía en las instituciones. La mayor parte de los apoyos que puede seguir perdiendo el PSOE no va a ir a Podemos; a ninguno de los posibles Podemos que surja en Vistalegre 2. Y por eso es tan importante que dentro del PSOE se mantenga la resistencia a la Gestora y se siga intentando cambiar el rumbo que ha marcado, hasta devolver la palabra y el poder de decisión a sus militantes. Y por eso es tan importante que dentro de Podemos se mantenga la convivencia y el delicado equilibrio de fuerzas que le permite seguir desarrollando su trabajo y darle tiempo al tiempo para que las opciones estratégicas que existen en su seno puedan valorar las buenas prácticas y contrastar sus resultados.

El debate en torno a la cuestión del socialismo está contaminado, no podría ser de otra manera, por una coyuntura en la que se está redefiniendo el espacio político de la izquierda y la redistribución de papeles entre los diferentes actores.

En situación tan delicada no se trata, en primera instancia, de tender puentes entre las distintas partes del PSOE o de Podemos ni entre el PSOE y Podemos. Ambos partidos deben superar las difíciles tareas de clarificación e integración que tienen pendientes. Pueden hacerlo si suman a un mínimo buen juicio, transparencia en los debates y democracia. Sólo después, si las circunstancias son propicias, será tiempo de plantear la tarea de construir puentes y alianzas satisfactorias para ambos partidos y, cuestión fundamental, que sean útiles para la mayoría social a la que aspiran a representar. Mientras tanto, basta y sobra con que abandonen sus pretensiones los que, desde el PSOE, intentan cortar trozos del vestido nuevo para arreglar su raído traje; y los que, desde Podemos, pretenden mantener como única estrategia o guía de trabajo un sorpasso que se ha demostrado más laborioso de lo que parecía y es completamente inútil cuando sangra al rival y, al tiempo, dificulta su transformación e impide una cooperación capaz de multiplicar fuerzas y energías del conjunto de las fuerzas necesarias para promover un cambio progresista.

Y lo que parece razonable para abrir puertas al cambio en nuestro país, vale también para la tarea que las fuerzas progresistas y de izquierdas europeas tienen pendiente: desarticular la ofensiva xenófoba y antieuropeísta de la extrema derecha nacionalista y construir una alternativa al bloque de poder que lidera Merkel y que cuenta con la colaboración de una parte de la socialdemocracia europea. Hay que impedir que las elites europeas sigan retrasando la solución de los evidentes y conocidos problemas institucionales de la eurozona y manteniendo unas políticas de austeridad y devaluación salarial que han demostrado su ineficacia para lograr los objetivos que les servían de justificación y engordan por doquier el monstruo de la extrema derecha.

Una larga historia de emancipación que no conviene simplificar ni tergiversar

Hace casi dos siglos daban sus primeros pasos unas incipientes clases trabajadoras empeñadas, a medida que se desarrollaban, en humanizar, reformar o sustituir un por entonces naciente sistema capitalista. Después de vigorosas ofensivas que consiguieron logros y victorias de gran profundidad y numerosas derrotas, aquel movimiento se encuentra agotado.

Lo han agotado sus propios éxitos y los líderes y fuerzas políticas que más presión transformadora ejercieron, tanto los que se adscribieron a la corriente socialdemócrata, hoy desvencijada, como los que se identificaron con unos sistemas de tipo soviético que, tras demostrar su incapacidad para ofrecer libertad y bienestar a sus ciudadanos, fueron rápidamente desmantelados a partir de 1989 y transformados en sistemas capitalistas. De aquel bloque que conformaban las economías de tipo soviético solo quedan, fuera de Europa, como evidencias del naufragio del llamado socialismo real, regímenes mutantes de difícil clasificación que poco o nada tienen que ver con sus impulsos iniciales.

También han contribuido a agotarlo, los propios cambios experimentados por un sistema capitalista que, a medida que se ha ido desregulando y mundializando, se ha hecho más frágil y ha fragilizado los recursos naturales sobre los que se sustenta la lógica de acumulación y las sociedades y los sistemas políticos que lo nutrían y en los que se desenvuelven los diferentes modelos de sistema capitalista que existen.

¿Se puede recuperar algo de todo aquello? No critico la intención del debate o de los participantes, ni el interés de la mayoría de las aportaciones. Menos aún, la necesidad de reflexionar sobre lo que ha pasado hasta llegar a los actuales vacíos y perplejidades. Siempre parece aconsejable intentar distinguir las buenas prácticas y las ideas que se pueden rescatar de las que pueden considerarse, con poco margen de error, amortizadas. Mis dudas o mis críticas se dirigen, más bien, al posible desenfoque o desvarío que supone no atreverse a pensar que, probablemente, casi nada de lo que fue y sirvió en otra época sirve o es útil ahora. Y no solo estoy hablando del nombre de la cosa, sino de su sustancia.

Convendría que la izquierda se planteara la posibilidad de no contar con planos que describan los caminos que deben transitar, porque aún están por hacer, o la nueva sociedad, el nuevo régimen político y el nuevo sistema económico a los que pretenden llegar. Quedan en pie un pequeño puñado de valores o principios, que pueden simplificarse en ese binomio de justicia social y democracia que mencionan varios de los intervinientes, y la tarea de embridar la lógica de la acumulación capitalista y a las élites que, abusando de su poder, se benefician en exclusiva de esa lógica, sin valorar lo más mínimo los enormes costes sociales, económicos y medioambientales que han provocado y continúan generando.

En esa tarea de gran alcance es imprescindible la participación de la mayoría social y de las fuerzas progresistas que hoy existen. Por mucho que las diversas corrientes identificadas con el comunismo hayan sido trituradas y las menguantes fuerzas socialdemócratas trabajen mayoritariamente en otra dirección, de común acuerdo con la derecha. Pero es esa enorme envergadura de la tarea y de los retos que deben afrontarse la que exige y brinda oportunidades para el nacimiento de nueva savia social y política. Savia que en los países del sur de la eurozona ya ha empezado a producirse, aunque sea de forma muy insuficiente todavía. A veces, felizmente, como en Portugal, para desarrollar un trabajo conjunto con la socialdemocracia en defensa de la mayoría social y los pobres y excluidos, con el propósito de alejarse tanto como sea posible de las políticas de austeridad impuestas por las instituciones europeas y seguidas por anteriores gobiernos; en otros casos, sin demasiado acierto para articular las fuerzas disponibles y ser útiles en la tarea de promover un cambio más democrático y más justo. Pero es en la conjunción y cooperación de las viejas fuerzas de izquierdas y las nuevas organizaciones portadoras de un orden alternativo desde donde pueden surgir las respuestas a las preguntas que nos estamos planteando. En mi opinión, yerran los que piensan que la solución pasa por la refundación de lo viejo en detrimento de las nuevas fuerzas. Y se equivocan también los que, en sentido contrario, apuestan por el desarrollo de nuevos actores políticos que desplacen a los viejos partidos de izquierdas.

Muy probablemente, las tareas asociadas a la defensa de la mayoría social y de los sectores más golpeados por la crisis y las políticas de recorte de bienes públicos y deterioro del mercado laboral van a tener que desarrollarse sin el alivio, más o menos imaginario, que pueda proporcionar el disponer de un mapa creíble del tesoro socialista al que se quiere llegar. Va a ser obligado aprender a caminar en la penumbra, un poco a ciegas. Y sin empeñarse en demasía en volver a dibujar ficticias estrategias que proporcionen una ficticia seguridad y justifiquen la relación entre lo que se puede hacer hoy y un luminoso futuro socialista del que ya nadie o muy pocos se atreven a precisar sus principales rasgos ni a pronosticar cuándo y cómo se hará realidad.

Este debate sobre el socialismo va a continuar durante bastante tiempo. Habrá partidarios de fórmulas blandas y tranquilas y otros que aboguen por una ruptura más tajante y dura con el capitalismo. La respuesta a ese tipo de dilemas está en el aire y va a seguir estando ahí por mucho tiempo.

Una experiencia particular que no convendría repetir ni echar en saco roto

En los años 60 y 70 del pasado siglo, antes de la caída de la dictadura franquista, todos los partidos de izquierdas tenían su particular mapa con el que orientar la resistencia democrática y la lucha por la mejora de las condiciones de vida y trabajo de las clases populares a las que intentaban organizar y movilizar. Todos tenían su vía particular, con más o menos revueltas y paradas intermedias, para alcanzar el gran objetivo socialista. En aquel imaginario, la caída de la dictadura era tan solo un paso, una fase o etapa de un proceso más largo, duro y complejo que acabaría con la sustitución del capitalismo por una sociedad sin clases. Tanto el camino como el punto de llegada parecían definidos.

Sin embargo, cada uno de aquellos mapas contaba con un peculiar manual de instrucciones para su correcta utilización y orientar el qué hacer y por dónde ir. Había un pequeño problema: cada manual venía encriptado en enigmáticos y plomizos códigos lingüísticos y políticos imposibles de descifrar. Y había, también, un gran problema: aquellos mapas no servían para nada. Eran completamente inútiles. Más aún, suponían una dificultad añadida para conocer la realidad que se pretendía cambiar. Aquellos mapas servían, eso sí, para dar cierta sensación de seguridad y de formar parte de un movimiento general capaz de transformar el mundo en un plazo relativamente corto.

En realidad, no había ningún plano para llegar al socialismo. Y los que había no servían de nada. Nos acostumbramos a vivir en dos mundos diferentes y muy apartados el uno del otro. Por un lado, desarrollar una acción política y reivindicativa muy pegada a los problemas de la gente. Por otro, manosear unas referencias estratégicas e intentar casar lo que realmente se hacía con unas pretensiones que se situaban en otro nivel, el de unas ensoñaciones que poco tenían que ver con la sociedad, el país y las limitadas fuerzas disponibles para cambiar radicalmente las cosas.

Perdonen la incursión por un pasado remoto. Pero creo que no está de más traer a cuento la experiencia que aporta la izquierda antifranquista en el terreno de vincular la lucha por acabar con la dictadura y las aspiraciones socialistas. Aquella generación mostró una tendencia irrefrenable a dotarse de referencias estratégicas para intentar justificar la relación entre lucha por la democracia y por el socialismo. Referencias que valieron de bien poco, si es que no obstaculizaron las tareas. El tiempo acabó demostrando la inutilidad radical de estrategias teóricas excesivamente duras y acabadas que intentaban asociar lucha democrática, transformación del sistema capitalista y avance hacia un sistema socialista.

Creo que las nuevas fuerzas del cambio y las izquierdas van a tener que seguir trabajando durante bastante tiempo sin muletas ideológicas que proporcionen justificación y cobijo a lo que pueden y deben hacer hoy. La contrastación de la buena práctica política no se resuelve con la coherencia que proporciona un plan o un programa que abarquen, al tiempo, ideología, estrategia a largo plazo y quehacer político. Se resuelve, más bien, en las consecuencias y los logros que consiga la acción política y, tanto o más importante, en la opinión de la mayoría social sobre las propuestas que se llevan a cabo.

Concluyo. El trabajo político contrasta su calidad no por su relación con una futura y desconocida sociedad socialista, sino por su capacidad de ampliar efectivamente el respaldo de la mayoría social y las posibilidades de generar y aunar fuerzas a favor del cambio. No se trata de menospreciar el trabajo teórico, se trata de ser conscientes de que ese trabajo teórico o, más modestamente, de construcción de perspectivas a largo plazo y alternativas viables a corto plazo pasa por un sistema de aprendizaje de buenas prácticas capaz de extenderlas y consolidarlas. Solo si las izquierdas y las fuerzas progresistas son útiles y colaboran en la resolución de los problemas de la gente podrán subsistir.

Podemos no tener estrategia o ideas claras sobre el tipo de sociedad a construir, aunque tal carencia no pueda considerarse deseable y haya que seguir intentando desbrozar y cultivar ese terreno. Lo que no podemos prescindir, porque es la base en la que se sustenta la pervivencia de las fuerzas progresistas que impulsan un cambio inclusivo al servicio de la mayoría, es de la tarea de elaborar y aplicar medidas útiles para la mayoría social y para los sectores sociales que ya han sido marginados o están en riesgo de exclusión. Y sobre eso ya hay muchas propuestas encima de la mesa que también se han deslizado y explicitado en diversas aportaciones realizadas en este debate. Propuestas de cómo distanciarse, tanto como sea posible, de las políticas de austeridad y devaluación salarial y de cómo empujar, tanto como se pueda, junto al conjunto de fuerzas progresistas europeas, un cambio de las instituciones europeas que permita aplicar políticas comunitarias más eficaces y justas que las que se han impuesto hasta ahora. Falta mayor coherencia interna y mayor grado de elaboración de ese programa por el cambio que necesita ser, al tiempo, nacional y europeo; pero ya se ha empezado a aplicar y se está desarrollando en los ayuntamientos y comunidades autónomas en los que las fuerzas progresistas han fraguado alianzas para conquistar capacidad de decisión institucional. Ese es uno de los terrenos principales en el que se está jugando la partida y en el que nos jugamos el futuro.

Prioridad a unas tareas políticas inmediatas que no está reñida con el desarrollo de una crítica rigurosa del capitalismo y de su lógica de acumulación, que en su actual fase de desarrollo toma formas depredadoras y elitistas que multiplican la exclusión, la xenofobia y la desigualdad de género y ponen en riesgo bienes públicos y equilibrios ecológicos básicos. Y junto a la crítica, el impulso de actividades económicas y ciudadanas que desarrollen la cohesión, valores desconectados del mercado, un bienestar no sustentado en el consumismo o lógicas ajenas a la acumulación del capital, la competitividad y la maximización de los beneficios.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Carlos Berzosa

    Catedrático emérito de la Universidad Complutense. Presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).

    El término socialismo tiene varias acepciones. Las distintas definiciones que se pueden dar son el resultado tanto de elaboraciones teóricas como de la evolución histórica política y económica. La primera diferencia vino dada cuando Marx y Engels contrapusieron a la concepción del socialismo utópico la de socialismo científico. A pesar de la hegemonía del marxismo en los partidos y sindicatos, que se crearon en el siglo XIX, tuvo lugar en el incipiente movimiento obrero, la primera gran escisión con el anarquismo. Las ideas marxistas fueron mayoritarias en casi todos los países en que comenzaron a arraigar, sin embargo, el...
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  • José Luis Zárraga

    Sociólogo

    Demasiados temas y demasiadas cuestiones se amontonan en este debate. Lo fundamental en él, lo que en primer lugar hay que aclarar si queremos discutir con sentido todos esos temas y cuestiones, es de qué hablamos cuando hablamos de socialismo. Dejaré aparte otras cuestiones que se han planteado a lo largo del debate, cuestiones urgentes, que será indispensable tratar también. Las experiencias históricas de socialismo y las lecciones que debemos extraer de ellas; el análisis del capitalismo actual y de los cambios que se han consolidado en él con la crisis; y sobre todo la cuestión política práctica: cómo puede...
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  • lluisraeco

    Economista y sociólogo

    ¿Cómo puede el sindicalismo ayudar a construir otro modelo social? Sin duda el núcleo vertebrador de la acción sindical es la negociación colectiva. Dos ideas al respecto. Por un lado, la orientación de la política sindical y los contenidos sustantivos de negociación colectiva hacia objetivos de política económica de altos salarios y pleno empleo. Las dos reivindicaciones clave del movimiento sindical vasco cómo salario mínimo de 1200 euros mensuales y jornada laboral máxima de 35 horas semanales, deben integrarse para mejorar las condiciones de vida con la generación y reparto del empleo. Por otro lado la introducción de contenidos...
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  • Eduardo González de Molina Soler

    Sociólogo y politólogo

    “El hombre que no dispone de más propiedad que su fuerza de trabajo, tiene que ser, necesariamente, en todo estado social y de civilización, esclavo de otros hombres, quienes se han adueñado de las condiciones materiales de trabajo. Y no podrá trabajar, ni, por consiguiente, vivir, más que con su permiso” (Marx, 1875). ¿Qué significa hoy la libertad o la igualdad para un socialista? ¿Cómo definimos hoy el socialismo? Son interrogantes que hoy en día difícilmente son (bien) respondidos: la deriva ideológica del socialismo ―fruto de la derrota histórica del movimiento obrero― es de tal calibre, que la confusión...
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  • Enrique del Olmo

    Sociólogo

    Cuando Bruno Estrada propuso en Espacio Público un Debate sobre el Socialismo del siglo XXI, todos nos quedamos un poco sorprendidos pero a la vez alabamos el valor de plantearlo y la necesidad de empezar a abordarlo. Ahora con la ventaja de que otros 'valientes' se han tirado a la piscina, intento aportar una visión en relación a algunos temas, visión por supuesto parcial, incompleta e inconclusa. Las aportaciones realizadas por otros amigos, han avanzado muchas piezas extraordinariamente interesantes del puzzle de recomposición del fragmentario big bang de los conceptos y las prácticas del socialismo. Además frente a un pensamiento que...
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  • Armando Fernández Steinko

    Sociólogo

    Hacia 1800 nacía una sociedad dinámica e impetuosa. ¿Cómo abordar política, moral y culturalmente el capitalismo? Para los liberales la nueva fuerza desplegada por los mercados sería capaz de dar las respuestas con lo cual todo debía orientarse a asegurar su funcionamiento y la propiedad privada: la libertad es, por encima de todo, la libertad de hacer negocios. Los grandes asuntos, incluido el democrático, se acabarán solucionando si se deja actual al mercado y florecer los negocios, la sociedad tenderá mágicamente al equilibrio en beneficio de todos, la política se acoplará a la economía. La propuesta conservadora aceptaba los cambios,...
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  • José Manuel Mariscal

    Secretario general del PCA

    Socialismo. Una palabra antigua, aunque no más antigua que capitalismo, explotación, emancipación, pobreza o lucha. Apropiada, manipulada o canonizada, ¿huele a viejo una palabra tan moderna? En mi caso, como comunista, no debería desligar el debate sobre el socialismo del objetivo final de un sociedad sin clases, del comunismo. Nos han contado, más o menos, que el socialismo sería una etapa intermedia antes de la definitiva sociedad sin clases. El caso es que socialistas se llamaban las repúblicas soviéticas y socialista se llama el partido de Susana Díaz y también el de Nicolás Maduro. Socialista era el partido que...
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  • José Eduardo Muñoz Negro

    Doctor en Medicina y socialista

    Alguien dijo que no estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época. Esta realidad ha sido interpretada, narrada o conceptualizada de muchas maneras. Desde la sociedad líquida de Baumann a la sociedad del riesgo de Beck, pasando por la ultramodernidad de J.A. Marina, las teorías sobre la posmodernidad o la modernidad inacabada de Habermas. Aunque diferentes, todos comparten y asumen el paradigma de la complejidad y la pérdida de referentes cognitivos, simbólicos e ideológicos. Puede parecer un tópico pero el tiempo se ha acelerado y la realidad se construye en los medios de una manera instantánea...
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  • ¿Qué socialismo?

    19/12/2016

    Juan Antonio Molina

    Periodista, escritor y socialista

    Este artículo toma el título de un opúsculo de Norberto Bobbio donde el ensayista turinés intentaba contestar el interrogante que le daba nombre al libro. ¿Es hoy también el socialismo en nuestro país un interrogante? La estrategia cortoplacista de sus dirigentes, enmarañada en la banalidad del marketing y el eslogan publicitario, representa la reinvención de una realidad tan ajena al pulso de la calle que produce frustración en las mayorías sociales. El Partido Socialista se percibe en un espacio político donde el debate ideológico se ha diluido ante un pragmatismo ad hoc al establishment que expulsa de su formato polémico...
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  • Gabriel Flores

    Economista

    Algunas de las propuestas presentadas en este debate tienen por objetivo recuperar o refundar el proyecto socialista que se identifica con la corriente de la socialdemocracia europea, llenándolo de nuevos contenidos o reciclando experiencias interesantes de otros tiempos. Intentan sus autores resucitar una vieja y, mucho me temo, periclitada historia. ¿Es posible salvar la experiencia socialdemócrata? ¿Tiene sentido echar vino nuevo en odres viejos cuyo olor a caduco o viejuno repele a los jóvenes de entre 18 y 35 años y provoca mayores rechazos a medida que aumenta el nivel de estudios de las personas a las que intenta atraer? Tiene...
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  • Javier Franzé

    Profesor de Teoría Política

    La primera dificultad para hablar de socialismo hacia el futuro es precisar a qué se está haciendo referencia. El socialismo —como el liberalismo— es una corriente política y de pensamiento vasta, diversa, cuyo elemento aglutinante sería la primacía del valor igualdad. Pero esto remite a la superficie del problema, pues la cuestión no es tanto qué valor se privilegia, que es lo que reúne, sino cómo se piensa ese valor. Esto último suscita las divergencias más profundas, que determinan diferencias acerca de los caminos para construir esa igualdad. ¿Y si el problema fuera que el socialismo ha sido occidental, demasiado...
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  • Manuel Garí

    Economista ecosocialista

    La respuesta a la cuestión de los retos del socialismo debe comenzar por reconocer que las realidades y preocupaciones expresadas en el debate en curso en 'Espacio Público'-'CTXT', incluyendo esta aportación, están condicionadas por la experiencia política, los parámetros culturales y la producción teórica del socialismo, permítaseme la expresión, del mundo occidental y cristiano industrializado. Si bien, dadas las características del capitalismo mundial actual, algunas de las cuestiones que se plantean suponen incursiones en terrenos globales y comunes por lo que podrían tener utilidad para las reflexiones que se produzcan en otras latitudes. Lo ideal sería poder identificar los rasgos...
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  • Joan Herrera

    Director de la Escuela Superior de Cuadros de CCOO

    Marx decía lo que la revolución surgirá de las fábricas, no de los agricultores, ya que los agricultores están dispersos. Siglo y medio después las estrategias de dispersión del trabajador es sin lugar a dudas uno de los motivos por los cuales es tan difícil construir una alternativa. Una dispersión que no es sólo geográfica sino que también es organizativa e incluso de asunción cultural. George Lakoff escribió que la ciudadanía se siente más más motivados con la “identidad moral y los valores” que con cualquier otra cosa. El reto es construir comunidad y conectar con el sufrimiento, pero también...
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  • Jesús Pichel Martín

    Profesor de Filosofía

    La socialdemocracia no cayó del cielo, ni surgió de la necesidad de cubrir con más producción una mayor demanda en un contexto de escasez de mano de obra, y desde luego no fue un regalo del capitalismo al movimiento obrero. El pacto socialdemócrata (el pacto entre capital y trabajo) fue consecuencia de la fuerte presión del movimiento obrero y del temor del capitalismo al modelo político-económico comunista. En Europa Occidental el socialismo devino en socialdemocracia cuando la pugna entre capitalismo y comunismo se sustanció en un sistema mixto de economía de mercado y de garantía de los derechos sociales, la...
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  • Andrés Villena Oliver

    Economista, periodista y doctor en Sociología

    La historia del socialismo es, lamentablemente, la de una matanza permanente que, no obstante, dista mucho del relato de ficción narrado por historiadores y voceros anticomunistas patrocinados. Quizá el primer crimen que merezca la pena reseñar sea el cometido contra Jean Jaurés en 1914, tres días después del inicio de la Primera Guerra Mundial, que acabó enfrentando a la clase obrera de los distintos países implicados. La muerte de Jaurés representa el fracaso de un internacionalismo que los socialistas alemanes rematarán al no impedir el asesinato en 1919 de Rosa Luxemburgo y de Karl Liebkenecht, al comienzo de la débil...
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  • Ana Barba

    Edafóloga, activista social y política por la democracia participativa, el feminismo y la ecología.

    Tradicionalmente, las propuestas sociales y económicas de la izquierda han topado con los intereses de los pequeños propietarios, los pequeños agricultores y los pequeños comerciantes, lo que solemos llamar pequeña burguesía desde la época de la revolución francesa. Pese a que son explotados por las oligarquías, se sienten más cercanos a ellas que al proletariado, en parte por el temor a sufrir una desposesión en el transcurso de una hipotética revolución social y en parte por el espejismo del ascenso social. En el transcurso de los últimos 100 años, esta postura antagónica de la pequeña burguesía frente al proletariado se...
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  • Tasio Oliver

    Responsable de Servicios Sociales y Consumo de IU

    Escribo esta aportación desde la certeza, apesadumbrada, de que el socialismo en España nunca ha existido. Y si no ha existido socialismo como tal, el amago socialdemócrata que ha supuesto el trasiego político del PSOE en estos 40 años, ha sido convenientemente desmontado por unas élites orgánicas aliadas ya descaradamente con los intereses de las grandes corporaciones nacionales. La memoria de los tímidos logros de ese trasiego ha sido ultrajada por un vaciamiento progresivo, una cobardía política evidente y un desdibuje absoluto en cuanto a sus preceptos sociales, territoriales y democráticos en la última década. Lo peor y más doloroso...
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  • Daniel Puerto

    Investigador científico y miembro del secretariado de Alternativa Socialista

    Un artículo de Suso del Toro hablaba de la culpabilidad del PSOE en el descrédito de la política. Aunque mezclaba los conceptos de izquierda y socialismo en la culpabilidad de este deterioro de la política, cuando realmente solo se refería a un PSOE muchas veces alejado de estos dos conceptos, creo que da en el clavo en lo referente a la “degradación moral de la izquierda”. Que la derecha española sea mentirosa, autoritaria y corrupta entra dentro de la lógica al ser fiel heredera del franquismo y no haber sufrido las necesarias y profundas transformaciones que la hubiesen llevado...
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  • Brais Fernández

    Redactor de 'Viento Sur' y miembro de Anticapitalistas

    Quizás para tener un debate en torno a la cuestión del socialismo tendríamos que aclarar la polisemia de la palabra. Para la mayoría de la gente, socialismo es un concepto frío, que no va asociado a una experiencia emancipadora real. En el peor de los casos, se asocia a los exabruptos de los dirigentes del PSOE, que apelan al socialismo como una identidad partidaria con la que cada vez menos gente se identifica. En otros casos, por desgracia, se asocia a aquella distopía totalitaria en la que acabó convirtiéndose el socialismo soviético. Sin embargo, creo que hay algunas razones...
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  • Eddy Sánchez

    Profesor de Ciencias Políticas de la UCM y Director de la Fundación de Investigaciones Marxistas

    En un mundo que afronta para las próximas décadas formidables retos por el agotamiento de los recursos naturales y la crisis ecológica, así como por la formación de sociedades con fuertes fracturas sociales y desigualdades crecientes, la única forma de mantener un nivel de vida digno para la población será conseguir hacer más con menos, y esto sólo pasará en las sociedades que tengan organizaciones productivas que lo logren. Nuestra capacidad para construir una sociedad más productiva, más ecológica, una sociedad en la que sea posible alimentarse, desplazarse, tener una vivienda, calentarse, curarse, educarse, informase, investigar, producir... no se parecerá...
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  • Manuel Escudero

    Coordinador del Foro de Economía Progresista

    No esperen en esta reflexión un hilo de argumentación lógico y encadenad. Más bien voy a funcionar como se hace en las sesiones de diseño, cubriendo la pared con 'post-its' ideas y argumentos que vienen al caso, que van completando el cuadro de modo impresionista, a ráfagas, echándose para atrás y viendo lo que falta o lo que aflora. Sobre el nombre El socialismo en el siglo XXI, así, a secas, será cosa de nostálgicos, pero no de los que luchan por el progreso de la humanidad. Lo digo porque ya desde comienzos del siglo XX, el socialismo solamente ha servido...
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  • Joan Herrera

    Director de la Escuela Superior de Cuadros de CCOO

    ¿Estamos ante el mismo capitalismo que hace 30 o 40 años? ¿Debemos responder ante este desde los mismos parámetros? Las respuestas a estas preguntas son obvias. No, ni el capitalismo es el mismo ni la respuesta puede ni debe ser la misma. Pero vayamos por pasos. En primer lugar hay que adentrarse en el escenario de los últimos años, la nueva etapa del capitalismo en algunos de sus aspectos mas destacados. Por un lado en el conflicto entre capital trabajo. Por otro lado, en el conflicto capital biosfera, y por último en los elementos de control político del mismo. Capital...
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  • Pedro González de Molina Soler

    Profesor de Geografía e Historia

    "Nunca separé la República de las ideas de justicia social, sin la que sólo es una palabra." Jaurès. Para comenzar, quiero agradecer la invitación de Bruno Estrada a participar en este debate que deseamos que sea fructífero, de un tema que sigue siendo candente en la actualidad, y más tras ver las crisis de los partidos socialdemócratas en Europa y las lecciones de la nueva izquierda latinoamericana en retroceso. En líneas generales, podemos estar de acuerdo con la exposición de Bruno Estrada sobre el socialismo, tanto en su pasado como en sus perspectivas futuras, aunque podríamos matizar algunas cuestiones, que...
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  • Carlos Martínez

    Co-primer secretario de Alternativa Socialista

    La idea socialista supera a los aparatos de la mayor parte de los partidos llamados socialistas y socialdemócratas “oficiales” y vinculados a la llamada internacional socialista. Hay demasiadas personas a un lado y otro del espectro político y por supuesto las oligarquías que viven a costa de esos partidos, deseando que el socialismo sea un engranaje profesional, dedicado exclusivamente a gestionar el capitalismo y a ser su cara algo más amable y caritativa. Todo lo más mejoras en sanidad, pensiones –si puede ser- y educación. Igualdad de oportunidades, pero sin corregir precisamente lo que impide que las oportunidades sean las...
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  • Pedro Chaves

    Politólogo, investigador especializado en la UE

    La victoria de Donald Trump nos golpea en las retinas, en el corazón, en el cerebro. Intuimos que este hecho tendrá consecuencias imprevisibles y negativas. Los “poderes salvajes” de los que hablaba Ferragoli, la emergencia de poderes privados que colonizan el espacio público en beneficio propio, se han cobrado una pieza mayor: nada menos que Estados Unidos. Y una vez más, y no es la primera en la historia ni será la última, un representante de las clases dirigentes se aúpa al poder empujado por una fuerza en la que encontramos muchos brazos y esperanzas venidas desde abajo. Por...
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  • Mario del Rosal

    Profesor de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid

    En primer lugar, me gustaría agradecer sinceramente el debate que Bruno Estrada ha abierto acerca de la cuestión del socialismo en la actualidad. En estos tiempos en los que las versiones más primitivas y descarnadas de la derecha amenazan con capitalizar el descontento de la clase trabajadora, me parece una discusión enormemente oportuna y necesaria. Creo que cualquier reflexión sobre el socialismo se debe centrar, como bien hace Bruno, en la cuestión de la democracia. Y es que, en sus más profundas raíces, el socialismo no es sino democracia más desarrollo económico (o soviets más electrificación, como diría Lenin). Es...
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  • Ignacio Muro Benayas

    Director Fundación Espacio Público

    Tiene gracia esto de discutir sobre el socialismo días después que el fascismo haya encontrado una nueva puerta de entrada de la mano de Trump en EEUU, la economía capitalista más rica del mundo. Tiene gracia porque recuerda aquella disyuntiva de 'Socialismo o barbarie’ que representó Rosa Luxemburgo hace justamente 100 años, en 1916, tres antes de que fuera asesinada por movimientos prefascistas. Una disyuntiva que tenía como antecedente a Friederich Engels que dijo otros 30 años antes: "La sociedad capitalista se halla ante un dilema: avance al socialismo o regresión a la barbarie". Como vemos, el debate nos...
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  • José Babiano

    Director del Área de Historia, Archivo y Biblioteca de la Fundación 1º de Mayo

    El neoliberalismo no es sólo una política económica determinada, ni siquiera una filosofía política exclusivamente. Constituye asimismo y de forma evidente una cultura. De manera que la victoria indiscutible del neoliberalismo representa también una victoria cultural. Esencialmente, esa victoria reside en que la gran mayoría de la sociedad, incluida la izquierda, haya naturalizado su discurso. En eso consiste la hegemonía cultural. De este modo, el lenguaje de clase ha desaparecido de la izquierda política, que ha hecho suya la retórica de la ciudadanía. Es verdad que, como señalara T. H. Marshall, la ciudadanía es un constructo que hace compatibles...
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  • Carlos Tuya

    Periodista y escritor

    Una vez más, lo que no podía ocurrir ha ocurrido: Trump se incorpora a la ola populista (mayoritariamente de derechas) que recorre, como un fantasma, el mundo globalizado. Tras el húngaro Viktor Orban y el polaco Kaczynski, la lista no para de crecer, esta vez con el presidente de la nación más poderosa del planeta a la cabeza. Y no es descartable que en un futuro próximo puedan unirse Marine Le Pen (Francia), Strache (Austria), Brunner (Suiza), Soini (Finlandia), Geert Wilders (Holanda), Matteo Salvini en competencia con Beppe Grillo (Italia), Thulessen (Dinamarca), etc. Todos con un mensaje tan elemental como...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Me alegro mucho por la apertura de este nuevo Debate sobre el futuro del Socialismo, y de que se haya encargado la Ponencia a Bruno Estrada, un compañero de Comisiones Obreras. Sigo atentamente los avatares internos de mi sindicato, y estimo que su iniciativa de ‘aggiornamento’ se está haciendo con seriedad y constancia, de lo cual es expresión la excelente labor intelectual de Estrada. Lástima que algunos intelectuales izquierdistas y medios digitales progresistas aún no se hayan enterado de los cambios internos que se están operando en mi sindicato –y no precisamente gracias a su apoyo y participación. Pero vayamos...
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  • José Ángel Moreno

    Economistas sin Fronteras y Plataforma por la Democracia Económica.

    El sugerente texto de mi estimado Bruno Estrada me plantea algunas pequeñas discrepancias de matiz y una coincidencia de base con la que me parece su sugerencia principal. Apunto muy brevemente las primeras, para centrarme después en la segunda. Por una parte, me temo que la pérdida de base electoral de los partidos socialistas y socialdemócratas desde los años 80 del siglo pasado no se debe sólo a su -indudable en muchos casos- aproximación a las ideas neoliberales y a su renuncia a algunos de sus principios tradicionales. Desde luego, es innegable la hegemonía cultural del neoliberalismo, pero creo que...
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  • Marià de Delàs

    Periodista

    Millones y millones de personas imaginaron durante décadas un estado de cosas diferente al que viene impuesto por el poder del dinero. Un estado de bienestar y de justicia, gracias a la igualdad de derechos económicos y sociales. Confiaban en que una fuerza representativa de los trabajadores podía hacerse con el control de todo o parte del poder político y en que la economía y la vida social podían funcionar de otra manera, bajo criterios democráticos, sin obediencia a los intereses y directrices de los poseedores de capital. La producción de bienes debía racionalizarse, había que distribuir la...
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