Cien años después: Algunas herencias difíciles de la revolución de Octubre de 1917

  • Francisco Louça

    Francisco Louça

    Político y economista

10.11.2017

Debate principal: Debate sobre la Revolución de 1917

En sus Notas de Prisión, Rosa Luxemburgo, que acompañaba en la distancia, pero con fervor, la revolución en Petrogrado y Moscú, consciente de los riesgos y de los peligros – tal vez con más clarividencia que cualquier dirigente revolucionario de esa segunda generación del marxismo-, apeló a la solidaridad sin abdicar de su espíritu crítico. Escribió que “Concretamente, lo que nos puede traer luz a los tesoros de la experiencia y las enseñanzas no es una apología ciega, sino una crítica penetrante y reflexiva. Porque una revolución proletaria modelo en un país aislado, agotado por la guerra mundial, estrangulado por el imperialismo, traicionado por el proletariado internacional, sería un milagro. Lo que importa es distinguir, en la política bolchevique, lo esencial de lo accesorio, lo sustancial de lo fortuito.”

Si distinguir lo esencial de lo accesorio y de lo fortuito es siempre difícil, lo es más cuando existe una distancia histórica que difumina las dificultades de las decisiones inmediatas y oculta las contradicciones y los dramas de una revolución en curso, rechazar la “apología ciega” y mantener una “crítica penetrante y reflexiva” es por lo menos indispensable.

En los siete puntos siguientes, sitúo y discuto brevemente algunos de los impactos y consecuencias de la revolución de Octubre de 1917, refiriéndome al recorrido de algunos de sus protagonistas, con la misma preocupación por evitar la apología y repensar críticamente, como se merece, el gran acontecimiento que alteró el curso del siglo XX.

Tariq Ali, en el New York Times de 3 de abril de 2017, escribió la cita de Winston Churchill sobre Lenin: “Su mente era un instrumento notable”, escribió el estadista británico, poco dado a alabanzas de los enemigos. Churchill agregó, en un tono aún más grandilocuente: “Cuando brillaba, su luz iluminaba el mundo entero, su historia, sus dificultades, sus farsas y, sobre todo, sus injusticias.”

¿Sería eso? ¿Una “luz que iluminaba las injusticias” del mundo? Lo era sin duda para Churchill, que por aquel entonces ya era un político con carrera en el Reino Unido (fue ministro de Marina durante la Guerra Mundial), uno de los líderes conservadores que después de la revolución se convertiría en el principal promotor de la invasión de Rusia por las tropas de su país. Sin embargo, lo que revela la frase es el impacto simbólico, político y social de la revolución rusa, así como la figura de Lenin.

Esa revolución fue consecuencia de la Primera Guerra Mundial, pero también por las circunstancias del imperio zarista, que desencadenó un movimiento de pánico entre las clases dominantes (que respondieron con grandes concesiones desde inicios de los años 20, pero también con la movilización de las primeras milicias fascistas). La revolución sorprendió y asustó, pues en Europa solo había pasado algo similar en las décadas anteriores y, en menor escala, con la Comuna de París.

Sin embargo, la revolución estaba anunciada. En 1905 se fundaron los soviets en las principales ciudades rusas, en 1910 comenzaba la revolución mexicana y, al año siguiente, la china. Durante los años de represión, y después durante la matanza que fue la Gran Guerra, el debate político y la recomposición del movimiento que entonces se llamaba socialdemocracia (y que hasta 1914 incluía todas las principales corrientes socialistas y revolucionarias) fue creciendo, demostrando que los pilares del viejo mundo se estaban destruyendo. De hecho, al contrario de los grandes procesos revolucionarios del pasado (Inglaterra en 1648, Estados Unidos en 1776 y después, Francia en 1789, incluso en el caso de la Comuna en 1871), la revolución rusa fue concebida estratégicamente, fue discutida y planeada, en el contexto de precipitación provocado por la caída del Zar y por los meses de transición desde la revolución de febrero de 1917. Fue la primera revolución subjetivamente preparada en la historia de la humanidad.

Cambiando los ejes de la política europea y mundial, la revolución de Octubre desencadenó o acentuó otras alteraciones sísmicas en los años 20 (Alemania, Hungría, Bulgaria, Italia) influyó después en la victoria electoral de la izquierda francesa y la revolución republicana en España, así como la transformación del mapa político de izquierdas en todo el mundo. La respuesta de las clases dominantes fue el fascismo y el nazismo, y, por tanto, la Segunda Guerra Mundial.

¿Es posible una revolución socialista en un país atrasado?

Una de las grandes discusiones entre la izquierda rusa era nada menos que la posibilidad de una revolución socialista en el país – y la mayoría de las opiniones favorecían una visión escéptica.

Los teóricos del populismo ruso (Danielson, Vorontsoy) adoptaban la postura aparentemente más a la izquierda: considerando los límites de la industria rusa y de su mercado interno, así como la debilidad de la burguesía moderna en el Estado zarista, los populistas defendían la posibilidad de una revolución que instaurase el socialismo, pero se referían a un socialismo basado en comunidades agrarias , asociaciones campesinas y pequeños propietarios, de ahí también su insistencia en las reivindicaciones de redistribución de la tierra

Los llamados “marxistas legales” (Tugan, Bulgakov) esperaban que las promesas de las reformas liberales de la monarquía hiciesen posible un crecimiento de la industria moderna y de la clase obrera, y que la lucha sindical y electoral consiguiese un nuevo espacio en el imperio zarista.

Las dos alas de la socialdemocracia rusa, tanto los mencheviques(Plekanov) como los bolcheviques (Lenin, Bukarin, Zinoviev) consideraban que habría necesariamente una fase de desarrollo capitalista después de la caída del Zar, y que la democratización permitiría una alianza con sectores de la burguesía para alcanzar una etapa de crecimiento de las fuerzas productivas. Sin embargo, Lenin concebía ese proceso como un movimiento de conflicto y de revolución agraria, con una expropiación de la aristocracia latifundista, y, por tanto, con la nacionalización de la tierra, abandonando después esta última idea, a consecuencia de su cambio de postura y de las exigencias tácticas de la revolución de 1917 y de las alianzas inmediatamente posteriores, cuando pasó a defender la redistribución de la tierra (“la tierra para quien la trabaja”).

Trotsky fue el único dirigente revolucionario que, quedándose aislado después de varias rupturas entre mencheviques y bolcheviques a lo largo de los años siguientes a la revolución de 1905, defendió el carácter socialista de la revolución que conduciría a la caída del Zar. Los acontecimientos de 1917 acabaron por dejar solo a Lenin con su punto de vista.

La Comuna como modelo de nuevo Estado

A lo largo de 1917, los revolucionarios rusos se enfrentaron a un contexto para el que estaban mal preparados desde un punto de vista técnico e incluso conceptual: la toma del poder del Estado por los soviets, contra un gobierno provisional que incluía a los partidos de la derecha, populistas y mencheviques. Entre otros aspectos, en los que no voy a entrar en estas breves notas, estaban mal preparados porque no tenían ni la experiencia, ni siquiera una idea de cómo debería ser el funcionamiento del Estado después de llegar al poder.

Lenin había dedicado su “Estado y Revolución” a criticar a Kautsky, el filósofo marxista más destacado tras la muerte de Engels, pero que había entrado en guerra, desde 1914, con los dirigentes bolcheviques (en 1917, Kautsky había roto con el partido social demócrata alemán y se había adherido al partido socialdemócrata independiente, que se oponía a la guerra). Kautsky difería de Lenin sobre el carácter de la revolución rusa y su programa, y en 1917 esta diferencia ya era muy acusada. La obra, sin embargo, al presentar la alternativa de Lenin, se limita a esbozar lo que sería un nuevo aparato de Estado y el funcionamiento político del nuevo poder, mostrando alguna simplificación sobre lo que serían las dificultades concretas de dirigir la máquina del Estado. Los bolcheviques, simplemente, nunca se plantearon cómo gestionar, transformar, adaptar y modernizar las funciones del Estado.

El punto de partida de Lenin, como repite en el libro, y después en varios artículos y más claramente en uno de sus últimos escritos: “Marzo de 1923” en el Pravda, era la referencia de la Comuna de París. La Comuna es “la forma política por fin encontrada, por la revolución proletaria, mediante la cual se puede conseguir la emancipación económica del trabajo”, y sería un modelo para la nueva administración, para la destrucción de la máquina burocrática tradicional y para construir las nuevas fuerzas militares a través de la movilización miliciana. Igualdad de salarios, revocabilidad de cargos electos, carácter democrático y asambleario de los procesos deliberativos, esa sería la “forma política al fin encontrada”.

Era mucho, pues se trataba de la evocación de una experiencia social de movilización heroica del pueblo de París contra los ejércitos francés y alemán, pero también era muy poco, porque se trataba de una derrota y no de una victoria, de una ciudad y no un país, de clases populares muy movilizadas y no de la diversidad social como la que definía a Rusia, del corto plazo y no del largo. A pesar de eso, Lenin no podía comparar la revolución rusa con el marco político de la Comuna. Por eso, la Comuna podría ser una inspiración, pero nunca un modelo.

En ese mismo artículo de 1923, Lenin entendía como normal la superposición entre la institución soviética y el partido bolchevique, aunque en eso no pudiese aludir al ejemplo de la Comuna. Esa confusión entre la soberanía popular y la institución partidaria era el anuncio de muchas de las dificultades posteriores y la demostración de que no había un concepto de Estado y de soberanía popular que definiese claramente la estrategia de los bolcheviques.

Incluso en la preparación de la revolución de octubre, al mismo tiempo que Trotsky insistía en la necesidad de respetar la legalidad soviética – era el presidente del Soviet de Petrogrado, en el que había sido creado un Comité Militar Revolucionario, al que obedecían los soviets de soldados- Lenin prefería una simple decisión partidaria. Acabo perdiendo en este tema, siendo el Comité Militar Revolucionario, y no el partido directamente, el encargado de organizar la insurrección en la noche del 25 al 26 de octubre (o del 6 al 7 de noviembre en el calendario occidental).

Poder soviético y voto universal

A pocas semanas de la victoria de la revolución y de la caída de Kerensky, el nuevo gobierno realizó elecciones para una Asamblea Constituyente, cumpliendo su promesa.

La composición de la Asamblea Constituyente revela la dislocación de la relación de fuerzas en comparación con las elecciones del mismo año, pero también el hecho de que los bolcheviques sean minoritarios en el conjunto de Rusia: los partidarios de Lenin obtuvieron cerca de un cuarto de los votos, una notable subida, los mencheviques cayeron al 3%, los cadetes (el principal partido de la derecha) solo el 10%, los diversos partidos nacionalistas y musulmanes sumarían el 22% de los votos y el partido populista, o socialista revolucionario, alcanzó el 41% y representaba a la mayoría de las masas campesinas. La Asamblea se reunió durante dos días, en enero de 1918, y fue disuelta por el congreso de los soviets, que reclamó la única soberanía nacional.

Rosa Luxemburgo, en sus “Notas sobre la Revolución Rusa” criticó esta decisión (ella fue asesinada en enero de 1919 por lo que no vivió la evolución posterior): “Si la Asamblea ya hubiese estado elegida antes de la revolución de Octubre, y en su composición reflejase la imagen de un pasado superado y no la de una nueva situación, la conclusión evidente sería eliminar esa Asamblea caduca y convocar sin demora nuevas elecciones para una Constituyente. Los bolcheviques no querían y no debían condicionar el futuro de la revolución en una Asamblea que reflejase la Rusia de ayer, el período de las debilidades y de la alianza con la burguesía; lo único que podrían entonces hacer era convocar otra Asamblea que representase a la Rusia más avanzada y renovada”.

Y continuaba: “En vez de llegar a esta conclusión, Trotsky se centra en las deficiencias específicas de la Asamblea Constituyente reunida en noviembre y llega a generalizar sobre la inutilidad de cualquier representación popular nacida del sufragio universal durante el período de la revolución. Pero ¿qué sobraría en realidad si todo esto desapareciese? Lenin y Trotsky sustituirían las instituciones representativas, surgidas del sufragio popular universal, por los soviets, como única representación auténtica de las masas trabajadoras. Pero, al impedir la vida política en todo el país, también la vida en los soviets quedará paralizada.”

Concluía; “Sin sufragio universal, libertad ilimitada de prensa y de reunión, y sin confrontación libre de opiniones, se extingue la vida en todas las instituciones públicas, se convierte en una vida aparente, en la que la burocracia pasa a ser el único elemento activo. Esta es una ley suprema y objetiva, que no puede hurtar ningún partido. La vida pública se apaga poco a poco. Un error básico de la teoría de Lenin y la de Trotsky es que, exactamente, como Kautsky, contraponen dictadura a la democracia. ‘Dictadura o democracia’ es como colocan la cuestión tanto los bolcheviques como Kautsky; el último defiende lógicamente a la democracia, y concretamente a la democracia burguesa, que considera como una opción frente a la revolución socialista; Lenin y Trotsky, se pronuncian, en contraposición, por la dictadura en oposición a la democracia, es decir, por una dictadura de un puñado de personas, por la dictadura según un modelo burgués. Son dos polos opuestos, equidistantes de la verdadera política socialista.”

El tema de la soberanía y del voto popular y de la articulación entre diversas formas de democracia, de la “verdadera política socialista”, en términos de Rosa, sólo sería discutido en Rusia, a partir de finales de los años 20, y sobre todo en la década siguiente. El primer texto que trata profundamente el peligro de la burocratización solo aparece en 1928, cuando Rakovsky, que había dirigido un gobierno soviético en Ucrania, publica “Los peligros Profesionales del Poder”- ya era demasiado tarde.

El desastre de 1918

Los resultados de las elecciones para la Asamblea Constituyente prueban, entre otras cosas, que la decisión de constituir una coalición entre los bolcheviques y fracciones de los partidos mencheviques (los mencheviques internacionalistas) y socialistas- revolucionarios (los socialistas revolucionarios de izquierdas) era necesaria y adecuada. Así, ese gobierno representaba a la mayoría popular.

Los y las lectoras de “Diez días que sacudieron al Mundo”, el extraordinario reportaje de John Reed acerca de la revolución en Petrogrado, habrá notado que el libro no termina con la toma del Palacio de Invierno, por otra parte, un acontecimiento relativamente menor en el desarrollo de los acontecimientos, pero que concluye con la votación del congreso de los soviets campesinos, que aprueban la constitución del nuevo gobierno soviético. Reed nos explica cómo, después de que los dirigentes bolcheviques intentaron hacerse oír, inútilmente, por el congreso, María Spiridonova, la principal dirigente de los socialistas revolucionarios de izquierdas, sube a la tribuna para explicar la alianza que había establecido Lenin. La mayoría del congreso se reconoce en ella y apoya su decisión. La revolución había triunfado.

Esta coalición, después de formalizarse, fue aprobada por una mayoría en el Comité Central bolchevique, contra la voluntad de Lenin. Los comisarios del pueblo de los otros partidos dispusieron de margen de decisión (es famoso como Isaac Steinberg, un Comisario del Pueblo para la Justicia, socialista revolucionario, se opuso frontalmente al desahogo de Lenin cuando los bienes esenciales escaseaban en las ciudades: “Como no usemos el terror contra los especuladores, fusilándolos de inmediato, nada cambiará”. A lo que el comisario respondió que, si así fuese, su lugar no tendría sentido). Pero el acuerdo de coalición solo duró hasta Marzo de 1918.

En Marzo, el gobierno se vio obligado, a pesar de las grandes diferencias sobre ese escollo, a aceptar un acuerdo de paz con Alemania, cuyas tropas tenían invadida a Rusia y sin encontrar resistencia, dado que el ejército ruso estaba descompuesto y los soldados no querían más combates. Este acuerdo, firmado en Brest Litovsk, implicó la pérdida de un cuarto del territorio de Rusia, un tercio de la población, el 90% de las minas de carbón, la mitad de la industria, incluyendo a Ucrania que representaba el 90% de los cereales exportables y tres cuartas partes de la producción del carbón.

Esa concesión forzosa hizo reaparecer las diferencias dentro de la coalición de gobierno y provocó la salida de los mencheviques internacionalistas y socialistas revolucionarios de izquierdas ( y algunos de estos escogieron entonces volver a practicar actos terroristas como los que habían organizado contra el zarismo, pero esta vez contra los bolcheviques, como el asesinato de Volodarski, un dirigente bolchevique que también se había opuesto al tratado de Brest Litovsk, en junio de ese año en Petrogrado). Sedes abiertas y diferentes publicaciones mantuvieron la actividad de los partidos que se habían opuesto al campo de los blancos en la guerra civil, pero a partir del inicio de los años 20 esa vida pública democrática desapareció.

La guerra civil e la invasión franco-británica

En julio de 1918, el gobierno procede a la nacionalización de las industrias. Ya habían deliberado sobre el monopolio público del comercio exterior (para controlar las divisas) y el rechazo de la deuda externa contraída por los zares, pero ante la desorganización de la producción se decidió tomar el control de las fábricas.

La invasión franco-británica, a partir del otoño de 1918, alteró profundamente el marco de la guerra civil, que provocaría más muertes que la participación de Rusia en la Gran Guerra. Dos de las mayores potencias militares europeas juntaron sus ejércitos a los de las fuerzas zaristas y, como respuesta, el gobierno tomó medidas de excepción, incluyendo lo que se llamaría posteriormente “comunismo de guerra”, la movilización de todos los escasos recursos que fueran necesarios para ganar la guerra -en 1920 el ejército absorbía la mitad de la producción industrial, gran parte de los alimentos, todo el tabaco y el 60% del azúcar (y los efectos destructivos de la guerra fueron violentos: en 1920 la producción industrial era el 18% de la de 1913).

La guerra transformó igualmente la organización social. Si el proletariado industrial era de cerca de tres millones de personas en 1917 (para 25 millones de campesinos), en 1921-1922 se había reducido a la mitad, mientras el ejército movilizaba 5,5 millones de soldados. Al mismo tiempo, el aparato del Estado crecía exponencialmente: en 1920 los funcionarios públicos era casi 6 millones, cuatro veces el número de obreros.

Fue en este contexto en el que se desarrolló un intenso debate sobre el movimiento sindical en el 9º congreso del partido bolchevique (marzo-abril de 1920). Trotsky, entonces en una posición de poder, fue elegido, a propuesta de Lenin, para acumular la función del Comisario de Guerra junto con la de Comisario de los Transportes. Pero fue derrotado en su propuesta de militarización de los sindicatos de producción, que incluía la sustitución de las direcciones a favor de la sumisión de la estructura sindical al esfuerzo de guerra. Lenin criticó esta propuesta a partir de diciembre de 1920 y fue derrotada en el congreso, a pesar de ser apoyada por Bukarine, Preobajensky, Smirnov y Rakovsky. La propuesta derrotada, que representaba una solución represiva, demostraba una vez más la incomprensión de algunos dirigentes bolcheviques sobre la necesidad de un movimiento social autónomo y expresivo y también su desesperación.

A partir de 1921, llegando la guerra civil a su fin con la victoria de las fuerzas soviéticas, se decidió una nueva estrategia, la Nueva Política Económica, que procuraba crear una forma de “capitalismo de Estado” (fue el término ambiguo utilizado entonces) con apertura al mercado y a inversiones del capital, pero con control público, para reanimar la economía. La NEP fue formalmente abolida en 1928.

Democracia en el partido y en la sociedad

El debate sobre la militarización de los sindicatos no fue el primer momento de reflexión sobre la democracia social pues, como subrayé antes, no existía entonces, entre los gobernantes y dirigentes soviéticos, ni una teoría, ni una experiencia, ni una conciencia de la importancia de la autonomía de las organizaciones sociales en relación al partido y al gobierno.

Después de ser derrotada la propuesta sobre los sindicatos, las dificultades impuestas por la guerra civil serían el pretexto para otras decisiones que se demostrarían desastrosas a corto plazo. En el 10º congreso del partido bolchevique, en Marzo de 1921, fue aprobada, por iniciativa de Lenin y con el acuerdo del resto de miembros de la dirección del partido, la prohibición de tendencias y fracciones dentro del partido.

En ese congreso se expresaban dos tendencias minoritarias, la Oposición Obrera (de Kollontai, con 60 delegados de 690), y la Tendencia del Centralismo Democrático, menos representativa. La moción de Lenin prohibiendo las tendencias solo tuvo una oposición de 30 votos, a pesar de cerrar el terreno del debate interno, determinaba que los dirigentes de estas tendencias podían ser elegidos para el Comité Central (Kollontai continuaría teniendo un papel importante en el Estado Soviético, siendo después embajadora en México y Noruega). Un congreso que apoyó también la trágica represión de la revuelta de los marineros de Kronstadt.

Muchos años después, Trotsky cambió de postura y vio como estos momentos fueron giros peligrosos en la vida soviética. En su “Revolución Traicionada” de 1936, criticó las decisiones del congreso de 1921: “La prohibición de los partidos de oposición produjo la de las facciones; la prohibición de las facciones llevó a prohibir otra forma de pensar que no fuese la del jefe infalible. El monolitismo policial del partido tuvo por consecuencia la impunidad burocrática que a su vez se transformó en causa de todas las variantes de desmoralización y de corrupción”. En 1938, en su texto programático esencial al final de su vida, “Programa de Transición”, Trotsky concluía que era esencial el establecimiento de una soberanía popular y una democracia electoral que definiese el lugar de los partidos en los soviets: “Es imposible una democracia de los soviets sin la legalización de los partidos soviéticos. Los obreros y campesinos deben elegir con su voto que partidos reconocen como soviéticos”.

Pero, en los años 20, la guerra, la miseria, la represión, la burocratización, la omnipotencia del partido, el control de Stalin sobre el aparato y otros factores acabarán con las últimas y tardías tentativas de democratización. Al darse cuenta, en los últimos días de 1922 y los primeros de 1923, Lenin, ya encamado, dictó a sus secretarias lo que vino a ser conocido como su “Testamento”, recomendando alejar a Stalin de todo poder partidario y elogiando a Trotsky “el hombre más capaz del Comité Central” aunque tendría una inclinación hacia procedimientos “demasiado administrativos”. En Marzo de 1923, en su artículo en el Pravda, “Antes menos, pero mejor”, ya al borde la muerte, Lenin escribía angustiado: “Nuestro aparato del Estado es tan deplorable que lo más perjudicial será creer que sabemos algo (…) No, somos ridículamente deficientes”. El problema estaba, por lo tanto, en la cabeza del partido, pero también en la organización del poder del Estado, “ridículamente deficiente”.

Ese mismo año tuvo lugar un último debate que fue publicado en la prensa del partido. Un grupo de 46 dirigentes históricos del partido bolchevique publicó en el Pravda una carta con propuestas para la reforma del partido y del poder soviético. Pelearon por sus propuestas y formaron una oposición interna, que consiguió el apoyo de dos tercios de las células del ejército y, en Moscú, 67 de las 346 células, o del 36% de los votos, siendo representativa, de apoyos importantes en otras organizaciones del partido. Pero se quedó en minoría y fueron derrotados por la troika constituida por Stalin, Bukarin y Zinoviev. Stalin llegaría después para mandar asesinar a sus dos aliados en los procesos de Moscú, a partir de 1936, y cientos de miles de comunistas y de opositores fueron encarcelados en el Gulag. La revolución había sido traicionada.

– Este trabajo es una versión realizada por el autor del aparecido en Visión Histórica, oct-nov 2017

Otras intervenciones en el debate

Intervenciones
  • Manuel Garí

    Economista ecosocialista

    Pocas veces un triunfo político tan deslumbrante y esperanzador como la toma del poder por los soviets en la Rusia zarista tuvo un desenlace tan dramático y devastador para la conciencia del movimiento popular en todo el mundo. Este es el meollo de la cuestión que intentan explicar buena parte de los artículos de Espacio Público del debate titulado “Hablemos de la Revolución de Octubre”. Pero es pertinente hacerse algunas preguntas. ¿Tiene algún interés reflexionar sobre acontecimientos ocurridos en Rusia hace un siglo? ¿Por qué se han publicado más de 11.000 artículos en el mundo durante los meses de...
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  • Pelai Pagès i Blanch

    Historiador

    Cuando a principios de noviembre de 1917 llegaron a España las primeras noticias sobre la revolución bolchevique en Rusia, el movimiento obrero español se encontraba en la fase de reflexión colectiva que caracteriza el período posterior a un movimiento revolucionario fracasado, como fue la huelga general revolucionaria que había tenido lugar en el mes de agosto. Y se encontraba también en un momento de reestructuración y reorganización ante los futuros combates que se preparaban. 1918 es un año de Congresos para la Unión General de Trabajadores, para el Partido Socialista Obrero Español y para la Confederación Nacional del Trabajo. Pero...
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  • Pedro Chaves

    Politólogo, investigador especializado en la UE

    En el segundo centenario de la Revolución Francesa, Den Xiao-Ping, veterano dirigente de la República Popular China hasta 1997, comentó que no había transcurrido tiempo suficiente para tener una verdadera perspectiva histórica sobre el impacto de tan magno acontecimiento. La Revolución Rusa de 1917 forma parte de esos magnos acontecimientos que igualan en trascendencia y significación a la Revolución Francesa de 1789. Subvirtió la realidad existente y creó una nueva dimensión histórica en nuestra sociedad. Desde noviembre de 1917, la victoria de los bolcheviques formó parte de lo cotidiano de nuestra existencia y el Siglo XX no puede...
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  • Javier Pastor Verdú

    Editor de 'Viento Sur' y profesor en el Departamento de Ciencias Políticas en la UNED

    * Prólogo de 'Historia de la Revolución rusa' de León Trotsky Al igual que Tucídides, Dante, Maquiavelo, Heine, Marx, Herzen y otros pensadores y poetas, Trotsky alcanzó su plena eminencia como escritor en el exilio durante los pocos años de Prinkipo. La posteridad lo recordará como el historiador, así como el dirigente, de la Revolución de Octubre (Isaac Deutscher, 1969:206). Así pues, sea cual sea el desfase que se observa entre las realidades que genera la Revolución de Octubre, por un lado, y, por el otro, el ideal del proyecto socialista tal como lo imaginaban los bolcheviques, la obra de Trotsky...
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  • Kronstadt

    28/11/2017

    Rolando Astarita

    Profesor en la Universidad de Quilmes y de Buenos Aires. Fue militante del PST y la LCR.

    1. El programa de Kronstadt En los estudios y debates acerca de las causas que llevaron a la burocratización de la Revolución de Octubre, la cuestión de Kronstadt ocupa un rol prominente. Recordemos que en marzo de 1921 los marineros de la fortaleza naval del golfo de Finlandia se levantaron contra el gobierno bolchevique, y establecieron una comuna revolucionaria durante 16 días. El levantamiento fue aplastado, y los sublevados fueron duramente castigados. Tradicionalmente, tanto los stalinistas como los trotskistas defendieron esa represión de Kronstadt afirmando que se trató de un movimiento contrarrevolucionario. Y el argumento central para demostrar ese supuesto carácter...
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  • Marga Ferré

    Presidenta de la FEC (Fundación Europa de los Ciudadanos) y miembro de la red europea de pensamiento crítico Transform!

    Lecciones para el presente de la revolución de octubre: Informe Semanal tuvo a bien dedicar un reportaje a la Revolución de Octubre en su centenario y de los 10 minutos que duró, 6 los dedicaron a describir la muerte de los Romanov y 4 a asentar la teoría del golpe de Estado dictatorial, diseñado desde el primer momento por la pérfida cabeza de Lenin. Por muy burda que sea esta representación histórica de los hechos del 17, cumple su función al reproducir la ortodoxia neoliberal sobre el siglo XX, tan reiterada y profusamente repetida por los medios y por...
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  • Jordi Borja

    Geógrafo urbanista, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya

    Los partidos comunistas nacieron con la revolución rusa de 1917. Casi siempre los fundadores fueron colectivos socialistas y sindicalistas radicalizados por la guerra y por las condiciones de vida de los trabajadores. Nacieron como una esperanza, un mito movilizador, una doctrina salvadora, un afán apostólico, una vocación militante vanguardista. Con una madre protectora, la URSS. Como constaba en los principios de la Internacional comunista proclamaban: los proletarios de todo el mundo tienen dos patrias, la propia y la URSS. Los PP.CC. nacieron con el alma marxista-leninista, con el modelo de la revolución del 17 y el librito...
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  • Montserrat Galcerán

    Catedrática de Filosofía y concejala de Ahora Madrid en el Ayuntamiento de Madrid

    Han pasado cien años de la revolución rusa de 1917, ¡cuánto tiempo y cuán poco! A los cien años de la revolución francesa, en 1889, los socialistas marxistas conmemoraban un acontecimiento fundamental de la historia que había abierto el camino a la Comuna de París de 1871 y a la revolución socialista que se avecinaba. Lo que vino fue una revolución socialista sui generis cuyo eco se prolongó durante el siglo XX, pero cuyo impulso ya desde el 68 parece agotado. La desaparición del bloque socialista no abrió nuevas esperanzas, a pesar de que el capitalismo se haya convertido...
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  • Francisco Louça

    Político y economista

    En sus Notas de Prisión, Rosa Luxemburgo, que acompañaba en la distancia, pero con fervor, la revolución en Petrogrado y Moscú, consciente de los riesgos y de los peligros – tal vez con más clarividencia que cualquier dirigente revolucionario de esa segunda generación del marxismo-, apeló a la solidaridad sin abdicar de su espíritu crítico. Escribió que “Concretamente, lo que nos puede traer luz a los tesoros de la experiencia y las enseñanzas no es una apología ciega, sino una crítica penetrante y reflexiva. Porque una revolución proletaria modelo en un país aislado, agotado por la guerra mundial, estrangulado...
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  • Eddy Sánchez

    Profesor de Ciencias Políticas de la UCM y Director de la Fundación de Investigaciones Marxistas

    El contexto en el que triunfa la Revolución de Octubre es el de la crisis de la primera globalización de finales del siglo XIX. Dicha crisis es sancionada con el nacimiento de los imperialismos que se dirimen en la primera guerra mundial. El coste para el capitalismo de este periodo es la Revolución socialista en Rusia y el Crack económico del 29, crisis que da lugar a la aparición del fascismo y la posterior segunda guerra mundial. Para los bolcheviques, la reconstrucción de un proyecto socialista en aquel contexto requería de formas y sujetos nuevos, situando esa nueva referencia...
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  • Walter Baier

    Coordinador político de la red europea de pensamiento crítico Transform!

    Creo que estoy libre de la sospecha de ser un defensor del comunismo. Sin embargo, no puedo dejar de ver algo supersticioso e infantil en el horror que siente el mundo burgués ante el comunismo, este horror del que ha vivido tanto tiempo el fascismo, es decir, la idiotez fundamental de nuestra época. Thomas Mann, 1946 La importancia de la revolución bolchevique en octubre de 1917 puede medirse por el esfuerzo que todavía se hace hoy, 100 años después, en depreciar este suceso en su magnitud. ¿Se puede decir entonces que es imposible realizar una valoración equilibrada, debido a...
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  • Catherine Samary

    Economista especializada en los Balcanes, profesora de la Universidad Paris Dauphine, pertenece al consejo científico de ATTAC Francia y miembro de la IV Internacional. http://csamary.free.fr

    Todos los pasados no tienen idéntico porvenir, podemos afirmar con Daniel Bensaïd. Octubre 1917 no se dejará enterrar fácilmente. Su inmenso legado, que se debe actualizar, es haberse atrevido a poner en la agenda el cuestionamiento del orden existente –sin recetas y no sin trágicos errores-, enfrentándose a las guerras y violencias sociales de los poderosos, a escala nacional e internacional. Sin embargo, cien años más tarde, a pesar de que la "hipótesis comunista" parece descartada, muchos puntos comunes nos acercan a los desafíos de Octubre. La hipótesis menchevique, según la cual había que esperar de un desarrollo capitalista los...
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  • Juan Manuel Vera

    Economista, Consejo editorial de Trasversales

    La conmemoración del centenario de la revolución rusa plantea algunas interesantes cuestiones sobre la identidad de lo que se ha llamado izquierda a lo largo del siglo veinte. También podría servir para comprender las razones por las que la herencia del octubre soviético no forma parte del arsenal de instrumentos para desarrollar las nuevas prácticas sociales de lucha contra el capitalismo neoliberal sino, más bien, una pesada losa histórica que dificulta la construcción de una alternativa al imaginario capitalista. Por supuesto, el punto de partida deberían ser los hechos históricos con su singularidad. Sin embargo, no es posible hablar...
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  • José Luis Mateos

    Sociólogo, sindicalista, miembro de la Fundación Andreu Nin

    Nadie consideraría razonable condenar la Revolución francesa por la evolución de la sociedad capitalista. En cambio, sí es habitual desacreditar la Revolución rusa desde los escombros dejados por el socialismo real, esa construcción política recreada por el estalinismo. Se trata de la Revolución rusa y no solo de Octubre, de un complejo e inaudito proceso revolucionario del que Octubre fue su culminación. Una culminación que conviene recordar se podría llenar de matices, pues ese mismo proceso supera y se proyecta por encima del mítico mes. Respetando el calendario gregoriano, nos encontramos con profundas convulsiones sociales y políticas: Revolución de Febrero,...
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  • Fabrizio Burattini

    Sindicalista, exdirigente de la CGIL de la enseñanza y de la USB, y miembro de Sinistra Anticapitalista

    El año 1917 supuso una verdadera línea divisoria en la historia del movimiento socialista. Desde luego el factor determinante fue la Revolución Rusa, pero, igualmente decisivos fueron los acontecimientos, las elaboraciones y las elecciones que diversos actores colectivos e individuales protagonizaron en ese periodo en otros muchos países. Toda Europa fue golpeada por fuertes contradicciones entre, por una parte, un desarrollo económico impetuoso y, por otro, unas deprimidas y bloqueadas condiciones de vida de las masas populares. Una contradicción evidente para todos trabajadores y ciudadanos que veían las riquezas nacionales crecer muy deprisa y las condiciones de vidas de sus...
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  • François Sabado

    Ex dirigente de la Liga Comunista Revolucionaria de Francia y de la IV Internacional

    El punto de vista que defiendo es que la Revolución rusa fue gran acontecimiento en la historia de la emancipación de los pueblos. Un momento extraordinario en el cual las clases dominantes pierden el dominio que les parecía asegurado por los siglos de los siglos. Y en el cual las masas populares desbaratan todo para tomar el destino en sus manos. Ante la pregunta histórica y teórica decisiva: ¿Había que tomar el poder en las condiciones precisas de Octubre de 1917?, seguimos convencidos de que la respuesta es positiva. El ímpetu de esta movilización antes, durante y después de Octubre...
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  • Fernando López Agudín

    Periodista

    Extraño aniversario el centenario de la revolución bolchevique. Envuelto en un escenario capitalista, que es justamente el que buscaban superar los compañeros de Lenin, aparece protagonizado tanto por sus más encarnizados enemigos, en un ajuste de cuentas histórico, como por sus más implacables críticos, en un intento de extraer lecciones de la implosión del estado obrero que nació de la insurrección de 1917. De esa experiencia, más de setenta años de existencia de la Unión Soviética, unos y otros, eso sí con fines opuestos, coinciden en no pocos de los análisis. Desde la ausencia de democracia, como si...
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  • Constantino Bértolo

    crítico cultural

    La celebración del primer centenario de la revolución soviética sin duda debería y podría ser la ocasión propicia para deconstruir al menos algunas secuencias , interpretaciones y lugares comunes que recaen sobre aquel acontecimiento y sus protagonistas. Ni la revolución es la toma del Palacio de Invierno ni el partido bolchevique es una secta uniforme y dogmática en donde Lenin recibe obediencia y ejerce su autoridad sin discusión alguna. Todo lo contrario. La revolución es la culminación de un largo y complejo proceso, el partido bolchevique es una inteligencia crítica, autocrítica y activa y Lenin es un revolucionario que...
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  • Elena Cabezalí García

    Historiadora

    La importancia de la Revolución de Octubre de 1917 cuyo centenario conmemoramos, puede medirse por la magnitud del bombardeo ideológico desencadenado contra ella, que dura también cien años. Un siglo de ataques desde la derecha y la izquierda, para presentar la primera revolución obrera triunfante como un gran error, que trajo al pueblo muchas calamidades y lo entregó a las garras de despiadados dictadores. El discurso contrarrevolucionario se construyó para justificar la intervención de las potencias desde el año 1918, se amplió al calor de la represión estalinista y se fortaleció durante la Guerra Fría, mientras...
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  • Josefina Luzuriaga Martínez

    Historiadora

    El 8 de marzo de 1917, en el día internacional de las mujeres, daba comienzo la Revolución rusa. Las obreras de las fábricas textiles de Petrogrado salieron a la huelga y agitaron en las fábricas vecinas: “¡Abajo la guerra!”, “¡Pan para los obreros!”. Poco después se vivó una inmensa huelga general, que terminó con el Imperio de los Zares. Los censos de 1897-1914 muestran que había 20 millones de mujeres trabajadoras en el Imperio ruso. Cerca de la mitad estaban ocupadas en tareas domésticas, mientras un quinto eran obreras industriales. Hacia 1917, la cifra de trabajadoras industriales alcanzó 7,5 millones....
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  • Eddy Sánchez

    Profesor de Ciencias Políticas de la UCM y Director de la Fundación de Investigaciones Marxistas

    En la última década se ha sucedido un ciclo de movilizaciones de carácter global, fruto de un contexto de indignación social consecuencia de la crisis, contexto en el que surge de nuevo el debate de las nuevas formas de comunismo hoy. Para el historiador Juan Andrade, el debate del comunismo en la actualidad se diferencia respecto al de décadas anteriores, en el hecho que se desarrolla sobre todo en el campo de la Filosofía y los estudios culturales, más que en el de las ciencias sociales. En España, dicho debate es conocido por la publicación del libro colectivo editado por el...
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  • Gabriel Flores

    Economista

    El colapso de los sistemas de tipo soviético existentes en Europa central y oriental conformó un inédito acontecimiento revolucionario que se llevó por delante con extraordinaria rapidez el viejo orden administrativo. Entre 1989 y 1991 se desbarató un bloque de países que tenía sus señas de identidad enraizadas en la Revolución de Octubre que estaba en su origen. La disolución formal de la URSS en diciembre de 1991 fue el acto final, el resultado del evidente agotamiento histórico de un movimiento revolucionario a escala mundial que se fundó y tomó impulso en la insurrección bolchevique de octubre de 1917. Comienzo...
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  • Marina Albiol

    Diputada en el Parlamento Europeo y responsable de relaciones internacionales de Izquierda Unida

    ​Revolución es una palabra que escuchamos muchas veces, pero que adquiere su significado más profundo y esperanzador para las clases y los pueblos oprimidos cuando nos referimos a la Rusia del 17. No encuentro mejores ejemplos que la Revolución Francesa de 1789 y el alzamiento bolchevique para demostrar que, lejos de ser un sueño irrealizable, podemos cambiar el mundo desde sus cimientos para que los que hoy no son nada, lleguen a serlo todo. Por eso, cien años después, las clases dominantes de todo el planeta se unen para mentir y arrojar confusión sobre aquellos acontecimientos y, también por eso,...
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  • Antonio Rubira León

    Como señala el Profesor Fontana, el centenario de la Revolución Rusa de octubre de 1917, debe servir para “sacar lecciones útiles para un presente de desconcierto e incertidumbre”. Yo añadiría, además, para comprender mejor las derrotas revolucionarias desde entonces. Aunque la lucha de clases se expresa siempre de forma concreta y todas las revoluciones bajo el capitalismo industrial son distintas, todas tienen fundamentos políticos similares. No todas las situaciones revolucionarias terminan en revolución, de la misma manera que no toda revolución culmina en victoria. De hecho, la mayor parte de las revoluciones del siglo XX han sido derrotadas. La excepcionalidad...
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  • Javier Segura

    Profesor de Historia

    Cuando a mediados del siglo XIX los jóvenes revolucionarios Karl Marx y Friedrich Engels iniciaron su obra, orientaron su trabajo hacia la resolución de un “enigma histórico”, el planteado por la continuidad en el tiempo de las desigualdades entre minorías acaudaladas y mayorías empobrecidas, al tiempo que la creciente productividad del trabajo humano permite erradicarlas. Para ello, partieron de una cuestión clave: ¿De qué manera debería reorganizarse el mundo para construir un nuevo orden basado en la justicia? ¿Quién debería ser el agente impulsor de esta transformación? La respuesta estableció los fundamentos del marxismo: que sintetizo a continuación: 1) Todo...
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  • José Antonio Errejón

    Licenciado en Ciencias Políticas y Economista

    El centenario de la Revolución de Octubre y el balance de este siglo de historia en buena medida determinada por ella nos colocan ante lo que, creo, es la cuestión más importante, saber si y en qué medida Octubre sigue operando como el gran foco de aliento y esperanza para millones de personas que en diversas zonas del mundo sufren la injusticia y la opresión y aspiran a una vida distinta. Hace casi treinta años que vinieron abajo con una imprevista facilidad la mayor parte de los regímenes políticos que se declaraban herederos del Octubre del 17 y los que...
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  • Cesar Roa

    La mirada del triunfador no suele conducir a una comprensión más cabal de la historia. Para quien se encuentra poseído por la creencia de que los individuos, clases sociales o naciones más merecedores del éxito han ganado la partida, el pasado aparece exclusivamente como el escenario en el que los vencedores van perfilándose y derrotando progresivamente a sus rivales hasta la apoteosis final del presente. La historia queda degradada al relato de la marcha victoriosa de las actuales clases dominantes sobre los obstáculos que ocasionalmente han intentado frenarla. Dentro de esta perspectiva, las revoluciones sociales que una vez...
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  • José Luis Zárraga

    Sociólogo

    Fontana abre un abanico muy amplio de temas sobre la revolución rusa y el desarrollo de la sociedad soviética. En este centenario tendremos ocasiones para discutir todos esos temas, que no son cuestiones históricas que se agotan en sí mismas sino punto de partida fundamental para reflexionar y debatir sobre la construcción del socialismo. Pero para empezar, sería bueno fijar la atención en el acontecimiento que ahora se conmemora: la revolución soviética de octubre de 1917 y su desarrollo inicial en los años críticos de 1917 a 1923, el periodo que va desde la toma del poder hasta la...
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