Antifeminismo en tiempos de avance feminista

  • Laura Pérez Castaño

    Laura Pérez Castaño

    Tenienta de Alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona

30.06.2021

Debate principal: Antifeminismo y extrema derecha

El feminismo es uno de los movimientos sociales y políticos más potentes de nuestra época. En los años previos a la pandemia ha demostrado una capacidad de movilización que no veíamos desde los movimientos anti-austeridad del periodo 2011-2014, como el 15-M. Además, en los últimos años el feminismo ha tenido a nivel mundial una influencia creciente en la agenda política y está impulsando un cambio cultural muy rápido.

Todos estos avances provocan resistencias. Es un cambio de una magnitud importante y como en todo cambio no podemos ser ingenuas y pensar que no generará conflicto. Por lo tanto, hay que decidir cómo nos posicionamos ante las resistencias.

En paralelo al crecimiento del feminismo, estamos presenciando el ascenso de la extrema derecha, que en Europa viene de lejos (es hegemónica en países del Este como Polonia y Hungría, y muy influyente en países occidentales como Italia y Francia) y a España ha llegado con fuerza de la mano de Vox.

La derecha autoritaria está aprovechando el anhelo de cambio, y lo hace poniendo en riesgo los derechos humanos, especialmente los de las mujeres, los colectivos LGTB, las personas migradas y las minorías. Tanto partidos como movimientos de extrema derecha están canalizando políticamente el anti-feminismo. De forma muy estratégica, se está alimentando y reforzando el malestar creado por el feminismo en sectores que sienten amenazados sus privilegios. El punto de partida del malestar y sus argumentaciones pasan por la pérdida de la posición tradicional de los hombres y la necesidad de recuperarla. En este sentido se enfatizan los valores tradicionalmente asociados a la masculinidad y se reivindica que esta defensa de los valores es poco menos que cool, apelando así a la crisis de la masculinidad.

De nuevo, se abanderan ideas basadas en las diferencias biológicas entre mujeres y hombres como diferencias que justifican posiciones desiguales en la sociedad. Por otro lado, generan propuestas de retroceso en los pasos logrados en la lucha contra la violencia machista, en especial las legislativas, para devolver al espacio privado estas violencias. Y se cuestiona la capacidad de decisión de las mujeres sobre sus cuerpos, con una oposición radical al derecho al aborto. Son ejes que hilvanan un frente común antifeminista.

¿Qué podemos hacer las feministas ante esta resistencia?

Detener o ralentizar el cambio NO es una opción. Tenemos que seguir adelante porque es imprescindible lograr la equidad de género en los recursos económicos, en la capacidad de decidir y eliminar la violencia machista que se cobra miles de vidas de mujeres.

Tenemos que impulsar políticas para debilitar esta reacción y consolidar los avances pero siendo conscientes de la reacción a la agenda feminista, de cómo la extrema derecha se refuerza capitalizando esta reacción y organizar la respuesta de manera consciente.

Los ayuntamientos tenemos un papel importante que jugar en el impulso de esta agenda. Porque somos las administraciones más cercanas a las personas y, en el caso de Barcelona, somos referentes en políticas feministas y a favor de la diversidad sexual y de género.

Desde la administración local se debe trabajar la prevención del sexismo e incluir a los hombres con la mirada de un feminismo del 99%, que mejore la vida de todas las personas. Y podemos hacer algo que es muy importante para cerrar grietas por la que se escurren discursos de la extrema derecha: fortalecer los lazos comunitarios.

Son necesarias políticas específicas para prevenir las actitudes sexistas, en toda la población y en todos los ámbitos de la vida. La Red de escuelas por la igualdad, un programa que lejos de limitarse a hacer talleres puntuales con jóvenes en las escuelas, forma a los claustros durante más de un año para poner la cuestión de la igualdad de género en todo el currículum escolar y que se trabaje de manera integral en el sistema educativo, desde la escuela infantil hasta los institutos. También con campañas de comunicación: en Barcelona, llevamos años innovando en campañas de comunicación feminista plurales, dirigidas a toda la población y especialmente a los hombres.

Dirigirse a los hombres es precisamente una de las claves para desactivar los miedos ante el avance feminismo. Tenemos que recordar continuamente que una sociedad feminista es una sociedad mejor para todo el mundo. En Barcelona tenemos un Servicio de Atención a Hombres que ayuda a hombres que quieren superar comportamientos y actitudes machistas. Estamos iniciando una línea de trabajo sobre masculinidades, que contará con un centro propio para la promoción de masculinidades alternativas.

El feminismo no es solo el movimiento de las mujeres y no es un movimiento limitado a los valores y actitudes personales, como sugieren cierto tipo de posturas liberales. Es un movimiento profundamente transformador, con potencial para mejorar la vida de todas las personas. Este es el feminismo del 99% que tenemos que defender, el que teme la extrema derecha. Cuando se busca hablar de valores y de identidad al hablar de feminismo o de antifeminismo caemos en una trampa porque se relegan las demandas feministas que quieren transformar el sistema económico. Son estas propuestas las que pueden ampliar de verdad los márgenes de decisión de las mujeres y de todos los grupos perjudicados por el sistema capitalista, es decir, la mayoría de la población.

En un contexto de ascenso de la extrema derecha, no nos vale cualquier feminismo. Necesitamos propuestas de transformación valientes que puedan ofrecer una alternativa a la política del miedo. Pero necesitamos que las respuestas sean conjuntas entre actores y movimientos diversos, con un trabajo en red entre ciudades y luchas locales, capaz de forjar una alternativa que dé respuesta a las necesidades básicas del día a día -el disponer de un techo, de alimentos, de energía, agua, respirar un aire sano, ser cuidado y cuidar y estar con los que te rodean en relaciones de equilibrio y justicia-.

La extrema derecha se alimenta de la atomización de nuestras sociedades. Cuando no conoces al vecino es más fácil odiarlo, lo vemos muy bien en las ciudades. Por eso, uno de los antídotos más potentes contra la extrema derecha es reforzar los lazos comunitarios. Conseguir que nuestras ciudades no sean un conjunto de individuos aislados, sino un conjunto de comunidades. En Barcelona tenemos mucha fortuna porque es una ciudad que históricamente cuenta con un tejido asociativo y comunitario denso y potente.

Desde el Ayuntamiento hacemos lo posible por fomentar auto organización vecinal y, en general, construir una ciudad donde la convivencia sea una realidad positiva. Ejemplo de ello es el servicio de mediación de conflictos y la red “anti-rumores” que ayudan a canalizar posibles conflictos vecinales y en particular combaten la desinformación que sustenta el racismo.

También desde un urbanismo de la vida cotidiana podemos promover los lazos comunitarios: un espacio público amable es clave para que las calles y plazas se conviertan en lugares de encuentro. Lo vemos de forma muy concreta en la supermanzana de Sant Antoni, donde hemos eliminado los coches, creando un espacio donde se encuentran las vecinas del barrio cada tarde.

El ascenso de la extrema derecha es una de los elementos más preocupantes del panorama político actual, junto a la emergencia climática y el crecimiento de las desigualdades. El feminismo es a la vez un elemento que la extrema derecha manipula en su beneficio y un proyecto político fundamental para construir una alternativa progresista a la extrema derecha. Las ciudades tenemos mucho que decir, con políticas concretas, que van más allá de las políticas estrictamente dirigidas a las mujeres, para combatir la reacción anti-feminista promovida por la ultraderecha.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Laura Pérez Castaño

    Tenienta de Alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona

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  • Laura Martínez Valero

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  • Guillermo Fernández Vázquez

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  • Beatriz Gimeno

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  • Nora Rodríguez

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  • Anna Palmowska

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    «Como dijo Margaret Atwood en 'El cuento de la criada', “no se puede confiar en la frase: ‘Esto aquí no puede pasar’. En determinadas circunstancias, puede pasar cualquier cosa en cualquier lugar”». «Esto aquí no puede pasar». Creo que esta frase definía la postura de la mayoría de la sociedad polaca antes del año 2016, cuando por primera vez, nosotras, las mujeres de Polonia, nos dimos cuenta que lo que estaba pasando iba en serio. La turbia historia de mi país donde se cambió un sistema totalitario estalinista por un capitalismo salvaje de Estados Unidos ha dejado huella en la...
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  • Pastori Filigrana

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  • Gabriela Vázquez

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  • Mats Lucia Bayer

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  • Steven Forti

    Historiador. Profesor asociado en la Universitat Autònoma de Barcelona e investigador del IHC de la Universidade Nova de Lisboa.

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  • “No se puede confiar en la frase: ‘Esto aquí no puede pasar’. En determinadas circunstancias, puede pasar cualquier cosa en cualquier lugar” Margaret Atwood El cuento de la criada. Cuando lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir, cobran mayor relevancia los espacios en disputa. En medio de esta crisis sistémica las disputas son y serán por la garantía del espacio vital y el control de la herencia de lo que está muriendo. La nueva normalidad está acelerando las diferencias entre generaciones y personas, no sólo entre territorios. Normaliza el paso de un estado del bienestar a la sociedad del miedo. Invisibiliza y desatiende las violencias machistas. Asume el recorte de derechos y libertades en pos del interés general. Normaliza también los efectos del cambio climático y colapso sistémico, concretado, a menudo, en récords de temperatura, incendios forestales multicausales, huracanes más intensos que se mueven con más lentitud y devastan más, ciclones tropicales, Filomenas y DANAs cada vez más presentes y severas, pérdida de suelos y actividades tradicionales, contaminación... Esta nueva normalidad concentra a más personas en los bordes del sistema, las expulsa desde el centro a las periferias y las obliga a sobrevivir, no producen y...
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  • Amelia Martínez Lobo

    Periodista y Project Manager en la Fundación Rosa Luxemburg (Madrid). Migraciones, antifascismo y feminismo.

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