Votar siempre es la solución

  • Marina Llansana Rosich

    Marina Llansana Rosich

    Periodista, filóloga y exdiputada al Parlamento de Cataluña

18.06.2024

Debate principal: España inacabada

Han pasado casi veinte años desde aquel 2 de noviembre de 2005 en que el Congreso de los Diputados inició la reforma del Estatuto catalán. Tres destacados diputados intervenían en el Pleno en nombre del Parlamento de Cataluña: Artur Mas, Manuela de Madre i Josep-Lluís Carod Rovira.

Aquella sesión histórica que tenía que suponer un paso adelante en el modelo del Estado autonómico dio paso a un vergonzante proceso de “cepillado” –en palabras de Alfonso Guerra- que acabó de la peor manera: las Cortes recortando el Estatut aprobado en el Parlament de Catalunya. Las repetidas palabras de José Luís Rodríguez Zapatero -“Apoyaré el Estatuto que salga del Parlament”- se diluyeron como un terrón de azúcar y, con ellas, se diluyeron también las esperanzas y la confianza de buena parte de la ciudadanía catalana en un Estado que ni le escuchaba, ni le respetaba, ni le resolvía sus problemas más cotidianos. El remate final fue la sentencia del Tribunal Constitucional rebajando todavía más el texto estatutario que la ciudadanía ya había aprobado. La opinión de la mayoría de la sociedad catalana, refrendada en las urnas, valía menos que el criterio de un puñado de magistrados elegidos con criterios políticos.

Allí empezó todo: el proceso independentista catalán, y empezó también una crisis democrática que llevó el estado español a protagonizar uno de sus momentos más vergonzosos de su historia contemporánea: la imagen de los cuerpos de seguridad nacionales intentando impedir a porrazos que la gente votara el 1 de octubre de 2017 en Cataluña dio la vuelta al mundo.

Llegados a este punto, y aunque parezca contradictorio, no hay otra solución que preguntar a la ciudadanía qué futuro político desea para su nación. En el fondo, aceptar la celebración del referéndum de autodeterminación es la prueba del algodón de cualquier país que se considere democrático. Es una cuestión que sobrepasa la política: es un tema de derechos fundamentales, colectivos e individuales. Es un derecho recogido en los Pactos Internacionales de Derechos Humanos y es un principio fundamental del Derecho internacional público. Y, en mi opinión, es la única solución para resolver el conflicto político entre el Estado español y las naciones históricas que lo componen, especialmente aquellas que, como Cataluña, sufrieron una derrota militar, la supresión de las instituciones políticas y la prohibición de la lengua propia, que fueron anexadas al reino por la fuerza.

Crisis democrática y territorial

El modelo de Estado centralista actual ha fracasado sin conseguir la anhelada hegemonía, entre otras razones, por qué aquellas partes sometidas a la fuerza no se han sentido nunca plenamente integradas ni culturalmente, ni socialmente, ni políticamente. El Estado de las autonomías instaurado en la Constitución de 1978 ha evidenciado la injusticia del modelo simétrico de “café para todos” agravando el problema, y las propuestas bienintencionadas de Estado federal no han prosperado. En resumen: se ha impuesto la vía de la negación del problema con el argumento de que la Constitución española no permite organizarse de otro modo. Y probablemente sea cierto, pero también es cierto que la Constitución permite muchos más cambios que los que quieren reconocer los guardianes de sus esencias.

Si el statu quo territorial actual no funciona, habrá que proponer alternativas. En mi opinión, la mejor salida es votar, preguntar a la ciudadanía de Cataluña, de Euskadi y de todos los territorios que lo deseen como piensan que tienen que organizarse políticamente. Llevar a cabo una consulta ciudadana es propio de una concepción avanzada de la democracia que se fundamenta, precisamente, en el derecho al sufragio. Permitiría también salir del callejón sin salida actual y resolver las disputas territoriales con métodos propios de una democracia del siglo XXI, como hicieron Reino Unido y Escocia, Canadá y Quebec.

Un referéndum sí es legal

Ya en 2013 el Instituto de Estudios Autonómicos catalán elaboró un informe que demostraba, con un enorme rigor jurídico, que no era necesario modificar ni una coma del actual marco constitucional para poder realizar consultas a la ciudadanía y establecía varias fórmulas legales: la primera, a través de una ley autonómica de consultas populares que requiere, eso sí, permiso del Estado, es decir, una voluntad política que no se dio en el caso de la consulta del 9N de 2014 en Cataluña. La segunda vía legal es a través del artículo 92.1 de la Constitución, que establece que “las decisiones políticas de especial trascendencia y la derogación de leyes en vigor, podrán ser sometidas a referéndum de todos los ciudadanos”. La tercera fórmula es mediante la transferencia de funciones del Estado a un gobierno autonómico para convocar referéndums, como prevé el artículo 150.2 de la Constitución, y que es exactamente la que utilizó el gobierno del Reino Unido con Escocia, a quien cedió temporalmente las competencias sobre referéndums para organizar la consulta de 2014.

No se trata, pues, de un problema legal. La Constitución española no supone ningún freno para que el Estado haga un paso valiente y se plantee nuevas formas de organización. Se trata solo de una cuestión de voluntad política, y quizás la coyuntura no sea la idónea –nunca lo es- pero es probable que en el futuro lo sea menos, con una derecha reaccionaria dispuesta a bloquear cualquier progreso. Y si finalmente el Estado no es capaz de dar este paso adelante, tarde o temprano tendrán que involucrarse en el conflicto las organizaciones europeas supraestatales, que tienen entre sus valores y principios fundacionales la protección de los derechos humanos, la democracia, la igualdad y la libertad.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Goretti Sanmartín Rei

    Alcaldesa de Santiago de Compostela (BNG)

    Decía en una ocasión la portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, que negar la plurinacionalidad del Estado español es como poner puertas al mar. En el Estado español, sin embargo, lo que parecería imposible se convierte en una realidad amparada por una estructura legal que opera como muro de contención para intentar frenar incluso la fuerza de los más poderosos oleajes. Frente a una “nación española” única e indivisible, que cede competencias a las autonomías, la alternativa democrática es evidente y parte de una dinámica inversa: del reconocimiento de las diferentes naciones como sujetos políticos con plenos derechos para poder...
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  • Marina Llansana Rosich

    Periodista, filóloga y exdiputada al Parlamento de Cataluña

    Han pasado casi veinte años desde aquel 2 de noviembre de 2005 en que el Congreso de los Diputados inició la reforma del Estatuto catalán. Tres destacados diputados intervenían en el Pleno en nombre del Parlamento de Cataluña: Artur Mas, Manuela de Madre i Josep-Lluís Carod Rovira. Aquella sesión histórica que tenía que suponer un paso adelante en el modelo del Estado autonómico dio paso a un vergonzante proceso de “cepillado” –en palabras de Alfonso Guerra- que acabó de la peor manera: las Cortes recortando el Estatut aprobado en el Parlament de Catalunya. Las repetidas palabras de José Luís Rodríguez...
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  • Carme Valls-Llobet

    Médica y vicepresidenta de Federalistes de Esquerres

    Aunque en algunos foros políticos internacionales España es considerada “casi” un estado federal por la descentralización que supone el Estado de las Autonomías, es la falta de un Senado que represente adecuadamente a los territorios y sus diferencias, y la falta de una gobierno compartido multinivel lo que la aleja de poder trabajar de forma federada. El federalismo no es una estructura cerrada sino un proceso que se desarrolla en función de las características de cada federación, y que pone en práctica un pacto libre entre iguales. Como forma de organización política evita la opresión y la dominación de una...
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  • Alberto López Basaguren

    Vicepresidente de la Asociación Por una España Federal y catedrático de Derecho constitucional de la Universidad del País Vasco

    El sistema autonómico va a cumplir cuarenta y cinco años de vigencia, convertido en elemento esencial de identificación de nuestra estructura política. Debemos ser conscientes de su carácter excepcional en la historia de España: nunca antes habíamos sido capaces de establecer un sistema de distribución territorial del poder con autonomías tan robustas; y nunca habíamos logrado que pervivieran tanto tiempo en condiciones de estabilidad democrática. Es un logro que es necesario valorar en todo lo que vale. Especialmente, porque en un país tan diverso, difícilmente puede garantizarse la estabilidad democrática sin sólidas autonomías territoriales. La larga vigencia del sistema autonómico...
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  • Amanda Meyer Hidalgo

    Abogada y miembro de la dirección federal de Izquierda Unida

    El título VIII de la Constitución no es suficiente para garantizar la plenitud del Estado Social y Democrático de Derecho en el que se reivindica España. La autonomía municipal y autonómica como mecanismo de autogobierno y de garantía de derechos, se han encontrado a lo largo de los años de democracia con tres obstáculos que hacen imposible su desarrollo: las políticas neoliberales, la resistencia bipartidista a la orientación federal del Estado de las Autonomías y la resistencia monárquica al avance democrático que supondría que España fuese una república. Es una cuestión democrática, un debate que adquiere una importancia de primer...
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  • Joan Botella

    Catedrático de Ciencia Política (UAB) y vocal de la Asociación por una España Federal.

    El modelo de estructura territorial fijado en la Constitución española ha sido de difícil etiquetaje: no es centralista, no es federal, y no es una mera descentralización regional; la situación del País Vasco y de Navarra solo puede calificarse de confederal; el caso de Canarias ha sido poco estudiado y menos comprendido; etc. Ello se debe a que en 1978, en el momento de redactarse el texto constitucional, no existía un modelo definido de proyecto futuro, sino que convivían dos factores poderosos: uno explícito, como eran las ansias de autogobierno territorial que se expresaban fuertemente en Euskadi y en Cataluña...
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  • Teresa Rodríguez

    Portavoz y líder de Adelante Andalucía

    La España inacabada es el título de este debate al que amablemente me invita la Fundación Espacio Público, pero ¿y si algunas queremos empezar a pensar en la “España que se acaba”? ¿Por qué hay que aceptar un marco mental en el que “salvarnos juntos” suponga necesariamente hacerlo dentro de esta España definida por expulsión de todo lo no blanco y cristiano, por inhumación de todo lo no franquista y por exclusión de amplias capas de la sociedad? ¿Acaso no podemos vivir juntos sin tener que estar encerrados juntos? ¿Solo podemos luchar juntas encerradas bajo los tres candados del...
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  • Montserrat Colldeforns

    Economista experta en financiación pública

    Que nuestro sistema de financiación de las CCAA necesita una reforma en profundidad es algo sabido desde hace tiempo. La que se intentó en el 2009 es la que sobrevive, no porqué sea útil o adecuada, sino simplemente por la dificultad de acordar otra. Para explicar esta dificultad se alude a menudo a la falta de cultura federal, tanto de las propias CCAA, que se creen en la obligación de mirar sólo por sus intereses y eludir la visión de conjunto, como del Gobierno Central que se resiste a perder parte de su preeminencia. También se alude a las crisis,...
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  • Javier Pérez Royo

    Catedrático de Derecho constitucional en la Universidad de Sevilla.

    El Estado Constitucional es el resultado de la combinación de un principio de legitimidad y un principio de legalidad. El principio de legitimidad está en la Constitución y nada más que en la Constitución. El principio de legalidad está en las demás normas que integran el ordenamiento jurídico. En el principio de legitimidad descansa tanto el sistema político como el ordenamiento jurídico del Estado. Principios de legitimidad propios del Estado Constitucional reconocidos como tales hay tres: el principio de soberanía parlamentaria, el principio de soberanía nacional y el principio de soberanía popular. Los dos primeros son de origen europeo, inglés...
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  • Roberto Uriarte Torrealday

    Profesor de Derecho constitucional en la Universidad del País Vasco.

    Decía Arizmendiarrieta, pionero del cooperativismo de Mondragón, que una cooperativa no era sólo una estructura societaria; hacían falta también trabajadores con una cultura de la cooperación. Intuyo que, en España, hay gente que entiende el federalismo como una receta, pero no como un instrumento de diagnóstico, no como una forma de acercamiento al problema territorial y al problema nacional.  En España, muchas personas que se definen de izquierdas se reivindican también federalistas. ¿Lo son? Quizá, por exclusión: porque no se sienten identificadas con la España uniforme que subyace al imaginario de la derecha, del nacionalismo español; ni tampoco con su antagónico independentista que...
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  • Joan Romero

    Catedrático emérito en la Universitat de València y autor de España inacabada

    Si nos aproximarnos a la compleja realidad política e institucional española, deberíamos asumir que España es un Estado plurinacional que hasta ahora ha sido incapaz de entender y gestionar esa realidad. Y, de otra parte, que responde al modelo de Estado compuesto que no ha explorado todas las posibilidades que ofrece el Título VIII de la Constitución de 1978 sin necesidad de modificarla. El resultado, a día de hoy, es que nos encontramos ante un conflicto político profundo, consecuencia de la confrontación entre nacionalismos, un modelo de gobernanza incompleto y disfuncional que dificulta la formulación de políticas públicas coherentes y...
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  • Mertxe Aizpurua

    Diputada en el Congreso por EH Bildu

    Lo pensé en cuanto me llegó la propuesta de escribir este artículo sobre la cuestión territorial, formulada como qué se puede hacer mientras no se alcance la solución. Se me pedía que me situara en el "mientras tanto".  Pensé que era un buen concepto. No es de extrañar que esta alocución haya adquirido sentido como figura urbanística en lo que se ha dado en llamar urbanismo adaptativo o urbanismo del mientras tanto. Esencialmente se traduce en que, conociendo el pasado y también el futuro como lugar al que llegar, podemos ser parte activa en la construcción de su presente. Los llamados "senderos de...
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  • Marina Subirats

    Socióloga, política y filósofa

    Por suerte, el poder centralizador no ha conseguido, en España, convertirnos en un país culturalmente homogéneo, como ocurrió en Francia después de la Revolución Francesa. La centralización supuso que París brilló unos años como capital del mundo, absorbiendo todo el potencial creativo del resto de Francia; pero ello creó el vacío cultural del entorno, la gravitación sobre un único punto, la pérdida de culturas y lenguas diversas. Que, cuando París fue destronada, no pudieron ya ser revividas, a pesar de diversos intentos en algunas de sus regiones.     España tuvo otro desarrollo que permitió mantener la diversidad; la revolución industrial no se produjo...
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