Interrogantes de la era Bolsonaro

19.11.2018

Debate principal: ¿Involución en América Latina?

Es evidente que el nuevo presidente de Brasil surgió del golpe institucional contra Dilma. Hubo una gran manipulación electoral para impedir la victoria del PT, que terminó arrollando a los viejos partidos de la derecha. Acallaron a Lula, pero demolieron también a las formaciones conservadoras tradicionales. La llegada del inesperado capitán a la primera magistratura genera múltiples incógnitas.

¿Cómo gobernará?

El ejército, la justicia y los medios de comunicación aportaron los tres cimientos del golpe, que ahora se utilizan para sostener al insólito personaje que presidirá el país.

Las fuerzas armadas han capturado posiciones claves en la estructura estatal desde la militarización de las favelas. Temer colocó bajo su mando a una nueva agencia de seguridad que reúne a todas las reparticiones del sector.

El protagonismo militar se extiende a los 70 candidatos de ese origen que ingresaron a las legislaturas y a los gobernadores del mismo palo. La tutela del ejército se vislumbra en la vicepresidencia y en el quinteto de generales que ocupará los cargos más estratégicos.

La gravitación del segundo pilar -el poder judicial- se ha transparentado con el superministerio asignado a Moro. El responsable de la proscripción de Lula fue premiado con un puesto de altísima jerarquía. Esa designación desnuda la farsa que montó sin pruebas, con burdos testimonios de delatores y con cargos perdonados a los políticos de otro signo.

Finalmente también los medios de comunicación acrecentaron su influencia por su labor de blanqueo de Bolsonaro. El diputado que integró durante 20 años la bancada más corrupta del Parlamento (PP) fue presentado como un individuo inmaculado. También se silenciaron las coimas cobradas por su jefe de campaña. Los medios tradicionales (O Globo) y la cadena evangelista (Récord) compitieron con las redes, en la creación de los miedos y difusión de las mentiras que apuntalaron el triunfo derechista.

La regresión de Brasil será incalculable si su presidente cumple con alguno de sus anuncios. Postuló la guerra contra los rojos, la instalación de la homofobia, el desprecio a los indígenas, la denigración de los negros, el maltrato de las mujeres y la penalización de la diversidad sexual. ¿Implementará esa retrógrada agenda o simplemente devendrá en una figura más de la derecha convencional?

¿Quién saldrá beneficiado?

Bolsonaro no fue la carta inicial de la clase dominante, pero el poder empresarial lo ha rodeado para asegurar la continuidad de los atropellos en curso. Se intenta completar el avasallamiento de la legislación laboral, con la introducción del modelo chileno de privatización de las pensiones. El ultra-liberal ministro Guesdes prioriza estos ataques, pero podría suscitar también severos conflictos por arriba.

La primacía otorgada a los financistas asegura ventajas que afectan la actividad productiva. Esa obstrucción persiste en la tenue reactivación que ha sucedido a la histórica caída del PBI de los últimos años.

El bloque ruralista se perfila como otro nítido ganador. Su bloque parlamentario exigirá el uso irrestricto de armas para consolidar la apropiación de tierras. Pretende mayores inversiones del estado en la infraestructura exportadora y demanda la apertura de nuevos mercados. Esa exigencia socava los acuerdos internacionales concertados por el polo fabril paulista.

También este sector se ha subido a la oleada Bolsonaro para debilitar a los sindicatos y achatar los salarios. Pero no resignará los convenios regionales que forjó en las últimas décadas. La disputa en curso amenaza especialmente el futuro del Mercosur. La sugerencia inicial de disolver el acuerdo fue relativizada por el nuevo oficialismo ante la presión de los industriales. Ese empresariado necesita mantener a la Argentina como cliente preferencial.

Las privatizaciones constituirán otra esfera de disputa. El remate de compañías para reducir la deuda pública genera resistencias, que ya obligaron a desmentir el desguace de Petrobras. Pero como Bolsonaro adoptó hace muy poco tiempo el credo neoliberal (2017), deberá convalidar su conversión con prácticas contundentes.

El capitán carece de una significativa bancada propia y tendrá que negociar cada medida con el entramado de lobbies de Brasilia. El abultado presupuesto que recientemente aprobaron jueces y senadores -contrariando los mensajes oficiales de austeridad- anticipa los conflictos en puerta. Bolsonaro necesita conseguir primero la subordinación de la corporación militar, para gestar luego un poder bonapartista sobre el Congreso. Si falla, quedará a merced del juego parlamentario que tanto denigró en la campaña electoral.

¿Qué límites impondrá la resistencia?

El gran contraste entre el discurso y la realidad podría verificarse rápidamente en la compleja esfera de la seguridad. Bolsonaro prometió erradicar la criminalidad en una sociedad aterrada por la delincuencia. El país alberga la tercera población carcelaria del planeta y padeció 63.880 asesinatos el año pasado. La simplificada ilusión de resolver esa pesadilla con mayor violencia incentivó las apologías del asesinato, que engrosaron la “bancada de la bala” en el Parlamento.

Esa demagogia punitiva perderá eficacia en el ejercicio del gobierno. La criminalización de los excluidos sólo potencia la gravedad de un problema derivado de la desigualdad y la regresión social. No es la primera vez que se militarizan las favelas sin ningún resultado y con el exclusivo propósito de hostigar a la empobrecida población negra.

Lo ocurrido en México ofrece un dramático retrato de las consecuencias de involucrar al ejército en una guerra contra el delito. Las mafias se asociaron con los uniformados para pulverizar la autoridad del estado y provocaron una sangría dantesca (200.000 muertos, 30.000 desaparecidos).

Bolsonaro opone a pobres contra pobres para culpabilizar a los más vulnerables. Magnifica el resentimiento hacia abajo de los segmentos medios, disgustados con las tenues mejoras obtenidas por los sumergidos. Pero el capitán no podrá satisfacer las expectativas de sus seguidores. Al contrario, su programa de ajuste acentuará todas las adversidades que afronta la clase media.

No es ningún secreto que intentará demoler los derechos democráticos. Temer inició esas agresiones encubriendo el asesinato de Mireille, los tiroteos a las caravanas de Lula y las amenazas a 141 periodistas. Pero la victoria de Bolsonaro incentivó acciones más brutales. Un exponente bahiano de la lucha antirracista fue ultimado, se registraron incendios en los campamentos del MST y hubo varios ataques a locales del PT. Las convocatorias a prohibir libros críticos de la dictadura y a instaurar el creacionismo en las escuelas alentaron el ingreso de matones armados en la universidad.

La resistencia a esas agresiones será la batalla primordial de los próximos meses. El gran sustento para encarar esa lucha son las movilizaciones desarrolladas contra Bolsonaro. No alcanzaron para impedir su triunfo, pero congregaron multitudes con un gran protagonismo de las mujeres (“Ele nao”). Esas respuestas definirán los principales límites del proyecto reaccionario.

¿Qué hará frente a China y Venezuela?

Bolsonaro se dispone a ensayar un alineamiento internacional explícito con Trump. Viajará a Estados Unidos e Israel y sugirió el traslado de la embajada de su país a Jerusalén. Promueve un sometimiento al Departamento de Estado muy superior al simple vaciamiento de los BRICS. Recompondrá los grandes contratos que el Pentágono perdió con sus competidores de Francia y Suecia y tantea la concesión de una base militar a los marines.

Pero la jugada más riesgosa es su viaje a Taiwán para enfriar las relaciones con China. Ya Temer aceptó las presiones de Washington y suspendió varios proyectos bioceánicos financiados por Beijing. Pero también permitió a los exportadores capturar las cuotas de soja perdidas por Estados Unidos en las disputas con su rival oriental.

El Departamento de Estado está shockeado por el impresionante avance de su contendiente en América Latina. China multiplicó por 22 su comercio con la región en los últimos 15 años y aporta mayores préstamos de inversión que el BID y el Banco Mundial.

La confrontación arancelaria que promueve Trump no ha morigerado esa expansión. Las importaciones provenientes de Estados Unidos siguen rezagadas frente a sus equivalentes asiáticas. China le advirtió a Bolsonaro las consecuencias de cualquier bravuconada. Si termina restringiendo las compras de productos primarios, la fascinación de los agro-exportadores con su presidente-gendarme quedará muy dañada.

La agresiva postura hacia Venezuela entraña riesgos de mayor alcance.

El entorno de Bolsonaro ha sugerido subir el tono de las amenazas en sintonía con los halcones de la OEA. Con el pretexto de un caos humanitario impulsan operativos de amedrentamiento militar. El gobierno colombiano juega la misma carta para enterrar los acuerdos de paz.

Pero los últimos dos intentos de golpe contra Maduro (conspiración de mayo y ataque con drones) fracasaron y la oposición derechista mantiene su probada impotencia. Por esa razón se han reiniciado negociaciones para explorar nuevas formas de convivencia.

Una aventura militar contra Venezuela sería ajena a las tradiciones estratégicas de Itamaraty. Antes de imponer ese rumbo Bolsonaro debería alterar drásticamente la lógica geopolítica prevaleciente. Ese curso anularía la singularidad de una región que ha permanecido ajena a la sangría de Medio Oriente y África. En un escenario bélico, la caravana de migrantes centroamericanos que se aproxima a la frontera estadounidense se transformaría en un aluvión de refugiados.

Para cualquier proyecto regional Bolsonaro necesita consolidar un eje común con sus colegas derechistas. La disolución de UNASUR, las victorias electorales de Duque (Colombia) y Piñera (Chile) o la permanencia de Macri (Argentina) aportan los cimientos de esa convergencia. Pero la restauración conservadora no ha estabilizado su primacía.

Por esa razón son muy prematuras las analogías con el período regional reaccionario que inauguró el golpe del 64. Una etapa de ese tipo requeriría la extinción previa de todas las secuelas del ciclo progresista, que perduran en las relaciones sociales de fuerza de muchos países. Los dos pilares radicales de la dinámica progresista (Venezuela y Bolivia) y su retaguardia estratégica (Cuba) no han sido removidos.

Además, el despunte de nuevas fuerzas de centroizquierda contrapesa el avance de la derecha. El triunfo de Bolsonaro ensombreció pero no anuló la victoria de López Obrador (México), que desbarató el fraude y resucitó la presencia popular. Tendencias del mismo signo se observaron en los resultados logrados por la oposición en Colombia y Chile. El escenario latinoamericano continúa abierto.

¿Imitará a sus pares del mundo?

Bolsonaro forma parte de un ascenso mundial de la ultra-derecha, que ha capturado gobiernos (Hungría, Polonia, República Checa) y creciente influencia en varios países (Italia, Finlandia, Suecia, Francia, Alemania, Holanda, Israel). Su irrupción inaugura la llegada de esa oleada a Latinoamérica. La restauración conservadora anticipó esa marea, pero sin la radicalidad reaccionaria del capitán.

Al igual que sus pares de Europa y Estados Unidos, la derecha brasileña canaliza el descontento generado por una degradación económico-social, que el sistema político no atempera. La frustración con los gobiernos (o imaginarios) progresistas alimenta esa reacción.

Todas las vertientes regresivas recurren a los mismos artificios, para auxiliar a los grandes capitalistas con diatribas contra las franjas más desprotegidas. Los inmigrantes son las principales víctimas de esa denigración en Europa. Las mismas potencias que provocan el drama de los refugiados militarizan el Mediterráneo, para impedir el ingreso de los despojados al Viejo Continente.

En Estados Unidos, el suprematismo blanco agrede con la misma contundencia a los latinos y afro-descendientes. Difunde la ficción de “engrandecer nuevamente a América” mediante la simple restauración de los valores conservadores. Para transmitir fantasías parecidas de recreación del bienestar y la seguridad perdida, Bolsonaro utiliza el chivo expiatorio de la delincuencia.

Todas las variantes de la ultra-derecha global comparten el mismo combo de neoliberalismo con xenofobia. Por eso rechazan la inmigración, pero aceptan la continuada circulación mundial de los capitales y las mercancías. Son chauvinistas fascinados por el mercado que reniegan del proteccionismo de sus antecesores.

Con su mixtura de militares y economistas ultra-liberales, Bolsonaro encarna una modalidad extrema de esa combinación. Concentra todas las características de la derecha descarriada, que sustituye a los exponentes civilizados del mismo palo. La etapa de edulcorada modernización de las fuerzas reaccionarias tiende a diluirse, para facilitar la instalación de configuraciones más brutales. Las mediaciones tradicionales se disuelven en una nueva era de cinismo, pos-verdad y naturalización de la mentira.

¿Es fascista?

Las declaraciones y actitudes de Bolsonaro desbordan el autoritarismo, el populista o el bonapartismo. Pero incluyen rasgos fascistas sólo potenciales, que no tienen viabilidad inmediata. Un largo trecho separa el peligro de su concreción. La fascistización es un proceso que transita por varios estadios. Aunque el capitán propugne esa degradación, la sociedad no comulga actualmente con semejante involución.

El fascismo requiere condiciones ausentes en Brasil. Supone el endiosamiento de una jefatura por fanáticos seguidores y la sustitución del sistema institucional por un poder totalitario. Exige censura de prensa, prohibición de partidos y aplastamiento completo de la oposición. Boslonaro se mueve por ahora en otra órbita. Es un recién llegado a la gran política que actúa en el tejido institucional. Cuenta con una base social reaccionaria poco dispuesta a confrontar físicamente con los trabajadores organizados.

El nuevo presidente promueve una represión mayor, pero bajo el comando de fuerzas regulares y no paramilitares. El fascismo implica un grado de violencia muy superior a los parámetros actuales y necesita organizaciones más verticalistas que las imperantes en el universo evangélico.

Ese sector militará contra el aborto y el matrimonio igualitario defendiendo el rol sumiso, servil y procreador de las mujeres. Pero esos regresivos anhelos se ubican muy lejos del enloquecido embate que alienta el cristiano-fascismo. Antes de arrasar la impresionante diversidad cultural de Brasil, Bolsonaro deberá doblegar una resistencia democrática inmensa.

El fascismo es un concepto genérico que incluye muchas variedades. La reproducción del modelo clásico de Hitler y Mussolini ni siquiera está discusión. Correspondía al contexto internacional de entre-guerra, con potencias involucradas en batallas por la primacía global y la erradicación del comunismo. Brasil se encuentra totalmente alejado de ese escenario.

Otros modelos más acotados de fascismo (Franco en España, Salazar en Portugal) tampoco se amoldan al contexto de Bolsonaro. El antecedente del pinochetismo es más pertinente. En Chile hubo totalitarismo, virulencia anticomunista y base social anti-obrera. Pero esas características sólo completaron el perfil de un régimen dictatorial clásico. El uribismo contiene esos mismos elementos en la actualidad, con el agravante de paramilitares en acción y un sostén social de larga data de la oligarquía. Sin embargo tampoco en Colombia rige un sistema político fascista.

La ultraderecha latinoamericana está condicionada por el status periférico de la región. Cultiva un fascismo dependiente que comparte la fragilidad de todas las formaciones políticas de la zona. Por ese limitante Bolsonaro nunca podría imitar a Trump en sus divergencias con China. Brasil continuaría sometido a las exigencias de ambos colosos.

El frecuente uso de aditamentos para caracterizar al fascismo contemporáneo (proto, neo) confirma las diferencias con el modelo clásico. Esas singularidades no se restringen al caso brasileño. Todas las vertientes ultra-derechistas que actualmente agreden a los grupos más humildes propugnan modalidades del neofascismo social. Y su defensa de la primacía del mercado las aproxima a un novedoso fascismo neoliberal.

Estas combinaciones determinan los límites de esas configuraciones. En el laboratorio europeo los derechistas tienden a dividirse entre alas extremas -que pierden gravitación- y sectores preeminentes, que se amoldan al conservadurismo tradicional. Le Pen tomó distancia primero de su padre y ahora cuestiona los delirios retóricos de Bolsonaro.

La generalizada adhesión al neoliberalismo obstruye la reproducción del viejo fascismo. Sus sucesores se coaligan en el Parlamento Europeo contradiciendo los pilares nacionalistas de esa tradición. Ninguno propugna la disolución efectiva del euro o la unión comunitaria.

El límite más contundente a un devenir fascista se verifica en Estados Unidos. Trump nunca convalidó a las vertientes más extremas de su coalición y afronta ahora un escenario más adverso. Con la economía reactivada y sin guerras que convulsionen a la opinión pública ha perdido la Cámara de Representantes y su reelección es dudosa.

Pero lo más llamativo fue el éxito de candidatos con idearios socialistas y mujeres afro-estadounidenses, indígenas, musulmanas, latinas o de origen palestino y somalí. En lugar del típico voto castigo canalizado por el establishment demócrata irrumpió una generación de líderes progresistas con gran compromiso militante. ¿Este antecedente anticipa el perfil de rechazo a los derechistas en todo el mundo? ¿Es un espejo para Bolsonaro?

¿Habrá impacto sobre Argentina?

Los medios hegemónicos del Cono Sur identifican la elección brasileña con el “repudio al populismo”. Auguran un efecto dominó que permitirá “acelerar las reformas”, para competir con el giro pro-mercado del principal socio del país. Esta sesgada interpretación pretende potenciar un sentido común favorable al ajuste.

El gobierno complementa esa utilización con una mayor apuesta represiva. Asocia la oleada Bolsonaro con la convalidación del apaleo a los manifestantes. Considera que hay pierda libre para inventar terroristas, crear provocaciones y diseminar infiltrados.

También el poder judicial acelera el montaje de causas fraudulentas, para repetir con Cristina el operativo de encarcelamiento de Lula. Bonadío sabe que recibirá el mismo premio que Moro por esa canallada y busca en los Cuadernos alguna excusa para poner entre rejas a los familiares o allegados de CFK.

Pero Macri ocupa el incomodo lugar que tendría un pariente de Oderbrecht en la presidencia de Brasil. Cualquier investigación de corrupción lo salpica de inmediato por alguna de sus estafas al estado. Todas las exigencias para que “devuelvan lo robado” circunvalan su fortuna.

El ascenso de Bolsonaro ha sido más utilizado por el justicialismo amigable que por el oficialismo. Pichetto se ha situado en la cresta de la ola de xenofobia y anticomunismo, junto a los gobernadores que coquetean con la mano dura. Sus complicidades con el ajuste son explícitas. Aprobaron el presupuesto diseñado por el FMI, para emitir un mensaje de continuidad del ajuste si les toca reemplazar a Macri en el 2019.

Una reivindicación más explícita de Bolsonaro despliegan los políticos solitarios (Olmedo) con sus comunicadores (Feinman) y acompañantes ultra-liberales (Espert). Por ahora son tan marginales como el ex capitán en su debut, pero aspiran a repetir su trayectoria si el sistema político eclosiona.

Nadie sabe cuánto tiempo Bolsonaro servirá como bandera de la derecha en el país. El congelamiento del Mercosur y el privilegio de la sociedad con Chile afectarán su rating como figura a imitar. La incomodidad será mayor, si Trump lo elige como principal cómplice en desmedro del vasallo argentino.

Las numerosas diferencias que distinguen a la Argentina de su vecino acotan también las posibilidades de un Bolsonaro criollo. La dictadura brasileña coincidió con un prolongado período de crecimiento desarrollista y sus responsables nunca fueron juzgados. En cambio Videla y Galtieri acentuaron una regresión económica que desembocó en la aventura de Malvinas. Todos los tanteos para revalorizar a esos genocidas desatan repudios masivos.

Tampoco la base social que sostuvo a Bolsonaro tiene correlato en las alicaídas marchas de los sectores acomodados de Argentina. Mientras que allí colapsó el sistema político aquí prevalece el marco institucional. Por eso Macri recurre a la demagogia tradicional sin ensayar la brutal frontalidad de su colega.

El sentimiento anti-político que actualmente nutre el avance de la ultraderecha brasileña presenta un contenido muy distinto, al sentido que tuvo durante la rebelión argentina del 2001. Además, en los últimos años predominó en Brasil la desmovilización popular y la desmoralización del progresismo. Por el contrario Macri no ha podido doblegar la resistencia a sus medidas.

Estas disonancias recrean las diferencias históricas entre un país signado por la convulsión y otro caracterizado por la continuidad del orden. Brasil no vivió procesos revolucionarios, la esclavitud fue abolida con inédita tardanza y la independencia fue proclamada por un príncipe portugués. Ningún Bolsonaro se perfila en el corto plazo de Argentina, pero el trauma económico que se avecina abre posibilidades de todo tipo.

¿Cuáles son las lecciones para la izquierda?

Bolsonaro recurrió a una campaña virulenta contra el PT basada en infamias orquestadas por los medios de comunicación. Pero esas injurias fueron absorbidas por un amplio sector popular enemistado con la gestión de la última década. Esos trabajadores escucharon, toleraron y finalmente aceptaron la propaganda de la derecha por su defraudación con el PT. Esa decepción explica el fulminante ascenso del troglodita.

El desencanto comenzó con el gobierno de Lula y se generalizó con el posterior giro neoliberal. Dilma mantuvo la sociedad con Temer, estrechó lazos con los evangelistas, convalidó la desigualdad y reafirmó los privilegios de la elite capitalista. Afianzó, además, los turbios acuerdos con toda la casta de políticos a sueldo. La administración petista preservó la estructura de poder y la concentración mediática tradicional. Tuvieron muchas oportunidades para romper ese condicionamiento y siempre optaron por mantener el status quo.

Por ese conservadurismo el PT perdió primero el apoyo de la clase media y luego el sostén de los trabajadores. El resurgimiento reciente de Lula no alcanzó para recomponer ese distanciamiento previo. Los dueños del país aprovecharon la orfandad para recuperar el control directo del poder.
La partida comenzó a definirse durante las protestas del 2013. En lugar de asumir las demandas sociales de los jóvenes el PT se ubicó en la vereda opuesta. Su terror a la acción popular afianzó la ceguera institucionalista cultivada durante décadas. Esa actitud condujo a la renuncia sin lucha de Dilma y a la debilidad posterior de Lula frente a su encarcelamiento.

El PT dejó vacante la calle que ocupó la derecha. Fue derrotado en ese ámbito mucho antes que en las urnas. El desenlace de las manifestaciones del 2014-2016 definió el resultado ulterior de los votos.
Como ha ocurrido siempre en América Latina la relación de fuerza se dilucida en el llano y se proyecta al terreno electoral. Venezuela aporta un contraejemplo a lo ocurrido en Brasil. En medio de una indescriptible crisis económica, con sabotajes, conspiraciones y atentados de todo tipo, Maduro derrotó a la derecha en los comicios, porque doblegó previamente las guarimbas en la calle.

Muchas evaluaciones del triunfo de Bolsonaro omiten este balance o presentan al PT como simple víctima de los artilugios derechistas. Soslayan su responsabilidad política en el resultado final. Es cierto que las batallas de la izquierda son muy complejas en una sociedad signada por siglos de exclusión. Pero esa dificultad se acentúa con la convalidación de los privilegios de los poderosos.

En lugar de encarar el empoderamiento popular y la formación político-ideológica de los trabajadores, el PT apostó a un sostén pasivo derivado de la mejora del consumo. Quedó a merced del vaivén de la economía y dejó a las masas a disposición de la derecha. Bolsonaro aprovechó ese hueco y logró que los propios beneficiaros de las mejoras del petismo fueron ingratos con sus padrinos.

Lo ocurrido en Brasil ilustra cómo la ultra-derecha puede capitalizar los fracasos de la propia derecha. En un escenario de ocaso de los viejos conservadores, el naufragio de Temer abrió las compuertas a un infierno mayor. Hay que aprender de esa experiencia. Si la izquierda muestra firmeza y valentía en la lucha, los Bolsonaro de América Latina serán derrotados.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Roberto Vazquez

    Analista político

    Preguntarnos por la existencia de un ¨cambio de ciclo¨ en América Latina, nos presenta como primera tarea, irremediablemente, situarlo en los movimientos y tendencias globales que nos afectan a todas. Así, nos parece fundamental para contestar a la pregunta, reflexionar sobre dos grandes procesos de transformación a nivel mundial, a saber: a) un cambio en el zeitgeist (sentido común de los tiempos) que pareciera imponerse con la caída del hegemón de la globalización neoliberal a partir de la crisis de 2008; b) los impactos de las transformaciones geopolíticas globales en la doctrina norteamericana para la región. En primer lugar, la...
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  • Augusto Zamora

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    La situación provocada por el gobierno de EEUU en Venezuela nos ha devuelto, de golpe, a la primera mitad del siglo XX. La posición de EEUU ha sido respaldada, de forma poco responsable, por varios países de la Unión Europea, entre ellos España, que han presentado un ultimátum de ocho días al gobierno venezolano (país soberano e independiente, según el Derecho Internacional) para que convoque elecciones, so pena de que reconozcan como presidente de Venezuela a un sujeto que se auto-proclamó a sí mismo presidente, sin haber sido electo por nadie ni designado por ningún órgano legal. El reconocimiento de...
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  • José Natanson

    Periodista y politólogo. Es director de Le Monde diplomatique edición Cono Sur, de Review.

    ¿Qué es Venezuela? ¿Una democracia? ¿Una dictadura? Hasta diciembre de 2017 Venezuela arrastraba una serie de déficits institucionales y republicanos gigantescos. Sin embargo, seguía celebrando elecciones razonablemente libres y competitivas, en las que el gobierno no se privaba de inclinar la cancha mediante la descarada utilización de todos los recursos estatales a su alcance pero en las que existía presencia real de la oposición y cuyos resultados eran verificados por instituciones como el Centro Carter y las Naciones Unidas. Si la democracia puede definirse como un tipo de régimen en el que no sólo hay elecciones sino que además no...
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  • Marcos Roitman Rosenmann

    Professor titular de sociología de la Universidad Complutense de Madrid

    Por definición los golpes de Estados representan un quiebre del orden constitucional, por consiguiente son ilegítimos. Los ejemplos son numerosos. Guatemala 1954, Paraguay 1954, Honduras 1957, El Salvador 1972, Bolivia 1973, Brasil 1964, Chile 1970 o Argentina 1976. Todos, sin embargo, aducen a la Constitución para justificarse. La realidad desnuda esta farsa. Dos factores permiten el triunfo del golpe de Estado: i) contar internamente con las fuerzas armadas. Única institución capaz de controlar el territorio, reprimir a la población y garantizar el poder político a los golpistas; ii) obtener un mínimo de reconocimiento internacional en la llamada “comunidad internacional”....
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  • Trump, Le Pen, Bolsonaro…VOX. El fantasma del fascismo ha entrado a la escena política internacional y todo hace pensar que será muy difícil que no se quede. El penúltimo susto fue Brasil. Después de que un obrero metalúrgico y sindicalista del Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio Lula da Silva, consiguiera la presidencia de un país tan importante cómo Brasil y después de unas políticas, que sin ser revolucionarias, sirvieron para sacar de la miseria a millones de brasileños, ahora, este mismo Lula está encarcelado y “el pueblo” ha votado a su peor enemigo: el ultraderechista Jair Bolsonaro! No ha tardado...
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  • Raúl Zibechi

    Periodista e investigador uruguayo.

    La situación que atraviesa Venezuela es dramática y sin salida aparente. La economía está fuera de control y todos los planes para orientarla en alguna dirección han fracasado. Formalmente, Venezuela es una democracia. Hay elecciones, funciona un parlamento y una asamblea constituyente, existen medios de comunicación no alineados con el gobierno y se pueden formular críticas en público. La situación de los derechos humanos no es muy diferente a la que rige en otros países de la región. Maduro fue reelegido con el 67 por ciento de los votos porque la mayor parte de la oposición decidió no acudir a...
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  • Boaventura de Sousa Santos

    Sociólogo. Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra.

    Los comienzos de año son propicios para los augurios que anuncian un tiempo nuevo, tanto en el plano individual como en el colectivo. De vez en cuando, estos augurios se traducen en actos concretos de transformación social que rompen de manera dramática con el statu quo. Entre muchos otros, destaco tres actos inaugurales que ocurrieron en 1 de enero y tuvieron un impacto trascendente en el mundo moderno. El 1 de enero de 1804, los esclavos de Haití declararon la independencia de la que en ese momento era una de las colonias más rentables de Francia, responsable de la producción...
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  • Martín Mosquera

    Licenciado en Filosofía (UBA), docente de la Universidad de Buenos Aires, integrante del comité editor de la Revista Intersecciones y militante de Democracia Socialista (Argentina)

    Es habitual recordar la clásica frase de Walter Benjamin: "cada ascenso del fascismo da testimonio de una revolución fallida". Si no la tomamos de forma estrictamente literal, esta línea encierra un concepto útil para pensar las dinámicas políticas que alimentan el crecimiento de la extrema derecha como salida al descontento popular. Slavok Zizek, siguiendo la máxima benjaminiana, analizó recientemente la consolidación de uno de los fenómenos autoritarios contemporáneos: el fundamentalismo yihadista en el mundo árabe. “Su ascenso – dice Zizek - es el fracaso de la izquierda, pero simultáneamente una prueba de que había un potencial revolucionario, una insatisfacción que...
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  • Daniel Gatti

    Periodista

    Brasil, Argentina, Perú, Paraguay, Chile y los países de América Central están viendo como empresarios 'outsiders' de la política llegan a las instituciones con programas económicos liberales que precarizan las condiciones de las clases trabajadoras. "Los brasileños tienen derechos de más y empleos de menos. La reforma laboral aprobada hace poco tiempo dio cierta tranquilidad al empleador” pero hay que profundizarla para “eliminar las trancas que padecen los inversores. Debemos entender lo difícil que resulta ser patrón en este país”. Con estas palabras, el nuevo presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, aclaró definitivamente, por si aún se necesitaba,...
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  • Valter Pomar

    Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidade Federal do ABC y dirigente del Partido dos Trabalhadores. Fue secretario de relaciones internacionales y secretario ejecutivo del Foro de São Paulo (2005-2013).

    Visto de cerca o visto desde lejos, el capitán Jair Messias Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL) tiene todos los rasgos de un cavernícola. Pero Bolsonaro recibió 57 millones de votos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2018. Fernando Haddad, candidato del PT después de que el Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil impuso un veto a la candidatura de Lula, recibió 47 millones de votos. Además, 31 millones de brasileños y de brasileñas votaron blanco, anularon el voto o no comparecieron a votar. Defensor acérrimo de los Estados Unidos y enemigo mortal del Partido de los Trabajadores,...
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  • Valerio Arcary

    Professor titular en el Instituto Federal de São Paulo, doctor en Historia (USP), miembro del "Partido Socialismo e Libertad" (PSOL). Autor de "As esquinas perigosas da história", fue miembro de la Ejecutiva Nacional del PT y presidente del PSTU.

    El análisis del breve proceso electoral de 2018 no es suficiente como ejercicio de explicación de la victoria de Bolsonaro. Porque si la lucha electoral fue un momento fundamental, la comprensión de la derrota política más seria que la izquierda brasileña haya sufrido desde el final de la dictadura militar remite, necesariamente, a una interpretación de la situación abierta desde 2015/16. Sin la percepción de la dinámica regresiva de los últimos tres años es imposible comprender la derrota electoral. Dinámica que pasa por la decisión del gobierno Dilma Rousseff de rendirse a la presión de los capitalistas y nombrar a...
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  • Cuando se analizan desde la izquierda los cambios que han tenido y tienen lugar en Latinoamérica a menudo se echan en falta reflexiones sobre el carácter más o menos democrático de las diferentes experiencias políticas bajo gobiernos “progresistas”, sobre el menosprecio del pluralismo por parte de algunos de sus dirigentes, las derivas autoritarias más o menos graves pero evidentes en el comportamiento de buena parte de los principales protagonistas y sobre las causas de todo ello. Esa falta de sentido autocrítico por parte de actores políticos y de la intelectualidad ‘comprometida’ se debe, seguramente, a que el grado de respeto...
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  • Aram Aharonian

    Periodista y comunicólogo uruguayo. Creador y fundador de Telesur.

    Cuando en América Latina y el Caribe retornan el neofascismo, la xenofobia, la misoginia, la homofobia, el racismo, de la mano de gobiernos de ultraderecha, las fuerzas populares (¿progresistas, de izquierda?) debaten sobre el pensamiento crítico y el fin de la antinomia izquierda-derecha, apelando a una nostalgia inmovilizadora y acrítica, mostrando la falta de unidad y también de proyectos. Con el golpe de Estado y el triunfo del ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil se reavivó la discusión banal sobre el “fin de ciclo” del progresismo o el neodesarrollismo en América Latina. La llegada al gobierno no ha garantizado...
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  • Héctor de la Cueva

    Coordinador General del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS)

    Sin duda, el hecho que marca la coyuntura latinoamericana e influirá, negativamente, por un largo periodo sus escenarios es el resultado electoral en Brasil. El de México, también reciente y en sentido moderadamente opuesto, lo hará quizá con menor impacto. En todo caso, son parte de las contradicciones que estarán tensando las fuerzas económicas, sociales y políticas en el continente. El golpe en Brasil El triunfo de Bolsonaro en Brasil coloca el peor escenario posible en la tendencia regresiva que se venía dando en Sudamérica. Aunque frecuentemente se abusa del término, pues no toda derecha o régimen represivo y autoritario lo...
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  • Daniel Vila Garda

    Economista / Catedrático de Instituto / Socio fundador de Attac.

    En Latinoamérica crujen las frágiles vigas democráticas y en Brasil se oye su ruido con fuerza. Los poderes económicos, mediáticos, militares y judiciales han entrado en la política, disputando directamente la representación ciudadana. Se despliega el modelo político neoliberal de gestión directa de los intereses estratégicos del capital como con Berlusconi a partir de 1994 en Italia y, actualmente, con Donald Trump en EEUU. El fenómeno tiene muchas particularidades según el momento histórico de cada país, pero la escala de Brasil en el Hemisferio Sur hace de la elección de Jair Bolsonaro un ejemplo relevante y con potencial capacidad de...
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  • Jimena Ñáñez Ortiz

    Politóloga y profesora asociada de la Universidad Complutense de Madrid

    El 24 de noviembre de 2018 se conmemora dos años de la firma del Acuerdo de Paz definitivo para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera entre el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos y el principal grupo insurgente de Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo- (FARC –EP), la guerrilla más longeva de América Latina. El acuerdo fue producto de una larga y compleja negociación entre las partes que duró aproximadamente cuatro años desde que se instaló formalmente la mesa de diálogo en La Habana (Cuba). Este proceso no...
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  • Es evidente que el nuevo presidente de Brasil surgió del golpe institucional contra Dilma. Hubo una gran manipulación electoral para impedir la victoria del PT, que terminó arrollando a los viejos partidos de la derecha. Acallaron a Lula, pero demolieron también a las formaciones conservadoras tradicionales. La llegada del inesperado capitán a la primera magistratura genera múltiples incógnitas. ¿Cómo gobernará? El ejército, la justicia y los medios de comunicación aportaron los tres cimientos del golpe, que ahora se utilizan para sostener al insólito personaje que presidirá el país. Las fuerzas armadas han capturado posiciones claves en la estructura estatal desde la militarización...
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  • Javier Segura

    Profesor de Historia

    La cuestión sobre la que Pedro Brieger nos invita reflexionar en este foro viene dictada por la restauración conservadora que parece anunciarse con el vuelco político que se ha producido en algunos países de América Latina tras una década política protagonizada por gobiernos progresistas. Yendo un poco más allá: ¿Es la involución conservadora el camino inexorable hacia el que conduce la encrucijada actual? Esta situación de “interregno” no es nueva, si se contempla la historia de América Latina en la larga duración. Remite, por una parte, a la conservación y reproducción de las viejas inercias de la era postcolonial,...
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  • Mª Eugenia García Nemocón

    Miembro del Comité para la Paz de Colombia en Madrid

    En los distintos países que conforman Abya Yala (denominación dada al continente americano por el pueblo Kuna), el extractivismo imperante ha traído consigo una serie de impactos de dimensiones económicas, sociales, políticas, ambientales, de género y culturales; pero uno de los argumentos que se esgrimen en su favor es lo que representa a nivel de las economías locales para erradicar la pobreza y para garantizar su “desarrollo”. Según las comunidades afrodescendientes, indígenas y campesinas, hay dos visiones de desarrollo: la del desarrollo para el buen vivir o desde el punto de vista comunitario, y la visión de la institucionalidad...
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  • Aprendiendo a reconocer lo que somos Bolivia es un país mayoritariamente indígena, el 62% (INE, Censo 2001) y 41% (INE, Censo 2012) de los ciudadanos que asumen ser parte de una identidad originaria lo hace a través del auto reconocimiento, lo que quiere decir que el orgullo de ser diferente y multicultural es asumido a la par de un proceso de interpelación al Estado por la histórica exclusión de la mayoría. El Estado excluyente del pasado fracasó en impulsar una ciudadanía sustentada en el hecho de la igualdad de todos los bolivianos ante las leyes, pero en el que en...
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  • Stalin Pérez Borges

    Miembro del Consejo Consultivo de la Central Bolivariana de Trabajadores y Trabajadoras (CSBT)

    El triunfo con más de 10% de ventaja del facho Bolsonaro en Brasil, le pone mayores niveles de turbulencia e impacto a la situación que ya hay en todo el continente americano y caribeño. No sólo, no es cualquier cosa que haya ganado con el 55% de los votantes, o sea, más de 57 millones votos, sino, que haya sacado esa altísima votación diciendo todas las barbaridades xenófobas, racista, antifeministas, antidemocráticas y fascistas que dijo en repetidas veces y sin cuidados de escenarios. Pero, ya antes del fenómeno Bolsorano, existían derrotas electorales en algunos otros países en donde...
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  • Cecilia Anigstein

    Socióloga argentina. Investigadora y docente en la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS)

    El fin de las políticas progresistas en Argentina (bajo los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner) y el triunfo electoral de Mauricio Macri en diciembre de 2015 abrió un ciclo de protestas y movilización social de carácter defensivo en toda la extensión del territorio nacional, que ya acumula cuatro huelgas nacionales e involucra un amplio espectro de sectores, identidades y corrientes políticas. En numerosas oportunidades las manifestaciones han contabilizado cientos de miles de personas. Los motivos más convocantes han sido la defensa de los salarios, los puestos de trabajo, la legislación laboral y previsional, el desmantelamiento...
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  • Emir Sader

    Sociólogo y politólogo brasileño

    Latinoamérica sigue siendo el continente de más turbulencias políticas en el mundo, porque es el escenario de las peleas más abiertas entre el neoliberalismo y el antineoliberalismo. Porque fue el único continente donde surgieron gobiernos antineoliberales, gobiernos de gran éxito, que han disminuido significativamente las desigualdades en el continente más desigual del mundo, mientras el neoliberalismo ampliaba las desigualdades en otras regiones del mundo. Porque fue el continente donde han surgido los principales líderes de la izquierda en el siglo XXI, entre ellos Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales y Rafael Correa. Porque es la...
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  • Tarso Genro

    Ha sido alcalde de Porto Alegre y Gobernador del Estado de Rio Grande del Sur. Durante el gobierno Lula desempeñó el cargo de Ministro de Educación, Relaciones Institucionales y Ministro de Justicia de Brasil.

    En abril de 2006 escribí un artículo para la revista Italianieuropei-bimestrale del reformismo italiano, denominado La questione democratica, una questione per la sinistra. En él discurrí sobre el “frondoso árbol de la democracia” y sostuve que esta estaba siendo corroída por dentro. Hoy, sin embargo, esta dañada por fuera y por dentro, dado que "sus raíces están abaladas (...) por poderes ajenos a las instituciones más importantes, que emergen a su sombra. En una época de más guerras de conquista, híper-manipulación de la información en la esfera pública formando masas pasivas de ciudadanos como 'espectadores' de opiniones, casi siempre...
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  • Verónica Grondona

    Economista, asesora del Gue/Ngl en el Parlamento Europeo en relación con la comisión especial TAX3.

    La utilización de casos de corrupción para deponer y evitar que gobiernen los partidos y presidentes progresistas en América Latina tiene larga data y en Argentina comienza con el golpe a Hipólito Yrigoyen el 6 de setiembre de 1930, quien fue depuesto bajo argumentos de corrupción que lo involucraban. Cabe observar, que Yrigoyen murió pobre y con el tiempo se comprobó que las acusaciones habían sido infundados. Más allá de que puedan existir casos reales de corrupción, hoy su impacto mediático multiplica varias veces su peso real en la sociedad y en la economía. Particularmente, los casos de corrupción pública,...
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  • Eduardo Lucita

    Integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda.

    Ya en el 2013 comenzó un intercambio de opiniones entre analistas e intelectuales comprometidos con los procesos progresistas acerca de si era posible una reversión de los mismos. Estos debates se incrementaron desde el 2016 y se pasó a discutir si estábamos frente a un fin de de ciclo. Ahora lo que se discute es el avance de las derechas y el cambio de clima político. Sin dudas hay una involución en la región, es la respuesta a la pregunta que nos hace el Espacio-Público.com para iniciar el intercambio. 1. América latina ha sido la región donde mayores resistencias se...
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  • Cyntia Sena

    Periodista. Estudiante de máster.

    El artículo de Pedro Brieger, Involución en América Latina, me hizo pensar en un caso que encuentro muy familiar. Mi país, Uruguay. Esta pequeña república, de casi tres millones y medio de habitantes, destaca en una región donde la democracia está amenazada por un nacionalismo exacerbado, corrupción política y conservadurismo. En 2016 The Economist colocó a Uruguay entre las veinte “democracias plenas” en su índice de democracia mundial, siendo el único país de Latinoamérica en ocupar los primeros lugares. Dentro del auge de la derecha en el continente, con la victoria de Mauricio Macri en Argentina, Sebastián Piñera en Chile...
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  • Adolfo Aguirre

    Secretario de Relaciones Internacionales de la CTA. Dirigente de Unidad Popular. Coordinador del Foro por la Niñez.

    En América Latina asistimos hoy a un retorno voraz del capitalismo salvaje y extractivista. Gobierno neoliberales se han vuelto a instalar en la región buscando desmontar los Estados para quitar derechos y excluir a las mayorías. El mundo de hoy está dominado por una mirada desde el norte y cimentada en el consenso neoliberal. Los escenarios que se plantean para el futuro de los trabajadores van en dos niveles: menos puestos de trabajo por el avance tecnológico sin la necesaria reconversión y mayor flexibilidad debido a los cambios en los regímenes de trabajo. La urgencia desde las organizaciones sindicales es...
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  • Christian Pabel Muñoz Lopez

    Asambleísta ecuatoriano. Sociólogo. Presidente de la Comisión del Régimen económico y tributario de la Asamblea Nacional del Ecuador. Presidente del Grupo Parlamentario por la erradicación de la pobreza y el cumplimiento de los ODS.

    El Ecuador es una clara muestra de los retrocesos que se viven y experimentan en América Latina y de la “restauración conservadora” que lideran, desde hace algunos años, las derechas del Continente. Varias son las formas en las que podemos describir los retrocesos en la Región, desde vergonzosas candidaturas fascistoides con ganas de ponerse “las botas” para gobernar, hasta la persecución mediática, política y judicial instaurada contra líderes, lideresas y figuras políticas progresistas. Para describir el caso ecuatoriano me centraré solamente en tres hechos: (1) el regreso de la economía neoliberal; (2) la instalación de un “Estado de revancha”,...
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  • Roberto Montoya

    Periodista y escritor

    La ponencia de Pedro Brieger es un buen punto de partida para debatir sobre lo que en el título de este Espacio Público se pregunta: ¿Involución en América Latina? Sí, involución sin duda. Pero para analizar desde una perspectiva crítica y autocrítica esa involución hace falta evitar esa simplificación que abunda en la izquierda 'campista', que nos muestra la batalla de dos bloques supuestamente homogéneos, el de gobiernos progresistas puros y de nobles ideales por un lado y el de los gobiernos neoliberales desalmados, autoritarios y corruptos por el otro. La realidad es mucho más compleja. La pregunta del título de...
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  • Sebastián Valdomir

    Sociólogo y político

    Faltando diez días para la segunda vuelta de las elecciones en Brasil, se divulgaron algunos detalles de la estrategia y funcionamiento de los grupos de mensajería digital de la campaña de Jair Bolsonaro. El tema ya venía siendo ubicado como pieza relevante de la campaña de Bolsonaro por algunos analistas políticos y de comunicación en medios escritos, pero sin mayores repercusiones. Este miércoles el New York Times publicó una columna en la cual se revelaron detalles del funcionamiento de la divulgación másiva de contenidos falsos por grupos de mensajería y el jueves finalmente la Folha de Sao Paulo le...
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  • Manuel de la Iglesia

    Doctor en Ciencias Económicas por la UCM

    El artículo de Pedro Brieger: “América Latina en disputa”, además de ser de gran actualidad, deja poco espacio para el desacuerdo al describir hechos contrastables y al formular preguntas, más que aventurar respuestas. La fundamental, la última, con la que acaba el texto: “¿Cómo se resolverá la disputa entre las dos corrientes, la conservadora y la progresista, en la región latinoamericana?” Antes de realizar algunos comentarios que buscan complementar el contenido del artículo de Brieger, me permito señalar la discrepancia que tengo con la afirmación de que América Latina es la única región donde se cuestionan las políticas neoliberales impuestas...
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  • La coyuntura o la situación en curso en América Latina, dominada por el fenomenal avance de la derecha, legitimada por los votos, tiene hoy (semana del 15 de octubre de 2018) su punto más álgido en Brasil, donde el próximo domingo 28 se dirimirá la elección de presidente y vice del país. De esto trata la presente nota, cuyo objetivo es plantear algunas hipótesis explicativas que necesitan ser validadas (o refutadas) mediante investigaciones rigurosas, sin pretensión de ser la única explicación posible. El punto de partida es el enunciado de cinco premisas necesarias para cualquier análisis de coyuntura, y de...
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  • Juarez Guimarães

    Profesor de Ciencia Política de la Universidad Federal de Minas Gerais (Brasil)

    Quién defina la agenda en esta segunda vuelta, insertándola en una narrativa coherente, probablemente saldrá victorioso. El gran desafío de la campaña de Haddad/Manuela es construir esta agenda, potencialmente mayoritaria, y presentarse como quien, representando la herencia y el sueño de Lula, es capaz de vencer al gran enemigo de los derechos del pueblo brasileño que es Bolsonaro A Otávio Dulci, compañero siempre “Ahora es fácil”, dice el panfleto: una foto de Bolsonaro y otra de Haddad. “Escoja entre el policía y el bandido”. Parece simplista, pero no lo es. Hay una narrativa, una agenda y un personaje. Hasta llegar a esta...
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