El populismo de extrema derecha y su batalla identitaria en el medio rural

  • Gabriela Vázquez

    Gabriela Vázquez

    Área de agroecología Fundación Entretantos.

14.05.2021

Debate principal: Antifeminismo y extrema derecha

La cornisa cantábrica, desde la burbuja inmobiliaria, está plagada de plumeros de la Pampa. Esta especie invasora, que no tendría nada que hacer en un bosque de castaños, se extiende como el fuego por la tierra removida que fue la norma durante tantos años de construir urbanizaciones y autovías. Llegó de Argentina en uno de esos barcos de containers que son la base material de la globalización neoliberal. De los terraplenes se extendió a los campos y, descuidado por las autoridades, pasó a invadir toda la franja costera, de temperaturas amables y humedad alta. Eliminarlo una vez extendido es muy costoso porque no vale con cortarlo, hay que destoconarlo con maquinaria, desenterrarlo desde la raíz. El plumero es estéticamente precioso salvo cuando lo miras pensando en todo aquello que no ha podido crecer porque él llegó primero.

La modernización agraria neoliberal, basada en la homogeneización del campo, la concentración de la propiedad y la conversión de los agricultores en empresarios ha removido buena parte de los ejes que estructuraban la vida rural: ni el calendario, ni las fiestas, ni los tiempos de trabajo, ni la estructura económica son las mismas. Ni siquiera el clima. La comunidad se ha desgajado y sólo queda –trastocada– la familia.

Al igual que en las ciudades el obrero de la fábrica ya no es el único sujeto político ni el mayoritario, en el medio rural las identidades tradicionales, más relacionadas con la agricultura y la ganadería, se han visto sustituidas por identidades fragmentadas, desdibujadas: puedes vivir en un pueblo y desplazarte todos los días a la cabeza de comarca en coche para trabajar de teleoperadora, o levantarte para limpiar la cuadra antes de irte a la Universidad. Los sujetos rurales puros que imaginamos y romantizamos nunca existieron, pero ahora existen menos que nunca.

Las crisis del capitalismo y las políticas de austeridad han desestructurado el medio rural y la idea que sus habitantes tienen de sí mismos. La democracia representativa ha ignorado sus intereses –al ser electoralmente despreciables y algo molestos porque chocan con ese paradigma globalizador- haciéndoles sentir poco respetados. Sin médicos, sin escuelas, sin transporte público, con medidas cosméticas dictadas según el parecer de gente que siempre está en otra parte: en Madrid, en Bruselas, pero nunca allí. Por otra parte, los movimientos sociales urbanos han mirado hacia otro lado por desconocimiento, desconexión, falta de sintonía, incluso por cierto sentimiento de superioridad intelectual. La sociología rural viene mapeando desde hace décadas el descontento, la indignación, la sensación de abandono, la pérdida de autoestima.

En este escenario, en este terraplén de la autovía, llega la extrema derecha. Señores de apellidos compuestos que se hacen pasar por representantes de los intereses del campo. Pero señores que al fin y al cabo, se esfuerzan por hacer sentirse reconocida a una población que los partidos neoliberales de derecha e izquierda llevan décadas ignorando (despreciando, sometiendo a una romantización paternalista, deshumanizadora y simplificante).

El populismo utiliza significantes vacíos para aunar a poblaciones de distintas clases contra un enemigo común. El populismo de derechas se basa para esto en la idea de orden y en el autoritarismo –que exige acogerse a un liderazgo fuerte para defenderse del “caos” que viene del exterior y proteger las tradiciones, particularmente fáciles de encarnar en el medio rural– y a un nativismo que reconoce lo propio como superior y convierte también al extranjero en “el otro”.

El populismo de derechas no es lo mismo que el fascismo: no rechaza la democracia liberal, y su imaginario no está orientado al futuro sino al pasado. Los populismos de derechas en el medio rural utilizan la nostalgia como modo de restaurar la dignidad de una población que se ha sentido ninguneada y faltada al respeto. Genera así una confianza que los partidos neoliberales de izquierda y derecha no han sabido ganarse nunca.

En las estrategias de los partidos populistas de derechas europeos lo urbano se configura como “el otro”. Las políticas identitarias –incluida el feminismo– son presentadas por la extrema derecha como una serie de invasiones culturales de las poblaciones urbanas, que tratan de imponer sus prioridades a la población rural sin haberse hecho previamente cargo de sus demandas. Las mujeres del medio rural no se sienten inferiores a los hombres, o no en mayor medida que las mujeres urbanas, pero presentan una gran reticencia a autodenominarse feministas –ya que esto se identifica con una claudicación ante ese “enemigo invasor” urbanita, multicultural y progre-.

Esto no significa que en el medio rural no exista gente convencidamente feminista, ecologista, antirracista, etc. Gente valiente y que, en muchos casos, sufre acosos y persecuciones absolutamente condenables. Pero sí que los códigos e imaginarios del medio rural no suelen identificarse con lo que los movimientos proponen en el medio urbano, aunque algunos de sus habitantes los utilicen. No creo que haya una idea clara de lo que significa “lo feminista” o “lo ecologista” en el medio rural, y esto a veces permite al populismo de derechas desplegar sus discursos sobre “lo verdaderamente feminista” o “lo verdaderamente ecologista”.

En nuestro país, Vox ha utilizado el medio rural por su potencia simbólica, no por su importancia electoral. El imaginario rural –los amplios campos de Castilla por los que Abascal galopaba en su spot, reflejo de la nación pura aún no corrompida por el extranjero– no solo apela a quien aún vive en el campo. Las zonas urbanas y periurbanas siguen acogiendo a mucha población migrada de zonas rurales hace solo una generación; parte de la población urbana mantiene una visión romantizada del medio rural como guardián de las auténticas tradiciones. Abascal también estaba galopando para ellos.

Además, Vox ha acogido como propias las “tradiciones” del campo más criticadas por ese “Otro” urbanita y progre: la caza, los toros, el Land Rover. Aunque esta no sea la única realidad del campo –existen, sin duda, otras- es una realidad, que hace a una parte de la población sentirse reconocida allá donde otros solo la han sometido a la vergüenza.

Aunque los populismos de derechas se presenten como alternativa a los burócratas neoliberales, la apisonadora cultural neoliberal de estas décadas favorece sin duda a la ideología de derechas: el individualismo, el consumismo y la competición están tan implantados en la mentalidad de la población rural como en la urbana, lo cual seguramente también ha dificultado que el descontento se haya transformado en una acción colectiva emancipadora.

Esto no significa que el medio rural esté ganado para la extrema derecha: los grandes resultados de Vox, al contrario de lo que se ha querido hacer creer, no se han dado en los pueblos de Castilla, sino fundamentalmente en los barrios ricos de ciudades grandes (especialmente Madrid) y en zonas rurales históricamente de derechas, empobrecidas y con mucha población migrante (sobre todo en Levante). Esto puede cambiar en una dirección y otra. Los vínculos se han creado, pero son frágiles.

En las protestas de ultraderecha convocadas por el PEGIDA (Patriotic Europeans against the Islamisation of the Occident) en Alemania del este, solo un 15.4% de los participantes decían mostrar rechazo frente a la población musulmana. La mayoría de la gente se unía a las manifestaciones no por su agenda anti-islámica, sino a pesar de ella. En España tenemos el ejemplo de los discursos de la España vacía/vaciada, que Vox trató de cooptar sin éxito. Fueron finalmente las plataformas de base de centro-izquierda quienes consiguieron liderar el movimiento, conectándolo con los fracasos de las políticas neoliberales.

La conclusión es que es el reconocimiento del valor propio de la población rural, sus reivindicaciones y sus problemáticas es lo que moviliza, y no los idearios propios de la extrema derecha. Este es un efecto colateral.
Para los movimientos sociales de izquierda esto implica que, antes de tratar de transformar el medio rural, convendría tratar de comprenderlo y descubrir lo que ya existe en él de aquellos valores que queremos fomentar. Dejar de verlo como un lugar vacío en el que proyectar nuestras utopías o un reducto ignorante al que reeducar, sino como un –amplísimo y diverso– territorio con distintos deseos, intereses y reivindicaciones. Un mosaico de lugares donde viven personas con un hartazgo considerable y comprensible derivado de siglos de aniquilación cultural –entre otras cosas- por parte de las poblaciones urbanas.

Solo de este reconocimiento, comprensión y empatía podrá derivarse un entendimiento mutuo, un intercambio que pueda ayudar a perfilar los escenarios de futuro que los propios habitantes del medio rural visualizan para sí mismos. Y para sí mismas.

Referencias:
[1] Natalia Mamonova , Jaume Franquesa y Sally Brooks (2020): ‘Actually existing’ right-wing populism in rural Europe: insights from eastern Germany, Spain, the United Kingdom and Ukraine, The Journal of Peasant Studies, DOI: 10.1080/03066150.2020.1830767

[2] Natalia Mamonova y Jaume Franquesa (2019). Populism, Neoliberalism and Agrarian Move-ments in Europe. Understanding Rural Support for Right-Wing Politics and Looking for Pro-gressive Solutions. Sociologia Ruralis, Vol. 0. DOI: 10.1111/soru.12291

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Laura Pérez Castaño

    Tenienta de Alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona

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  • Laura Gómez

    Politóloga, investigadora y experta en políticas de igualdad de género y participación ciudadana

    Como ya se ha dicho en este debate, el regreso de la extrema derecha a la escena política como actor emergente forma parte de un movimiento global en el que las cuestiones de género tienen una relevancia central en su proyecto político. Sin embargo, sus posiciones respecto a los derechos de las mujeres y de las personas LGTBI difieren y adoptan narrativas distintas en cada contexto nacional. Es precisamente en esta diferente consideración de las cuestiones de género en donde se inscriben algunas de las novedades históricas que presentan las nuevas extremas derechas. Una de estas novedades está siendo la...
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  • Irene Bassanezi Tosi

    Doctoranda en Estudios Avanzados en Derechos Humanos en UC3M

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  • Laura Martínez Valero

    Oficial de comunicaciones y advocacy en Women’s Link Worldwide

    Después de leer las interesantes aportaciones de las compañeras expertas al debate, creo que mi granito de arena puede ser explicar, desde mi experiencia personal y profesional en Women’s Link Worldwide, mi visión sobre la comunicación que realiza la ultraderecha y los grupos ultraconservadores cristianos. Entender el éxito de sus mensajes es relativamente fácil: son mensajes simples, emocionales y apelan a un sistema de creencias y valores religiosos y tradicionales en los que la dicotomía entre el bien y mal está muy definida por la tradición o por el dogma cristiano. No suponen ningún tipo de incomodidad o desafío a...
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  • Guillermo Fernández Vázquez

    Investigador de la Universidad Complutense y autor del libro '¿Qué hacer con la extrema derecha en Europa? El caso del Frente Nacional'

    Breve entrevista a Guillermo Fernández-Vázquez, investigador de la Universidad Complutense y autor del libro, '¿Qué hacer con la extrema derecha en Europa? El caso del Frente Nacional', editorial Lengua de Trapo. 1. De acuerdo con las últimas encuestas Marine Le Pen acorta las distancias con Macron para las presidenciales de 2022, ¿cómo explicas el éxito del liderazgo de Marine Le Pen, una década después de haber tomado el mando de su partido? Es un fenómeno realmente sorprendente porque hasta hace apenas unos meses la figura pública de Marine Le Pen estaba en franca decadencia y se rumoreaba que podía...
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  • Sol Román

    Militante feminista

    En primer lugar, quiero decir que escribo esto desde las vivencias de la militancia feminista barrial y urbana, así como desde mis experiencias de mujer joven, blanca, precaria y con estudios universitarios. Del debate tan enriquecedor que surge en este espacio me ronda la cabeza una idea que ahonda en las razones del discurso antifeminista de la extrema derecha y en la fuerza del movimiento feminista actual, ya mencionado por otras compañeras antes. Desde que en 2016 el arzobispo de Valencia, cuyo nombre prefiero ni decir, bautizó al feminismo como “ideología de género” el feminismo ha sido cuestionado constantemente...
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  • Beatriz Gimeno

    Investigadora feminista y diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid

    Las relaciones de la extrema derecha con el feminismo pueden contemplarse desde muchas perspectivas y, después de leer las aportaciones que se han ido haciendo en este espacio, he decidido hacerlo desde la perspectiva de las masculinidades heridas; desde la perspectiva de los Hombres blancos enfadados (2013) de los que habla Kimmel, refiriéndose a EE.UU; desde la perspectiva de las identidades masculinas heridas por inseguridades vitales profundas y por la pérdida de sentido que han generado en todo el mundo las políticas neoliberales y cuyo resultado es una reacción misógina global. Para combatir los discursos de extrema derecha Alba...
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  • Nora Rodríguez

    Abogada penalista y militante antifascista

    Si el feminismo es atacado con tanta dureza por parte de esta extrema derecha es por su potencial emancipador, porque viene a agitar las estructuras del sistema. En un sistema basado en las opresiones no hay nada más revolucionario que hablar de igualdad. En un sistema que se basa en la explotación de las mujeres, luchar por su liberación y emancipación es de estricta necesidad. El feminismo, como todo movimiento emancipador y transgresor, recibe una línea de agresión y confrontación directa y otra de pretensión de asimilación e infiltración. Ya sabemos de las estrategias del neoliberalismo y del capitalismo más...
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  • Anna Palmowska

    Traductora y activista en ManifeStacja Madryt, el grupo pro derechos de las mujeres polacas y en la Comisión por el Derecho al Aborto de Madrid

    «Como dijo Margaret Atwood en 'El cuento de la criada', “no se puede confiar en la frase: ‘Esto aquí no puede pasar’. En determinadas circunstancias, puede pasar cualquier cosa en cualquier lugar”». «Esto aquí no puede pasar». Creo que esta frase definía la postura de la mayoría de la sociedad polaca antes del año 2016, cuando por primera vez, nosotras, las mujeres de Polonia, nos dimos cuenta que lo que estaba pasando iba en serio. La turbia historia de mi país donde se cambió un sistema totalitario estalinista por un capitalismo salvaje de Estados Unidos ha dejado huella en la...
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  • Pastori Filigrana

    Abogada y defensora de Derechos Humanos

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  • Gabriela Vázquez

    Área de agroecología Fundación Entretantos.

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  • Mats Lucia Bayer

    Miembro del Comité para la abolición de las deudas ilegítimas (CADTM)

    La relación entre la extrema derecha y las reivindicaciones del movimiento feminista ha demostrado moverse en un terreno ambiguo en estos últimos años. Como señala Judith Carreras, los posicionamientos varían según la organización y el país. Mientras que en algunos casos la extrema derecha adopta discursos abiertamente antifeministas, en otros se dan fenómenos de apropiación de algunas de las reivindicaciones feministas con el objetivo de apoyar una agenda xenófoba (el llamado “purplewashing”). Ambas vertientes redundan de una u otra manera en el hecho de desposeer a una parte de la población (las mujeres y/o las personas migrantes) de sus...
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  • Steven Forti

    Historiador. Profesor asociado en la Universitat Autònoma de Barcelona e investigador del IHC de la Universidade Nova de Lisboa.

    Las nuevas extremas derechas no encajan del todo con las categorías de interpretación que solemos utilizar para analizar este fenómeno. Me explico: Vox, el lepenismo, Salvini, el trumpismo, Orbán, el bolsonarismo o Alternativa para Alemania no pueden analizarse como si fuesen el fascismo de entreguerras o el neofascismo de la segunda mitad del siglo XX. Tienen algunos elementos de continuidad con aquellas experiencias, no cabe duda de ello, pero también son algo distinto. Resumiendo mucho, se trata de un fenómeno radicalmente nuevo. Si no lo entendemos, me temo que nunca conseguiremos frenarlas y derrotarlas. Esta extrema derecha 2.0 es...
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  • “No se puede confiar en la frase: ‘Esto aquí no puede pasar’. En determinadas circunstancias, puede pasar cualquier cosa en cualquier lugar” Margaret Atwood El cuento de la criada. Cuando lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir, cobran mayor relevancia los espacios en disputa. En medio de esta crisis sistémica las disputas son y serán por la garantía del espacio vital y el control de la herencia de lo que está muriendo. La nueva normalidad está acelerando las diferencias entre generaciones y personas, no sólo entre territorios. Normaliza el paso de un estado del bienestar a la sociedad del miedo. Invisibiliza y desatiende las violencias machistas. Asume el recorte de derechos y libertades en pos del interés general. Normaliza también los efectos del cambio climático y colapso sistémico, concretado, a menudo, en récords de temperatura, incendios forestales multicausales, huracanes más intensos que se mueven con más lentitud y devastan más, ciclones tropicales, Filomenas y DANAs cada vez más presentes y severas, pérdida de suelos y actividades tradicionales, contaminación... Esta nueva normalidad concentra a más personas en los bordes del sistema, las expulsa desde el centro a las periferias y las obliga a sobrevivir, no producen y...
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  • Amelia Martínez Lobo

    Periodista y Project Manager en la Fundación Rosa Luxemburg (Madrid). Migraciones, antifascismo y feminismo.

    Sí, el feminismo es la vacuna contra el fascismo, también el muro de contención y su desafío. Porque si hay algo que aglutina y vertebra a las diferentes extremas derechas no es sólo su agenda misógina y su antifeminismo, sino su intento de cambiar el marco y convencer a parte del sujeto que apela este masivo movimiento que se ha levantado a lo largo y ancho del planeta. Sí, el feminismo es, sin duda, el caballo de batalla de la llamada “internacional reaccionaria postfascista”. Si bien entre las extremas derechas hay diferentes visiones y estrategias para atacar los derechos de...
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