Para no ponerle puertas al mar: plurinacionalidad y nuevo estatus de nación

  • Goretti Sanmartín Rei

    Goretti Sanmartín Rei

    Alcaldesa de Santiago de Compostela (BNG)

25.06.2024

Debate principal: España inacabada

Decía en una ocasión la portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, que negar la plurinacionalidad del Estado español es como poner puertas al mar. En el Estado español, sin embargo, lo que parecería imposible se convierte en una realidad amparada por una estructura legal que opera como muro de contención para intentar frenar incluso la fuerza de los más poderosos oleajes.

Frente a una “nación española” única e indivisible, que cede competencias a las autonomías, la alternativa democrática es evidente y parte de una dinámica inversa: del reconocimiento de las diferentes naciones como sujetos políticos con plenos derechos para poder negociar y decidir, conjunta y soberanamente, el marco de relación a construir entre ellas.

Galicia es una nación. Pero desde el BNG no vinculamos su reconocimiento pleno únicamente a aspectos formales, sino a la capacidad real de autogobierno para mejorar la vida de la gente y nuestro propio futuro material y cultural. Este objetivo nos retrotrae a casi noventa años atrás, cuando Castelao promovía el Estatuto de 1936, al que contribuía con varias de sus facetas, entre ellas, la de genial artista de cuya mano salió alguno de los carteles para esa convocatoria electoral. En uno de ellos, reza un lema sin ambigüedad: «Para que a nosa terra sexa nosa».

En eso consistía el Estatuto que fue apoyado mayoritariamente en referéndum el 28 de junio de 1936, unos comicios en los que votó alrededor del 75 % del censo, lo que supuso casi un millón de votos a favor, el 99,24 %. A pesar del apoyo popular, el golpe militar impidió que entrase en vigor y Galiza vio truncada su aspiración de autogobierno por una dictadura que reprimió y folclorizó las identidades, perpetuando el centralismo más violento bajo el lema, de incuestionable contundencia, así como de clara manipulación de conceptos, de «España, una, grande y libre».

La negación de las nacionalidades históricas se ve ahora aupada de forma beligerante por la derecha más reaccionaria que ve una amenaza en quien sólo defiende su derecho a existir. Los discursos de odio que se encienden ante el miedo a una «España rota» empatizan de forma evidente con el soniquete monocorde del NODO en el que no había duda alguna del marco territorial, administrativo y político que amparaba el franquismo.

El problema de fondo en Galiza va más allá. El diseño económico del franquismo y la discriminación mantenida por la política estatal durante la democracia han mantenido vivos, hasta hoy, el expolio de los recursos propios, la depredación ambiental, el drenaje de ahorros y la expulsión de población. La instalación de la fábrica de Celulosas en la ría de Pontevedra, un ejemplo evidente de industria de enclave que comenzó a funcionar en 1957 -con permiso prorrogado hasta el 2073 por el gobierno de Mariano Rajoy ya en funciones- revive en este 2024 con el proyecto de Altri en Palas de Rei, una planta de celulosa que se prevé diez veces mayor que la de Ence. ¿Por qué nos remitimos a estos proyectos industriales para hablar del conflicto político territorial? Porque antes y ahora Galiza es tratada con la lógica colonial más clásica de explotación de recursos y exportación de beneficios.

Nos sobran ejemplos: la AP-9, esa autopista que atraviesa nuestro país de norte a sur, que sigue siendo de pago 75 años después de su construcción y cuya transferencia se niega por parte del Estado. El actual ministro de Transportes, para explicar la oposición a la transferencia y rescate público de la AP-9, adujo que la operación sería de 4000 millones de euros, un gasto “excesivo”. No se hizo sentir ninguna objeción similar cuando se produjo el rescate de las radiales madrileñas que costó bastante.

Podemos hablar también de la energía. Galiza “exporta” más del 30% de la energía eléctrica que produce, a partir de un territorio intensamente impactado por parques eólicos, centrales hidroeléctricas y embalses. Con la energía procedente de nuestros propios recursos naturales de agua y viento casi podríamos autoabastecernos. El impacto lo sufre el territorio, pagamos el mismo precio que Madrid –que no produce ni un solo kilovatio- y además el beneficio se marcha fuera: un puñado de compañías en manos foráneas facturaron en 2019 más de 1.500 millones con el negocio.

Cuando hablamos de soberanía y autogobierno hablamos de capacidad real para poner los recursos gallegos al servicio de nuestro desarrollo como sociedad, y de acabar con el expolio que padecemos.

El marco estatutario se nos presenta escaso para los retos a los que nos enfrentamos, entre ellos, el de la autonomía financiera y el control fiscal, imprescindibles si queremos hablar seriamente de autogobierno. Necesitamos gestionar nuestros recursos y contar con poder institucional no sólo con relación al Estado español, sino también con Europa o el mundo. Lo decíamos en las pasadas elecciones Europeas: ¿tiene sentido que Bélgica, con 65 kilómetros de pesca, tenga voz y voto en la política pesquera comunitaria y Galiza no, con 1500 kilómetros de costa y una de las flotas más importantes del mundo?

Nuevo estatus de nación

Desde el BNG hablamos de un nuevo estatus político de nación y de la necesidad de un sistema de financiación que nos permita contar con capacidad política para decidir, porque sin autonomía financiera no habrá autonomía política. Casi nueve décadas después seguimos sin contar con una Hacienda gallega que recaude nuestros recursos.

Esta nueva condición, que surgiría de una relación distinta con el Estado, con más autogobierno, conllevaría un incremento de calidad en los servicios públicos, mayor bienestar social y la promoción del desarrollo económico tan urgente en nuestro país. Defendemos que es necesario avanzar en el autogobierno, con la consecución de más competencias, empezando por aquellas que están ya previstas en el Estatuto, como pueden ser el ferrocarril interior, museos y bibliotecas o el servicio de meteorología.

A estas competencias, se sumarían las que se contemplan por la vía prevista en el artículo 150.2 de la Constitución, que permite transferir o también delegar competencias estatales por Ley Orgánica. Sería una vía adecuada para asumir las que estaban atribuidas en exclusiva al Estado. Incluiríamos en este ámbito, además de la AP9 y la AP53, los aeropuertos y el control del tráfico aéreo, los puertos de interés general, el tráfico y la seguridad viaria, salvamento marítimo y la lucha contra la contaminación del mar, obras hidráulicas de interés general, ordenación del litoral y gestión del dominio público marítimo-terrestre, vigilancia pesquera, bolsas de estudio, régimen local, Paradores de Turismo, Emigración e Inmigración, activos de la SAREB situados en el territorio o servicios sanitarios y asistenciales a trabajadorxs del mar, entre tantas otras.

Un centralismo arcaico y heredero de lo peor de su propio pasado, funciona como un verdadero motor de contención para las naciones sin Estado mientras continúa beneficiando a una capital, Madrid, que concentra el poder económico y político. La complicidad del PP y el PSOE en mantener el estado de la cuestión hace que sean precisamente los movimientos nacionalistas los que se sitúen en la vanguardia, los que apuesten de manera decidida por políticas avanzadas, por dar pasos adelante frente a quien se esfuerza por mantener los privilegios y la discriminación.

Queremos autogobierno porque somos una nación, pero también para conseguir un mayor desarrollo económico, mejorar la vida de nuestra gente y el bienestar social, un futuro más próspero y justo.

Desde Santiago de Compostela, la capital de una nación histórica que quiere construir su propio futuro, defendemos una manera distinta de relacionarnos en este Estado plurinacional. Esa relación desigual, de carácter necesariamente conflictivo, pone en cuestión los propios fundamentos de la democracia. Pero la política requiere también responsabilidad y la historia reciente nos confirma que no, que no es posible poner puertas al mar.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Goretti Sanmartín Rei

    Alcaldesa de Santiago de Compostela (BNG)

    Decía en una ocasión la portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, que negar la plurinacionalidad del Estado español es como poner puertas al mar. En el Estado español, sin embargo, lo que parecería imposible se convierte en una realidad amparada por una estructura legal que opera como muro de contención para intentar frenar incluso la fuerza de los más poderosos oleajes. Frente a una “nación española” única e indivisible, que cede competencias a las autonomías, la alternativa democrática es evidente y parte de una dinámica inversa: del reconocimiento de las diferentes naciones como sujetos políticos con plenos derechos para poder...
    - Seguir leyendo
  • Marina Llansana Rosich

    Periodista, filóloga y exdiputada al Parlamento de Cataluña

    Han pasado casi veinte años desde aquel 2 de noviembre de 2005 en que el Congreso de los Diputados inició la reforma del Estatuto catalán. Tres destacados diputados intervenían en el Pleno en nombre del Parlamento de Cataluña: Artur Mas, Manuela de Madre i Josep-Lluís Carod Rovira. Aquella sesión histórica que tenía que suponer un paso adelante en el modelo del Estado autonómico dio paso a un vergonzante proceso de “cepillado” –en palabras de Alfonso Guerra- que acabó de la peor manera: las Cortes recortando el Estatut aprobado en el Parlament de Catalunya. Las repetidas palabras de José Luís Rodríguez...
    - Seguir leyendo
  • Carme Valls-Llobet

    Médica y vicepresidenta de Federalistes de Esquerres

    Aunque en algunos foros políticos internacionales España es considerada “casi” un estado federal por la descentralización que supone el Estado de las Autonomías, es la falta de un Senado que represente adecuadamente a los territorios y sus diferencias, y la falta de una gobierno compartido multinivel lo que la aleja de poder trabajar de forma federada. El federalismo no es una estructura cerrada sino un proceso que se desarrolla en función de las características de cada federación, y que pone en práctica un pacto libre entre iguales. Como forma de organización política evita la opresión y la dominación de una...
    - Seguir leyendo
  • Alberto López Basaguren

    Vicepresidente de la Asociación Por una España Federal y catedrático de Derecho constitucional de la Universidad del País Vasco

    El sistema autonómico va a cumplir cuarenta y cinco años de vigencia, convertido en elemento esencial de identificación de nuestra estructura política. Debemos ser conscientes de su carácter excepcional en la historia de España: nunca antes habíamos sido capaces de establecer un sistema de distribución territorial del poder con autonomías tan robustas; y nunca habíamos logrado que pervivieran tanto tiempo en condiciones de estabilidad democrática. Es un logro que es necesario valorar en todo lo que vale. Especialmente, porque en un país tan diverso, difícilmente puede garantizarse la estabilidad democrática sin sólidas autonomías territoriales. La larga vigencia del sistema autonómico...
    - Seguir leyendo
  • Amanda Meyer Hidalgo

    Abogada y miembro de la dirección federal de Izquierda Unida

    El título VIII de la Constitución no es suficiente para garantizar la plenitud del Estado Social y Democrático de Derecho en el que se reivindica España. La autonomía municipal y autonómica como mecanismo de autogobierno y de garantía de derechos, se han encontrado a lo largo de los años de democracia con tres obstáculos que hacen imposible su desarrollo: las políticas neoliberales, la resistencia bipartidista a la orientación federal del Estado de las Autonomías y la resistencia monárquica al avance democrático que supondría que España fuese una república. Es una cuestión democrática, un debate que adquiere una importancia de primer...
    - Seguir leyendo
  • Joan Botella

    Catedrático de Ciencia Política (UAB) y vocal de la Asociación por una España Federal.

    El modelo de estructura territorial fijado en la Constitución española ha sido de difícil etiquetaje: no es centralista, no es federal, y no es una mera descentralización regional; la situación del País Vasco y de Navarra solo puede calificarse de confederal; el caso de Canarias ha sido poco estudiado y menos comprendido; etc. Ello se debe a que en 1978, en el momento de redactarse el texto constitucional, no existía un modelo definido de proyecto futuro, sino que convivían dos factores poderosos: uno explícito, como eran las ansias de autogobierno territorial que se expresaban fuertemente en Euskadi y en Cataluña...
    - Seguir leyendo
  • Teresa Rodríguez

    Portavoz y líder de Adelante Andalucía

    La España inacabada es el título de este debate al que amablemente me invita la Fundación Espacio Público, pero ¿y si algunas queremos empezar a pensar en la “España que se acaba”? ¿Por qué hay que aceptar un marco mental en el que “salvarnos juntos” suponga necesariamente hacerlo dentro de esta España definida por expulsión de todo lo no blanco y cristiano, por inhumación de todo lo no franquista y por exclusión de amplias capas de la sociedad? ¿Acaso no podemos vivir juntos sin tener que estar encerrados juntos? ¿Solo podemos luchar juntas encerradas bajo los tres candados del...
    - Seguir leyendo
  • Montserrat Colldeforns

    Economista experta en financiación pública

    Que nuestro sistema de financiación de las CCAA necesita una reforma en profundidad es algo sabido desde hace tiempo. La que se intentó en el 2009 es la que sobrevive, no porqué sea útil o adecuada, sino simplemente por la dificultad de acordar otra. Para explicar esta dificultad se alude a menudo a la falta de cultura federal, tanto de las propias CCAA, que se creen en la obligación de mirar sólo por sus intereses y eludir la visión de conjunto, como del Gobierno Central que se resiste a perder parte de su preeminencia. También se alude a las crisis,...
    - Seguir leyendo
  • Javier Pérez Royo

    Catedrático de Derecho constitucional en la Universidad de Sevilla.

    El Estado Constitucional es el resultado de la combinación de un principio de legitimidad y un principio de legalidad. El principio de legitimidad está en la Constitución y nada más que en la Constitución. El principio de legalidad está en las demás normas que integran el ordenamiento jurídico. En el principio de legitimidad descansa tanto el sistema político como el ordenamiento jurídico del Estado. Principios de legitimidad propios del Estado Constitucional reconocidos como tales hay tres: el principio de soberanía parlamentaria, el principio de soberanía nacional y el principio de soberanía popular. Los dos primeros son de origen europeo, inglés...
    - Seguir leyendo
  • Roberto Uriarte Torrealday

    Profesor de Derecho constitucional en la Universidad del País Vasco.

    Decía Arizmendiarrieta, pionero del cooperativismo de Mondragón, que una cooperativa no era sólo una estructura societaria; hacían falta también trabajadores con una cultura de la cooperación. Intuyo que, en España, hay gente que entiende el federalismo como una receta, pero no como un instrumento de diagnóstico, no como una forma de acercamiento al problema territorial y al problema nacional.  En España, muchas personas que se definen de izquierdas se reivindican también federalistas. ¿Lo son? Quizá, por exclusión: porque no se sienten identificadas con la España uniforme que subyace al imaginario de la derecha, del nacionalismo español; ni tampoco con su antagónico independentista que...
    - Seguir leyendo
  • Joan Romero

    Catedrático emérito en la Universitat de València y autor de España inacabada

    Si nos aproximarnos a la compleja realidad política e institucional española, deberíamos asumir que España es un Estado plurinacional que hasta ahora ha sido incapaz de entender y gestionar esa realidad. Y, de otra parte, que responde al modelo de Estado compuesto que no ha explorado todas las posibilidades que ofrece el Título VIII de la Constitución de 1978 sin necesidad de modificarla. El resultado, a día de hoy, es que nos encontramos ante un conflicto político profundo, consecuencia de la confrontación entre nacionalismos, un modelo de gobernanza incompleto y disfuncional que dificulta la formulación de políticas públicas coherentes y...
    - Seguir leyendo
  • Mertxe Aizpurua

    Diputada en el Congreso por EH Bildu

    Lo pensé en cuanto me llegó la propuesta de escribir este artículo sobre la cuestión territorial, formulada como qué se puede hacer mientras no se alcance la solución. Se me pedía que me situara en el "mientras tanto".  Pensé que era un buen concepto. No es de extrañar que esta alocución haya adquirido sentido como figura urbanística en lo que se ha dado en llamar urbanismo adaptativo o urbanismo del mientras tanto. Esencialmente se traduce en que, conociendo el pasado y también el futuro como lugar al que llegar, podemos ser parte activa en la construcción de su presente. Los llamados "senderos de...
    - Seguir leyendo
  • Marina Subirats

    Socióloga, política y filósofa

    Por suerte, el poder centralizador no ha conseguido, en España, convertirnos en un país culturalmente homogéneo, como ocurrió en Francia después de la Revolución Francesa. La centralización supuso que París brilló unos años como capital del mundo, absorbiendo todo el potencial creativo del resto de Francia; pero ello creó el vacío cultural del entorno, la gravitación sobre un único punto, la pérdida de culturas y lenguas diversas. Que, cuando París fue destronada, no pudieron ya ser revividas, a pesar de diversos intentos en algunas de sus regiones.     España tuvo otro desarrollo que permitió mantener la diversidad; la revolución industrial no se produjo...
    - Seguir leyendo

¿Quiéres participar en este debate?

Ve al apartado 'Cómo participar' y revisa los pasos necesarios para poder intervenir en los debates abiertos.