1917, después como antes

  • Fernando López Agudín

    Fernando López Agudín

    Periodista

29.09.2017

Debate principal: Debate sobre la Revolución de 1917

Extraño aniversario el centenario de la revolución bolchevique. Envuelto en un escenario capitalista, que es justamente el que buscaban superar los compañeros de Lenin, aparece protagonizado tanto por sus más encarnizados enemigos, en un ajuste de cuentas histórico, como por sus más implacables críticos, en un intento de extraer lecciones de la implosión del estado obrero que nació de la insurrección de 1917. De esa experiencia, más de setenta años de existencia de la Unión Soviética, unos y otros, eso sí con fines opuestos, coinciden en no pocos de los análisis. Desde la ausencia de democracia, como si en algún momento de esas tensas siete décadas no hubiesen vivido bajo el acoso, al poder absoluto de Stalin, como si su personalidad fuese el demiurgo de la historia, por no hablar de los que teorizan acerca de la irrelevancia política de la clase obrera, justo cuando continúa creciendo el número de trabajadores en centenares de millones de personas. Nada más lógico que el llamado socialismo científico, del que se reclamaban todos los líderes del Octubre Rojo, haya sido sustituido por el apogeo de lo que Marx denominaba socialismo utópico.

Cuando se celebró el 50 aniversario de la Revolución de 1917, en octubre de 1967, el historiador británico E. H. Carr publicó un conjunto de ensayos sobre la experiencia bolchevique titulado “1917. Antes y después”, en el que establecía lo que entonces parecía ser un punto y aparte en el proceso histórico de emancipación de los pueblos. Por ello, me parece hoy oportuno titular estas reflexiones como un suma y sigue de la historia en el que el después es, exactamente, como el antes. El siglo XXI recuerda al XIX, el imperialismo de las grandes potencias está al orden del día, el capitalismo prusiano ha sido sustituido por el manchesteriano, el peligro de guerra se incrementa, los pueblos del tercer mundo retornan al neocolonialismo cuando no al colonialismo, el terrorismo anarquista ha sido reemplazado por el yihadista, la crisis de 2007 es peor que la de 1929 y la democracia ha sido vaciada de contenido. El destino de los bolcheviques parece una tragedia de Shakespeare: su aguda conciencia del peligro no les salvó de perecer; ni tampoco su rechazo ante el fenómeno de la corrupción política les impidió padecerla.

Ninguna clase obrera en cualquier parte del mundo, intervino con la inteligencia política, la capacidad de organización y la energía con la que los obreros rusos actuaron hace cien años en Petrogrado. La circunstancia de que su núcleo principal, alrededor de tres millones de trabajadores industriales, se concentrara en la vieja capital rusa y Moscú, les permitió concentrar toda su ofensiva contra el gobierno de Kerensky, incapaz de resistir los ataques contrarrevolucionarios del general zarista Kornilov. La revolución socialista contó con el apoyo de la clase obrera urbana; algo más de veinte millones de personas abandonaron a los mencheviques, a quienes habían seguido en febrero de1917, porque sostenían que Rusia no estaba madura para un proceso revolucionario. Seis meses después, los bolcheviques alcanzaban la mayoría en los Soviets justo con los votos de todos esos trabajadores e iniciaban una nueva experiencia histórica en condiciones especialmente adversas. Tan difíciles que el propio Lenin bailó en el patio nevado del Kremlin, existen imágenes grabadas, cuando el nuevo Gobierno obrero y campesino superó en un día los noventa que duró la Comuna de París de 1871.

Los bolcheviques, como partido revolucionario no tuvieron ninguna alternativa, a menos que hubieran optado por abdicar y ceder el poder a los enemigos que les combatían, sostenidos por la cruzada de las catorce naciones, en expresión de Churchill, que invadieron Rusia por los cuatro puntos cardinales. Los santos o los tontos, como decía Isaac Deutscher, habrían cedido, pero Lenin no era santo ni tonto. El sistema unipartidista se convirtió, malgre lui, en una necesidad ineludible. No era premeditado e iba a contrapelo de sus inclinaciones, de su lógica y de sus ideas. Pero la dialéctica de la lucha de clases pasó por encima de sus escrúpulos y el recurso provisional se convirtió en la norma. La rebelión de Kronstad, acaecida en X Congreso del Partido Comunista, terminó con la democracia interna, respetada hasta entonces, como había terminado con la democracia externa. El sistema unipartidista adquirió permanencia e impulso propios. Por un proceso de selección natural, después de la muerte de Lenin, halló su jefe en Stalin, quien, debido a su notable capacidad, a su carácter despótico y a su ausencia de escrúpulos, se convirtió en el más idóneo para ejercer el monopolio del poder. La totalidad de los dirigentes, con excepción de Trotsky, votó por su elección en el Politburó.

En realidad, lo que marcó el destino del nuevo poder revolucionario fue el fracaso de la revolución en Occidente, que tantas esperanzas había suscitado entre los bolcheviques. La derrota de Rosa Luxemburgo, asesinada, y el de Gramsci, encarcelado hasta su muerte, impidió que Rusia pudiera unirse a una soñada comunidad socialista europea en la que Francia, Alemania o la Gran Bretaña asumieran la dirección y ayudaran a Rusia a avanzar hacia el socialismo de forma racional y civilizada. Pero no sucedió así. La revolución fue derrotada en Berlín, Viena, Munich, Budapest y Varsovia, desmintiendo el pronóstico optimista que hiciera Engels en 1890: “ la alianza de las tres grandes naciones occidentales– Alemania, Francia e Inglaterra– es el requisito primordial para la emancipación política y social de toda Europa. Tengo la esperanza de llegar a ver esta alianza realizada por los proletarios de estas tres naciones”. Tras la tesis de un socialismo ruso autosuficiente se hallaba la aceptación implícita de que las perspectivas revolucionarias en Occidente se habían desvanecido definitivamente. En palabras del gran economista Eugenio Varga, se aplicó “una doctrina de consolación”.

El fracaso de Rosa Luxemburgo y de Antonio Gramsci, los dos teóricos críticos con el leninismo, determinó la derrota de lo que más tarde Walter Benjamin describiría como una anomalía histórica, al calificar a la URSS como un pez cornudo. Lenin no pudo verlo, pero sí intuirlo; Trotsky y Stalin, por el contrario, pudieron captarlo aunque no lo vieron. De la herencia de la revolución bolchevique solo sobrevive el legado de Bujarin. Sus tesis, desarrolladas exponencialmente, se mantienen hoy en la práctica económica y política de todo el viejo campo socialista. Una economía de mercado regulada por la intervención del Estado, algo así como una NEP ilimitada, es la seña de identidad tanto de China como de Rusia y los restantes países del llamado socialismo real. Ni el socialismo en un solo país de Stalin, ni la revolución permanente de Trotsky; únicamente una Nueva Política Económica del último Bujarin elevada al cubo, en aquel entonces combatida firmemente por los estalinistas y los trotskistas. Apoyar al campesino rico, sostenían, puede dar muy bien sus frutos capitalistas que en un futuro no muy lejano “conducirían al hundimiento político del poder soviético”. Así ha sido, aunque el poder político se mantiene todavía, al menos por el momento, en manos de estos bujarinistas del siglo XXI ubicados hoy, esencialmente, en Pekin.

Fue, precisamente, la necesidad de eludir este riesgo el que llevó a los bolcheviques a lo que los historiadores ya denominan como la II Revolución, que inició la colectivización de la tierra y la inmediata industrialización. Preobrajenski la teorizó, Trostky la formuló políticamente y Stalin la aplicó a rajatabla. Era cuestión de vida o muerte para el nuevo poder soviético. O la industria estatal lograba subordinar la agricultura privada, o la propiedad privada agraria empujaría a la NEP hacia la economía de mercado. La cuestión era clara: o se socializaba el campo o se privatizaba la ciudad. La denominada declaración de los 83, cuadros bolcheviques, de mayo de 1927, afines a Trotsky, advertía sobre el verdadero peligro del kulak. La socialización de 23 millones de propiedades agrícolas, agrupadas en koljoses o sovjoses, se realizó drásticamente como muy bien describe Mijail Cholojov, Premio Nobel, en su novela Tierras Roturadas. Esta revolución, sostenida por la mayoría de los dirigentes trotskistas que veían entonces concretadas sus propuestas bajo la dirección estalinista, permitió la acumulación primitiva socialista sin la cual la URSS no se hubiese transformado en una potencia industrial y militar.

Las consecuencias sociológicas de esta II Revolución de 1929, que venía a completar la inconclusa de 1917, se evidenciaron en el espectacular crecimiento de la burocracia que ya preocupaba a Lenin justo antes de su muerte en enero de 1924. Sus notas críticas sobre el funcionamiento de la Inspección Obrera y Campesina, entonces dirigida por Stalin, anticipaban lo que ya en la década de los treinta fue un problema constante de la URSS hasta su implosión de 1991. El número y peso específico de los administradores, especialistas e intelectuales aumentó enormemente y se convirtieron, rápidamente, en un sector social con sus propios intereses que no siempre coincidían con la naturaleza obrera del aparato estatal que dirigían. Sin poseer medios de producción, ni tierras, ni poder ahorrar, invertir o acumular riqueza en forma duradera, ni tampoco legar riquezas a sus descendientes, no podían perpetuarse socialmente; pero sus ingresos derivaban en parte de la plusvalía generada por los trabajadores soviéticos y ejercían un poder excepcional en lo económico, político y cultural. Necesario pero inquietante para los bolcheviques siempre conscientes de los peligros del poder en la sociedad post-capitalista.

Es bastante sintomático que dos personas tan diametralmente opuestas como Stalin y Trotsky, tanto que el primero ordenó el asesinato del segundo, coincidieran en afrontar esta amenaza con análisis y, por supuesto, metodologías muy diferentes para combatirla. La denuncia sobre el Termidor soviético fue una constante en la reflexión trotskista, al tiempo que las purgas estalinistas, en opinión del historiador trotskista Isaac Deutscher, contribuyeron bastante a reducir dicha amenaza en la misma medida que impedían que la burocracia pudiera perfilarse como clase social. Porque esta cadena periódica de ejecuciones no sólo afectó a las corrientes bolcheviques contrarias a la de Stalin sino que muchos dirigentes estalinistas fueron también víctimas de los célebres procesos de Moscú. Trotsky vaticinó en más de una ocasión que la burocracia lucharía por el derecho de legar sus bienes a sus hijos y trataría de expropiar al Estado y convertirse en propietaria accionista de empresas y trusts. Incluso el propio Stalin, en su ultimo libro, Problemas económicos del socialismo, expresaba preocupación análoga al insistir en el peligro de la agudización de la lucha de clases en la sociedad soviética más de treinta años después de dictadura soviética

La II Guerra Mundial consolidó este proceso burocrático. La necesidad de hacer frente a la invasión alemana detuvo esta lucha interna en aras de concentrar todas las energías de la nación rusa contra los nazis. La Gran Guerra Patria, tal y como fue denominada por el propio Stalin, acentuó los perfiles rusos para movilizar todo el patriotismo contra Adolf Hitler. La centralización, inherente a toda estrategia militar, incrementó el poder de la burocracia y, por consiguiente, disminuyó la vigilancia sobre los muchos vicios burocráticos. La Internacional Comunista fue disuelta, “la revolución armada” fue impuesta por Moscú en Europa Oriental, a la vez que Washington impuso “la revolución desarmada” en Europa Occidental e Inglaterra bañó en sangre la revolución griega. Justo cuando Stalin preparaba una nueva purga política, tras el final de la contienda, su muerte evitó la de los jerarcas que lo sustituyeron. Empieza entonces la edad de oro de la burocracia, de 1953 a 1983, que precede a la desintegración de la Unión Soviética que se inicia con las reformas de Gorbachov que abren el camino definitivamente a ese Termidor tan denunciado durante la década de los treinta.

Con anterioridad, la revolución china reeditaba espectacularmente las tensiones de la revolución soviética desmintiendo el pronóstico voluntarista de Trotsky que calificaba la burocracia soviética como “una recaída episódica”. Su pregunta sobre si la preponderancia burocrática era inherente o no a toda revolución socialista, quedaba afirmativamente contestada con la llamada revolución cultural, iniciada en China en 1966. La denuncia de Lin Piao contra Teng Hsiao Ping, artífice de la China actual, iba paralela a la advertencia sobre la restauración capitalista que encarnaba como principal burócrata interesado en terminar con la propiedad socialista. A diferencia de la controversia de Moscú de los años veinte, la de Pekin de los sesenta se apoyó en una amplia movilización de masas, acompañada de violencia e intimidaciones contra los llamados derechistas. Precisamente, en el mismo momento en que la existencia de dos poderes revolucionarios, en Moscú y en Pekin, parecía favorable para la gestación de una comunidad económica socialista que se extendiera desde el Mar de China hasta el Elba, es cuando surge el enfrentamiento entre chinos y soviéticos. El horizonte de una tercera parte de la humanidad planificando conjuntamente su desarrollo económico y social, sobre la base de una amplia división del trabajo y de un intercambio comercial, se perdía para siempre. Nada se había interpuesto en ese objetivo, salvo la aplastante autosuficiencia nacional de la arrogante burocracia.

A finales del siglo XX ambas burocracias, la soviética y la china, que habían nacido del impulso revolucionario que buscaba cómo pasar del capitalismo al socialismo, pugnaban sobre cómo pasar de la economía planificada a la economía de mercado. Para Gorbachov primero había que cambiar la política, en cambio para Teng Hsiao Ping el primer cambio era el económico, aunque ambos coincidían en privatizar ampliamente la propiedad estatal salvo sectores estratégicos de la economía. El sistema de privatización que se organizó en ambos países concedía prácticamente la propiedad de los sectores públicos al sector privado. Paradójicamente, todo este gran salto hacia la economía capitalista se ha efectuado bajo la sombra de la momias de Lenin y Mao Tse Tung en los mausoleos de Moscú y Pekin; y para redondear la paradoja, en China las ideas de Mao Tse Tung también se utilizaron para lo contrario, denunciar el capitalismo, por parte de los Guardias Rojos de Lin Piao. Así culminaba el viaje de ida y vuelta, iniciado en el famoso tren blindado con el que Lenin llegó a la estación de Finlandia en Petrogrado, con sus famosas tesis de Abril.

El socialismo realmente existente, tal y como se autodefinía todo el campo socialista, encabezado por la Unión Soviética, ha terminado como finalizó el comunismo primitivo que antecedió a la aparición de la propiedad privada. Los gestores de lo público, ayer como hoy, fueron los primeros propietarios apropiándose, valga la redundancia, de lo acumulado por la colectividad. Cabe entenderlo en la sociedad primitiva, no en una sociedad desarrollada. No tanto porque la revolución bolchevique fuera la precursora de un nuevo sistema de explotación, lo que hubiera tenido una cierta lógica dentro de la dialéctica histórica marxista, sino porque, finalmente, volvía tras un largo viaje de setenta años al viejo sistema de explotación que había intentado inútilmente superar. Tal vez por ello, el viejo Trotsky reflexionaba que “si el programa marxista resultara impracticable, se necesitaría un nuevo programa mínimo para defender los intereses de los esclavos del sistema”.

Se equivocan, sin embargo, los que se apresuran a concluir que esta experiencia, nacida en 1917, ha refutado el análisis marxista tal y como hoy está de moda académica teorizar, tal y como hicieron, a finales del siglo XIX, Eduard Bernstein y demás teóricos revisionistas después del fracaso de La Comuna. Apenas unos años más tarde, los bolcheviques convulsionaban el orden capitalista tras la crisis de la Guerra Mundial de 1914 y volvían a erosionarlo después de la crisis de 1929, únicamente superada por la espantosa carnicería de la II Guerra Mundial. Precisamente, porque la derecha impone hoy su política a sangre y fuego, mientras pretende convencernos de su inexistencia, resurge una nueva izquierda potente en el sur de una Europa que es el eslabón débil de esa cadena imperial de un norte de Europa revuelto y brutal. No es casual que los intelectuales orgánicos del sistema nieguen simultáneamente la existencia de la derecha e izquierda en aras de superar una lucha de clases que les supera. Porque nuevas generaciones retoman hoy las banderas de 1917 como los bolcheviques retomaron las de la Comuna de 1871.

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Manuel Garí

    Economista ecosocialista

    Pocas veces un triunfo político tan deslumbrante y esperanzador como la toma del poder por los soviets en la Rusia zarista tuvo un desenlace tan dramático y devastador para la conciencia del movimiento popular en todo el mundo. Este es el meollo de la cuestión que intentan explicar buena parte de los artículos de Espacio Público del debate titulado “Hablemos de la Revolución de Octubre”. Pero es pertinente hacerse algunas preguntas. ¿Tiene algún interés reflexionar sobre acontecimientos ocurridos en Rusia hace un siglo? ¿Por qué se han publicado más de 11.000 artículos en el mundo durante los meses de...
    - Seguir leyendo
  • Pelai Pagès i Blanch

    Historiador

    Cuando a principios de noviembre de 1917 llegaron a España las primeras noticias sobre la revolución bolchevique en Rusia, el movimiento obrero español se encontraba en la fase de reflexión colectiva que caracteriza el período posterior a un movimiento revolucionario fracasado, como fue la huelga general revolucionaria que había tenido lugar en el mes de agosto. Y se encontraba también en un momento de reestructuración y reorganización ante los futuros combates que se preparaban. 1918 es un año de Congresos para la Unión General de Trabajadores, para el Partido Socialista Obrero Español y para la Confederación Nacional del Trabajo. Pero...
    - Seguir leyendo
  • Pedro Chaves

    Politólogo, investigador especializado en la UE

    En el segundo centenario de la Revolución Francesa, Den Xiao-Ping, veterano dirigente de la República Popular China hasta 1997, comentó que no había transcurrido tiempo suficiente para tener una verdadera perspectiva histórica sobre el impacto de tan magno acontecimiento. La Revolución Rusa de 1917 forma parte de esos magnos acontecimientos que igualan en trascendencia y significación a la Revolución Francesa de 1789. Subvirtió la realidad existente y creó una nueva dimensión histórica en nuestra sociedad. Desde noviembre de 1917, la victoria de los bolcheviques formó parte de lo cotidiano de nuestra existencia y el Siglo XX no puede...
    - Seguir leyendo
  • Javier Pastor Verdú

    Editor de 'Viento Sur' y profesor en el Departamento de Ciencias Políticas en la UNED

    * Prólogo de 'Historia de la Revolución rusa' de León Trotsky Al igual que Tucídides, Dante, Maquiavelo, Heine, Marx, Herzen y otros pensadores y poetas, Trotsky alcanzó su plena eminencia como escritor en el exilio durante los pocos años de Prinkipo. La posteridad lo recordará como el historiador, así como el dirigente, de la Revolución de Octubre (Isaac Deutscher, 1969:206). Así pues, sea cual sea el desfase que se observa entre las realidades que genera la Revolución de Octubre, por un lado, y, por el otro, el ideal del proyecto socialista tal como lo imaginaban los bolcheviques, la obra de Trotsky...
    - Seguir leyendo
  • Kronstadt

    28/11/2017

    Rolando Astarita

    Profesor en la Universidad de Quilmes y de Buenos Aires. Fue militante del PST y la LCR.

    1. El programa de Kronstadt En los estudios y debates acerca de las causas que llevaron a la burocratización de la Revolución de Octubre, la cuestión de Kronstadt ocupa un rol prominente. Recordemos que en marzo de 1921 los marineros de la fortaleza naval del golfo de Finlandia se levantaron contra el gobierno bolchevique, y establecieron una comuna revolucionaria durante 16 días. El levantamiento fue aplastado, y los sublevados fueron duramente castigados. Tradicionalmente, tanto los stalinistas como los trotskistas defendieron esa represión de Kronstadt afirmando que se trató de un movimiento contrarrevolucionario. Y el argumento central para demostrar ese supuesto carácter...
    - Seguir leyendo
  • Marga Ferré

    Presidenta de la FEC (Fundación Europa de los Ciudadanos) y miembro de la red europea de pensamiento crítico Transform!

    Lecciones para el presente de la revolución de octubre: Informe Semanal tuvo a bien dedicar un reportaje a la Revolución de Octubre en su centenario y de los 10 minutos que duró, 6 los dedicaron a describir la muerte de los Romanov y 4 a asentar la teoría del golpe de Estado dictatorial, diseñado desde el primer momento por la pérfida cabeza de Lenin. Por muy burda que sea esta representación histórica de los hechos del 17, cumple su función al reproducir la ortodoxia neoliberal sobre el siglo XX, tan reiterada y profusamente repetida por los medios y por...
    - Seguir leyendo
  • Jordi Borja

    Geógrafo urbanista, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya

    Los partidos comunistas nacieron con la revolución rusa de 1917. Casi siempre los fundadores fueron colectivos socialistas y sindicalistas radicalizados por la guerra y por las condiciones de vida de los trabajadores. Nacieron como una esperanza, un mito movilizador, una doctrina salvadora, un afán apostólico, una vocación militante vanguardista. Con una madre protectora, la URSS. Como constaba en los principios de la Internacional comunista proclamaban: los proletarios de todo el mundo tienen dos patrias, la propia y la URSS. Los PP.CC. nacieron con el alma marxista-leninista, con el modelo de la revolución del 17 y el librito...
    - Seguir leyendo
  • Montserrat Galcerán

    Catedrática de Filosofía y concejala de Ahora Madrid en el Ayuntamiento de Madrid

    Han pasado cien años de la revolución rusa de 1917, ¡cuánto tiempo y cuán poco! A los cien años de la revolución francesa, en 1889, los socialistas marxistas conmemoraban un acontecimiento fundamental de la historia que había abierto el camino a la Comuna de París de 1871 y a la revolución socialista que se avecinaba. Lo que vino fue una revolución socialista sui generis cuyo eco se prolongó durante el siglo XX, pero cuyo impulso ya desde el 68 parece agotado. La desaparición del bloque socialista no abrió nuevas esperanzas, a pesar de que el capitalismo se haya convertido...
    - Seguir leyendo
  • Francisco Louça

    Político y economista

    En sus Notas de Prisión, Rosa Luxemburgo, que acompañaba en la distancia, pero con fervor, la revolución en Petrogrado y Moscú, consciente de los riesgos y de los peligros – tal vez con más clarividencia que cualquier dirigente revolucionario de esa segunda generación del marxismo-, apeló a la solidaridad sin abdicar de su espíritu crítico. Escribió que “Concretamente, lo que nos puede traer luz a los tesoros de la experiencia y las enseñanzas no es una apología ciega, sino una crítica penetrante y reflexiva. Porque una revolución proletaria modelo en un país aislado, agotado por la guerra mundial, estrangulado...
    - Seguir leyendo
  • Eddy Sánchez

    Profesor de Ciencias Políticas de la UCM y Director de la Fundación de Investigaciones Marxistas

    El contexto en el que triunfa la Revolución de Octubre es el de la crisis de la primera globalización de finales del siglo XIX. Dicha crisis es sancionada con el nacimiento de los imperialismos que se dirimen en la primera guerra mundial. El coste para el capitalismo de este periodo es la Revolución socialista en Rusia y el Crack económico del 29, crisis que da lugar a la aparición del fascismo y la posterior segunda guerra mundial. Para los bolcheviques, la reconstrucción de un proyecto socialista en aquel contexto requería de formas y sujetos nuevos, situando esa nueva referencia...
    - Seguir leyendo
  • Walter Baier

    Coordinador político de la red europea de pensamiento crítico Transform!

    Creo que estoy libre de la sospecha de ser un defensor del comunismo. Sin embargo, no puedo dejar de ver algo supersticioso e infantil en el horror que siente el mundo burgués ante el comunismo, este horror del que ha vivido tanto tiempo el fascismo, es decir, la idiotez fundamental de nuestra época. Thomas Mann, 1946 La importancia de la revolución bolchevique en octubre de 1917 puede medirse por el esfuerzo que todavía se hace hoy, 100 años después, en depreciar este suceso en su magnitud. ¿Se puede decir entonces que es imposible realizar una valoración equilibrada, debido a...
    - Seguir leyendo
  • Catherine Samary

    Economista especializada en los Balcanes, profesora de la Universidad Paris Dauphine, pertenece al consejo científico de ATTAC Francia y miembro de la IV Internacional. http://csamary.free.fr

    Todos los pasados no tienen idéntico porvenir, podemos afirmar con Daniel Bensaïd. Octubre 1917 no se dejará enterrar fácilmente. Su inmenso legado, que se debe actualizar, es haberse atrevido a poner en la agenda el cuestionamiento del orden existente –sin recetas y no sin trágicos errores-, enfrentándose a las guerras y violencias sociales de los poderosos, a escala nacional e internacional. Sin embargo, cien años más tarde, a pesar de que la "hipótesis comunista" parece descartada, muchos puntos comunes nos acercan a los desafíos de Octubre. La hipótesis menchevique, según la cual había que esperar de un desarrollo capitalista los...
    - Seguir leyendo
  • Juan Manuel Vera

    Economista, Consejo editorial de Trasversales

    La conmemoración del centenario de la revolución rusa plantea algunas interesantes cuestiones sobre la identidad de lo que se ha llamado izquierda a lo largo del siglo veinte. También podría servir para comprender las razones por las que la herencia del octubre soviético no forma parte del arsenal de instrumentos para desarrollar las nuevas prácticas sociales de lucha contra el capitalismo neoliberal sino, más bien, una pesada losa histórica que dificulta la construcción de una alternativa al imaginario capitalista. Por supuesto, el punto de partida deberían ser los hechos históricos con su singularidad. Sin embargo, no es posible hablar...
    - Seguir leyendo
  • José Luis Mateos

    Sociólogo, sindicalista, miembro de la Fundación Andreu Nin

    Nadie consideraría razonable condenar la Revolución francesa por la evolución de la sociedad capitalista. En cambio, sí es habitual desacreditar la Revolución rusa desde los escombros dejados por el socialismo real, esa construcción política recreada por el estalinismo. Se trata de la Revolución rusa y no solo de Octubre, de un complejo e inaudito proceso revolucionario del que Octubre fue su culminación. Una culminación que conviene recordar se podría llenar de matices, pues ese mismo proceso supera y se proyecta por encima del mítico mes. Respetando el calendario gregoriano, nos encontramos con profundas convulsiones sociales y políticas: Revolución de Febrero,...
    - Seguir leyendo
  • Fabrizio Burattini

    Sindicalista, exdirigente de la CGIL de la enseñanza y de la USB, y miembro de Sinistra Anticapitalista

    El año 1917 supuso una verdadera línea divisoria en la historia del movimiento socialista. Desde luego el factor determinante fue la Revolución Rusa, pero, igualmente decisivos fueron los acontecimientos, las elaboraciones y las elecciones que diversos actores colectivos e individuales protagonizaron en ese periodo en otros muchos países. Toda Europa fue golpeada por fuertes contradicciones entre, por una parte, un desarrollo económico impetuoso y, por otro, unas deprimidas y bloqueadas condiciones de vida de las masas populares. Una contradicción evidente para todos trabajadores y ciudadanos que veían las riquezas nacionales crecer muy deprisa y las condiciones de vidas de sus...
    - Seguir leyendo
  • François Sabado

    Ex dirigente de la Liga Comunista Revolucionaria de Francia y de la IV Internacional

    El punto de vista que defiendo es que la Revolución rusa fue gran acontecimiento en la historia de la emancipación de los pueblos. Un momento extraordinario en el cual las clases dominantes pierden el dominio que les parecía asegurado por los siglos de los siglos. Y en el cual las masas populares desbaratan todo para tomar el destino en sus manos. Ante la pregunta histórica y teórica decisiva: ¿Había que tomar el poder en las condiciones precisas de Octubre de 1917?, seguimos convencidos de que la respuesta es positiva. El ímpetu de esta movilización antes, durante y después de Octubre...
    - Seguir leyendo
  • Fernando López Agudín

    Periodista

    Extraño aniversario el centenario de la revolución bolchevique. Envuelto en un escenario capitalista, que es justamente el que buscaban superar los compañeros de Lenin, aparece protagonizado tanto por sus más encarnizados enemigos, en un ajuste de cuentas histórico, como por sus más implacables críticos, en un intento de extraer lecciones de la implosión del estado obrero que nació de la insurrección de 1917. De esa experiencia, más de setenta años de existencia de la Unión Soviética, unos y otros, eso sí con fines opuestos, coinciden en no pocos de los análisis. Desde la ausencia de democracia, como si...
    - Seguir leyendo
  • Constantino Bértolo

    crítico cultural

    La celebración del primer centenario de la revolución soviética sin duda debería y podría ser la ocasión propicia para deconstruir al menos algunas secuencias , interpretaciones y lugares comunes que recaen sobre aquel acontecimiento y sus protagonistas. Ni la revolución es la toma del Palacio de Invierno ni el partido bolchevique es una secta uniforme y dogmática en donde Lenin recibe obediencia y ejerce su autoridad sin discusión alguna. Todo lo contrario. La revolución es la culminación de un largo y complejo proceso, el partido bolchevique es una inteligencia crítica, autocrítica y activa y Lenin es un revolucionario que...
    - Seguir leyendo
  • Elena Cabezalí García

    Historiadora

    La importancia de la Revolución de Octubre de 1917 cuyo centenario conmemoramos, puede medirse por la magnitud del bombardeo ideológico desencadenado contra ella, que dura también cien años. Un siglo de ataques desde la derecha y la izquierda, para presentar la primera revolución obrera triunfante como un gran error, que trajo al pueblo muchas calamidades y lo entregó a las garras de despiadados dictadores. El discurso contrarrevolucionario se construyó para justificar la intervención de las potencias desde el año 1918, se amplió al calor de la represión estalinista y se fortaleció durante la Guerra Fría, mientras...
    - Seguir leyendo
  • Josefina Luzuriaga Martínez

    Historiadora

    El 8 de marzo de 1917, en el día internacional de las mujeres, daba comienzo la Revolución rusa. Las obreras de las fábricas textiles de Petrogrado salieron a la huelga y agitaron en las fábricas vecinas: “¡Abajo la guerra!”, “¡Pan para los obreros!”. Poco después se vivó una inmensa huelga general, que terminó con el Imperio de los Zares. Los censos de 1897-1914 muestran que había 20 millones de mujeres trabajadoras en el Imperio ruso. Cerca de la mitad estaban ocupadas en tareas domésticas, mientras un quinto eran obreras industriales. Hacia 1917, la cifra de trabajadoras industriales alcanzó 7,5 millones....
    - Seguir leyendo
  • Eddy Sánchez

    Profesor de Ciencias Políticas de la UCM y Director de la Fundación de Investigaciones Marxistas

    En la última década se ha sucedido un ciclo de movilizaciones de carácter global, fruto de un contexto de indignación social consecuencia de la crisis, contexto en el que surge de nuevo el debate de las nuevas formas de comunismo hoy. Para el historiador Juan Andrade, el debate del comunismo en la actualidad se diferencia respecto al de décadas anteriores, en el hecho que se desarrolla sobre todo en el campo de la Filosofía y los estudios culturales, más que en el de las ciencias sociales. En España, dicho debate es conocido por la publicación del libro colectivo editado por el...
    - Seguir leyendo
  • Gabriel Flores

    Economista

    El colapso de los sistemas de tipo soviético existentes en Europa central y oriental conformó un inédito acontecimiento revolucionario que se llevó por delante con extraordinaria rapidez el viejo orden administrativo. Entre 1989 y 1991 se desbarató un bloque de países que tenía sus señas de identidad enraizadas en la Revolución de Octubre que estaba en su origen. La disolución formal de la URSS en diciembre de 1991 fue el acto final, el resultado del evidente agotamiento histórico de un movimiento revolucionario a escala mundial que se fundó y tomó impulso en la insurrección bolchevique de octubre de 1917. Comienzo...
    - Seguir leyendo
  • Marina Albiol

    Diputada en el Parlamento Europeo y responsable de relaciones internacionales de Izquierda Unida

    ​Revolución es una palabra que escuchamos muchas veces, pero que adquiere su significado más profundo y esperanzador para las clases y los pueblos oprimidos cuando nos referimos a la Rusia del 17. No encuentro mejores ejemplos que la Revolución Francesa de 1789 y el alzamiento bolchevique para demostrar que, lejos de ser un sueño irrealizable, podemos cambiar el mundo desde sus cimientos para que los que hoy no son nada, lleguen a serlo todo. Por eso, cien años después, las clases dominantes de todo el planeta se unen para mentir y arrojar confusión sobre aquellos acontecimientos y, también por eso,...
    - Seguir leyendo
  • Antonio Rubira León

    Como señala el Profesor Fontana, el centenario de la Revolución Rusa de octubre de 1917, debe servir para “sacar lecciones útiles para un presente de desconcierto e incertidumbre”. Yo añadiría, además, para comprender mejor las derrotas revolucionarias desde entonces. Aunque la lucha de clases se expresa siempre de forma concreta y todas las revoluciones bajo el capitalismo industrial son distintas, todas tienen fundamentos políticos similares. No todas las situaciones revolucionarias terminan en revolución, de la misma manera que no toda revolución culmina en victoria. De hecho, la mayor parte de las revoluciones del siglo XX han sido derrotadas. La excepcionalidad...
    - Seguir leyendo
  • Javier Segura

    Profesor de Historia

    Cuando a mediados del siglo XIX los jóvenes revolucionarios Karl Marx y Friedrich Engels iniciaron su obra, orientaron su trabajo hacia la resolución de un “enigma histórico”, el planteado por la continuidad en el tiempo de las desigualdades entre minorías acaudaladas y mayorías empobrecidas, al tiempo que la creciente productividad del trabajo humano permite erradicarlas. Para ello, partieron de una cuestión clave: ¿De qué manera debería reorganizarse el mundo para construir un nuevo orden basado en la justicia? ¿Quién debería ser el agente impulsor de esta transformación? La respuesta estableció los fundamentos del marxismo: que sintetizo a continuación: 1) Todo...
    - Seguir leyendo
  • José Antonio Errejón

    Licenciado en Ciencias Políticas y Economista

    El centenario de la Revolución de Octubre y el balance de este siglo de historia en buena medida determinada por ella nos colocan ante lo que, creo, es la cuestión más importante, saber si y en qué medida Octubre sigue operando como el gran foco de aliento y esperanza para millones de personas que en diversas zonas del mundo sufren la injusticia y la opresión y aspiran a una vida distinta. Hace casi treinta años que vinieron abajo con una imprevista facilidad la mayor parte de los regímenes políticos que se declaraban herederos del Octubre del 17 y los que...
    - Seguir leyendo
  • Cesar Roa

    La mirada del triunfador no suele conducir a una comprensión más cabal de la historia. Para quien se encuentra poseído por la creencia de que los individuos, clases sociales o naciones más merecedores del éxito han ganado la partida, el pasado aparece exclusivamente como el escenario en el que los vencedores van perfilándose y derrotando progresivamente a sus rivales hasta la apoteosis final del presente. La historia queda degradada al relato de la marcha victoriosa de las actuales clases dominantes sobre los obstáculos que ocasionalmente han intentado frenarla. Dentro de esta perspectiva, las revoluciones sociales que una vez...
    - Seguir leyendo
  • José Luis Zárraga

    Sociólogo

    Fontana abre un abanico muy amplio de temas sobre la revolución rusa y el desarrollo de la sociedad soviética. En este centenario tendremos ocasiones para discutir todos esos temas, que no son cuestiones históricas que se agotan en sí mismas sino punto de partida fundamental para reflexionar y debatir sobre la construcción del socialismo. Pero para empezar, sería bueno fijar la atención en el acontecimiento que ahora se conmemora: la revolución soviética de octubre de 1917 y su desarrollo inicial en los años críticos de 1917 a 1923, el periodo que va desde la toma del poder hasta la...
    - Seguir leyendo

¿Quiéres participar en este debate?

Ve al apartado 'Cómo participar' y revisa los pasos necesarios para poder intervenir en los debates abiertos.