Socialismo… o como quiera que lo terminemos llamando

  • Manuel Escudero

    Manuel Escudero

    Coordinador del Foro de Economía Progresista

29.11.2016

Debate principal: El socialismo de este siglo

No esperen en esta reflexión un hilo de argumentación lógico y encadenad. Más bien voy a funcionar como se hace en las sesiones de diseño, cubriendo la pared con ‘post-its’ ideas y argumentos que vienen al caso, que van completando el cuadro de modo impresionista, a ráfagas, echándose para atrás y viendo lo que falta o lo que aflora.

Sobre el nombre

El socialismo en el siglo XXI, así, a secas, será cosa de nostálgicos, pero no de los que luchan por el progreso de la humanidad. Lo digo porque ya desde comienzos del siglo XX, el socialismo solamente ha servido para el progreso de las sociedades cuando ha ido acompañado de un concepto parejo, el de democracia. El socialismo terminó de existir realmente a finales del siglo XIX y dio a luz a dos vástagos: por un lado, el régimen dictatorial de la planificación soviética, también llamado “socialismo real”; y por otro lado la socialdemocracia de los países avanzados occidentales, que en España y otros países del sur europeo dio en denominarse “socialismo democrático”.

Yo creo que el concepto de socialdemocracia sigue teniendo vigencia. Si se refunda, seguirá teniendo recorrido en las nuevas condiciones del siglo XXI… aunque ¡a saber cómo terminaremos llamándola!

Sobre los principios del socialismo

Lo que sí existe es unos valores comunes que arrancan con el socialismo del siglo XIX y continúan hasta nuestros días.

El socialismo fue la aspiración obrera, y se basó en una ética de la justicia social, la fraternidad entre los desposeídos y la lucha por la emancipación frente a la explotación capitalista.

La socialdemocracia heredó estos valores, y los completó: desde Bernstein, sus señas de identidad fueron la lucha por reformas que mejoraran las condiciones de vida de los trabajadores y, un nuevo elemento, una adhesión radical a la democracia representativa. El reformismo socialdemócrata implicó desde entonces una concepción de la lucha por reformas que tiene en cuenta no solamente la bondad de las mismas, sino también sus posibles efectos negativos, su sostenibilidad a lo largo del tiempo y el cálculo de la correlación de fuerzas para alcanzarlas.

A estas señas de identidad se añadió más adelante una tríada de valores: igualdad, libertad y solidaridad, -donde es la combinación lo que tiene sentido. Los valores de la socialdemocracia han combinado la búsqueda de la justicia social con el respeto a la libertad individual. Donde mejor se manifiesta esta combinación como un todo armonioso, y además de un modo que a mí me parece sublime, es en la concepción de la libertad de Philip Pettit (en su teoría del neorepublicanismo): la libertad es la no-dominación, la persona es libre cuando se sacude todo tipo de dominación (tanto privada como la ocasionada por el capitalismo o por la civilización patriarcal, o pública, la ocasionada por el imperium de un estado abusivamente todopoderoso que suprime la iniciativa inidividual). La lucha contra las dominaciones para alcanzar la verdadera libertad supone la lucha colectiva contra las opresiones, y presupone la necesidad de la intervención del Estado democrático para su eliminación cuando esto es necesario. Es este destilado el que terminó cristalizando en la máxima del SPD acuñada en Bad Godesberg en 1959: los socialdemócratas aspiran a “tanto mercado como posible, tanto Estado como necesario”.

Detenerse, si quiera brevemente, en el ámbito de los principios no es un ejercicio baladí ni para la actual socialdemocracia, como la representada por el PSOE, ni para las nuevas expresiones políticas progresistas, como Podemos.

Para los primeros porque la condición de superación de su estancamiento consiste en volver a empuñar sus principios para ver a través de ellos la realidad de hoy. El capitalismo embridado de los años 60 del siglo pasado no tiene nada que ver con el capitalismo desatado de nuestros días.

Y para los segundos, para el ámbito de Podemos, también puede ser muy importante reflexionar sobre sus principios: las ideas de Laclau, por mor de huir de los dogmas de las viejas izquierdas, son contingentes, conducen a un relativismo ético y minusvaloran la necesidad de principios como ancla de la acción política. Pero sin adherirse con meridiana claridad a una serie de valores, la nueva izquierda no podrá conectarse con los 150 años de luchas, éxitos y fracasos, de los trabajadores por la democracia y la justicia social, ni existirá norte, ni convicciones, ni sostenibilidad de los esfuerzos para transformar la realidad.

Finalmente, en este terreno de los principios es urgente para ambos recomponer en nuestros días el binomio entre justicia social y democracia. En nuestros tiempos la democracia ha sido literalmente secuestrada por la forma actual del capitalismo, el neoliberalismo. Cómo recuperar la democracia para que funcione de acuerdo a los intereses de la mayoría es un frente de deliberación común, tanto para unos como para otros. De qué se trata: ¿de reformar la democracia representativa introduciendo grandes dosis de participación y de capacidad de disputa ciudadana? O ¿de reinventar la democracia en torno a una noción de democracia popular? En el plano teórico éste es el frente más importante en el que avanzar para unos y para otros porque, a no ser que se llegue a planteamientos relativamente similares respecto a cómo rescatar la democracia para la justicia social, otros acercamientos serán imposibles. Y sin embargo es urgente plantear a medio plazo una convergencia imprescindible en la acción política, como veremos más adelante.

Sobre su estado actual

En nuestros días el estancamiento de la socialdemocracia ha ido parejo con la aparición de otras alternativas políticas progresistas, desde los Verdes hasta Podemos.

No me cabe la menor duda de que el estancamiento socialdemócrata se produjo hace ya treinta años, que la Tercera Vía de Blair, que nació con la intención de plantar cara al neoliberalismo, terminó presa de él. Y que tanto su versión inglesa ha encontrado su expresión terminal de fracaso con el Brexit, como su versión demócrata la ha encontrado con el triunfo de Trump.

El error de fondo de la socialdemocracia y su lento languidecer durante estos treinta años consistió en no caer en cuenta que la forma actual del capitalismo, el neoliberalismo, ni es compatible con la justicia social ni es compatible con el Estado de bienestar. El gran error fue pasar por alto el dato fundamental, – que el capitalismo aceptaba cada vez menos bridas y cortapisas. Ignorando este hecho, la socialdemocracia siguió anclada en que lo importante era la gestión desde el gobierno para obtener reformas incrementales, y se convirtió en el gestor alternativo de la economía y las instituciones dentro de los nuevos parámetros impuestos por el neoliberalismo.

Los ocho años trascurridos desde la crisis de 2008 son la evidencia palpable de que el único papel de la vieja ideología socialdemócrata es el de resistencia, pero en absoluto el establecimiento de un nuevo pensamiento político y un modelo económico alternativo al sistema que ha causado la crisis.

El 15M, Occupy Wall St, Syriza, fenómenos como Sanders y Corbyn o la nueva realidad de Podemos han surgido porque el neoliberalismo está causando destrozos sociales cada vez mayores y porque la socialdemocracia no parece acertar en la formulación de nuevas soluciones al estado de cosas actual. Pero estos nuevos proyectos tampoco parecen traer consigo unas teorías solventes de la acción política, dada la magnitud y complejidad de los problemas hoy planteados y los cambios enormes que se avecinan.

Sobre su futuro

¿Cuáles son estos problemas hoy planteados y estos cambios que se avecinan? Yo los resumiría en cuatro aspectos clave que establecen, a su vez, los frentes en los que podrían avanzar tanto los socialdemócratas con su refundación como las nuevas expresiones políticas progresistas en su programa de acción política a medio plazo:

El primer elemento es formular políticas que quiebren de modo eficaz el actual modelo económico neoliberal. Este se encuentra en bancarrota realmente, pero puede arrastrar su injusta e ineficiente naturaleza durante mucho tiempo. Se encuentra en bancarrota debido a que el modelo ha desmembrado la sociedad, a partir de su axioma de bajos salarios y precariado, de modo que vivimos en sociedades desiguales donde el 80% de los trabajadores están económicamente sin oportunidades y donde una minoría acumula de modo creciente la riqueza. Un modelo así está condenado al estancamiento económico, y efectivamente, las perspectivas de crecimiento de la OCDE hasta 2060 no superan el 3% del crecimiento del PIB a nivel global. Está el modelo también en bancarrota porque la actividad económica se ha financiarizado, y el sector financiero ha adquirido una macrocefalia disfuncional y se ha divorciado casi por completo de las actividades económicas productivas: las políticas de expansión monetaria están exhaustas, y no han logrado sacar a las economías del estancamiento, pero sí han permitido un aumento astronómico de los activos especulativos y de la deuda, y han ocasionado en lo que va de siglo tres burbujas y sus correspondientes estallidos. En un mundo sobreendeudado no sabemos cuándo pero si sabemos que en algún momento el “default” por parte de alguno de los agentes económicos (públicos, privados o corporativos) en alguna región del mudo, a raíz de un shock externo ocasionará un nuevo episodio de gran recesión. En definitiva, bajo crecimiento, una economía inestable y un aumento constante de las desigualdades son los tres elementos definitorios del modelo económico actual y hay que encontrar soluciones efectivas para dejar de tener encima esa “espada de Damocles”.

El segundo elemento es hacer frente de modo inaplazable y con nuevas políticas disruptivas a las tres grandes sacudidas sociales que se están levantando en el horizonte inmediato: la amenaza de un cambio climático, la certeza de una aceleración del envejecimiento de la población, y la inevitabilidad de nuevas migraciones masivas, particularmente desde Africa y Oriente Medio hacia Europa. El sistema económico podrá seguir adelante a trancas y barrancas en las condiciones antes descritas. Pero estos tres choques le ponen fecha de caducidad. Por eso las políticas respecto al cambio climático deberían estar en el frontis de cualquier proyecto político sensato hoy. Todos tenemos claro qué supone el cambio climático y por qué hay que detenerlo. Pero sorprende la falta de políticas centrales para descarbonizar nuestras sociedades en un horizonte inmediato, en los próximos 35 años. Se trata de sustituir un modelo de producción energética basado en los combustibles fósiles en otro basado en las energías renovables; se trata de las resistencias que van a poner los actuales oligopolios privados energéticos… y se trata de que, en definitiva, es urgente encontrar respuestas políticas. Lo mismo cabe decir del envejecimiento de la población: entre 2015 y 2050, la proporción de la población mundial con más de 60 años de edad pasará de 900 a 2.000 millones de personas, y en España, se pasará del 16,6% en 2008 a un pavoroso 40% en 2056. Las tensiones que esto va a suponer a los sistemas de pensiones y a los servicios de bienestar son enormes… pero nadie parece estar abordando el tema con la visión de medio plazo, y no solamente en el escenario inmediato, que requiere. Y finalmente, si la población va a aumentar hasta 2050 en mil millones de personas a las puertas de Europa, fundamentalmente en África… nos damos cuenta que las políticas de murallas no van a ser suficientes para resolver el problema?

El tercer gran elemento consiste en que estamos entrando en la era digital, la segunda edad de las máquinas, basada en la utilización de un input productivo muy especial: la información es infinita, y quiere ser libre porque su reproducción digital implica costes decrecientes que tienden a cero. Al calor de esta transformación radical comienzan a aparecer nuevas actividades que tienen poco que ver con el capitalismo y no funcionan con la lógica de su mercado: Wikipedia, los “Creative Commons”, el software libre, las nuevas iniciativas descentralizadas de economía colaborativa, social y solidaria son el embrión de un modo de producción diferente al capitalismo. De la mano de la digitalización de la economía, de la impresión 3D, de la inteligencia artificial y del Internet de las cosas, comenzamos a constatar que el trabajo productivo dentro del sistema capitalista se va convirtiendo de modo creciente en innecesario, que la productividad del sistema se puede mantener a pesar de la expulsión creciente de los trabajadores de los procesos productivos, que las jornadas de trabajo van disminuyendo y pueden disminuir aún más. Comenzamos también a constatar que los precios de muchos productos se mantienen artificialmente debido a la existencia de monopolios u oligopolios, cuando en realidad, debido a la digitalización, los costes reales de producción están disminuyendo. Y comenzamos a ver, por último, que más y más ciudadanos optan por un nuevo tipo de actividad colaborativa, realizada como una actividad de utilidad social pero no de utilidad mercantil, que se ofrece de modo libre al resto de la sociedad. Todos estos grandes cambios económicos y sociales implican necesariamente nuevas políticas: desde nuevas políticas de defensa de los trabajadores cuyas actividades se flexibilizan, pasando por nuevas políticas de educación, de investigación, de apoyo a los embriones de la economía colaborativa y de defensa del bien común frente a los viejos oligopolios (telecomunicaciones, energía, transportes) como frente a los nuevos monopolios digitales.

El cuarto gran elemento es el auge del populismo de derechas: al Brexit le ha seguido Trump, y todo ello ha ocurrido contra un telón de fondo en el que las opciones políticas de ultraderecha en Europa crecen en muchos de sus países. La mayor lección que hay que sacar de lo que está ocurriendo es que la coalición dominante en Europa se está demostrando como ineficaz para detener ese avance. Me refiero a la coalición formada por los conservadores, los demócratas liberales y la socialdemocracia. No solamente es que los resultados, en términos de políticas económicas, han sido desastrosos y desfasados en los años de la gran recesión. Me refiero también a que tanto el Brexit como las políticas frente a los refugiados son el resultado directo de no saber o no poder hacer frente a la nueva marea de populismo de ultraderecha. Los conservadores, en la medida en la que tienen una posición dominante, acaban cediendo terreno a la ultraderecha. La “grand coalition” comete constantemente el error denunciado por Jurgen Habermas de “aceptar el terreno de enfrentamiento definido por el populismo de derechas”. Es necesario comenzar a pensar en una coalición diferente que pase a ser dominante en Europa, y ésta no puede ser definida sino con nuevas políticas en beneficio de las clases medias y trabajadoras por parte de una nueva alianza entre una socialdemocracia refundada y una nueva izquierda cabalmente reformista. El “progressive caucus”, que comienza a formarse de modo muy tentativo en el parlamento europeo, es el embrión de esa coalición alternativa. Pero para que ésta realmente remonte el vuelo se necesitan movimientos paralelos y complementarios en muchos países europeos, y notablemente, en el nuestro.

Es cierto que aún la refundación de la socialdemocracia o la construcción de un programa claro a medio plazo por parte de las nuevas fuerzas progresistas en España están en ciernes. Y es cierto que, por el momento, la tentación del mutuo aniquilamiento entre las fuerzas de izquierda españolas prima mucho más que los deseos de reconocerse mutuamente respetando las diferencias de cada cual. Pero, al menos, deberían quedar claras dos cosas, como acicate para que desde ambos campos se progrese: en primer lugar que Europa ya no es un terreno de juego sobre el que hablar solamente cuando se acercan las elecciones europeas, sino que es un terreno de juego nacional tan importante como todas las políticas domésticas combinadas. Y en segundo lugar, que el único modo de detener a la ultraderecha será, como lo ha sido en toda la historia moderna, la unidad de acción de las izquierdas.

A vueltas con el nombre

Termino como empecé, a vueltas con el nombre.

Hablar de la posibilidad de una nueva sociedad al alcance de nuestras manos, en 30 0 50 años, ya no es una utopía, una ensoñación aspiracional, sino una propuesta racional, basada en evidencias.

Es racional decir que con el apoyo de la política podríamos avanzar hacia una sociedad postcapitalista, como sugiere Paul Mason. Una sociedad en la que la gente tenga un acceso casi gratuito a los bienes esenciales, desde la cultura, la educación, la sanidad, las telecomunicaciones, los transportes o la energía, donde se trabaje dos o tres horas al día en actividades productivas de mercado y donde el resto del tiempo las personas se dediquen a actividades de utilidad social y para su comunidad. Una sociedad en la que el capitalismo no habrá sido abolido, sino arrinconado, y donde el mercado no habrá desaparecido, sino despojado de los poderes corporativos que hoy lo desfiguran.

Vaya usted a saber si, dentro de diez años, el socialismo del siglo XIX y la socialdemocracia del siglo XX no pasará a ser denominado, por ejemplo, el postcapitalismo del siglo XXI?

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Carlos Berzosa

    Catedrático emérito de la Universidad Complutense. Presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).

    El término socialismo tiene varias acepciones. Las distintas definiciones que se pueden dar son el resultado tanto de elaboraciones teóricas como de la evolución histórica política y económica. La primera diferencia vino dada cuando Marx y Engels contrapusieron a la concepción del socialismo utópico la de socialismo científico. A pesar de la hegemonía del marxismo en los partidos y sindicatos, que se crearon en el siglo XIX, tuvo lugar en el incipiente movimiento obrero, la primera gran escisión con el anarquismo. Las ideas marxistas fueron mayoritarias en casi todos los países en que comenzaron a arraigar, sin embargo, el...
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  • José Luis Zárraga

    Sociólogo

    Demasiados temas y demasiadas cuestiones se amontonan en este debate. Lo fundamental en él, lo que en primer lugar hay que aclarar si queremos discutir con sentido todos esos temas y cuestiones, es de qué hablamos cuando hablamos de socialismo. Dejaré aparte otras cuestiones que se han planteado a lo largo del debate, cuestiones urgentes, que será indispensable tratar también. Las experiencias históricas de socialismo y las lecciones que debemos extraer de ellas; el análisis del capitalismo actual y de los cambios que se han consolidado en él con la crisis; y sobre todo la cuestión política práctica: cómo puede...
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  • lluisraeco

    Economista y sociólogo

    ¿Cómo puede el sindicalismo ayudar a construir otro modelo social? Sin duda el núcleo vertebrador de la acción sindical es la negociación colectiva. Dos ideas al respecto. Por un lado, la orientación de la política sindical y los contenidos sustantivos de negociación colectiva hacia objetivos de política económica de altos salarios y pleno empleo. Las dos reivindicaciones clave del movimiento sindical vasco cómo salario mínimo de 1200 euros mensuales y jornada laboral máxima de 35 horas semanales, deben integrarse para mejorar las condiciones de vida con la generación y reparto del empleo. Por otro lado la introducción de contenidos...
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  • Eduardo González de Molina Soler

    Sociólogo y politólogo

    “El hombre que no dispone de más propiedad que su fuerza de trabajo, tiene que ser, necesariamente, en todo estado social y de civilización, esclavo de otros hombres, quienes se han adueñado de las condiciones materiales de trabajo. Y no podrá trabajar, ni, por consiguiente, vivir, más que con su permiso” (Marx, 1875). ¿Qué significa hoy la libertad o la igualdad para un socialista? ¿Cómo definimos hoy el socialismo? Son interrogantes que hoy en día difícilmente son (bien) respondidos: la deriva ideológica del socialismo ―fruto de la derrota histórica del movimiento obrero― es de tal calibre, que la confusión...
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  • Enrique del Olmo

    Sociólogo

    Cuando Bruno Estrada propuso en Espacio Público un Debate sobre el Socialismo del siglo XXI, todos nos quedamos un poco sorprendidos pero a la vez alabamos el valor de plantearlo y la necesidad de empezar a abordarlo. Ahora con la ventaja de que otros 'valientes' se han tirado a la piscina, intento aportar una visión en relación a algunos temas, visión por supuesto parcial, incompleta e inconclusa. Las aportaciones realizadas por otros amigos, han avanzado muchas piezas extraordinariamente interesantes del puzzle de recomposición del fragmentario big bang de los conceptos y las prácticas del socialismo. Además frente a un pensamiento que...
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  • Armando Fernández Steinko

    Sociólogo

    Hacia 1800 nacía una sociedad dinámica e impetuosa. ¿Cómo abordar política, moral y culturalmente el capitalismo? Para los liberales la nueva fuerza desplegada por los mercados sería capaz de dar las respuestas con lo cual todo debía orientarse a asegurar su funcionamiento y la propiedad privada: la libertad es, por encima de todo, la libertad de hacer negocios. Los grandes asuntos, incluido el democrático, se acabarán solucionando si se deja actual al mercado y florecer los negocios, la sociedad tenderá mágicamente al equilibrio en beneficio de todos, la política se acoplará a la economía. La propuesta conservadora aceptaba los cambios,...
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  • José Manuel Mariscal

    Secretario general del PCA

    Socialismo. Una palabra antigua, aunque no más antigua que capitalismo, explotación, emancipación, pobreza o lucha. Apropiada, manipulada o canonizada, ¿huele a viejo una palabra tan moderna? En mi caso, como comunista, no debería desligar el debate sobre el socialismo del objetivo final de un sociedad sin clases, del comunismo. Nos han contado, más o menos, que el socialismo sería una etapa intermedia antes de la definitiva sociedad sin clases. El caso es que socialistas se llamaban las repúblicas soviéticas y socialista se llama el partido de Susana Díaz y también el de Nicolás Maduro. Socialista era el partido que...
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  • José Eduardo Muñoz Negro

    Doctor en Medicina y socialista

    Alguien dijo que no estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época. Esta realidad ha sido interpretada, narrada o conceptualizada de muchas maneras. Desde la sociedad líquida de Baumann a la sociedad del riesgo de Beck, pasando por la ultramodernidad de J.A. Marina, las teorías sobre la posmodernidad o la modernidad inacabada de Habermas. Aunque diferentes, todos comparten y asumen el paradigma de la complejidad y la pérdida de referentes cognitivos, simbólicos e ideológicos. Puede parecer un tópico pero el tiempo se ha acelerado y la realidad se construye en los medios de una manera instantánea...
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  • ¿Qué socialismo?

    19/12/2016

    Juan Antonio Molina

    Periodista, escritor y socialista

    Este artículo toma el título de un opúsculo de Norberto Bobbio donde el ensayista turinés intentaba contestar el interrogante que le daba nombre al libro. ¿Es hoy también el socialismo en nuestro país un interrogante? La estrategia cortoplacista de sus dirigentes, enmarañada en la banalidad del marketing y el eslogan publicitario, representa la reinvención de una realidad tan ajena al pulso de la calle que produce frustración en las mayorías sociales. El Partido Socialista se percibe en un espacio político donde el debate ideológico se ha diluido ante un pragmatismo ad hoc al establishment que expulsa de su formato polémico...
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  • Gabriel Flores

    Economista

    Algunas de las propuestas presentadas en este debate tienen por objetivo recuperar o refundar el proyecto socialista que se identifica con la corriente de la socialdemocracia europea, llenándolo de nuevos contenidos o reciclando experiencias interesantes de otros tiempos. Intentan sus autores resucitar una vieja y, mucho me temo, periclitada historia. ¿Es posible salvar la experiencia socialdemócrata? ¿Tiene sentido echar vino nuevo en odres viejos cuyo olor a caduco o viejuno repele a los jóvenes de entre 18 y 35 años y provoca mayores rechazos a medida que aumenta el nivel de estudios de las personas a las que intenta atraer? Tiene...
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  • Javier Franzé

    Profesor de Teoría Política

    La primera dificultad para hablar de socialismo hacia el futuro es precisar a qué se está haciendo referencia. El socialismo —como el liberalismo— es una corriente política y de pensamiento vasta, diversa, cuyo elemento aglutinante sería la primacía del valor igualdad. Pero esto remite a la superficie del problema, pues la cuestión no es tanto qué valor se privilegia, que es lo que reúne, sino cómo se piensa ese valor. Esto último suscita las divergencias más profundas, que determinan diferencias acerca de los caminos para construir esa igualdad. ¿Y si el problema fuera que el socialismo ha sido occidental, demasiado...
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  • Manuel Garí

    Economista ecosocialista

    La respuesta a la cuestión de los retos del socialismo debe comenzar por reconocer que las realidades y preocupaciones expresadas en el debate en curso en 'Espacio Público'-'CTXT', incluyendo esta aportación, están condicionadas por la experiencia política, los parámetros culturales y la producción teórica del socialismo, permítaseme la expresión, del mundo occidental y cristiano industrializado. Si bien, dadas las características del capitalismo mundial actual, algunas de las cuestiones que se plantean suponen incursiones en terrenos globales y comunes por lo que podrían tener utilidad para las reflexiones que se produzcan en otras latitudes. Lo ideal sería poder identificar los rasgos...
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  • Joan Herrera

    Director de la Escuela Superior de Cuadros de CCOO

    Marx decía lo que la revolución surgirá de las fábricas, no de los agricultores, ya que los agricultores están dispersos. Siglo y medio después las estrategias de dispersión del trabajador es sin lugar a dudas uno de los motivos por los cuales es tan difícil construir una alternativa. Una dispersión que no es sólo geográfica sino que también es organizativa e incluso de asunción cultural. George Lakoff escribió que la ciudadanía se siente más más motivados con la “identidad moral y los valores” que con cualquier otra cosa. El reto es construir comunidad y conectar con el sufrimiento, pero también...
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  • Jesús Pichel Martín

    Profesor de Filosofía

    La socialdemocracia no cayó del cielo, ni surgió de la necesidad de cubrir con más producción una mayor demanda en un contexto de escasez de mano de obra, y desde luego no fue un regalo del capitalismo al movimiento obrero. El pacto socialdemócrata (el pacto entre capital y trabajo) fue consecuencia de la fuerte presión del movimiento obrero y del temor del capitalismo al modelo político-económico comunista. En Europa Occidental el socialismo devino en socialdemocracia cuando la pugna entre capitalismo y comunismo se sustanció en un sistema mixto de economía de mercado y de garantía de los derechos sociales, la...
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  • Andrés Villena Oliver

    Economista, periodista y doctor en Sociología

    La historia del socialismo es, lamentablemente, la de una matanza permanente que, no obstante, dista mucho del relato de ficción narrado por historiadores y voceros anticomunistas patrocinados. Quizá el primer crimen que merezca la pena reseñar sea el cometido contra Jean Jaurés en 1914, tres días después del inicio de la Primera Guerra Mundial, que acabó enfrentando a la clase obrera de los distintos países implicados. La muerte de Jaurés representa el fracaso de un internacionalismo que los socialistas alemanes rematarán al no impedir el asesinato en 1919 de Rosa Luxemburgo y de Karl Liebkenecht, al comienzo de la débil...
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  • Ana Barba

    Edafóloga, activista social y política por la democracia participativa, el feminismo y la ecología.

    Tradicionalmente, las propuestas sociales y económicas de la izquierda han topado con los intereses de los pequeños propietarios, los pequeños agricultores y los pequeños comerciantes, lo que solemos llamar pequeña burguesía desde la época de la revolución francesa. Pese a que son explotados por las oligarquías, se sienten más cercanos a ellas que al proletariado, en parte por el temor a sufrir una desposesión en el transcurso de una hipotética revolución social y en parte por el espejismo del ascenso social. En el transcurso de los últimos 100 años, esta postura antagónica de la pequeña burguesía frente al proletariado se...
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  • Tasio Oliver

    Responsable de Servicios Sociales y Consumo de IU

    Escribo esta aportación desde la certeza, apesadumbrada, de que el socialismo en España nunca ha existido. Y si no ha existido socialismo como tal, el amago socialdemócrata que ha supuesto el trasiego político del PSOE en estos 40 años, ha sido convenientemente desmontado por unas élites orgánicas aliadas ya descaradamente con los intereses de las grandes corporaciones nacionales. La memoria de los tímidos logros de ese trasiego ha sido ultrajada por un vaciamiento progresivo, una cobardía política evidente y un desdibuje absoluto en cuanto a sus preceptos sociales, territoriales y democráticos en la última década. Lo peor y más doloroso...
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  • Daniel Puerto

    Investigador científico y miembro del secretariado de Alternativa Socialista

    Un artículo de Suso del Toro hablaba de la culpabilidad del PSOE en el descrédito de la política. Aunque mezclaba los conceptos de izquierda y socialismo en la culpabilidad de este deterioro de la política, cuando realmente solo se refería a un PSOE muchas veces alejado de estos dos conceptos, creo que da en el clavo en lo referente a la “degradación moral de la izquierda”. Que la derecha española sea mentirosa, autoritaria y corrupta entra dentro de la lógica al ser fiel heredera del franquismo y no haber sufrido las necesarias y profundas transformaciones que la hubiesen llevado...
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  • Brais Fernández

    Redactor de 'Viento Sur' y miembro de Anticapitalistas

    Quizás para tener un debate en torno a la cuestión del socialismo tendríamos que aclarar la polisemia de la palabra. Para la mayoría de la gente, socialismo es un concepto frío, que no va asociado a una experiencia emancipadora real. En el peor de los casos, se asocia a los exabruptos de los dirigentes del PSOE, que apelan al socialismo como una identidad partidaria con la que cada vez menos gente se identifica. En otros casos, por desgracia, se asocia a aquella distopía totalitaria en la que acabó convirtiéndose el socialismo soviético. Sin embargo, creo que hay algunas razones...
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  • Eddy Sánchez

    Profesor de Ciencias Políticas de la UCM y Director de la Fundación de Investigaciones Marxistas

    En un mundo que afronta para las próximas décadas formidables retos por el agotamiento de los recursos naturales y la crisis ecológica, así como por la formación de sociedades con fuertes fracturas sociales y desigualdades crecientes, la única forma de mantener un nivel de vida digno para la población será conseguir hacer más con menos, y esto sólo pasará en las sociedades que tengan organizaciones productivas que lo logren. Nuestra capacidad para construir una sociedad más productiva, más ecológica, una sociedad en la que sea posible alimentarse, desplazarse, tener una vivienda, calentarse, curarse, educarse, informase, investigar, producir... no se parecerá...
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  • Manuel Escudero

    Coordinador del Foro de Economía Progresista

    No esperen en esta reflexión un hilo de argumentación lógico y encadenad. Más bien voy a funcionar como se hace en las sesiones de diseño, cubriendo la pared con 'post-its' ideas y argumentos que vienen al caso, que van completando el cuadro de modo impresionista, a ráfagas, echándose para atrás y viendo lo que falta o lo que aflora. Sobre el nombre El socialismo en el siglo XXI, así, a secas, será cosa de nostálgicos, pero no de los que luchan por el progreso de la humanidad. Lo digo porque ya desde comienzos del siglo XX, el socialismo solamente ha servido...
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  • Joan Herrera

    Director de la Escuela Superior de Cuadros de CCOO

    ¿Estamos ante el mismo capitalismo que hace 30 o 40 años? ¿Debemos responder ante este desde los mismos parámetros? Las respuestas a estas preguntas son obvias. No, ni el capitalismo es el mismo ni la respuesta puede ni debe ser la misma. Pero vayamos por pasos. En primer lugar hay que adentrarse en el escenario de los últimos años, la nueva etapa del capitalismo en algunos de sus aspectos mas destacados. Por un lado en el conflicto entre capital trabajo. Por otro lado, en el conflicto capital biosfera, y por último en los elementos de control político del mismo. Capital...
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  • Pedro González de Molina Soler

    Profesor de Geografía e Historia

    "Nunca separé la República de las ideas de justicia social, sin la que sólo es una palabra." Jaurès. Para comenzar, quiero agradecer la invitación de Bruno Estrada a participar en este debate que deseamos que sea fructífero, de un tema que sigue siendo candente en la actualidad, y más tras ver las crisis de los partidos socialdemócratas en Europa y las lecciones de la nueva izquierda latinoamericana en retroceso. En líneas generales, podemos estar de acuerdo con la exposición de Bruno Estrada sobre el socialismo, tanto en su pasado como en sus perspectivas futuras, aunque podríamos matizar algunas cuestiones, que...
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  • Carlos Martínez

    Co-primer secretario de Alternativa Socialista

    La idea socialista supera a los aparatos de la mayor parte de los partidos llamados socialistas y socialdemócratas “oficiales” y vinculados a la llamada internacional socialista. Hay demasiadas personas a un lado y otro del espectro político y por supuesto las oligarquías que viven a costa de esos partidos, deseando que el socialismo sea un engranaje profesional, dedicado exclusivamente a gestionar el capitalismo y a ser su cara algo más amable y caritativa. Todo lo más mejoras en sanidad, pensiones –si puede ser- y educación. Igualdad de oportunidades, pero sin corregir precisamente lo que impide que las oportunidades sean las...
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  • Pedro Chaves

    Politólogo, investigador especializado en la UE

    La victoria de Donald Trump nos golpea en las retinas, en el corazón, en el cerebro. Intuimos que este hecho tendrá consecuencias imprevisibles y negativas. Los “poderes salvajes” de los que hablaba Ferragoli, la emergencia de poderes privados que colonizan el espacio público en beneficio propio, se han cobrado una pieza mayor: nada menos que Estados Unidos. Y una vez más, y no es la primera en la historia ni será la última, un representante de las clases dirigentes se aúpa al poder empujado por una fuerza en la que encontramos muchos brazos y esperanzas venidas desde abajo. Por...
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  • Mario del Rosal

    Profesor de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid

    En primer lugar, me gustaría agradecer sinceramente el debate que Bruno Estrada ha abierto acerca de la cuestión del socialismo en la actualidad. En estos tiempos en los que las versiones más primitivas y descarnadas de la derecha amenazan con capitalizar el descontento de la clase trabajadora, me parece una discusión enormemente oportuna y necesaria. Creo que cualquier reflexión sobre el socialismo se debe centrar, como bien hace Bruno, en la cuestión de la democracia. Y es que, en sus más profundas raíces, el socialismo no es sino democracia más desarrollo económico (o soviets más electrificación, como diría Lenin). Es...
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  • Ignacio Muro Benayas

    Director Fundación Espacio Público

    Tiene gracia esto de discutir sobre el socialismo días después que el fascismo haya encontrado una nueva puerta de entrada de la mano de Trump en EEUU, la economía capitalista más rica del mundo. Tiene gracia porque recuerda aquella disyuntiva de 'Socialismo o barbarie’ que representó Rosa Luxemburgo hace justamente 100 años, en 1916, tres antes de que fuera asesinada por movimientos prefascistas. Una disyuntiva que tenía como antecedente a Friederich Engels que dijo otros 30 años antes: "La sociedad capitalista se halla ante un dilema: avance al socialismo o regresión a la barbarie". Como vemos, el debate nos...
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  • José Babiano

    Director del Área de Historia, Archivo y Biblioteca de la Fundación 1º de Mayo

    El neoliberalismo no es sólo una política económica determinada, ni siquiera una filosofía política exclusivamente. Constituye asimismo y de forma evidente una cultura. De manera que la victoria indiscutible del neoliberalismo representa también una victoria cultural. Esencialmente, esa victoria reside en que la gran mayoría de la sociedad, incluida la izquierda, haya naturalizado su discurso. En eso consiste la hegemonía cultural. De este modo, el lenguaje de clase ha desaparecido de la izquierda política, que ha hecho suya la retórica de la ciudadanía. Es verdad que, como señalara T. H. Marshall, la ciudadanía es un constructo que hace compatibles...
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  • Carlos Tuya

    Periodista y escritor

    Una vez más, lo que no podía ocurrir ha ocurrido: Trump se incorpora a la ola populista (mayoritariamente de derechas) que recorre, como un fantasma, el mundo globalizado. Tras el húngaro Viktor Orban y el polaco Kaczynski, la lista no para de crecer, esta vez con el presidente de la nación más poderosa del planeta a la cabeza. Y no es descartable que en un futuro próximo puedan unirse Marine Le Pen (Francia), Strache (Austria), Brunner (Suiza), Soini (Finlandia), Geert Wilders (Holanda), Matteo Salvini en competencia con Beppe Grillo (Italia), Thulessen (Dinamarca), etc. Todos con un mensaje tan elemental como...
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  • Carlos Javier Bugallo Salomón

    Licenciado en Geografía e Historia. Diplomado en Estudios Avanzados en Economía.

    Me alegro mucho por la apertura de este nuevo Debate sobre el futuro del Socialismo, y de que se haya encargado la Ponencia a Bruno Estrada, un compañero de Comisiones Obreras. Sigo atentamente los avatares internos de mi sindicato, y estimo que su iniciativa de ‘aggiornamento’ se está haciendo con seriedad y constancia, de lo cual es expresión la excelente labor intelectual de Estrada. Lástima que algunos intelectuales izquierdistas y medios digitales progresistas aún no se hayan enterado de los cambios internos que se están operando en mi sindicato –y no precisamente gracias a su apoyo y participación. Pero vayamos...
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  • José Ángel Moreno

    Economistas sin Fronteras y Plataforma por la Democracia Económica.

    El sugerente texto de mi estimado Bruno Estrada me plantea algunas pequeñas discrepancias de matiz y una coincidencia de base con la que me parece su sugerencia principal. Apunto muy brevemente las primeras, para centrarme después en la segunda. Por una parte, me temo que la pérdida de base electoral de los partidos socialistas y socialdemócratas desde los años 80 del siglo pasado no se debe sólo a su -indudable en muchos casos- aproximación a las ideas neoliberales y a su renuncia a algunos de sus principios tradicionales. Desde luego, es innegable la hegemonía cultural del neoliberalismo, pero creo que...
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  • Marià de Delàs

    Periodista

    Millones y millones de personas imaginaron durante décadas un estado de cosas diferente al que viene impuesto por el poder del dinero. Un estado de bienestar y de justicia, gracias a la igualdad de derechos económicos y sociales. Confiaban en que una fuerza representativa de los trabajadores podía hacerse con el control de todo o parte del poder político y en que la economía y la vida social podían funcionar de otra manera, bajo criterios democráticos, sin obediencia a los intereses y directrices de los poseedores de capital. La producción de bienes debía racionalizarse, había que distribuir la...
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